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  1. CAPÍTULO 8 - ¿QUIÉN SOY? o ¿QUIÉN ESTOY SIENDO? (1ª parte) Este es el capítulo 8 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. “Conócete a ti mismo y conocerás el Universo y a sus Dioses”. (Adagio) “Uno es la suma de todos sus modos en todos sus momentos.” “¿Hay algo más absurdo que pasarse toda la vida con uno mismo y no llegar a conocerse?” “Nuestra actitud común es “yo soy esto”. Separe tenaz y perseverantemente el “yo soy” de “esto” y trate de sentir lo que significa ser, simplemente ser, sin ser “esto” o “aquello”. (Sri Nisargadatta Maharaj) “El buscador es quien está a la búsqueda de sí mismo. Abandone todas las preguntas excepto una: ¿Quién soy yo? A fin de cuentas, el único hecho del cual puede estar usted seguro es que usted es. El “yo soy” es cierto. El “yo soy esto” no lo es. Esfuércese por descubrir que usted es realidad. (Sri Nisargadatta Maharaj) Descubra todo lo que usted no es: el cuerpo, los sentimientos, los pensamientos, el tiempo, el espacio, esto o aquello. Nada, concreto o abstracto que usted pueda percibir, puede ser usted El propio hecho de percibirlo muestra que usted no es eso que percibe. (Sri Nisargadatta Maharaj) ¿Quién soy? ¿Quién es yo? ¿Qué es Yo? Responder a estas preguntas es una ardua tarea que nos ocupará toda una vida, para encontrar, en el mejor de los casos, una respuesta que ha de ser, como casi todas las respuestas, provisional. Y no provisional sólo porque se dude, que siempre se dudará, sino porque es la única forma de dejar abierta y viva la pregunta, para que se vaya actualizando y siga buscando nuevas respuestas, ya que a medida que vayamos evolucionando como personas iremos ampliando o modificando las respuestas. Si fuésemos Seres Totalmente Evolucionados, Grandes Místicos que han conocido el Cielo, Verdaderos Iluminados, no tendríamos ninguna duda, ni tampoco la necesidad de dar una respuesta, pero acertaremos respondiendo “soy”, o “yo soy”, o “yo soy el que soy”, o “nadie”, o “nada”, o “¿qué más da?”, o “la definición no va a cambiar mi esencia”, o “alma, corazón y vida”, o podemos dejar la respuesta vacía porque no es necesario encerrarla y acotarla en una definición, ya que lo importante no es saber la respuesta sino saberse y sentirse un Uno Mismo. Pero aún no llegamos a tan evolucionado estado. Aún estamos en esa etapa en que no nos hacemos las grandes preguntas, y no porque pensemos que son para gente muy inteligente, sino por miedo a no encontrar las respuestas y quedarnos peor que antes de preguntar, o por no querer preguntar no vaya a ser que no nos guste la respuesta; o estamos en la etapa de posponerla porque en el primer segundo no aparece la solución como cuando nos preguntamos cuántas son dos más dos. Son preguntas latentes que se repiten aún en silencio, aunque no nos demos cuenta de ellas, aunque no tengan palabras que las delaten, porque a veces surgen de un modo clandestino y, aparentemente, son otras preguntas. Lo importante al responder una pregunta no es conseguir una sucesión de palabras bien ordenadas acordes con lo preguntado, sino sentir dentro de Uno Mismo, y de un modo irrefutable, esa respuesta, aunque uno no se sea capaz de definirla. Sepultados y escondidos por caretas, traumas, miedos, complejos, acontecimientos ingratos, conductas automáticas, auto-controles, llantos, represiones y otras dificultades de semejante tamaño, si rebuscamos bien y desechamos muchas mentiras y errores, podremos encontrarnos. Lejos, muy lejos, y ocultos, muy ocultos. Desconocidos incluso para nosotros mismos. Eso sí, callada y ardientemente ansiosos de ser rescatados y sacados a la luz. Nos hemos conformado durante mucho tiempo con creer que somos ese que vemos a diario en el espejo, el que se despierta todos los días a la misma hora que nosotros, y el que se relaciona con una serie de personas que le reconocen, lo cual le da una relativa tranquilidad. A veces, intuimos que tenemos que ser otra cosa distinta de lo que estamos siendo, y que nos gustaría ser de otro modo, y que esto de vivir tiene que ser algo más que llegar, sufrir y marcharse sin habernos enterado de qué va todo esto, y aunque negamos lo evidente y despreciamos lo sublime, tampoco nos entra una prisa urgente por reconocer que es un asunto prioritario, y lo vamos aplazando… lo vamos aplazando… lo vamos aplazando… Envidiamos a esos que pisan fuerte porque parecen saber quiénes son, los que son siempre el centro de atención donde quieran que estén, los que triunfan en su vida. Sólo en muy contadas ocasiones nos dejamos contagiar por nuestra verdadera esencia, que se encuentra desolada por ser tan desconocida, y a veces se manifiesta como una tristeza de origen desconocido, como una pregunta, “¿qué me pasa, si no me pasa nada?”, como un aire que cruza por delante diciéndonos algo sin voz, “vamos, tienes que saber lo que es, soy yo, eres tú, te llamo, te llamas, búscame…” Generalmente, cuando buscamos, lo que encontramos es una distracción, casi siempre un asunto material y terrenal: nos vamos de compras, ponemos la tele, llamamos a otra persona para hablar de nada… y todo eso para no escucharnos, para no quedarnos a solas con nosotros mismos. Cuando he preguntado a otras personas: “¿quién eres tú?” han contestado mil cosas distintas: “una parte de la divinidad que está castigada a estar en este mundo extraño e inhóspito”, o bien “un ser celestial que no recuerda ahora mismo su origen”, o también “una parte del cosmos encarnada en este pesado lastre de ser una persona que algún día retornará a las estrellas con su luz recuperada”… Nunca he oído decir a alguien que es la última encarnación del demonio. Todos tan espirituales y tan místicos. Todos tan apegados y aferrados a una definición que sirve de consuelo, aunque no estén seguros de ella. Todos necesitados de ser algo que se pueda definir. Yo he pasado algunos ratostratando de encontrar una respuesta y he llegado a un desenlace, quizás no acertado: no me importa quién soy en cuanto a ponerlo en palabras que expresen una idea. No me importa, porque considero que se pierde demasiado tiempo en llegar a esas palabras que no van a cambiar en absoluto lo que ya soy aunque no lo defina. Valoro más el sentimiento que tengo de mí. Aprecio más el concepto que tengo de mí, la relación conmigo, lo que me aporto, aunque no sepa qué o quién soy. No importa la definición porque yo no soy la definición, simplemente soy. Yo soy. Sin más. No necesito adjetivos ni explicaciones. Las palabras que añada no me cambiarán, porque por sí mismas no tienen la capacidad de hacerlo. Ya lo has oído muchas veces: la palabra agua no quita la sed; la palabra fuego no calienta; la palabra cuchillo no corta. Hay que ser, y eso es lo único que importa. Para hacerlo, y poco a poco, hay a aclarar conceptos, hay a poner las cosas en su sitio y mirarlas con otro modo de ver; hay que ser alquimistas, sabios, incrédulos, preguntadores incansables… y pacientes. Por tanto, habrás de estar dispuesto a modificar lo que consideres que es necesario modificar para tu bien y tu crecimiento. Vas a averiguar quién eres, pero por ti mismo, no en comparación con los demás. Te adelanto que responder a estas preguntas es ocupación de toda una vida. El que eres hoy no tiene nada que ver con el que eras cuando tenías dos años, o quince, ni con el que serás en otro momento posterior, por eso la respuesta será provisional. Del niño de dos años sólo te queda el nombre y los apellidos. No tienes aquel pelo, ni los dientes, ni están ya las células que se han ido muriendo, ni el cuerpo… por lo tanto, eres algo más que el cuerpo. Se puede ver “quién soy yo” a la luz de la psicología, que es la ciencia que estudia el comportamiento, los estados de conciencia, y todo cuanto atañe al espíritu y la mente. Todos, cuando nacemos, tenemos una identidad. Como niños expresamos esa identidad inmaculada e individual que uno es en ese momento. A medida que uno va creciendo irá dejando de ser yo y se dividirá en múltiples yoes -como verás en el capítulo de yo y yoes-. PENSAMIENTO DESCALABRADO ¿Quién soy? ¿Quién es yo? ¿Qué es yo? “Es que es un follón esto de meterse en el mundo de lo profundo y lo esotérico, con todos los timos y falsedades que hay, y peor aún ir al psicólogo, que yo no estoy de atar, y si le cuento a un amigo esta inquietud me va a decir que me deje de chorradas, que al mundo se viene a vivir y a disfrutar y no a preocuparse, y que a esa voz que reclama de vez en cuando se le emborracha y se le acalla. Y es peor el remedio que me acaban de dar mi amigo, porque ahora me han pegado una etiqueta de tipo raro que me va a afectar. Mejor me olvido. Va a ser verdad lo de mi rareza.” TRABAJA TÚ ¿Si averiguo quién soy yo voy a tener que cambiar y ser otra persona?... te puedes preguntar. No vas a ser otra persona, vas a ser Tú Mismo, te responde en tu interior una sabiduría misteriosa. Sí, pero… ¿quién soy yo? Creo que antes de obsesionarte con la pregunta, y con adjudicarle una respuesta de diccionario, deberías aprender a convivir contigo mismo, sin adjetivos ni distracciones, sólo estar en silencio, atento a tus latidos, a las posibles voces, a los sentimientos, a darte ligeros caprichos como una tumbada en el sofá con una música suave de fondo y dejar pasar el tiempo sin prisa, en armónica convivencia. Redescubrirte y amarte es un buen comienzo. Es bueno que te preguntes ¿qué siento? y es bueno no angustiarte con las definiciones, que la pregunta no es para definir lo que sientes, sino para darte cuenta de lo que sientes: cosquilleos, una ligera brisa de preocupación, un vacío insondable, inquietud… No importa. No tienes que asustarte ante la avalancha de sensaciones o respuestas. En realidad todo eso estaba ya ahí aunque antes no te hubieses parado a escucharlo, y negarlo no va a hacer que desaparezca. Sigue en el sentimiento. ¿Qué siento a solas conmigo? ¿De qué modo me siento a mí? ¿Me soporto bien? ¿Me encuentro a gusto? ¿Me siento bien en esta experiencia nueva? ¿Alguna vez pensé quién o cómo quería ser? ¿Soy el que quería ser? ¿Soy el que quiero ser? Quietud, no inquietud. Así es. No hay prisa ni en este momento importa el tiempo. Puedes seguir esta noche o mañana, puedes aprovechar el viaje en el autobús, el tiempo de subir en el ascensor o el momento de la ducha (¿cuánto tiempo hace que no tomas consciencia al ducharte de cómo es el cuerpo y cuánto hace que no te acaricias?)
  2. DON LUÍS BUENDÍA ARMENDÁRIZ Don Luís Buendía Armendáriz, Presidente. Nada más. Ni siquiera un teléfono. Eso es lo que estaba escrito en la tarjeta que extendía a su interlocutor. Se podía decir que el noventa y nueve por ciento del ámbito de los grandes negocios le conocía. Por eso no era necesario añadir algo más. El mismo Luís Buendía Armendáriz que al llegar a su casa y despojarse del suplemento de “Presidente”, se tiraba despreocupadamente en el carísimo sofá de su carísima casa y extraviaba su pensamiento por los vericuetos de una mente que se mantenía intacta cuando gobernaba en su despacho rodeado de cifras astronómicas pero luego se extraviaba cuando alguno de los caminos que no escogía le llevaba hasta su corazón, en el que se había instalado, con ánimo de perpetuidad, un desbarajuste imperecedero. Entonces era cuando afloraba el niño perdido que habitó su infancia, aquel que lloraba por cualquier nimiedad víctima de un miedo insistente; el mismo que se orinaba en los pantalones ante la sola presencia de su padre, al que trataba de usted con pavor; el mismo que rogaba en las noches interminables un solo abrazo de su madre siempre ausente; el mismo que creció solo, abrumado por los juguetes más costosos de todos los tamaños de todos los países; el mismo que cursó estudios superiores internado en una Universidad de prestigio carente de amigos, humillado continuamente por sus compañeros hasta que estos le empujaron a un intento de suicidio que, como tantas otras cosas, le salió mal. Heredó los negocios de su padre y los hizo crecer, pero nadie en su mundo cotidiano, jamás, pudo decir que le vio sonreír. La única persona que llegó a conocer esa forma distinta de sus labios siempre apretados fue una niña de no más de cinco años que se le acercó en el Parque de Oriente y le dijo con desconcierto. - Señor, ¿estás enfadado? Así surgió su única y leve sonrisa acompañando a un no rotundo. - Pues te pareces a mi papá cuando está enfadado. Y se marchó corriendo. Le dejó ahogándose en una abundancia de preguntas, de silencios hirvientes, de inquietud… le hizo enfrentarse por primera vez a un asunto que sabía latente pero su cobardía eludía con demostrada habilidad. Aquella única sonrisa se fue diluyendo poco a poco. Parecía que, durante unos segundos, hubiera pretendido instalarse con aires de eternidad pero la fuerza de la seriedad la desterró inmediatamente acatando las órdenes de un Capitán Adusto que le habitaba. Era una guerra perdida de antemano. Intentó perpetuarse aquel apunte de sonrisa, pero fue desplazada por el rictus rígor mortis habitual. Más hubiera preferido que aquella niña, creadora de sonrisas, no hubiera estado en el Parque. Más hubiera preferido aplazar infinitamente ese encuentro con su desencuentro y seguir engañado a su propio mundo y a su vida haciéndose creer que había placeres que no le estaban permitidos, que no existían días de calma sincera y continua, que la tristeza era un mal inevitable, y que la muerte le encontraría en la misma tesitura. Más hubiera preferido seguir engañándose confundiendo los éxitos en los negocios con el éxito en la vida. Pero la verdad es así de categórica y la falsedad puede mentir a todos menos a la verdad. Se preguntó por enésima vez si iba a desperdiciar el resto de la vida de ese modo, y oyó una voz tímida, lejana, que dio una respuesta negativa, y como esto le sorprendió porque era la primera vez que una insurgencia propia se atrevía a contradecirle, envalentonándose se volvió a dirigir a su interior; esta vez dijo que quería salir a flote, y quizás la misma voz anterior, pero con un tono más confiado, respondió adelante, y comenzando a creer que no era un juego de su imaginación sino la manifestación de una dignidad que le habitaba, dijo pues adelante, y fue entonces cuando sintió un escalofrío amable, sintió en sus pies que se deshacían las raíces que le anclaban a la tierra, sintió que sus brazos eran alas, y un cuerpo que era el suyo pero más ligero iniciaba un vuelo al porvenir; sintió una escandalera de risas alegres en el corazón de su corazón, sintió que se acercaba a sus ojos un torrente de lágrimas agradables que venían para regar su futuro, para que floreciera fértil, y todo ello promovió un llanto de alma plácida que dejó manar sin impedirlo, sin vergüenza, sin esconder la cara; un llanto humano, desesperado y feliz, que venía de las tripas, del espíritu, de su luz reprimida, de su futuro amordazado, y cuando se agotó, cuando regresó de navegar por la placidez de las buenas lloreras, suspiró tres veces, se encaminó al lavado y abrió el grifo. Metió la cabeza debajo del chorro y así estuvo mucho tiempo. Cuando por fin cerró el grifo, buscó la toalla a tientas, se incorporó, se secó la cara, y con la duda de todos los incrédulos por bandera abrió lentamente los párpados y, maravilla de las maravillas, para deleite de su paz, encontró una persona amable, con una sonrisa acogedora, que extendió los brazos y le acogió. Francisco de Sales (Más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
  3. CAPÍTULO 7 – LA PERSONA Y EL PERSONAJE Este es el capítulo 7 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. La palabra persona viene del latín persona, que significa “máscara de actor” o “personaje teatral”, y que a su vez proviene del griego prosopos (pros = delante, opos = cara): delante de la cara. En cualquier caso, hace referencia a las máscaras que usaban los actores en los teatros griegos. Estas máscaras tenían muy exagerados los gestos de la boca (de alegría, tristeza, asombro…) para que los espectadores pudieran ver con más claridad qué es lo que querían representar. A su vez, tapaban la verdadera realidad física de la persona suplantándola con la máscara. De la palabra persona, se deriva personaje: “cada uno de los seres humanos, sobrenaturales, simbólicos, etc., que intervienen en una obra literaria, teatral o cinematográfica”. Para entendernos, aceptamos que persona es el ser humano natural y personaje es la persona cuando no es ella misma y está actuando. Los personajes son, por definición, seres de ficción. Muy pocas veces somos nosotros mismos naturales. La mayoría del tiempo estamos representando el personaje que se espera de nosotros, o sea el personaje que espera y aceptará bien aquel con quien nos estemos relacionando en cada momento. Los demás, generalmente, nos imponen –o pretenden imponernos- un papel que tenemos que representar para agradarles, y así nuestro jefe quiere que seamos de cierta forma –obedientes, ligeramente sumisos- y no nos aceptará de otra forma, lo mismo que nuestra madre, nuestra pareja, las normas y la sociedad, o cada uno de nuestros amigos… Nos parece algo normal y, casi sin darnos cuenta y en función de dónde o con quién estemos, nos vamos cambiando de máscara: vamos cambiando de personaje. Y esto sucede muchas veces a lo largo del día; se ha convertido en algo tan habitual que no le damos importancia, que nos parece normal. Nos hemos acostumbrado. Casi nunca somos nosotros mismos porque casi nadie nos acepta en nuestra realidad absoluta. Pocas veces nos podemos mostrar como realmente somos. No es malo dejar de ser persona para ser personaje... si es durante un tiempo limitado y uno lo hace conscientemente. En muchos casos, es absolutamente necesario y muy conveniente. Es imprescindible tener claro que uno no es el personaje, sino que está actuando, temporalmente, como el personaje. Los actores profesionales lo tienen muy claro, y cuando acaban cada toma de la película, o cuando baja el telón, se quitan la máscara, dejan al personaje colgado de la percha, y vuelven a ser ellos mismos. Nosotros, muy a menudo, nos quedamos enganchados en el personaje porque creemos ser el personaje. ATENCIÓN Cualquier persona es absolutamente egoísta, del todo sincera, cruel, tierna, estúpida, inocente, sencilla, insegura e intachable. Todos, en algún momento, somos absolutamente así. Las personas, generalmente, actuamos de la mejor manera que conocemos y podemos, dentro de las circunstancias personales de cada uno, y en ese caso somos intachables. Es cierto que esa manera no tiene porqué coincidir con la que los demás esperan o desearían, y en ese caso, a los ojos de los otros, ya no somos tan intachables sino que somos los portadores de cualquiera de los adjetivos desagradables y malhumorados que nos quieran adjudicar. Ser bueno o malo debiera ser sólo cuestión de intención y voluntad. Si uno es malo a conciencia, lo es sin ninguna duda. Si uno es malo sin querer ni sospecharlo, hay que revisar el adjetivo que le corresponde. Hay que confiar en la buena voluntad de las personas, exceptuando los que, mediante sus intenciones y actos, son declaradamente malvados o delincuentes. Muchas veces, más que malos, somos víctimas de la educación que nos dieron, y aún no hemos tenido tiempo de Despertar y Descubrirnos como realmente somos. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL Hay que tener cuidado con dejar de ser persona en algún momento para considerarse únicamente como parte del conjunto de la humanidad. Es cierto que formamos parte de ella, y que somos una parte importante, pero, por encima de todo somos nosotros mismos. Hay que tener claro quién es uno. Estar haciendo el Camino del Descubrimiento enseña, ineludiblemente, que los demás son muy importantes para nosotros; imprescindibles, pero hemos de tener cuidado de ser nosotros mismos y no ser quienes los demás quieren que seamos, y no ser como los demás dicen que somos. ATENCIÓN Las personas, vistas con los ojos de un marciano, somos una sorprendente curiosidad: generalmente, nos conformamos con una vida que no sea excesivamente complicada, y casi con que sea soportable y poco más nos vale. No nos fijamos en nuestra falta de voluntad y de control. No pensamos a menudo en la muerte, con lo que ello tiene de enriquecedor para ser más conscientes de la vida. Nos dejamos controlar por las circunstancias ajenas y somos capaces de mentir con naturalidad. Dejamos que nos controlen los deseos, que en muchos casos son desordenados y de imposible realización, y después nos causan un pesarosa frustración. Predicamos una cosa y hacemos la contraria. Desatendemos a los seres queridos y no valoramos en su justa medida las gracias y favores que nos hacen los demás. Somos volubles, tardamos en madurar, no le prestamos la suficiente atención a la vida. Sabemos que se van gastando los años pero hacemos poco por llenarlos de intensidad, de realidad, de gente querida y de grandes satisfacciones. Nos callamos muchas veces los sentimientos que profesamos hacia los otros, y damos demasiadas cosas por supuestas. Nos falta constancia, lucidez en el pensar, pasión en los hechos y fe en nosotros mismos. Las cosas extraordinarias nos parecen poca cosa, y no permitimos a nuestras emociones que se manifiesten con naturalidad e intensidad. Así somos. Y así seremos hasta que la persona decida no seguir siendo así. Todo lo que he escrito corresponde a las actitudes del personaje. Las personas somos mucho más íntegras y tenemos más altas miras. Una persona no se comportaría del modo que he relatado. RESUMIENDO Estás en un proceso de “darte cuenta”. Obsérvate y empezarás a reconocer a los personajes, y verás qué poco de persona se manifiesta habitualmente en ti. Dejar de ser esos personajes –o serlo conscientemente y de un modo controlado- depende exclusivamente de ti. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
  4. CAPÍTULO 6 – LA ACEPTACIÓN DE MI REALIDAD ACTUAL Este es el capítulo 6 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. “Aceptar lo que no gusta no siempre es rendición: a veces es “comprensión. "¿Cómo seremos pacientes con las faltas del prójimo si no somos pacientes con las nuestras?, aquel que se irritare con sus flaquezas, no las corregirá; toda corrección fructífera procede de una mente serena y tranquila." (San Francisco de Sales). “Mi realidad: ese soy yo.” “Atrévete a mirarte en el espejo de la realidad.” “A veces la realidad se convierte en una excusa para no cambiar o no hacer las cosas que no nos atrevemos a cambiar o hacer.” Soy un ser humano. Repito: soy un ser humano. Es importante tener un sentimiento de SER HUMANO, con sus ventajas y dificultades, antes de empezar con las definiciones y el ordenamiento en los sitios donde archivar lo que somos. Porque podemos decir, en esas divisiones que nos inventamos, que somos: 1 – Consciente e inconsciente. 2 – Materia y Espíritu. 3 – Terrenal y Divino o Superior. 4 – Cuerpo y Mente. 5 – Alma, corazón y vida. (Espiritualidad, afectividad y energía). 6 – Diferentes Yoes. 7 – Varios personajes. 8 – Tres cuerpos: físico, mental y emocional. 9 – etc., etc., etc. Puede ayudarte el que te ubiques en uno de ellos, porque te puede hacer más fácil el “situarte”, pero la definición o la ubicación no va cambiar la realidad, y la realidad es que, simplemente, eres tú, aquí y ahora. COMIENZA POR ACEPTAR TU REALIDAD ACTUAL. No la puedes negar. ACEPTAR NO QUIERE DECIR GUSTAR. Pero debes aceptarte, porque sin este paso previo es imposible dar el siguiente. Aceptar, y además sin condiciones y con amor, porque si se lucha contra un bloqueo éste se hace más fuerte. Los bloqueos, para fortalecerse, se nutren de la oposición; si te opones, lo fortaleces. Este es el único material de que dispones para empezar: tu realidad. Has llegado hasta aquí y ahora del modo que has podido o bien es que te han traído las circunstancias; estás más o menos tocado, y arrastras más o menos conflictos; te quieres nada, muy poco o algo; no estás de acuerdo con bastantes de las cosas que haces; habitualmente aplazas la toma de decisiones, desobedeces muchas de tus normas, te propones cosas que no siempre cumples… sin duda tienes motivos para no quererte, no aceptarte, y hasta incluso para renegar de ti. Pero no tienes otra cosa. Esto es lo que tienes. No puedes reconstruirte a partir de otra cosa. No puedes buscarte en otro sitio porque sólo estás en ti. Sí, quizás te hubiera gustado que muchas cosas hubieran sido distintas, pero no insistas más: no tienes otra cosa más que a ti, y estás en esta situación actual. Así que menos quejarte y manos a la obra. Haz contigo un pacto de amor, de comprensión, de paciencia… Y reconcíliate contigo. Y si crees necesario perdonarte, hazlo. Si lo consideras necesario para aclararte con tus normas, adelante. Pero entonces siente totalmente tu propio perdón y acéptalo. Repite cuantas veces lo creas necesario me perdono, con absoluta sinceridad, desde el corazón hacia tu corazón, que suene convincente, hasta que sientas ese perdón. Si crees que ya aceptas tu realidad actual, aunque no te guste, puedes seguir. Si no lo consigues, te recomiendo que no sigas adelante hasta que lo hayas logrado. Si no te amas, difícilmente vas a hacer algo con firmeza y autenticidad por ti. ATENCIÓN Si hay una cosa cierta, indiscutible, insobornable, es la realidad. Si hay una cosa a menudo negada, distorsionada, disfrazada, encubierta, cuestionada, desconocida, y a veces injustamente justificada o no reconocida, eso es… la realidad. La insatisfacción, la insubordinación, o la rabia, casi siempre vienen de nuestra negativa a aceptar la realidad. Es cierto que somos en grandísima medida, por no decir del todo, responsables de nuestra realidad, y el hecho de que no nos satisfaga del todo es lo que nos invita a no afrontarla ni asumirla, y a falsificarla o a buscar otro responsable ajeno. Aunque esto último fuera cierto, no nos exime de sufrirla y tampoco resta ni un ápice de su padecimiento. TRABAJA TÚ Es muy sencillo: sólo tienes que aceptar que la realidad y la verdad son lo que son, y no siempre lo que tú quisieras que fueran, y se te acabarán la mitad de los sufrimientos y se atenuarán la otra mitad. No hay peor lucha que ofuscarse en no querer aceptar las cosas como están o como son. No se deben negar. La realidad, que también es la verdad, es muy sincera: no sabe falsear, ni consolar, ni colorear, ni puede hacer esfuerzos por agradar a todos; no sabe de cortesía, de mentir para quedar bien ni de disfrazarse de otra cosa. Mientras antes aceptes y asumas la realidad, antes podrás empezar a hacer cosas por crear otra realidad más acorde con tus deseos, si eso es lo que quieres. Empeñarte en engañarte, o en no querer ver lo que es, no sólo no te ayuda sino que te pone zancadillas y retrasa todo el proceso. Es una guerra perdida de antemano, es una lucha agotadora que no lleva a ningún sitio bueno, es un esfuerzo inútil, derrochado. Tienes que disfrutar de la entereza, de la valentía, del honor que produce ser una persona que vive en la realidad y, le guste o no le guste, la acepta. El mayor pecado que uno puede cometer es engañarse a Sí Mismo. Cuando uno acepta la realidad, cuando uno se atreve a vivir con la verdad, aunque le duela descansa. TRABAJA TÚ En un acto de sinceridad sin precedentes que te mereces, ponte unos ojos distintos de los que usas habitualmente, y mírate. Reconoce, con sinceridad, lo que hay: ni halagos falsos ni menosprecio, ni resentimientos ni ocultación. Lo que hay. Lo que eres en este momento. Ni más, ni menos. Limpiamente. Pon lo que encuentres a la vista de tu sinceridad, y reconócelo. Te va a gustar más o menos, pero es lo que tienes. Es lo que estás siendo. No pienses aún en qué quieres o qué deberías cambiar, eso es más adelante. Ahora se trata solamente de mirarlo una y otra vez, hasta aceptarlo y asumirlo. O sea, aceptarte y asumirte. Reconocer lo que estás siendo y admitirlo con valentía. Es un acto de pureza que te va a costar, pero que te honra. Por cierto, valora, y mucho, lo que estás haciendo, si lo estás haciendo sinceramente, a corazón abierto, con tu dignidad por delante y siendo consciente de tu calidad de simple humano. Repito que ahora, en este instante, no es momento ni siquiera de tomar decisiones, sólo de darte cuenta. Si acaso, una firme promesa de que vas a hacer de ti una persona digna, pero no hagas más. Tampoco es momento de regodeo en lo desagradable que te hayas encontrado en tu acto de honradez, sino de alegría por haber tenido la osadía mil veces aplazada de enfrentarte a ello. ¿Es poca cosa y no muy agradable lo que encuentras? No te preocupes, es lo habitual: bien venido al género humano. ¿Lo que encuentras es medianamente satisfactorio, pero mejorable? Bien: tu autoestima es casi correcta y juegas con ventaja. ¿Estás perfectamente en todos los aspectos? Pues no sé si felicitarte por ello, si recomendarte que vuelvas a comprobarlo, o si decirte que te compres unas gafas. Todos somos humanos, y ser humano y ser perfecto, de momento no es compatible. Si no consigues en este momento llegar al fondo del reconocimiento de tu realidad y la aceptación, puedes volver a intentarlo mañana. Pero… te recomiendo que no pases página hasta haber resuelto esta porque todos los pasos que dieras serían tambaleantes. No hay prisa. Siente todo esto que te he propuesto. LA AUTO-ACEPTACIÓN (Basado en ideas de http://www.adrformacion.com) La auto-aceptación es el examen clave para conseguir la realización. Esto no se trata de analizar, criticar o juzgar a los demás, se centra por completo en nosotros mismos, y ya se sabe que a todos nos cuesta hacer auto-crítica. Para conseguir esto es imprescindible que reconsideremos conceptos como aprobación y desaprobación, centrándonos en otros como saber, conocer, ver o desear. Para hacernos una idea un poco más detallada de lo que estamos diciendo, vamos a hacer un pequeño juego, muy útil, aunque a primera vista pueda parecer absurdo. Nos colocamos delante de un espejo de cuerpo entero. Nos miraremos y repasaremos nuestro cuerpo de los pies a la cabeza, y mientras lo hacemos, nos centraremos mucho en los sentimientos y sensaciones que eso conlleva. Seguramente pensaremos: “no me gusta nada mi nariz, ni mis pies”, “mis ojos son bonitos, me encanta mi mirada”, es decir, algunas cosas nos gustarán y otras no. A continuación, seguiremos con la mirada fija en el espejo, y nosotros reflejados en él, para proceder durante varios minutos a decirnos a nosotros mismos. “independientemente de mis defectos, me acepto a mi mismo/a completamente tal y como soy”, repetiremos esta frase apoyándonos en la respiración honda y profunda varias veces, siendo consciente de cada una de las palabras que pronunciamos. Seguramente, es completamente normal, que aparezcan frases como “realmente mi nariz sigue sin gustarme”. Vamos a recordar un punto importante, aceptarnos no significa que nos guste, simplemente es que asumimos la situación y que ésta, en un momento dado puede mejorar. Se trata de experimentar, sin rechazarlo, que un hecho es un hecho, y en este caso eso se centra en que, a nuestro entender y bajo nuestra visión, tenemos una nariz grande. Si finalmente nos rendimos frente a la realidad, a lo que estamos aprendiendo, llegaremos a relajarnos poco a poco y aceptarnos tal y como somos. Éste será un primer paso. Esta es nuestra realidad, y la estamos empezando a aceptar. Puede que no nos guste lo que veamos en el espejo, pero hemos de ser conscientes de que somos nosotros en ese preciso momento, esa es nuestra realidad y la aceptamos tal y como es. Si el ejercicio anterior lo repetimos durante unos pocos minutos, varios días, la mejora irá en aumento, reforzando nuestra auto-aceptación, además de que poco a poco nuestra autoestima vaya en aumento. Puede ser que sientas un poco de miedo al hacer este ejercicio. Lo importante es ser capaces de “observar” nuestro miedo, identificarnos con él ya que “forma parte de nosotros”, no negarlo ni evitarlo, “sino asumirlo como algo propio”, viendo incluso la parte negativa de la situación, para que nosotros nuevamente, podamos afrontar, aceptar y analizar esa nueva circunstancia. La realidad está ahí, la tenemos que asumir y no que combatir, es inútil que nos enfademos con nuestro miedo, siempre ganará. Porque puede que sintamos miedo al aceptar la auténtica realidad de nuestra realidad actual. Es mejor asumirlo, comprenderlo y aceptarlo y, si nosotros queremos, cambiarlo. Nuestra aceptación plena tiende a minimizar e incluso eliminar sentimientos como el miedo, la envidia, la ira… La autoestima se fortalece si somos capaces de afrontar emociones o sentimientos difíciles para nosotros. Vamos, nuevamente, a ofrecer algunos consejos para avanzar en ese auto conocimiento. Pensemos en una de estas emociones, el dolor, la ira, la envidia… a continuación seleccionemos una de ellas pensando en algo que la pueda evocar, como esa discusión que periódicamente tenemos con un compañero de trabajo y nos provoca ira. Posteriormente, pensaremos en conocer mejor ese sentimiento, adentrarnos en él, investigando todo lo que sentimos en ese momento. Poco a poco avanzaremos expresando frases como “En este momento me siento así, esta es la realidad y la acepto completamente”. No es fácil, recordemos la respiración, la paciencia, el trabajo que hay que realizar es costoso, pero merece la pena. Recordemos que la realidad, es la que es, y por lo tanto, esa emoción existe y no hay vuelta de hoja, hay que aceptarla y convivir con ella. Poco a poco, tanto con ésta, como con otras emociones o sentimientos similares, haremos lo mismo, lo que nos llevará a auto aceptarnos poco a poco, continuando con paso firme en la construcción de nuestro auto conocimiento y autoestima. Si lo conseguimos, entre otras cosas la relación con nuestro compañero mejorará. MIS PENSAMIENTOS Esto es lo que hay y lo que tengo en este momento, y así es como estoy actuando. Y lo acepto. Sé que no debo disfrazar la realidad con el objetivo de engañarme: no debo traicionarme; no puedo culpabilizar a nadie y quedarme estancado en la pataleta, aunque sea verdad que hay alguien ajeno a mí que tenga la culpa. Tengo que aceptar y aceptarme, pero con mucho amor, con un abrazo sincero. Si estoy mal, necesito más que nada un gran abrazo que me acoja, y mejor si es mío que si es ajeno, porque lo valoraré mucho más. Tengo que convertirme en mi mejor aliado, en mi inseparable amigo, en alguien que esté siempre a mi lado, porque me tengo muy a mano para lo que necesite, y porque seré el más directo beneficiario. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL Cuando yo era niño los curas nos hablaban mucho de la “resignación cristiana”. Yo lo entendía como “has venido a este mundo a sufrir y a purgar tus pecados.” (“¡Pues vaya un Dios que me envía al mundo a sufrir, que me parece más una idea del demonio!”, pensaba yo, “si, además, yo no he cometido aún pecados…”) Hágase Tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo, decimos cada vez que rezamos el Padrenuestro, que no es sólo el nombre de una oración, sino mucho más: Es la oración al Padre Nuestro. Y esto nos venían a confirmar los curas: “Tenemos que aceptar la voluntad de Dios y Su voluntad es que seamos como nos ha tocado ser”. Si crees firmemente en ello, me parece estupendo. Si no lo crees, también me parece bien. Presta atención a esto: tu vida necesita de ti, y tienes que aceptar tu realidad actual para poder comenzar el camino hacia ti. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL El que está atento se da cuenta de que las cosas son lo que son y son como son, y no son nuestra interpretación o nuestro deseo de esas cosas. Darse cuenta lleva a la aceptación. Pero a una aceptación que no es un sacrificio ni un esfuerzo, sino el resultado lógico de entenderlo del modo adecuado. Si realmente quieres ver nada te puede engañar. Acepta las cosas porque son así. No aceptarlas o negarlas no te va a cambiar nada para bien, sino para peor. CUENTECITO El Maestro afirmaba que el mundo que ve la mayor parte de las personas no es el mundo de la Realidad, sino un mundo creado por sus mentes. Cuando un sabio quiso contradecirle, el Maestro puso dos palos sobre el suelo formando la letra “T”, y le preguntó: “¿Qué ves ahí?” “La letra T”, respondió el otro. “¡Lo que me suponía! dijo el Maestro. “No existe la letra T; no es más que un símbolo que hay en tu mente. Lo que hay ahí son dos pedazos de rama con forma de bastón.” RESUMIENDO Esto es lo que tengo, esto es lo que estoy siendo. Nada me obliga a seguir así, pero esta es mi realidad actual. De nada me sirve negarla, ¿a quién quiero engañar? Es que no me gusta, dice una voz tímida en mi interior. Ya lo sé, pero es lo único que hay ahora. Es que quiero otra cosa, vuelve a decir. Ya lo sé, por eso estoy en el Camino. Soy poca cosa, y no estoy en mi mejor momento, lo admito, pero a partir de esta materia prima que soy voy a construir el futuro. Al margen de que me parezca bien o mal, y de que me guste o no me guste, esto es lo que hay. Lo reconozco, lo admito, lo acepto. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
  5. CAPÍTULO 5 – EL AUTOCONOCIMIENTO Este es el capítulo 5 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. “La mayor sabiduría que existe es conocerse uno mismo”. (Galileo Galilei) “Todo momento cotidiano es óptimo”. (Gurdjieff) “Conócete a ti mismo”. (Atrio del Templo de Delfos) "Ser capaz de prestarse atención a uno mismo es requisito previo para tener la capacidad de prestar atención a los demás; del mismo modo que sentirse a gusto con uno mismo es la condición necesaria para relacionarse con los demás." (Erich Fromm). “Los hombres están siempre dispuestos a curiosear y averiguar sobre las vidas ajenas, pero les da pereza conocerse a sí mismos y corregir su propia vida.” (San Agustín) “A todo hombre le es concedido conocerse a sí mismo y meditar sabiamente.” (Heráclito de Éfeso) “Conócete, acéptate, supérate”. (San Agustín) “De todos los conocimientos posibles, el más sabio y útil es conocerse a sí mismo” . (William Shakespeare) “Conocer a bien a los otros es inteligente, conocerse bien a sí mismo, es sabiduría”. (Einstein) Siempre se ha dicho que los demás son el espejo donde nos vemos reflejados. La mayoría de las personas tienen tendencia a verse a través de los ojos de otras personas con la esperanza de que le revelen facetas -nuevas y buenas- de sí mismos que son incapaces de ver. Para empezar a conocerse no hay mejor método que observar. Observarse. Pero –de momento- sólo eso: observar y darse cuenta. No emitir juicios, no saltar a la defensiva y justificarse continuamente, no analizar, ni comparar, ni aún menos buscar motivos para castigarse. Solamente observar. El proceso de auto-conocimiento es un proceso de absoluta sinceridad. Sin este requisito no tiene sentido comenzar. Lo trágico es que la mayoría de las personas se buscan en todas partes menos dentro de sí mismos, y por ello fracasan en la búsqueda. Se trata de Descubrirse –en profundidad, por encima del concepto superficial que uno tiene de sí mismo-, para conocer lo que uno es realmente. En este momento del proceso no se trata de cambiar nada, ni siquiera de corregir ni de añadir nada que venga de fuera. Sólo tener paciencia y observar. No hace falta aplazarlo hasta tener más conocimientos externos, que no son más que la acumulación de información que se coge de los libros o se escucha en las charlas. Eso es algo que está al alcance de cualquiera, pero no aporta nada en este momento, porque ahora sólo interesa conocer lo que ya hay dentro. Más adelante, veremos cómo se puede resolver y qué hay que incorporar. Lo auténticamente importante en este momento es conocer lo que soy y cómo estoy, y hay que poner toda la energía y atención en ello. ¿Qué se necesita? Atención y tiempo. Dedicar horas a observarse, a hacerse preguntas, a sentirse. Poner total atención a todas las cosas que nos pasan, incluso las mínimas, y a las sensaciones posteriores que nos dejan. Observar si uno es Uno Mismo en todos los instantes, pero hacerlo en serio, no como si fuera una curiosidad sin más o una distracción. Esta función, sin una fe y voluntad firme que la magnifiquen, no tiene posibilidad de convertirse en algo profundo. Eso sí, a medida que se insiste en la observación se nota una especie de ensanchamiento de la conciencia, y a medida que se sigue en ello con aplicación se ven más de continuo los resultados de esa atención; uno parece desarrollar con gran velocidad una capacidad innata que hasta ahora no utilizaba. (Ver los capítulos Descubrir y Yo-Yoes) Sin hacer nada más que lo anteriormente escrito, se empiezan a sentir transformaciones. Si hay un deseo profundo, llevará hasta lo profundo; si hay una atención total, habrá un descubrimiento total. Decía Gurdjieff: “Todo momento es propicio para el auto-conocimiento, pero es más eficaz cuando se realiza en condiciones cotidianas. Las experiencias espirituales sin conciencia del cuerpo son alucinaciones. Quien es consciente del propio cuerpo no enloquece.” Y hay que recordar que, aunque pueda gustar más lo místico, por eso de aparentar ser más profundo y menos cotidiano, la verdad es que el cuerpo físico ayuda o condiciona, y no se debe renegar de su existencia, que es nuestro actual habitáculo. El cuerpo es lo que te lleva a los sitios donde tienes las experiencias. VISTO DE OTRO MODO Todo lo que sea honrado vale en el proceso de auto-conocimiento. Todo da pistas si estás atento. En cada tropiezo, en cada frase, en cada libro, en cada música, en cada escalofrío, hay una lección. De ti, solamente de ti, depende aprehenderla. Estar atento a todo: eso es lo que necesitas. Y, de cada experiencia vivida, sentir las emociones y escuchar primero las emociones y después los sentimientos. Si no lo haces así, te queda por delante un largo camino de insatisfacción personal, y una vida desaprovechada. La otra opción es la negación o la huída, y lo malo que tienen las huídas es que, vayas donde vayas, siempre te encontrarás contigo allí para recordarte lo que no estás haciendo. POR SI NO LO SABES ¿Nos conocemos realmente? (Basado en ideas de Daniel Goleman) El auto-conocimiento es un pilar básico a la hora de hablar de las emociones y la inteligencia emocional. La atención continuada a los propios estados internos se podría denominar conciencia de uno mismo. De forma auto-reflexiva, la mente debe observar nuestras experiencias, incluyendo las emociones, como si fuera un vigía de lo que hacemos y sentimos. La conciencia no es un tipo de atención que suela verse influida por las emociones. Incluso en situaciones anormales, y centrando su atención en el interior de cada uno, de forma general, la auto-observación nos permite una toma de contacto en relación a los sentimientos unidos con la pasión o las turbulencias, aunque en determinados casos, lo que hace es producir un distanciamiento con la experiencia, obviando lo acontecido. Por lo tanto, si tomamos conciencia de nuestras emociones, poseemos una habilidad emocional clave sobre la que se pueden apoyar otras habilidades como el autocontrol emocional. Según los psicólogos, existen diversos estilos de personas en cuanto a la forma de tratar sus emociones: Personas conscientes de sí mismas: Se trata de individuos que son conscientes de su estado de ánimo, al mismo tiempo de que lo están experimentando, lo que les da la oportunidad de tener una vida emocional muy desarrollada. Viven el presente y son conscientes de ello, lo que les ayuda a ser más autónomos, seguros y en general más positivos que los demás. Frente a situaciones negativas, tienen más facilidad y recursos para salir airosos de ellas. Ante problemas, ven oportunidades. Personas atrapadas en sus emociones: De forma general, sus emociones les desbordan y dominan, son presos de su estado de ánimo. Suelen ser muy variables, poco conscientes de sus sentimientos y perdidos en relación con las emociones, con una sensación continua de que no pueden controlar su vida emocional. Personas que aceptan resignadamente sus emociones: Son conscientes claramente de lo que sienten y, ante eso, optan por una posición de aceptación y pasividad, evitando cualquier modificación. El primer tipo parece ser el correcto. En el segundo, uno es inestable y está a merced de algo que no controla, como son sus emociones. Uno es víctima de sí mismo. El tercer tipo tampoco es adecuado, porque no es obligatoria la resignación ni la subordinación ante algo que se puede modificar. No es necesario sufrir innecesariamente por la propia rendición. Lo habitual es que te sientas identificado con alguno de estos tipos. Te conviene observar cómo eres, y ver después si quieres seguir en el tipo que lo haces habitualmente, o si crees que es algo que depende de ti y que tú le puedes poner remedio. Te sugiero que lo hagas ahora. RESUMIENDO Autoconocimiento…Descubrirse…La Búsqueda… El Camino… todo es lo mismo pero con otros nombres. Es lo mismo pero están explicados de otro modo y alguno de ellos te puede llegar mejor y ser más comprensible para ti. Escoge lo que más te anime a empezar o a seguir. Tienes en los siguientes capítulos toda la información para que te conozcas más y mejor. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
  6. APRENDER A VER Por lo visto, hace falta esforzarse mucho para ser capaz de abrir los ojos y ver. Mirar es fácil. Ver es un poco más complicado. Tenemos que aprender a ver las cosas y las personas sin asociarlas a un nombre, a una idea o a un concepto. Las cosas y las personas nacen libres de adjetivos, y estos no son obligatorios. Son orientativos, pero a veces se convierten en “desorientativos”, porque limitan y condicionan, encarcelan, impiden evolucionar y, en muchas veces están mal seleccionados o mal adjudicados. Ver es el efecto de mirar con toda la atención y consciencia, pero sin los pensamientos ni los enjuiciamientos que adjudica nuestra mente por la costumbre y por los prejuicios acerca de lo que estamos viendo. Ver debiera ser un recreo, una observación sin sentencia, sólo darse cuenta. Sólo ver. Aprendamos a ver, simplemente ver, nada más que ver, sin condicionamientos, ya que sólo de ese modo nos daremos cuenta real de lo que estamos viendo. Ver, siempre, como si fuera la primera vez. Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  7. CAPÍTULO 2 – EL DESPERTAR ESPIRITUAL Este es el capítulo 2 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. “No es suficiente querer despertar: es necesario despertar”. Estamos dormidos. Arrastramos una situación de irrealidad en nuestra vida y no la controlamos conscientemente, del mismo modo que no la controlamos cuando estamos dormidos. Cuando uno se despierta, lo primero que hace es tomar conciencia de quién es y dónde está. Por eso, el primer paso es DESPERTAR. Para tomar conciencia. El mejor método para DESPERTAR es el cuestionamiento de todas las cosas propias, los actos, los pensamientos, las reacciones, los estados de ánimo, las creencias: en fin, el cuestionamiento de todo lo relacionado con uno mismo. No te agarres a ningún concepto, ideología, costumbre rutinaria… si nada te obliga, si nada te ciega, estarás en condiciones de descubrir dónde está la realidad y podrás despertar a la vida buena. No confíes sólo en las palabras, que son falsas si lo desean (prueba a decir la frase que quieras, luego coloca un NO delante, y verás cómo todo cambia), que permiten mil interpretaciones; confía en la intuición, acostúmbrate a escuchar a ese sabio viejo que todos llevamos dentro; ten fe en ti mismo, cree sólo en lo que resuene con fuerza en tu interior… piensa que todo puede ser lo que parece, pero también lo contrario. Hazte filósofo, pensador libre, duda cuanto creas necesario pero indaga hasta encontrar la verdad de cada cosa. Siéntete vivo, muy vivo. Encuentra el gusto en atreverte a preguntarte cosas, y goza del placer de las respuestas propias. Despertar es Descubrir y Descubrirse. Quitarse las vendas, soltar los frenos, limpiar el polvo y las telarañas de los ojos para verlo todo de nuevo, todo nuevo, con la mente despierta y la vida atenta. EL DESPERTAR ESPIRITUAL (Texto basado en ideas del libro Ser Transpersonal, de Roberto Assigioli) El ser humano “normal” se “deja vivir” en lugar de vivir. No piensa ni el significado, ni el propósito, ni el valor de su vida. Se dedica a satisfacer sus aspiraciones personales, disfrutar los sentidos, y busca cumplir las ambiciones de sus deseos materiales. Si está un poco más maduro, subordina alguna de sus satisfacciones al cumplimiento de sus obligaciones familiares o sociales, pero sin pensar tampoco en el por qué. Probablemente se considera religioso y creyente, pero se limita, en los mejores casos, a ir a misa o cumplir la mayoría de los mandamientos, y con eso cree que ha hecho lo correcto. Así que parece que lo importante de su vida gira en torno a lo material, y piensa que la vida se vive aquí y se acabó. No piensa en un “Cielo futuro”. A este ser humano, este “hombre normal”, puede que un día se le presente una inquietud o una perturbación de una apariencia espiritual. Puede suceder tras una serie de desengaños, tras un shock emocional, pero también puede suceder sin motivo aparente en un momento en que todo va bien. La propuesta de cambio puede suceder con un sentimiento indefinible de insatisfacción, de que falta “algo”, pero ese “algo” que falta no es nada concreto, nada material, nada que aporte al mismo tiempo una respuesta o una solución. Se empieza a sentir que la vida ordinaria está vacía; de pronto, todo lo que ha sido satisfactorio hasta entonces ya no satisface del mismo modo: parece que se está viviendo una vida irreal. Los asuntos personales que antes llenaban su interés y su atención, parecen interesar menos: pierden su valor y su importancia. Surgen preguntas. Muchas. Otro tipo de preguntas distintas de las habituales, y casi todas tienen un matiz de interés por el prójimo, por el sufrimiento, por el sentido de la vida, por cosas que hasta ahora aparentaban no existir, pero que de pronto irrumpen con una fuerza capaz de desbancar otras preocupaciones. A veces le parece tan extraño lo que le está sucediendo que piensa si se estará volviendo loco, si estará divagando de un modo anormal en un mundo de cuestiones muy importantes cuyas respuestas desconoce. Hasta ahora esas cuestiones no le habían importado, así que no entiende esta pujanza actual. Piensa, equivocadamente, que es mejor no seguir en ese camino y trata de volver a sumergirse en las cosas que hasta ese momento le han producido satisfacciones. Pero no. Ya no es igual. La inquietud persiste. Cada día vuelve con la misma o mayor intensidad. No hay forma de acallarla. La sensación de duda y de vacío se vuelve casi insoportable. La persona se siente distraída del mundo, las cosas de antes se desvanecen como un sueño, mientras que, extrañamente, no aparece algo con fuerza que le apacigüe o le tranquilice: no hay una nueva luz, algo que sustituya a todo lo que siente que está perdiendo o ya ha perdido. Aún no sabe que la luz aparecerá y en algún momento todo será claro. Además, en la mayoría de los casos todo esto viene acompañado de una crisis moral. La ética está más presente. Se juzga con severidad, y se recrimina algunas facetas de su forma de ser. Por supuesto que estoy generalizando. Hay variaciones en el modo, pero siempre es así más o menos. En unos casos está más marcado por las dudas existenciales y las preguntas metafísicas, y en otros predomina la crisis moral. En muchos casos, todo este proceso se asemeja a crisis neuróticas, rayando la psicosis. En otros, se manifiestan síntoma físicos, nerviosos, o psicosomáticos. Estas crisis, tan aparatosas, son positivas, naturales, y útiles para el despertar general de las personas de cara a su crecimiento humano y espiritual. LAS CRISIS CAUSADAS POR EL DESPERTAR ESPIRITUAL: La apertura del canal entre los niveles consciente y supraconsciente, entre el yo y el Yo Superior, producen una maravillosa liberación. Van desapareciendo los conflictos y sufrimientos anteriores, junto con los síntomas físicos y psicológicos que generaron, demostrando así que no eran problemas debidos a una causa física sino el resultado de una lucha interna. Pero en otros casos, bastante frecuentes, la personalidad es incapaz de asimilar correctamente el flujo de luz y energía. Esto sucede, por ejemplo, cuando el intelecto no está bien coordinado y desarrollado; cuando las imaginaciones y las emociones están descontroladas; cuando el sistema nervioso es demasiado sensible; o cuando la irrupción de energía espiritual es abrumadora por su intensidad y su carácter repentino. Si la mente no está capacitada para soportar la iluminación, puede ser que la experiencia sea interpretada de forma errónea, creando una confusión de niveles o desorientación con respecto a Lo Superior. Cuidado, porque, mal orientado, puede derivar en un inflamiento del ego. Conviene, por tanto, diferenciar claramente el nivel físico ordinario del Superior. Todos somos ambas cosas, pero es imprescindible no olvidarlo para evitar ser víctimas de una ilusión en la que uno se cree un elegido para una misión divina, un gurú, o un Nuevo Mesías. No se le deben atribuir al yo personal las cualidades del Yo Superior. Somos ambos, sí, pero no confundamos que, en realidad, en este momento simplemente somos humanos aunque con acceso a lo Superior. REACCIONES POSTERIORES AL DESPERTAR ESPIRITUAL: Un despertar interior armonioso se caracteriza por un sentimiento de alegría y de iluminación mental que conlleva una introspección en el sentido y en el propósito de la vida; despeja muchas dudas, ofrece solución a muchos problemas, y proporciona una base interna de seguridad. Al mismo tiempo, hace brotar la comprensión de que la vida es una, y a través de la persona fluye una efusión de amor hacia sus semejantes y hacia toda la creación. La personalidad previa, con sus aristas y rasgos desagradables, parece retirarse al fondo, y un nuevo individuo amoroso y encantador nos sonríe y sonríe al mundo entero, deseoso de ser amable, de servir, y de compartir sus recién adquiridas riquezas espirituales, cuya abundancia le parece casi demasiado grande para poder contenerla. Rara vez todo esto acaba siendo completo y permanente. Lo habitual es que se retroceda un poco hacia el estado anterior; hay cambios permanentes, otros son temporales; se toma conciencia de lo que se ha avanzado, y se mantiene la esperanza de que es posible seguir creciendo, y de que lo que viene tras el despertar espiritual siempre es glorioso. Y realmente es así. ATENCIÓN: En la Biblia se hace referencia a estar dormidos y despertar. En muchas ocasiones, cuando uno duerme cree estar viviendo en la realidad. Muchas veces, cuando estamos en la realidad, estamos dormidos a la vida, y estamos viviendo en un modo que se puede demostrar que tiene gran parte de ficción, de idealización, de desconocido… y vivimos sin Vivir, creyendo que no podemos intervenir en nuestro sistema de vida como también creemos que no podemos influir en el curso del sueño cuando dormimos. Estar atentos continuamente a la vida es despertar poco a poco, es ser y estar más despiertos cada vez. La otra forma de despertar, además de la atención, es el trabajo personal y espiritual, en el que uno Descubre la esencia que se encuentra tras la apariencia. Despertar siempre es gratificante: lo que aparece después en todos los casos mejora lo anterior. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL Realmente… ¿Qué es lo que quiero? Despertar: todos estamos dormidos la mayor parte del tiempo. Y no me refiero a estar en la cama y tener los ojos cerrados. Me refiero a vivir de un modo en el que no intimamos con la realidad y la vida, sino que nos conformamos con dejar pasar el tiempo, vacío o lleno de autoengaños, muerto u ocupado por distracciones. La vida requiere una atención que está desatenta la mayor parte del tiempo. Despertar es ser consciente de la vida, de los instantes, de los sentimientos; es darse cuenta cada momento de que se está viviendo, de que uno es protagonista de algo especial e irrepetible, de que uno está detrás y por encima de los ojos que miran. Despertar es dejar de quejarse y ponerse a hacer; levantarse, aunque se pueda volver a caer, ver lo que hay detrás de las cosas, escapar del pasado e instalarse en el presente, decir adiós al sufrimiento y hola a nuevos y placenteros estados. Metanoia es una palabra utilizada en la religión católica. Viene a indicar una transformación profunda de corazón y mente hacia una manera positiva. Hay teólogos que sugieren que la metanoia es un examen de toda actividad vital y una transformación de la manera como se ven y aceptan los hombres y las cosas. Esto también es despertar. De momento, es más que suficiente con despertar, porque ese estado nos llevaría a realizar todo lo que es necesario. RESUMIENDO: Despertar no es sólo una opción, sino una obligación. Otra de esas responsabilidades absolutamente personales e intransferibles. A medio y largo plazo, del todo gratificante. El premio del esfuerzo que requiere se compensa con la nueva forma que se va a adquirir de ver las cosas y con la calidad de vida consciente que se va a poder disfrutar después. ¡Despierta ya! Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
  8. CAPÍTULO 4 (1ª parte) - CAMBIAR Este es el capítulo 4 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. “El ingrediente principal del cambio es la sinceridad”. “Cuando una persona inicia un proceso de cambio, ya nunca será el mismo que lo inició”. “Señor, concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar aquellas que sí puedo, y sabiduría para conocer la diferencia” . (Plegaria de alcohólicos anónimos) “No es necesario que cambies el mundo. Cambia tú y verás cómo el mundo es distint0”. “El deseo de cambiar a otros, tanto como el deseo de cambiarse a sí mismo, viene fundamentalmente de la intolerancia”. (Tony de Mello) “En el proceso de cambiar tendrás que familiarizarte con palabras como comprensión, tolerancia, amor, consciencia, paciencia, felicidad, luz, esperanza, fe…” “Cuando te empiezas a dar cuenta, te das cuenta de que antes no te dabas cuenta”. “Las cosas no cambian; cambiamos nosotros”. (Henry David Thoureau) “Todo el mundo piensa en cambiar a la humanidad, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo”. Partamos de una aclaración: yo opino que no hay que cambiar tal como entendemos habitualmente “cambiar”, que es dejar un modelo con el que no estamos satisfechos y poner en su lugar otro modelo que creemos que nos va a ir mejor porque se aproxima más al Yo Ideal que nos gustaría ser. Sí estoy a favor de ir haciendo modificaciones en algunas actitudes y actualizar algunos modos de pensar, pero que esto se haga sobre la persona y no sobre alguno de los personajes que vivimos. Estoy plenamente a favor del Desarrollo o el Mejoramiento Personal, pero de quien uno es realmente. Eso implica que hay que descubrir quién es uno mismo y más adelante se abordará ese tema. Hay muchos motivos distintos que empujan a las personas a querer realizar un cambio –y usaré “cambio” o “cambiar” para que a algunos les resulte más sencillo de comprender-. Uno de ellos es por la imposición de los otros, que nos hacen ver de algún modo que no les gustamos como somos y con eso nos insinúan que, para ser bien aceptados, debiéramos ser como a ellos les gustaría que fuésemos. Otro motivo es el deseo que se produce tras una larga temporada de vida a las órdenes de un yo propio que no termina de gestionar las cosas como a quien es Uno Mismo le gustaría. Hay más: la rabia, la insatisfacción, la suma de algunas frustraciones, la sensación de acumular muchos años perdidos y la toma de conciencia de que la vida se está acercando al final, o el auto-concepto personal si nos es muy satisfactorio y defrauda. Es muy interesante conocer cuál es la razón, o las razones, para iniciar un Proceso de Cambio, porque si se hace por contentar a los demás es errónea la motivación, y el resultado no será satisfactorio para uno mismo, porque dejará de ser de cierto modo para pasar a ser de otro modo, pero seguirá sin ser él mismo. Si el motivo es que uno no se soporta como está siendo, tampoco es una adecuada estimulación, porque esa auto-imposición puede venir directamente de un yo/ego que pretende perpetuarse en el cargo, con un deseo de SU afianzamiento. Y hacer eso es instalarse en una pésima zona de confort. Si la causa que nos empuja es la intolerancia, también es una razón inadmisible: al resistirnos a un rasgo negativo de nosotros, no hacemos más que agravarlo, como demuestra la psicología. Si la razón es el deseo de reencontrarse con quien uno intuye que es en realidad, o la razón es la voluntad de realizarse personalmente, o son las ganas de estar en un mejor estado de comprensión y aceptación y amor propio, esta base sí es la adecuada. Una vez descubierto el motivo, la siguiente cuestión a aclarar es esta: ¿cambiar o modificar? Cambiar es dejar un modelo para coger otro. No es la decisión ni la solución adecuada. Conviene tener claro que un cambio, sobre todo si es brusco o muy importante, nos puede dejar descolocados durante un tiempo, o puede hacer tambalear las bases de lo que está siendo nuestra vida, y eso siempre moviliza a uno o varios yoes que luchan egoístamente por su supervivencia. Si se inicia un cambio es porque uno no sabe realmente quién es y desea encontrarse consigo mismo. Si supiera quién es, no necesitaría “cambiar” sino modificar ciertos aspectos o conductas, aunque sean modificaciones provisionales hasta que empiece a ser realmente él mismo, porque uno sigue necesitando pilares sobre los que apoyarse y son imprescindibles para nuestra timorata existencia. Cambiar lo asociamos a quitar una cosa para poner otra, mientras que modificar lo entendemos como mantener lo que se tiene pero mejorándolo o haciéndolo a nuestro gusto. En el primer caso, hay una pérdida de algo que consideramos como nosotros, o como nuestro, por otra cosa que aún no sabemos cómo es, y eso puede preocupar y asustar. En el segundo caso, mantenemos lo conocido, y eso da un respiro, pero como va a ser mejorado, el ánimo y el afán de colaboración es más amplio. Pero quizás no necesitemos cambiar ni modificar, sino ser nosotros mismos, Ser Uno Mismo, que consiste en no añadir y vivir una falsa personalidad, ni usar unas cualidades que son ajenas, ni satisfacer los deseos del ego, sino quitar todo aquello que no somos. El primer paso es reconocerse en el estado actual: ni negar la realidad existente ni evadir la responsabilidad; ni culpabilizar al destino o las circunstancias ni enmarcarse en un paisaje tétrico; ni esconder algunas evidencias ni aparentar colorear engañosamente lo que es oscuro. El segundo paso es aceptar lo que hay en este momento. Ni más ni menos. Aunque aceptarlo, por supuesto, no implica tolerarlo ni permitirlo ni conformase. El tercer paso es asumirlo. Asumirlo es descarnado, no lleva florituras ni quitapesares. Eso es. No es otra cosa. Sin justificaciones ni adjetivos. Es lo que tengo, así estoy siendo, con esto convivo. Eso sí: creo es perdonable todo lo que haya sucedido hasta ahora y todo lo que nos haya traído hasta aquí. El no habernos dado cuenta o no haber sabido nos despenaliza de la responsabilidad siempre y cuando no hayamos actuado con mala voluntad contra nosotros mismos o contra otros, lo que nos convertiría, cuanto menos, en cómplices, y entonces sí tendríamos derecho a reprobación. Pero ahora lo sabemos. Ahora no podemos eludirlo alegando desconocimiento. Ahora estamos empezando a ser muy responsables de nosotros y de lo que hagamos o no hagamos por o para nosotros. Conviene saber que a menudo se produce una auto-aceptación pasiva y resignada (“qué se le va a hacer si soy así”, “algo malo habré hecho en otra reencarnación cuando Dios me castiga con esto”, “ya soy mayor para ponerme a cambiar las cosas”, “las cosas son como son”, “el mundo es un valle de lágrimas y aquí se viene a sufrir”, etc…) o se produce una auto-agresiva no aceptación, y uno se culpabiliza, se castiga, pero no hace algo positivo por resolverlo. Estas personas pueden comenzar por una auto-aceptación, que es no tener deseo de ser algo distinto, sino comprender las circunstancias personales que les llevaron a ser como son, y este es el primer paso para iniciarse en cualquiera de los caminos. VISTO DE OTRO MODO “¿Cómo puedo cambiarme a mí mismo? Tú eres tú mismo, por consiguiente tú no puedes cambiarte a ti mismo, de la misma manera que tampoco puedes alejarte de tus pies. ¿No tengo nada que hacer entonces? Puedes comprenderlo y aceptarlo. Pero ¿cómo voy a cambiar si me acepto a mí mismo? ¿Y cómo vas a cambiar si no lo haces? Lo que no aceptas no puedes cambiarlo; simplemente te las ingenias para reprimirlo.” Si comprendieras bien lo que acabas de leer, te darías cuenta de que no quieres cambiar. La palabra clave no es cambiar, que se asocia a algo que es desconocido, al miedo, a un asunto costoso en emociones, o con sufrimiento. La palabra clave es Descubrir. (Puedes ver el capítulo titulado “Descubrir”). La opinión de quien sabe dice que lo que uno ha de hacer es Descubrir a quien es en realidad y sacarlo a la luz. Con nadie se va a sentir uno mejor que consigo mismo, con el que realmente es. No el personaje, no el que están esperando los demás, no el que se vende por una migaja de atención o acogimiento. El descubrimiento de Uno Mismo conlleva comenzar a comportarse y ser naturalmente, sin máscaras, sin suplantar una personalidad ficticia. Uno ha de ser quien es, y ningún otro. No es conveniente vivir una vida de fingimientos que gire alrededor de agradar a los demás y a costa de desatenderse. Hay una cosa que ni siquiera el mismo Dios ha conseguido hacer: agradar a todo el mundo. Si lo que haces es cambiar sólo por los de fuera, ¿quién te garantiza que así tendrás paz? Tú te seguirás reclamando sinceridad. Si vas a Descubrirte que sea por ti. Para ti. Esto puede implicar que irá desapareciendo cierta gente de tu círculo de relaciones. Se quedarán los buenos y quien no te acepte… es que no merece la pena. Sé muy consciente de esto: los cambios se plantean por falta de aceptación de uno mismo, pero es porque uno no está siendo él mismo. ATENCIÓN Cuando no nos sentimos a gusto con algún aspecto nuestro decimos, equivocadamente, que queremos cambiar. No es cierto. Cambiar es dejar un modelo para coger otro modelo. En realidad, lo que queremos es Descubrir al que realmente somos y hacerlo realidad y realizarnos, o bien queremos, en un primer paso, modificarnos: hacernos de otro modo, pero respetando lo que somos. Por eso deberás prestar atención cada vez que leas la palabra cambiar, o alguna de sus derivadas, y pensar en modificar. SOLUCIONES O SUGERENCIAS Posiblemente no llegues a hacer modificaciones en algunos aspectos de tu vida simplemente porque no te atreves a preguntarte sin miedo, y después no te paras a esperar -sin prisa- una respuesta. Esto es muy grave. Hay aspectos de tu vida que podrían ser muy distintos si dedicases un poco de tiempo a esto, y esto sí es realmente importante. Ya sé que es difícil, pero verdaderamente merece la pena. ¿Por qué no tienes valor para hacerte las preguntas importantes y paciencia para esperar las respuestas? Un hora, un día, un mes… el tiempo que le dediques… ¿y qué es eso comparado con lo que te aportaría en calidad para el resto de tu vida? MIS PENSAMIENTOS Me reencuentro conmigo y desde la aceptación de que esto es lo que hay, y no otra cosa, comienzo. Recojo a mi niño herido, hago una primera cura de sus más visibles heridas y enjugo sus lágrimas. Busco a mi parte humana caída, y le hago una promesa firme de atención y cuidado. Que daré por ella la vida, le digo, y prometo no abandonarla y no abandonarme nunca más. Doy consuelo a mi alma, y cobijo, y besos. Le pido perdón. Me comprometo, empeñando mi palabra de honor, en dedicarle la atención y el cariño que se merece. Abrazo al corazón. Es un abrazo de corazón a corazón. Desde el corazón de la mente consciente que le reconoce como motor y como guía, al corazón todo amor que me protege y desea lo óptimo para mí. Jamás partiré desde “no me quiero mientras siga siendo de este modo” o “sólo me empezaré a querer cuando llegue a ser de este otro modo”. Nada de odio, de desprecio, de hablar mal del que estoy siendo. Sin ningún tipo de enemistad hacia el yo presente. Que se dé cuenta de que hay buena voluntad, para que así colabore en la reconciliación y la salvación. No forzar, no imponer, porque así se provoca un rechazo defensivo de un yo que se niega a ser desalojado y no admitirá nada de lo bueno que hagamos por él. (sigue en la 2ª parte)
  9. CAPÍTULO 4 (2ª parte) - CAMBIAR DESDE UNA VISIÓN UN POCO RELIGIOSA ¿Y si comenzamos por mirarnos con los ojos de Dios? Desde los ojos de Dios. Dios nos ha permitido que ahora mismo estemos siendo así. Supongamos que tiene alguna buena razón para ello. También nos ha dado herramientas para darnos cuenta de las cosas, raciocinio, energía, la capacidad de amar, sentimientos, emociones, sensibilidad… y a nosotros mismos. También nos ha dado la libre voluntad de hacer lo que queramos con nosotros (mortificarnos, despreciarnos, hacernos buenas personas…) y con nuestra vida (vivirla, gozarla, sufrirla, malgastarla, perderla…). Saquemos partido a todos estos útiles. POR LO TANTO Hay que planificar una estrategia. Pensar si comenzar desde la imposición del cambio, que sería una mala idea, o desde el consenso con todos nuestros yoes para que colaboren en conseguir descubrirnos y acrecentar nuestras posibilidades de mejoramiento. Ésta es la mejor solución. La voluntad de desear lo mejor para uno mismo está implícita en el ser humano, así como el mecanismo de defensa que trata de salvarnos de todos los ataques o supuestos ataques externos, por eso desde que uno decide reencontrarse se pone en marcha un mecanismo autónomo -que agradece se le preste atención de vez en cuando- por el cual el proceso está continuamente activo. No son buenos ni recomendables las transformaciones bruscas. No se asumen bien. Esas modificaciones que van a suceder van mejor por el camino tranquilo. Serán imparables. Vienen por sí mismas. Son una hormiguita en su labor. Para comenzar puede ser conveniente buscar dentro de uno mismo la rebeldía o el empuje suficiente que nos lleven inevitablemente al cumplimiento de lo deseado. No aceptar de un modo incondicional “lo que estoy siendo aunque no me guste”, sólo invita a persistir en esa situación de inconformidad resignada e inútil que ni ayuda ni lleva a algo bueno. Mientras vivamos en la resignación nada cambiará. El paso necesario para comenzar un proceso de cambio es aceptar todas las realidades que habitualmente escondemos o negamos. Modificando la forma de ver y pensar nos parecerá que cambia el mundo. O por lo menos, nuestro mundo. Los cambios estéticos o de ropa, son rápidos e inmediatamente perceptibles; los cambios internos requieren un tiempo de conciliación entre el yo que tiene miedo y se aferra a lo conocido, y el Yo auténtico que desea modificar el presente. Todo eso requiere de tiempo para su asentamiento, para que el yo cuestionado baje la guardia y colabore. Hay una cosa que debemos tener clara: la corrección es un asunto nuestro y se ha de realizar en el interior y desde el interior. No nos puede cambiar el profesional, ni un libro, ni una conferencia, ni un gurú charlatán. Ellos nos pueden indicar un camino, abrir una puerta, fomentar algo en nosotros o sembrar más inquietudes, pero no hay cirujanos espirituales ni expertos en trasplantes de personalidad. A ellos les demandamos una contestación asombrosa, milagrosa, la pastilla curalotodo, o que nos toquen con su varita mágica de la felicidad infinita, por eso cuando recibimos por respuesta que es uno quien debe hacer el proceso, nos sentimos decepcionados y, a veces, buscamos el milagro en otro sitio. El propósito de Ser Uno Mismo –¡por fin!- se despierta por diferentes motivos –como ya hemos visto- que van desde la insatisfacción por la vida que está llevando uno hasta el deseo de imitar a aquellos que parece que sí les va bien –y ya hemos comprobado que es un error de planteamiento-; desde un hecho trágico que afecta directamente hasta el encuentro con la realidad de uno al mirarse en el espejo el día que se cumplen muchos años. Entonces se manifiesta con más intensidad la inquietud latente y uno piensa: se me pasan los años y estoy desperdiciando la vida; ya tengo cuarenta o cincuenta o sesenta y no he cumplido casi ninguno de los pocos sueños que me permití tener; he acumulado algunas riquezas pero no tengo la sensación de vivir; no he conseguido triunfar socialmente y además me siento muy a disgusto conmigo; veo que va en serio esto de hacerse mayor, y me empiezo a convencer de que yo también voy a morir; hace mucho tiempo que he perdido la ilusión, y aquella sonrisa florecida que lucí en otro tiempo no la encuentro por ninguna parte… Conviene prestar atención a todos estos descontentos y solucionarlo. TRABAJA EN ESTO Tómate todo el tiempo que necesites para responder a estas cuestiones y a otras similares que tú puedes aportar porque las conoces y te inquietan: LO QUE ME IMPIDE “CAMBIAR” ES… POR MEJORAR ESTARÍA DISPUESTO A… LO QUE ME GUSTARÍA QUE FUERA DISTINTO ES… TRABAJAR EN ESTO Estos son los pasos imprescindibles que hay que dar para efectuar el descubrimiento de quien realmente es Uno Mismo. 1º - RECONOCER: ni negar, ni ocultar, ni anclarse. Reconocer y reconocerse en lo que uno es en la actualidad. No empezar con mentiras. 2º - ACEPTAR: recoger al niño herido, al humano dolido, curar su alma y abrazar su corazón. No se debe partir de la condición equivocada de “no me quiero mientras no sea de otro modo” porque entonces no se querrá uno nunca y no se empezará nunca. Ni odio ni desprecio, ni una enemistad que invite al yo herido a rechazar la ayuda del Yo que se da cuenta y emprende la reconciliación y la sanación. 3º - ASUMIR: la situación actual. Y partir con lo que hay. SOLUCIONES O SUGERENCIAS La rosa tiene un don del que tú careces: está perfectamente conforme con lo que es. ¿Y tú estás siempre insatisfecho contigo mismo?, ¿estás repleto de una violencia y una intolerancia para contigo mismo que aumenta a medida que te esfuerzas en cambiar? Aparentemente sólo hay dos alternativas ante ese deseo de cambio: la auto-agresiva no aceptación y la auto-aceptación derrotista y resignada. Yo encuentro otra alternativa más: la auto-comprensión. El comprender lo que eres exige una completa libertad respecto de todo deseo de transformarte en algo distinto de lo que eres. Y este puede ser el Camino. Tenemos la crueldad de no admitir en nosotros los “errores” y “defectos” que sí comprendemos en los demás. Entendemos las “debilidades” en los otros pero no las aceptamos en nosotros y además nos aplicamos el rigor más duro. Piensa… ¿Quién se da cuenta de que quieres cambiar? ¿Y quién da la orden? ¿Y si cambias seguirás siendo tú? ¿Cómo se instalará lo nuevo en ti? ¿Dónde irá a parar el que estás siendo ahora? Una sugerencia antes de que comiences: evita el “tengo que” o el “debo hacer”, y cámbialos por “quiero hacer”, “decido hacer” o “elijo hacer”. La fuerza motriz de nuestra conducta ha de nacer voluntariamente dentro y no venir de impuesta de fuera. Hay alegría y el cumplimiento de la voluntad propia cuando “quiero, decido o elijo”, frente a la imposición de “tengo que” y “debo”. Se requieren un mínimo de tres condiciones: 1 – Conocer lo que se quiere actualizar y tomar conciencia de la situación actual. Para conocer habrá que hacer como los jueces: escuchan a todas las partes antes de emitir un juicio. Las partes que queramos modificar tendrán argumentos suficientes para seguir como hasta ahora, que es un terreno en el que tienen experiencia y no quieren perder el status. Habrá que escuchar con ecuanimidad, sin implicarse en el asunto, siendo sólo juez y no preocuparse por cuál va a ser el resultado ni tratar de beneficiar a una de las partes. Hay que limitarse a observar desapasionadamente el diálogo que surja. Descubrir las mentiras y los argumentos caducados y desechar todas las excusas. Si el veredicto es seguir adelante con el Descubrimiento, hay que hacerlo. 2 – Desear esa actualización. Al principio, sólo el deseo tranquilo casi es suficiente. Si ayudamos con buena voluntad y un esfuerzo no agresivo, mejor. Es importante la constancia. Las modificaciones se notarán en la medida en que la atención y la voluntad se hagan cargo de ellas. Cuando se nos vuelva a manifestar esa actitud que queremos modificar se encenderá una señal de alerta que dirá, dulcemente, “te recuerdo que deseas modificar esto y es por tu libre voluntad. Tienes la oportunidad de seguir como siempre o puedes poner en práctica tu deseo de descubrir la realidad y modificarla”. Desear con tristeza, deprime. Desear con fe y optimismo, estimula. 3 – Amor. Nunca dolor. Esto es absolutamente imprescindible. Cualquier cosas que queramos modificar se va a resistir, como mecanismo de autodefensa. Necesitaremos todo nuestro amor para dárselo a la parte a modificar, para que no se sienta mal, porque vamos a abandonarla después de tantos años de compañía. Y va a ser todo mucho más plácido y gratificante si lo hacemos con amor. MIS REFLEXIONES PERSONALES He estado pensando en que no sé cómo se produjo mi “cambio”. A pesar de que he estado conmigo todos los días y en casi todos los momentos, no he notado uno concreto en que se haya producido. No ha habido una luz en el cielo que lo indicara, no ha habido una convulsión en mi mundo, ni una señal en el cielo, ni una aparición. Ha sido todo mucho más sencillo, se ha encargado de ello el tiempo, un poco, y el deseo, en mayor medida. Ahora me parece que ha sido fácil: ni ha habido noches de fuertes peleas con los diablos, ni conflictos desgarradores, ni intentos irrefrenables de abandono; no ha sido insoportable, sino todo lo contrario: ha sido tan sencillo como estar pendiente de lo que la vida dice y tan prudente como no acelerar mucho las cosas y ser consciente de casi todos los momentos. Las lecciones están siempre ahí, los que no estamos somos nosotros. Ha sido tan sencillo y tan complicado como estremecerme con mis emociones más sinceras, sin tratar de traducirlas a palabras, y vivir los sentimientos en lo más profundo del corazón y no en la mente. El error, y ahora es cuando lo veo, es buscarnos donde no estamos. Comprendo que uno que se sienta perdido y ansioso de salir de esa situación y que busque desesperadamente. Suponemos que hacerlo de esa forma es más válido, incluso nos enorgullece un poco nuestra actitud de urgencia y empeño, y resulta ser lo contrario. Cualquier cosa que se haga desde el estado de desesperación no coincide con la serenidad que requiere el cambio; lo que se haga a través del condicionamiento de la rabia, del despecho, o del nerviosismo, no irá acompañado del amor que necesita cada uno de los actos que llevan al Descubrimiento. RECOMENDACIÓN Conviene repetir, llenándolas de amor, estas dos palabras: ME ACEPTO. Repítelas sinceramente, hasta que te suenen puras y verdaderas, hasta que te lo creas. Haz un pacto inquebrantable de amor, de aceptación, de comprensión, de paciencia… acepta, acoge y abraza esas partes de ti de las que tanto reniegas. Hazlo de corazón, no caigas en ese modelo de resignarse y conformarse con lo que pase. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
  10. EN EL CAMINO Por encontrar su rastro estaba dispuesto a consumir cuanta parte de su tiempo fuera necesaria, dejando la vida en el empeño si fuese preciso, dispuesto a estrellarse, arrastrarse, rogar, voltear el mundo, todo sin restricción con tal de encontrar su rastro. Por volverla a ver era capaz de emprender un camino guiado por una intuición inexplicable, por su instinto, por el olfato de perro viejo, por los demonios si fuera necesario, con tal de volverla a ver. La llevaba tan en su corazón, en su totalidad, en todos sus instantes, que no podía seguir respirando el aire que era inánime si no estaba a su lado de nuevo y no podía respirarla a ella; si no podía saciar el olfato de su perfume, saciar el espíritu de su espíritu, saciarse todo de ella, atesorarla, tenerla para siempre, porque el mundo carecía de su esencia si no estaba. “No tenía que haberla dejado partir”, se lamentó por enésima vez. “Tenía que haber luchado más”, se recriminó de nuevo. “Los hombres somos muy torpes para los asuntos del corazón”, pensó, porque quiso creer que así, generalizando su error, se descargaba de la culpa, pero no le sirvió como no le había servido en otras ocasiones. El mundo la escondía en alguno de sus escondrijos, pero… ¿en cuál? No sabía por dónde empezar. A pesar de ello, y porque no tenía otra opción, se cargó al hombro la mochila de sus pertenencias imprescindibles y se echó al camino. Le hubiera sido más fácil si recordara que en las últimas conversaciones desesperadas, cuando ella le rogaba a cada instante que estuviera más con ella, que la cuidara, que la tasara en justicia, le había dicho que el Convento de Salesas de aquel pequeño pueblecito de Soria donde habían estado un fin de semana era el único lugar donde estaría si no estuviera con él. Por esa costumbre atroz de escucharse y no escuchar, pasó por alto la pista, por eso estuvo varios meses rodando, llenando los despachos policiales de denuncias de desaparición, recuperando amistades comunes para averiguar si alguien sabía de ella, intentando que el azar colaborase con él, probando silencios en los que hacía un nido por si el rastro que ahora buscaba tuviera a bien manifestarse o marcarse en el cielo como hizo una estrella con los Reyes Magos. No fue capaz de recordarlo: las Salesas, el pueblecito de Soria, el único lugar donde estaría si no estuviera con él… Así que tuvo tiempo de probar un amplio surtido de desesperaciones, desde la soportable hasta la más cruel y punzante, y sólo le ayudó a mantenerse a flote en aquel desconcierto una fe irrazonable que le convencía, con grandísimo esfuerzo, que al final se resolvería. Tuvo un sueño muy desagradable del que se hubiera despertado gustosamente si hubiera podido ya que no le hacía gracia que la obsesión diurna acaparase también las noches. Ella flotaba por encima de él, llamándole, incitándole a que la siguiera, pero él se mantenía en su postura de estatua y no tenía la mínima intención de despegarse del pedestal y seguirla, volando, como ella le pedía, porque volar era imposible para él. Ella ejecutaba danzas deslizándose por el aire para demostrarle que las limitaciones sólo existen para quien cree en ellas. Él ni siquiera intentaba un mínimo aleteo, ni siquiera desplegar los brazos. Ella volvía a pasar delante de él, perfumándole con el rastro que él buscaba, le tocaba con la varita mágica que desprendía estrellitas doradas, le agarraba de sus manos para arrancarle de la sujeción irreal, y él se estremecía en llanto por el contacto de sus manos, que colmaba el mayor de sus deseos, pero seguía aferrado a la sordera y a la inmovilidad de su costumbre; seguía en su aire estancado, en su tradición innecesaria. Aquel sueño le produjo torturas insoportables. Despertó deshecho. La noche siguiente le trajo otro sueño en el que se mostró más receptivo porque a lo largo del día había volteado el anterior y se había dado cuenta de su pésima actuación. Se había propuesto que esta vez escucharía con el alma, respondería con el corazón, y rompería cualquier atadura que se empeñara en sujetarle. Durante todo el día observó los pájaros, ensayó la gracia del vuelo e imaginó la sensación del aire frío de las alturas estrellándose contra su cara, y ella a su lado, eternamente a su lado, para el resto de la eternidad volando a su lado. Así que en cuanto se quedó dormido y apareció, las alas desplegadas, la sonrisa puesta, el ánimo inmejorable, se desprendió del pedestal carcelero y voló con ella, voló, voló… volaron… Cuando el juez de guardia llegó para autorizar el levantamiento del cadáver se sorprendió porque era la primera vez que veía un muerto sonriente. El forense, en un arranque de caridad, certificó que la causa de la muerte de aquel hombre había sido la felicidad. Francisco de Sales (Más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
  11. CAPÍTULO 3 – LA BÚSQUEDA DE UNO MISMO Este es el capítulo 3 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. “Hay un peligro cuando uno se plantea la Búsqueda, y es buscar tener razón en vez de buscar la verdad”. “Nada perturba con mayor eficacia la integridad de un hombre, ni arruina con más solvencia su alma, que la pasividad y la satisfacción apresurada. Un hombre que cree haber alcanzado su objetivo, se ha perdido de vista”. (Basilio Baltasar) “Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar, indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas.” (Neruda) “La verdadera Búsqueda de todas las personas es Dios. Pueden pensar que buscan otras cosas, pero a la larga deben admitir que es Dios a quien buscan.” (Charles Fillmore) “Cada paso que da un buscador, sea cual sea la dirección, es un paso hacia el Sí Mismo, hacia lo Superior o hacia Dios”. LA BÚSQUEDA DE UNO MISMO es una tarea tan grandiosa y tan admirable que se merece las letras mayúsculas. Llevas mucho tiempo sintiendo algo dentro de ti que te sugiere que deberías cambiar, que no quieres seguir así… quieres encontrarte con otro que no es el que eres ahora. No sabes quién es, ni cómo, pero lo intuyes. Una inquietud indescriptible te lo confirma. Es la voz del Ser Interior quien reclama tu atención, y lo hace manifestándose en forma de insatisfacción o intranquilidad. “Hay algo más, tiene que ser otra cosa…”, piensas. No las oyes con claridad, pero sabes que dentro de ti se hacen preguntas…incluso se plantea la posibilidad de otra forma de vivir. Buscas o quieres buscar, pero no sabes qué, no sabes dónde, no sabes cómo. Desalentador. Otra gente acepta ser como es y sufrir las consecuencias. Tú no. No tienes que hacer lo que haga todo el mundo: vas a emprender el solitario camino de averiguar primero quién eres, y después ya decidirás. La Búsqueda es personal e intransferible. Sí es compartible y se puede comunicar, tanto el proceso como las inquietudes que van surgiendo. Es importante que sepas qué estás haciendo: ¡te estás buscando! Pero, atención, no te equivoques de objetivo, porque sitios donde buscarte hay muchos. Donde encontrarte, menos. Puedes buscar en los libros, por ejemplo. Pero no olvides preguntarte ¿busco conocimientos para elaborar suposiciones, la pobre sabiduría del que sólo sabe repetir frases profundas o célebres?, ¿busco biografías difícilmente repetibles?, ¿o me estoy buscando? Si te buscas en cursos o en charlas, pregúntate: ¿busco conocimientos o me estoy buscando?, ¿busco nuevas teorías o me estoy buscando? Ten clara siempre la respuesta a esas preguntas. No pierdas la vida ni el rumbo. No malgastes el escaso tiempo de que dispones, ni te engañes con el cebo de las cosas fáciles. Haz lo que tu intuición te indique, o valora y ten en cuenta lo que te sugiera alguna persona que te merezca toda la confianza, porque hay muchos caminos para llegar al mismo sitio, y cada persona se siente más cómoda en uno de ellos. Lo que te voy a sugerir es que el comienzo sea conocerte tal y como eres, del modo más honrado y sincero, de la forma más inquisitiva pero amable posible, a través de la psicología, de la auto-observación, del descubrimiento del origen de tu forma de actuar y de pensar, con procesos de auto- realización, de la meditación o a través del Análisis Transaccional. Una tendencia común es la de buscarse en el mundo de la espiritualidad. Ten cuidado y no te busques en la espiritualidad simplemente porque parezca más bonito y más elevado. Búscate donde estés, y cuando te encuentres, si quieres, llévate a la espiritualidad. Y métete en todo lo que quieras y te parezcan adecuadas, en cualquier cosa que te pueda dar una pista de cómo llegar a ti. Evita las sectas extrañas, los maestrillos, los Gurús que te piden mucho a cambio de nada, quien te exija que seas un adepto incondicional, quien te diga lo que tienes que pensar, quien te deje la más leve inquietud o duda, aquel que te ofrezca lo imposible, los panfletos llenos de palabras y vacíos de contenido… cree en tu intuición, en las personas modestas que no alardean de que saben, en quien te ofrezca trabajo y esfuerzo para realizar el Camino, en quien pretenda alumbrarte en vez de deslumbrarte, en quien veas un corazón sincero y unos ojos que te confirme que realmente él sí ha llegado a la auto-realización. En la Búsqueda vas a encontrar muchas cosas de ti que no te van a gustar nada y querrás renegar de ellas, o no las vas a querer aceptar; son cosas que han permanecido mucho tiempo cubiertas, y a veces desearás que hubieran seguido así, pero negar las cosas no las elimina ni las cambia. A pesar de que las primeras cosas que encuentres en tu Búsqueda no te gusten, sigue. Sigue adelante y hasta el fondo. Nunca mantengas una relación de rivalidad con lo que vaya apareciendo: no a las auto-zancadillas, no al auto-castigo, no a las ideas de que tiene que ser luchando y sufriendo. Repite continuamente: “no sé cuánto voy a tardar en llegar, pero voy a hacerlo. ¡Seguro que tiene que haber algo bueno¡ ”. La Búsqueda es el motivo primordial, el objetivo, no puede ser una simple curiosidad. Busca. Si no buscas, no encontrarás. El fin de la Búsqueda no es otro que llegar a llevarse bien con Uno Mismo. No conflictos, sí paz. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL Los seres humanos siempre han estado en la Búsqueda. Buscándose. Según el tiempo y la religión, o la doctrina, se ha llamado de un modo concreto, o se ha cambiado la palabra para denominar a lo mismo, pero todos se buscaban: el gurú hindú, el roshi zen, el sabio taoísta, el rabino judío, el monje cristiano, el místico sufí… han buscado los grandes maestros, los filósofos, los ciudadanos cultos y los menos ilustrados… Unos decían estar buscando su Dios o su Guía, otros decían buscarse a sí mismos, otros decían buscar la paz, o la trascendencia, o la iluminación, o su alma… Yo creo que todos buscamos lo mismo: nos buscamos a nosotros mismos, a quien intuimos que somos pero no estamos siendo. Y buscamos la paz. Una paz que contiene mucho más de lo que cabe en la palabra. Es el estado que se alcanza cuando se tiene la conciencia en armonía, una tranquilidad interior difícil de alterar, un estado de acuerdo consigo mismo, conformidad con la situación que a uno le ha correspondido, una amistad inquebrantable con las partes rebeldes de cada uno, el amor actualizado, la generosidad rebosante, y unos ojos de ver con calma las cosas, sin que se alteren por los pequeños conflictos cotidianos. Y se busca a Dios. Uno busca a su Dios porque le necesita. A su Dios aunque lo llame con otro nombre. Porque uno sabe que es un poquito de Dios, pero algunos no se atreven a reconocerlo abiertamente, le dejan ese puesto a “lo que sea” y es a ese “lo que sea” a quien busca para integrarlo dentro de sí, para ser conscientes de la unificación dentro de sí mismo del espíritu y la materia, del alma y el cuerpo, de lo divino y lo humano. Es la reconciliación buscada tan afanosamente que se presenta al reconciliar los opuestos y los dispersos, los desconocidos y los enemigos, los que plantean dudas y los que ya lo saben todo. Uno se siente en esa paz que ha buscado cuando nota que desaparecen los boicots internos, cuando las cosas que antes le alteraban adquieren ahora distancia y pierden toda su parte desequilibradora y agresiva, cuando es capaz de mirarse serenamente al espejo y se siente tranquilo, inalterado; sabe muchas cosas, pero sabe que eso no es importante porque va dejando de prestar atención a la vivencia cotidiana, ya que uno se sorprende con visiones nuevas y propias de las cosas. La capacidad de comprender se engrandece, y la capacidad de ver a los otros humanos adquiere una nueva dimensión porque se les ve de otro modo distinto, como si fueran más cercanos, más íntimos, más uno mismo. Si presta atención, siente una tranquilidad interior inusual, nueva, muy agradable, y se sorprende de la falta de los conflictos que casi siempre le han tenido como en son de guerra. Siente la paz y uno se da cuenta de que ya no quiere otra cosa. Eso es todo. Seguir así, dejándose llenar de las cosas que van apareciendo poco a poco. Encontrando una mente de aguas mansas que es capaz de pensar con su propio corazón; escuchándose en su sabiduría, en vez de enredarse con sus razonamientos. SOLUCIONES Y SUGERENCIAS Hay muchos modos de iniciar un proceso de Búsqueda: hacerse preguntas y esperar inocentemente las respuestas, hacer preguntas a alguien que nos lleve delantera en esto mismo, leer libros de auto-ayuda, interesarse en la filosofía de algunas disciplinas orientales, a través de la pura psicología, por la auto-observación… y muchos más. Yo recomiendo, como primer paso, la voluntad y el deseo, la atención, la observación, y estar despierto. Muy atento y despierto. Creo que uno de los modos adecuados es seguir los pasos en el mismo orden que se indican en esta serie de artículos. Por supuesto que son admisibles otras opciones y puede que hasta sean más recomendables, pero aquí reflejo lo que me enseña mi propia experiencia y la de otras personas que he ido conociendo con los mismos intereses. Hacer esto mismo, pero en otro orden, hace que el avance sea más lento, más inseguro, que las dudas persistan durante más tiempo, y que se siga adelante pero con la sensación de que falta algo sólido en la base. RESUMIENDO Este también es un proceso inevitable por el que hay que pasar. Es enriquecedor porque el premio es Uno Mismo. Lo que se encuentra, si se busca bien y se llega hasta el fondo, es una maravilla. Porque todos somos maravillas en esencia. Porque Dios hizo bien a cada uno de sus hijos, y en los ingredientes que nos componen aparecen la bondad, la humanidad, la belleza del alma… y la divinidad. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
  12. CAPÍTULO 1 - EL PROCESO DEL DESARROLLO PERSONAL Este es el capítulo 1 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. “Uno no siempre hace lo que quiere, pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere. Aquí lloramos todos, gritamos, berreamos, moqueamos, chillamos, maldecimos, porque es mejor llorar que traicionar, porque es mejor llorar que traicionarse”. (Mario Benedetti) “Lo imperdonable es mentirse”. “Para hacer cualquier cosa importante es imprescindible que haya estímulo”. “En todos los procesos se requieren estas condiciones: tiempo, silencio, y una actitud abierta para resolver los problemas”. “El viaje más largo es el que se hace hacia el interior de uno mismo.” (Dag Hammarskjöld) Partimos de la base de que si estás leyendo esto es porque una inquietud, o una necesidad, te han creado casi una obligación de buscar para aclararte. Has tenido algún momento de lucidez que te ha propuesto comenzar un proceso por el que descubrir cómo acallar ese “lo que sea” que bulle en tu interior. También has tenido momentos en que la parte más racional de tu mente, apoyado por las partes más vagas y más miedosas, lo han aplazado una y otra vez. Ahora parece que has empezado. Este es un largo proceso que, y dado que se repite de modos muy similares en mucha gente, casi se puede generalizar y esa generalización es lo que puedes ver a lo largo de los siguientes artículos. En ellos verás cómo es, a mi entender, el proceso adecuado para no perder el tiempo, y no perderte, y para que haya un orden que te evite caer en un caos que sólo te va a aportar una sensación de estar perdido y un buen motivo para dejarlo todo y aplazarlo indefinidamente. Reflejan lo que, a mi entender, todos pasamos más o menos. Hay ligeras variaciones, según las personas, pero creo que es conveniente que conozcas todo lo que escribo, y que, desde el principio, sepas discernir lo que no resuena en tu interior y lo olvides, y que, por favor, no te creas nada si previamente no estás de acuerdo con ello. Todo esto no es la verdad irrefutable y absoluta, sino mi propia experiencia y la de otras personas que están en la misma situación, pero con un poquito de ventaja. Son ya muchos años de lidiar con esto. Antes de comenzar el capítulo, vamos a proveernos del material necesario. ACTITUD MENTAL POSITIVA Y si no la tienes ni empieces, porque no vas a llegar a ninguna parte. A partir de ahora no vas a negar ninguna realidad que veas, aunque no te guste, y vas a resolver los problemas. Esta es la Actitud Mental Positiva. SINCERIDAD No se le debe engañar ni al abogado, ni al médico, ni al mecánico, ni a uno mismo. AMOR Y AMOR PROPIO O sea, amor al propio uno mismo. A ti mismo. ACTITUD “Oír o leer sin reflexionar es una ocupación inútil”, decía Confuccio. Nada de ideas preconcebidas defendidas a ultranza. RECEPTIVIDAD Ausencia de prejuicios. Hacerte transparente. Dejar que las cosas calen, no rechazar los sentimientos que se vayan produciendo. Permitir otros conceptos distintos de los que se tienen, aunque eso no implica que hay que aceptarlos todos. No mantener una relación de rivalidad con las experiencias que se vayan viviendo: nada de zancadillas, ni auto-castigos. TIEMPO No quieras solucionarlo en un día. Si ya tienes esto claro, seguimos. Poco a poco, habrán ido apareciendo señales o llamadas que te indican, tenuemente al principio y con más intensidad después si no haces caso, que algo no va bien en alguna parte de tu interior. Es una inquietud, una sensación, algo indefinible… no sabes qué es lo que no va bien del todo; es una intuición quien así lo sugiere, pero es tan sutil… Ese sentirse raro y un poco mal sin saber por qué es un aviso del descontento de tu esencia divina o de tu verdadero Yo reclamando. Es la primera señal. Después habrá más señales: sueños, premoniciones, frases que parecen hechas para ti, situaciones que resuenan en tu interior, un pensamiento que te llama, un libro que de algún modo cae en tus manos, algo que te regalan… Es una sensación no muy dolorosa, pero sí desagradable, porque no se manifiesta con claridad; no te dice rotundamente de qué se trata y cuál es el remedio. Lo único que pasa es que te sientes cada vez más impaciente, más inquieto, más lleno de dudas. Desde ese malestar surgen preguntas. Al principio, tímidamente, como si no quisieran importunar. Después son preguntas más profundas, más inquietas, más ansiosas de respuesta. Aún no sabes que estás viviendo el comienzo; ni siquiera sabes de qué es el comienzo. Es el comienzo de un asunto que no te va a dejar descansar hasta que no te pongas en marcha y te escuches con atención, te dediques el tiempo que precisas y te mereces, y comiences el proceso de Descubrimiento, primero, y el de Realización, después. Es tiempo de ponerse en marcha, y estos son los primeros pasos: TOMA DE CONCIENCIA: Hay que reconocer la realidad de la situación, las dificultades, las carencias, las dudas, ese deseo de querer qué está pasando y querer saberlo todo… Observar, sentir, evaluar, preguntar y preguntarse… No descalificar, no quitar importancia ni negar; cuidado con no ver o no querer ver… Desconfiar de las excusas, evitar convencerse de que no está ocurriendo lo que está ocurriendo, menospreciar lo que pasa pensando que no es nada, que no se puede hacer nada, que nadie puede ayudar… Atención: saber todo esto obliga a responsabilizarse de ello... RESPONSABILIZARSE: Reconocer que es un asunto tuyo y que tú lo has de resolver. Vas a encontrar, sin duda, cosas que no te van a gustar. Son tus cosas. No eres tú, pero estás siendo tú. Más adelante veremos la diferencia. Tú eres el único material de que dispones al iniciar el Camino. Pero, te lo garantizo, todo está en ti. Lo eres todo. En esencia, eres sólo lo mejor, sólo lo perfecto. Otra cosa es que hayas ido añadiendo personajes a tu vida, y que tengan algunas cosillas que habrá que eliminar, porque no son tú. No culpabilizar a los demás o a las circunstancias o al destino… Es buen momento para revisar tus conductas habituales, tus desatenciones propias y las desatenciones a vivir de un modo consciente… y has de hacerlo con sinceridad, porque no sirve de otro modo, y porque lo habitual es no querer reconocer lo desagradable propio puesto que uno desea mostrar una imagen idealizada, aunque falsa, de sí mismo. DESEO (O NECESIDAD) DE CAMBIAR: Hacer lo conveniente, lo imprescindible. Más adelante verás si tienes que cambiar o sólo Descubrirte. AMOR Y CUIDADO: No engañarte. La mayor agresión que puedes cometer contra ti mismo, el pecado más imperdonable, es engañarte. Porque, además, no sirve para nada positivo, sino que contamina el resto del trabajo. Conviene ser muy amoroso y comprensivo durante todo el proceso. Es necesario. Van a salir cosas desagradables y puede llegar a bajar la cotización de tu autoestima, porque van a aparecer cosas que tenías olvidadas o escondidas, y te van a remover entero. Posiblemente, en algún momento te arrepientas de haber comenzado y pienses que tenías que haberte quedado como estabas y no haberte metido en esto. No te preocupes, no te durará mucho la preocupación. Cualquier paso que des en la dirección correcta, y las satisfacciones que irás notando, te compensarán de sobra. Y es absolutamente necesario, del todo imprescindible, que hagas este proceso, cueste lo que cueste, porque el premio eres tú realizado. ATENCIÓN Más o menos, con ligeras variaciones, desde poco después de que el niño nace empieza a renunciar a ser él mismo porque las normas de convivencia con la familia así lo exigen. Es lo que se denomina aceptar y adoptar los modelos. La pureza de ser uno mismo dura muy poco tiempo. Los padres ya tienen preparado casi todo su futuro. En el recién nacido han depositado ilusiones y esperanzas, y la posibilidad de redimir sus frustraciones, por ello desean que alcance en esta vida lo que ellos no alcanzaron, y se proponen conseguirlo a base de cariño o, si hace falta, con mano más o menos dura. Dura tarea la que le espera al niño. A un ser que nace descontaminado, virgen, inmaculado, sin condicionamientos, con todas las posibilidades íntegras a su alcance, le van acotando sus ilimitaciones para que parezca bien educado. Si quiere ser él mismo, hace cosas que a sus padres no les parecen bien, y entonces le castigan con enfados, desatención y abandono, reprimendas, tortas… en cambio, si es obediente y aprende bien lo que tiene que hacer para contentarles, recibirá premios: sonrisas, caricias, regalos… A nada que sea un poco listo, se da cuenta que le interesa renunciar a ser él mismo a cambio de los premios que recibe ya que conllevan satisfacción inmediata. En el momento que acepta el trueque, deja de ser él mismo de por vida y más adelante, a una edad como la que tú tienes ahora, tendrá que comenzar un peregrinaje por psicólogos, libros, charlas, cursos, gurús… Por ejemplo, no se le permite llorar cuando le apetece llorar, porque molesta, o no se le permite desarrollar todas sus capacidades de jugar porque mancha, rompe, o fastidia. No se le permiten una serie de cosas, y por la buena convivencia, y aún en contra de sus deseos, acata las normas pero sabe que no está siendo él mismo sino el modelo que sus padres quieren que sea. Los padres, en cambio, creen estar educándole, y educándole bien. Como el recién nacido no tiene otra referencia que la de sus padres, y ya que hasta el momento han demostrado ser personas de confianza (le alimentan, acuden cuando se encuentra mal y llora, le transmiten seguridad, le dan juegos y ponen buenas caras, etc…) confía en lo que le enseñan y mandan pues no tiene raciocinio suficiente para debatir con ellos. Desde el momento que acata entrar en ese juego de la llamada “educación” comienza a dejar de ser él mismo, pero es que, a esa edad, no queda otro remedio que obedecer… ¿QUÉ PASA ENTONCES? Durante el tiempo que dura el proceso, y hasta que consigas resolverlo, se va a manifestar una angustia que no vas a poder controlar. Es inevitable que se manifieste, porque existe, y cada vez que dejes de distraerla con lo que la entretiene, se vuelve a manifestar. Afortunadamente, aparecen muchas cosas que no gustan, por supuesto. Sí, lo digo bien; si no se asomaran, seguirías sufriéndolas pero desconociéndolas, y de ese modo resultan imposibles de resolver. Para poder cambiar o modificar algo es imprescindible reconocer la existencia de ese algo. Si no tomas conciencia y aceptas que tienes el pelo sucio, aunque no te guste reconocerlo, jamás tomarás la decisión de lavarlo. ¿Qué va a pasar? Tienes que estar preparado para lo que pase, porque van a pasar cosas. Unas difíciles, ya que recibirás algunos rechazos de aquellos que te quieren mientras eres como ellos quieren que seas, y que en el momento en que te muestres como realmente eres y quieres ser, te lo van a hacer saber, “has cambiado, ya no eres como antes”, te dirán, y te pondrán caras largas y un más o menos disimulado desprecio. También habrá cosas buenas: ánimos, caricias, y felicitaciones por la nueva cara que refleja tu nuevo estado, “te veo mejor”, dirán quienes te quieren y se fijan, y recibirás la enhorabuena más importante: la tuya misma alegrándote al decir con convencimiento “me veo mejor”. REFLEXIONES PETULANTES Si estás haciendo mil cosas a la vez (astrología, control mental, zen, libros, cursos, charlas, etc.) sin saber por qué ó para qué, sin preguntarte qué estás buscando realmente, es posible que te conformes con los conocimientos y que estés renunciando a la sabiduría. Atención al peligro que tiene comenzar un proceso, que es el de convertirse en un teórico, cosa que no ayuda en nada. Más vale sentir -sin saber cómo ni por qué-, que teorizar acerca de lo que se debería sentir. Si te preguntas “qué estoy buscando” y respondes “me estoy buscando a mí mismo”, piensa bien si te estarás buscando donde no estás. Y no te busques sólo en la espiritualidad: búscate donde estés ahora, y cuando te encuentres, si quieres, llévate a ella. Pueden aparecer cosas tuyas en todas las ciencias esotéricas, pero también las hay en cada niño, cada amanecer, y cada sonrisa. Te propongo pensar en ti, en “eso” que lleva puesta tu ropa, ocupa tu asiento y te acompaña en cada duda y cada descubrimiento. Te sugiero pensar en Yo Soy. Siempre Yo Soy. No dividir en consciente e inconsciente. No sólo culpar al segundo de los errores, de los impulsos primarios de los que reniegas, de lo que te hace sufrir y te domina. No dividas, a efectos de justificarte, en “algo que yo no domino y me controla”, el inconsciente, y “algo de lo que más o menos me responsabilizo”, el consciente. Ambos te pertenecen. Eres ambos. Cuidado de no crear dentro de ti dos irreconciliables que estarán acusándose mutuamente y creando una extraña sensación que no te permitirá sentirte a gusto contigo mismo, porque eso acabaría repercutiendo negativamente en tu autoestima. MIS PENSAMIENTOS ¿Qué me está pasando? Alto. Quieto. Sé que se necesito silencio, tiempo y sinceridad. Y no esperar que la mente resuelva este asunto con una respuesta. Debo hacer la pregunta, pero no siempre se necesita una de esas respuestas llenas de palabras. Lo que hace falta es fijarse en lo que se siente. ¿Qué siento? ¿Cuáles son mis sentimientos? ¿Cómo me siento? Pero me hace falta sentir, no elucubrar. Darme cuenta. Admitir lo que sea, nunca negarlo, jamás disfrazarlo. Aceptar lo que sea y amarlo. Amarme como esté. A fin de cuentas, en este momento no tengo otra cosa, y me voy a tener por siempre. Ese ser más o menos confuso o enojado o triste, soy yo en estos instantes, y negándolo no lo voy a poder arreglar. Arreglarme para disfrutarme. Que el resto de los años sean más tranquilos y estén llenos del propio amor. RESUMIENDO Este es un buen momento de empezar a experimentar (observa que no he puesto “leer”) los siguientes capítulos. Espero que te sirvan para despertar algo, o, por lo menos, para cimentar la inquietud de buscador que tienes y que sea el inicio, el primer paso, del Camino Personal de Descubrimiento. Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  13. ELLAS Habían sido esas compañeras de estudios que a los quince años comparten todas sus confidencias durante los recreos. También se veían fuera del colegio, cada vez que podían. Y como a esa edad se tienen tantos desconciertos, y muchas preguntas hirviendo, y un miedo sin declarar por el resto de vida que está por venir, y unos ardores en el corazón y en la mente y en la entrepierna que no son normales, y como está la inquietud flotando por cada uno de sus pensamientos y la ilusión expandiéndose por todos sus planes, y como la mirada mira a través de cristales rosas y una cree en el amor al mismo tiempo que duda de si sabrá desenvolverse en él, y como nadie ha informado de las medidas exactas del amor para reconocerlo si se presenta, y los chicos –con sus hormonas insoportables y su torpeza inaguantable- son como moscas en verano girando incansablemente en torno a las chicas, no queda más remedio que soportar esa etapa de la vida procurando salir indemne. Como a esa edad casi todas las historias de las chicas de quince años son iguales, Pilar le contaba a Natalia exactamente lo mismo que Natalia le contaba a Pilar. Con los mismos puntos y las mismas comas, los mismos sueños alterados, y la misma cabeza que se llena de despistes a los que sí les prestan atención mientras que desatienden las cosas que les suceden porque les tienen que suceder por eso de que son unas jóvenes en flor. Antes de los diecisiete Natalia ya se había comprometido con un chico con el que pensaba compartir el resto de su vida, porque estaba superenamorada –lo cito textualmente- y megahappy –en realidad dijo megajapi-. Pilar se debatía entre un impulso interior que la hacía rechazar a los chicos sin saber por qué, y un planteamiento lógico -que se basaba en la experiencia de las otras chicas del colegio ya que todas se iban emparejando-, que le decía que le tenía que gustar alguno de esos muchachitos, casi todos iguales, cuyo acné estaba a punto de erupcionar, o bien el raro de las gafotas gordas, o el feo simpático que con su gracia conseguía desbloquear los corazones más atrincherados, o cualquier otro ya que el guapísimo estaba descartado para no tener ocupar el puesto cien en la cola de pretendientas –lo pensó con esta palabra-, pero su corazón no se alteraba en la presencia de ninguno de ellos, y pensar en ellos, en vez de despertarle alguna de las pasiones instintivas que se mantenían en hibernación, lo que lograba era provocarle una reacción violenta cuyo origen o razón desconocía. A los diecisiete conoció a Luís y salieron juntos durante casi seis meses, aceptó sus besos con educación, pero sin pasión, dejó que le sobara las tetas sin protestar y que le tocara por encima de las bragas, pero cuando le propuso que se acostara con él salió corriendo y no volvió a verle. A los dieciocho tuvo otra experiencia con Freddy, pero se desarrolló de un modo parecido y acabó del mismo modo. A los veinticinco seguía sin estrenarse en eso de los asuntos amatorios con los hombres. Decidió, avergonzada y preocupada, que tenía que poner fin a esa irregularidad, y una noche salió con la firme intención de no volver a su casa con la virginidad puesta, y en cuanto hubo tomado tres gintonics se soltó en el arte de seducir y se comportó como una maestra nata, y ese rubio que la taladraba con los ojos y la desnudaba con la mirada fue el elegido, el que tuvo el honor de creer que la seducía con sus encantos, y el que la llevó al Hotel Playamar, habitación número 107, donde no precisó de esforzarse para rematar la faena conquistadora puesto que fue ella quien se lanzó sobre él, quien le besó con la lengua más ardiente, recorrió su pecho humedeciéndolo, y cuando notó que el miembro estaba en condiciones de penetrarla, le arrancó el resto de la ropa, se despojó de la suya rápidamente, y consumó el acto. La experiencia le dejó indiferente y decepcionada. Esperaba otra cosa. Natalia le dijo que era así las primeras veces, que tenía que seguir insistiendo. Y que “el placer tenía que ser siempre para él y si había suerte, para ella también, pero que no se preocupase mucho por ello: te apañas luego tú sola”, le dijo. “En el matrimonio no todo es felicidad”, añadió sin querer aclarar nada más. Natalia, que para entonces llevaba un año casada, le había confesado unos días antes que ya no estaba superenamorada ni era megahappy. “Ya hemos entrado de lleno en la rutina matrimonial y es mortal”. Pilar estaba sorprendida por ese desencanto tan inmediato, a pesar de que la pasión del noviazgo se había ido desanimando cada día un poco, según le contó Natalia, y de que siguieron juntos porque ninguno de los dos se atrevió a sacar el tema del enfriamiento, ni tuvieron el valor de llamar a las cosas por su nombre, así que ya fueron un matrimonio aburrido desde antes de casarse. Él encontraba el amor en otras mujeres y la pasión en otras camas; tenía tres “novias” con las que no pensaba casarse, por supuesto; era un hábil maestro en jugar con ellas y sus sentimientos, y un experto en montar rompecabezas haciendo cuadrar días e historias para poder seguir adelante con todas además de atender en lo básico e imprescindible a Natalia. Retomaron con más intensidad la amistad que nunca habían perdido. Se atrevieron con más intimidades de las que habían compartido hasta entonces, y una cosa les llevó a otra, y cuando Natalia le contaba cómo le acariciaba al principio su novio, Pilar le pidió que se lo hiciera a ella del mismo modo, para entenderlo mejor. Y cuando sintió la mano dúctil haciéndole la caricia, y aunque no había en ello pasión ni intención, sintió, por fin, el escalofrío en el alma y en la entrepierna con los que había soñado los últimos diez años. Se estremeció doble o triplemente, porque aquello fue absolutamente inesperado. No se le había pasado por la cabeza que pudiera estar interesada sentimental o sexualmente en las mujeres con tantas ganas reales, porque cada vez que una sospecha de que pudiera ser así se había atrevido a insinuarse la había despachado con una ducha de agua fría, “qué imaginación más osada la mía, metiéndose donde no la llaman”, se decía, y borraba a conciencia, con ácido y lejía simbólicos, cualquier señal que pudiera haberle quedado de eso, porque ya se habían encargado las monjas de aclararle insistentemente que “eso era contra natura” -y se habían regodeado en demonizarlo bien a conciencia para que no quedaran dudas y para que no le quedaran ganas de probarlo-, “que era un pecado de los gravísimos imperdonables, mortal de necesidad, la más dolorosa ofensa al Niño Jesús y el desencanto y las lágrimas para la Virgen María que está en los Cielos, válganos Dios, que eso era lo último que podía pasar porque lo siguiente ya era el fin del mundo y el Juicio Final del que una saldría, por supuestísimo, declarada culpable y pasaría en el tenebroso infierno el resto de la eternidad, Padre nuestro que estás en los cielos. Amén”, que así se lo decía Sor Gertrudis mientras le acariciaba disimuladamente las piernas y los glúteos con la excusa insostenible de comprobar estrictamente que llevaba puesto el culot reglamentario. Apartó a un lado la letanía que había soportado en su interior tantas veces, y le pidió a Natalia que repitiera la caricia con más cuidado, ”un poco más despacio y levemente”, y Natalia lo repitió sin entusiasmo pero un poco más tiernamente, sólo con las yemas de los dedos, y poco a poco las deslizó por el cuello, y en el instante que ya alcanzaba la clavícula y se iba a retirar, Pilar le retuvo la mano, con firmeza, y le obligó a que siguiera bajándola mientras la guiaba hacia el centro donde la blusa dejaba espacio suficiente para que entrara la mano hasta sus pechos. Natalia no hizo un gesto brusco para escapar. Cambió su cara de sorpresa inicial por una de esas caras que ponía a los quince años cuando aparecía en sus conversaciones cualquier asunto relacionado con el sexo, que se escandalizaban y envalentonaban a un tiempo, y le vino a la mente con una claridad asombrosa la cara pícara de una Pilar que uno de aquellos días le preguntó si se atrevería a besar a una chica, a lo que respondió escandalizada que no, y Pilar dijo que ella sí, puso los labios de forma que parecían unos morros mullidos, invitándola descaradamente, y Natalia, para su propia sorpresa, depositó un beso rápido, se rió con unas carcajadas estruendosas que aún retumban en aquel aire y se marchó corriendo para su casa sin mirar hacia atrás. Su rostro se fue tornando sorprendentemente anhelante, y con un brillo vivo en la mirada; sus ojos se entrecerraron en la medida exacta del deseo, y no necesitó que le sujetara la mano porque fue ella, desconociéndose, quien buscó el pecho con avidez y quien ofreció su propia boca abierta a Pilar. Lo siguiente que pasó no fue torpe, sino que pareció un ballet largamente ensayado, porque todo fue preciso y precioso, desde la parsimonia y exactitud con la que cada una desabrochó la ropa de la otra hasta las caricias con sus lenguas; una sabiduría desconocida fue marcando el recorrido exacto, la dirección correcta y la presión dulce en las cuatro manos, y permitió que se manejaran con una soltura inaudita al recorrer todas las curvas de la otra. Francisco de Sales (más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
  14. NO ES NECESARIO LLORAR Y LLORAR En mi opinión, un sencillo cuentecito aclara la inutilidad de la repetición y prolongación del llanto, y cómo éste acaba convirtiéndose en una inutilidad contraproducente. “Un sabio se paró ante un público, contó un chiste y todos rieron. Volvió a contar el mismo chiste y casi nadie se rió. Contó el mismo chiste una y otra vez hasta que ya nadie se reía. Y dijo: “Si no puedes reírte varias veces de una misma cosa… ¿Por qué lloras por lo mismo una y otra vez?” La lectura de este cuentecito me hizo pensar en una mala costumbre que suelen mantener algunas personas de un modo innecesario y de una manera repetitiva. Algunas personas no terminan de perdonarse nunca algo que arrastran desde hace mucho tiempo –incluso por un motivo que es muy probable que ya no recuerden con detalle, o que lo han ido engrandeciendo cuando en la realidad era más insignificante- y ese es el motivo de su mala relación consigo mismas: la falta de aceptación y perdón. Otras personas no son capaces de escapar de un círculo de auto-reproches ya que consideran que no tienen derecho a su propio perdón ni a ser perdonadas. Y lo que es peor… ¡están convencidas de ello! Estas personas lloran un llanto sin lágrimas, se cobijan en una nube negra y tormentosa, se encierran en su caparazón inquebrantable, reniegan de la parte hermosa de la vida, y se estancan en una melancolía perversa de la que no saben o no quieren salir porque se regodean en su propio sufrimiento. Otras, por variar, se instalan en la tristeza y el llanto porque creen –tal vez equivocadamente- que eso es lo correcto. Por ejemplo, si ha fallecido algún familiar o algún ser querido –que es algo indeseado pero absolutamente inevitable-, piensan que un luto sentimental es adecuado, un abatimiento perpetuo es indispensable, y que llorar y llorar es lo que se espera de ellas. Desde un punto de vista esotérico, con el llanto y la tristeza no sólo no se beneficia al fallecido sino, más bien al contrario, se le impide la transición correcta a su nuevo estado. Se dice que, a pesar de no tener ya un cuerpo físico, siguen unidos aún a su vida en la Tierra, y siguen manteniendo parte de los apegos y sentimientos, y si ven llorando a un ser querido o lo ven muy decaído no dan el paso siguiente, que es el desprendimiento de todo lo terrenal, y se quedan en un terreno entre la vida y el espíritu, ya que no se desentienden del todo de uno ni se integran adecuadamente en el otro. Desde este punto de vista, lo adecuado –pero no lo fácil- sería hablarle al que ya no está desde la comprensión, con serenidad y convencimiento, y darle permiso para que siga su proceso. Por ejemplo, algo así como: “No te preocupes por mí, que me haré a la idea de la nueva situación y me acostumbraré. Te quiero y te seguiré queriendo siempre. Me alegro por ti porque estás yendo hacia donde te corresponde. Sigue tu camino en paz”. Cada uno lo hará, por supuesto, hablando en su forma habitual de hablar y con sus propias palabras. Llorar y llorar dificulta el proceso del que ya no está y a quien se queda lo único que le aporta es pesimismo, tristeza, desánimo, desconsuelo, angustia, desolación, pena, sufrimiento, aflicción, dolor… en fin, una retahíla de tormentos que no le aportan nada positivo y, en cambio, en mal cambio, le ennegrecen el presente y el porvenir. Además que, para el que ya no está aquí, esté donde esté, le gustará más vernos con ánimo y serenidad, ya que si nos ve sufrir se contagiará de nuestro dolor y, además, no podrá consolarnos cosa que le provocará aún más dolor. EL AMOR A QUIEN YA NO ESTÁ NO SE MIDE POR LO QUE SE LE LLORA, SINO POR EL AMOR QUE PROVOCA CUANDO SE LE RECUERDA. Llorar alguna vez, está bien, pero llorar y llorar y no hacer otra cosa que insistir en ese llorar, con o sin lágrimas, es preferible evitarlo por su auto-agresividad, porque condena a un presente sin ilusión y sin vida, y porque impide la propuesta divina de vivir la vida con felicidad y de hacer de ella una experiencia lo más agradable y grandiosa posible. Llorar y llorar –y esto conviene revisarlo en cada caso personal- puede llegar a ser una forma de no enfrentarse al presente y al futuro, a la realidad y al proyecto de vida pendiente porque, pensará mintiéndose consciente o inconscientemente, “mientras uno llora bastante tiene con su pena, como para ponerse a pensar en otra cosa; el dolor no permite atender a otros asuntos”. La vida sigue, aunque la frase les suene a algunos a chino, aunque no sean capaces de captar la certeza de lo que dice. La vida sigue, en cada instante, a pesar del desdén, de las tristezas, de la desatención a ella, de la rabieta, de los ojos cerrados y el corazón roto, de la incomprensión… la vida sigue y uno ha de seguir presente en ella. Y es mejor estar en ella que obstinarse en llorar por los que se fueron, en llorar por lo que no se hizo o se hizo mal, por las oportunidades que se perdieron, por el pasado, por lo que la vida no dio, por lo que no se tiene… El tiempo que se dedica a llorar y llorar es un tiempo que se debería dedicar a VIVIR y VIVIR. Y haciéndolo sin remordimientos, porque uno tiene la obligación de ponerse a salvo de todo aquello que le pueda perjudicar y tiene la responsabilidad de VIVIR su vida. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. 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  15. TODOS PODEMOS HACER EL REGALO MÁS CARO DEL MUNDO En mi opinión, y en general, las personas no somos absolutamente conscientes – repito: NO SOMOS ABSOLUTAMENTE CONSCIENTES- de la limitación del tiempo de estancia en nuestra vida y en este mundo, y pensamos en ello poco y levemente. Hasta hay quien cree que si no se habla de ello el tiempo no se da cuenta y no sigue restándonos segundos. Vamos aplazando, irresponsablemente, la toma de conciencia firme de esta innegable realidad. El consumo continuo e irrevocable de vida es cierto, así que cada segundo de vida es valioso porque son limitados y son irrecuperables. Sin duda alguna, lo más caro del mundo es nuestro tiempo de vida. Tan caro que no se puede comprar a ningún precio. Ni las fortunas más grandes del mundo han podido comprar jamás ni un solo segundo extra de vida. Las cosas que compramos no las pagamos con dinero, las pagamos con una parte de vida que hemos tenido que dedicar a trabajar para conseguir dinero. Administrar bien la vida es administrar bien un tesoro. El mayor tesoro. Ante esta realidad, conviene no “perder el tiempo”, no “matar el tiempo”, no desperdiciarse –inconscientemente- en “pasatiempos”, sino ser plenamente conscientes de la vida y de la importancia de cada instante. Por eso también tenemos que ser conscientes de que cuando alguna persona está con nosotros nos está haciendo el regalo más caro del mundo. Y cuando nosotros estamos con alguien le estamos haciendo la ofrenda más valiosa, el obsequio más exorbitante: una parte irrecuperable de nuestra valiosa vida. Todo este preámbulo es una invitación a reflexionar acerca de ello. Para que seas muy consciente de que cuando alguien está contigo, o cuando estás con alguien, eso no se convierta en una pérdida inútil de vida sino que se convierta en un momento mágico para ambos. Podemos acompañar a quien lo necesite como un regalo excelente de una generosidad inmensa, y es mejor que sea magnificando ese momento, haciéndolo grandioso para ambos siendo muy conscientes. Cuando estés con alguien –quien sea- que esa relación no consista simplemente en que tu cuerpo esté al lado del suyo mientras que tu atención y tu alma están en otro sitio. Eso no sirve de nada. Sólo es válido si hay una comunicación de alma a alma. Y si no es así, se queda en un penoso y lamentable modo de desperdiciar y matar el tiempo, que parece un crimen imperdonable. Hagamos a menudo este hermoso regalo, pero con consciencia plena de lo que estamos haciendo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  16. CARTA DE RECONCILIACIÓN CON LA MADRE Madre, necesito sanar contigo para poder vivir mi propia vida en armonía. Eres el canal que elegí para vivir esta experiencia física. Te escogí porque eras perfecta para mí. Gracias mamá, lo hiciste estupendo. Mi niña herida ha estado muy resentida contigo durante todos estos años. Te cerré mi corazón desde hace mucho. Pero eso me ha mantenido atada al dolor, a un dolor que ya no quiero en mi corazón. No soy tu víctima porque sé que hiciste lo mejor que podías con lo que tenías y sabías. Ahora estoy libre para crecer, evolucionar y reconciliarme contigo. Reconozco a la niña herida que hay en mí y aprendo a darle todo el amor y aceptación que no recibió de la forma que ella esperaba. Me alejé de ti creyendo que con eso iba a evitar el dolor, pero el dolor de no sentirme amada tal y como soy, de no sentirme suficiente; me ha hecho ir por el mundo buscando un amor y aprobación que nadie podrá nunca darme y ello me ha hecho sufrir mucho. He vivido demandando amor constantemente a través de “ser buena”, “ponerme hasta el final”, “dar de más”, buscar aprobación, permitir abusos, querer permanecer, lograr reconocimiento profesional, sufrir por lo que los demás digan o piensen de mi , etc., etc. Hoy estoy decidida a consolar y sanar a mi niña herida. Necesito reconectarme contigo porque a través de ti es que me reconecto con la vida y con toda mi fuerza interior. Pido al gran espíritu poder ver a la mujer que eres sin juicios, poder ver todas tus decisiones sin juicios y poder aceptarte tal y como eres sin que me duela. En la medida que te acepto, me reconcilio conmigo misma, porque tú eres la semilla de donde parto y la que me permite desplegar todo mi potencial. ‘Mamá tu y yo somos una” ‘Mamá tu y yo somos una” ‘Mamá tu y yo somos una” Yo no soy más grande que tú, no debo sentenciarte. Tú eres el mar y yo el río que nace de ti. La vida y la madre son más grandes que uno y ante ello sólo queda aceptar y rendirse con la mejor disposición. Y así lo hago ahora. Esto es un trabajo interno en el cual cada día te acepto en mi corazón con todos tus defectos y virtudes. Sin expectativas. Sin esperar que tú cambies, ni que lo veas, ni me lo reconozcas. Lo hago por mí y por toda mi descendencia. Te honro y te respeto tal y como eres. Gracias por darme la vida. Honro tu vida tal y como ha sido. Honro mi vida tal y como es. No me quedo atascada en resolver tus problemas, te dejo con tus propias cargas porque sé que tú puedes con todas las circunstancias que has elegido en tu vida. Me libero de todas las cargas tuyas que no me corresponden y quedo liberada para enfocarme en mi vida, en mis proyectos, en mis anhelos. Veo más allá, mi niña interior empieza a calmarse, ya no estoy sedienta de amor, cariño, reconocimiento, aprobación y atención. Desarrollo mi amor propio y mi corazón se llena de júbilo. Sano cuando dejo de querer cambiarte. Mi energía ya no está en eso, estoy enfocada en vivir mi vida. La vida que me pertenece. Puedo alejarte de mi vida, pero no de mi corazón. La madre y la vida van unidas, no existen la una sin la otra, tomar a la madre es tomar a la vida sin juicios y sin tapujos, es un Sí a la vida, es un Sí al cuidado, a la nutrición, ternura, amabilidad; es un Sí hacia un amor más grande por mí misma. Te prometo que voy a ser una persona feliz; que voy a amarme más que a nada en este mundo y voy a disfrutar mi vida al máximo. Que siempre voy a rodearme de personas que me amen, me respeten, me valoren y me den mi lugar. Que creeré en mí y seré consciente de lo hermosa, talentosa y maravillosa que soy. Que voy a hacer mis sueños realidad desde mi más grande gozo, libertad, pasión y aprecio. Que viviré en abundancia, conectada con mi guía interior, tomando las mejores decisiones para mí. Tomo la Vida. Te honro y te bendigo madre. Tú eres la grande y y soy la pequeña. Te pido permiso para hacerlo diferente. Estoy lista para cambiar la historia de todo nuestro linaje y descendencia. Madre me siento feliz de ser quien soy, me amo con todo mi corazón y disfruto inmensamente estar viva. Gracias por traerme a este mundo. POLET
  17. AUTO-TERAPIA PARA NIÑAS ABUSADAS SEXUALMENTE Es posible que conozcas a alguna persona que haya pasado por esta situación. Si es así, haz el favor de hacerle llegar esta información. ¿CÓMO SANAR EL ABUSO SEXUAL INFANTIL? En mi opinión, por todos los casos que voy conociendo –casi cada día conozco más y más- es más común de lo que parece que haya niños y niñas que han sufrido abusos sexuales durante su infancia y su pubertad. De diferentes intensidades y duración. Desde la caricias obscenas hasta la penetración, desde una sola ocasión hasta varios años con continuidad. En los casos que yo he conocido suceden en un 70% con miembros de la propia familia. Lo que tienen en común siempre es el sentimiento de indefensión, el pensamiento –o la realidad comprobada- de no contar porque no van a ser creídos, el miedo a que se sepa y el abusador pretenda vengarse, la sensación de culpabilidad –a veces tienen la idea de que de algún ellas lo provocaron, que les afectará muy probablemente en la relación con los hombres, pueden tener rechazo a las relaciones sexuales, etc. Siempre es mejor resolver este asunto con un psicólogo, pero si no es posible hacerlo, se puede utilizar esta auto-terapia siguiendo los ejercicios y reflexiones que propone. ¿CÓMO SANAR EL ABUSO SEXUAL INFANTIL? 1ª parte (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/topic,9830.msg11813.html#msg11813 2ª parte (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/topic,9829.msg11812.html#msg11812 3ª parte (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/topic,9828.msg11811.html#msg11811 4ª parte (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/topic,9827.msg11810.html#msg11810 Se recomienda tener una libreta donde poder responder –para dejar constancia cosificada- una serie de preguntas que van a aparecer, y donde anotar los sentimientos que se manifiesten y los descubrimientos que se hagan. Es recomendable responder del modo más extenso posible, permitiendo que salga todo lo doloroso que se lleva dentro escondido. Es una libreta personal que no va caer en manos de nadie si uno no lo desea. Conviene responder las preguntas, dejar que pasen unos días y volver a releer las respuestas, ahora con más objetividad, procurando verlo como si fuera algo que no le ha pasado a una misma. Se empezará a sentir una distancia con lo sucedido, parecerá que ya no pesa tanto, que ya no es tan fuerte. Puede resultar interesante también leer este artículo titulado LAS NIÑAS ABUSADAS SEXUALMENTE: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/topic,14767.msg17278.html#msg17278 Francisco de Sales
  18. EL DESTINO Y EL LIBRE ALBEDRÍO En mi opinión, las cosas que no se pueden explicar científicamente, las que no son demostrables de algún modo irrefutable, se quedan en la libre aceptación o creencia personal de cada uno, y nunca sabremos si son ciertas o son sólo suposiciones, si hay algo de verdad en ello o si lo creemos sólo porque nos interesa. El diccionario dice que se llama Libre Albedrío al poder de obrar de acuerdo con la reflexión y la elección propias. O sea, hacer uno lo que decide hacer por su propia voluntad. Pero, en la práctica real, también puede ser “CREER que uno está haciendo lo que CREE haber decidido hacer”. La idea más atractiva que he encontrado hasta ahora es la que dice que “el libre albedrío es hacer lo que tienes que hacer creyendo que estás haciendo lo que quieres hacer”. Pero aún no lo tengo claro del todo. En muchas ocasiones descansamos el resultado de nuestras acciones o inacciones en la confianza -o el autoengaño- de que “todo está escrito”, o que “no se puede luchar contra el destino”, y con esto nos conformamos o consolamos. En el día que escribo esto TENGO SERIAS DUDAS de si existe o no eso que denominamos “libre albedrío” porque TAMBIÉN DUDO de que exista algo que sea “el destino”, así que este artículo no pretende aclararte algo y además te puede plantear más dudas de las que tienes. Decide si te quedas como estás ahora o si quieres seguir leyendo. NO ESTOY SEGURO de que haya un destino determinista del que uno no pueda escapar ni poniendo toda su voluntad. Sí creo que hay una propuesta de algo que podemos llamar destino o plan o proyecto o guión. No estoy seguro de nada que no pueda verificar con certeza o que no me llegue desde el corazón de un modo convincente, en cuyo caso eso se llamaría fe y tampoco sería seguro. Para mí, esto es un asunto de fe. O lo crees o no lo crees. No hay forma de convencer a un incrédulo obstinado con unos argumentos que sean indiscutibles ni tampoco hay unas razones firmes que no puedan ser desmontadas aplicando el escepticismo. Si existe el destino irremediable pero no existiera el libre albedrío podríamos parecer piezas sin voluntad en un plan de alguien o de algo (y que cada uno ponga a esto el nombre que quiera) y no tendría ninguna gracia porque no tendríamos libertad. Si las experiencias que parecen ser inevitables realmente no las podemos evitar… tal vez sea porque forman parte ineludible de un Gran Plan en el que somos partícipes necesarios –aunque ahora no lo comprendamos-, o tal vez sea porque es algo que tenemos que experimentarlo para cumplir nuestro desarrollo personal o espiritual. Y esto vuelve a ser un asunto de fe o de creencias personales. Para complicarlo más… cuando uno toma una decisión, ¿quién dice que es SU propia decisión?, ¿y si el destino tenía ya prevista y dispuesta esa decisión precisamente? Si ahora parece que el destino ha previsto que leerás este artículo hasta el final pero dejas de leerlo para escapar a esa previsión “del destino”, ¿quién puede afirmar o negar que precisamente que lo dejaras ahora es lo que el destino tenía previsto y no es que hayas aplicado tu libre albedrío? ¿Alguien pone en nuestra vida ciertas experiencias que no nos resultan agradables pero que nos acabarán sirviendo para algo?, ¿realmente todas son necesarias?, ¿tenemos que aplicar el libre albedrío –si es que existe- y escaparnos o tenemos que aceptar lo desagradable que nos suceda sin oponernos porque nos serán útiles?, ¿y no estaremos haciendo mal al aplicar el libre albedrío ante algo que es necesario experimentar para aprender o evolucionar?, ¿todo lo que nos pasa forma parte de un Plan Divino o evolutivo o solamente somos hormigas pretenciosas que nos creemos especiales y nos inventamos esa trascendencia?, ¿todo esto tan elevado que creemos que existe –o que realmente existe- no será solamente un invento para justificar que al morir se acaba todo? Me gusta replantearme mis propias creencias –o las que creo que son mías- porque tal vez vayamos cada uno por nuestro lado –mis ideas y yo-, o porque han podido caducar y las sigo aplicando, y para saber lo que pienso o lo que sé tengo que cosificarlo escribiéndolo y es lo que estoy haciendo ahora. ¿Existe el destino?, ¿existe el libre albedrío?, ¿o acaso eso que nos hacen creer que es como un poder especial no pasa de ser algo común?, ¿porqué lo llamamos con ese nombre cuando lo utilizamos en situaciones especiales con apariencia de trascendentales?, ¿por qué lo rodeamos de ese halo de esoterismo?, ¿por qué es un asunto que tratamos como algo trascendental y grandioso? Y si la elección que hagamos está relacionado con algo simple como decidir qué comemos hoy ¿porqué a eso no lo llamamos libre albedrío? En este tema caben perfectamente el escepticismo y la exaltación. Cabe la duda, por ello puede ser despojado de esa predeterminación exaltada y casi mística que le adjudicamos. Cabe la indiferencia, por ello se le puede bajar del pedestal donde se mantiene quizás idealizado. Tal vez ni siquiera merezca todo este texto. Tal vez todo sea más simple y sencillo. O tal vez sea grandioso y con cada decisión estamos contribuyendo a algo tan grande que ni siquiera somos capaces de imaginar. Ya te lo avisé: “este artículo no pretende aclararte algo y además te puede plantear más dudas de las que tienes.” Es importante tener ideas propias y no creer en las cosas sólo porque otros las creen. Decide por ti mismo y no te dejes influenciar por lo que digan los otros… ni por lo que he escrito yo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  19. NECESITO QUE VENGAS Es tan grande la cama sin ti, tan silenciosa la casa, tan serio mi presente, tan triste mi esperanza, tan soñadas tus caricias, tan llorada tu ausencia, tan vacía mi vida… que necesito que vengas. Francisco de Sales (más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
  20. HAY QUE TENER PACIENCIA CON UNO MISMO En mi opinión, casi todos pecamos de la misma cosa: de una enorme falta de paciencia con uno mismo y de un trato que no siempre es tan amable como debiera ser. Y tener paciencia es algo que sí sabemos hacer, porque somos amables y pacientes con el prójimo cuando queremos… La verdad es que casi siempre nos exigimos por encima de nuestras posibilidades, y esto, que pudiera y debiera ser un estímulo, un aliciente para dar un poco más, en la mayoría de los casos se vuelve en nuestra contra y adquiere una cualidad totalmente opuesta a lo que necesitamos. En vez de lograr que nos esforcemos un poquito más, lo que hacemos es atacar directamente a nuestra paciencia y convertirla en impaciencia; y al no obtener resultados inmediatos, enseguida buscamos el modo de culpabilizarnos, menospreciarnos, nos ponemos cara de enfado, nos enojamos contra nosotros y cuanto nos rodea, nos preguntamos por qué somos así, nos quejamos porque somos así, nos lamentamos amargamente y nos tratamos como inútiles, sacadndo al crítico exigente que nos habita para que nos apuñale… en fin, cada uno sabe cómo es su proceso, pero más o menos todos son similares. Nos falla, en muchos casos, el amoroso cuidado con que tratamos a los niños –por ejemplo-, y la paciencia y las oportunidades que a ellos SÍ les concedemos. Con nosotros, no somos así. No hay tan buen trato. En seguida aparece una severidad innecesaria, se reactiva una guerra que en muchos casos viene de lejos, nos ponemos las gafas de vernos en todo mal, o nos sale un “¡cuándo aprenderé!” que viene cargado de ponzoña. En cambio, lo adecuado, lo ético, lo que es justo, sería dedicarnos el máximo de cariño, el más esmerado cuidado y la paciencia más infinita. No sé por qué nos cuesta tanto tratarnos bien, con delicadeza. Con el mismo cuidado exquisito con que queremos ser tratados por los otros. No sé por qué no nos abrazamos con mimo y nos acogemos cálidamente en nuestro propio regazo. No sé por qué cuesta tanto firmar la paz y llegar a un acuerdo de colaboración mutua –yo conmigo-, instaurando unas bases de convivencia que sean amables en las que todas las partes que nos integran dejen de estar desunidas, dejen de estar luchando cada una por sus personalísimos intereses, que los egos claudiquen por el bien de una convivencia interna en paz, y que todos los elementos que nos componen miren en la misma dirección y por el bien personal. Si hay alguien que necesita nuestro cariño, más que los otros, es uno mismo. Y quien no esté de acuerdo, que investigue. Que se mire por dentro. Que sea un mal llamado “egoísta” y mire a ver si es cierto. Pero, eso sí, que sea honrado y justo. Que se quite de la cabeza, por lo menos por un momento, esa idea de que mirar por uno mismo es de una egolatría perversa y desalmada que sólo merece el infierno. Dios, o quien para cada uno sea su Creador, nos da una vida que nos obliga a estar con uno mismo hasta el final, todos los días a todas horas y en todas las circunstancias; nos concede la opción de vivir en una existencia armónica… ¿y uno se atreve a contravenir las condiciones lógicas de convivencia y se convierte en su propia zancadilla? Eso se llama masoquismo. También se puede llamar injusticia. O aberración. O crueldad. O injusticia. Uno mismo, una misma, es su más preciado tesoro. Y que nadie lo dude. Y no es una postura injusta ni un pensamiento del ego. Quien no se tiene a sí mismo no tiene nada. No lo sé, sólo lo supongo, pero tal vez el sentido de la vida sea la reunificación consigo mismo, sobre todo en los momentos se tienen desaciertos y desacuerdos –que siempre se tienen-, y quizás cada uno deba vivir el arquetipo del hijo pródigo, y cuando se ha marchado de sí mismo y se da cuenta de que quiere volver, deba estar esperándose con los brazos y los abrazos abiertos, y acogerse sin preguntas ni reproches, y recomenzar de nuevo la vida en su propia compañía. Es entonces cuando uno ha de transmutarse y dejar de ser el hijo pródigo para convertirse en el padre misericordioso que se acoge sin condiciones. ¿Cómo me trato a mí mismo? ¿Cómo me comporto cuando descubro algo de mí que no me gusta? ¿Cómo es mi relación conmigo entonces? ¿Simplemente me soporto... o me amo? Conviene no olvidar que uno siempre está buscando su propio amor aunque lo busque en otras personas o a través de ellas. Mientras resuelves todo lo que te haya provocado esta lectura, ten paciencia contigo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  21. ESCRÍBETE MUCHAS CARTAS En mi opinión, es realmente interesante y útil esa recomendación terapéutica que consiste en escribirse una carta a sí mismo. Se recomienda a personas que suelen atravesar momentos en que dejan de ser ellos mismos, con toda su consciencia, y son víctimas de esas alteraciones en su persona como, por ejemplo, cuando se está con ansiedad, depresión, Trastorno Límite de Personalidad, impulsos agresivos, relaciones de dependencia, etc. Me refiero a esas situaciones en que uno deja de ser la persona consciente habitual, la que es capaz de reflexionar y razonar, la que se da cuenta, pero que cuando entra en un estado alterado en que no se controla, en que una parte de su mente se escapa, hace cosas de las que después se arrepiente y se siente muy mal, por haber perdido el control, por haber dejado de ser él mismo, por haber dicho o hecho cosas que han herido a otros o a sí mismos. La recomendación es escribirse cartas en los momentos de lucidez y calma, cartas dirigidas a sí mismo, escritas en la forma habitual de expresarse, con la intención de que uno las lea cuando nota que está alterado; cartas en las que se cuente que la realidad no es la que está viviendo en ese momento, que eso es algo pasajero que acabará para que regrese la normalidad, y que uno no es culpable de lo que le está pasando en ese momento sino que es la víctima. Puede y debe incluir sugerencias que en esos momentos no va a ser capaz de recordar como, por ejemplo, que tiene que controlar su respiración –y tiene que añadir un recordatorio de cómo ha de ser esa respiración-, que puede llamar a un amigo para calmarse, hacer ejercicio o bailar hasta agotarse, que puede poner música alegre y cantar, o poner una música que le relaje; que puede tomar infusiones relajantes, etc., etc., una especie de Manual de Supervivencia en el que pueden aparecer sugerencias, recomendaciones, ideas o soluciones apropiadas para “esos momentos”. Todo lo que se escriba ha de estar hecho de un modo muy amoroso, muy cariñoso y acogedor, porque es lo que se va a necesitar en esos momentos: la comprensión de que es un estado pasajero y cuando se acabe estará uno mismo esperándose con los brazos abiertos y una buena sonrisa de acogida. Y, por supuesto, no es solamente para esos momentos para los que hay que escribirse cartas. En muchos casos, escribir es cosificar pensamientos, ya que al escribirlos hay que ordenarlos y eso sirve también para poner orden en la mente. Hay que recordar que los pensamientos, los más auténticos y los más contradictorios, pueden estar dentro de nosotros conviviendo juntos hasta que uno los escribe y entonces selecciona y se da cuenta de lo que realmente piensa o quiere. Escribirse cartas de Amor hacia uno mismo es muy bello. O escribirse cartas en las que salen a la luz recuerdos bonitos. O donde se exponen buenos propósitos. O confiándose las dudas, los deseos, las ilusiones. Siempre es agradable escribirse uno mismo para enterarse de lo que uno piensa. Una persona a la que quiero mucho se escribió esta carta que reproduzco, con su permiso, porque me parece un ejemplo inmejorable que cada uno podrá y deberá adaptar a su gusto y circunstancias “Mi querida XXX, soy tú. Sé que en este momento no estás bien, quizá lo que sientes está siendo muy intenso, pero esta no eres tú. Te pido que tengas ahora un poco de paciencia y me escuches. Ahora estoy muy tranquila. En este momento estás en un estado alterado de consciencia, pero recuerda que esta no eres tú. Sé, al igual que tú, cuánto sufres. Sé que a veces la ira, la tristeza, la pena, la soledad, el miedo te sobrepasan y es casi irrefrenable el impulso, la emoción o el deseo de dejar de existir para dejar de sentir, pero recuerda que es tu mente, que te está apretando, que esa no eres tú, así que no permitas más esto, no continúes así, no te lo mereces. Eres un ser valioso y no mereces ni hacerte ni que te hagan daño ni una sola vez, bajo ningún concepto. Jamás, sin excusas. Eres generosa. Eres sensible y tienes un corazón bueno, compasivo. Pero a veces desconfías de más, porque te han jodido muchas veces. Si estás enfadada, para un segundo. ¿Estás dañando en este momento a alguien que quieres, incluida tú? Si la respuesta es SÍ, no estás siendo tú, por eso debes parar. Después te sentirás muy culpable. Si sientes lástima, déjala fluir, pero no hagas nada. Cuando estás lúcida no sientes nada, ni si quiera sientes odio. Si te has salido del plan A, date cuenta de que tu estado mental está alterado. Tienes TLP y es algo totalmente normal lo que te pasa, esas emociones muchas veces, repentinas, intensas e insoportables son normales. Pero entre tú y yo nos curaremos de esto. Tranquila XXX, tente paciencia, no hagas nada. Esto te pasará más veces, pero cada vez te será más fácil pasar a la fase A tú sola. Es lo que te dará paz. Tu familia, tu casa, tus gatos, los viajes y tonterías que se te van ocurriendo, están ahí contigo. También la música. Sólo te pido que te tengas paciencia, volverás al estado A. Todos te queremos mucho, no lo olvides nunca.” Te recomiendo que tengas más de una copia, para poder llevarlo encima y para tener en casa y que sepas dónde está cuando la necesites. Y para que la leas a menudo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  22. EL DESORDEN EXTERNO SE CONVIERTE EN DESORDEN INTERNO En mi opinión, es mucho más importante de lo que creemos el hecho de que haya orden y limpieza en los entornos donde nos movemos. A todos nos gusta sentirnos confortables, ver armonía a nuestro alrededor, y también estar en esos sitios donde se nota que hay una estética que se ha cuidado. A muchos les gusta menos eso de tener que esforzarse en mantener ese orden y limpieza a su alrededor. Lo harían con más asiduidad y agrado si supiesen que cuando ordenan su exterior recíprocamente están ordenando su interior, y si fuesen muy conscientes de que armonizar su exterior equivale a armonizar también su interior. Y no me refiero solamente a que tengas el armario bien ordenado, la cama hecha, la cocina recogida y todo limpio, que es algo REALMENTE IMPORTANTE. Me refiero, también y sobre todo, a tener y poner ORDEN EN TODA TU VIDA. En tu forma de pensar. En tus acciones. En tus comidas. En la relación contigo. En tu mente. En tus horas de sueño. En tus excesos. En tus proyectos. En tus ideas. En tus relaciones. En tu presente. En tus emociones y sentimientos. En tus desatenciones. En tus descontroles. Etc. Para algunas personas lo habitual es ir sorteando y evitando afrontar todo lo relacionado con los asuntos indicados –y otros que no aparecen en la lista-, aplazándolos infinitamente para evitarse el mal trago de reconocer ineludiblemente que tiene conflictos en todos esos asuntos, que hay mucho o muchísimo desastre en su vida, un caos y un desorden con el que no se siente a gusto, y una verdadera necesidad de que un gobernador con mano firme se ponga al frente de la propia vida. Duele el momento en que uno se da cuenta de la realidad personal en la que se está moviendo –me refiero a quienes tienen una vida con un cierto caos pendiente de reformas-, y parece que duele menos si se menosprecia tratando de enviarlo a un olvido que sólo lo acoge temporalmente pero no para de recordar que está ahí, que es algo ingrato, y que sólo olvida a ratos pero no tiene capacidad para eliminarlo sin que deje huella. Te invito a que busques un tiempo de tranquilidad que puedas dedicártelo a ti, sin interrupciones y con toda tu buena voluntad presente –te garantizo que te será rentable-; que tengas a tu lado algo donde hacer anotaciones sobre los descubrimientos y tus decisiones, que releas el pequeño listado anterior de las cosas en las que puede haber desorden, que añadas todas las que tú sabes que necesitan una revisión, que te armes de valor y de paciencia y de Amor Propio, y que vayas revisándolos uno a uno para resolverlos. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo.
  23. LAS TRES CLAVES REALES DE LA FELICIDAD En mi opinión, Emanuele Felice, con muy buen criterio, limita a tres las claves reales de la felicidad. De lo que nos puede dar o quitar felicidad. LIBERTAD RESPECTO A LAS LIMITACIONES MATERIALES Y LAS QUE PUDIERAN PONER SOBRE NOSOTROS OTRAS PERSONAS. Ser y sentirse libre es un buen comienzo. La dependencia siempre produce insatisfacción o frustración. Las limitaciones siempre condicionan negativamente. No se está cómodo. Deshacerse de las imposiciones es primordial. Uno está mucho mejor cuando puede decir NO en las ocasiones que quiere decir NO. Uno está más cerca de ser él mismo –y por tanto más feliz- cuando puede manifestarse en el modo y manera que desee sin estar subordinado, sin estar limitado, sin tener que dar explicaciones a nadie. Ser independientes es una bendición, da muchas facilidades para ser más Uno Mismo. Cuando se necesita la aprobación de los otros, o tener que satisfacerles, uno está haciendo un sacrificio de su libertad para ser él mismo. No se es feliz cuando se representa un personaje. No dar una excesiva importancia a poseer, o estar siempre insatisfecho con lo que se posee, condena a una vida de insatisfacciones. Es agradable tener dinero y poder permitirse caprichos, pero eso nunca garantiza la felicidad. Y es un error basar la felicidad en poseer algo que no se posee... y que posiblemente nunca se llegue a poseer. LA RIQUEZA DE LAS RELACIONES SOCIALES. Somos seres sociales, esto es innegable. Necesitamos a los otros, saber que nos tienen en cuenta, que ocupamos un lugar en su mente o en su corazón: necesitamos sentirnos reconocidos. La relación con otros nos cubre esa necesidad. Y nos aporta otros puntos de vista, pero sobre todo lo importante es el convencimiento que nos produce comprobar que los otros nos quieren, nos valoran, nos tienen en cuenta y nos respetan. Eso es una inyección beneficiosa para nuestra autoestima. Es una necesidad y no reconocerlo así es un auto-engaño. Es más beneficioso no convertirse en un ermitaño retirado del mundo en su apagada soledad. Los otros nos aportan si los escogemos bien. Los otros también nos pueden perjudicar si se lo permitimos. Sólo nos interesan las relaciones que nos aportan y no nos interesan las que nos perjudican. Evitemos estas últimas a toda costa. LA SATISFACCIÓN CON EL SENTIDO DE LA VIDA. Uno se plantea más a menudo de lo que cree –aunque no siempre esté pendiente del proceso- el asunto de cuál es el sentido de su vida, si lo está haciendo bien o no, si tiene claro cuál es el Camino por el que quiere transitar, si está satisfecho o no con cómo lo está haciendo… es inevitable que así suceda y es muy interesante que así suceda, aunque… lo mejor es que suceda de un modo consciente, que el plan de vida sea el que uno decide libremente y no sea impuesto externamente, y que el sentido de la propia vida sea el que uno decide libremente y no el que le han impuesto. Uno ha de colaborar en todo lo necesario para que su vida le sea satisfactoria. Y conseguirlo depende en grandísima medida de cada uno: o bien procurándose todas las satisfacciones posibles o bien quitando el poder perjudicial a cosas que nos afectan pero que no dependen de nosotros. Habrá personas que no estén de acuerdo con algo tan simple pero tan profundo, tan desatendido y tan cierto, como son las 3 claves expuestas. Si uno va reduciendo hasta su esencia las cosas QUE CREE que le aporta felicidad o se la quita, verá que acaba llegando a una de estas tres condiciones. Este texto que acabas de leer propone la revisión personal de cada una de las tres claves, para comprobar si el lugar que uno ocupa en cada una de ellas es el adecuado o si tiene que hacer ligeras correcciones para acercase a lo deseado. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  24. DEDICATORIA Había ideado cientos de dedicatorias para Carmen, pero escogió esta: “Para Carmen, que reina en mi corazón” Alberto. Se esmeró mucho en hacer las letras del mismo tamaño y legibles. La pluma, siguiendo el vaivén que le imponían, trazó aquel camino de palabras en las que vivía una atormentada y silenciosa declaración de amor. Notó, con desagrado, que esa letra de molde no era suya. Puso un punto al final de su nombre a pesar de que su amiga grafóloga le había dicho que era mejor que nunca lo hiciera, pero él lo sentía como un punto y final, aunque el pensamiento pecara de ser demasiado metafórico. Se quedó mirando el libro atento a su agitación interior, a lo que le provocaba. Mientras estuvo inmerso en su escritura, disimulando en todo momento que realmente era la confesión de amor de un tímido, no se dio cuenta de que era, además, la recopilación de todos sus amaneceres bañado en una nostalgia de emigrante, de sus montañas de minutos decepcionados, de todas las palabras que nunca le dijo, y de todas las lágrimas que brotaron silenciosas como las semillas y de las que requirieron que fueran apagados sus estruendos y quemazones. No quiso pararse a pensar que la cosificación de todos sus estados de ánimo los convertía en inmortales, y los hacía más amplios, más ciertos, y más duros de sufrir. Mientras se vertía en los folios, convirtiéndolos en confidentes involuntarios, en notarios de sus sentimientos, no estuvo atento al discurrir de la vida, que cada vez alejaba más a Carmen, o cada vez le alejaba más de Carmen. Vivió su amor en la ficción del poeta que se cree indemne, a salvo en sus poesías, pero acaba también víctima de sus propias fabulaciones. En cada uno de los folios se podía leer su corazón. Cada letra era una espina. Cada palabra había sido escogida entre el abanico de palabras que hablan de sufrir. Cada frase era otro drama resumido. Durante los cuatro largos meses que le llevó llegar hasta el final de su lamento escrito no salió de la obsesión de decirle al papel lo que en realidad tenía que decirle personalmente a ella. Si se hubiera atrevido a ponerse frente a frente y le hubiera dicho con voz sonriente todos los alborotos que se organizaban en su alma cada vez que aparecía el recuerdo de ella, o el nombre, o la mirada, o su rastro, otro devenir hubiera ocupado su destino, pero insistió en un romanticismo innecesario de amor idealista, de sufriente dieciochesco. Acalló la voz de su corazón, e insistió en la voz de su tortura. Carmen entraba en su pensamiento y en sus sueños con la llave maestra que le otorgaba el haber acaparado el amor de Alberto, aunque no hubiera hecho otra cosa que cruzarse delante de él, sin premeditación, despertándole de un letargo perpetuo, o haberse sentado en la mesa contigua del Café Habanero, o haber acudido a las siete a la misa dominical ocupando el banco precedente, exhalando un aroma agradable de planta selvática, según definió él en la página treinta y tres, o haberle sonreído por cortesía cuando les presentaron en la fiesta de cumpleaños de Dorotea Márquez. Ella desconocía el papel de amante inalcanzable que representaba a cada instante en el pensamiento alborotado de él; no sabía que le hurgaba en el ánimo con hierros candentes, ni que dejaba un reguero de padecimiento cuando su nombre le habitaba en los labios, ni que era amor y dolor al mismo tiempo. Vivía en su cotidianeidad sencilla de mirar, saludar a la gente, cuidar a sus familiares, y rezar para que se cruzara en su camino un hombre sin recovecos, de corazón alegre, con una sonrisa inmaculada, que se enamorase de su sencillez de mujer sin dobleces y la hiciese feliz como cualquier humana. Se levantaba cada mañana con la misma oración en los labios, oración de agradecimientos y felicidad, y entonaba una canción de patio de recreo, una canción plagada de mariposas y primaveras y el sol en el cielo albergando músicas, y enfilaba el día con ilusión y curiosidad. Mientras, Alberto se esmeraba en ir reuniendo sus quebrantos para escribirlos. Lejos de ponerse a colaborar con el destino y luchar a favor de un porvenir en pareja, se conformaba con expresarle sus lamentos a los folios, respetando las mayúsculas e insistiendo en las tildes, y rebozándose en su propia conmiseración; lamiéndose, como un animal, sus propias heridas. Así fue acumulando páginas y páginas dirigidas a la misma ignorante destinataria: una declaración de principios rotos, el relato de un destino inalcanzable, los aullidos nocturnos de un amor censurado, la voz que prefería romper el nombre de ella antes que pronunciarlo, y las cicatrices que quedaron en su corazón cuando quiso arrancarla. Pero ni siquiera en los momentos de lucidez era capaz de salvarse de su naufragio, y reincidía con obstinación en la misma crueldad. Carmen, en cambio, era un canto a la vida. Siguió en su mundo, con su conciencia de ángel, ajena a lo que provocaba en aquel hombre, y nunca supo que al final de los cuatro meses que estuvo escribiendo, cuando sintió que ya había vaciado sus más importantes dolores, imprimió aquel libro de quejas, escribió de su puño y letra la dedicatoria, “Para Carmen, que reina en mi corazón”, puso un punto detrás de Alberto, y lo depositó con cuidado, ajeno a su propia lágrima, sobre los troncos que ardían en la chimenea. Francisco de Sales (Más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
  25. LAS VENTAJAS DE USAR EL YO OBSERVADOR En mi opinión, se trata de una de las “figuras” imprescindibles en los Procesos de Autoconocimiento –y en cualquier instante de la vida-, y es muy interesante conocerlo y, sobre todo, utilizarlo. Llamamos Yo Observador a la “capacidad objetiva” de percibir y percibirnos, a un estado de vigilancia en el que uno atiende a lo que sucede y lo que le sucede de un modo más atento de lo habitual, con una consciencia más solícita, y además desde una imparcialidad en la que no hay implicaciones emocionales o personales –aunque se trate de uno mismo- ya que lo que caracteriza a este Yo es, precisamente, su objetividad. Su función es simple: darse cuenta. Levantar acta notarial de lo que ocurre sin implicarse con opiniones personales o juicios añadidos a la observación. Convertirse en el Yo Observador siempre es muy enriquecedor. Se trata de darle preponderancia a esa parte nuestra que es capaz de ser ecuánime, de darse cuenta con pulcritud de lo que sucede -sin añadir ni modificar la realidad que observa-, que parece que es más consciente que cualquiera de los otros yoes que gobiernan nuestra vida. Es el único de los Yoes que ha quedado inafectado por todo lo que ha acontecido en nuestra vida y aún sigue sin contaminar. Es una parte nuestra, aunque… en realidad… es muy posible que nosotros seamos exclusivamente ese Observador y que tenemos que lidiar con los otros yoes agregados -que se nos han pegado- para imponernos a ellos y dejarles claro quiénes somos en realidad. Es la parte que ha sido capaz de salir indemne de todos los conflictos personales porque no se ha identificado con ninguno de ellos. Fíjate en esto: cuando ves un problema ajeno eres más capaz de poder encontrar soluciones porque lo ves con imparcialidad, porque no te afecta a ti personalmente... ¿cierto? Así es como tienes que actuar contigo. Ese Yo no juzga, no critica ni da órdenes. Sólo se da cuenta imparcialmente. Y en ese "sólo darse cuenta" es donde reside la objetividad y claridad necesaria para que más tarde -y desde otro sitio- se tome la decisión acerca de lo que se desee hacer con cada asunto. Aporta la realidad y no la idea de la realidad. Si uno no pierde la imparcialidad es capaz de ver cada asunto desde la globalidad, desde fuera –donde se aprecia todo el conjunto- y no desde el espacio que está condicionado por nuestras experiencias desagradables anteriores, los traumas, los miedos, las inseguridades, la falta de Amor Propio... Desde el Yo Observador podemos ser conscientes de nuestras contradicciones, de nuestros altibajos, de nuestros cambios de opinión o idea, o sea… de nuestras inestabilidades e inseguridades. De cómo en un momento pensamos de un modo y cómo podemos cambiar a pensar de otro modo distinto, pero manteniéndonos estables porque su tarea no se ve afectada por las emociones ni los sentimientos. Su tarea consiste en ver con los ojos y no con las aflicciones, en no implicarse sino en quedarse absolutamente inafectado, en no sucumbir al alboroto de la mente y sus altibajos y su mutabilidad. El Yo Observador se da cuenta de la realidad y verifica cuándo los sentimientos se manifiestan equivocadamente, cuándo no estamos siendo nosotros mismos, cuándo hay una contradicción entre lo que deseamos hacer y lo que acabamos haciendo, cuándo fallamos a nuestros principios y a nuestra conciencia, pero… sin una crítica por su parte, sin un reproche. Sólo nos lo hace ver poniéndolo ante nuestro corazón y nos deja a solas para que lo resolvamos. El Yo Observador no es la mente ni el pensamiento ni la inteligencia. Es la vigilancia no invasiva, sin palabras, sin expectativas, sin juicios. “Esto es lo que hay”, dice sin palabras. Y uno entonces, a la vista innegable de esa realidad, decide qué hacer con ella. Te conviene usar ese Yo Observador y saber observar y observarte, sin permitir que los sentimientos o los prejuicios o los condicionamientos o los miedos o los traumas se inmiscuyan en tu atención. El que observa eres tú y lo observado son tus circunstancias. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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