
buscandome
Warianos-
Posts
1,702 -
Joined
-
Last visited
-
Days Won
24
Everything posted by buscandome
-
CAPÍTULO 30 – EL MAESTRO – EL MAESTRO INTERIOR Este es el capítulo 30 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. “El hombre sólo puede cumplir su destino si escucha la voz de su maestro interior.” (Dürckheim) “Alumno y maestro son uno: son las dos caras de la vida.” (Dürckheim) “No es un buen maestro quien no ha sido capaz de encontrar la felicidad”. “Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “maestros”, porque uno sólo es vuestro maestro, y vosotros sois todos hermanos.” (Mateo, 23-8, en una de las muchas traducciones) “El que no sabe y no sabe que no sabe, es un necio. Déjalo. El que no sabe, y sabe que no sabe, ha de aprender. Enséñalo. El que sabe y no sabe que sabe, está dormido. Despiértalo. El que sabe y sabe que sabe, es un sabio. Escúchalo”. (Anónimo) “Un maestro es un camino para hacer el Camino”. “El profesor enseña, el maestro despierta. El profesor ofrece conocimiento; el maestro ofrece ignorancia, destruye conocimiento y crea experiencia.” (Tony de Mello) “Hay que aprender de todas las personas y no sólo de los maestros”. (Mijal de Zlotchov) “El maestro no ha de ser sutil ni bonachón; debe tener el corazón en una mano y un azuzador en la otra”. Podemos llamar Maestro a la persona que en algún momento de nuestra vida se hace cargo de mostrarnos, indicarnos, abrirnos los ojos a otra forma de ver, enseñarnos a reflexionar por nuestra cuenta sin hacer nuestro trabajo por nosotros y, muy posiblemente, rompernos amorosamente en pedazos para dejar que nos reconstruyamos después. Si lo pedimos con fe y con auténtico deseo, van apareciendo diferentes personas que pueden ser llamados Maestros –aunque sea con minúsculas- en nuestras vidas. La primera nos apuntará hacia una rendija por la que entra un poco de luz; la segunda nos acercará un poquito más y nos hará ver un poco de la luz que hay al otro lado; la tercera nos hará ver que junto a la rendija hay una puerta que se puede abrir. Algún día, ese alguien nos ayuda a abrir la puerta y podremos pasar al otro lado. "Cuando el alumno está preparado, aparece el Maestro", se dice. Si lo sabemos reconocer, será nuestro guía –siempre desinteresado- en el Camino que hemos emprendido. Generalmente, no es que sea más sabio que nosotros -aunque sin duda es más consciente de todo en ese momento-, sino que ha empezado antes y nos lleva un poco de ventaja. Su misión y su función ha de ser alumbrar, y no deslumbrar. Tenemos que cuidarnos mucho de no apegarnos a él, cosa que tratará de evitar, porque el tener alguien que dirija todos los pasos puede llevarnos a la comodidad de querer o pedirle que resuelva nuestros asuntos sin aportar nuestro propio esfuerzo. Y así no es como se aprende. Y además, antes o después desaparecerá. Si hasta entonces hemos estado atentos, habremos hecho un buen trecho y estaremos en condiciones de seguir por nosotros mismos. Y es mejor que sea así, porque el Camino ha de hacerse en solitario –aunque haya alguien a nuestro lado-, ha de ser introspectivo, y lo único que de verdad nos nutre y nos retorna a nuestro origen es vivir la experiencia del propio auto-descubrimiento. Y de poco nos sirve si hemos hecho el Camino en brazos de alguien, porque de ese modo no habremos aprendido a caminar. Si estamos atentos, descubriremos que el mundo y la vida están llenos de Maestros. Se puede aprender de todas las personas y de todas las cosas: una frase inocente o profunda, un anuncio en televisión, un ocaso, una lágrima o una risa infantil, una palabra amable, una mirada sincera… son tantos los Maestros que nos rodean… es sólo cuestión de mantener la atención vigilante. Los Maestros no solamente nos enseñan lecciones magistrales, frases célebres o penetrantes, o una sabiduría deslumbrante y muchos conocimientos. En el Camino debemos aprender tanto las cosas más trascendentales como la que son aparentemente más insignificantes, porque nosotros somos lo poco y lo sublime, y necesitamos descubrirnos y desarrollarnos en todos los aspectos que nos puedan acrecentar personal y espiritualmente. Enseñar es mostrar, demostrar, instruir… no sólo contar o decir. A la hora de seleccionar Maestro, o ser seleccionado por él, para no ser contaminado habrás de tener cuidado con algunos aspectos: Que no te transmita, si los tuviera, sus traumas, proyecciones, miedos, complejos... La más grande responsabilidad del Maestro es no transmitir al alumno sus errores o frustraciones. Debe parecernos –aunque en realidad no lo sea- un poco duro, porque es la única forma de exigir al alumno que dé un paso más. Debe dejarte buena sensación cuando estés con él. Nunca debe cobrarte por esa función. Esta es una apreciación muy personal que no es necesario compartir conmigo. Creo que si cobra ya no es un Maestro, sino un maestro, un enseñante, un profesor, un instructor, un profesional de impartir conocimientos. No debe tratar de imponerte nada. Si te sientes dirigido, o manipulado, te has equivocado de Maestro. Ha de enseñarte a ver por ti mismo lo que él ya está viendo. No debe despreciar ni hablar mal de otros Maestros u otras religiones. Debe merecerte total confianza. Debe dejarte siempre el deseo de querer volver con él. No será manipulador Un Maestro no tiene por qué ser un erudito. Un Maestro te enseña a andar, no te lleva. El verdadero Maestro sabe bajar al nivel del alumno en vez de esperar a que éste suba al suyo. El verdadero Maestro no debe mostrar al alumno lo que sabe, sino que debe dejarle que se demuestre a sí mismo que ya lo sabía. “Alumno y maestro son las dos caras de la misma cosa”, y “Aprender es recordar lo que uno ya sabía”. Con estas dos frases, llegamos a esta idea: ningún “recordatorio” que nos venga de fuera debe pasar directamente a ser aceptado por uno. Ese “lo que sea”, despierta al conocimiento que ya tenemos, y es ese propio conocimiento quien nos cuenta a nosotros mismos “lo que sea”. Y es mejor así. Si recibimos una “enseñanza” exterior, puede que sintamos dudas, o rechazo hacia ella. En cambio, si verificamos previamente que nos pertenece, porque estaba en nuestro interior aunque aletargada, no se produce “rechazo”. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL Cada Maestro vibra en un nivel espiritual al que sólo pueden acceder los que están en el mismo nivel, por eso no todos los Maestros valen para todos los alumnos. Y por eso mismo, a medida que uno va descubriéndose más y más, necesita otro u otros Maestros. VISTO DE OTRO MODO En el Camino de Descubrirse siempre hay varios Maestros: el primero puede ser la Vida, quizás Jesucristo, algún pensador oriental, un artículo que nos habla de cosas esotéricas, aquello que contesta a esas dudas que han dormido largamente, etc. Luego, en algunos casos, uno se encuentra realmente con una persona física con la que se puede hablar y a quien se puede preguntar; alguien que está en su búsqueda desde antes que nosotros y nos puede hablar de su experiencia; alguien con una claridad de actuación o sentimiento que, siempre, nos ayudará a aclararnos. Hasta llegar a este último, habrán ido apareciendo personas, cada vez con un nivel superior de enseñanza que coincide con un nivel superior de nuestra receptividad hacia lo que nos muestra, en un proceso similar para todos. Aparece una persona en nuestra vida que nos desvela los primeros misterios, nos ayuda en los primeros pasos, nos muestra una puerta. Luego, desaparece para cumplir la tradición y dejar espacio para el siguiente Maestro, que a su vez estará durante un espacio de tiempo, y así se volverá a repetir el ciclo. Este Maestro físico, a quien se le ha de preguntar lo se necesite saber, aunque tiene libre voluntad para aceptarlo o no, ha de reunir unas cualidades morales que le autoricen a serlo, puesto que no hay títulos oficiales que le acrediten. Y puede negarse por cumplimiento de su Libre Albedrío, pero también porque la responsabilidad es enorme. El Maestro no se limita a narrar: habla de sus experiencias, por lo que se le supone un gran equilibrio y autoconocimiento. No tiene por qué ser un erudito, y su función es más la de enseñar a andar que la de llevar de la mano. Él, a su vez, aprende: nada enseña más a un Maestro que un buen alumno. El alumno, por su parte, no debe aceptar algo “porque sí”; debe sentir lo que se le enseña, lo que aprende, debe cotejarlo en el corazón y no en la cabeza, y no debe limitarse a escuchar: puede discutir si no está de acuerdo y debe tener cuidado de no apegarse al Maestro. Tony de Mello se preguntaba, “¿para qué se necesita un maestro?... para que haga ver la inutilidad de tener un maestro…” No estarán de acuerdo con él, en principio, los afortunados que tienen o han tenido un Maestro. Un buen Maestro se encargará de hacer ver quién es el único y verdadero Maestro: Uno Mismo. Y así llegamos al otro tipo de Maestro sobre el que quería escribir: uno ha de ver a su Ser Interior como su Maestro. Copio unos párrafos de Karlfried Graf Dürckheim que me parecen insuperables para hablar de ello: “El Maestro interior somos nosotros mismos bajo el aspecto potencial hecho consciente de lo que podríamos y deberíamos ser. El Maestro interior en el sentido de aptitud para comprender y reconocer esa potencialidad, exige cierto grado de evolución. Para oír como llamada la voz del maestro hay que estar presto a ello. Responder a esa llamada exige, no solamente coraje, sino también cierta humildad. NO SUPONE PRESUNCIÓN RECONOCER AL MAESTRO EN UNO MISMO. HACERLO ASÍ ELEVA, COLMA Y COMPROMETE A LA VEZ: SE PRECISA HUMILDAD PARA ACEPTAR EL PESO DE ESTE COMPROMISO Y DEL CAMINO A RECORRER POR ESTA VÍA. LA VERDADERA HUMILDAD NO CONSISTE SOLO EN NO QUERER PARECER MÁS DE LO QUE UNO ES. ES TAMBIÉN ACEPTAR SER MÁS DE LO QUE UNO PARECE SER. HAY UNA FALSA MODESTIA QUE ES, SENCILLAMENTE, MIEDO A LAS RESPONSABILIDADES. Y ES UN OBSTÁCULO PARA DEJAR EMERGER AL MAESTRO INTERIOR. Reconocer y aceptar el maestro supone que el despertar del maestro y del alumno se ha producido ya en nosotros y que ambos han despertado al Camino. Cuando aparece el maestro es como el rugido de un león anunciando un combate a vida o muerte. De este combate no se libra ningún hombre que esté llamado a un plano superior. Ninguno de los llamados puede evitarlo. Es una lucha que promete lo más sublime y que presagia lo más difícil: un verdadero “morir y devenir” (devenir: llegar a ser él mismo), no de una vez por todas, sino como fórmula perpetua del camino. EL HOMBRE, SÓLO PUEDE CUMPLIR SU DESTINO SI ESCUCHA LA VOZ DE SU MAESTRO INTERIOR. La trinidad maestro-alumno-camino, es la manera en y a través de la cual toma forma, a pesar de las resistencias y sean cuales fueran las circunstancias, el Ser sobrenatural y absoluto que está más allá del espacio-tiempo. Hacerse cada vez más disponible, es decir, abrirse a la Vida que tiende a manifestarse en el mundo, es la tarea que le está destinada al hombre. Pero para percibir así la vida, para tomar coincidencia de que ésta pugna por manifestarse, y aceptarla como un camino a seguir y como una vocación esencial, hay que haber alcanzado cierto grado de evolución. Entonces será un deber, un privilegio y una misión”. Hasta aquí algo de lo que habla con respecto al Maestro; con respecto al alumno, dice lo siguiente: “Y, ¿quién puede llamarse alumno? Sólo aquel que está sumido en una profunda nostalgia, a quien la afiliación le lleva al límite de su resistencia sintiéndose amenazado por la destrucción si no logra encontrar una salida. Sólo el hombre atormentado por una inquietud del corazón que no cederá con nada en tanto que no encuentre lo que le calma. Sólo aquel que, una vez que ha emprendido el Camino, sabe que no puede volverse atrás, estando dispuesto a dejarse llevar allí donde ya no comprende nada, estando dispuesto a pasar por todas las pruebas. El hombre duro consigo mismo, que acepta soltar presa para someter al Ser que quiere emerger en él. Solo aquél en quien lo Absoluto ha tomado posesión, puede soportar todas las dificultades que encuentra en el rudo Camino que le lleva el maestro.” Ante tal belleza y claridad, no debo sino admirar y callar. RESUMIENDO Es de vital importancia la presencia de un Maestro. Al principio quizás no se pueda aspirar a uno físico, pero es en ese momento en el que uno debe instruirse en el arte de aprender de todo: sensibilizarse para que cada cosa sea una enseñanza. Después, rogar a quien sea poder tener la dicha de que uno se presente a nuestra vida, y que sepamos darnos cuenta cuando suceda. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
-
https://www.youtube.com/watch?v=ZEZ3xsq1aAg Este es un asunto que eludimos a menudo y es demasiado importante como para no dedicarle toda la atención que merece. Si descubrimos ahora que no estamos satisfechos estamos a tiempo de remediarlo. No tendrá remedio si lo aplazamos hasta que entremos en el Tiempo de los Arrepentimientos… y ya sea demasiado tarde. Entonces la frustración se adueñará de nosotros. Si le ha gustado este video ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias. Artículos de Francisco de Sales en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action...) instagram: https://www.instagram.com/franciscode... twitter: https://twitter.com/buscandomeweb1 Visite mi web: www.(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM) Web con poesías y relatos: www.franciscodesales.es Correo electrónico: [email protected] Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Todos los videos publicados los tiene aquí: https://www.youtube.com/channel/UCUNE...
-
CAPÍTULO 29 – TÚ – YO Este es el capítulo 29 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. “Nosotros – Vosotros: hay una sola y pequeña diferencia, pero solo está al principio. Al eliminarla, en el resto, en lo demás, todos somos lo mismo. “No seas duro en juzgar a las personas. Piensa que todos somos más víctimas de una educación, de una ideología o de un carácter, que responsables de una mala voluntad”. (Francisco García Salve) “Una persona sólo tienen derecho a mirar a otra hacia abajo cuando ha de ayudarle a levantarse”. (Anónimo) “Antes de juzgar al prójimo, pongámosle a él en nuestro lugar y a nosotros en el suyo, y a buen seguro que será nuestro juicio recto y caritativo“. (San Francisco de Sales) “Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro.” (Platón) “Comienza a manifestarse la madurez cuando sentimos que nuestra preocupación es mayor por los demás que por nosotros.” (Albert Einstein) “El don más grande que podemos hacer a otros no es compartir con ellos nuestra riqueza, sino hacerles descubrir la propia.” (Benjamín Disraeli) “El mejor regalo que podemos darle a otra persona es nuestra atención íntegra.” (Dr. Richard Moss) “La obra humana más bella es la de ser útil al prójimo”. (Sófocles) “La Providencia ayuda a los que ayudan al prójimo.” (Rudyard Kipling) “Lo que a ti mismo te contraría no lo hagas a tu prójimo; he aquí toda la Ley. El resto no son sino comentarios.” (Talmud, Libro santo de los judíos) “Me busqué a mí mismo, y no me encontré. Busqué a Dios, y se me escondió. Busqué a mi prójimo y encontré a los tres.” (Anónimo) “No debemos permitir que alguien se aleje de nuestra presencia sin sentirse mejor y más feliz.” (Beata Madre Teresa de Calcuta) “Proveer para otros es una responsabilidad fundamental de la vida humana.” (Woodrow Wilson) “No basta compartir las ideas con el prójimo; se ha de compartir la vida.” (Rabindranath Tagore) “Vamos a salirnos de nuestros contextos y presuposiciones, y vamos a ver las cosas con otra mente. Otra gente tiene otras metas, otras ambiciones, otras ilusiones, otras desilusiones. Salgamos de nuestra mente un momento y veamos la realidad en vez de ver nuestra opinión”. (PRÓJIMO: el más cercano o muy cercano. Comparte raíz con próximo) Nadie más cercano a ti que tú mismo. El prójimo también eres tú, porque te conviertes en prójimo cuando los otros hablan de ti. Los demás –te lo garantizo- tampoco son perfectos, ni absolutamente felices, ni están en paz del todo, tienen miedos, complejos e inseguridades y son vulnerables… son humanos, como tú. Lo que te puede separar de ellos es que pretendas que actúen el mismo modo que tú, o quieras que sean y se muestren a tu imagen y semejanza, o que te dediques a juzgarles sin antes ponerte en su lugar y su situación. Es más acertado hacer caso a una frase que dice, más o menos “trata a tu prójimo como te gusta que traten a ti”. MIS PENSAMIENTOS Las relaciones personales, sobre todo con las personas que nos importan, se han de basar en la libertad y en la confianza. No somos importantes tú ni yo, pero sí lo es la relación que nos une y es imprescindible que esté libre de cualquier tipo de exigencia. Nunca tendré intención de ofenderte, ni me ofenderás. No tengo intención de impresionarte, porque deseo ser sencillamente yo: lo que soy, como soy, y deseo que me aceptes así. No hay entre nosotros promesas ni contratos. No nos necesitamos para ser felices, puesto que sabemos serlo independientemente. No te ataré ni me atarás. No te exijo ni me exiges. La libertad y el respeto son nuestro lema. Deseo armonía y bienestar, y que la mutua compañía nos engrandezca a ambos. Yo siempre estaré a tu lado, jamás contra ti. REFLEXIONES Al principio, representaba a “Dios, el prójimo y yo” en un triángulo. Dios en el vértice superior, por supuesto, así me enseñaron. El prójimo y yo ocupábamos ambas esquinas de la base. Ponía un Dios distante y vigilante, atento a mis errores para castigarme, y ponía al prójimo alejado de mí. Después pasó a ser gráficamente un círculo situado horizontalmente, donde cualquiera de los tres podíamos estar en igualdad de condiciones. El Dios que antes me parecía tan lejano y tan separado de mí, ahora quedaba a mi mismo nivel, y hasta me parecía que el prójimo es Dios y viceversa. Observé con más atención y vi que no era acertada la representación en círculo, porque si bien cuando se representaba sobre una superficie horizontal no había problema, en el momento que el círculo se situaba vertical, había alguien que quedaba por encima. ¿Será la línea recta la representación adecuada?, me pregunté. Ahora sí, todos a la misma altura, libres para ir de uno a otro lado, con capacidad de estar en una esquina separado cuando uno quiera, pero muy fácil para reunirse cuando se desee. Me duró poco la ilusión. Justo hasta que me di cuenta que la línea podía ponerse vertical y volvía al problema anterior, y que no era bueno que cualquiera de los tres estuviera separado del resto. Otro día, descubrí la respuesta correcta. “Dios, el prójimo y yo” estamos en un punto. Dentro de un punto. Indisolubles, inseparables, unidos por el amor que nos recuerda que somos la misma esencia, la misma materia, y que los tres hemos sido creados para estar unidos. REFLEXIONES Ahora no me cuesta trabajo bajarme del pedestal al que yo mismo me subí y no para ser más alto que los demás, sino por miedo al suelo, por temor a lo poquito que era, o para no ser pisado por los gigantes que me rodeaban. Ahora puedo, con mi sonrisa franca y constante, hablar al prójimo en su idioma; comparto sin vergüenza las dudas que me habitan y cada uno de mis pasos son de todos y gracias a todos. Tú y yo, somos lo mismo aunque con una presentación diferente. ATENCIÓN ¿Cómo son realmente los demás? ¿Su realidad tiene algo que ver con la que les he adjudicado? Estoy acostumbrado a ver a los demás como si realmente fueran la idea que tengo de ellos. Yo me he creado una imagen de los que conozco, pero, ¿son ellos mismos realmente o son la imagen que yo he imaginado de ellos? Tengo recuerdos, detalles, suposiciones, anécdotas, apariencias, pistas posiblemente equivocadas, un poco de idealización o demonización, algo que sólo es producto de mi imaginación, también algo de verdad, pero… ¿les conozco en todos sus momentos? He construido unos cuantos Frankestein con los retazos que he ido recogiendo de momentos suyos, no de su totalidad. Y, como además tengo prejuicios, les trato como si ellos fueran lo que creen mis prejuicios. Les fijo a una idea y luego me cuesta mucho despegarles, porque me es más cómodo creer que son como yo creo que son o como a mí me interesa, y no me preocupo de terminar de conocerles de verdad. Muchas veces digo de alguien: “qué raro está”. Me parece raro, y no porque esté siendo él mismo en otra faceta de él mismo, sino porque no coincide con la idea que me he hecho de él. Le estanco la idea y ni la actualizo ni la dejo crecer. En mi mente y en mi trato no le dejo ser él mismo. ATENCIÓN No adelantes acontecimientos y quieras darles preponderancia: tu propia búsqueda te llevará irremediablemente al prójimo. El encuentro contigo será el preámbulo del encuentro con ellos. Si tu búsqueda es sincera y no egóica, el prójimo también aparecerá en tus planes. TEN ESTO EN CUENTA Si uno está bien, no tiene sometimiento ni dependencia hacia los demás. Esa autosuficiencia, esa independencia emocional, es muy gratificante. Por eso también es necesaria. Por uno mismo –para no estar engañado- y por los otros –que podrán ser ellos mismos en nuestra mente-. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL El prójimo somos nosotros mismos cuando nos vemos fuera. Los demás y nosotros estamos indisolublemente unidos por la fuerza que da tener la misma raíz, el mismo origen, la misma esencia. Es más lo que nos une que lo que nos separa. Tenemos en común la Búsqueda, el deseo de hacernos realidad, la creencia en algo Superior… y estamos en el mismo planeta en la misma época. Somos hijos del mismo Dios. Somos hermanos. ¿Nos vemos y tratamos como hermanos? CUENTECITO “Se encontraba una familia de cinco personas pasando el día en la playa. Los niños estaban haciendo castillos de arena junto al agua cuando, a lo lejos, apareció una anciana, con sus canosos cabellos al viento y sus vestidos sucios y harapientos, que decía algo entre dientes mientras recogía cosas del suelo y las introducía en una bolsa. Los padres llamaron junto a sí a los niños y les dijeron que no se acercaran a la anciana. Cuando ésta pasó junto a ellos, inclinándose una y otra vez para recoger cosas del suelo, dirigió una sonrisa a la familia. Pero no le devolvieron el saludo. Semanas más tarde supieron que la anciana llevaba toda su vida limpiando la playa de cristales para que los niños no se hirieran los pies”. (Del libro “La oración de la rana”, de Tony de Mello) No hay que precipitarse en los juicios cuando opinamos sobre los otros. RESUMIENDO Los prejuicios pueden conducir directamente al error. Antes de suponer es mejor conocer o es mejor preguntar. Las relaciones se han de cimentar en una apertura preparada para el acogimiento sin condiciones. Conviene ver al otro como si fuera nuestro propio reflejo en un espejo. El otro soy yo. De algún modo necesitamos a otro para sentirnos reconocidos como personas, para dar y recibir lo que en nuestra naturaleza nos empuja a compartir, para que nos hagan ver nuestra valía y nos llenen un poco nuestras reservas de amor y autoestima. Necesitamos a otro para poder abrazar, para tener un diálogo, para aprender, para comunicarnos, para que nos acompañe, para que nos ayude, para poder sentirnos realizados plenamente en todos los aspectos. Las buenas relaciones hay que promoverlas y promocionarlas, hay que mantenerlas y valorarlas, hay que cuidarlas y hacerlas crecer. Tal vez en la solitaria unicidad no esté la completitud del ser humano. Tal vez, quién lo sabe, nos hemos desgajado de un gran unidad y las relaciones sirvan para recomponerla. No estamos solos en el mundo y no somos exclusivamente individualidades, sino que formamos parte del conjunto denominado Humanidad. Como tal debiéramos ir por la vida, pero no sé cuándo se perdió ese concepto y nunca más se ha intentado recuperar. Amamos a una serie de personas que denominamos familia porque hemos tenido más tiempo de relacionarnos con ellos y eso ha provocado el amor. Tenemos una serie de amigos que también nos resultan queridos porque hemos dedicado un tiempo a tratarles y descubrirles. Si dedicáramos un tiempo a ir conociendo a más personas, a cada una que nos brinde la oportunidad, ampliaríamos el foco amoroso que somos y gozaríamos de poder dar y recibir más amor. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
-
CAPÍTULO 28 – CONSCIENCIA – SER CONSCIENTE Este es el capítulo 28 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. “No somos conscientes de este acto grandioso: estamos escribiendo muestra historia en cada momento”. “Mayor consciencia conlleva mayor responsabilidad”. “Pocas veces percibimos que estemos conscientemente vivos, aquí y ahora, libres de preocupaciones compulsivas por el pasado y el futuro, libres totalmente para experimentar nuestra vida.” (Jacob Needleman) “Ser consciente de la propia ignorancia es un gran paso hacia el saber.” (Benjamín Disraeli) “Para un ser consciente, el existir consiste en cambiar, en madurar, en crearse indefinidamente a sí mismo.” (Henry Bergson) (Consciencia: conocimiento inmediato que el sujeto tiene de sí mismo, de sus actos y reflexiones. Capacidad de los seres humanos de verse y reconocerse a sí mismos y de juzgar sobre esa visión y reconocimiento). (Consciente: dicho de una persona, que tiene conocimiento de algo o se da cuenta de ello, especialmente de los propios actos y consecuencias). Generalmente, no nos damos cuenta de que la consciencia es la suprema manifestación de la vida. Sólo hay vida plena si hay consciencia de la vida. Si no es así, sólo hay un consumo desatento del tiempo del que disponemos para vivir. Ser consciente es el primer y principal paso para Ser Uno Mismo. Hay que tomar conocimiento exacto, íntimo y profundo, de quien está siendo uno por rutina o por desatención, y cuál es la potencialidad que se encuentra aletargada, y hay que conocer también cuáles son los deseos que tenemos para con nuestra vida y modo de vivir, y atender a la propia reclamación -ocasional o frecuente- de solicitud de cambios, allanar ese camino empinado y casi infranqueable que nos parece que es el tan deseado y necesario cambio, y tomar de la mano a ese ser confuso en el que vivimos para no soltarla nunca más y ser nuestros propios padres, nuestros ángeles de la guarda y nuestros más diligentes cuidadores. La consciencia abre el horizonte hasta límites insospechados porque es la verdad, lo cierto, lo que hay, lo que es. La negación, el rechazo, o la ceguera voluntaria, no son la ayuda sino la traba. El único modo decente y atinado de vivir es la percepción nítida, incontaminada y real, de lo que es. Cuanto más consciente seas de lo que atañe a tus intereses, valores, necesidades y metas, mejor te irán las cosas. No ser sensato y consecuente con tu yo interno, con tu yo suplicante, con tu yo despierto o intuitivo, es faltar al compromiso -que contrajiste con la vida al nacer- de hacerla plena y honrada. Es agradable ejercitar la mente, y tienes que creer en esto firmemente, porque cuando uno tiene que tomar consciencia de las cosas, aparece una pereza mental, una irresponsable ceguera en la capacidad de percibir, y una creencia casi firme en la incapacidad de pensar con cordura y actuar con tino, que no son más que excusas para mantenerse en la pereza de seguir viviendo en una inconsciencia que no exige tantas responsabilidades y decisiones como la consciencia. Te conviene más corregir tus errores que pretender imaginar que no existen. Esto es ser consciente: darse cuenta de las cosas, y luchar por procurarse lo mejor para uno mismo, aunque el proceso parta del reconocimiento más o menos doliente de una realidad que es la actual. Es tener el Yo Observador activado todo el día, aunqueesto no es más que el primer paso: el siguiente, tras haber observado la verdad, y haberte dado cuenta de que hay otros modos o resultados mejores, y de que te gustaría ser o proceder de alguno de esos otros modos, es ponerte en acción, tomar el mando y modificar cuanto haya que modificar siempre que sea para bien. Te conviene más mantener tus valores conscientemente que de un modo inconsciente, y examinarlos en vez de mantenerlos como asuntos incuestionables. Todo puede cambiar y casi todo debe cambiar. Ser inconsciente no te libera de la responsabilidad, sino que te responsabiliza aún más, ya que la obligación de cuidar de ti y darte lo mejor o lo más conveniente es exclusivamente tuya. Nunca encontrarás a un culpable auténtico de tu irresponsabilidad que no seas tú. Tienes que estar atento a las tentaciones para evitar hechos desagradables; tienes que hacer frente a tus impulsos de bloqueo o evitación, y no ser gobernado por ellos. Si comprendes el contexto más amplio en el que vives y actúas, serás más eficaz; vale la pena que intentes comprender tu entorno y el mundo general que te rodea. Para ser eficaz tienes que ampliar tu conocimiento propio. El aprendizaje tiene que ser una forma continua de vida. Cuanto más te conoces y comprendes, mejor será la vida que puedes crear. El auto-examen es un imperativo de la existencia. Vivir de forma irreflexiva conllevará, antes o después, el fracaso vital, algo nada recomendable para nadie. Hay que llegar al punto de lograr que vivir de manera consciente sea implicarte totalmente en la tarea que en ese momento estés haciendo. La elección de vivir de forma consciente depende de otros factores: se refiere a interesarte y conocer realmente lo relacionado con tus actuaciones, objetivos, valores y comportamientos, para avanzar en su mejora continua. Vivir conscientemente, es hacerte responsable del conocimiento correcto de la acción que estás llevando a cabo. La apuesta por una vida consciente es apostar por la responsabilidad con la realidad, reconociendo en ella lo que es y lo que no es, no centrarte únicamente en lo que te gusta o no. Conviene que tengas clara la idea de que vivir de forma consciente, supone, en relación a la forma inconsciente: Pensar, pese a las dificultades, frente a la comodidad y el no pensar. Apostar por el conocimiento, ante las opciones de mantener el desconocimiento, independientemente de si supone un reto o no. Asumir, percibir y en definitiva, vivir el presente tal y como es, en lugar de evitarlo y promocionar la fantasía continua. Enfrentarse a uno mismo, ante la posible evitación de nosotros mismos. Fomentar la voluntad para ver y corregir errores, frente a la repetición continuada de dichos errores. Apoyar los aspectos racionales frente a los irracionales. La realidad es la que es, agradable o desagradable, en lugar de su evitación. Respeto y promoción de la verdad, en contraposición con su ocultación. Buscar la independencia personal, en lugar de la dependencia. Promover la acción o actitud activa, ante la pasividad. Buscar la claridad frente a elementos oscuros o indefinidos, sin tener en cuenta las dificultades que encontremos. La apuesta por el riesgo comedido, luchando contra miedos o temores, en vez de encallarnos en la falta de voluntad. La honestidad personal, frente a la deshonestidad. Ser conscientes de que tenemos una serie de derechos, por ejemplo, el de decir No, cuando consideremos que esa es nuestra postura. Como ves, no es sano que ni otros ni el inconsciente decidan por ti. Has de ser independiente, promover el auto-conocimiento, y todo desde el interior, que seguramente te dará muchas más sorpresas positivas de las que piensas. El pensamiento autónomo te conducirá a vivir conscientemente, que es uno de los objetivos para alcanzar el auto-conocimiento. ATENCIÓN Ser consciente es vivir en lo consciente; ser un inconsciente es vivir en el inconsciente. Es muy curiosa esta analogía entre los estados o divisiones de la mente, y los estados de vivencia. Vemos así, claramente, cuál predomina en cada uno. No debemos ser de cierto modo y no haber decidido previamente cómo queremos ser. Vivir nuestra vida es una responsabilidad demasiado seria como para dejarla que discurra de un modo inconsciente. Bajo ningún concepto debemos cometer el desastre irreparable de vivir sin saber por qué vivimos, cómo, de qué modo, con cuánta atención o, incluso, quién vive nuestra vida. Tenemos la maravillosa opción de poder elegir y debemos aprovecharlo. SUGERENCIA DE TRABAJO Para cada una de esas situaciones que quieras comprender, escribirás: “La dificultad de permanecer consciente en esta situación es…” y a continuación, lo más rápidamente posible y en aproximadamente ocho líneas completas todo el texto. Luego haces lo mismo, con esa misma situación, completando rápidamente estos inicios de frase: “Lo bueno de ser plenamente consciente en esto es…”, Para finalizar, completar: “Si yo permaneciera plenamente consciente en esto…”. Ahora repite el ejercicio con otras situaciones habituales. Seguramente al releer lo que hayas escrito te encontrarás algunas sorpresas. Si quieres que este ejercicio sea útil, te recomiendo que durante los siete días siguientes a su realización, apliques mediante acciones concretas las mejoras que puedes haber indicado o promovido en el ejercicio. RESUMIENDO Ser consciente es una gran responsabilidad. No ser consciente es muy cómodo, es permanecer en lo habitual, lo que uno se ha acostumbrado, pero, cuando lo acostumbrado no da satisfacciones, cuando la vocecita de la conciencia reclama otro modo, otra vida, no queda más remedio que escucharla y obedecerla. Cualquier esfuerzo que te requiera se verá compensado con creces por la persona que emergerá tras una toma de contacto con la auténtica realidad que a veces esconde la inconsciencia. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
-
CAPÍTULO 27 – CONSCIENTE – INCONSCIENTE - SUPRACONSCIENTE Este es el capítulo 27 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. Advierto antes de entrar en este capítulo que nunca he encontrado uniformidad de ideas ni definiciones en lo que voy a tratar, pero no creo que eso sea realmente importante. Más que el nombre con que se defina, es importante tener clara la idea de que es cierto que existen esos tres niveles básicos, que son distintos pero están interrelacionados, y que todos ellos nos gobiernan y nos condicionan. Por supuesto que esto no pretende ser un curso de psicología ni un estudio de la mente, sino una explicación aunque sea básica pero comprensible. Hay que tener en cuenta que hablamos de estados o niveles intangibles y que no hay una frontera clara que separa uno de otro, sino que se solapan un poco o se va diluyendo uno en otro. EL CONSCIENTE El consciente es el estado en el que “creemos” estar siempre, menos al dormir. En realidad sólo estamos realmente en el consciente en el momento en que nuestra consciencia está manifestándose plena y atentamente y nosotros estamos observando atentos y nos damos cuenta de las cosas. Asociamos estar despiertos a estar conscientes, pero no siempre es así. Es la parte con la que uno se identifica como persona, porque es donde se tiene la percepción del ser físico con el que nos sentimos identificados, por ello todo lo consciente es reconocido y asumido. También es el lugar donde la mente tiene conciencia del Yo, y donde está la lógica o lo racional, la inteligencia, lo analítico, lo verbal, y es donde se reflexiona controlando el proceso mental y donde podemos tomar decisiones. El PRECONSCIENTE (O subconsciente según otros autores) Podemos llamar de cualquiera de estos modos a ese espacio o estado mental en que no somos absolutamente conscientes pero tampoco somos del todo inconscientes. Es como una zona intermedia donde se ponen en contacto el consciente y el inconsciente. Mi experiencia de utilidad y utilización me dice que es un espacio mental donde puedo dejar las preguntas que no soy capaz de responder con el pensamiento o la inteligencia; me parece que ahí actúa algo que pudiera ser el supraconsciente, el inconsciente colectivo, la información de los archivos akáshikos, la sabiduría ancestral, o como queramos llamar a ese “algo” que se encarga de buscar información veraz y útil y ponerla a nuestro servicio. En mi caso, hago mi pregunta, la dejo ahí, y en otro momento y en el mismo sitio, me dejan la respuesta. En muchas ocasiones la respuesta a las dudas que no he podido resolver conscientemente me aparecen, ellas solas, al despertar o incluso en el propio sueño tengo la respuesta. No es mi respuesta, puesto que yo no la he elaborado, o por lo menos no mi Yo Consciente. Es una respuesta Superior, o una respuesta de mis conocimientos atávicos, pero siempre es correcta y acertada. Es interesante hacer pruebas hasta conseguirlo. Parece que es el estado ideal para hacer relajaciones o meditaciones, porque seguimos manteniendo parte de la consciencia activa, pero al mismo tiempo gozamos de un estado Alfa, o sea de menor actividad cerebral y cierta relajación. Es una zona intermedia donde lo que habita en el inconsciente se prepara para hacerse consciente. Es la zona donde se construyen las frases, donde se establece el orden cronológico de las cosas, se rellenan los vacíos entre las ideas aisladas, se busca la relación causa-efecto de las cosas, donde justificamos las ideas y razones… EL INCONSCIENTE “Si procuramos llevar a cabo una exploración de nosotros mismos para realizar nuestro auténtico potencial, debemos empezar por aprender el lenguaje del inconsciente.” (Liz Green) “Negar el inconsciente, y lo inconsciente, es negar la realidad. Todo lo que hay debemos sacarlo a la luz, y no condenarlo a perpetuidad a la oscuridad del inconsciente”. “El inconsciente no es algo malo por naturaleza, es también la fuente de bienestar. No sólo oscuridad sino también luz, no sólo bestial y demoníaca, sino también espiritual y divina.” (Carl Jung) “El poder del inconsciente se basa, precisamente, en que no somos conscientes de él”. Cada vez que se habla del inconsciente se pone el mismo ejemplo: es como un iceberg. Queda a nuestra vista sólo una parte, pero sabemos que hay otra parte, aunque esté oculta, que es inmensamente más grande. En el inconsciente, ese grandísimo desconocido, metemos y encajamos como podemos muchas cosas a la vez. Cuando no queremos responsabilizarnos de algo que hayamos hecho o dicho, nos excusamos diciendo que “ha sido inconscientemente”, y parece que eso nos libera de cualquier responsabilidad y nos podemos quedar tan tranquilos. Como si nosotros nos fuéramos responsables de eso de algún modo. En general culpabilizamos al inconsciente de todo lo malo que hay en nosotros, de lo que no nos gusta de nosotros, de lo que no queremos asumir como de nuestra responsabilidad, diciendo como excusa que “nosotros no hemos sido, ha sido el inconsciente”. Es, también, el gran almacén en el que acumulamos las capacidades innatas en desuso y, al mismo tiempo, lo atávico y todo lo desconocido y, además, aunque lo utilizamos poco, es un excelente instrumento a nuestro servicio al que se accede a través de un estado de relajación en el cual permitimos que lo consciente se aproveche de lo inconsciente, o accedamos a él para resolver los asuntos que necesiten ser resueltos. La fuerza de nuestras rutinas y reacciones, está en que son y se manifiestan de un modo inconsciente. Para deshacer las costumbres y las reacciones –sobre todo si están sin actualizar-, la única solución es que el consciente tome el mando absoluto y se haga cargo también de lo inconsciente. Allí se siente todo como si fuera real, tanto lo pensado como lo realizado; no hay censura moral, por lo que pueden convivir de un modo incluso armónico las tendencias inmorales con la más elevada espiritualidad. Se supone que ahí siguen latentes las situaciones que no se han liquidado por completo, incluso aunque estén aparentemente olvidadas, pero allí siguen, afectándonos, hasta que hagamos algo para evitarlo liquidándolas. No existe la contradicción. Todo es válido por eso de que no existe una censura moral o una ley a respetar. Están las ideas correctas y las equivocadas, las últimas incorporaciones y las que ya no usamos, y como nos sirven de referencia cuando actuamos del modo habitual, o sea, inconscientemente, las que están equivocadas influyen en el pensamiento con el agravante de que creemos que el pensamiento que nos aporta nuestra mente es nuestro pensamiento. No es así, porque es solamente el pensamiento de nuestro inconsciente condicionado, confundido, cargado de miedos y complejos, asustado y mal educado. Todas las experiencias permanecen almacenadas junto a la calificación que les dimos en su momento, o la emoción que archivamos asociada. Por ejemplo, si en nuestra infancia un perro nos ladró, y lo recordamos de nuestro mismo tamaño, además de fiero y con una boca descomunal que nos podría comer de un solo bocado, asustándonos con esas fauces espantosas y aquellos ladridos tan atemorizantes, puede que al ser adultos sigamos sintiendo lo mismo ante un perro, aunque sea manso y tan pequeño que sin duda podríamos deshacernos de él. De todo esto se deduce la repetida necesidad de conocer lo que tenemos allí almacenado y decidir qué se quiere hacer con ello; de valorar cada pensamiento y verificar si es propio o es del inconsciente, y de ser y estar en lo consciente. Estar conscientes es, sin duda, el mejor y más efectivo antídoto para evitar ser afectado por el inconsciente. Sólo de este modo podremos lograr que una fuerza tan inmensa y poderosa trabaje a nuestro servicio en vez de seguir siendo nosotros sus esclavos. Manejarse bien con el inconsciente es una tarea que requiere voluntad serena y constancia, tiempo, silencio, y entender su idioma sin palabras con paciencia, sin ideas preconcebidas, sin metas y sin desesperación. Es muy conveniente entrar en esta zona y revisar lo que tenemos allí, para conocerlo y actualizarlo, y para saber lo que opinamos realmente nosotros conscientes de las cosas que acoge; después es conveniente verbalizarlo, porque si hacemos el proceso de actualización sólo en el pensamiento, no llegamos a desarrollarlo del todo, porque damos por supuesto que ya sabemos la respuesta y que ya tenemos una contestación para esa pregunta o cuestión… y repetimos la anterior. VISTO DE OTRO MODO Tenemos que saber esto: la mayor parte de lo que somos pertenece y se ubica en lo inconsciente. Lo consciente dura el tiempo efímero de pensarlo o pronunciarlo, e inmediatamente desaparece de la consciencia y vuelve a almacenarse en lo inconsciente hasta que lo volvemos a necesitar. El inconsciente es, hasta este momento, incognoscible e infinito. En él habita lo que nos motiva, lo que nos hace reaccionar, también lo que nos pone zancadillas, lo que ni siquiera sospechamos, el origen de lo que estamos siendo… Si queremos conocernos tenemos que conocer nuestro inconsciente. Averiguando cómo funciona nos será más fácil saber por qué actuamos y nos comportamos como lo estamos haciendo. Conociendo sus estratagemas, sabremos cómo relacionarnos mejor con él. ATENCIÓN La relación con el inconsciente ha de ser habitual y fluida. Es una tarea complicada porque su lenguaje y el del consciente son distintos, pero hay que hacerlo en el modo que sea posible. Su lenguaje no es verbal, sino más bien simbólico. En los sueños y en las relajaciones más profundas encuentra su mejor capacidad de expresión. No hay que asustarse de lo que encontremos en él porque no hay censura moral y, por lo tanto, no hay que asombrarse ni escandalizarse porque se manifieste con naturalidad todo lo inmoral que nuestra conciencia y nuestra consciencia nos obligan a renegar y rechazar. No existe un orden cronológico, ni hay una clara diferenciación entre lo que es realidad y lo que sólo es algo pensado o imaginado. No existe la contradicción: todo puede aparecer como “normal”. De ahí emana toda la fuerza de la psique: si está bloqueada, la persona se encuentra disminuida en lo físico, lo afectivo y lo mental, lo cual produce tensión interior, malestar, e insatisfacción, que pueden llegar a la angustia, irritabilidad, trastornos digestivos, etc… Pero es también el sitio donde residen los impulsos primarios: la inteligencia del instinto, la sabiduría del cuerpo, los instintos de supervivencia y reproducción, los impulsos afectivos, vitales e instintivos, y la fuerza interior que nos puede movilizar. Hay que recordar que en el inconsciente vive todo en una desordenada anarquía. Si alguien me pregunta qué opino de Dios, tengo que ir al preconsciente para extraer la información y construir la frase que exprese mi opinión actualizada, porque pueden convivir dentro de uno el amor infinito e incondicional hacia Él con el odio infantil que manifestó cuando murió su abuelo, junto con el pensamiento de injusticia que se siente cuando se piensa en el hambre y las guerras que hay en el mundo; también se le puede culpabilizar a Dios o agradecerle las lágrimas que han brotado ante un amanecer, o ante el amor, o se le puede acusar por su abandono. Todo está dentro del inconsciente, sin poner fecha y sin orden de prioridad. Al tener que construir la respuesta es cuando se descarta lo que ya no vale en el día de hoy, y es cuando uno mismo puedo enterarse de lo que sí piensa realmente. Además, desde la última vez que uno actualizó la respuesta a esa pregunta seguramente habrá adquirido nueva información, habrá oído o leído algo más, habrá descubierto algo nuevo… y si no se actualiza, no evoluciona la respuesta y no evoluciona uno. EL SUPRA-CONSCIENTE (O Súper-consciente) Se podría entender como la parte espiritual del inconsciente. Es el espacio de los mundos superiores, de la clarividencia, de las transformaciones místicas y, posiblemente, de la fe. Para Jung, el Supra-consciente es el patrón psíquico capaz de dirigir de forma magistral la naturaleza racional, emocional e instintiva de nuestro pequeño “ego” o “yo inferior”. De esta manera, Jung ofrece una visión más holística del ser humano, porque añade este aspecto liberador y trascendente de nuestra consciencia. Se han determinado varias características que posee este nivel, que se manifiestan al afectar a la consciencia cotidiana: profundidad, interiorización, elevación, expansión y ampliación, desarrollo y activación, potenciación, sensación de despertar espiritualmente, iluminación, beatitud, gozo, renovación o regeneración, resurrección, y liberación. Este tipo de conciencia carece de programación externa, puesto que no procede de un grupo de conceptos adquiridos o inducidos, sino que emana directamente de nuestra conciencia primordial, coincidiendo de este modo, en ocasiones, en su contenido, con la conciencia que está presente en otros seres vivos del planeta y formando, por tanto, una nueva entidad del consciente: la Supra-conciencia. Esta llamada Supra-conciencia no es nada nuevo. Lo que sí puede ser algo nuevo es la creciente sensibilidad de las personas ante ella. Cuando los valores tradicionales de las sociedades entran en colapso, la sensación de presencia de una conciencia y consciencia superior que nos unen aumenta, bien por necesidad de sentir que permanecen unos valores, o mejor dicho, principios universales, o bien porque al quitarnos la venda del ego vemos más claramente que, lejos de programaciones adquiridas, poseemos el discernimiento de lo que globalmente es bueno para el organismo común del que formamos parte, que es la Tierra o el Mundo. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL Aquí sí que entramos en fabulaciones porque todo lo que escriba a partir de ahora es indemostrable, y se basa en unas suposiciones más o menos lógicas, en intuiciones, en deducciones más o menos acertadas, o bien en opiniones y experiencias de iniciados y maestros espirituales. El Supra-consciente podría ser la región donde se encuentra lo divino que todos llevamos implícito en nuestra naturaleza, donde está Lo Superior y, por tanto, la Conciencia Superior; donde habitan las experiencias de encarnaciones anteriores y quizás la propuesta de futuro y donde reside la intuición, que es la expresión natural del alma. Yo quiero creer, aunque no puedo demostrarlo, que la intuición es la sabiduría que hemos ido acumulando en encarnaciones anteriores. Dentro de nosotros, y sin que nos demos cuenta, funcionan unas leyes que nunca hemos escrito expresamente, pero que acatamos. Una de ellas es la conciencia. Sabemos cuándo algo está bien o mal según nuestro criterio. A otra gente puede parecerle algo distinto, pero nosotros, si estamos obrando de acuerdo con nuestros principios, acataremos y defenderemos lo que dicte nuestra conciencia. No es una justicia fría de aplicar lo legislado según unas normas generales quien lo dictamina, sino que es como si fuera la voz de Dios dándose cuenta de la honradez de los actos y pensamientos. RESUMIENDO Si estás interesado en saber más de lo relacionado con este capítulo podrás encontrar en otros sitios una inagotable información. Esto es lo básico y es lo que hay que saber para seguir hacia los siguientes capítulos. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
-
CAPÍTULO 26 – SER NIÑO Este es el capítulo 26 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. “En el fondo de todo adulto yace un niño eterno, en continua formación, nunca terminado, que solicita cuidado, atención y educación constantes. Ésta es la parte de la personalidad humana que aspira a desarrollarse y a alcanzar la plenitud.” (Jung) “El hombre es un niño que ha dedicado toda la vida a limitarse, a verse limitado y a aceptarse limitado”. (Henri Michaux) “Os digo de verdad: si no volvéis a ser niños no entraréis en el reino de los Cielos” (Mateo, 18-3 – Sagrada Biblia) “Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquello que desea”. (Paulo Coelho) “Debemos escuchar al niño que fuimos un día y que existe dentro de nosotros. Ese niño entiende de instantes mágicos”. (Paulo Coelho) “Al hombre le interesa lo real, como tal, aunque no sea deseable. Al niño le importa lo deseable, como tal, aunque no sea real”. (Armando Montiel) “El que escribe en el alma de un niño escribe para siempre”. (Anónimo) Tómate un descanso y dedícale el tiempo que sea necesario a responder a esta pregunta antes de seguir leyendo: ¿qué echas en falta de tu infancia? Tic… tac… tic… tac… No hay prisa. Dedícale todo el tiempo que requiera. ¿Has respondido ya? Si no lo has hecho, vuelve atrás: no te hagas trampas. Si eres como el 99% de las personas, habrás respondido “jugar”, en primer lugar, y “reír más”, en segundo. Seguro que has sentido una especie de tristeza al darte cuenta de esto. Es lógico. Poco a poco fuimos desaprendiendo eso de ser niños. Luego hicimos un trueque mal planteado y cambiamos ser adulto por ser niño sin quedarnos con lo bueno del niño. Quizás el algún momento alguien nos engañó y nos dijo que ambas cosas eran incompatibles, o una trágica responsabilidad nos dijo que había que dejarse de juegos y de irresponsabilidades, que había que sentar cabeza, que ya pasó el tiempo de los juegos… ¡cómo nos engañan o cómo nos engañamos! Cuando nos ponemos nostálgicos nos da por añorar la infancia y las cosas de entonces. Los que ya no tenemos madre, añoramos aquella época en que sí la teníamos; añoramos a los amigos de la infancia, los juegos, las carcajadas, la ingenuidad, los días que eran más largos, la calle, la escuela, la falta de preocupaciones y responsabilidades… pero recordamos con nostalgia, sobre todo, la sensación de estar en el mundo de otro modo: de estar en un mundo de juegos y risas, de no ser conscientes de la vida –en el sentido actual, el de la gran carga y las obligaciones indeseadas- y de creer en que la infancia sería infinita. Nos hemos hecho adultos y hemos perdido la inocencia. Y esto debiera ser motivo de una pena desconsolada, de un llanto muy intenso, de dejarse sentirlo penosamente tal como realmente nos duele… Luego, cuando uno se haya recuperado, tras enjugarse el llanto, debiera ser el momento de una toma de decisiones para tratar de recuperarla, para seguir siendo así a veces, niño tierno, íntegro y feliz, niño eterno. Esto es para pensarlo. VISTO DE OTRO MODO Todos llevamos dentro, más o menos escondido o tal vez negado, un niño juguetón, libre, alegre, simpático, un poco travieso… es aquel que correteaba feliz por nuestra infancia, y que tal vez se quedó con nosotros, pero oculto, renegado, exiliado. Por eso de que nos hemos hecho solamente “mayores”, y nos hemos creído que ambos son incompatibles, y por eso de que la sociedad no recibe bien un niño en un adulto, y que la seriedad y las responsabilidades nos han acaparado, el niño queda relegado al silencio y el olvido. Volver a descubrir a tan querido pequeño personajillo, y sacarle a la luz muy a menudo, es una tarea noble a la que deberíamos dedicar una parte importante de nuestro tiempo y nuestro presente. La alegría pura no viene del adulto; la alegría espontánea, explosiva, sincera, y la carcajada sin censura, la broma noble, la sonrisa verdadera, el juego, el brillo resplandeciente de los ojos… todo eso es provocado por el niño. El contacto habitual con ese niño es imprescindible, porque sólo él nos puede procurar algunos de los ingredientes de los que se carecen en la gravedad árida de la edad adulta. Muchas veces nos tomamos demasiado en serio la vida y a nosotros mismos. La vida –también- es reír, ser felices, gozar… ¿qué otro sentido puede tener que sea más noble y más agradable? SER NIÑO El niño es el experimentador, la intuición, la confianza y la esperanza, el optimismo, la creencia en el porvenir sin miedos, la des-pre-ocupación, el que presta atención exclusiva al momento, el que se deja absorber por la vida y se llena de ella atrevidamente, el que es absolutamente consciente de la tarea en la que se enfrasca. El adulto, por el contrario, es quien cree que ya ha experimentado y no es necesario experimentar, el que antepone la lógica a la intuición, el que tiene un optimismo moderado y un poco pesimista, el que duda del porvenir por si acaso, el que siempre anda por el pasado o por el futuro mientras se pierde el presente, el que se inquieta innecesariamente, el que desconfía de la vida y piensa en las trampas que cree le tiene reservadas, el que hace una cosa mientras piensa en otra. Es claramente ganador el niño, y más aún el Niño Libre. REFLEXIONES Si hay una buena razón para llorar, esta es la ausencia del niño que fuimos. Más bien del niño que seguimos siendo en alguna parte de nuestro interior. Hay más de una buena razón para buscarle. La alegría y el optimismo que va a aportar a nuestra vida, es impagable. La esperanza y confianza que nos traerá nos permitirá tener una visión más generosa de la vida, y nos hará redescubrir un mundo que sentimos como perdido. Seguir siendo niño es tan importante como ser ahora adulto. O más. Recuperar el niño es una aventura con grandes premios y una satisfacción por encima de muchas otras satisfacciones. Seguramente habrás pensado muchas veces en que te gustaría reencontrarte con algún amigo de la infancia, o volver en algunos momentos a tu infancia, o ser como eras entonces. Está al alcance de tu voluntad. Propóntelo y pon toda tu capacidad al servicio de lograrlo. Lo puedes conseguir. TRABAJA EN ESTO ¿Quién te dijo que tenías que dejar de ser niño? ¿Cuánto tiempo hace que no le dejas salir y mostrarse? ¿Cuánto tiempo que no te relacionas con él en su cuarto de jugar? ¿Y cuánto tiempo que no le das un abrazo? ¿Le echas en falta? ¿A qué estás dispuesto por recuperarle? ¿Y por poder manifestarte como un niño? ¿Cuánto darías por tener sus ojos? ¿Y por su inocencia? DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL “Dejad que los niños se acerquen a mí” Ya sé que esto que vas a leer a continuación puede sonar como una tontería, pero… ¿y si el sentido de la frase indica que es nuestro Niño Interior el que tiene que acercarse a Dios? El adulto está lleno de prejuicios y se cree en posesión de mil verdades; es analítico, escéptico, mental… ¿un mental puede acercarse a Dios que es todo corazón? “Os digo de verdad: si no volvéis a ser niños no entraréis en el reino de los Cielos.” (Mateo, 18.3) La clave es “ser como niños”. Muy importante. ¿Y qué es el Reino de los Cielos? ¿Una promesa a largo plazo y del todo indefinida? ¿Otro algo en lo que hay que creer sin ver? ¿O el Reino de los Cielos está en la Tierra, o está dentro de uno mismo, o es Uno Mismo? Si quiero Descubrirme dentro de mí, ¿cómo lo haré?, ¿como un adulto, con la mente escudriñadora y cuestionándolo todo, o con los ojos abiertos, receptivos y hambrientos de Descubrir del niño? “Ser como niños”…los niños confían en sus padres y en todos aquellos que les cogen en brazos o le muestran amor. Los niños se sorprenden continuamente, ¿hemos de ser como niños por la capacidad que tienen de sorprenderse?, ¿por la imaginación sin límites que tienen? Será mejor que seamos muy niños para tener opciones a ese Reino de los Cielos que, sea lo que sea y esté donde esté, suena bien. Incluso aunque ya estemos en este momento en ese Reino, está bien ser niño. ATENCIÓN ¿Qué es ser niño? Ser niño, y ser niño libre preferentemente, es retomar la parte lúdica, feliz y no obsesionada con las preocupaciones, que corresponde a una parte de tu personalidad equivalente a la que viviste durante la infancia. Las diferentes etapas de la vida no son estancas. No eres niño un día y al día siguiente eres joven, ni pasas de la noche a la mañana a ser adulto, ni de ser adulto a ser anciano. Esas divisiones que hacemos no solamente corresponden a edades diferentes, sino a arquetipos que tienes que vivir a lo largo de la vida. Hay momentos en que tienes que ser adulto, aunque tengas cuatro años, y otros momentos en que debieras ser un niño grande o un niño eterno, pero niño al fin y al cabo. Saber encontrar el equilibrio, de cuándo ser uno u otro, es lo adecuado. Pero lo importante es ser niño siempre, a todas horas, aunque haya momentos en que tengas que llevar el niño discretamente oculto, aunque el adulto le tenga que tranquilizar y acallar un poco en alguna situación, pero que esté siempre ahí, que se manifieste a menudo. Ya lo sabes: las bromas y las sonrisas de los niños gustan a todo el mundo. Ser niño es también no abandonar la inocencia, para poder sorprenderse con las cosas que van pasando; es no olvidar la sonrisa, es amar de todo corazón con todo el corazón, es jugar con la vida y en la vida; ser niño es abrazar a quien quieres, ser feliz sin necesitar un motivo, y desdramatizar la vida. (Te puede interesar leer el capítulo “Los estados del yo”) OBSERVA ¿Qué hacen los niños?, ¿Cómo son? - Aprenden sin pensar en que existen los errores. - Juegan por el mero placer de jugar. - Son libres para manifestar sus deseos. - No ven la necesidad de respetar todas las normas. Saben que algunas son inútiles. - Son sanamente egoístas, en el sentido correcto. - Se manifiestan inocentemente. - Expresan todos sus sentimientos. - Dicen lo que piensan y lo que sienten. - Todo les provoca risas o sonrisas. - Se toman la vida sin prisa. Pregúntate… ¿Podría comportarme más a menudo como niño? TRABAJA EN ESTO Este es un jueguecito simpático que puedes hacer (como si fueras un niño.) Si has descubierto que a veces eres demasiado serio y duro contigo, y si ya has comprendido que es importante recuperar la relación con tu niño, escribe todo lo que se te ocurra a partir de estas frases: NO LE VOY A CASTIGAR A MI NIÑO POR… NO LE VOY A PROHIBIR A MI NIÑO… A PARTIR DE AHORA, MI NIÑO Y YO VAMOS A… VENTAJAS DE SER MÁS NIÑO… QUIERO SER MÁS NIÑO PORQUE… ¿Y QUÉ PASARÍA SI FUERA MÁS NIÑO? SOLUCIONES O SUGERENCIAS Observa a los niños. Vete a un parque, míralos por la calle, en sus juegos, en su forma de ser; fíjate en tus hijos o sobrinos como si fuera la primera vez que los vieras; observa, y aprende , cómo son, cómo sienten, cómo actúan, cómo piensan… tienes ahí unos grandes maestros dispuestos a enseñarte, o a recordarte, lo que es ser niño. Date cuenta de lo que te gusta de ellos, y proponte hacerlo tú a partir de ahora. No te doy pistas. Descúbrelo por ti mismo. RESUMIENDO Esa parte tan tierna de ser niño, o de volver a ser niño habitualmente, a menudo tan desatendida y olvidada, es algo que conviene recuperar a la mayor brevedad posible, y que conviene promocionar para que se manifieste muy a menudo. Aporta unas sensaciones que ninguna otra cosa puede aportar, y si uno deja que se manifieste libremente, ese niño va a hacer felices a muchas de las personas de su alrededor. Por eso, y por la propia higiene y salud mental, conviene que salirse de ese continuo adulto, tan agraviado y malhumorado, y ser dichosamente niño cuando es el momento apropiado para serlo. No se puede negar al niño diciendo que ya acabó su tiempo. El niño sigue, afortunadamente, vivo y esperándonos con los brazos abiertos. El contacto con él será, sin duda, una fuente de satisfacciones, y una innovación placentera en nuestra forma de ser y mostrarnos. Absolutamente recomendado. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
-
DESDE EL BALCÓN Ella me miraba desde el balcón y yo le devolvía la mirada y una sonrisa desde la calle, donde jugaba. Entonces no sabía cuánto iba a añorarla después a ella y a su sonrisa. Porque después, cada vez que quería recordar a mi madre ella se asomaba al balcón, me amaba con su cuidadosa vigilancia, me alentaba con su sonrisa, me lanzaba un beso con su mano y hacía el gesto de que me abrazaba. La carencia de esos abrazos en los que rendirme mansamente es el dolor más grande que conozco. No poder decirte que te quiero, madre, me quema en la garganta y en el alma y en la vida. Francisco de Sales (Más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
-
CAPÍTULO 25 – SER LIBRE – EL SER LIBRE Este es el capítulo 25 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. “La libertad es el derecho a ser tú mismo.” (Anónimo) “Más urgente que la libertad es la desatadura”. (Anónimo) “Toda comunidad que impone a sus miembros una cierta limitación de su individualidad engendra fuerzas sombrías” (Dürckheim) “Sólo la felicidad te permite ser libre; sólo la libertad te hace feliz”. “La libertad es el derecho que tiene todo hombre a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía.” (José Martí) Después de escribir el título, y cuando me disponía a meditar sobre lo que quería exponer con respecto a él, he tenido que hacer una pausa larga porque, por ese amplio sentido que tiene la palabra “ser”, se podía entender como “estar en situación de libre”, o podía escribirse con letras mayúsculas y sentido mayúsculo haciendo referencia a… EL SER LIBRE. Ya hemos sentido la necesidad de Ser Uno Mismo, pero ahora podemos matizar y decir Ser Uno Mismo Libre, porque ser y sentirse libre permite esa gozosa experiencia de poder sentirse y expresarse sin miedos y sin fronteras, sin autocríticas, sin juicios ni castigos. Ser libre para que se manifieste libremente nuestro Ser. Ser Uno Mismo Libre es permitir que la condición que somos, el foco de luz que brota de nuestra condición, el centro del Centro que nos habita, se muestre con naturalidad. De nuestro auténtico interior no puede brotar nada que necesite de un control o una censura, porque todo es pureza. Al no haber intenciones extrañas, ni composturas falsificadas, ni estar contaminados por lo material o lo externo, todo lo que emanamos es auténtico, inmaculado, con divinidad… Ser Uno Mismo Libre puede parecer al principio algo meramente utópico, solamente teórico, casi impensable y del todo imposible. Lejano. Ajeno. Un privilegio de los privilegiados. Pero no sólo no es así, sino que es la aspiración natural del ser humano. Hay un grito que invoca desde el interior reclamando poder expresarse como realmente es. Hay una necesidad vital acallada. Hay una reclamación desatendida. Ser Uno Mismo Libre es el derecho del Ser de poder manifestarse tal como es. Cualquier impedimento a su libertad no hace sino retrasar el momento de la aparición de lo auténtico. Las barreras exteriores impiden la salida del que realmente somos, y hasta que no nos quitemos la máscara del personaje y sigamos engañados, no dejaremos que se muestre el Ser Esencial. Sólo la libertad te hace puramente feliz, sólo la libertad te permite ser plena y conscientemente libre. Uno se cree libre hasta que se da cuenta de sus ataduras. Entonces comienza la larga búsqueda interna en la que uno es el explorador y el que se pone las zancadillas, amigo y traidor, fiscal y defensor; uno se encuentra con que los miedos atan, los temores frenan, las dudas inmovilizan, el no descubrir encadena, y la tristeza aprisiona. Si hay asuntos que te traban, es bueno que dediques el tiempo necesario para sentirlo tal como es, y que no lo dejes en una sensación casi inconsciente de que es así. Es conveniente que sientas que es una realidad y no una metáfora. Si no llegas a sentir con dolor y rabia esas trabas reales… ¿para qué seguir a por otra cosa si no tienes ésta resuelta? Las trabas son realidades que te están sucediendo, continuamente, a diario. Un miedo, el que sea, te ata y no te deja ser libre. Una duda que te estanca, no te deja ser libre. Una creencia, un trauma, una inconsciencia, como muchas otras cosas, son trabas. Ahora es tiempo de que las identifiques y les pongas nombre. Y que las llames por su nombre. Por ejemplo, si tienes miedo a expresar tus sentimientos, reconócelo, acéptalo, admítelo, incluso quiérelo; cualquier cosa menos negarlo y darlo por irreparable. El siguiente paso es averiguar el por qué, y si ese por qué tiene fundamento, y para qué te sirve o cuánto te incomoda, y si sigues creyendo en la necesidad de seguir padeciéndolo… y así hasta agotar las preguntas, y hasta emparejarlas todas con sus respuestas. Así hay que hacer con las trabas: deshacer el nudo, con habilidad, con amor y paciencia… o violentamente y dándole el mismo final que al nudo gordiano. Poder ser y mostrarse libremente es condición indispensable para que se manifieste el Ser tal como es. De cualquier otro modo, sería raquítico, mermado, muy alejado de su potencial, y crecería la frustración ya vieja de saber que jamás nos mostramos como realmente somos. Te recuerdo que en este caso, como en todos los trabajos de Desarrollo Personal, hay dos necesidades imprescindibles para hacerlo bien: tiempo y silencio. SER LIBRE “Si en los primeros años de mi carrera espiritual me hubiesen preguntado qué quería yo que la gente dijera en alabanza mía, yo hubiera contestado: que digan que soy un santo. Algunos años más tarde habría contestado: que digan que soy un hombre de gran corazón. Y ahora lo que quiero que digan de mí es… que soy un hombre libre”. (Tony de Mello) “Sólo sabiendo lo que me ata podré liberarme”. “Uno se cree libre hasta que se da cuenta de sus ataduras”. El ser humano tiene la opción de vivir sin apegos que le condicionen, ni sentimientos de culpa que le impidan volar libremente, ni ataduras, ni temores que no le permitan sentir. La libertad da la opción de inventar, crear, ser distinto, ser nuevo... aunque en esa libertad puede comenzar el miedo a lo desconocido. Antes de alcanzarla tendrás que vivir una larga lucha interna en la que serás fiscal y defensor, juez y parte, víctima y verdugo. Ser libre te hace responsable. Ya no vale repetir lo que te han enseñado u ordenado en tu infancia. Si te equivocas, ahora debes aceptar que te has equivocado. Ahora tienes vivir el riesgo de decidir y equivocarte, y tienes que asumirlo. Ahora no vale culpabilizar a quienes te maleducaron, a quienes te dijeron lo que tenías que hacer. ¿Y cómo es el modo de ser libre? Mostrándote tal como te lo indiquen tu instinto natural y tu conciencia. Ser libre quiere decir que puedes hacer lo que quieres hacer, lo que te apetece hacer, ser como quieres ser. Es una maravilla. Recuerda que es un reto y tienes que asumir responsabilidades, pero también vas a disfrutar lo que te va a ofrecer esa libertad, que es una bendición. ¡Disfrútala! Entonces... ¿cómo ser libre? Siendo sencillo de una forma sencilla, siendo auténtico de forma auténtica, y siendo libre en absoluta libertad. SER LIBRE Ser libre es asumir el riesgo de equivocarse y aceptar con humildad el error. Ser libre es superar las modas, los tabúes, los prejuicios y animarse a vencer los condicionamientos. Ser libre es conocerse a uno mismo, tomar conciencia de lo que puede lograr y luchar por hacerlo realidad. Ser libre es aceptarse como uno es teniendo la valentía de cambiar aquello que se puede mejorar. Ser libre es asumir la responsabilidad de los propios pensamientos, palabras y actos. Ser libre es ser auténtico, coherente, fiel a lo que cada uno debe ser. Ser libre es romper con el egoísmo que atrapa e impide lanzarse de lleno a la unidad con los demás. Ser libre es mirar a todos con ojos de hermanos sintiéndonos iguales, fraternos, unidos. Ser libre es saber decir "no" cuando es fácil decir "sí", decir "sí" cuando todo impulsa a decir "no". Ser libre es ser fuerte cuando todos son débiles, es gritar en voz alta cuando los demás callan. Ser libre es tener ideales magníficos, soñar con metas altas; es animarse a cambiar y dar la vida en el cambio. Ser libre es reconocer en mi existencia la huella imborrable de alguien que me trasciende del cual vengo y al cual voy. Ser libre no es fácil pero es hermoso y para ello fuimos creados. ¡Para vivir la plenitud de la libertad que es el amor¡ (Anónimo) REFLEXIONES Ser Libre es la forma de evitar las divagaciones mentales que enfrentan “lo que estoy siendo” y “lo que quiero que ser”. No ser libre es volver a las rutinas que tanto nos agobian y tanto mal nos hacen y es seguir dolorosamente estancados, porque cada expresión y cada impulso pasan por la burocracia de los conceptos a veces caducos y las normas que ya deberían estar jubiladas. No ser libre porque uno no se sabe y se siente libre, es un error evitable que acarrea graves consecuencias personales. Debemos fomentar que la pureza que sabemos que somos se exprese como es, y escuchar cada vez más las intuiciones y la sabiduría interna, no entorpecer lo que demuestran que saben, y no poner obstáculos a su experiencia con nuestra testaruda cabeza. La limpieza de lo inconsciente es el paso más recomendable para la comunicación entre el Ser que somos en esencia y el que está siendo. Es una forma de que podamos ser libres. TRABAJA TÚ REFLEXIONANDO ¿Soy consciente de que podría ser libre? RESUMIENDO Ser Uno Mismo es muy importante. Ser Libre no es menos importante. Poder darse el placer de vivir desapegado, descondicionado, descontrolado, dueño de la mente y el corazón, carente de problemas innecesarios, es una auténtica y recomendable delicia. Te garantizo que sea cual sea el esfuerzo y dedicación que tengas que consagrar a esta tarea será, sin duda, tu mejor y más gratificante inversión. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
-
CAPÍTULO 24 – SER UNO MISMO Este es el capítulo 24 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. “Susya, el rabí jasídico, dijo poco antes de su muerte: “cuando llegue al Cielo, no me preguntarán por qué no fui Moisés. Me preguntarán, en cambio, por qué no fui Susya. Me preguntarán por qué no fui lo que solamente yo podía ser.” ¿POR QUÉ NO ERES EL QUE SOLAMENTE TÚ PUEDES SER? (Anónimo) “La derrota personal más profunda que pueden sufrir los seres humanos está representada por la diferencia entre lo que uno es capaz de llegar a ser y lo que uno es”. (Ashley Montagu) “El mejor servicio que puedo hacerme es ser yo mismo”. “El actor, cuando acaba la representación, se quita la máscara del personaje y es él mismo”. “Uno no sólo es el centro de su propia individualidad, sino el Dios de su propia individualidad”. (Antonio Blay) “Si a veces dices sí para no desilusionar a la gente, eso no es amor: es cobardía. Un gran ejercicio es saber decir no”. (Tony de Mello) “Cuando cierro los ojos es cuando realmente empieza YO. Cuando cierro los ojos y siento, entonces soy yo. Yo no soy mi cuerpo, sino su habitante”. “¿Tienes permiso para ser tu mismo?” “Uno no siempre hace lo que quiere, pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere. Aquí lloramos todos, gritamos, berreamos, moqueamos, chillamos, maldecimos… Porque es mejor llorar que traicionar, porque es mejor llorar que traicionarse”. (Mario Benedetti) “Uno no debe conformarse con lo que está siendo. Puede llegar a ser Uno Mismo, y es el mejor premio que se puede conseguir en la vida”. “Nada aporta tanta autoestima y confianza como saberse y ser uno mismo”. “Aprende a distinguir la cara de la máscara. ¿Realmente crees que sabes quién eres?” “Uno ya ES, pero… ¿cómo saberlo y sentirlo?” “Cuanto más ejercitamos lo que somos, más se desarrolla”. “Es básico conocerse lo suficiente como para distinguir cuando uno ES y cuándo ESTÁ SIENDO. Se ES, intrínsecamente, a todas horas, y se ESTÁ SIENDO en momentos puntuales. Uno, ES; el personaje, ESTÁ SIENDO”. “La mayor parte de los hombres prefieren parecer que ser.” (Esquilo) “La forma más común de la desesperación consiste en no ser uno quien es. Una forma aún más profunda es el intento de ser alguien diferente de quien se es”. (Kierkegaard) “Esto es emocionante: jamás en la historia de la Humanidad ha habido nadie como tú, ni lo habrá. Nadie hizo ni hará lo que no hagas tú”. “El viaje más largo es el que se hace hacia el interior de uno mismo.” (Dag Hammarskjöld) “Tú puedes ser lo que desees, solamente existe un obstáculo: tú mismo.” (Paracelso) “No desees ser algo excepto lo que eres, y trata de ser eso perfectamente.” (San Francisco de Sales) Cuando decides “a partir de ahora quiero ser yo mismo”, como no sabes quién eres, y como no te sirve tu propia referencia, parece que no te queda más remedio que compararte con otras personas. Pero otras personas son otras personas. No son tú. Son ellas. Cuando te fijas en cómo son otros, es únicamente como referencia, porque no has de ser como ellos, sino ser tú mismo. En la religión cristiana se habla de un Juicio Final en el fin de los tiempos. Yo creo que cada uno debería hacer Juicios Finales continuos, pero sin necesidad de jueces ni de un tribunal de santos, y analizar cada vez que se hace una cosa importante, por si se hizo bien o mal, con qué intención se hizo, y si le dejó o no satisfecho. En uno de esos Juicios Finales, deberías imaginar que ya han pasado muchos años de tu vida, prácticamente todos, y eres ya un viejecito sentado en un sillón que se pone a revisar lo que ha sido su vida. Van apareciendo casi todas las cosas que el recuerdo tiene almacenadas de todo lo que has vivido. Si alguien te mira a la cara en esos momentos, verá cuáles recuerdos son agradables, porque una sonrisa los delatará, y cuáles fueron tristes o dramáticos, porque una mueca seria lo revelará. ¿Qué veríamos más en tu caso? ¿Sonrisas o seriedad? Hay momentos en tu vida que son dramáticos pero tú no tienes la culpa, como el fallecimiento de un ser querido, pero hay otros momentos en tu vida que son tristes porque tú no te has preocupado de hacerlos felices. Desde ese sillón del futuro, tras haber revisado tu vida -tarea que puedes adelantar y hacer ahora mismo-, puedes hacerte una gran pregunta: ¿Quién he sido yo? También te puedes hacer otra pregunta: ¿Quién estoy siendo? Te sugiero que hagas este ejercicio antes de seguir adelante. Tic… tac… tic… tac… Quizás te cueste responder a la pregunta; quizás te dé por divagar y saltar de un asunto a otro, o cambies el quién he sido yo por el cómo he sido yo o cómo me he visto obligado a ser… La mente puede volar de un asunto a otro. El objetivo de la pregunta no es otro que el de llevarte a la gran pregunta, una vez que has visto el descontrol que hay en tu interior, la falta de claridad en cuanto a quién y por qué, y esa vida tan desorganizada o tan perdida que ha aparecido en el análisis. SER… ¿PERO QUIÉN? Ser quien solamente tú puedes ser. No has de ser Krishnamurti, porque ya lo es él, y si lo fueras ya no serías tú sino que serías Krishnamurti. Ni has de ser Buda, ni Teresa de Calcuta, ni Claudia Schiffer, ni Bill Gates, porque ya lo son ellos. Es el ego quien buscar ser alguien –y alguien importante, triunfador o famoso- porque teme ser nadie. No puede soportar ser nadie. ¿Quién ser? pues un humano, uno más del montón; uno que ha venido a vivir su vida y trata de ser todo lo feliz que pueda, trata de hacer felices a los demás si puede, y tratar de sentirse a gusto consigo mismo –sobre todo esto-, con las cosas que piensa y que siente, y con las cosas que hace. ¿Quién ser? yo mismo, el que soy, el que me ha tocado ser. El que me acompaña desde que nací, el que se manifiesta desde mi interior; un ser preferentemente feliz, que vive en paz consigo y con el mundo. ¿Quién ser? la materia y el espíritu en perfecta armonía. Siento, cada vez con una firmeza más indestructible, que tengo algo de divino o que incluso lo soy, que soy mágico, que tengo un alma que es mi Maestra y mi Guía, que soy espíritu también, que busco a mi Dios y a mi manera. ¿Quién ser? es importante saber, cada vez que me haga una pregunta, desde qué nivel me la estoy haciendo, para contestar también desde ese mismo nivel. Posiblemente una pregunta racional no entienda una respuesta de los sentimientos, y viceversa, como tampoco una pregunta hecha en japonés entiende una respuesta en árabe. Si yo me pregunto quién he de ser, desde lo más profundo de mi alma, no estoy esperando una respuesta que me hable de bienes materiales y ascensos en mi trabajo: espero una respuesta que le recuerde a mi ser profundo quién es, aunque ahora no lo esté mostrando; espero una respuesta íntima, preferentemente sin palabras, de alma a alma, de corazón a corazón. Si la pregunta la hago desde el aspecto físico -y debo recordar que no he de renunciar a que también soy un cuerpo físico- la respuesta debe ser tangible, perfectamente comprensible, mental y racional, y será, sin duda, en función de algo de mi vida física o relacionada con los demás. Soy… -y aquí pongo mi nombre y apellidos para empezar a tener seguridad en el resto de respuestas-, añado mi profesión u ocupación para tener aún más concreción, y mentalmente o frente al espejo, veo mi cuerpo y me identifico aún más. He de ser… -y aquí la respuesta tarda más en producirse-. Lo primero que aparece no termina de satisfacerle a mi totalidad: si contenta a lo material, deja indiferente o incluso desalienta a lo espiritual. Se crea el eterno conflicto mente-sentimientos. Sigo profundizando porque si no está resuelto lo material, quizás la espiritualidad no encuentre la calma necesaria para manifestarse. Me recuerdo otra vez -lo necesito constantemente- que soy materia y soy espíritu: las dos cosas. No sólo la que más me apetece en un momento determinado, y m re tengo que recordar que conseguir la convivencia en armonía de ambas partes me conducirá, como único camino, a la integridad. Lo íntegro es aquello a lo que no le falta ninguna de sus partes. La respuesta, por supuesto, es absolutamente personal, intransferible, irrepetible, y cada uno debe buscarla por sí mismo y en sí mismo, disfrutando de un poco más de claridad si comprende lo anterior. Ahora verás posibles respuestas que no deben ser tomadas como modelos, sino como bases. ¿Por qué no eres el que solamente tú puedes ser? PENSAMIENTOS Ser, ¿Quién? Uno mismo. Lo que hoy puedo alcanzar, no otro distinto, porque ya no sería yo; sería una buena intención, una ilusión, el mejor de los deseos, pero no se debe ser quien no se es. No se puede buscar uno donde no está. Hay que tocar la realidad primero, saber las medidas y los limites, valorar y reforzar –si es necesario- las fuerzas y las capacidades. Después, sin arrebatos, todo consciencia, hay que ir dibujando un retrato de quién NO se quiere ser. Y a partir de ahí el resto es, sencillamente… complicado. Búsquedas y finales que me llevan al principio. Tendré preguntas de las cuales parece que huyen las respuestas correctas. Y tendré dudas, muchas dudas. Pero si tengo por lo menos el proyecto, inacabado siempre, de lo que NO quiero ser y, por lógica, si estoy atento, descubriré lo demás: lo que SÍ quiero ser. Ser, el que yo siento que tengo que ser. Tal vez un alma sensible, o unos ojos que ven todo con otros colores, o una esperanza, o una calma, o un humano en constante crecimiento… Ser la única forma de persona con la que me pueda sentir a gusto y en paz; ser la única forma de persona con la que me sienta identificado, con quien no tenga que fingir, ni luchar, ni hacer un esfuerzo por agradar o agradarme… ser quien llevo dentro, desarrollar mi interior, dar vida y crecimiento al proyecto que aún soy. Convertirme en Yo Mismo. Ser la individualidad que debo ser. Ser el conjunto único de cualidades, virtudes, procesos y cosas que nadie más que yo podrá ser. Ser, simplemente ser. Ser humano. Me refiero al significado comúnmente aceptado: personas con debilidades y con fallos. Debo ser una persona que se muestra como es, con dudas, con días buenos y días malos. Debo ser una persona que se muestra como tal, sin cosas que ocultar, sin tabúes, sin complejos, sin falsas apariencias, mostrando mi actual realidad para que sea aceptada como es. Mostrar lo que soy y lo que tengo: inseguridades, alegrías, pesimismo, sueños, esperanzas, desconsuelo… Freud creía que la represión era una manera de mantener a raya lo que él denominó el “ello”, que es el receptáculo interior de lo que llamamos nuestras “necesidades inferiores”. Después se ha averiguado que no solo reprimimos los impulsos más “inferiores”, como la agresividad y la sexualidad, sino que también se aprende a contener parte de la energía y la curiosidad innatas. Todo ello para adaptarse a las condiciones del medio. Pero así como reprimimos nuestras posibilidades “inferiores”, también reprimimos las más elevadas, y también de ellas nos defendemos: se produce el miedo a la propia grandeza y la huida de todo aquello que podríamos ser… ¿por qué tememos nuestra propia grandeza?... ¿por qué vamos por el mundo usando solamente una fracción de nuestras posibilidades?... Aquí surge, otra vez, la necesidad de autoconocimiento, la necesidad de conocer los motivos y las causas de nuestra vida, porque así como en el ejemplo de la semilla del peral, que sabe que tiene que ser un peral y no otro árbol, y cuando se propicien las condiciones de tierra, humedad y temperatura será un peral, en las personas no suceden igual, porque no sabemos qué tenemos que ser, cuál es nuestro propósito en la vida, ni cuál es el sentido de nuestra existencia. SER… ¿PERO POR QUÉ? Porque es uno de los motivos de la vida, quizás el único. Porque es la única opción de encontrar la libertad. Porque uno no está siendo el que quiero ser, estará siendo el que no quiere ser. SER… ¿PERO CÓMO? Pues tal como dicte mi conciencia, del modo en que me sienta yo mismo, y cuidando que la armonía se instale a perpetuidad. Siendo yo mismo aunque eso no siempre me proporcione palmaditas en la espalda ni aplausos. Siendo real, sin mostrarme distinto de quien soy, evitando los modelos bien aceptados para quedar bien, o siendo consciente -en ese caso- de que estoy actuando, no siendo. No exigiéndome lo que no soy y lo que no tengo, no comparándome con otros, no creando conflictos innecesarios en mi interior, no forzándome a ser de un modo distinto a como soy, no siendo voluble en función de mi estado de ánimo o de las circunstancias ajenas, no tratando ser el que los demás piensan que soy ni el que quieren que sea. Cada quien decidirá cómo quiere ser, pero estas son unas buenas opciones. SER SENCILLO Aunque me hayan inculcado lo contrario. La sociedad de consumo, y la educación que recojo de la calle o en mi propia familia, me insinúa que sencillo es equivalente a fracasado. Expresan que hay que ser el mejor, cueste lo que cueste, porque el mundo no es de los mediocres ni de los pusilánimes. En este mundo predomina la competitividad, hay que ser más apto que los demás, hay que destacar, aunque sea llamando la atención con la actitud y los modos, y hay que machacar a quien sea si es necesario para conseguirlo. Eso nos inculcan de algún modo. Los héroes y los triunfadores son los que destacan y se quiere ser uno de ellos. Hay que ser aparente: tener el mejor coche, la mejor marca de ropa, incluso por encima de lo que me permiten las posibilidades. Quien es sencillo no encaja en la sociedad actual. Se clasifica como un hippie caducado, una persona sin carácter ni personalidad, un pánfilo, o un esotérico lunático iluminado que está la mayor parte del tiempo en las nubes; en resumen, alguien no muy bien aceptado. Ser sencillo, en cambio, es ser verdadero, espontáneo, obrar con llaneza, no tener doblez ni engaño, no tener artificio y decir lo que se piensa. O sea, un Ser natural que se muestra en su forma natural. Rara avis. Ser sencillo permite la tranquilidad de no ir cargado del oropel y la pompa que requieren algunos de los personajes que interpretamos. Ser sencillo es Ser Uno Mismo sin preocuparse, sin intentar engañar, sin aparentar lo que no es, aceptando las cosas de la vida, y estando en ella sin hacer mucho ruido. Es estar relajado ante las cosas que van sucediendo en la vida y aceptarlas como parte de la tarea de vivir. Es ser natural, accesible, humano. Es tener claro que casi todo es superfluo. Es comprender que no necesito “ser algo”, sino simplemente “ser”. Para ello es necesario Descubrirse, poner en su orden exacto la propia escala de valores y, si es necesario, trazar una nueva en la que se incluya lo que realmente apetezca, aquello que realmente se valore, lo que es importante para uno, y hacer un pacto para autorizarse a ser sencillo. Reconocer que casi todo es sobrante, que las cosas sólo valen lo que uno esté dispuesto a hacer por ellas, que se puede vivir sin ostentaciones y sin hacer ruido, que la naturalidad no requiere ningún esfuerzo y la sencillez es uno de los mejores ingredientes de la naturaleza humana. Si eres capaz de entender la delicia que es “ser nadie” tendrás más fácil alcanzar y disfrutar la sencillez. SER AUTÉNTICO O sea, el legítimo, el verdadero. Espontáneo y natural. Puro. No el que los demás quieren que seas. No una mala imitación, ni una réplica, ni el cincuenta por ciento de lo que puedes llegar a ser, sino el que realmente eres. Si sólo estás siendo una parte de quien realmente eres, aún no eres el auténtico. Para ello, si es necesario, romperás con lo acostumbrado, romperás la idea errónea de ti. Y tal vez romperás, sin que tú lo decidas, con algunos compañeros de tu entorno, a los que quizás llamas amigos, porque se darán cuenta de cuán lejos de ellos te encuentras y no les interesas siendo auténtico. Y he escrito interesas muy conscientemente, porque sus intereses era lo único que te unía a ellos. Romperás también, esta vez por decisión propia, con todo lo ilusorio, lo provisional, lo falso, los oropeles, lo que carece de base, lo que se rige exclusivamente por intereses o apariencias. Para ser auténtico tienes que romper con algunas ataduras que parecían lindos lazos y con la idea que tenías de ti y de otras cosas; adquirirás la responsabilidad de tu propia vida de un modo absoluto, te dejarás de lloriqueos y quejas infantiles, y buscarás con ahínco lo natural y profundo que hay en ti. Todo no son ventajas… por eso decimos de alguien que es auténtico cuando es honrado y es fiel a sus orígenes y convicciones. Cuando podemos decir que es él mismo. Ser auténtico es poder disfrutar de casi todos los mejores adjetivos de los que disponemos: verdadero, puro, espontáneo, natural, creíble, franco, sincero, leal… Sin duda, poder ostentar estas cualidades es un argumento más que suficiente para empezar a ser auténtico. Porque, además, es Ser realmente Uno Mismo, permitirme ser como realmente es. Ser Uno Mismo es lo máximo. SER… ¿PERO CUÁNDO? Siempre. En todos los instantes de todos los momentos. No hay momentos en los que sí tienes que ser y otros en los que no. Todos los segundos te pertenecen, todos te van construyendo, todos quedarían vacíos sin ti. En el proceso de vivir no hay vacaciones. Puede haber momentos más relajados, de aparente desatención, pero hay que seguir alerta, con la atención afinada, en la tensión serena de la leona a punto de saltar sobre su presa, teniendo la intuición muy pendiente de que la vida es la suma de todos los instantes y de todos los momentos, y todos y cada uno de ellos pueden aportarte la calma, la delicia, los sueños o el éxito. Cada momento es el momento óptimo de Ser Uno Mismo. Este Ser Uno Mismo no es un espectáculo que se monta para asombrar a los demás, sino que es el hecho de vivir consecuentemente con los principios básicos que vienen implícitos en cada uno, genéticamente o por la Gracia Divina. Ser en la ducha, en la conversación más banal, en el mercado, cuando soy amante y cuando soy amado, en todos los segundos que vivo, porque todos me van haciendo y porque todos quedarán huérfanos si yo no estoy en ellos. Sólo uno puede Ser Uno Mismo. Nadie más. No hay suplente. Sólo la integridad absoluta siempre concede ese título honorable y honorífico. Y no hay momento menos importante que otro. Puedes y debes conseguir que en los momentos que aparentemente no pasa nada, sean momentos de un contacto aún más directo contigo mismo, y que sean momentos de una vigilancia que está atenta a no dejar de Ser Uno Mismo, y tienes que seguir siéndolo en los momentos de calma, en los de estruendo y en los de desatención. Ser siempre, porque sólo los muertos no pueden ser. SER… ¿PERO PARA QUÉ? Para cumplir el compromiso adquirido cuando decidiste vivir. No creo que estar en esta vida sea pura casualidad, ni que sea irrelevante. Para tu vida es primordial vivir y tu responsabilidad como gobernante es realizarte plenamente, acumular el máximo de momentos de felicidad, sentirte a gusto y en paz, tener un concepto justo y equitativo de ti mismo, despertarte sin miedos y acostarte con la conciencia tranquila. Todo esto sólo se consigue desde la integridad total, para eso hay que Ser Uno Mismo, para no ser un usurpador, un parásito, un derrocador del maravilloso acto de vivir desde la mejor opción de Ser Uno Mismo y disfrutarlo. ¿QUÉ ES SER UNO MISMO? Es el proceso de Desarrollo y Actualización de lo que se es por sí mismo, en esencia. Sacarlo a la luz en su plenitud, y no sólo pequeños retazos. Este trabajo se realiza desde adentro hacia afuera. Se hace en el interior y se manifiesta en el exterior, teniendo clara la premisa de que cuanto más ejercitamos lo que somos más se desarrolla. La forma de averiguarnos es preguntándose a menudo. ¿Estoy siendo realmente yo mismo? ¿Expreso mi integridad en la que se aúnan el hecho de habitar en este mundo con el de no renunciar a mí ni a mi espiritualidad? ¿Dedico tiempo a Descubrirme para saber quién soy? ¿Soy yo mismo aún en presencia de otras personas y en todas las ocasiones? No hay que olvidar que vivimos en un mundo de prohibiciones, expresas o sutiles, y que socialmente está casi prohibido Ser Uno Mismo, y se acepta mejor ser lo que se espera de uno, o ser lo que es más conveniente ser. PARA OBSERVAR Quizás se te ocurra preguntar: ¿cómo o cuándo se sabe que uno ya Es Uno Mismo? No te preocupes. Tranquilo. Cuando lo seas, los demás te lo harán saber, incluso en alguna ocasión con cierto disgusto por su parte, pero, sobre todo, el más fiable eres tú, que cuando ya lo seas te darás cuenta de un modo irrefutable. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL Ser Uno Mismo es una propuesta. Ser nadie, es otra. Quizás el mejor servicio que se puede hacer al mundo sea que desaparezca el “yo”. Entonces podrías quedar convertido en vehículo de lo divino. Si te pones al servicio de Él, te llevará por donde debas ir. Una propuesta interesante aunque desconcertante… RESUMIENDO A esto venimos al mundo: a Ser Uno Mismo. Es tu tarea cósmica o tu reto espiritual, o lo más humano y crudo que te puedas imaginar: has venido a ser el que nadie más puede ser, el que has sido destinado a ser. Búscate en tu esencia, y no te prives de mostrar al mundo a ese ser maravilloso. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
-
CAPÍTULO 23 – ERRORES EN LA BÚSQUEDA DE LA AUTOESTIMA Este es el capítulo 23 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. (Te sugiero que, aunque creas que tienes una buena autoestima, leas lo que sigue. Son algo más que consejos para quien tiene mala autoestima) Hay una tendencia inconsciente, injusta y dañina, que consiste en criticar a los demás para sentirse mejor. En las críticas ponemos al descubierto las deficiencias o debilidades ajenas, y eso nos produce un agradable sensación de superioridad. Se nos olvida que nosotros fallamos en otras cosas, pero, el pobre consuelo, es que en el motivo de la crítica, somos mejores. Es una “victoria” fácil, en la que no hemos corrido ningún peligro. Aunque con esto consigamos subir nuestra autoestima, será con una trampa que, para honrados buscadores como somos, no ha de ser admisible. Quien base su estima personal en las riquezas materiales que haya conseguido, o en el éxito en su trabajo, o en los halagos que recibe de los demás, pero no es capaz de valorar que lo trascendente es la sensación personal e íntima, más que los aplausos externos, pierde la oportunidad de valorarse en lo que realmente es su valor personal y su auténtica realidad. En este erróneo caso, su autoestima será siempre circunstancial y estará condicionada por factores externos, que son ajenos por tanto. (Lo que sigue a continuación son extractos de un libro de Nathaniel Branden) - Nuestras respuestas ante los acontecimientos dependen de quién y qué pensamos que somos. Los dramas de nuestra vida son los reflejos de la visión íntima que poseemos de nosotros mismos. Por lo tanto, la autoestima es la clave del éxito o del fracaso. También es la clave para comprendernos y comprender a los demás. - De todos los juicios a que nos sometemos, ninguno es tan importante como el nuestro propio. La autoestima positiva es el requisito fundamental para una vida plena. - La autoestima esa la suma de la confianza y el respeto por uno mismo. - Tener una autoestima baja es sentirse inútil para la vida; equivocado, no con respecto a tal o cual asunto, sino equivocado como persona. - Tal vez no podamos jamás estar satisfechos con nosotros mismos a causa de la aportación negativa de los demás, o porque hemos faltado a nuestra propia honestidad, integridad, responsabilidad y autoafirmación, o porque hemos juzgado nuestras acciones con una compresión y compasión inadecuadas. - Desarrollar la autoestima es desarrollar la convicción de que uno es competente para vivir y lo merece y por lo tanto enfrentará la vida con mayor confianza, benevolencia y optimismo, lo cual ayudará a alcanzar las metas y experimentar la plenitud. Desarrollar la autoestima es ampliar la capacidad de ser felices. - Alcanzar el "éxito" sin alcanzar una autoestima positiva es estar condenado a sentirse como un impostor que espera con angustia que lo descubran. - Así como el aplauso de los otros no genera nuestra autoestima, tampoco lo hacen el conocimiento, ni la destreza, ni las posesiones materiales, ni el matrimonio, ni la maternidad o paternidad, ni las obras de beneficencia, ni las conquistas sexuales, ni las cirugías estéticas. A veces estas cosas pueden hacernos sentir mejor con respecto a nosotros mismos por un tiempo, o más cómodos en determinadas situaciones; pero comodidad no es autoestima. - Lo trágico es que la mayoría de las personas buscan la auto-confianza y el auto-respeto en todas partes menos dentro de sí mismas, y por ello fracasan en su búsqueda. - La autoestima positiva se comprende mejor como una especie de logro espiritual, es decir como una victoria en la evolución de la conciencia. - El estado de una persona que no está en guerra ni consigo misma ni con los demás, es una de las características más significativas de una autoestima sana. La autoestima es la base de esa serenidad de espíritu que hace posible disfrutar de la vida. - La autoestima es la reputación que adquirimos con respecto a nosotros mismos. - A veces la gente llama "pensar" al mero reciclaje de las opiniones ajenas, no al verdadero pensamiento. La independencia es una virtud de la autoestima. - La auto-aceptación es la prueba definitiva de la autoestima. Aceptarnos a nosotros mismos no significa carecer de afán de mejorar o evolucionar. Lo cierto es que la auto-aceptación es la condición previa al cambio. - Si aceptamos lo que sentimos y lo que somos, en cualquier momento de nuestra existencia, podemos permitirnos ser plenamente conscientes de la naturaleza de nuestras elecciones y acciones, y nuestro desarrollo no se bloquea. - Aceptar no significa necesariamente "gustar"; significa experimentar, sin negación ni rechazo, que un hecho es un hecho. Aunque no guste o no cause placer lo que se ve cuando uno se mira al espejo, aún se puede decir: "Ése ó ésa soy yo, en este momento. Y no lo niego. Lo acepto". Eso es respeto por la realidad. RECORDAR: no sostener una relación de rivalidad con la propia experiencia que se esté viviendo. MEDITAR: sobre esta frase "Lamento mis errores pasados, pero no creo que la manera de redimirme sea empeorarlos rechazando de nuevo mis deseos". Cuando luchamos contra un bloqueo, éste se hace más fuerte; cuando lo reconocemos y aceptamos, comienza a desaparecer, porque su existencia continua requiere oposición. El objetivo es poseer un concepto de nosotros mismos resistente y positivo, y valorarnos más allá de nuestra habilidad o falta de ella en cualquier ámbito concreto, y más allá de la aprobación o desaprobación de cualquier persona. La intransigente severidad hacia nosotros mismos no es algo de lo que nos debamos jactar. Nos vuelve pasivos e impotentes. No inspira cambios sino que nos paraliza. Sufrir es la más fácil de las actividades humanas; ser feliz es la más difícil. Y la felicidad requiere, no que nos rindamos a la culpa, sino que nos emancipemos de ella. (Lo que sigue a continuación es de un autor cuyo nombre desconozco) - Es importante que quede claro que la Autoestima no es algo fijo ni inamovible; de hecho, puede cambiarse ya que se va formando a lo largo de nuestra vida. Para que sea potenciada es importante observar los factores que influyen en la formación de la misma porque, conociéndolos, estaremos en condiciones de modificarlos y corregir aquellos aspectos que limitan la confianza en nosotros mismos. - La forma en que cada quién se percibe y se valora a sí misma, influye en la calidad de vida personal. - La palabra Autoestima está compuesta por dos conceptos, el de "auto" que alude a la persona en sí y por sí misma y "estima" que alude a la valoración. Por lo tanto, podemos definir la Autoestima como la valoración que hace una persona de sí misma. - En nuestra vida cotidiana existen personas o circunstancias que ocasionan que dudemos de nuestra importancia. Por eso hoy en día la frase de Goethe "La peor desgracia que le puede suceder a un hombre es pensar mal de sí mismo", es actual y real. - La Autoestima es parte fundamental de la realización del ser humano porque este amor a nuestra persona nos lleva a una buena salud física y mental, a una mejor productividad y a una mayor creatividad. - La Autoestima permite descubrir nuestras capacidades, además de valorarlas y saber utilizarlas. En pocas palabras, somos capaces de crear, construir y aprender a ser felices. - La Autoestima no nos lleva a un egoísmo o a una actitud soberbia sino a la humildad, pues esto nos permite poner los pies en la tierra; conocernos; saber cuáles son nuestras limitaciones y cuáles nuestras capacidades y a partir de ello, realizarnos como personas. - Cuando la Autoestima es negativa, nuestra salud se resiente debido a la falta de confianza en nosotros mismos para afrontar desde una perspectiva positiva los sucesivos retos que nos presenta la vida, ocasionando que nuestra calidad de vida no sea todo lo óptima que pudiera serlo. ALGUNAS CLAVES PARA MEJORAR NUESTRA AUTOESTIMA: - Aceptarnos tal como somos. Para ello hay que tomar conciencia de nosotros mismo cuestionándonos acerca de nuestra autovaloración y reflexionando sobre los modelos familiares y culturales que están influyendo en la opinión que tenemos de nosotros mismos. - Intentar cambiar los modelos negativos por otros positivos que fomenten nuestra Autoestima. - Evitar compararnos con otras personas, puesto que cada persona es única y singular; además, que al compararnos siempre encontramos a alguien que a nuestros ojos es mejor o más feliz. REFLEXIONES Decía Franco Battiato en una canción “prometo no abandonarme nunca más” y este es uno de los principios básicos no sólo del camino del Descubrimiento, sino de todo el Proceso de Vida: el respeto a Uno Mismo. Porque cualquier cosa que yo no haga por mí, es una falta de respeto; porque cualquier principio mío íntimo, profundo, sincero, que yo no respete, es un atentado contra mí; porque faltarme al respeto en mi dignidad de ser humano, es una afrenta; porque he de respetar mis ideas y mis decisiones, a pesar de los desaciertos; porque he de escuchar la sabiduría de mi cuerpo y respetarla; porque he de respetarme a mí mismo en los momentos de hundimiento. MIS PENSAMIENTOS Yo soy Yo y esta es mi situación actual. No la niego. Pero tampoco me voy a estancar en ella. Voy a emprender la noble tarea de restituir mi autoestima al lugar que le corresponde. POR SI NO LO SABES EL CONOCIMIENTO HACIA NOSOTROS MISMOS Y LA AUTOESTIMA. (Basado en algunas ideas de Nathaniel Branden) Es evidente que cuanto mejor nos conozcamos mejor sabremos las necesidades reales que tenemos para sentirnos mejor con nosotros mismos. La autoestima es un asunto de creencias, emociones y sensaciones. Nuestra realidad casi nunca tiene que ver con la idea que tenemos de nosotros mismos. Todos los que padecen una autoestima baja tienen tendencia a infravalorarse, desvalorizarse, despreciarse, no aceptarse, sentirse a disgusto consigo, odiarse, maltratarse… en resumen, atentar contra la propia dignidad personal. La dignidad es el concepto que uno tiene de sí mismo como persona, sobre todo en cuanto a ser merecedor de algo. A la hora de auto-valorarnos no sólo cuenta nuestra opinión más o menos equivocada o pesimista, sino también cómo nos valoraron nuestros educadores, cómo nos afectan el montón de censuras y reproches que nos hayamos hecho, qué opinan y dicen los demás de nosotros, qué creemos que los demás opinan de nosotros pero se callan y no lo dicen… todo ello, y alguna otra cosa más, nos llevan al desequilibrio psicológico y la inestabilidad emocional que es la falta de una autoestima correcta. Si fuéramos plena y certeramente conscientes de nuestros valores –y esto es fácil si usamos la misma vara de medir para nuestras cualidades que para nuestros defectos-, valores que sin duda tenemos, porque todos somos buenos por naturaleza y todos somos buenos en algo, nos resultaría mucho más fácil convencer a nuestra autoestima de su auténtica valía. El conocimiento perfecto y absoluto es tarea difícil sin un largo proceso de Descubrimiento y Realización, y no sólo por el hecho de que somos seres en continuo cambio o evolución, sino porque tenemos demasiadas facetas y es difícil llegar a todas. Lo que sí es posible es conocerse todo lo que se pueda, conocerse más y mejor, y sobre todo conocerse de un modo sincero. Este conocimiento es imprescindible para tener estabilidad y equilibrio, tanto en el plano emocional como en el psicológico. El conocimiento justo nos lleva a la valoración justa, que es el preámbulo de la autoestima justa. No es ecuánime aprovechar el momento de la auto-valoración propia, que ha de ser una tasación intachable, para ponerse todas las zancadillas, para airear todos los menosprecios, o para realizar todas las auto-venganzas pendientes. Y, aún en el peor de los casos, cuando uno descubre que vale poco –y sólo hará este descubrimiento si se compara con otro, porque comparándose consigo mismo no es posible medir si uno vale poco o mucho-, si uno descubre que cree que vale poco, eso no es importante, porque todos estamos abiertos al crecimiento y a valer más y, además, en este momento, para empezar a mejorar la autoestima, nosotros somos la única materia prima con la que contamos y hemos de aceptarla y quererla con todo nuestro amor. Hay dos formas de valorarse: por lo exterior –por cómo son nuestras acciones, comportamientos, atención a los demás, valores sociales, etc.- o por lo interior –nuestra auténtica naturaleza, la capacidad de amar, generosidad, integridad, etc.-, y tenemos que ser objetivos: ni justificaciones, ni desprecios, pero sí reconocer las limitaciones y no marcar metas imposibles que nos llevarían a la frustración. Seamos realistas en todos los aspectos, como ha de serlo el proyecto que emprendamos de modificación de conductas y de aspiraciones para el presente y el futuro. Aquí tienes una propuesta que te harán reflexionar acerca del conocimiento que tienes de ti. Coge papel y bolígrafo y responde. ¿Qué palabras utilizarías para describir a la persona que te gustaría ser? ¿Qué palabras utilizarías, sin reparos ni limitaciones, para describirte? ¿Qué distancia consideras, sinceramente, que hay entre las palabras que utilizarías para describir tu yo deseable y las que utilizarías para describir tu yo real? · Recuerda y describe lo más específicamente posible, un momento en tu vida en el que crees que te acercaste más a tu yo deseable. ¿Qué pasó en esa situación que te hizo sentir así?, ¿Qué hiciste para cambiar la situación? · Igualmente recuerda y describe lo más específicamente posible, un momento en tu vida en el que crees que te alejaste más de tu yo deseable. ¿Qué pasó en esa situación que te hizo sentir así? ¿Qué hiciste para cambiar esa situación? Indica tres valores en tu vida que son esenciales para ti. ¿Tu forma de vivir se corresponde con esos valores? Según el psicólogo Luis Rojas Marcos, la autoestima es "el sentimiento de aprecio o de rechazo que acompaña a la valoración global que hacemos de nosotros mismos. Esta autovaloración se basa en nuestra percepción de cualidades concretas, como la habilidad para relacionarnos con los demás, la apariencia física, los rasgos de nuestro carácter, los logros que alcanzamos o las cosas materiales que poseemos". También se dice que la autoestima es “la opinión emocional profunda que cada persona tiene de sí misma.” Que es “un estado mental; el sentimiento o valoración personal que hemos aprendido, que podemos variar y mejorar, basado en pensamientos, sentimientos, sensaciones y experiencias que hemos ido acumulando, asimilando e interiorizando cada uno de nosotros”. Y que la autoestima es el propio concepto que tenemos de nosotros. Nosotros hemos creado en nuestro interior una imagen propia, consciente o inconscientemente, que nos ofrece la idea de quiénes somos como personas y lo que valemos. Esta idea puede ser real o no, en cualquier caso es nuestra referencia y base para constituir nuestra guía vital, plantear nuestras metas y buscar ayuda externa si lo vemos apropiado. Estos sentimientos que tenemos en relación a nosotros mismos van a afectar de forma continuada y decisiva en todos los ámbitos de nuestra vida, desde el trabajo a nuestras relaciones familiares, sentimentales, amistosas, etc. La reacción que tengamos teniendo en cuenta los diferentes acontecimientos que se produzcan, dependerán de quién sea la persona que los realice, y qué puedan pensar los demás de cómo somos. Lo externo es un reflejo de nuestra vida interna, siendo clave tanto para comprendernos a nosotros mismos, como para entender a las personas que nos rodean. Por todo esto podríamos decir que la autoestima tiene que ver mucho con la idea de éxito y/o fracaso. Independientemente de los problemas que tienen su origen en aspectos biológicos, prácticamente todas las dificultades psicológicas tienen una parte en la que está implicada la autoestima, que puede ir desde la depresión, angustia, el temor, desorientación vital, consumo excesivo de drogas legales e ilegales, hasta agresiones o inmadurez emocional. Pensemos que nosotros somos nuestros mayores jueces, por lo que hemos de ser ecuánimes y buscar una autoestima positiva como punto de partida para alcanzar una vida plena. Podríamos dividir en este caso, la autoestima en dos: un sentimiento de capacidad personal y otro de valía personal. O dicho de otra forma, podríamos decir que: autoestima es la unión entre confianza y respeto por uno mismo. Se refiere a ese juicio personal, en el cuál cada uno expone su habilidad para afrontar las situaciones vitales, así como su derecho a ser feliz. RESUMIENDO Me atrevo a decir que es el primer paso, o cuanto menos uno de los primordiales y más importantes, sin duda. Mientras no sientas la convicción de que la autoestima es la base sobre la que estás construido, y que todo lo que pongas sobre ti tambaleará si la base no es muy firme, los pasos que des serán vacilantes, inciertos, dubitativos… la autoestima es la medida del respeto y amor que te tienes: falta de autoestima es falta de amor. Y no adecuarla es una falta de respeto casi imperdonable. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
-
CAPÍTULO 22 – LA AUTOESTIMA Este es el capítulo 22 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. (Te sugiero que, aunque creas que tienes una buena autoestima, leas lo que sigue. Hay algo más que consejos para quien tiene mala autoestima) “Prometo no abandonarme nunca más.” (Franco Batiatto). “Las personas con alta autoestima no se sienten superiores a los demás; no buscan probar su valor comparándose con los demás. Disfrutan siendo quienes son, no siendo mejor que los demás.” (Nathaniel Branden) "La peor desgracia que le puede suceder a un hombre es pensar mal de sí mismo." (Goethe) “Autoestima es igual a auto-respeto, y eso no es egoísmo”. “La mayor injusticia que podemos cometer para con nosotros mismos es no desarrollar bien la autoestima. Sólo sentir compasión propia, e instalarse en ella, es una razón que nos condena irremediablemente a una vida miserable”. “La lucha por la autoestima sí vale lo que exige. Sea lo que sea”. (Te sugiero que, aunque creas que tienes una buena autoestima, leas lo que sigue. Son algo más que consejos para quien tiene mala autoestima) Nota.- Este capítulo es amplio porque está escrito desde diferentes puntos de vista. La autoestima es un asunto tan importante, que lo merece. La intención es que lo comprendas bien de uno u otro modo. Disfrutar una buena autoestima es imprescindible, pues estamos construidos sobre ella y es la base de nuestra personalidad. Un día, una querida amiga me dijo que tenía la autoestima baja porque creía que “era nadie”; le contesté que yo, que tengo la autoestima en su sitio, sé claramente que soy nadie. La diferencia entre nosotros está en cómo sentimos la misma cosa. Ella, que sigue enganchada a su Yo Ideal, se da cuenta de que se había propuesto ser alguien, y no lo está consiguiendo, lo que le crea un malestar tan profundo que le afecta a su autoestima. Yo, en cambio, sé claramente que soy nadie, y no necesito ser alguien. Soy Yo Mismo, y soy consciente de que no es necesario ser alguien para ser Uno Mismo, y que ninguna persona es alguien, y que no se necesita ser alguien, sino saber y estar convencido de que no cambia nada por ser o no ser alguien. No vale con decir que la autoestima me venía defectuosa de nacimiento, que no me funciona el motor de la responsabilidad, o que el manual de instrucciones de mi vida me venía escrito en chino mandarín y no lo entiendo. Nuestra responsabilidad es preservarla para que se mantenga intacta y en el nivel correcto. Debemos plantearnos como objetivos básicos aliviar el sufrimiento que su incorrección nos provoca, e incrementar la felicidad, que queda mermada por el mismo motivo. Elevar la autoestima es algo más que eliminar los aspectos negativos: es conseguir los aspectos positivos. Un ser humano merece respeto. Y cada uno es un ser humano. Todos tenemos ciertos yoes que nos ayudan y otros yoes que tratan de destruirnos o, cuanto menos, no colaboran. Todos esos yoes somos nosotros, o sea, forman parte del Yo que los agrupa. Mejor dicho, estamos siendo todos los yoes en este instante. De momento, y mientras no se establezca una autoestima correcta, por lo menos no debemos boicotearnos. A LO LARGO DE LA VIDA ESCUCHAREMOS MUCHAS OPINIONES ACERCA DE NUESTRA VALÍA, PERO NINGUNA ES TAN IMPORTANTE COMO LAS QUE NOS HAGAMOS NOSOTROS. La autoestima se funda en el respeto: uno se ha de respetar a sí mismo si quiere que los demás le respeten. Todos los humanos merecemos amor y respeto pero, por encima de todos, el propio amor y el propio respeto. Es una absoluta injusticia ser generoso y comprensivo con los demás y no serlo con uno mismo. En nuestro nivel de autoestima influye mucho cómo nos sentimos aceptados por las personas que son importantes para nosotros. BAJA AUTOESTIMA: Ir por la vida con la autoestima baja es ir cargado con un lastre innecesario, acompañado de un enemigo traicionero y cruel, y con el freno de mano puesto. De la baja autoestima, o de la falta de ella, es de donde nace una grandísima parte de la infelicidad. Si fuésemos capaces de comprender que somos un milagro, que somos afortunados por poder estar en el mundo y disponer de una vida; si valorásemos la vista, el tacto, los sentimientos, las emociones, el sol, la gente que nos quiere, los abrazos que recibimos, aquel tiempo que pasamos en brazos de nuestra madre… no podríamos hacer otra cosa en todo el día más que dar gracias a Dios. Está demostrado que tanto la autoestima como la asertividad influyen en el sistema inmunológico. Si nuestra autoestima es positiva, nos otorga resistencia, fuerza y capacidad de regeneración. Cuando es baja, es menor la capacidad de enfrentarse a las adversidades de la vida. Caemos ante ellas y eso contribuye aún más a consolidar nuestra baja autoestima. Y ya ni siquiera es el círculo vicioso, sino que es una espiral que cae llevándonos cada vez más hacia el centro de la total desdicha. EL SUFRIMIENTO NOS IMPIDE EXPERIMENTAR LA ALEGRÍA. OTORGAMOS MÁS PODER A LO NEGATIVO QUE A LO POSITIVO. AUTO ESTIMA CORRECTA: La autoestima no ha de ser alta ni baja, sino correcta. La autoestima excesivamente alta puede derivar en orgullo, prepotencia, vanidad, soberbia… Tener una buena autoestima está al alcance de cualquiera, porque no es necesario ser alguien importante o rico o inteligente o triunfador para conseguirlo. Cada uno es lo que es y tiene lo que tiene: circunstancias, vivencias, apoyos, dificultades, y cosas a favor y en contra. La autoestima correcta es saber apreciarnos con imparcialidad, y no crear un héroe donde no lo hay, pero tampoco desdeñarnos, ni menospreciarnos, ni despreciarnos. Tasarnos en la justa medida, en el valor exacto. No engrandecernos si es incierto ni tampoco valorarnos incorrectamente. POSITIVISMO Ni disculpas, ni arrepentimientos. Ni lástima, ni compasión, ni victimismo. Ni detenerse, ni rendirse. Ni amargura, ni agachar la cabeza, ni echar nada en cara. El diálogo con uno mismo ha de ser positivo y constructivo. Vamos a concentrarnos en conseguir éxitos y vamos a desengancharnos de los fracasos. JUSTICIA Vamos a utilizar para con nosotros la misma vara de medir que aplicamos con los demás. Vamos a encontrar la equidad y la justicia en nuestra valoración. Habremos de reconocernos y saber valorar cada uno de los pequeños adelantos. Enhorabuena, lo he hecho bien. Felicitaciones. Y, además, he sido capaz de reconocerlo. Otra vez enhorabuena y felicitaciones. Es imperdonable no valorarse en la justa medida y no respetarse. RESPONSABILIDAD Yo soy responsable de mí. Nadie más. En manos de nadie debo dejar tan importante asunto. PRIMEROS PASOS No es conveniente buscar ni esperar resultados espectaculares desde el primer momento. Este es un proceso lento que ha de ser constante. Que los primeros pasos sean cortos pero seguros. No pretender comenzar con cosas imposibles. Marcarnos una disciplina en que el deseo de mejorar es continuo, en cada oportunidad, en cada situación, en cada pensamiento. Es nuestro objetivo primordial. Deseamos dedicarnos a ello con vocación e intensidad. EVITAR Pesimismo. Críticas desproporcionadas y destructivas. Aburrimiento. Desesperación. Pereza. Impaciencia. Compañías o amistades negativas. Actitudes destructivas. Comportamientos improductivos. FOMENTAR Curiosidad. Creatividad. Confianza. Alegría. Amor. Sistema de premios y recompensas. Balances personales justos. Buscar apoyos y gente que nos anime. Tener una lista con todas nuestras cualidades, valores y talentos, y actualizarla continuamente añadiendo los logros que se van consiguiendo. Pedir ayuda si es necesario. Entusiasmo. Preguntarnos sin miedo. Escucharnos sin miedo. Crear proyectos y realizarlos. SOLUCIONES Y SUGERENCIAS MOTIVACIÓN - Conviene tener claro el concepto del merecimiento. Tener un propósito firme. Encontrar razones y fortalecerlas: Porque lo merezco… Porque no quiero seguir sufriendo… Porque lo deseo… Porque… Porque… Porque… AMOR PROPIO – dedicarte un atento cuidado y caricias constantes. El amor tiene que estar en ti. No tienes que buscarlo fuera. El desamor y la falta de respeto son los peores pecados que uno puede cometer contra sí mismo. VOLUNTAD – y fortaleza y confianza. NO FALLAR – bajo ninguna excusa ni concepto. Ganarás en credibilidad si no fallas, con lo que fortalecerás la autoestima. RESPETO – personal en cualquier circunstancia. COMPRENSIÓN – has de reconocer que en este momento eres víctima de tu nivel de autoestima, pero también tienes que comprender que eres responsable de llevarla al sitio adecuado, ya que mientras no esté equilibrada tú serás el sufridor de ello. Reconocer que uno se ha equivocado es demostrar que hoy se es más sabio que ayer. COMPASIÓN - La autoestima no es merecedora de lástima, sino de valoración justa y precisa. En vez de sentir compasión, mejor sentir con pasión. Si quieres, puedes. VOLUNTAD DE PERDÓN – si la comprensión ha sido correcta, verás que ya no es necesario el perdón. Pero si crees que necesitas perdón, que sea del todo sincero, generoso, cariñoso, abierto, muy humano… MENTE EN BLANCO SIN ANOTACIONES DEL AYER – es lo mejor: empezar de cero, sin victimismo ni culpabilidad. DIGNIDAD PERSONAL – Uno ha de considerarse merecedor de lo bueno: una buena vida, una buena personalidad, un respeto inmejorable. IDEAS Muchos personas opinan que la repetición de frases con orientación positiva refuerzan o modifican las ideas interiores personales y que son útiles para terminar de convencer a lo dubitativo que habite en nuestro interior. Por si te son de utilidad, te relaciono algunas. Además, puedes crear más y usarlas, personalizadas, exclusivas para ti. AFIRMACIONES SOBRE UNO MISMO QUE APOYAN LA AUTOESTIMA: - Yo tengo derecho a existir. - Yo tengo un gran valor para mí mismo. - Yo tengo el derecho a satisfacer mis necesidades y deseos, y el derecho a considerarlos importantes. - No estoy en la tierra para cumplir las expectativas de nadie; mi vida me pertenece. Y esto vale igualmente para cualquier otro ser humano. Cada persona es el propietario de su vida y no está en la tierra para cumplir mis expectativas. - Yo no me considero propiedad de nadie y no considero a nadie propiedad mía. - Yo soy una persona encantadora. - Yo soy una persona admirable. - Las personas a las que admiro y respeto me apreciarán y respetarán. - Debo tratar con los demás de manera justa y equitativa y los demás deben tratarme justa y equitativamente. - Merezco ser tratado cortésmente y con respeto por todos. - Si la gente me trata de manera descortés o irrespetuosa, eso es un reflejo de ellos, no de mí. Sólo será un reflejo de mí si acepto como correcto el trato que me dispensan. - Si alguien a quien aprecio no me corresponde, puede resultar desalentador o incluso doloroso, pero no es un reflejo de mi valía personal. - Ninguna otra persona o grupo tiene la potestad de determinar cómo tengo que pensar y sentir respecto a mí mismo. - Yo confío en mi mente. - Yo veo lo que veo y sé lo que sé. - Me conviene más conocer la verdad que “darme la razón” a expensas de los hechos. - Si yo persevero, puedo comprender las cosas que tengo que comprender. - Si yo persevero, y si mis metas son realistas, yo soy competente para conseguirlas. - Yo soy competente para hacer frente a los retos básicos de la vida. - Yo merezco la felicidad. - Yo soy “suficiente” (esto no quiere decir que no tenga que aprender nada más ni crecer más; significa que tengo el derecho a aceptarme a mí mismo). - Yo soy capaz de recuperarme de una derrota. - Yo tengo el derecho a cometer errores; ésta es una de las maneras de aprender. Los errores no son la razón para condenarse a uno mismo. - Yo no sacrifico mi criterio, ni pretendo que mis convicciones son diferentes de lo que son para conseguir popularidad o aprobación. - No es lo que “ellos” piensan, es lo que yo sé. Lo que yo sé es más importante para mí que una errónea creencia en la mente de otra persona. - Nadie tiene el derecho a imponerme ideas y valores que no acepto, igual que yo no tengo derecho a imponer a los demás mis ideas y valores. - Si mis metas son racionales, merezco conseguir lo que intento. - La felicidad y el éxito son condiciones naturales para mí, y no son algo que me tiene que venir del exterior o de los demás. - El desarrollo de uno mismo y la satisfacción de uno mismo son metas morales adecuadas. - Mi felicidad y mi autorrealización son propósitos nobles. REFLEXIONES El prójimo es como tú. Este proceso de reconocimiento del propio valor conlleva darse cuenta de que el prójimo también es merecedor de similar trato. Los demás son seres vivos; atraviesan circunstancias similares a las tuyas y tienen el mismo derecho a ser bien tratados. ATENCIÓN El asunto de la falta de una autoestima adecuada es un asunto que importa mucho. Durante una época de mi vida que practiqué la quirología, puede comprobar que los principales conflictos personales (en un 95% de casos aproximadamente) eran causantes de una autoestima incorrecta. COSAS A EVITAR - No ser demasiado crítico; más bien, dar ánimos. - No acentuar los fallos ni los defectos, sino centrarse en los aspectos positivos. - Evitar el temor de experimentar y el miedo a fracasar. - Pretender cosas que se saben imposibles, es decir, acometer cosas en las que hay posibilidades de logro y triunfo de un modo realista. - Admitir errores en aspectos puntuales, pero no globalizarlo y achacarlos a la persona entera. Se busca mejorar la autoestima y no culpables. (Continuará) Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
-
ASESINA ES LA MAR Esta mañana, como casi todas las mañanas, he sentido la necesidad de acercarme a la mar. Yo puedo decir la mar, porque los pescadores, que saben de mi amor hacia ella, me han autorizado a llamarla como sólo ellos pueden decir: la mar. Me gustan los amaneceres despertándose sobre ella, ver cómo la doran de amarillo unas veces, y cómo la enrojecen otras. En el mismo borde del acantilado hacia el que me dirigía para ver cómo amanecía, una silueta de mujer menuda se recortaba sobre el horizonte. Resultó ser una anciana vestida de un luto riguroso. Hasta las lágrimas que recogía cuidadosamente en un pañuelo me parecieron negras. - He venido a ver a mis hijos –me dijo mientras apuntaba con un dedo hacia la mar- están por allí... pero nunca sabré dónde. No encontré qué palabras decir. - La vida de la mar es muy dura y tiene mucho peligro –me dijo- Se hunde un barco y... no hay nada que hacer. Supe de qué me hablaba. Ya he tenido que asistir a unos cuantos entierros de cajas vacías porque los cadáveres no aparecieron. -Mire, señor –me dijo- si usted aprieta el dinero que se gana en la mar, escurre lágrimas y sangre. Después lloró otra lágrima, tenue, porque los llantos ingobernables los había vaciado mil veces aderezados con atronadores lamentos, con quejas de incomprensión, con insultos y maldiciones. Me miró con su mirada de agua buscando mi consuelo; buscando que le diera esperanza ya que no podría darle la vida de sus hijos. - Eran dos –me dijo. Entonces doblé mi conmiseración, porque si es doliente que te roben un hijo, más doloroso es que se lleven dos futuros, dos estrellas, más de la mitad de lo que eres. - Y les quería más que a mi vida –me dijo. Retomó el lloriqueo cansado, desbordó las lágrimas sin ganas, y cerró los ojos para no ver su presente; se escondió en el refugio de sus párpados cerrados para que la muerte, su enemiga más cruel, no la encontrara y la siguiera vaciando de amor. - Menos mal que me queda mi marido, aunque no me va a durar mucho –me dijo. Habló de todos los males de su edad, de los achaques tan obstinados, de la desgana que la vencía, de su marido en la cama desde que aquella enfermedad le robó la salud, y de un futuro que no deseaba. - Mejor si Dios o el diablo me hubieran llevado a mí, en vez de llevarse a ellos –me dijo. Entonces fue cuando pronunció el silencio más sentido, cuando se marchó al pasado, donde se guardaba la única felicidad de su vida; entonces fue cuando perdió la mirada y se perdió tras ella dejando su cuerpo conmigo. ¿Para qué interrumpir aquel silencio? Mi cobardía me tentó con una propuesta cómoda: marcharme y dejarla sola. Me quedé y agoté mi breve repertorio de consuelos cuando le dije lo siento. Me estaba contagiando de su tristeza hasta casi despertar mi aflicción más doliente. Su pena ya casi era mi pena. Su vacío era un vacío para dos. Puse mi mano en su hombro, con cuidado, y después, en un feliz arrebato, la abracé como si yo fuera uno cualquiera de sus hijos, o los dos, y le susurré al oído madre, te quiero, y ella entonó en respuesta yo te quiero más, hijo mío, como les habría dicho tantas veces, como tantas veces habría sentido. Cegada por otras lágrimas distintas, se aferró a mí con desesperación, con la fiera codicia de quien no quisiera perder otro hijo. Francisco de Sales (Más prosa y poesías en www.franciscodesales.es)
-
CAPÍTULO 21 – EL PLAN DE VIDA – EL GUIÓN DE VIDA Este es el capítulo 21 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. “Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez”. (Gabriel García Márquez) Según el Análisis Transaccional, el Plan de Vida es un proyecto dirigido al futuro pero, al mismo tiempo, viviendo el presente. Está dirigido a un futuro que ya está comenzando, o sea que no es solamente un buen propósito que se puede aplazar y aplazar a la espera de que llegue ese futuro dentro de algún tiempo. Consiste en cambiar los Mandatos por Permisos, mediante los Permisores. (Ver el capítulo de los Mandatos) La base es la Re-decisión, que consiste en abandonar las decisiones que uno se vio forzado a tomar en la infancia, con las cuales se elaboró el Guión de Vida, “allí y entonces”, y tomar decisiones nuevas adecuadas al actual “aquí y ahora”. El Guión de nuestra Vida nos lo escribieron quienes nos educaron: no nos dijeron quiénes somos, sino quiénes querían que fuésemos; no nos ayudaron a prepararnos para nuestro futuro natural, sino que nos inventaron el que les interesaba o les parecía conveniente, y hasta nos inculcaron SU modo de hacerlo realidad; casi siempre nos prohibieron que fuésemos tal como somos, y nos “amaestraron”, nos hicieron autómatas en gran parte, nos llenaron de amenazas y castigos si nos salíamos del camino que ellos nos trazaron, y nos llenaron de miedos con los peligros que estaban acechándonos si dejábamos de seguir sus indicaciones. Así hemos llegado hasta este aquí y ahora. Se puede cambiar cualquier cosa que se quiera cambiar pero con una condición: primero hay que quererlo de un modo intensamente vivencial, como si no se pudiera seguir existiendo en el modo actual y uno quisiera salir de él a cualquier precio, como si lo presente ahogara y aplastara, como si fuésemos a morir en caso de no cambiar. Y es que, realmente, es así: seguir tal como uno está es estar perdiendo la vida o, cuanto menos, el tipo de vida al que uno puede aspirar. No vale sólo con quejarse y sentirse víctima, porque verdaderamente uno está sufriendo o consumiendo la vida en vez de disfrutarla y está utilizando un mal modo de vivirla. Cuando esto sucede es una realidad y no sólo una sensación. Para salirse del Guión uno debe responsabilizarse de las decisiones que tomó –más bien que le “obligaron a tomar”, pero a pesar de ello hay que responsabilizarse- en su momento, y debe hacerlo con el corazón generoso, siendo consciente de que las decisiones que tomó, fueran las que fueran, son las que tuvo que tomar o las que pudo tomar en la situación y con los acontecimientos de aquel entonces. POR ESO NI SIQUIERA UNO MISMO TIENE DERECHO A JUZGAR, DESDE LA MENTE Y LAS CIRCUNSTANCIAS ACTUALES, A AQUEL NIÑO POR LO QUE HIZO ENTONCES. Uno ya no es el mismo. EN AQUEL TIEMPO DE LA INFANCIA TENÍA QUE SOBREVIVIR COMO FUERA y por eso hizo lo que hizo. Ahora es otro momento. Ahora uno puede tener más fuerza y más claridad, por eso lo quiere resolver, pero lo ha de hacer sin buscar culpables. Más bien, agradeciendo a aquel niño su buena intención y su esfuerzo y sacrificio, porque ha permitido llegar a este aquí y ahora. Deberá ser uno muy consciente de los mandatos, para que no le boicoteen el Plan de Vida, y deberá encargarle al Adulto la responsabilidad de su realización, pero advirtiéndole que tenga en cuenta las aportaciones positivas del Padre Nutritivo y del Niño Natural. Uno no emprende un viaje sin saber a dónde va. Lo organiza con tiempo, prevé los sitios que quiere visitar, incluye las cosas que le van a agradar, y hace lo posible para que todo salga bien. Pues lo mismo se debe hacer con el viaje de la vida. Es más: es obligatorio. En el proceso se implican diferentes estados del yo. El Adulto, que es a quien el Yo Observador le ha hecho ver la situación, se ha dado cuenta y ha decidido cambiar, y será él quien dirija la parte práctica de todo el proceso. Tiene que ser muy riguroso con el Padre Crítico y hacerle ver que algunos de los mandatos que nos inculcó en la infancia no son válidos, son contraproducentes, y hay que cambiarlos. El Padre Nutritivo es quien tiene que apoyar al Niño y enriquecerle. Tendrá que dar permiso al Niño para que desobedezca al Padre Crítico en lo que éste siempre le ha exigido, y para que haga alguna de las cosas que siempre le han estado prohibidas. El Padre Crítico tiene que asumir y reconocer sus errores, y dar contramandatos para que a partir de ahora el Niño actúe de otro modo. Este permiso del Padre Crítico lo que hace es contactar con la energía retenida en el Niño Libre y liberarla. El Niño es el responsable de pedir, sin miedo y sin censura, todo lo que necesite: compañía, caricias, creatividad, éxito, reconocimiento… El Niño necesita sentirse suficientemente protegido para poder creer en los nuevos permisos, porque al desobedecer los mandatos anteriores va a hacer algo que es muy difícil para él; en su mentalidad, desobedecer es algo prohibido que puede ser castigado. Tiene que sentir un apoyo firme, y la seguridad de que no le va a pasar nada por desobedecer. Los pasos son los siguientes: 1 - Conectar con el Adulto y formar alianza con él. 2 - Crear el plan, y verificar que el Adulto esté de acuerdo. 3 – Dar permiso al Niño para que desobedezca al Padre. 4 – Ofrecer protección ante las consecuencias. 5 – Reforzar diciendo al Adulto que todo está bien. NO ES MAGIA: JAMÁS SE HACE ELLO SOLO. HAY QUE HACERLO, ESFORZARSE, Y COMPROBAR QUE SE VA CUMPLIENDO, HASTA ALCANZAR LA PERFECCIÓN EN EL ARTE DE SER Y VIVIR. Los permisos necesarios en la vida son: 1 – Ser y/o Existir. 2 – Sentir. 3 – Hacer. 4 – Pensar. 5 – Ser Uno Mismo. 6 – Triunfar. Y los permisos ante cada uno de los mandatos serán de este modo: No vivas ¡¡VIVE!! (de un modo imperativo) No disfrutes Puedes disfrutar; es bueno que disfrutes. No pienses Puedes pensar por ti mismo. No sientas Tienes derecho a sentir. No hagas Puedes hacer y experimentar. No seas tú mismo Es bueno que seas tú mismo. Puedes ser distinto. No triunfes Tienes derecho a triunfar, a conseguir tus propósitos. Es más efectivo que el permiso venga de fuera, que sea otra persona, real, quien lo dé. Para ello es necesario que esa persona tenga en sí misma el permiso que nos vaya a dar. Si no es así no funciona: se capta la incongruencia, y carece de la fuerza de convicción que se necesita, y se desarticulará fácilmente. Habrá que tener cuidado con que no se produzcan los peligros que puede conllevar esto: de una parte, prepotencia por parte de quien da el permiso, y de otra, dependencia de quien lo recibe. Hay que buscar una persona de confianza. VISTO DE OTRO MODO El Análisis Transaccional distingue claramente entre “guión de vida” y “plan de vida”. El guión nos lo han escrito otros (nuestros educadores de la infancia) y nosotros solamente somos los actores que interpretan el papel de ese guión. En el cine, o en el teatro, el actor interpreta el papel del guión, pero es consciente de que él no es el guionista, y que en cuanto termine la representación dejará el personaje y retomará su verdadera personalidad. Nosotros, en cambio, nos creemos que el guión es nuestro, y no somos capaces de salirnos del personaje. Seguimos siendo el personaje a todas horas. El plan de vida es un proyecto que se hace en el presente, para el presente y el futuro (abierto por tanto a incorporaciones de nuevas cosas que vayamos descubriendo o a modificar las que vayan evolucionando), desde una decisión consciente (esta vez es uno quien decide y no es una imposición externa), siendo absolutamente realista (sin ningún tipo de engaño ni fantasía que sea imposible llevar a la realidad, porque eso solamente llevaría a una nueva frustración, una bajada de la autoestima y posiblemente una depresión) y valorando del todo el aquí y ahora de cada uno. Y esto último hay que tenerlo muy en cuenta para evitar las utopías y los proyectos de imposible ejecución. El plan de vida puede ser todo lo simple o complejo que uno quiera. Puede tener tantos capítulos como se deseen, y tantos subcapítulos o apartados como uno considere necesario. Mi recomendación es empezar con lo poco que se tenga al principio, pero estando abierto y atento a enriquecerlo cada vez más con matices e ideas que se nos vayan ocurriendo, que nos aporten otros o nos lleguen de otro modo, o bien que desarrollemos a partir de cosas que veamos en los demás. Pero no hay que copiarlos literalmente, sino que cada uno tiene que adaptarlo a sus propias circunstancias. El Plan, al principio es una casa vacía. Con una casa vacía podemos hacer dos cosas: entregarle las llaves a un decorador y decirle que la llene de muebles (con lo cual no participaríamos en el desarrollo de nuestra casa-Plan de Vida. Acabará siendo muy bonita, de portada de revista, pero cuando entremos en ella no tendremos la sensación de que es nuestra casa) y esto sería el equivalente a copiar textualmente un Plan de Vida ajeno o uno de esos de manual que aparecen en muchos libros. La otra opción es poner lo básico para empezar a vivir y luego, poco a poco, buscar cosas que nos gusten, e ir añadiendo un día un cuadro y otro día una lámpara hasta que esté completa “nuestra auténtica casa”, que sería el equivalente a diseñar nuestros principios básicos, comenzar con ellos (aunque esté poco amueblada la casa) e ir incorporando nuevas cosas a medida que vamos descubriéndolas. TEN ESTO EN CUENTA MI MÁXIMA HONRADEZ PRESIDIRÁ TODO LO QUE HAGA A PARTIR DE AHORA, JUNTO CON EL RESPETO PROPIO Y MI DIGNIDAD PERSONAL. ¿QUÉ PASOS HAY QUE DAR Y QUÉ TIENE QUE APARECER UN PLAN DE VIDA? LA BÚSQUEDA - ¿Quién eres? ¿Dónde estás en este momento? DESCÚBRETE – este es el paso previo imprescindible. Desenmascarar al personaje, deshacerte de él. Empezar a Ser Uno Mismo. REVISA TUS PRINCIPIOS – desecha los que no te valgan y aquellos en lo que ya no crees. Incorpora nuevos si los necesitas. Presta mucha atención a esto porque es la base de la persona que serás a partir de ahora. REVISA TU ESCALA DE VALORES – tienes que tener muy claros cuáles son; qué aparece en primer lugar y es casi sagrado, y qué es lo que menos o nada te importa. Tu escala de valores también es absolutamente personal: lo que sea importante para otras personas no tiene por qué serlo para ti, y viceversa. Respétala y, mediante la asertividad, haz que los demás la respeten. REVISA TUS FILOSOFÍAS DE LA VIDA COTIDIANA – Todos los días haces mil cosas; ahora has de saber por qué las haces y si vas a seguir haciéndolas o las vas a modificar. Tu Yo Observador ha de estar muy atento y darte información. Se trata de cuestionar todo lo que haces, verte como si no te conocieras, preguntártelo todo. Necesitas saber por qué actúas así y si te sientes identificado con las cosas que haces y con el modo de hacerlas. REVISA TUS FILOSOFÍAS ESPIRITUALES – Me refiero a todo aquello que es transpersonal, lo que sabes que sobrepasa lo humano y lo cotidiano. No tiene que ver con la religión: es Lo Superior, Lo Divino, Lo Místico… CREA TU PROPIA RELIGIÓN – Funda una nueva religión si lo crees conveniente. Aprovecha lo que te parezca más interesante de cada una de las que conozcas. Atrévete. En todas hay un Dios, se llame como se llame, y en todas está el Amor. Tienes que tener una religión en la que creas firmemente y tienes que crecer en ella y respetarla. INVENTA TUS PROPIOS MANDAMIENTOS – Y cúmplelos. A rajatabla. Toma como referencia los de alguna religión si eso te ayuda, o invéntalos, pero defiende su cumplimiento. Si no matas que sea por voluntad propia, y no porque haya un mandamiento en una religión que así lo exija. Si amas al prójimo como a ti mismo, que sea por voluntad propia de tu naturaleza y no por obedecer a un mandamiento (y, además, no se puede amar por obligación) MARCA UNAS NORMAS – que han de ser de escrupuloso cumplimiento. Todo lo que sea relacionado con el Plan de Vida es sagrado: no permitas que nadie, ni siquiera tú, le falte al respeto o lo destruya. LO QUE SÍ Y LO QUE NO – Coge dos folios y empieza a escribir todo lo que para ti será, a partir de ahora, y en adelante, SI o NO, SIEMPRE o NUNCA… y sé irreductible en su cumplimiento. LO IMPORTANTE – puede ser algo de lo que aparece en tus principios, tu escala de valores, tus mandamientos… o puede ser algo nuevo, así que coge otro folio y pon en él lo que para ti es VERDADERAMENTE importante. LOS DEMÁS – no somos casi nada sin los demás. Juegan un papel imprescindible en nuestra vida, así que piensa sobre ellos. ¿Qué lugar van a ocupar en tu vida?, ¿cómo te vas a relacionar con los demás? SÉ REALISTA – es una condición innegociable a la hora de hacer el Plan: que todo lo que pongas en él lo puedas realizar, aunque sea con esfuerzo. Los proyectos que sean imposibles te crearán frustración, afectarán negativamente a tu autoestima, te harán creer que eres un fracasado. Por lo tanto…¡sé realista! Siempre estás a tiempo de añadir más cosas más adelante a medida que te veas capacitado para más. Y TÚ, REALMENTE, ¿QUÉ ES LO QUE QUIERES? – la pregunta más trascendental, más difícil de responder, más enriquecedora, ennoblecedora y clarificadora de cuantas hay. Dedícale todo el tiempo que te requieran sus respuestas. Háztela a menudo y déjala que vayan variando las contestaciones: verás que cada vez son nuevas, y cada vez más profundas, más sencillas, y más cercanas a la realidad. RESUMIENDO Con toda esta información y tiempo (y unos folios y un bolígrafo), un tiempo absolutamente enriquecedor que sin duda cambiará el resto de tu vida, ya puedes hacer esa Hoja de Ruta para tu vida que es el Plan de Vida. Lo que vas a hacer es algo más que una revisión de principios: es poner la base para hacer lo que realmente quieres hacer en tu vida con tu vida. QUIZÁS NUNCA ENCUENTRES UNA MEJOR INVERSIÓN QUE ESTA. NOTA: A todos los que se sientan interesados por ampliar más información sobre este capítulo, y además le va a aportar muchas otras cosas más, le recomiendo que conozcan y aprendan todo lo que puedan acerca del Análisis Transaccional. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
-
CAPÍTULO 20 - ¿QUÉ ES LO QUE REALMENTE QUIERO? Este es el capítulo 20 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. La pregunta más difícil de responder que he encontrado, cuya respuesta no se encuentra a través de Google, ni siquiera preguntado a los sabios y eruditos, es esta: “Yo, REALMENTE, ¿qué es lo que quiero?” Lo importante es que se le preste atención a ese REALMENTE. Si uno se las da de listo, encuentra inmediatamente muchas respuestas, pero ninguna es la que corresponde a REALMENTE. “Yo quiero que me toque la lotería, pero un premio de esos gordos, no que me toque sólo un reintegro”. “Yo lo que quiero es cambiar de trabajo, y ganar mucho más”. “Yo lo que quiero es tener un Ferrari, y una casa de mil metros cuadrados con acceso directo a una playa privada, y un yate interminable, y una cuenta en el banco con mil millones”. “Yo lo que quiero es tener a todos los hombres o mujeres a mis pies...” Ninguna es la verdadera respuesta a lo que REALMENTE quiero. Lo que REALMENTE quiero no ha de ser una utopía que me consuele con ese implícito que lleva de que es imposible. Lo que REALMENTE quiero ha de ser una meta cercana y posible que pueda alcanzar, por la que puedo esforzarme porque así la podré lograr. Lo que REALMENTE quiero, cuando por fin lo averiguo, me proporciona un algo que no me lo proporcionan las cosas materiales, las que se compran con dinero. Y no digo que estas últimas no sean agradables, que sí lo son, pero lo que producen es efímero, no deja una tranquilidad aposentada cuando se acaban, no dejan una paz que no necesita consolarse con más regalos. Primero tienes que averiguar qué es lo que REALMENTE quieres, y después tener una fe inquebrantable en que puedes conseguirlo y, al mismo tiempo, aceptar que puedes tenerlo y lo mereces. No hay otra cosa más importante que averiguar lo que REALMENTE quiere uno, porque la condición indispensable para poder hacerlo realidad es conocerlo. Es muy interesante invertir todo el tiempo que sea necesario hasta averiguar la respuesta. De que seamos capaces de encontrar la respuesta o respuestas adecuadas va a depender el resto de nuestra vida. Ten cuidado de no dejar que nada te distraiga de esta tarea: es de vital importancia. Y es conveniente que, aunque ya hayas encontrado una respuesta, te sigas haciendo la pregunta, porque admite muchas respuestas de distintas cosas que uno REALMENTE quiere. El hecho de no saber lo que se quiere paraliza o ralentiza el Camino que debiera ser imparable. Cada vez que nos planteamos la necesidad o conveniencia de hacer un cambio nos atormentan las mismas cuestiones: ¿acertaré?, ¿cómo sé que esto es lo que tengo que hacer precisamente y no otra cosa?, ¿y si espero un poco más para ver si se soluciona solo?, ¿por qué me pasa esto de que durante un momento estoy absolutamente convencido de lo que tengo que hacer pero cuando ya tengo que hacerlo me vuelven a asaltar las dudas?, ¿todo el mundo es tan indeciso como yo? Parece que en el momento en que tenemos más de una opción para elegir se presentan automáticamente todas las dudas. Incluso, sería capaz de decir que cuando sólo tenemos una opción también se presentan las dudas. Es el miedo a nosotros mismos, a los reproches posteriores al descubrimiento de que no fue la decisión adecuada, lo que nos frena. Es la exigencia insistente de hacer las cosas bien lo que nos deja quietos, esperando una mano firme que nos guíe, o que se abra el cielo y un letrero firmado por Dios nos diga qué es lo que queremos, lo que tenemos que hacer, cuál es el pensamiento acertado… que sea el propio Dios en persona, o los Espíritus Iluminados Superiores o, por lo menos, los mil sabios de Grecia, quienes se disputen el privilegio de ser nuestros asesores personales, y nos allanen la senda que nos puede llevar a descubrir, de una forma indiscutible, la respuesta exacta a la gran cuestión: y yo, REALMENTE, ¿qué quiero? El que tengamos la estupenda libertad de poder decidir qué queremos lleva implícita la responsabilidad de tener que decidirlo, y en un paso posterior y no menos complicado, tener que realizarlo. Mientras no sepamos qué queremos estaremos relativamente tranquilos porque podremos seguir en la inacción, en la espera improductiva de una respuesta. Hasta cierto punto, es comprensible la desidia, el no querer escuchar la inquietud, porque mientras uno no sabe lo que quiere no tiene por qué convertirlo en realidad, pero una vez que encuentran las respuestas, se queda sin tan magnífica excusa, y tiene que hacerlo. Otra razón que estanca en el encuentro de las respuestas es nuestro desconocimiento interior. No somos conscientes de que conviven con nosotros, por lo menos, dos saboteadores natos. El primero, es la ignorancia de que tenemos posibilidades de encontrar las respuestas y el derecho de que así sea. Se trata, simplemente, de escucharnos. De prestarnos atención. De dejar hablar al corazón, o al Niño que es libre y pregunta con curiosidad obedeciendo a sus impulsos naturales. De deshacernos de los miedos. De amarnos. De ser conscientes de la responsabilidad que adquirimos con nosotros mismos cuando llegamos al mundo: procurarnos la mejor de las vidas posibles. Tenemos que hacernos la pregunta sin miedo y sin complejos. Sin prejuicios. Sin boicotearnos. Una vez escuché contar a una persona cómo hay que dirigirse a Dios –o al Universo o a quien cada uno crea que realiza esa tarea- cuando se le pide algo, y dijo que es pidiendo a lo grande, sin cobardía, con confianza en el merecimiento y en que Lo va a conceder, pero, sobre todo, repetía, pedir a lo grande. Decía que si uno se presenta apesadumbrado por la modestia y con una humildad rastrera, diciendo: “Señor, yo sé que soy poca cosa, que soy un gusano, nada más que un gusano, pero vengo a pedirte…” antes de que termines de pedir, te dará una hoja de lechuga. Si somos juiciosos, averiguaremos que tenemos la fuerza interior y la sabiduría para conseguir las respuestas atinadas, ya que es una pregunta de múltiples respuestas, porque ese cuestionarse REALMENTE qué quiero se ha de realizar para todas las facetas y asuntos de la vida. El segundo saboteador que nos estanca es el miedo a conocer la respuesta. Nos asusta. Por lo que ya dije anteriormente: si la conozco ya no puedo seguir en el estancamiento y diciendo no lo sé. Ahora debo ponerme en marcha. Y si aún no he descubierto toda la valentía de la que puedo disponer, ni toda la fuerza que tengo a mi servicio, o no soy capaz de hacer por mí lo que debería hacer por mí, tendré la amargura de saber lo que quiero pero no hacer lo necesario para conseguirlo. ¿Y si uno descubre la respuesta auténtica pero no le gusta?, ¿o le parece demasiado complicada o no adecuada?, ¿o cree que va a ser imposible de realizar y eso le va a crear frustración? Esta es, por supuesto, la parte poco agradable. No todos los casos son iguales. Hay personas que están ansiosas por encontrar la respuesta para ponerse inmediatamente en marcha y concederse la delicia de vivir de acuerdo con los deseos interiores y satisfacerlos… y lo consiguen. ATENCIÓN La pregunta aparentemente es una pregunta egoísta. Pero no lo es. La pregunta no es qué debo…, qué tengo qué…, qué esperan los demás…, qué sería conveniente para quedar bien y para no molestar… El planteamiento es un acontecimiento de autoafirmación, de valentía, de sacar a relucir la autoestima, de defender los derechos, de poner las cosas en su sitio verdadero. ¿Qué quiero YO para MÍ? ¿Tengo mi permiso para pensar en mí, para trabajar a favor mío? ¿Tengo libertad para plantearme la pregunta con el riesgo que conlleva de encontrar la respuesta y sentirme obligado a acatarla? Y si la encontrara… ¿voy a hacer lo que tenga que hacer cueste lo que cueste? ATENCIÓN Es necesaria la honradez para descubrir el deseo, pero después se necesita el coraje para llevarlo a la práctica. De nada vale simplemente tener la teoría, de poco sirven las repeticiones como mantras de los pensamientos positivos, y de poco las reflexiones sesudas, si al final todo se queda en un proyecto de buenos propósitos. SOLUCIONES O SUGERENCIAS Si te haces la pregunta tal como está planteada te puedes quedar estancado en ella, porque es poco precisa y la mente no sabe por dónde tirar. Una solución podría ser hacérsela directamente al corazón, o al Niño Libre, y pedirles muchas respuestas dejando que se explayen. Otra solución podría ser especificarla más, añadir algo que la identifique con un área concreta. Por ejemplo, qué quiero REALMENTE hacer en el amor, en el trabajo, con mi familia, con cierta persona, en mis ratos libres, para disfrutar más… TRABAJA TÚ “Qué es lo que REALMENTE quiero” es una pregunta cuya respuesta es absolutamente personal e intransferible. Algo que debes averiguar por ti mismo. No vale copiar. No puedes quedarte con los deseos de los demás, sino que has de tener la osadía de averiguarlo por ti mismo y la honradez de concedértelo después. Es adecuado revisar a diario la lista de las cosas que se han encontrado una vez que comiencen a aparecer las respuestas. Y seguir atento para añadir más, porque es posible que una vez que uno se atreva –por fin- a hacerse la pregunta y a reconocer el derecho a cumplir lo que quiere, se venza la “vergüenza y se pidan más cosas. Lo cual estarás muy bien. El siguiente paso es… respetar esa lista. Al mismo tiempo que se hace una de “lo que sí quiero”, se puede hacer otra de “lo que no quiero”. Te presto algunos deseos o ideas para que sepas más o menos por dónde empezar. El orden en que aparecen aquí no es necesariamente el obligatorio ni aparece reflejado lo que cada uno puede desear. SER YO MISMO DESCUBRIRME PAZ SABIDURÍA TENER LA MENTE MÁS ACTIVA TENER MÁS SEGURIDAD EN MÍ MISMO TENER UNA AUTOESTIMA CORRECTA CUIDAR MI CUERPO Y LAS COMIDAS REFLEXIONAR DEJAR DE PERDER EL TIEMPO VIVIR JUGAR REÍR SER ORIGINAL, SER CREATIVO TENER CAPRICHOS Y CONCEDÉRMELOS HACERME FELIZ HACER FELICES A LOS DEMÁS AYUDAR AL PRÓJIMO ELIMINAR DE MI VIDA LO QUE ES PRESCINDIBLE ESTAR ATENTO A LA VIDA Y A QUE ESTOY VIVO BUSCAR Y ENCONTRAR COSAS PLACENTERAS EVITAR TENER MOTIVOS DE ARREPENTIMIENTO DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL REALMENTE… ¿Qué es lo que quiero? La religión es, sin duda, uno de los aspectos que preocupan o interesan a muchas las personas. La fe profunda, la falta de fe, la fe tambaleante, las dudas que jamás encuentran claridad… la religión da argumentos suficientes para hacerse preguntas sobre lo que REALMENTE uno quiere. Dios… Lo Superior… el origen y el destino… la bondad… el alma… ser o no ser buena persona… hay tantos asuntos sobre los que averiguar lo que REALMENTE quieres… REFLEXIONES Ya te has hecho las grandes preguntas: ¿quién soy?, ¿por qué estoy aquí?, ¿cuál es el sentido de la vida?, ¿soy feliz?, etc. Las respuestas a todas ellas son muy importantes, pero son todas cuestiones más o menos filosóficas y de principios que no llevan a la acción. Se contestan con la mente, o a veces con la emoción, pero no empujan a actuar como pueden hacer las respuestas a esta pregunta: “yo, REALMENTE, ¿qué quiero?” No vale preguntar: ¿A mí qué me gustaría? No vale preguntar: ¿Qué se espera de mí? La gran pregunta es para mí sin tener como objetivo satisfacer a los demás, sin sensación de egoísmo o ambición. Porque uno puede hacer lo que quiere si sabe lo que quiere. Porque si uno dice “a mí me gustaría…” se queda en una ilusión, pero si uno afirma “yo quiero”, implica un deseo que tiene una fuerza firme, un deseo ardiente, una aspiración que no ofrece rastros de falsedad, que nace del Ser que Soy, real y efectivo, y que lleva en sí la intensidad y la energía necesaria para poner en marcha lo que decida que quiero. RESUMIENDO Es inaplazable. Es una pregunta para ahora... y para siempre. Para repetirla continuamente y para ser exigente con que sea respondida. No valen otras respuestas, sólo vale TU RESPUESTA. Y no hay una única respuesta: puede haber muchas y ser todas ciertas. Dedica tiempo y atención a contestarla. Esto merece más de una reflexión. Más de una vez. Mejorará –sin duda- tu vida. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
-
CAPÍTULO 19 - LA VIDA - VIVIR Este es el capítulo 19 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. “La vida no se mide por lo que respiras, sino por los momentos que te dejan sin aliento.” (De la película Hitch) “Yo no soy simplemente yo. Yo soy la Vida”. “No hay nada peor que condenar la vida a que esté muerta”. “Es un milagro: cada día comienza la vida”. “La responsabilidad de procurarse una vida buena no se debe delegar”. “Lo importante es la vida, no los adjetivos que se le van poniendo”. “Lo único realmente valioso que posee una persona es la vida”. “Vivir no admite aplazamientos: sólo se puede vivir ahora”. “Vivir, y más aún vivir bien, implica asumir responsabilidades. Vivir bien es una obligación además de un derecho”. “La vida es el principal motivo de la vida”. “La vida es una continua lección”. “Quien tiene por qué vivir, puede soportar casi cualquier cómo.” (Nietzsche) “Durante mucho tiempo creí que la verdadera vida estaba a punto de comenzar, pero que siempre se presentaba un obstáculo en mi camino. Primero debía terminar tal o cual cosa, resolver algún asunto pendiente; había que cumplir un periodo en alguna parte o saldar una deuda. Luego caí en la cuenta de que esos obstáculos no eran otra cosa que la vida.” (Bette Howland). “La profundidad de lo que vivimos no depende de lo vivido, sino de nuestra facultad para transformar el acto de aspecto más trivial en una experiencia religiosa. “ (Dürckheim). “Se marchó a vivir a una cabaña al borde de un lago para afrontar los hechos esenciales de la vida e intentar aprender de ella, en vez de esperar a morir y descubrir que no había vivido”. “La vida es lo que pasa mientras tú estás haciendo otra cosa, y tu vida va a pasar aunque tú estés distraído”. “Es un gran pecado acabar la vida sin vivirla. Dios nos dio la responsabilidad de administrar la única, irrepetible e irrecuperable vida. El día de tu propio juicio final te preguntarás qué hiciste y qué no hiciste en la vida”. “No todo en la vida es gratis. Algunas experiencias tenemos que pagarlas muy caras”. “No siempre somos conscientes de que estamos escribiendo nuestra historia en cada momento”. “Vivir no es sólo respirar. Vivir es, esencialmente, ser consciente de cada momento”. “En el acto de vivir no hay vacaciones”. “La vida es personal e intransferible. Nadie puede vivir tu vida, ni siquiera compartirla. Podrás compartir tu tiempo, pero tu vida no”. “Vivir la vida dura y cuesta toda una vida”. “Si corres mucho te dejarás algo en el camino y tendrás que volver”. “Quien pase su tiempo preparándose para vivir más adelante, lo está perdiendo”. “La auténtica trascendencia es vivir tu propia vida, ¿por qué buscas otra cosa?”. “Las mejores cosas de la vida no se pueden comprar”. “El arte de triunfar en la vida consiste en saber comenzar muchas veces” (Anónimo) “Nuestra vida tiene exactamente tanto, o tan poco, significado como nosotros le infundamos”. (Liz Greene) “La vida está compuesta por momentos irrepetibles. Los momentos huyen uno tras otro y sólo en fugaces ocasiones estamos atentos a vivirlos íntegra e intensamente. Vivir la vida es la suma de vivir todos los momentos. Dejarse sin vivir uno puede ser tener una vida incompleta, pues aún cuando estemos haciendo “nada” tenemos que ser conscientes de que es “nada”, precisamente, lo que queremos hacer y estamos haciendo”. “Si usted puede pasar una tarde perfectamente improductiva de una manera perfectamente ociosa, ha aprendido a vivir”. (Anónimo) “El que quiera vivir mucho tiempo, que no lo pierda”. (Jardiel Poncela) “Aquello que no hicimos será lo que más nos atormente; aquello que no vivimos, nuestro mayor reproche” . (Antonio Gala) “No estoy aquí para conmover al mundo. Estoy aquí para vivir mi vida en condiciones que me hagan feliz. Todos los demás son libres de hacer lo que quieran” “Tú eliges la vida que quieres vivir, pregúntate a menudo si estás viviendo la vida que quieres vivir”. Es muy duro, pero es la realidad: cuando uno nace no le dan un libro de instrucciones de cómo funciona la vida, y esto de vivir es complicado a veces”. “La persona nace para vivir, no para prepararse para la vida”. “Vivir es el único motivo de la vid”. “El gran riesgo de la vida es la no vida”. Este no es un capítulo para solamente leer y estudiar, ni para aprenderse de memoria todas las frases del inicio, ni para saber repetir una gran cantidad de citas célebres y de descubrimientos ajenos, sino para apreciar lo leído hasta ahora en carne propia, para hacerlo propio, para sentirlo con dolor o con gozo de un modo inapelable dentro de uno mismo. Para que pase a formar parte de uno mismo y no sólo de la mente. No hay que sentirlo en la mente, sino en el corazón. Lo único importante en la vida es la vida. VIVIR. Y tener la conciencia tranquila y satisfecha de haber vivido, de estar viviendo, y de seguir viviendo hasta el final y sin desmayo. Todo lo demás, desde las personas muy queridas hasta los disgustos, son la salsa de nuestra vida. Por encima de todos ellos prevalece el Uno Mismo y su vida. Y esto no es un acto de egoísmo, egolatría, egocentrismo o egoloquesea… sino el cumplimiento de la responsabilidad principal de cada uno. No estamos en una única vida comunitaria (aunque jamás hemos de dejar de reconocer que somos parte de la humanidad) sino en vidas individuales, personalizadas, y cada uno es el que debe mandar en la suya y es el responsable único y total. Vivir no es tarea del destino ni algo que se va haciendo ello solo. Esto es lo que suele pasar, pero no es lo correcto. Muchas veces uno se queda como mero espectador de algo que parece que no va directamente con uno mismo y, además, teniendo la sensación de ser víctima de la vida, en vez de tomar las riendas y convertirla en una maravilla. Uno ve pasar los acontecimientos, los lleva o mal lleva como puede, se lamenta de la mala suerte, acusa a otro u otros de sus calamidades… y se queda quieto. En cambio, uno debería tomar el mando, tomar decisiones, romper o crear, zanjar o disponer… o sea, gobernar con mano firme y amorosa. Siendo absolutamente consciente de ello. Y no dejar pasar ni un minuto más sin resolverlo. Mientras no se haga se está perdiendo irremediablemente la vida y casi nada es más imperdonable, por lo que ya sabemos de la irrepetibilidad e irrecuperabilidad de la vida. Una vida. Sólo una vida. Únicamente una vida. Ésta. La que estás viviendo ahora. ¡Perder la vida sin vivirla sí que es un drama! VISTO DE OTRO MODO Vivir, sin consciencia y sin responsabilidad, no es vivir sino ser vivido. Es derrochar el tiempo, pero no es vivir. Y vivir debiera ser SIEMPRE VIVIR, siempre con mayúsculas, porque vivir es un acto mayúsculo. Vivir no es sólo rellenar el espacio de tiempo entre el nacimiento y la muerte, sino lo que hacemos con ese espacio o en ese espacio. No es consumir los días, no es matar el tiempo, no es llegar a viejo del mejor modo posible y con la economía resuelta, no es nada de lo que aparente ser solamente una explicación o una justificación: VIVIR es, simplemente, VIVIR. Vivir requiere, sobre todo, consciencia. Detenerse a menudo, de un modo voluntario, para averiguar cuál es el significado de nuestra vida, cuál es su valor, y comprobar si le estamos dando el sentido que queremos. Comprobar si sólo estamos prestando atención y empeño a que disfruten nuestros sentidos (que es realmente importante, pero no exclusivo), si le estamos prestando la atención que requiere nuestra vida espiritual (que existe, aunque la desconozcamos o la tengamos desatendida), si estamos solamente llenos de las ambiciones materiales y no de las transpersonales, si tenemos atendidos los compromisos que hemos adquirido con nuestros familiares, si estamos cumpliendo con nuestras metas y objetivos, si nos prestamos atención, etc. Si no lo hacemos así, ya se encargará la vida de proveernos una crisis seria o una situación desagradable que nos haga parar para tomar conciencia. La vida está compuesta por momentos irrepetibles. Los momentos que la componen huyen uno tras otro, continuamente, y sólo en contadas ocasiones nos permitimos vivirlos con total intensidad. Hay que quedarse con el lote completo que es la vida, que te presta momentos de amplias miras y placeres y con la misma generosidad intercala tragos duros, ingratos; piedras grandes que no hay magia que convierta en granitos de azúcar y que, tal como fueron creadas, con sus aristas, tienes que tragártelas aplastando en tu interior cuanto encuentran a su paso. Sólo el estar abierto a la vida permite triturar esas piedras o, por lo menos, limarlas. La gran cuestión es… ¿vivir o VIVIR? Con minúsculas, es consumir el tiempo que hay entre el nacimiento y la muerte. Con mayúsculas, es ser consciente de estar vivo, conocer cuál es el motivo y el sentido de la propia vida, conocerla y experimentarla con total intensidad, mirar hacia dentro, rezar, reír y llorar de felicidad, creer en ti… Hay una clara diferencia que nos decanta a elegir VIVIR. POR SI NO LO SABES La única forma de prevenir y evitar una de las partes dramáticas de la vejez –ese Tiempo de los Arrepentimientos- es tener la conciencia tranquila de haber sido consciente de la propia vida y haber disfrutado lo posible. A fin de cuentas, ya sabemos que es un regalo con fecha de caducidad que hay que aprovechar antes de que deje de sernos útil. La vida nos propone “lo efímero”, lo “sin tiempo”; nada dura más de una milésima de segundo, pero no aprendemos a disfrutar esa brevedad pensando que se va a repetir una y otra vez hasta un infinito lejano. Es conveniente utilizar los sentidos mucho más a menudo, con verdadera y provechosa atención: son los materiales para el placer con los que la vida nos ha obsequiado. Es mejor que haya menos pseudo-placeres de los que distraen y atontan, menos rutina y desatención en los actos, y más recrearse en el tacto de las personas y las cosas, en el oído de las delicadas músicas y sonidos, en el gusto de las cosas que ingerimos, en el olor de un ser querido o de un campo, y en la vista espléndida de cualquier cosa y de todas las bellezas. REFLEXIONES Algunas conversaciones acaban desembocando en una pregunta con aires esotéricos y metafísicos: ¿hay vida después de la muerte? En los años sesenta aparecieron una grafitis con una pregunta mejor formulada: ¿HAY VIDA ANTES DE LA MUERTE? Eso es lo que debe ocuparnos. El que haya o no haya vida después, no es tan importante como el que la haya antes. Hay mil teorías y promesas de vida después de la muerte, pero no son demostrables y, en el caso de que la hubiera sería en otro plano que no tiene que ver con este actual, con lo que las preocupaciones y los intereses actuales ya no serían importantes. En cambio, que llenemos nuestra vida de vida sí que lo es. Es vital, aunque parezca un mal juego de palabras. La Vida sólo debiera estar llena de vida, y no de otras cosas que la menosprecian, la malgastan, la infravaloran, la desprestigian. La Vida es lo más grande que nos pasa en nuestra vida, pero la vemos tan “normal”, tan “cotidiana” -porque suponemos que hay un mañana, y otro mañana, como si fueran infinitos-, que no la respetamos y valoramos. La vida es nuestra responsabilidad y esto deberíamos tomarlo muy en serio. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL Hay vidas que se sufren, vidas que se pasan sin pena ni gloria y vidas que se viven. Si uno se resigna a quedarse con la primera o la segunda, no puede optar a la tercera. Si la vida es una dádiva divina, sólo por respeto ante el dador, y por responsabilidad propia, tenemos la obligación de seleccionar la libertad y delicia que producen escoger la tercera opción: la del cumplimiento del compromiso con el Ser Superior Creador y con nuestro Ser Interior. Aquí venimos a vivir y no a otra cosa. O sea que malvivir, derrochar el tiempo de la vida, pasar por ella sin gozarla quedándose empantanado en problemas ilusorios, e incluso en los reales, es faltar al principio elemental que conlleva la vida que se nos otorga. No venimos aquí para hacer de la distracción una forma de vivir o del sufrimiento el objetivo prioritario. Tenemos el compromiso, para con nosotros mismos y para con el resto de humanidad, de colaborar con nuestra actitud en hacer un mundo mejor en el que habitar, y ayudar a evolucionar el conjunto de los seres humanos. Una actitud negativa siempre es contagiosa. El optimismo, la vitalidad, la sonrisa, la esperanza, y hasta la fe, también son contagiosas. Y más agradables. Contagiémonos nosotros y contagiemos al mundo. TRABAJA TÚ No te quejes de que la vida no te da cosas buenas sin antes preguntarte: ¿por qué tiene que dármelas? o ¿qué le doy yo a cambio? Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
-
CAPÍTULO 18 – REALIZARSE – LA REALIZACIÓN Este es el capítulo 18 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. “La meta principal es la autorrealización intima del Ser, y no debe descuidarse por las metas secundarias. El mejor servicio que puede hacerse a los demás es la liberación de uno mismo” (Buda) “Auto-realizarse no consiste en llegar a meta alguna, sino en vivir sencillamente en pleno acuerdo con uno mismo.” (Luis Maggi). “Si una persona no tiene el sentido de su propia peculiaridad y de su validez interior, está a merced de lo colectivo y de los acontecimientos externos, y no puede encontrar continuidad ni propósito en la vida.” (Liz Greene) “El hombre se auto-realiza en la misma medida en que se compromete al cumplimiento del sentido de su vida”. (Viktor Frankl) REALIZAR es “efectuar, llevar a cabo algo o ejecutar una acción” y así entendemos todos la palabra, pero tiene otra significado muy interesante y menos conocido: “sentirse satisfecho por haber logrado cumplir aquello a lo que se aspiraba”. SENTIRSE REALIZADO ES SENTIRSE SATISFECHO. Realizarse también es, en una interpretación menos académica pero más cierta, hacerse o convertirse en realidad, o sea, trasformar en existencia real y efectiva el potencial y la esencia que todos somos. Realizarse es convertirse en la realidad que uno es más allá de la equivocación en la que vive. Más allá del personaje, de los miedos, de la deseducación. Ser el auténtico, el único que solamente uno puede ser. Realizarse es Ser Uno Mismo. Esto implica la pureza absoluta, porque es ser y manifestarse en la naturaleza pura de la energía, afectividad e inteligencia que es cada uno en esencia. Para realizarte es preciso renacer, porque el personaje que estás siendo no eres tú. Al renacer es obligatorio hacerlo desde el Ser Esencial, que es totalmente puro y te permitirá desarrollar en más cantidad o con más interés algunos aspectos que te son placenteros o que intuyes que forman parte de ti y te agradaría desarrollar. Puedes querer, por ejemplo, ser más agradable de lo que eras antes o, mejor dicho, puedes permitirte ser todo lo agradable que eres en realidad y estabas evitando. Puedes querer, por ejemplo, dar abrazos a la gente que quieres en vez de reprimirlos. Se te va a presentar, a partir de tu decisión de Descubrirte y en cada instante, la oportunidad de mejorar, de desarrollar tus cualidades, de hacer las cosas que te permiten sentirte íntegro e íntimamente bien. A gusto. Con una muy agradable sensación de hacer las cosas del modo correcto y quedarte en paz. Has de tener claro que quizás al principio no puedas ser lo que quieras y como quieras ser, pero sí tienes el derecho de NO seguir siendo como NO quieres ser. Hasta que averigües quién y cómo eres realmente y lo seas del todo, tienes la ocasión de NO seguir siendo y actuando como NO quieres y NO te gusta. Esto sí depende de ti y lo puedes hacer desde ahora mismo. Tienes que tener claro que renacer es una acción que te pertenece, y tienes que saber que no puedes delegarlo en otro, ni en el destino, ni en las circunstancias. Vas a necesitar atención, observación, voluntad y dedicación. Lo tienes que hacer. Cualquier esfuerzo o momento oscuro será compensado con el resultado final, que es pasar el resto de tu vida a gusto contigo mismo. LA REALIZACION: SER UNO MISMO La realización se refiere al proceso en que uno, ya absolutamente convencido de que no es ni ha de ser él mismo en función de los demás, sino que tiene su propia individualidad, y que es un gran proyecto del que ha descubierto una minúscula parte, y que tiene que hacer realidad todas las partes que le integran, entonces, ineludiblemente, tiene que comenzar el proceso en que deja de ser solamente una propuesta, una buena intención, para comenzar la realización, o sea, hacerse realidad. Uno empieza a confiar en su potencialidad. Sabe que hay cosas dentro de él que, cuando oyen ciertas ideas, leen ciertos libros, o estudian ciertas materias, resuenan dentro, despiertan unas empatías adormecidas, y le hacen reconocer en su interior una demanda de experiencias y vivencias distintas de las físicas y cotidianas. Y se vuelve a reactivar el deseo de actualizar todo ese potencial. Es necesario empezar por comprender y aceptar la situación y condición actual, y ser conscientes de que lo que se quiere lograr va a requerir un esfuerzo para ser conquistado. Uno ha de ser consciente de que está siendo controlado desde fuera hacia dentro y el trabajo consiste en invertir la dirección. El centro está dentro, el conocimiento-sabiduría habita en lo interior, la fuerza está en el interior, todo está en nosotros, y lo que está fuera de nosotros nos debe importar en menor medida. El potencial es ilimitado. Si buscas limitaciones, ciertamente las tendrás. Pero eres infinito y tu fuerza crece y se multiplica con el uso: mientras más capacidades utilices, más acudirán, se mostraran más a menudo, y la energía y la potencialidad conseguidas te darán más confianza para seguir en el proceso. A menudo al ser humano le gusta creer que es como cree que debe ser, y en realidad sólo es él mismo en una ínfima porción, en una centésima parte. Desarrolla, inconscientemente casi siempre, una imagen y una forma de comportamiento, y se conforma con ser así. Se niega el derecho y la obligación de hacer realidad lo escondido; no se cuestiona hasta cuánto podría sacar de sí, hasta donde le podría llevar su capacidad aletargada; de vez en cuando, sólo de vez en cuando, y siempre por circunstancias ajenas, por pruebas que le pone la vida, desarrolla parte del potencial, pero no por propia voluntad, sino por ese momento que ha necesitado lo más y lo mejor de nosotros, que nos ha puesto contra la pared y nos ha dicho: ahora sé tú. La realización nos propone ser nosotros mismos, seres individuales, por lo tanto hagamos la pregunta en singular: realmente… ¿estoy siendo yo mismo? Uno ES, en tanto se da cuenta de que ES; uno ES, en tanto domina las circunstancias que le rodean; uno ES, cuando se sale de la confusión; uno ES, si está atento a su interior, si escucha su propio silencio, si prepara el camino de acercamiento a su ser; uno ES, cuando se enfrenta a la posibilidad inherente en cada uno de desarrollar su propia vida; uno ES, cuando propicia cambios que aparentemente son pequeños, pero que, hechos en un momento determinado de la vida, pueden provocar un destino diferente; uno ES cuando utiliza la posibilidad de decidir y se atreve a ser. Uno debe recordar que es honorable defender el propio territorio, valorar lo que ES, y convertirse en aquello que está destinado a ser. Todavía no llegamos a ser, con minúscula, y el motivo de la vida es alcanzar el SER, con mayúsculas. Mi deseo es que la paz te guíe cuando el momento adecuado rompa su quietud y tengas que SER TU MISMO. SOLUCIONES O SUGERENCIAS No he conocido nada ni nadie que explique mejor el Proceso de Realización que el libro “Curso de Psicología de la Autorrealización”, de Antonio Blay Fontcuberta. Te lo recomiendo efusivamente. RESUMIENDO Más que un derecho es una obligación. Hemos venido a este mundo a desarrollar la realidad, a ser quienes realmente somos. No hacerlo implica la pérdida del sentido de esta vida, un desperdicio de esta oportunidad, y hasta un fracaso personal. Realizarse es el proceso mediante el cual uno consigue llegar a ser consciente y realmente todo lo que es en potencia. El proceso en el que ya te hallas, es el proceso de hacerte realidad. Te estás haciendo realidad poco a poco. Estás comenzando a ser el que realmente eres. Estás empezando a sacar a la luz las piezas ocultas o desconocidas que te componen. Este capítulo es poco más que introductorio. Estate atento a los siguientes. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
-
CAPÍTULO 17 – EL DESTINO Este es el capítulo 17 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. “He aquí una prueba para verificar si tu misión en la tierra ha concluido: si estás vivo, no ha concluido.” (Richard Bach) “El destino se va haciendo a cada momento”. “Creemos que estamos dirigiendo nuestra vida cuando lo que hacemos coincide con lo que tenía previsto el destino”. “El libre albedrío es la capacidad de hacer con alegría aquello que debo hacer” (Jung) “A veces no comprendemos el destino y luchamos contra él. Sólo cuando finalmente renunciamos y nos relajamos, creamos la posibilidad de que llegue algo que nos ayude a superar nuestras dificultades y a dar el paso siguiente para entrar en una nueva fase de la vida” (Anónimo) “Si es que se puede “ver” el destino mediante el tarot, la videncia, la quirología, la astrología… es porque tiene que estar ya “escrito” en algún sitio”. “La manera en que una persona toma las riendas de su destino es más determinante que el mismo destino.” (Karl Wilhelm Von Humboldt) Como has podido leer, hay todo tipo de teorías y opiniones con respecto al destino. Unas te pueden parecer sin sentido y otras te parecerán verdaderas, pero todas son solamente suposiciones porque hasta ahora no hay una prueba evidente e indiscutible de su existencia. Por otra parte, considero que hay un error bastante común cuando hablamos del destino, porque siempre nos referimos a las expectativas o hipótesis acerca de lo que creemos que nos puede ir pasando a lo largo de la vida, pero... destino es “la meta o punto de llegada”, y visto objetivamente –como tiene que ser- sólo hay un destino que además es común para todas las personas y comprenderlo no requiere de cábalas ni elucubraciones: ese destino es la muerte. En cambio, llamamos destino a lo que no es nada más que lo que va sucediendo en el trayecto hasta llegar a ese único destino. Propongo cambiar la palabra por “previsión de cosas que pueden sucedernos a lo largo de nuestra vida”. Es más largo pero más apropiado. Porque en ese darle a la palabra un sentido que no es el adecuado, cuando uno se pregunta por su destino está pensando en “lo que tiene que hacer espiritualmente en esta vida para evolucionar o para cumplir su karma”, y si se lo pregunta desde un punto de vista más mundano está pensando en “si se casará o no, cuántos hijos va a tener, cuál será su futuro profesional, si tendrá dinero y si va a ser feliz”. Cuando alguien pregunta porque quiere saber si está diseñada una trayectoria en su vida de la que no podrá salir y dice“¿nacemos ya con un destino marcado?”, la pregunta está mal hecha pero la respuesta es clara: Morir. Tan desagradable y poco deseable como esto. Pero una vez sabido eso, y su previa aceptación por muy desapacible que parezca, lo siguiente es hacer todo lo posible para que el trayecto sea lo más agradable y satisfactorio posible. Llenarlo de cosas buenas, disfrutarlo, ser conscientes, etc., Toda esta teoría tan repetida que, conociéndola, no llevamos a la práctica. TODO LO ANTERIOR es lo que yo considero que es realmente el destino. LO QUE SIGUE A CONTINUACIÓN puede servir para las personas que siguen pensando en el destino tal como se ha hecho en el modo tradicional. Destino, según la RAE, tiene unas acepciones muy curiosas: “fuerza desconocida que se cree obra sobre los hombres y los sucesos” (Atención: claramente dice SE CREE, porque nadie lo puede confirmar) y también es “encadenamiento de los sucesos considerado como necesario y fatal” (y aparece la palabra FATAL), y por la definición parece que ya nos prepara para la tragedia que se avecina y nos predispone a sufrir pensando que es imposible escapar a esa pesada “maldición”. El destino no es una cuestión de azar ni una condena. En lo que muchos llaman destino aparecen, entre otras muchas cosas, las necesidades insatisfechas -que aspiran a ser satisfechas-, los conflictos más extraños y el desconocimiento de muchos porqués y paraqués, y las aspiraciones más profundas que nos gustaría poder experimentar. Con todo esto, y para nuestro propio bien, se elabora una hoja de ruta que incluye avisos (que conviene escuchar aunque no sean agradables), señales (que no se han de evitar, a pesar de su dureza), circunstancias (que más que maldecir se han de amar), y situaciones personales (que no harán sino enriquecernos si las resolvemos). En una visión esotérica, o poética, es como si nuestra alma supiera en qué nos necesita para seguir creciendo y nos usara para conseguirlo. Lógicamente, los beneficiados del afrontamiento y superación de esas “pruebas” del destino, somos nosotros mismos. He comprobado que lo que llamamos destino es en realidad sólo una propuesta de destino, y que casi nunca es inevitable. Has oído que siempre queda el libre albedrío, pero… ¿realmente existe el libre albedrío?, ¿o es que cuando uno hace algo que aparentemente NO estaba incluido en el destino es, precisamente, ese SÍ hacerlo lo que SÍ estaba previsto en el destino? Si mi destino parece que me propone una cena con unos familiares y en cambio, en un acto de idiota rebeldía y de desacato a ese destino, para demostrarle que yo mando en mi vida y no él, me levanto y me marcho… ¿no será ese marcharme en mitad de la cena lo que estaba escrito? No hay respuesta con garantía de certeza para esta pregunta. Lo que sí he comprobado es que hay ciertas experiencias que parece que, casi inevitablemente, hay que vivir. También sé que el destino nos las plantea amablemente al principio –nos las recuerda casi con una sonrisa-, pero si no las resolvemos nos las vuelve a presentar otra vez más adelante, esta vez de un modo más contundente para que, ahora sí, las afrontemos. Si tampoco de este modo hacemos caso, se tornará en violencia si hace falta, nos pondrá en el camino un hecho muy duro que nos haga reflexionar, una lección muy dolorosa, o una tragedia que nos impida seguir en la inacción. Es impresionante, y cuesta aceptar que es por nuestro bien, pero es así. Me cuesta trabajo creer en esto que escribo, pero le he visto tantas veces que no puedo obviarlo ni negarlo. También es muy posible que Jung tuviera razón cuando decía, más o menos, “los asuntos no resueltos se nos presentan una y otra vez y les llamamos destino” o “hasta que el inconsciente no se haga consciente, el subconsciente dirigirá tu vida y tú le llamarás destino”. Parece que es muy cierto que el tipo de educación y las circunstancias de nuestra infancia nos “predisponen” para un tipo de vida que puede parecer un destino. Es bien sabido que el inconsciente gobierna una grandísima parte de nuestra vida. Aquí encaja mejor mi teoría de que no hay un destino determinista del que resulta imposible escapar, pero sí hay una propuesta de destino que se va construyendo debido a nuestra forma de ser, pensar, sentir, actuar… Parece que no hay forma de confirmar lo antedicho, pero tiene toda la lógica. Todos esos condicionamientos y ayudas o predisposiciones adquiridos previamente, abocan a un resultado, a un modo, a una manera, a algo que puede hacer creer o sospechar que lo que sucede está predestinado. A veces, no queremos aceptar que lo que nos va pasando en la vida es el resultado tanto de lo que he hemos hecho como de lo que no nos hemos atrevido a hacer, y para quedarnos más tranquilos y eximirnos de la culpa, lo llamamos destino. Pero no es así. El destino es el resultado de los pensamientos, las desatenciones, los miedos, las alegrías y todo cuanto haya a nuestro alrededor afectándonos. LO MISMO PERO VISTO DE OTRO MODO Llamamos destino a muchas cosas a la vez. He observado que casi siempre equivocadamente, porque, en general, llamamos destino a aquellas cosas que suceden sin que, al parecer nosotros tengamos algo que ver. Y no es cierto: estamos llamando destino a las cosas que nos suceden porque nosotros no hemos querido o no hemos podido resolver, prever o modificar; llamamos destino a lo que pasa debido al abandono de la dirección consciente de nuestra propia vida; llamamos destino a nuestro cónyuge, nuestros padres, nuestro jefe, a cualquier otra persona; llamamos destino a todo lo que nos pasa. Cuando yo no tomo una decisión, y como la vida sigue en su curso imparable, esa decisión no tomada por mí es tomada por otra persona, o por el tiempo que pasa, y entonces recurrimos a la consoladora frase “será que tenía que ser así, que era mi destino”. Y nos quedamos auto-engañados y casi tranquilos. Hay mucho de irresponsabilidad y dejadez en esa creencia universal acerca de que existe un destino inevitable, y hay muchísimo de culpa en el hecho de que, al no reconocer cuál es nuestra obligación con nuestra propia vida, dejamos que nos sucedan las cosas sin intervenir. También es posible que haya una “propuesta de destino espiritual” en un sendero trazado por uno mismo de acuerdo a su camino evolutivo y a las experiencias que quiera conocer en esta vida. También puede ser que uno diseñe –antes de la encarnación en esta vida- las situaciones por las que quiere pasar, aunque luego no lo recuerde mientras las pasa. Pero también puede ser que no tenga nada de esotérico y espiritual y simplemente sea la aplicación de la Ley de Causa y Efecto. Las cosas que uno hace o no hace tienen efectos en esta misma vida y tal vez no necesiten para nada la trascendencia que le queremos dar. Sé que hay destinos más libres, en los que hay más facilidad para no resolver las cosas, en los que las preocupaciones son distintas; se les da preponderancia a las cosas materiales y terrenales, y no se cuestiona qué hay “más allá”, o cuál es el sentido de la vida. Se va a la practicidad, a disfrutar las cosas que entran por los cinco sentidos y dan un placer inmediato y tangible; con “eso que me llevo por delante”, resumen su pensamiento de la vida. Otra versión de lo mismo se basa en la idea de que es el Yo Superior quien puede dirigir lo que llamamos destino, y nos va haciendo ver las mismas cosas o las mismas situaciones en diferentes momentos, cada vez con una intensidad o con una insistencia distinta, hasta que nosotros estamos abiertos y receptivos a notarlas; hasta el momento en que las metemos en el interior y las resolvemos dentro, en el corazón, en la identidad, en lo más central de nuestro ser, porque las que arreglamos con la mente y sólo en la mente, en cuanto se nos olvida ese pensamiento, o ponemos a nuestra mente en otra tarea, en cuanto distraemos la atención de la idea, desaparece. TAMBIÉN PUDIERA SER QUE… “Hay personas que prefieren creer que todo en la vida es azar, y que todo está sometido exclusivamente a los caprichos de la casualidad. Este es un punto de vista tranquilizador en cierta medida, porque mitiga la carga de la responsabilidad personal. También hay personas que creen que la vida fluye totalmente de acuerdo con la predestinación derivada del karma de cada uno, de los efectos de causas que se arraigan en encarnaciones pasadas, y esta posición también es consoladora, porque lo absuelve a uno de responsabilidad en el presente. Finalmente hay quienes creen que la propia voluntad es el factor determinante de nuestro destino, y ésta es una actitud un poco menos reconfortante, porque la vida nos pone frente a algunas cosas que no es posible alterar con un esfuerzo de la voluntad, ni siquiera de la más poderosa. El hombre está atado a la rueda del destino hasta que sobre él amanece la conciencia de la posibilidad de elección que le ha concedido Dios. Tiene entonces un atisbo de la naturaleza paradójica de la fuerza que lo ha atado, pero que le ha dado también el poder de romper sus ataduras. Ya sabemos que hay proyecciones inconscientes que pueden llevar a una persona a enfrentamientos, relaciones y situaciones que, aunque asuman un cariz de destino, están reflejando su propia lucha por llegar a la conciencia de sí mismo.” (Del libro Relaciones humanas, de Liz Greene) POR LO TANTO Insisto en la propuesta de un destino que está escrita en alguna parte, sugerida, pensada por Alguien, porque a ese destino de “cosas que pueden suceder” acude el tarot, la quiromancia, la videncia o cualquier persona con un mínimo de sensibilidad y de apertura a recibir esa información. Si se puede acceder a ello es porque tal vez exista. Uno puede pensar que todo está escrito en el destino y entonces puede sentir una enorme frustración por el sentimiento de ser un muñequito que juega el papel que Dios le ha puesto. Es muy pobre si realmente es así. A mí me entra un enorme enojo si no tengo la sensación de que puedo renacer con mi esfuerzo, si sé que no son válidos mis despertares, si no tiene algún sentido lo que soy y lo que hago. Sí, ya sé que parece una presunción querer ser algo cuando dentro de poco moriré y no quedará de mí más de lo que haya quedado de cualquier indigente que murió hace diez siglos, o de un Neandertal que en su momento creyó ser importante. Quiero creer en un destino en el que, a pesar de lo propuesto, uno, siempre, y digo “siempre”, pueda cambiar, pueda hacer modificaciones. Hay cosas de las que hacemos que son de mucha importancia para nuestro desarrollo y el cumplimiento de nuestro “destino”; hay otras, en cambio, y lo he podido comprobar muchas veces, en las que no cambia nada con lo que hagamos o no hagamos; hay momentos decisivos y hay momentos intrascendentes, pero también hay situaciones que vivimos y cosas que hacemos que, aunque no tienen importancia para nuestra evolución, sí que la tienen para la de otra persona. Así, a veces, por ejemplo, y sin darnos cuenta, entretenemos a otra persona hablando por teléfono de cosas banales para que no pueda recibir otra llamada que es mejor que no reciba, o para que salga un poco más tarde a la calle y evitarle un accidente, o para que oiga una frase nuestra que puede ser esclarecedora para ella, etc... Y vuelvo a decir que he comprobado que es así como sucede en algunos momentos. Además, estoy seguro de que Dios –o quien diseñe el futuro- quiere siempre lo mejor para mí –y no sé de dónde sale esta seguridad-, y siento con firmeza que las experiencias realmente “inevitables” no se han de evitar. He llegado a la seguridad de que lo que nos pasa es lo mejor que nos puede pasar, aunque tardemos en comprenderlo y aceptarlo. Siempre hay un momento de serenidad en que uno razona o siente que aquello que tanto le hizo sufrir le abrió otras posibilidades. Conozco opiniones de personas que creen que cuando uno es consciente de que eso que llamamos destino forma parte de un orden establecido, que es de una perfección asombrosa, que cada paso viene dado en el momento preciso, que no se puede pasar a una cosa hasta resolver la anterior, y que por encima de todo ello hay una Presencia Divina que vigila el correcto desarrollo de cada uno de los destinos, y lo cuida y lo mima con ternura y Amor, entonces uno comprende que es necesaria la rendición para nuestra propia redención; se comprende la necesidad de aceptar con todo el amor. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL Uno está destinado a ser Uno Mismo. Nada más. Y nada menos. Nadie puede cumplir nuestro destino, ni nosotros podemos pretender realizar el destino de otros. Si uno tiene fe comprende la necesidad de aceptar CON TODO EL AMOR Y TODA LA CONSCIENCIA el “hágase tu voluntad” y siente la necesidad interior de decirle a Dios “de acuerdo, reconozco mis interferencias en Tu deseo de cuidarme y llevarme bien hasta Mí. Te brindo mi Voluntad. Hágase ahora tuya”. RESUMIENDO El destino es como llamarás a lo que te va a pasar tanto si prestas atención como si no. Por eso es mucho mejor ser el Creador de tu Destino, ya que tienes la posibilidad de crearlo, y hacer que sea especial. Es tu responsabilidad y tu obligación. Alégrate de que sea así. Sé valiente. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
-
CAPÍTULO 16 – EL TRABAJO INTERIOR Este es el capítulo 16 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. MOTIVOS PARA EL TRABAJO INTERIOR: PARA EQUILIBRAR NUESTRA VIDA - Nos pasamos todo el tiempo pendientes del exterior y hacemos un desarrollo exterior. Nos confundimos: el motivo de la vida somos nosotros, no los problemas y las cosas que pasan "fuera", ya que esto impide que se desarrolle gran parte de la vida afectiva. Nos falta serenidad, paz, ecuanimidad. No podemos encontrar soluciones, por la tensión continua. Hay que buscar el ritmo natural. Dentro está el equilibrio y la energía: en el silencio. PARA MEJORAR NUESTRA PERSONALIDAD - En el interior hay una sabiduría que no está en la técnica ni en los libros. Se consigue mayor serenidad, fuerza personal, concentración, rendimiento intelectual. MODALIDADES DE TRABAJO INTERIOR ORACIÓN: Apertura total a Dios, sin reglamento, sin actitud de "pobre", diciendo lo que pasa, lo que se siente, sea material o espiritual, presentándose sin "papeles", vaciándose del yo personal para que Dios lo llene. JAPAM: Repetición de una frase que encierra la verdad más grande para uno, la verdad que quiere llegar a vivir. Repetir constantemente, poniendo la atención en el corazón hasta que resuene allí. El automatismo de la repetición consigue afirmar la idea en la mente. AUTOSUGIESTIÓN: Introducir ideas positivas para que nos condicionen desde nuestro mecanismo inconsciente. Nuestra vida funciona de esta manera... (llegar, entrar, sentarse, moverse en la silla...). Autosugestión es meter deliberadamente las ideas que se eligen para que condicionen desde el inconsciente, pero evocando al mismo tiempo sentimientos, sensaciones o vivencias, así irá calando y neutralizando otras ideas. CONCENTRACIÓN: Atención es el acto de mirar algo mentalmente. Concentración es el mismo acto de mirar pero manteniéndolo, sostenido. SOBRE LA POSTURA CORPORAL: Darse cuenta de que todo yo estoy sentado. Sentirse sentado, no sólo pensarlo. (Disminuye la tensión diaria, se está más concentrado, más sereno y más maduro). SOBRE LA RESPIRACIÓN: Bien sentado, atender a la respiración, pero sólo observar, no intervenir. SOBRE UN CHAKRA: Mejor con alguien que lo sepa o lo explique perfectamente, porque puede llegar a ser peligroso (kundalini, energías descontroladas...). SOBRE UNA CUALIDAD PROPIA: Poner la atención en ver qué es esa cualidad a la que se aspira. Mantener la atención en la evocación de la cualidad y en la sensación. SOBRE UNA CUALIDAD DIVINA: Centrarse en lo que se intuye por sí mismo. No sólo captar el nombre, sino la noción de totalidad, diferente a la noción intelectual. Esto nos lleva a la fuente de donde procede la intuición. EN LA INVESTIGACION DEL YO: ¿Qué soy yo? (no un cuerpo, un pensamiento, un sentimiento... sino el sujeto que tiene un cuerpo, piensa, siente...). Cada uno tiene que descubrirlo. EN EL SILENCIO: Estando totalmente consciente y lúcido, aprender a ser consciente del silencio. Efectos: la mente se tranquiliza, ahonda, se aclara, se estabiliza; nuestra vida afectiva se ordena; se accede a otros niveles de conciencia y de intuición; se agudiza la sensibilidad para entender más a los demás; se escucha la sabiduría del cuerpo. MEDITACIÓN DISCURSIVA: Contemplo algo mentalmente y dejo que mi mente traiga toda la información que tiene sobre ese algo, manteniendo el algo inicial como sujeto que no se desplaza con las nuevas informaciones. (Se convierte en un estilo de mirar con todas las perspectivas). MEDITACIÓN CONTEMPLATIVA: Es una concentración prolongada: cuando se penetra en el objeto de meditación, en la realidad del objeto, eso es contemplación. Es una experiencia real: se vive, se siente, se piensa...tal como lo hace el objeto contemplado (¿qué quiere decir amor, inteligencia, ser...?. Si penetro en ello, me convierto en ello). DIFICULTADES: Distracciones, sueño, desgana, sentimiento de ausencia de progreso... NECESIDAD DE INTEGRARLO EN LA VIDA COTIDIANA: Si separamos trabajo interior y vida cotidiana, se crea una escisión en nuestro psiquismo: una parte mira hacia dentro, otra hacia fuera. Se crea una dualidad. Los adelantos en lo interior no se traspasan a lo exterior. (Practicar a diario, regularmente: no hay nada más importante. Conviene hacer pequeños paréntesis de aislamiento en la actividad cotidiana, y reconexión con el interior; hay que tratar de conseguirlo durante el día). LA AYUDA DE LO SUPERIOR EN EL TRABAJO INTERIOR: Cuando uno trabaja porque le nace de dentro, ha de saber que no es uno quien inicia el trabajo, sino que se origina en lo Superior. La raíz de nuestro trabajo está en Dios, de allí recibimos constantemente estímulos y dirección, a condición de que sepamos estar en silencio, escuchar interiormente y colaborar con las indicaciones interiores. Los "maestros" son muletas, útiles sólo hasta que uno sea capaz de mantener el contacto abierto, directo y permanentemente, con la fuente. Son útiles mientras uno confunde la voz Superior con la voz de su subconsciente, de su imaginación, de sus deseos o temores. No emanciparse antes de tiempo. Ser sencillo, sincero, saber abrirse a Dios o a alguien que sepa más que uno. SEÑALES DE QUE EL TRABAJO VA BIEN: Uno se siente con mayor serenidad interior, con más seguridad, con más paz y energía; se descubre que no tiene tanta prisa para vivir, que se comprende mejor a las personas, que se ve todo más natural; que se siente que todas las cosas se desarrollan por el mejor cauce, aunque no se sepa cómo ni porqué. Esto indica un progreso interior real. Siempre se está progresando, aún cuando aparentemente no pasa nada. Atención: no quedarse detenidos en las experiencias. Si se quiere, consultar con alguien de absoluta confianza los fenómenos que vayan apareciendo, pues a uno siempre le faltan criterios. PRÁCTICAS PREPARACIÓN: POSTURA (no incomodidad, no crispación). RESPIRACION (profunda). CENTRAMIENTO (sentir que soy yo quien está sintiéndose yo). TRANQUILIZACIÓN (Yo me tranquilizo a mí). Esto es imprescindible. TRABAJO: ORACIÓN (libre, personal, espontánea) (5 minutos). CONCENTRACIÓN (en la cualidad que a uno le gustaría llegar a tener) (8 a 10 minutos). SUGESTIÓN (frase afirmativa, concisa, positiva) (5 a 7 minutos). VISUALIZACIÓN (a sí mismo, viéndose y sintiéndose con la cualidad) (5 a 7 minutos). SILENCIO (centrado, apoyado en la respiración. Es la recogida de la cosecha) (5 minutos). FINAL: Todavía en silencio hacerse a la idea de pasar a la actividad externa; hacer respiraciones completas y profundas; mover manos, pies, cabeza... despacio; abrir los ojos y no levantarse inmediatamente. Mantenerlo durante todo el día. Hacer paradas para retomar lo sentido. Mantener el estado mientras se hacen las cosas cotidianas. (Todo el texto anterior es de Antonio Blay) SOLUCIONES O SUGERENCIAS: Es recomendable ir por el mundo con una libreta y un bolígrafo, para anotar todos los sentimientos e ideas que nos van a aparecer de improviso. Al iniciar el trabajo se entra en una etapa fecunda en la que afloran ideas que nos pertenecen, y otras que nos presenta la vida, o la intuición, o la sabiduría arcana… El trabajo interior lleva implícita la creación de filosofías cotidianas y religiosas que sean propias. Uno tiene la obligación de crear sus principios y sus mandamientos, para luego respetarlos escrupulosamente. Es mejor no vivir de ideas prestadas y de descubrimientos ajenos, sino que conviene desarrollar los propios. Lo que tu corazón te dicte será más válido, porque habita en tu interior y es tuyo. Dentro de ti hay más de un libro sin papel. Si estás abierto a ello, despejas un canal de información que se encontraba obstruido. A partir de ese momento, conviene que seas receptivo y no aplaces los instantes de lucidez absoluta, la sabiduría que llega a oleadas, la iluminación que te produce casi cada cualquier palabra, visión o hecho. Junto a cualquier página escrita que leas, tienes que añadir la tuya propia, tu propio libro, ya que estarás capacitado para ello, si no como literato que encuentra las palabras apropiadas y definidoras, sí como pensador y sentidor. RESUMIENDO: De casi nada sirve el trabajo “exterior”. De fuera, puedes recibir información y pistas, pero no sirven si no encuentran su reflejo en el interior: su misión es “recordarle” al interior, o “despertarle”, pero el trabajo, siempre, es interior. Todo se desarrolla dentro; todo se elabora en el silencio y la atención; todo crece desde una idea, una intuición, una sensación; todo se despliega en la intimidad de lo interior, y este proceso obliga a intimar con Uno Mismo, y a tomar conciencia de esa soledad en la que verdaderamente uno progresa. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
-
CAPÍTULO 15 – LA VIDA INTERIOR – LA VIDA ESPIRITUAL Este es el capítulo 15 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. “Las personas buscan y huyen de muchas cosas y no entienden que, tanto lo que buscan fuera como aquello de lo que huyen, está dentro”. "Quizás mi verdad interior, mi aproximación a lo que soy, pase por desaprender todo lo aprendido. Tenemos demasiadas ideas y conceptos, guardamos conocimientos como si almacenáramos cosas en el desván, para un futuro que puede no llegar nunca. La conexión con el SER y con la fuente debe ser directa y sin intermediarios. Tanta tinta, tantas letras, tantos sistemas y ópticas para mirar el mundo... pero, ¿qué hay de mí?... ¿qué hay de lo que soy?... Un piadoso olvido me dejaría desnudo y virgen sobre un mundo recién nacido. Entonces, quizás, mi propia voz iluminaría desde las profundidades verdaderas eternas". (Luis Maggi). “No vayas fuera, vuelve a ti mismo. En el hombre interior habita la verdad." (San Agustín) “La verdad es totalmente interior. No hay que buscarla fuera de nosotros ni querer realizarla luchando con violencia con enemigos exteriores.” (Mahatma Gandhi) “Lo que está delante de nosotros y lo que está detrás es poco importante comparado con lo que reside en nuestro interior.” (Oliver Wendell Holmes) “El viaje más largo es el que se hace hacia el interior de uno mismo.” (Hammarskjold) Se llama Vida Interior a ese diálogo mudo que uno mantiene consigo mismo cuando presta atención al Ser, a la vivencia de las emociones y sentimientos internos, a sentir el Silencio, a la dedicación a esos asuntos que reportan paz interior y una satisfacción espiritual sin precio, a la oración, al recogimiento, a la contemplación, al contacto con Dios o lo que uno considera divino o sobrenatural… y también a los momentos de pesar por la disconformidad con los conflictos que se sienten dentro. "Todo está dentro de ti", se dice. Pero miramos dentro y en muchas ocasiones sólo vemos una enorme confusión que es la suma de muchas confusiones. Nos hacemos preguntas -y eso está muy bien- pero nos equivocamos en el destinatario de las preguntas: hay que hacerlas al alma y las hacemos a la mente. ATENCIÓN Cuando digo “Vida Interior” no me refiero a refugiarse uno dentro de sí mismo para escapar a la realidad de la vida que está viviendo; no hablo de un lugar donde uno va a esconderse para no seguir enfrentándose a su vida y a los problemas y complicaciones del mundo exterior, sino todo lo contrario: hablo del lugar donde uno va a hacer realidad otra parte de su vida o la que tal vez sea su auténtica vida. Una de las muchas aportaciones de la Vida Interior es una capacidad intuitiva y de sabiduría que después se manifestará exteriormente en la vida cotidiana. Esto se consigue porque el interior es el “lugar” adecuado para contactar con la mejor parte de uno, esa que siempre está pendiente de manifestarse libremente. Es el lugar adecuado para contactar con la divinidad personal, o con el Dios propio para el que prefiera sentirlo así; es donde se armonizan lo divino y lo humano, y donde se puede aprender y aprehender lo interesante que contiene para exteriorizarlo después en lo cotidiano. Uno, tras el encuentro con lo interior, comenzará a sentirse y manifestarse de un modo más armónico, expresando serenidad, confianza y paz. La Vida Interior a la que me refiero es la vida espiritual. Decimos que somos cuerpo y alma-espíritu. Eso es lo que creemos. En realidad somos una sola cosa a pesar de nuestro empeño en separar lo superior y lo inferior, lo interior y lo exterior, lo divino y lo humano… el proceso en el que estamos es el de conseguir conciliar ambas partes para que se muestren conviviendo al unísono. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL Nadie te puede mostrar tu Vida Interior porque es sólo tuya, personal e intransferible... hay en ella muchos silencios e inquietudes, y para encontrarles sentido tienes que tener mucha paciencia y saber esperar. Para que se desarrolle bien necesita de tu constancia, entereza, atención, amor… que tengas seguridad en el Camino que has escogido –el de tu propio Desarrollo Personal-, y conocimiento de que tendrás momentos de estancamientos, dudas, conflictos, contrariedades... y a pesar de todo seguirás en él, porque sólo el Camino que te lleva a tu interior es el Camino verdadero. La vida exterior es innegable, y has elegido venir a ella; la Vida Interior es irrenunciable, porque ella es el verdadero motivo de haber venido a la vida física: para retornar a la espiritualidad, para re-unirte contigo, con el Ser que eres pero no estás siendo. El contacto con tu interior te dará, despacio y poco a poco, respuestas a las dudas que te rondan. Deberás aprender a desconfiar de las que tengan toda la apariencia de ser mentales. Si parecen sospechosamente intelectuales, o que tienen como fin justificar algo de un modo muy racional, pueden ser juegos de tu mente. No te valen. De esas hay a cientos en los libros. Las respuestas auténticas que brotan del interior emergen en tu propio lenguaje, tan llano o simple o sencillo como seas tú; lo rimbombante es de lo mental. Dios te llenó de cualidades, están todas en tu interior, y tu labor es ir descubriéndolas y expresándolas poco a poco. PREPÁRATE Y ármate de paciencia. Estarás entrando en un mundo desconocido, muy distinto del que conoces, donde todo se tramita a través de la mente y el raciocinio. En la Vida Interior el lenguaje es distinto. Es más de sensaciones, sentimientos, destellos de iluminación y comprensión que se nos muestran, preguntas que se responden con otras preguntas; la intuición nos da pistas, el Silencio enseña más que las palabras, dejar la mente en blanco es preparar el terreno para que se manifieste la sabiduría. Y otra vez hay que hacer acopio de más paciencia. Cuando uno se centra en su interior, aunque parezca que no pasa nada, las cosas por sí mismas se están poniendo es su sitio. Regresar al origen requiere tiempo y perseverancia. Para preparar el terreno interior y progresar, algunas personas recurren a lecturas místicas, a la meditación, a disciplinas o filosofías orientales… cualquier cosa puede ser útil y estar bien si está bien encaminada, si lo que se pretende como objetivo es el acceso a ese interior que nos llama de algún modo, al que nos está llevando la insatisfacción personal, la falta de completitud que de algún modo se nos manifiesta. RESUMIENDO La vida exterior es la vivencia y la Vida Interior es la Vida. La vida exterior es lo que nos pasa y la Vida Interior, es la Vida de quien somos. La diferencia es vital. Nos preocupamos a diario del yo que va a morir, del que es cambiante, sufriente, inseguro, infeliz… y desatendemos al que realmente Es, al grande, al verdadero. La paz se encuentra en el contacto real con el Uno Mismo y se siente en los momentos de acercamiento al Ser Interior. La paz es inalterable cuando uno está dentro de Sí, protegido y acunado por la Madre Interna, por el Padre Curativo, por los Seres a los que estamos unidos atávicamente… Es bueno dedicar tiempo a esta Vida Interior, que es esencialmente espiritual, porque es el único lugar en el que puedes contactar contigo, y es el único modo en el que puedes progresar humana y espiritualmente. Y no te preocupes si tu mente no entiende todo lo que has leído: en alguna parte de sí ha sido comprendido y puede estar haciendo efecto ya. No esperes resultados espectaculares e inmediatos. Insiste, pero sin expectativas… y lo lograrás. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
-
CAPÍTULO 13 - RECONCILIARSE CON LOS YOES DEL PASADO Este es el capítulo 13 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. “No soy lo que me ha pasado. Soy lo que decido ser”. (Carl Jung) “La reconciliación es la manera más rápida de cambiar tu vida”. (Mark Hart) “La verdadera reconciliación no consiste solamente en olvidar el pasado, sino en construir una relación prospera”. Todos guardamos y mantenemos representaciones vivas de nuestros yoes del pasado. Son imágenes etéreas de diferentes épocas de nuestra vida –pero que se mantienen vivas en el inconsciente y afectándonos o influyendo- y representan diferentes estados y vivencias por los que hemos atravesado. Algunas personas se sienten en paz consigo mismas, satisfechas, y reposan en la parte del recuerdo y del pasado donde hemos almacenado las cosas de las que nos sentimos complacidos y a gusto. En cambio, con los yoes que representan aquellas actitudes y hechos de los que no nos sentimos orgullosos, aquellas de las que hasta negamos la autoría, hacemos dos cosas opuestas: o las dejamos a la vista, les sacamos brillo cada día para que no se nos olviden, nos las restregamos continuamente, sacamos punta a sus espinas y rellenamos su depósito del veneno, todo ello para satisfacer a nuestro masoquista interior, o bien las escondemos bien escondidas en un lugar al que no queremos regresar. En el primer caso, si no somos capaces de sacar ningún provecho y sólo nos recreamos de un modo depravado en su repetición regodeándonos en el auto-reproche, el acto es inútil, se vuelve en nuestra contra, mina nuestra autoestima, nos enfrenta a nosotros mismos, y nos enzarza en una guerra en la que siempre somos perdedores. Por todo lo expuesto, sería conveniente tomar otra actitud y dejar de insistir en ese castigo maquiavélico y perverso. En el segundo caso creemos, equivocadamente, que no hablando de ello, negándolo, o intentado olvidarlo, dejará de molestarnos, se diluirá en el pasado y desistirá de pedirnos cuentas. Un error. También. El que no nos acordemos conscientemente de ello no quiere decir que no nos esté afectando de un modo inconsciente. Y no hay que olvidar que el 99% de nuestros actos y pensamientos, se gestan y deciden en el inconsciente o en lo inconsciente. En realidad, esos yoes, latentes y asomándose sólo de vez en cuando, esperan una explicación que les redima del pesar que les apesadumbra al saber que vivieron actos o actitudes que negamos. Se sienten culpables. Son cosas que hicimos hace tiempo –por tanto no las hizo el yo que somos hoy sino otro yo del pasado- y que se hicieron –posiblemente- sin mala intención y sin mejor conocimiento, pero nos exigimos responsabilidades como si fuéramos expertos. Esos yoes que ahora rechazamos, de los que ahora se arrepiente nuestra conciencia, no entienden que se les trate como apestados de los que es mejor renegar. Se sienten traicionados y abandonados. Y mientras van minando poco a poco nuestra actual autoestima. Ahora, cuando se pueden asomar a nuestra memoria, nosotros reaccionamos tratando de esconderlos de nuevo en lugar de acogerlos o de reconocerlos en vez de negarlos, y les condenamos al silencio sin aclaraciones en vez de hablarles para darles una explicación de lo sucedido. Sus porqués no obtienen respuestas. Esos yoes que alguna vez fuimos, injustamente acusados ahora, buscan reconciliarse con nosotros, quieren que los comprendamos haciéndonos ver que forman parte de las experiencias por las que hemos tenido que pasar, que son parte innegable de nuestro pasado, que necesitan ser comprendidos y acogidos, que no merecen nuestra desaprobación porque no les tocó hacer una parte que ahora resulta desagradable, y que son nuestros yoes como los otros a los que ensalzamos. Una de las formas útiles de reconciliarnos con nuestro pasado, del que somos, no lo olvidemos, responsables únicos, es la que expongo: Se trata de conseguir una relajación adecuada, en un sitio en el que no vayamos a ser molestados, con bastante tiempo libre disponible, y en el modo que tengamos por costumbre hacerlo. Una vez relajados, sin ninguna expectativa de lo que “tiene” que suceder –porque si nuestra mente está pendiente de que suceda algo concreto no será una relajación auténtica, y puede que nos estemos “inventando” lo que suceda a continuación-, y sin ninguna prisa –porque lleva tiempo conectar y porque quizás no suceda algo la primera vez, o tarde en aparecer, y, además, es conveniente repetir el ejercicio en varias ocasiones porque en cada ocasión nos puede mostrar algo más-, y sin permitir que la mente consciente intervenga tratando de analizar lo que está sucediendo –porque si dejamos que una parte del consciente intervenga, entonces no estaremos en el lugar del inconsciente al que queremos llegar-, entonces es el momento de observar qué yoes van apareciendo, y qué nos cuentan. Para que sea eficaz hay que entender que en este trabajo lo que se produce es el encuentro con los yoes y en ese nivel, que es donde está el conflicto, y no se resuelve desde el pensamiento o la razón. No hay que estar pendiente de que no se olvide nada de lo que vaya a suceder. De lo que haya que acordarse, nos acordaremos. La primera regla es que en esa “meditación/relajación” hay que ponerse a la altura física de quien aparezca. Si es un niño, hay que agacharse hasta que nuestros ojos estén frente a los suyos-. La segunda regla es que hay que escuchar lo que nos quiera decir, con palabras o sin ellas, con gestos o con sentimientos, y no hay intervenir hasta que termine. No hay que estar a la defensiva, ni culpabilizar a algo o alguien ajeno –las circunstancias, el destino, los otros, etc.-, sino explicar, en un tono sosegado y de modo que esté a su nivel intelectual, el porqué de aquello que le tocó hacer, o sea, de lo que se hizo en aquel momento. Las explicaciones, básicamente, son las mismas para todos. “Hiciste lo que creíste que tenía que hacer, o lo que suponías que eras lo mejor, o lo que permitieron hacer las circunstancias, con el conocimiento y la experiencia que tenías entonces. Te lo agradezco igualmente, aunque el resultado no fue el que deseara. Te acojo con amor en mi vida porque formas parte de mí”. El texto se debe modificar al gusto de cada uno, porque si uno se habla con palabras que no son suyas, o de un modo que no es habitual, el yo puede creer que no hay sinceridad. También es interesante tener unas preguntas preparadas, para ver si se puede conseguir respuestas que nos clarifiquen alguna duda. Cuando se termine “la conversación”, cuyo final no hay que precipitar para que quede perfectamente resuelto, hay que ofrecer un abrazo al yo, y si lo acepta, podemos dar el asunto por resuelto. Si acepta el abrazo, que sería lo lógico, conviene que sea muy real, que lleve todo el amor que seamos capaces de transmitir, que sea lo más sincero que hayamos hecho en nuestra vida, y si notamos que nos abraza con la misma pasión que nosotros ponemos, o captamos una sonrisa, un asentimiento, una relajación en su gesto, una palabra que nos lo confirme, entonces es momento de disfrutar el abrazo, de saborear la reconciliación, y entonces es cuando hay que apretar más el abrazo, hasta que el yo se integre en nosotros y pase a formar parte indisoluble de nosotros –y nosotros en él-, dejando de ser un ser etéreo que vaga perdido. Si no lo acepta, tal vez sea porque no se crea lo que le estamos diciendo, así que puede ser que falte sinceridad por nuestra parte, o que esté demasiado resentido. Lo que hay que hacer es volver otro día, para ver si se ha ablandado y ha comprendido nuestra intención y voluntad. En cualquier caso, cuando tengamos la sensación de que ya está resuelto conviene comprobarlo, haciendo preguntas directas como, por ejemplo: ¿Qué necesitas?, ¿qué puedo hacer por ti?, ¿te queda alguna duda? Hay otra versión de este ejercicio, que es buscar intencionadamente uno de esos yoes con los que queremos relacionarnos especialmente porque queremos arreglarlo. En ese caso podemos llamarle, o “forzar” un poco, sólo muy poco, la imaginación para que se presente. Y si no llegamos a verle con forma, pero le intuimos, es suficiente. El proceso posterior es el mismo. No pienses en lo que has leído. Sólo observa si en algún momento durante estos últimos minutos has sentido dentro de ti, de un modo que no necesita explicación, que todo esto puede ser verdad y puede ser así. En ese caso, y si lo deseas, ponlo en práctica. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
-
CAPÍTULO 12 – EL SENTIDO DE LA VIDA Este es el capítulo 12 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. “Tal vez la propia vida no tenga sentido por sí misma y es cada uno, con su Libre Albedrío, quien tenga que dárselo”. “¿Y si el sentido de la vida fuera poner la atención y las emociones en el disfrute de la Creación de Dios? ¿Y si simplemente fuera ser espectadores de lo Divino?” “Cuando el hombre ignora sus fuerzas espirituales, sale de Sí buscando el sentido de la vida en la seguridad, en los estímulos secundarios y en la satisfacción de los impulsos. El ejercicio del silencio le permite reencontrarse”. (Dürckheim) “El esfuerzo por encontrar significado en la propia vida es la principal fuerza motivadora de los seres humanos. Sin significado, sentimos que no tenemos por qué vivir, nada que esperar, ninguna razón para esforzarnos por nada. El significado nos da la dirección en la vida”. “Hay quien cree que el cosmos entero tiene significado, y que nuestra labor consiste en descubrirlo; que Dios tiene un plan y nosotros formamos parte de él. Otros creen que no hay un significado o diseño general último, y que sin embargo es necesario que nos inventemos algún significado en la vida para poder sobrevivir”. (Frankl) “Quien tiene por qué vivir, puede soportar casi cualquier cómo”. (Nietzsche) “La ausencia de significado en la vida desempeña un papel decisivo en las causas de la neurosis. Una neurosis debe ser entendida, en última instancia, como el sufrimiento de un alma que no ha descubierto su significado”. (Jung) “El sentido de la existencia humana es ser testimonio de lo divino en este mundo”. (Dürckheim) La palabra “sentido” tiene muchos significados, pero aquí nos limitaremos a “dirección, razón de ser, finalidad”. Cuando alguien habla del sentido de la vida sin duda está especulando desde un punto teórico, porque cuando se habla de la vida generalmente se habla como de algo externo y ajeno; algo que está ahí pero parece como que no nos concierne directamente: es como si estuviésemos comentando lo que nos ha parecido una película que hemos visto. La forma correcta de encarar esta importantísima y trascendente cuestión es concretizar y ceñirse al sentido de “mi vida”. Cuál es el sentido de MI VIDA. Sólo es útil, productivo, clarificador, o enriquecedor, cuando me lo aplico A MÍ y lo concretizo CONMIGO. Cada vida es distinta y tiene un sentido distinto. Se trata de buscar el propio, el que satisfaga a nuestro Uno Mismo personal; el que deje paz y confianza en el alma. LA RAZÓN DE TU PROPIA EXISTENCIA SOLAMENTE LA ENCONTRARÁS EN TU INTERIOR. “No estoy aquí para conmover ni para satisfacer al resto del mundo ni para cumplir sus expectativas. Estoy aquí para vivir mi vida en las condiciones que me hagan feliz”. Este es un buen punto de partida. Suena tal vez un poco egoísta, pero no lo es. Recuerda: ahora mismo lo que buscas es el sentido de TU vida. Y esto es lo más importante: nada de una inútil humildad disfrazada de una falsa modestia. Nada de seguir aplazando Tu vida y dando prioridad a otras cosas. Ahora mismo nada es más importante que tú y nada requiere más tu atención porque nadie puede hacerlo por ti. ¿Por qué no te pones ya a buscar, de verdad, el sentido de tu vida? REFLEXIÓN COMPARTIDA ¿Cuál es el sentido de mi vida? Cada persona que quiera responder a esta pregunta habrá de hacerlo en nombre propio y dirigiéndola a su propia conciencia. No ha de servirle una respuesta ajena, aunque suene muy bien, salvo que la use provisionalmente y como punto de partida hacia el encuentro de la que sea exclusivamente suya. Nadie ha de conformarse con una que satisfaga a su mente pero no a su Ser. Nadie ha de rendirse, nunca, hasta haberla hallado. Y el día que la encuentre no ha de conformarse con guardarla, sino que tendrá que dejarla en libertad para que pueda seguir creciendo y buscando más matices, para que algún día pueda llegar hasta su motivo más recóndito y último, hasta su máxima y más clara expresión, y así uno pueda emprender el viaje de regreso con la satisfacción del deber cumplido y el proyecto realizado. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL Mientras estamos encarnados, uno de los grandes desórdenes –y tal vez el que crea más conflictos y dudas- es no saber hacia dónde vamos y saber si llegaremos o no. El sentido de la propia vida se va descubriendo cuando en vez de sabotear nuestro crecimiento aceptamos las experiencias que la vida nos quiere ofrecer y atendemos a las demandas de nuestra necesidad interior de completamiento. Creo que todos escuchamos de vez en cuando una voz interior que nos insinúa sin palabras -sólo como una vaga inquietud, como un leve desasosiego que no termina de concretarse- algo que viene a decirnos que en la vida tiene que haber algo más que nacer, vivir y morir. Tiene que haber algo más, pero ¿qué es?, ¿por qué no es todo más fácil y más concreto?, ¿por qué parece que cada pregunta que nos hacemos en vez de encontrar una respuesta lo que encuentra son muchas más preguntas?, ¿no podría ser todo más claro?, ¿no podría haber un Servicio de Atención al Desorientado en un Departamento Espiritual que aclarase las dudas y respondiese a las inquietudes? La experiencia dice que es una sensación que puede acompañarnos durante el resto de la vida y esto, que suena a maldición o pesada carga, tiene otra lectura, mucho más atinada, que es la vocación de mantenernos en continuo crecimiento. Richard Bach dice: “He aquí una prueba para verificar si tu misión en la Tierra ha concluido: si estás vivo, no ha concluido”. El hecho de que sigamos en vigilia espiritual constante es una bendición. El hecho de que cada época de nuestra vida nos siga exigiendo una respuesta de ese momento para ese momento es una incomprendida maravilla. No tiene el mismo sentido la vida a los tres años que a los ochenta, ni a los cincuenta es el mismo que a los veinte. Busca el sentido de TU vida. VISTO DE OTRO MODO ¿Cuál es el sentido o el motivo de mi vida? Si mi vida se ha formado y tiene existencia pero no hay una buena razón tras ello, quedará un pobre motivo para justificar su creación. ¿Sólo nacer, vivir y morir?, ¿para qué?, ¿y por qué?, ¿qué o quién me hace nacer y con qué motivo?, ¿qué o quién me utiliza y con qué fin?, ¿por qué voy a estar en este mundo, con este cuerpo, con estas dudas? Si no encuentro una respuesta auténtica -sencilla pero grandiosa- con la suficiente fuerza como para que sostenga sobre ella todas las dudas que le pueda echar encima, me sentiré utilizado, frustrado, falto de la libertad que se me supone. Me sentiré insignificante, marioneta, capricho de un Creador juguetón e irresponsable que se divierte haciéndome creer que soy alguien y que vivo, cuando en realidad soy el grano de arena más enterrado del desierto. Debo seguir incansable con la pregunta hasta que halle el verdadero motivo, hasta que tome contacto con esa parte de Mí que sabe todas las respuestas y conoce todos los porqués. Dentro de mí hay -y estoy absolutamente seguro- alguien que es más YO que yo mismo, como dicen que decía San Agustín; alguien que SÍ sabe, alguien que dirige el destino con mano firme, alguien con seguridad, consciente hasta el infinito, sabio entre los sabios. Alguien que ya conoce el Camino. Por eso, si no encuentro en este momento las palabras que definan el sentido y el motivo de mi vida, sí que tengo que tener un sentimiento muy seguro, no inventado, de que el motivo es sublime, o por lo menos lo suficientemente profundo como para que sea válido el esfuerzo y el penar que me produce no conocerlo ahora. O no recordarlo. De todos modos, voy a probar de otra forma. ¿Cuál es la razón de ser de mi vida? y vuelvo a lo de antes… ¿nacer, vivir y morir?, ¿solamente?, ¿nada más?... no puede ser. Aquí hay una gran Creación que no puede ser un sinsentido. El Universo, la rotación de la Tierra y el agua del mar que no se cae, el nacimiento de una persona a partir de un microscópico espermatozoide, las aves que consiguen desplazarse por el aire, la alimentación que se convierte en energía, los árboles, la lluvia, el cielo, la noche y el día… Hay demasiado esfuerzo y demasiada sabiduría en todo esto como para que luego sea sólo nacer, vivir de cualquier modo, y morir… ¿o acaso es muy pretencioso creer que hay algo más?... ¿somos solamente hormigas de dos piernas?... ¿terminamos donde acaban las preguntas?... ¿cuál es la razón de mi vida? OTRAS REFLEXIONES Quizás deba hacer un breve resumen de mi vida. Nací hace muchos años. No recuerdo los primeros (me pregunto ahora dónde estaban entonces mi capacidad de recordar y mi mente). Fui al colegio, me enseñaron cosas útiles para manejarme con el mundo pero no me enseñaron a amar ni a comunicarme con el corazón; conocí amigos, luego chicas, me reía, probaba experiencias, me hice más mayor y conocí una situación a la que llamé –equivocadamente- amor; después el servicio militar y al terminar retomé los planes de futuro, sin saber lo que era el futuro, ni cuánto de largo, y me comprometí en una iglesia para el resto de la vida, sin saber lo que era “el resto de la vida”. En medio, más cosas, por supuesto. Hijos, suegros, visitas, veranos, pagar la hipoteca del piso, mucho trabajo, noches difíciles, desatinos, silencios, arrugas, años perdidos, y un día, sin saber cómo, se presenta de golpe, con toda su crueldad y su crudeza, una sensación que insinúa que no es sólo esto lo que quiero y que aquí falta algo, que se va gastando el tiempo y aún no sé por qué vivo, que se me escapan detalles muy gordos, que no estoy tranquilo, y entonces pronuncio una de las grandes preguntas… ¿cuál es el sentido de mi vida? Espero sonriente una aclaración, pero se va pasando el tiempo y la sonrisa se convierte en mueca. Acabo de darme cuenta de que nunca debería haberme hecho la pregunta. Me voy dando cuenta de que se han instalado en mí unas inquietudes y unas dudas que parirán -como conejas incansables- miles de dudas más. Me llevo, inconscientemente las manos a la cabeza. Me pesa la vida como no la había hecho antes. Me pregunto para qué me habré metido a buscar esto de la trascendencia o la espiritualidad o lo que sea, y no sé lo que quiero decir cuando digo “esto”. Antes, antes de la pregunta me refiero, cuando vivía en la ignorancia de la metafísica y la Existencia con mayúsculas, cuando mis grandes preocupaciones eran el sueldo que no me llega para todo y dónde iremos las próximas vacaciones si podemos, parecía todo más sencillo y era más tranquilo. Ahora, después de la pregunta me refiero, no sé ni lo que pienso. Sé que quiero encontrar algo más y, en el fondo, me alegro de no conformarme con lo que les sirve a otros y creo que no me importa el precio emocional que voy a tener que pagar, porque sé que cuando encuentre lo que busco, tendré una vivencia más amplia y llena de sentido. Del sentido de la vida. Y, en último lugar, reviso la otra posibilidad de la pregunta: ¿cuál es la finalidad de mi vida? Una de ellas, y no es humor negro, es morir. Esto es fácil. Está al alcance de cualquiera y no hay que hacer esfuerzos. Demasiado sencillo. Demasiado intranscendente porque no hay otra posibilidad ni otra elección. Es, simplemente, esperar a llegar con el tiempo. Tiene que ser otra la finalidad de mi vida. Por ejemplo… la realización del Ser que soy en esencia y en potencia. Hacerlo realidad y manifestarlo. Ser Yo Mismo. Y yo, ahora, apuesto por esta. Cualquier otra finalidad se puede desmontar hasta dejarla en la mentira que la sustenta; cualquier otra será una temporalidad y no una finalidad; cualquier otra no ha de perdurar si no sobrepasa lo material y lo vacío. RESUMIENDO No hay una respuesta universal para la gran pregunta. Es otra de esas cuestiones personales e intransferibles que no te deja más remedio que resolver tú solito. Hay exactamente tantas respuestas como personas. Lo que te garantizo es que tienes que averiguarlo porque si no lo haces llegarás al Tiempo de los Arrepentimientos, te encontrarás con la sensación de que has desperdiciado de algún modo tu vida porque verás que la has llenado de vacíos. Te harás un Juicio Final antes de que llegue el fin de tus días, y encontrarás que el resumen no te parece satisfactorio. “Dios mío, ¿qué hice con mi vida?”, te preguntarás. Tendrás entonces la pesada carga de ver que ya no hay marcha atrás, que es irremediable, y te pasarás el poco resto de vida que te quede en la desazón y el arrepentimiento continuo. BUSCA UN SENTIDO A TU VIDA QUE TE PERMITA SENTIRTE ORGULLOSO DE ELLA Y DE TI MISMO. TU SENTIDO DE TU VIDA. Esa es tu tarea. Sin duda. (Si quieres un poco más de información, lee cuando se publique el capítulo titulado EL PLAN DE VIDA). Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
-
CAPÍTULO 11 – EL CAMINO Este es el capítulo 11 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. “Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida”. (Jesucristo) “La piedrecita y el bache son parte del Camino. Los obstáculos y tropezones nos recuerdan que estamos en él. El presentir una meta nos emociona. Detenerse a ver el paisaje anima a seguir hacia delante, para ver más y más. Un descanso no significa una renuncia, sino acumular fuerzas para el resto”. “El motivo y la meta están claros, pero cómo sea el Camino hasta llegar depende de nosotros”. “Ten mucho cuidado de que tu Camino no sea una cárcel”. “No trates de cambiar tu deber por el de otro, ni descuides tu trabajo por hacer el de otro. No importa lo noble que éste pueda ser. Estás aquí para descubrir tu propio camino y entregarte a él en cuerpo y alma.” (Dhammapada, Buda) “Ningún Camino que lleve a la felicidad es bueno si no se es feliz durante el trayecto”. Sólo vamos a hablar del Camino con mayúsculas. El Camino grande, aunque no sea el camino fácil, el que puede ser amplio o sinuoso, floreado o enzarzado, por el que se puede ir cantando ilusionado o regándolo de lágrimas. Es el Camino inevitable que alguna vez tienes que emprender, en el cual una vez enfilado no vale darse la vuelta y volverse. Es imposible hacer este Camino si vas cargado de ambiciones y orgullo. Y es desesperante si vas buscando la meta con ansiedad. Hacerlo, requiere la desnudez absoluta de todo aquello que no sea Uno Mismo. Requiere deshacerse de las capas que te aíslan, de los miedos que te oprimen, de las dudas que te angustian… y requiere borrar de la intención la necesidad de llegar urgentemente al final, porque es un Camino largo y porque lo importante del Camino es hacerlo, conociendo y experimentando cada uno de los pasos. El propio Camino es el motivo del Camino; la meta no ha de ser la motivación. En mi caso, y después de 30 años caminando, sé que no he llegado a la meta y además estoy seguro de que nunca voy a llegar… afortunadamente. Me parece emocionante y motivador saber que todavía hay cosas en mí que me son desconocidas, cosas que podrán ser mejoradas y con ello acercarme a mi Paz y hacerme vivir emociones y sensaciones ahora desconocidas, nuevas facetas por descubrir, más posibilidades de seguir hermanándome conmigo…insisto… en mi caso el Camino es lo que enriquece. Cuando inicias el Camino y pones enteramente tu voluntad a su servicio observas con asombro que entonces es el Camino el que se mueve bajo tus pies; ya no tienes que hacer otra cosa más que no oponerte e insistir en la atención a lo que te pase, lo que sientas, lo que vivas. Si acaso, cuidado con vigilar que tu ego no se inmiscuya en este proceso en el que no tiene motivo ni cabida. Cuando se decide iniciar el Camino, con auténtica confianza, con fe y vocación, no hace falta estar vigilando preocupadamente por dónde vas, porque una cohorte de angelitos al mando de tu Yo Superior te cuidarán y vigilarán para que llegues intacto y sigas creciendo, como en un cuento mágico, a cada paso que des. Si tienes que esforzarte para seguir el Camino es que lo has perdido. El Camino Iniciático, el que te lleva a descubrir lo profundo, lo hermético que hay en ti, lo desconocido que eres tú, es un proceso que requiere honestidad, pureza, un profundo amor hacia ti mismo, dedicación, cuidado… y Amor y más Amor. Comienza, con poca intensidad y sin que te des cuenta, en tu nacimiento. Es una trayectoria invisible y los pasos que des se notan muy poco y nunca de un día para otro. Sólo cuando lleves un tiempo y hayas hecho un trecho largo podrás mirar hacia atrás y darte cuenta. Ese devenir, ese llegar a ser el que aún no eres, según dice Dürckheim está relacionado con la experiencia del Ser y con el esfuerzo por retomar la unidad con Él, y es un trabajo sin descanso hasta alcanzar un grado que te transforme como persona, hasta que llegues a una relación íntima con lo Absoluto que no se base en una creencia, sino en la presencia, cada día más notable, de la trascendencia que distingue a la persona total. Decía Dürckheim que “al ir avanzando en el Camino, el ser humano se siente, a pesar de su imperfección, cada vez más ligado a lo divino, y marcado con el sello de lo sobrenatural”, porque el Camino es la vía de regreso al origen, a la auténtica naturaleza, a casa. A ningún otro sitio va el Camino del que te hablo. Decía también que, “tras sesenta años de búsqueda incansable y práctica, de conocer varias religiones y disciplinas, que todo lo hecho, vivido, buscado, sentido, experimentado, comprendido en toda su vida, se podría resumir en una frase: Dejarse encontrar por Dios”. Aprendió que “no es necesario hacer, sino confiar; tener la seguridad de que cada uno de nosotros estamos cuidados con total atención y exquisito mimo por Dios; creer sin fisuras en el Amor del Padre que no permitirá que no se cumpla el buen destino de cada uno; estar abiertos, receptivos, ávidos de lo que la vida nos vaya poniendo por delante, viviendo en cada momento la experiencia que nos proponga ese momento; no oponerse a la realización de la Creación Divina, en la que de alguna manera estamos participando”. Hay que encontrar el difícil equilibrio entre confiar y querer ser el controlador obsesivo y riguroso del propio Camino. EL CAMINO ES LA PROPIA VIDA DE CADA UNO Y NO HAY ATAJOS: LO QUE DURA LA VIDA ES LO QUE DURA EL CAMINO. Los obstáculos forman parte del Camino. Son inevitables. Los vas a encontrar siempre y no has de preocuparte por ellos. Cuando se presentan, y con la fuerza y conocimientos o inspiración que tengas en ese momento, los resuelves. No es posible hacerlo antes. Hasta que no aparezcan y te encuentren no sabes su magnitud o su ridiculez. No es necesario planificar fórmulas para evitarlos. Es mejor que seas consciente de que existen y ante cada uno de ellos tomar la actitud que consideres adecuada. Usaré el Camino como metáfora: si el obstáculo es pequeño, salta por encima de él, pero no menosprecies el salto, porque un pequeño error de cálculo, y al caer puedes hacerte daño. Si el obstáculo es mediano, puedes apartarlo, aunque requiera un pequeño esfuerzo, o puedes valorar la opción de rodearlo. Si es enorme, plantéate serenamente si debes pararte y pensar, si debes pasar por encima aunque tengas que escalarlo y el esfuerzo sea sobrehumano, si debes salirte de ese Camino y buscar otro que te lleve al mismo destino o qué otras opciones tienes. EL PRINCIPAL OBSTÁCULO PARA LLEGAR AL AUTÉNTICO YO ES EL EGO. Planteará cuantas excusas y triquiñuelas se le ocurran para entorpecer e incordiar, la mayoría de ellas en forma de excusas: “ya no voy a cambiar a mi edad”, “uno es como es y se tiene que conformar”, etc… etc… obsérvalos y verás que casi todos son apegos. Sí, ya lo sabes: uno se llega a apegar hasta las cosas malas porque, por lo menos, son conocidas. REFLEXIÓN ANÓNIMA En mi realidad actual hay motivos, reales o imaginarios, que impiden el desarrollo natural de mi Ser y tengo que enfrentarme a ellos y resolverlos. Y si estoy seguro de querer estar en el Camino -sabiendo o intuyendo lo que puede haber al final- y quiero conseguirlo, habré de enfrentarme, con todas mis fuerzas o con todos mis miedos, a los obstáculos que voy a ir encontrando. La naturaleza de cada uno será condicionante, bien como ayuda impagable o como dificultad a añadir a las otras dificultades. Si se afronta desde la violencia uno puede acabar lastimado y difícilmente podrá salir indemne. Si se afronta desde la sutilidad, desde lo femenino, rodeando, engatusando al obstáculo, quizás para cuando se dé cuenta ya ha sido superado o eliminado. Si se afronta desde el diálogo fraternal, desde el conocimiento o desde la comunicación sincera, desde el deseo de que nadie salga humillado ni lastimado, el obstáculo colaborará apartándose por propia voluntad. Si se afronta desde el amor, no hay obstáculo que se resista. Pero si el obstáculo no existe, si nunca ha existido ni está en ninguna parte, si es un decorado de película o una careta y detrás no hay nada, entonces habremos estado gastando el tiempo y la energía para nada. Averiguar si lo que aparenta ser un obstáculo lo es en realidad o es un miedo o una traba que ponemos nosotros mismos. ¿Cuántos obstáculos no son de verdad? ¿Cuántas veces el obstáculo está dentro y no fuera? Como en todo: la observación atenta y la consciencia ponen las cosas en su exacto sitio. Como siempre: si les damos poder a los obstáculos, se harán más fuertes. Su fuerza no depende de ellos sino de nosotros. Nuestra mente es una gran fábrica de obstáculos. RESUMIENDO La vida es el Camino. Vivir implica emprender el Camino. No hay otra objetivo en el Camino que Uno Mismo. La fe y la alegría son buenos compañeros de Camino. Nadie va a hacer el Camino por ti. Ya estás en el Camino. Ahora, ponle unas flores. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
-
EL ESPEJO MÁGICO Se miró en el espejo con la misma parsimonia que lo hacen los inmortales. Por un momento pensó que quizás dedicara el resto de su vida a la contemplación, tan temerosa como desapasionada, de su reflejo. No tardó en sobreponerse al absurdo pensamiento. Su imagen expresaba tantas tristezas que no la definían los adjetivos sino el dolor. Soy Julia, se dijo, como si no lo supiera, como si se viera por primera vez y se impusiera la presentación formal. Soy Julia, se repitió, por si se me había olvidado, porque parece que se me ha olvidado. Volvió a mirarse a pesar de que no había dejado de mirarse. Intuía alguna pista en la imagen que sus ojos no eran capaces de atrapar. En alguna parte, a la vista pero escondido, debería asomar el hilo que la llevara hasta el próximo comienzo, hasta el nuevo principio, el lugar del que partiría al reencuentro de aquella Julia de rasgos moros y piel tostada que un día de enero de mil novecientos noventa y seis cometió la locura de enamorarse sin restricciones, pero se enamoró del sujeto equivocado. Antes de ese quiebro grave del destino ella era una flor en danza, una risa continua, la luz del sol y el brillo de las estrellas. Recuperarse era prioritario. Reencontrarse, imprescindible. Reescribir una historia distinta de la que protagonizaba en ese momento, era vital. Por eso insistió en mirarse. Se centró en los ojos. La mirada ahora es distinta, comprendió. Esa mirada indiferente que la observaba, tan vacua, no tenía intensidad: no miraba ni veía. Estaba en algún rincón de un vacío irrecuperable. Cuando era feliz, ensayaba frente a otro espejo más agradable una forma de seducir con la viveza de sus ojos, y se encontraba un carrusel de miradas distintas; desde la que encandilaba cada mañana al panadero que la atendía hasta las que dedicaba, con generosidad y sin malicia, a los que sólo tenían la dicha de cruzarse con ella. Si hubiera que escoger en la historia del mundo una mirada que concentrara todos los estados de felicidad y generosidad, la belleza y la inocencia, la risa y el sol, sin duda sería una de las suyas. Pensó que si fuera capaz de concentrarse en sí misma para lograrlo, capaz de viajar a su pasado, de recrear uno solo de aquellos mohines, aunque fuera el más leve, recuperaría una parte de lo que fue su ser cotidiano, su espíritu de diario, su alma. Si pudiera atrasar el calendario de su vida y llevarse sin heridas hasta los veinte años, por ejemplo, la edad de las dichas, la mejor época, aquella en la que sólo cabía la felicidad, sería un grande triunfo. Y si pudiera llegar y no sólo regocijarse, sino traerse intacta hasta sus treinta y nueve años de presente insatisfecho, hasta este momento de penuria amorosa, en el que faltaban la ilusión y la autoestima y sobraba el desencanto, entonces otra persona nueva se instalaría en ella, una menos condicionada, más libre, menos afligida. La vida, en una de esas peripecias acrobáticas innecesarias, le ponía delante un conflicto de amores. Le obligaba a convivir consigo en un estado de deseo y rechazo, de pasión y ceguera, de amor sin amor y el corazón malamente engatusado. Así que volvió a concentrar toda la intensidad de su fuerza en el deseo, y soñó con los párpados muy apretados que en cuanto abriera de nuevo los ojos se encontraría viviendo en el espejo la imagen estupenda de una mujer sonriente, una mujer encantadora, viva, y así lo pidió al Dios invisible de sus esperanzas, y así lo rezó a las todas las Vírgenes que son una sola, a los Santos de su devoción, al Espíritu Santo de las conciliaciones, a su abuela Marina, nueva residente en el Cielo; al porvenir que tiene la magia en sus manos, al futuro más brillante, a todos los desconocidos que tuvieran la capacidad de influenciar positivamente en su destino, y con la duda de todos los incrédulos por bandera, abrió lentamente los párpados y, maravilla de las maravillas, para deleite de su paz encontró una persona amable, con una sonrisa acogedora, que extendió los brazos y la acogió. Y la amó. Francisco de Sales (Más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
-
CAPÍTULO 10 – LOS ESTADOS DEL YO (Análisis Transaccional) Este es el capítulo 10 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL. El Análisis Transaccional, una herramienta imprescindible en el conocimiento del ser humano, dice que cuando nos manifestamos lo hacemos desde uno de estos tres patrones de conducta o estados del yo: Padre (P), Adulto (A) o Niño (N), y dice que es útil conocer cada uno de ellos para saber desde cuál estamos actuando o manifestándonos para, de ese modo, saber si estamos utilizando el adecuado para el momento o la situación. Conociéndolos, podemos averiguar el origen de muchos de nuestras actuaciones o formas de pensar, el porqué de ciertos sentimientos, o de dónde vienen ciertas opiniones. Esos estados del yo son tres formas distintas de estar, pensar, sentir y actuar. EL PADRE es la parte de nuestra personalidad regida por el principio del deber. Aquí están las costumbres, la moral, las obligaciones, los condicionamientos… aquí se fijan las normas, pero… en muchísimos casos tenemos un padre que está desactualizado. Funciona repitiendo todo, como una grabación que se hizo en cierto momento que sigue repitiendo siempre lo mismo mientras no se vuelva a hacer una nueva grabación encima. Se formó a partir de la información que adquirimos al ver cómo se comportaban nuestros padres o educadores. El Padre puede ser Crítico (PC) ó Nutritivo (PN). El del primer caso (PC), lo único que hace es juzgar, amenazar, castigar, sermonear, reprobar, pero sin dar una razón; el motivo suele ser “porque sí” o “porque lo digo yo”. Regaña, critica y acusa desde una especie de superioridad que no permite la discusión o ser rebatido. Da órdenes e impone. Actúa en base a patrones y modelos cerrados. Sus respuestas están automatizadas. No aporta nada positivo y desvaloriza. El segundo caso (PN) corresponde al Padre que educa, aporta, cuida, protege, nutre… Advierte o informa sin amenazar. Confía en el otro y cuando interviene lo hace suavemente. No impone autoridad, aunque se hace respetar. Escucha. Si un niño coge un plato de la mesa y se le cae, el PC le va a reñir; le va a echar en cara que es torpe, y que por su torpeza ha roto el plato, y le recriminará que ahora tendrá que trabajar más para comprar otro, y que lo que tiene que hacer es quedarse quieto y no hacer cosas de mayores. Tendrá cara de enfado el resto del día y eso le hará sentirse mal al niño, le creará un complejo de torpe, y le coartará su capacidad de seguir experimentando en la vida ante el temor de otra reprimenda. El PN le dirá, con mucho cariño, que su intención ha sido buena y eso es lo importante, que la próxima vez que coja un plato será bueno que lo sujete con más fuerza para que no se le caiga. Le dará su apoyo y le mostrará una sonrisa de premio al final de la conversación. EL ADULTO es el que piensa, el que se da cuenta de las cosas y sabe lo que conviene hacer. Razona, analiza, calcula probabilidades, usa la lógica, da y pide información y, por lo menos aparentemente, no tiene emociones, sino que es práctico. El Adulto es sereno, calmado, actúa desde el aquí y ahora. Sabe lo que conviene hacer. No le gusta predominar, y sí colaborar. No responsabiliza a los demás de sus problemas. Sabe decir NO. Tiene libertad de opción y cambio. No se implica emocionalmente en las decisiones que toma. El Adulto actualiza sus informaciones y por eso sus respuestas y actos son más acertados. En cambio, el Padre se mantiene más anclado en sus ideas, por lo que sus soluciones pueden ser menos propicias. El Niño es más “irresponsable” por lo que sus respuestas pueden ser disparatadas y sin lógica. Eso sí, el Adulto tiene que tener cuidado de que ninguno de los otros dos estados le contamine sin darse cuenta y entonces no sea él, puro, quien al final decida. Los estados de Padre y Niño, por sí mismos son estáticos, pero el Adulto puede actualizar ambos, y además es conveniente que lo haga. Puede conseguir, por ejemplo, que el PC no sea tan rígido, tan crítico, que no se entrometa en los otros estados; puede pedir su colaboración al PN en ciertos momentos y puede pedir al Niño que se muestre más a menudo. Si es el Padre quien contamina, es un prejuicio; si es el Niño, es un autoengaño. EL NIÑO es el que hace en cada momento lo que le apetece o le gusta. Lo suyo es la intuición, la parte mágica y creativa. Es ingenuo y natural. Manifiesta libremente lo que le gusta y lo que le disgusta. Goza, sufre, siente. Busca cariño y aceptación. Fantasea y sueña. Es alegre, entusiasta y vivaz. Dispone de una gran fuerza interior. El Niño puede ser Natural (NN) y Adaptado (NA). A su vez, el Niño Adaptado puede ser Adaptado Sumiso (NAS) o Adaptado Rebelde (NAR). También hay un Pequeño Profesor (PP). El NN es natural, espontáneo y juguetón. Lo que uno es, en su pureza, cuando nace. El NAS se ha tenido que adaptar a lo que había durante su educación, para poder sobrevivir. Seguramente no estaba de acuerdo con las normas injustificadas que le exigían sus educadores, y encontraba incoherencias, pero un poco de cordura le hizo ver que si se sometía y acataba cuanto le mandaban, eso le aseguraba seguir en la familia y era lo que necesitaba a esa edad para seguir vivo. Su obediencia es automática: no piensa, pero padece una auto-descalificación continua. Se adaptó de un modo Sumiso y acepta lo que hay, lo que no quiere decir que le guste. El NAR, por contra, se adaptó a lo que había, pero no lo acepta y se rebela cada vez que puede. Es inconformista, agresivo, y desafiante. Tanto éste como el NAS tienen sensaciones de angustia, de que algo va mal, y se sienten atemorizados y culpables al mismo tiempo. El PP puede actuar desde su intuición o imaginación, y puede aportar soluciones originales cuando se necesitan, pero conviene que las revise el Adulto, que está acostumbrado a hacerlo basándose en los hechos de experiencias anteriores o similares. Es pensativo, a su modo, y creativo e imaginativo. Es bueno distinguir cada uno de los estados, de ese modo si uno se sorprende utilizando el inadecuado para el momento, lo puede cambiar. En general, si uno está en su trabajo puede ser Adulto o Padre, pero no Niño (salvo que trabaje de payaso o animador infantil); si uno está jugando no debería ser Adulto, y aún menos ser Padre, porque no le acompañarían en su juego; si uno tiene que tomar una decisión importante, es mejor que sea el Adulto quien se encargue, y no el Padre ni el Niño. Para que la comunicación con las demás personas prospere de un modo adecuado, conviene que nos pongamos en el mismo nivel desde el que nos están hablando los otros. Si me están dando una información importante en el trabajo, no conviene que sea Niño y me comporte como tal; si estoy divirtiéndome no es conveniente que lo haga desde el Padre o el Adulto, porque ninguno de ellos sabe disfrutar libremente; si estoy en un velatorio es adecuado que sea Adulto, pero no Niño. Los errores y conflictos en la comunicación se provocan al hablar y manifestarse desde distintos Estados del Yo. Para que las relaciones con los demás, y con nosotros mismos, se desarrollen del modo adecuado, conviene tener en cuenta en qué estado del yo nos encontramos, cómo debemos usarlo, cuándo, y con quién. Conviene estar en cada uno de ellos en el momento adecuado que les corresponde, pero siendo conscientes y, sobre todo, no dejar nunca de ser uno mismo independientemente del estado del yo en que se encuentre. Hay que acostumbrarse a manejarse bien en todos, y ser íntegro cuando está en cada uno de ellos, pero prestando atención, porque uno de ellos puede dominar y excluir a los otros dos y eso no es lo correcto. Estos estados no tienen nada que ver con la edad de cada uno. Es precioso ser Niño cuando uno ya está jubilado, y es digno de admiración el niño que sabe ser Adulto cuando es necesario. RESUMIENDO Conviene que releas el capítulo si no te ha quedado claro, o que busques más información en otra parte, porque este es un asunto muy importante. Si te empiezas a observar a partir de ahora, verás cómo están bastante claros los tres estados. Te verás pasar de uno a otro varias veces a lo largo del día, y advertirás que no siempre estás en el adecuado. Observarás que dándote cuenta de ello, y yendo al que es conveniente en cada caso, te irán mucho mejor las cosas. Fíjate en los demás cuando estén contigo y practica a comprobar en qué estado están en cada ocasión: te ayudará mucho a mejorar tu relación con ellos. Sé tú mismo en cada momento, pero desde el estado apropiado. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html