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AUTOESTIMA – NO SIENTAS VERGÜENZA DE TI MISMO Ser indulgente contigo mismo te haría más fácil la recuperación de la Autoestima perdida. Ser capaz de comprender, y de comprenderte, te acercaría a la realidad de un modo no traumático, de un modo sencillo, porque es la oposición a no querer aceptar la realidad la que crea el conflicto. Asumir, sin culpas ni adjetivos, lo que eres en este momento te permitiría tener una base limpia y firme sobre la que empezar a reconstruirte. Llevas conviviendo contigo desde que naciste. Nunca has faltado, ni un solo instante. Esa fidelidad merece una consideración. Y, pese a su obviedad, eso no es una tontería. Ninguna amistad es tan duradera como la que podrías mantener contigo mismo. Ninguna te aportaría la intimidad y la cercanía de la tuya propia. Crees que conoces todos tus defectos, e incluso te inventas algunos; eres absolutamente riguroso en tus auto-juicios, consideras imperdonables en ti cosas que aceptas con naturalidad en otras personas, y te mides con distinta vara de la que usas para comprender a los otros. Tienes secretos -¿y quién no?- que preferirías que nadie conociera. Eso piensas a veces, ¿verdad?, que si los otros conocieran todos tus secretos, lo que llamas vergüenzas o excesos, lo que eres capaz de llegar a pensar, lo que has deseado para otro en alguna ocasión, que no eres tan amable o tan interesante como tratas de mostrarte en algunas ocasiones… si los otros descubrieran que vales nada…eso te da miedo. Y te avergüenzas de ti mismo. Te sientes indigno, ruin, indeseable, despreciable…Todos tenemos una Sombra, que es aquello que preferiríamos que nunca se conociera de nosotros. La vergüenza es la demostración del sentimiento de inferioridad que uno siente. Y uno ha hecho el ridículo en tantas ocasiones, o se ha equivocado, o no ha sabido, o se ha comportado torpemente, y eso ha ido minando la Autoestima, bajándola a mínimos, dejando la sensación –incierta- de no saber desenvolverse en el mundo, de no ser apropiado, de valer menos que los demás que, según se cree equivocadamente, nunca se equivocan y valen más. Si fueras capaz de verlo de un modo ecuánime, te darías cuenta de que los otros, en su intimidad, en lo que no muestran y no conoces, sienten algo parecido a lo que sientes tú. Pocas personas son un modelo y un dechado de virtudes y perfecciones. Algunos destacan en una cosa –como cantante, pintor, escritor, etc.-, pero eso son profesiones, sólo quiere decir que son buenos profesionales, no impecables personas, no perfectos en todo; en su fuero interno pueden estar pasando un calvario similar la tuyo. Tú eres tú. Más tus circunstancias. Eres una buena persona. Confundida, pero buena en esencia. Eres capaz de amar. Eres fiable, amable. Eres Hijo de Dios. Son motivos más que suficientes como para dejar de sentir vergüenza por ti, una persona que si está leyendo esto es un signo inequívoco de que está en un deseo de mejorar, lo que es un motivo más que suficiente para que te sientas orgulloso de ti. No te sientas culpable por lo que hayas podido hacer hasta ahora, y siéntete responsable de lo que hagas a partir de este instante. La culpabilidad es el sentimiento de haber fallado en algo que se ha hecho, pero la vergüenza es la no aceptación de lo que se es. En la culpabilidad uno rechaza sus actos, en la vergüenza de sí, se rechaza en su totalidad. Lo cual es más devastador. Colabora a tu favor, en una alianza de respeto y cooperación que ha de ser indestructible, para convertir en una persona digna a tus ojos a quien estás siendo en este momento. Sé, al margen de lo que tu Autoestima actual diga, digno. Siéntete íntegro, de buenos principios, admite tu confusión, que no has tenido una educación adecuada o una vida fácil, pero respétate y colabora a tu favor. Jamás sientas vergüenza de ti. Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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AUTOESTIMA – OLVIDAR ES BENEFICIOSO En mi opinión, conviene hacer –de vez en cuando o a menudo- una limpieza general de los recuerdos. Sobre todo de los que podríamos llamar “malos”. Sin que nos demos cuenta, nos condicionan y dirigen en gran medida. Y algunos de ellos lo hacen de un modo perjudicial, porque en su esencia sólo acumulan el rencor, los reproches, la rabia, el dolor, las protestas o la desaprobación. Dramático, pero real. Conviene ejecutar esta limpieza desde la objetividad y el amor, desde la comprensión y el perdón, y con toda la capacidad de tolerancia y benevolencia predispuestas. No sé por qué es tan habitual eso de guardar el resentimiento durante mucho tiempo, especialmente por las cosas que hicimos que no nos gustaron –eso que llamamos errores y no estamos dispuestos a perdonarnos-, y por qué regresamos a ellas una y otra vez para machacarnos con la misma historia cada vez. No sé por qué esa injusticia, ese resentimiento imperecedero, esas ganas de seguir hurgando en la herida y echándole vinagre para que duela y no cicatrice. De las cosas que hicimos, y no nos sentimos satisfechos, o de las que no hicimos, tenemos que extraer la lección implícita que cada cosa conlleva; después, lo que interesa es olvidar. Olvidar es un sano ejercicio. Olvidar los recuerdos que nos agreden o dificultan la sana Autoestima. Olvidar en vez de estancarnos en el pasado. Olvidar el juicio o el calificativo doliente que tenemos asociado a cada uno de esos actos que nos parece que estuvieron mal, para dejarlos en el acto sin más, sin veredicto ni sentencia, y no permitir que arrastren una carga onerosa que nos afecte y condicione. Lo que pasó, pasó. Trataremos de hacerlo mejor la próxima vez. Permitir que nos siga afligiendo, como si fuera una cruz de la que nunca nos podremos desprender, como si viviésemos un Calvario infinito, como si fuera un estigma grabado a fuego, es un acto de auto-agresión ineficaz que nos amarga y condiciona toda la vida. Olvidar es liberarse del fantasma que insiste en recordarnos nuestra poca valía, nuestras equivocaciones, que no tenemos derecho a que nos sucedan cosas buenas, y que los demás sí han ganado la licencia para ser felices y despreocupados mientras que uno se repite continuamente en las mismas disquisiciones de siempre acerca del derecho a su propia respetabilidad. Olvidar lo desagradable es una terapia beneficiosa. Nos descarga de un lastre innecesario y deja espacio para la luz y la confianza. Cualquier persona que está en el Proceso de Autoconocimiento se merece una esperanza coloreada. Cualquier ser humano merece conocer la paz que produce llevarse bien consigo mismo. Cualquier hijo de Dios tiene derecho a una vida digna y plena. NOS RESULTARÍA MUCHO MÁS SENCILLO OLVIDAR LAS COSAS DESAGRADABLES SI NO INSISTIÉSEMOS TANTO EN RECORDARLAS. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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ESTOY HARTO DE LA EXCUSA DEL KARMAvídeo de 8 minutos:https://www.youtube.com/watch?v=czS9TE6d5KI#psicologia #autoestima #autoconocimiento #autoayuda #Autoestima #Dios #espiritualidad #felicidad #Vivir #crecimientopersonal #buscandome #franciscodesales #amor #perfección #mejorarKarma es una palabra sánscrita que significa “acción”. Se interpreta como una Ley Cósmica de Retribución, una especie de Causa y Efecto, y se refiere a que si en otra encarnación hiciste algo negativo ahora tienes que “pagarlo”. Según algunas religiones, es una energía trascendente que se deriva de los actos, palabras y pensamientos de las personas. Más o menos, “el que la hace, la paga”. Cuando uno hace algo tiene que asumir las consecuencias que se deriven de ello. El Dharma, por el contrario, sería lo bueno que se recibe como recompensa por lo bueno que se hizo en otra reencarnación.El Karma tiene sentido para quienes creen en estas dos premisas: que las reencarnaciones existen, y que hay “algo” o “alguien” que lleva las cuentas de lo que uno va haciendo en cada una de ellas para reclamarle la pena correspondiente por lo que hizo mal, o premiarle por lo que hizo bien.Si le ha gustado este video ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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¿ERES ADICTO AL SUFRIMIENTO? En mi opinión, hay personas –no todas, afortunadamente- que han encontrado su zona de confort en un sufrimiento en el que han decidido instalarse a perpetuidad y cualquier alternativa que se les ofrezca para que la abandonen es rechazada automáticamente y hasta justifican ese rechazo. Hay personas –no todas, afortunadamente- que caen en eso que se denomina “Indefensión Aprendida”, que es un tipo de comportamiento que desarrollan por el que se sienten incapaces de reaccionar y actuar ante cualquier situación que les agreda, por dolorosa que sea, porque en su convencimiento interno están seguras de que no van a poder afrontarlo, ni cambiarlo, y creen o están convencidas de que sólo les queda la opción de padecerla como mejor puedan; por ello se inhiben ante la situación y se quedan pasivos. Como su propio nombre indica es “Aprendida”, o sea que no forma parte de la naturaleza del Ser Humano, y es algo que lo mismo que en algún momento se ha decidido incorporar –voluntaria o involuntariamente- también se puede modificar o eliminar. Para ello hay que ejercer una re-decisión, y cambiar aquello que se decidió hacer –casi siempre sin hacerlo conscientemente- en las situaciones conflictivas en las que uno se ve en inferioridad de condiciones para afrontarlas, marcado por sus miedos o por sus dudas, afectado por la inexperiencia o por una baja Autoestima. Conviene ser conscientes de esos momentos en que nos quedamos aferrados al sufrimiento y no nos podemos mover, no sabemos dar un paso coherente, y no somos capaces de ver una solución o una salida. Tenemos que comprobar cuáles son los mecanismos o impedimentos que nos mantienen en esa situación de sufrimiento, qué es lo que nos impide salir de esa cárcel sufriente en la que nos quedamos voluntariamente encerrados, y a partir de ese descubrimiento modificar el modo de actuar que aplicamos. Conviene aprender y poner en práctica nuevos comportamientos –algo imprescindible a la vista de que los actuales no nos resultan beneficiosos-, y empezar a enfrentar y resolver conflictos, comenzar a deshacernos del sufrimiento en vez de aceptarlo desde la rendición anticipada, y aprender –o desaprender- todo aquello que nos ayude –o nos impida- salir de la espiral autodestructiva en la que nos enreda el sufrimiento. Conviene tener confianza en uno mismo –y comprobar si es un asunto de falta de Autoestima o es que unos miedos inútiles e irrazonables nos mantienen cautivos-, ser muy conscientes de que cualquier cambio requiere un esfuerzo, y dejar de creer en ese engaño de que las cosas cambian por sí mismas con el paso del tiempo, de que sólo dependen del azar el presente o el destino de cada uno, de que cualquier intento de oponerse a lo indeseable está condenado al fracaso. Conviene tener unas expectativas optimistas con respecto a uno mismo y las propias posibilidades, y aplicar todo el esfuerzo que salir del sufrimiento requiera, porque el resultado compensa cualquier sacrificio. No son el azar, ni el destino, ni el futuro, quienes van a sacarnos de nuestros estados desagradables. No somos las víctimas predilectas de la fatalidad, ni estamos predestinados a la desgracia. Nuestra vida es nuestra responsabilidad. Y esto ya lo has leído o escuchado mil veces. Salir del sufrimiento también es nuestro cometido y nuestra incumbencia. Y esto se logra comprometiéndose con uno mismo a cambiar o quitar o añadir cuanto sea necesario, y realizando lo que ello requiera; para ello es necesario averiguar qué hacemos de un modo inconsciente que nos perjudique, para remediarlo e impedir que se siga perpetuando su nefasta influencia, y es necesario mandar en nuestros pensamientos en vez de conformarnos con soportar sus errores y su tiranía. Hay que cambiar los pensamientos recurrentes perniciosos, y revisar todo aquello que hagamos o pensemos de un modo inconsciente, sin decidirlo libremente. Y hay que deshacerse del drama y del sometimiento. Somos Seres Humanos en continua evolución, y eso implica progresar hacia mejor y deshacerse de todo aquello que lo impida. Hay que eliminar los pensamientos negativos o catastrofistas, los miedos, las rutinas, los auto-impedimentos, y todo aquello que nos paralice ante cualquier tipo de agresión. Hay que buscar alternativas, soluciones, tomar decisiones, salir de la apatía o de esa Indefensión Aprendida, promocionar nuestro beneficio y quererlo siempre para nosotros, espantar los pensamientos agoreros que nos hacen creer que perderemos siempre, que estamos mal predestinados, que la felicidad no nos corresponde. La fuerza ya está dentro. Las decisiones y la voluntad las tiene que aportar cada uno. De ti depende. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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OÍR O LEER SIN REFLEXIONAR ES UNA OCUPACIÓN INÚTIL En mi opinión, esta frase que pronunció Confucio está llena de sabiduría y contiene en sus palabras una gran verdad indiscutible. Hay un tipo de lectura leve, insulsa o vulgar, que es puro pasatiempo, a la que no se le puede pedir más de lo que ofrece: poder gastar un poco de tiempo en distraerse o dejar de pensar en otra cosa. Es una lectura que, generalmente, va directamente al olvido. Lo mismo pasa con algunas de las cosas que escuchamos: carecen de interés y no requieren de nuestra atención. Pero, en cambio, para las personas que están en un Proceso de Desarrollo Personal, la atención expresa y atenta a lo que le sucede, a lo que ve a su alrededor, al más fugaz o aparentemente intrascendente de sus pensamientos, marca la diferencia entre lo superfluo y lo profundo. Las cosas por sí mismas no tienen la misma valía universal para todas las personas, así que es cada uno quien decide adjudicarle importancia o insignificancia. La misma cosa que para uno pasa desapercibida para otra es la llave que le abre todas las puertas del conocimiento. Un anuncio en la televisión puede pasar sin afectarnos o puede ser el inicio de una reflexión penetrante y reveladora. Oír o leer sin reflexionar es una ocupación inútil. Inútil en el sentido de que no aporta nada. Y cada cosa que nos suceda directamente, o que sea ajena y pase a nuestro alrededor, o que esté escrita en una pared, o que forme parte de un pensamiento fugaz que no se sabe dónde nació ni por qué ni para qué, si la observamos desde el apasionamiento por conocer y por aprender, por descubrirnos en cada cosa que ocurre, nos puede aportar algo interesante para nuestro Desarrollo. El sol puede ser “eso que vemos en el cielo y calienta”, o sea, algo cotidiano que no requiere más atención, o puede ser –para los más atentos- el reconocimiento de Dios, un objeto de cavilación sobre la perfección e infinitud del Universo, la medida de nuestro tamaño con respecto al resto de la vida –que nos puede poner muy claramente en nuestro sitio-, o la confirmación o negación de cualquiera de nuestras sospechas o dudas. Si uno lee “amor”, pero no con los ojos de diario y rutina sino con los ojos de descubrir, y después reflexiona sobre su composición, su aportación esencial, su significado, su infinitud y variedad, o sobre el lugar que ocupa en su vida, y reflexiona sobre ello puede alcanzar la Iluminación. Si uno escucha “te amo”, o “matriz”, o “refrescante”, o “niño”, o “pelota”, y va con su reflexión más allá de lo que indica el diccionario, o lo que se le presupone, es posible que llegue al asombroso descubrimiento de lo que cada cosa encierra, de lo que la insignificancia aporta a las mentes reflexivas cuando le quitan la pre-etiqueta. Es posible que todo adquiera un valor nuevo y a menudo extraordinario. Si nos miramos a nosotros mismos en cada cosa que leemos o escuchamos, si nos buscamos en cada frase, en cada cosa que se dice, nos podemos llevar una grata sorpresa: todo habla de nosotros. El ojo atento sabe encontrar. Y a todo aquello que merece una reflexión hay que dársela. Si no lo hacemos así, las cosas serán distraídas... pero no útiles. O no tan útiles como podrían sernos. Ya has leído. Ahora es tu ocasión de poner en práctica lo que has leído. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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TENEMOS QUE REÍR MUCHO MÁS En mi opinión, TENEMOS QUE REÍR MÁS, mucho más, todo lo que se pueda… y más. Es algo que hay que fomentar, algo a lo que dar preponderancia, algo que incluir en el día a día, en todas las ocasiones en que no sea inapropiado hacerlo. Hay que declararse Persona Feliz y Reidora. Reír tiene muchas ventajas adicionales: - Relaja el organismo. Elimina tensiones. - Favorece al corazón y al sistema circulatorio. Previene de infartos. - Mejora la función respiratoria y aumente la oxigenación. - Favorece al sistema inmunológico. - Aumenta las endorfinas, dopamina, serotonina y adrenalina. - Reduce la ansiedad y el estrés. - Distrae de preocupaciones y corta los pensamientos negativos. - Refuerza la Autoestima. - Ayuda a afrontar positivamente los problemas cotidianos. - Permite estrechar las relaciones interpersonales y aumentar la confianza reforzando los sentimientos de proximidad, amistad, amor, y de solidaridad. - Facilita la comunicación entre las personas. - Ayuda a prevenir conflictos y disminuye la agresividad. - Está demostrado que la risa alarga la vida. - Provoca una sensación de felicidad, de ser uno mismo, de vivir y sentirse bien, de estar en un sitio y de un modo en el que le gustaría permanecer más tiempo. Todo son ventajas físicas y psicológicas, además del rato tan agradable y divertido que se pasa cuando se ríe a carcajadas. Además, cuando uno ríe, en el inconsciente lo asocia a ser feliz y estar bien, por lo que se crea una predisposición a sentirse bien y sin el agobio de las preocupaciones (que no hay que eludir resolverlas, pero no conviene estar SIEMPRE pensando en ellas). Hasta tal punto es beneficiosa la risa que se creó la Risoterapia, que es una estrategia o técnica psicoterapéutica tendente a producir beneficios mentales y emocionales por medio de la risa. Dice la Wikipedia que “después de una sesión de dos horas, es inevitable sentirse pleno, amoroso, tierno, alegre, vital, energético y un sinfín de sentimientos positivos. Parece mentira cómo un método tan sencillo como es la risa puede aportarnos tanto: la risa es Magia, es Alquimia, es la mejor medicina”. La UNICEF utiliza la risa para animar a niños que han sobrevivido a un desastre natural. Los Payasos de Hospital ayudan a desdramatizar el ingreso hospitalario y la situación desagradable de la enfermedad provocando sonrisas o risas en los pacientes. Su eficacia está demostrada. Es conveniente observarnos, porque a medida que nos hacemos mayores parece que al ser más responsables tenemos que ser obligatoriamente más serios. Los niños ríen cada vez que lo desean, sin preocuparse por ello, y se ríen con las cosas más simples y de las cosas más tontas. En eso nos ganan: seamos también niños a menudo. Cuando uno se ríe de sí mismo y de lo que son “sus problemas” –pero no lo hace por inconsciencia ni por irresponsabilidad-, está desdramatizando lo que le pasa y eso le aporta una cierta objetividad para ver el problema tal y como realmente es. Desde la perturbación que se produce cuando uno está inmerso en su problema no se ven las salidas ni las soluciones. No hay que darle más vueltas al asunto, lo que hay que hacer es tomar una determinación firme, y cumplirla, de reír más y a menudo, juntándose con personas que tengan esa misma capacidad y deseo, o en solitario leyendo cosas de humor, o viendo vídeos chistosos o monólogos de humor –en eso Youtube es de gran ayuda-. (Tal vez hoy el cierre del artículo podría ser “Te dejo con tus risas…”) Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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TODAS LAS COSAS TIENEN SU MOMENTO En mi opinión, tal vez este sea el primer artículo que escribo tratando de explicar algo que resulta inexplicable para mí mismo de un modo racional: que las cosas tienen SU momento. Es algo que he comprobado en numerosas ocasiones, en numerosas personas, a lo largo de muchos años, aplicable a mil situaciones o eventos distintos; es algo que funciona como una Ley no escrita pero que parece que funciona inflexiblemente. He comprobado que cuando quiero precipitar algo, porque me entra la urgencia por resolverlo, si no es SU MOMENTO… no funciona. No sale. No va. He comprobado que si quiero vender una propiedad no se vende hasta que llega SU MOMENTO, que si pretendo encontrar el amor de mi vida no aparece hasta que es SU MOMENTO, que si quiero comprender e integrar una frase que he leído mil veces no hace efecto hasta que llega SU MOMENTO. Aún no he sido capaz de encontrar la razón que hace que esto suceda así. No sé si es que no suceden porque “algo” entiende que no es SU MOMENTO de acuerdo a un plan diseñado o no sé si es porque es mejor que no suceda ya que aún no estamos preparados para ello. Lo que sí he comprobado es que, en la mayoría de los casos, SU MOMENTO lo indica una especie de intuición nada racional. Algo se pone en marcha y uno –aunque no lo capte por falta de entendimiento y relación con la intuición- se siente motivado, lo afronta de un modo como no lo ha hecho antes, y se siente un poco más seguro debido a que algo le guía desde dentro con otro paso más firme. Parece entonces que todo se pone a su favor, que las dificultades que en otro momento se han presentado, para desganar o entorpecer, ahora colaboran. Parece que se pone en marcha la maquinaria precisa para que suceda lo que ahora SÍ tiene que suceder porque SÍ es SU MOMENTO. También he podido comprobar que NO es recomendable adelantarse a SU MOMENTO –ya que por mucho interés que se ponga no sucede lo que se desea-, y que SÍ hay que aprovecharlo cuando éste se presenta, pero hay algo que conviene evitar: dejar que se pase SU MOMENTO. Cuando se siente esa presencia hay que aprovecharla. Cuando uno de algún modo lo capta tiene que poner todo de su parte, eliminar miedos e impedimentos, apartar excusas y aplazamientos. Parece que se han puesto de acuerdo y a favor las circunstancias y hay que aprovecharlas. Si uno se pone a recordar o a reflexionar encontrará que a lo largo de su vida esto se ha repetido en varias ocasiones, sobre todo con las cosas que tienen un poco de trascendencia. Son esos momentos en que uno siente dentro de sí que tiene que dar las gracias a Dios –o a quien corresponda- porque sabe que ha contado con una ayuda extra para que se produzca. Cada uno siente la intervención de su Dios o su Creencia –si la tiene- de un modo distinto, generalmente sucede al darse cuenta de que ha ocurrido un acaso en el que parece que algo ajeno ha colaborado para que suceda. Entonces es el momento de manifestar agradecimiento a quien corresponda. “Es de bien nacidos ser agradecidos”. Si uno afina su intuición, siendo más receptivo a una sabiduría que no es la de la mente consciente, se verá favorecido con esa tranquilidad que aporta saber que es inútil oponerse a lo inevitable –“lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible”, decía Rafael Guerra- y entender que a veces hay que tener paciencia y saber esperar; que es inútil rogar que suceda lo que aún no es apropiado porque no es SU MOMENTO –y tal vez es por eso que no se conceden algunas cosas cuando se piden, pero más adelante sí-. Te sugiero que le prestes atención a este asunto, que veas cómo funciona en tu vida, y si lo verificas y crees en ello, que aproveches esta ayuda extra para saber, cuando quieras hacer algo, si es SU MOMENTO. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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¿TIENES CONCIENCIA Y CONSCIENCIA DE TI MISMO? En mi opinión, este gran desconocido que te acompaña desde el mismo día que naciste, que nunca te ha dejado solo ni en tus desesperaciones ni en los llantos, ni el amor ni en la derrota, ni en la salud ni en la enfermedad, este que eres tú en tu integridad… resulta ser un gran olvidado. ¿Cuántas veces te has enfrentado al ejercicio profundo de parar, mirarte en un espejo, y decir en voz alta “SOY YO, ESTOY AQUÍ Y AHORA”?, ¿cuántas veces has hecho algo desde la conciencia plena y exacta de ser tú mismo?, ¿cuántas veces has tenido la absoluta conciencia de ser tú mismo? Te levantas todos los días, te miras más o menos desatento en el espejo, a veces piensas que tendrías que hacer algo con tu vida pero sin concretar qué, desayunas, te ocupas de mil cosas, llega la noche y te acuestas. ¿En cuántos momentos te has observado desde la conciencia de lo que eres y de quien eres?, ¿cuánto tiempo te has dedicado a ti? Y no me refiero a comer, escuchar música, leer, sino a reflexionar lo que es y significa “SOY YO, ESTOY AQUÍ Y AHORA”. Hablo en todo momento de conciencia en el sentido de conocimiento y sensación de ti, de responsabilidad de ti, de percepción clara de ti siendo capaz de discernir cuándo eres tú y cuándo cualquiera de los personajes. Tener conciencia de uno mismo es darse cuenta con una perfecta comprensión de quién es uno mismo. Es algo más que el autoconocimiento, que casi siempre se queda en la idea de uno mismo y no profundiza hasta el Ser o hasta el Alma. La conciencia de Uno Mismo ha de abarcar lo visible y lo profundo, las emociones y la divinidad. Para ello se requiere una mente que no interfiera con sus opiniones y hasta sería conveniente que el diálogo durante ese descubrimiento personal se haga con sensaciones y no con palabras. Es mejor sentirse que pensarse. Tener conciencia de uno mismo es la base sólida y única sobre la que se puede asentar un Proceso de Desarrollo Personal y donde se puede desplegar con plenitud la Inteligencia Emocional. La conciencia de uno mismo es la comprensión profunda y verdadera de nuestras emociones, valores, limitaciones y motivaciones. O sea, nuestra esencia y nuestras posibilidades. Se convierte en imprescindible porque a partir de ese autoconocimiento que nos aporta uno es consciente de lo que son utopías y lo que es realidad, con lo que uno evita caer en el drama del autoengaño. Uno sabe más y mejor quién es, cuáles son los puntos por donde se puede romper y dónde están sus fortalezas. Tener conciencia de uno mismo es también saber escuchar las voces sabias y colaborativas internas, es entender que la intuición también forma parte de uno mismo, que es un don innato, y al mismo tiempo es descubrir la realidad verdadera que existe detrás de la fachada que mostramos al mundo y con la cual nos sentimos erróneamente identificados en la mayoría de las ocasiones. Yo no soy el que muestro ni el que veo: Soy el que soy. Tomar conciencia exige atención y reflexión, porque el contacto con ese modo de conexión con la verdadera esencia y naturaleza, crea un canal de comunicación directo con lo interior de donde vienen voces que nos ayudan a encarrilarnos con sus observaciones y preguntas –siempre las más adecuadas y no siempre las más cómodas-, con el recordatorio de que somos más de lo que aparentamos ser, de que estamos capacitados por encima de nuestras apocadas auto-limitaciones Tener conciencia plena de uno mismo es una tarea que va a requerir de numerosos auto-encuentros. Se necesita tiempo para hacerse todas las preguntas y darse todas las respuestas. Y no es un camino fácil. Van a aparecer cosas que nos van a remover y otras que afectarán bastante y a la baja en el auto-concepto y por tanto a la autoestima. No todo va a ser malo, por supuesto, en ese descubrimiento global van a presentarse también –si somos objetivos- nuestras cualidades y veremos las cosas que nos aportan satisfacciones o aquellas de las que nos sentimos orgullosos y eso nos dará la ocasión de poder desarrollarlas aún más. Atrévete. Date el placer de tomar conciencia y consciencia de ti mismo. Date la oportunidad de hacerlo. Dedícate unos minutos cada día y convierte ese ritual en el momento más esperado y, sin duda, en el más enriquecedor. Recuerda: “SOY YO, ESTOY AQUÍ Y AHORA”. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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LO QUE CONVIENE SABER ANTES DE EMPEZAR EL CAMINO DEL DESARROLLO PERSONALvídeo:https://www.youtube.com/watch?v=Ekyvch3-2WcAntes de empezar un Camino de Espiritualidad o de Desarrollo Personal, es muy conveniente tomar conciencia de una serie de cosas, de algunas de las cuales voy a hablar. No aparecen todas, por supuesto, pero son suficientes para ponerte en marcha.Más adelante, cada uno y en función de sus intereses o sus motivos de preocupación, irá añadiendo las que considere necesarias. Tomará bifurcaciones en su Camino personal, pero nunca lo perderá de vista y a cada rato regresará a él.Si le ha gustado este video ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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TODAS LAS COSAS TIENEN SU MOMENTO En mi opinión, tal vez este sea el primer artículo que escribo tratando de explicar algo que resulta inexplicable para mí mismo de un modo racional: que las cosas tienen SU momento. Es algo que he comprobado en numerosas ocasiones, en numerosas personas, a lo largo de muchos años, aplicable a mil situaciones o eventos distintos; es algo que funciona como una Ley no escrita pero que parece que funciona inflexiblemente. He comprobado que cuando quiero precipitar algo, porque me entra la urgencia por resolverlo, si no es SU MOMENTO… no funciona. No sale. No va. He comprobado que si quiero vender una propiedad no se vende hasta que llega SU MOMENTO, que si pretendo encontrar el amor de mi vida no aparece hasta que es SU MOMENTO, que si quiero comprender e integrar una frase que he leído mil veces no hace efecto hasta que llega SU MOMENTO. Aún no he sido capaz de encontrar la razón que hace que esto suceda así. No sé si es que no suceden porque “algo” entiende que no es SU MOMENTO de acuerdo a un plan diseñado o no sé si es porque es mejor que no suceda ya que aún no estamos preparados para ello. Lo que sí he comprobado es que, en la mayoría de los casos, SU MOMENTO lo indica una especie de intuición nada racional. Algo se pone en marcha y uno –aunque no lo capte por falta de entendimiento y relación con la intuición- se siente motivado, lo afronta de un modo como no lo ha hecho antes, y se siente un poco más seguro debido a que algo le guía desde dentro con otro paso más firme. Parece entonces que todo se pone a su favor, que las dificultades que en otro momento se han presentado, para desganar o entorpecer, ahora colaboran. Parece que se pone en marcha la maquinaria precisa para que suceda lo que ahora SÍ tiene que suceder porque SÍ es SU MOMENTO. También he podido comprobar que NO es recomendable adelantarse a SU MOMENTO –ya que por mucho interés que se ponga no sucede lo que se desea-, y que SÍ hay que aprovecharlo cuando éste se presenta, pero hay algo que conviene evitar: dejar que se pase SU MOMENTO. Cuando se siente esa presencia hay que aprovecharla. Cuando uno de algún modo lo capta tiene que poner todo de su parte, eliminar miedos e impedimentos, apartar excusas y aplazamientos. Parece que se han puesto de acuerdo y a favor las circunstancias y hay que aprovecharlas. Si uno se pone a recordar o a reflexionar encontrará que a lo largo de su vida esto se ha repetido en varias ocasiones, sobre todo con las cosas que tienen un poco de trascendencia. Son esos momentos en que uno siente dentro de sí que tiene que dar las gracias a Dios –o a quien corresponda- porque sabe que ha contado con una ayuda extra para que se produzca. Cada uno siente la intervención de su Dios o su Creencia –si la tiene- de un modo distinto, generalmente sucede al darse cuenta de que ha ocurrido un acaso en el que parece que algo ajeno ha colaborado para que suceda. Entonces es el momento de manifestar agradecimiento a quien corresponda. “Es de bien nacidos ser agradecidos”. Si uno afina su intuición, siendo más receptivo a una sabiduría que no es la de la mente consciente, se verá favorecido con esa tranquilidad que aporta saber que es inútil oponerse a lo inevitable –“lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible”, decía Rafael Guerra- y entender que a veces hay que tener paciencia y saber esperar; que es inútil rogar que suceda lo que aún no es apropiado porque no es SU MOMENTO –y tal vez es por eso que no se conceden algunas cosas cuando se piden, pero más adelante sí-. Te sugiero que le prestes atención a este asunto, que veas cómo funciona en tu vida, y si lo verificas y crees en ello, que aproveches esta ayuda extra para saber, cuando quieras hacer algo, si es SU MOMENTO. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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TODA LA VIDA ES VIDA En mi opinión, esta frase tanto puede aparentar una cosa tan obvia y evidente que la deje sin valor y sin asombro, como puede ser digna de olvido por ser incomprensible, o puede convertirse en un excelente revulsivo que acabe poniendo las cosas en su sitio en el asunto de lo que es la vida y de cómo entenderla a partir de ahora. Es demasiado básica la idea: “Toda la vida es vida”, claro, ¿qué otra cosa va a ser? A primera vista parece que esto no requiere darle más vueltas, pero… si se traspasa esa aparente memez inicial y uno se permite ir más allá y trata de encontrar qué es lo que realmente significa -y para eso es imprescindible deshacerse de los prejuicios y desatornillar las ideas fijadas a las que nos aferramos y no permitimos evolucionar-, uno se puede llevar una agradable sorpresa. Toda la vida es vida. Todo en la vida es vida. No se puede sacar de esa ecuación lo que no nos gusta, lo que no deseamos, sino que TODO forma parte de esta vida en la que nos encontramos. Y así hay que aceptarlo, porque así es. Lo que es agradable, satisfactorio, o maravilloso, es fácil de recibir porque es placentero, alegra nuestros sentimientos y nos pone una sonrisa en la boca, en la mirada y en el corazón. Lo que es desagradable, ingrato, o indeseable, casi siempre lo recibimos desde el rechazo y no lo acogemos con la misma facilidad. No digo yo que haya que recibirlo con entusiasmo y dándole una entusiasta bienvenida –no estamos tan evolucionados como para eso-, pero sí veo conveniente recibir lo inevitable como lo inevitable que es, y ya que está, ya que hay que pasarlo, hacerlo del mejor modo posible. Y el mejor modo tal vez sea poniendo de nuestra parte objetividad, comprensión, colaboración, y haciéndolo desde la observación atenta de lo que realmente es por detrás de lo que aparenta, y aplicándolo directamente a nuestro aprendizaje y evolución. Toda la vida es vida porque todo instante se nos va sumando al bagaje de lo que vivimos. Los momentos perdidos son vida, aunque sea una vida vacía y desperdiciada. Los momentos tristes son vida, y los de llorar, y esos otros que están cargados de felicidad y de risas y de emociones placenteras, y también los que pasamos en la impagable compañía de algunas personas. Todo es vida. Y es una lástima que se empiece a apreciar más el tiempo de vida cuando ya queda poco. En la juventud y en la primera parte de la adultez parece que la vida va a ser eterna y que los que envejecen y mueren son los otros, así que… ¿para qué preocuparse si quedan tantos años por delante? Así se piensa hasta que uno se da cuenta de que ya no quedan tantos, si acaso quedan 20 aunque puede que también sean sólo 10; llegado ese momento, al acostarse uno hace un inventario o un balance de cómo ha invertido ese día –que es uno de los pocos que le van quedando- y el resultado casi nunca es satisfactorio. Nos hace falta una toma clara de conciencia y consciencia de esa frase. Podemos hacer que gran parte de esta vida sea del propio agrado, y que contenga durante la mayor cantidad de tiempo posible las cosas que nos gustan, que haya satisfacciones o paz, pero… siempre habrá algo que no podremos controlar, algo que aparecerá aún a pesar nuestro, y eso tendremos que vivirlo también y tendremos que añadirlo a esta experiencia de vivir en el mundo y a lo que será ese conjunto de tiempo y sucesos que conforman cualquier vida. Hay que ser razonable y admitir que en nuestra vida haya, también, cosas que no sean de nuestro agrado. Hay que dejar de luchar inútilmente contra lo que es inevitable, hay que aceptar la impotencia y la vulnerabilidad como algo que también tiene su derecho a estar y a formar parte del conjunto indisoluble que somos. Es más adecuado no desperdiciar el tiempo peleando en batallas que tenemos claramente perdidas. El conjunto de la vida contiene tanto maravillas como sufrimiento, tanto felicidad como desencantos. Todo es vida. Amar y ser amado es vida. Llorar y reír es vida. Aunque no lo comprendamos en este momento, y aunque algunas de las cosas que nos suceden provocan un doloroso desagrado, es muy posible que todas las cosas que nos ocurren tengan un sentido –que en este momento no sabemos comprender- y que algún día aceptemos que nos sirvieron de aprendizaje para algo que más adelante nos fue necesario. La sugerencia es que no afrontes con mal talante las cosas que te ocurran en la vida, sean las que sean, porque toda la vida es vida. Me gustará que esta lectura te lleve a revisar todo este asunto. Tal vez sea bueno para ti que revises qué haces con las cosas que te suceden aunque no te gusten y si es conveniente tener tolerancia a la frustración y no permitir que te afecten más allá de ser un desagrado temporal pero sin llegar a afectarte grandemente. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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HAY QUE SER FELIZ CON LO QUE SE TIENE Y NO INFELIZ POR LO QUE NO SE TIENE. En mi opinión, hay que aspirar a una felicidad que dependa de uno mismo, y que se base simplemente en ser Uno Mismo, que es como debería ser, y no que sean las decepciones o los logros externos, las posesiones, el estatus, los éxitos o fracasos sociales, o el concepto que los otros tengan de nosotros, quienes nos hagan sentirnos felices o no, porque eso nos lleva casi inevitablemente a un fracaso por todo lo alto y a no llegar siquiera a rozar la felicidad. Desafortunadamente, hay muchísimos casos de personas que no se permiten ser felices por la carencia de ciertas cosas en su vida. Dejan su felicidad en las manos irresponsables de los sueños que tal vez nunca se llegarán a hacer realidad o de las utopías que nunca dejarán de ser utopías. “Si yo tuviera” se podría cambiar, y salir ganando con ello, por “Yo soy”. Lo sé, esto es muy espiritual, muy filosófico, un lenguaje esotérico que no llega de ningún modo directamente hasta la comprensión. Podría llegar a aceptarse el cambio de “soy” por el de “he logrado…”, si eso sirve como aproximación a un estado de felicidad que en algún momento dejará de alimentarse de logros porque descubrirá la enorme felicidad que aporta ser nada o no ser. La felicidad es un asunto personal e intransferible. Ni podemos dar nuestra felicidad -como se dan las monedas- ni debemos transferir a otro la responsabilidad de alcanzarla por y para nosotros. Es un estado al que hemos de llegar con la sana y firme intención de quedarnos definitivamente en ella y ampliándola a diario. Es algo que ya traemos desde que nacemos –por eso vemos felices a los niños y nadie se lo ha enseñado-; no es algo que haya que adquirir o que esté reservado para los más afortunados. Está. Sólo hay que quitar todos los impedimentos que le ponemos para que se manifieste. Empezando por el rostro serio como un rictus espantoso y por esas exigencias a la vida y las circunstancias de que tienen que ser siempre como nosotros deseamos. Si no salen TODAS las cosas a nuestro gusto, no somos felices. Si no conseguimos TODOS nuestros caprichos, no somos felices. Si no se cumplen TODOS nuestros sueños –por más disparatados e imposibles que sean-, no somos felices. Le ponemos demasiadas condiciones e impedimentos a la felicidad para que se quede con nosotros. Y otras veces, en cambio- cuando somos más sabios-, nos escapamos de esas normas rigurosas y nos permitimos estar felices con un niño en brazos, simplemente estando al lado de una persona, mirando el horizonte, o siguiendo la corriente emocional por la que nos lleva nuestra música favorita. A veces bajamos la férrea guardia de la exigencia, apagamos un rato los controles rigurosos, y contactamos con la simpleza, con lo bello, con lo humano, con lo tierno, con la sensibilidad, y nos cambia el rostro, la sonrisa se despliega en nuestra boca, se relajan el cuerpo y la mente. Entonces se ha producido el contacto correcto. Así se está bien. En eso somos nosotros mismos y no el Inquisidor en que nos hemos convertido, esa vieja inconformista y gruñona que nos suplanta, ese tipo con cara de estar enojado siempre. A la felicidad le apetece manifestarse y le encantaría quedarse a perpetuidad ocupando nuestra vida. Uno ha de preguntarse “¿por qué no soy feliz?” y seguir en la búsqueda de la respuesta verdadera cuando las que surjan las han provocado el ego inconformista, o quien no quiere aceptar lo inevitable, o el opositor abnegado que protesta por todo, o el niño rebelde y enojado que sólo quiere que se cumplan sus caprichos. Cuando uno sea capaz de rebatir todas las respuestas que tiene programadas para justificar la infelicidad –y el apego inconsciente a ella- se dará cuenta de que llega a un vacío en el que no hay ninguna queja. Lo que hay es una comprensión generosa de que todo está bien, de que las cosas son como son y no como uno quiere que sean, de que toda la vida es vida incluidos los contratiempos y lo imposible, y que por delante de todo ello, por encima de todo ello, uno ha de poner a salvo su propia felicidad impidiendo que nada se interponga entre ella y uno mismo. Este es un asunto que requiere mucho Amor Propio para que sea mejor comprendido. Hazte feliz y date permiso para ser feliz. No permitas que NADA te lo impida. Ámate. Eso es la felicidad. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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NOCIONES BÁSICAS PARA COMUNICARSE Y RELACIONARSE BIEN En todo momento se ha repetido que la relación tiene como base importante la comunicación, y que es necesario comunicarse bien. Para ello, además de la voluntad de hacerlo, es conveniente respetar el modo de hacerlo. Hay que evitar todo aquello que provoque estrés, tensión, y distanciamiento. EL TONO Si en la comunicación el tono es el de un altercado, si se grita o se habla alto, si uno de los dos se pone a vociferar como un poseso –y ya sabemos que no tiene más razón quien más grita-, es mucho mejor aplazar la comunicación para otro momento. Ha adquirido un tono de discusión: el gritador pretende ser un impositor y quien lo tolera es un perdedor en potencia. LAS FORMAS El respeto es imprescindible. Si no hay respeto hay que cortar la reunión y aplazarla. Está bien que quien se sienta molesto u ofendido imponga con asertividad que se cancela, y le advierta al otro que mientras no cambie su actitud no seguirá conversando. Si hay menosprecios, descalificaciones, insultos, desaires, o recriminaciones, es mejor no seguir; si la intención es la de solucionar y de acercamiento, entonces sí se puede seguir. LA ATENCIÓN El mejor modo de mostrar la atención es mirar a los ojos del interlocutor. Eso demuestra interés. Hacer preguntas sobre lo que el otro está diciendo, o repetir lo que ha dicho para corroborar que se ha entendido perfectamente lo que ha dicho, son modos de mostrar la atención. No mirar a los ojos hace suponer que no se tiene interés en lo que se está tratando, o que oculta algo y sabe que sus ojos le pueden delatar. EL RESPETO Es imprescindible. Si no hay respeto es imposible que haya una comunicación sana y productiva. La falta de respeto es una declaración de guerra, una confirmación de no tener interés en resolver el asunto que se esté tratando, o de no querer atender la solicitud o el ofrecimiento del otro. No prestar atención –o sea, estar haciendo otra cosa o con la mente y la intención en otro sitio mientras le están hablando- o no dar oportunidad al otro de que manifieste su opinión, o marcharse en medio de la conversación, son síntomas claros de una intolerable falta de respeto. Y eso es inaceptable. EL DESPRECIO O MENOSPRECIO Si aparecen el insulto, la humillación, el maltrato, la burla, la grosería, la arrogancia, la soberbia, el ultraje, la ironía malsana, el sarcasmo malicioso, o cualquier otra actitud similar, es muy conveniente defender la dignidad personal y, con asertividad, dar por zanjada la comunicación hasta que la otra parte abandone su actitud y se avenga a una comunicación razonable y razonada, de igual a igual, donde impere el ánimo de acercamiento o resolución. EL SENTIDO Hay que cuidar que la comunicación tenga un sentido, y que no derive hacia una reyerta y además en otra dirección distinta a la deseada. Esto último se hace, la mayoría de las veces, cuando uno de ellos no quiere afrontar lo que se pretende hablar, y trata de distraer con asuntos que no tienen nada que ver con el auténtico, derivando el diálogo hacia la culpación en vez de hacia la solución. DIÁLOGO NO ES LO MISMO QUE MONÓLOGO A veces, ambos deciden de mutuo acuerdo “vamos a hablar”, pero aquello se convierte en un monólogo en el que uno expone, de buen o mal modo, su queja, su petición, o su sentimiento, pero no deja que el otro intervenga. No le interesa el otro, ni siquiera su opinión. Lo que quiere es una exhibición dialéctica, o lamentarse como una víctima, quejarse o reclamar, pero sin atender a la otra parte y sin escucharla. Si se consiguiera una conversación ordenada, en la que ambos dispusieran calmadamente de tiempo necesitado para exponer, sería lo adecuado; si no se logra de ese modo, quedan dos opciones razonables que se puede aplicar: o tener paciencia y reconducir al otro con delicadeza, o la de abandonar la reunión imponiendo como condición para retomarla que el otro respete las normas básicas de un diálogo. Dialogar es expresarse en libertad, es compartir. Monologar es soltar un mitin, descargar una sarta de palabras del mismo modo que si no existiera enfrente otra persona con derecho a expresión de su opinión. RESPETAR LOS SENTIMIENTOS AJENOS Los sentimientos difícilmente pueden ser razonados porque no siempre son controlables –ni siempre deben serlo-, y ocupan un lugar distinto en la escala de valores de cada persona, por eso han de ser respetados en el escalafón que el otro haya decidido colocarlos y con el valor o importancia que el otro les atribuya. Si para el otro algo es importante, aunque a uno le pueda parecer una tontería o pueda pensar que le da excesiva importancia, es con la otra vara con la que hay que medirlo. Aquello a lo que la otra persona le da importancia, lo convierte en importante para ella. Aunque nos parezcan absurdos, ilógicos, o irracionales, son sus sentimientos y hay que aceptarlos y validarlos. (Otra cosa es que, en otro momento, se pueda intentar razonar sobre la inutilidad de alguno de ellos) NO QUERER RECONOCER UN ERROR Y NO DISCULPARSE El hecho de no hacerlo tiene un efecto negativo que solamente puede empeorar las cosas. Decir “lo siento”, pero sintiéndolo de verdad, allana el camino, y deja las puertas abiertas. Empecinarse en dar por bueno algo que se ha demostrado que no lo era es de una inutilidad negativa que sólo consigue poner distancia entre ambos. “Lo siento, me he equivocado. Soy humano. Como tú.” Y con eso se consigue –pero solamente si se dice con el corazón- que la otra persona te vea como alguien con quien se puede razonar y que está predispuesto a una relación entre iguales. ¿CUÁNDO SE DA POR TERMINADA LA CONVERSACIÓN? El modo adecuado de terminar una buena comunicación se produce cuando ambos han dicho lo que tenían que decir, se han sentido escuchados y comprendidos, y no han quedado asuntos que tratar; ambos, por mutuo acuerdo, comprenden que ya ha llegado el momento, y ponen el punto final. Pero puede suceder que se llegue a un punto donde uno no sepa contestar o seguir en ese momento, y necesite tiempo para la reflexión, o para la comprobación o verificación de algo; en este caso, y de mutuo acuerdo, se pospone la continuación para otro momento, pero, preferiblemente, acordando una fecha y no convirtiéndolo en un modo de escabullirse. LA COMUNICACIÓN NO VERBAL La comunicación no se basa solamente en las palabras que se dicen. Si uno está pendiente del otro, y está verdaderamente atento, descubre mucha información en lo que no dice con su voz pero manifiesta con sus gestos, sus miradas, o su nerviosismo. Y no es necesario conocer el sentido perfectamente estudiado de todo ello –aunque sería muy interesante-, porque la intuición puede dar muchas pistas de lo que el otro pretende ocultar o de sus mentiras, así como también se captan los gestos amorosos aunque el otro no sepa hablar de amor. Ojalá la lectura de este artículo te sea útil para relacionarte a partir de ahora de otro modo que te sea más satisfactorio y más provechoso. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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¡¡QUÉ POCO VALORAMOS A LAS PERSONAS EDUCADAS!! En mi opinión, a medida que uno se hace mayor se va llenando de los aprendizajes que aporta vivir, y parece que se afina más el discernimiento y uno es capaz de ver y valorar las cosas de otro modo más atinado. Alguna cosas que en otro momento de la vida pueden ser muy poco valoradas, o pasar desapercibidas, comienzan a tener la preponderancia que se merecen. Una de esas cosas es la educación en el sentido de “cortesía y urbanidad”. Aprecio cada vez más a las personas que dicen “por favor”, a las que se dignan a decir “gracias”, a quienes son amables y fácilmente sonrientes, a los que no ponen mala cara al primer contratiempo, a quien cede su derecho con una sonrisa y sin sentirse mal, a quien dice de corazón “es usted muy amable”, o quien reconoce “felicidades, lo ha hecho usted muy bien”. Esto son solamente una muestra de la amplitud de situaciones en las que podemos ser educados. Simplemente no levantando la voz, dialogando en vez de discutir, comprendiendo y siendo capaz de ponerse en el lugar del otro, o también ofreciendo una sencilla sonrisa por respuesta en vez de un alboroto, o diciendo “lo siento” y sintiéndolo de verdad. Aprecio a las personas que dicen “buenos días” o “buenas noches”, según corresponda; a los dependientes que te reciben con agrado en su local, a quienes se implican sinceramente para que te sientas cómodo y a gusto, a los que te ayudan a cambio de nada, los que te ofrecen lo que tienen, aquellos que son respetuosos, quienes se esfuerzan en explicarte algo que has preguntado, y aquellos que saben controlar sus palabras o callarlas para no herir a los otros. Hay muchas situaciones en las que uno puede demostrar su buen talante, su cortesía, su delicadeza en el trato, su predisposición a hacerle sentir bien al otro. “Trata a los otros como te gustaría que te tratasen a ti”. Nada se puede añadir a esta recomendación. La buena educación es un patrimonio personal muy valioso. Uno ha de ser educado por sí mismo y por su propia satisfacción. Ha de convertirlo en algo espontáneo y natural, porque todo lo visto hasta ahora deja de tener valor en cuanto ya no es voluntad propia, el modo de ser habitual, sino es una norma impuesta. Una persona educada no lo es simplemente porque haga una de las cosas anteriormente enumeradas, sino porque lo es en su conjunto y en todas las situaciones. No es válido ser “educado de conveniencia”, o sea cuando interesa porque a cambio se persigue un beneficio. Suena extraño pero es cierto: la educación puede ser contagiosa. Y si eres educado estás sembrando la educación en los otros, porque es algo que se puede aprender simplemente observando, fijándose en las personas y las actitudes correctas. Nosotros podemos ser todo lo educados que nos propongamos. De ese modo seremos apreciados. Y, sobre todo, mejorará grandemente nuestra Autoestima y el Autoconcepto será mucho mejor. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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LAS PREGUNTAS INCÓMODAS QUE TRATAMOS DE ELUDIR En mi opinión, a veces se nos cuelan en el pensamiento algunas preguntas muy directas, muy claras, y muy firmes en la exigencia de una respuesta veraz. Eso nos requiere tal implicación y esfuerzo y tan duro encuentro con una realidad que no nos gusta, que tratamos de eludirlas de todas las maneras posibles, preferiblemente intentando borrarlas o mandándolas al olvido y poniendo en su lugar otras cosas más amables en la que pensar. No siempre son preguntas trascendentales que nos enfrenten a nuestra ignorancia en esos asuntos; más bien son preguntas que tienen que ver con nosotros mismos, con nuestras actuaciones, nuestras mentiras, con reclamaciones que nos hemos hecho ya mil veces y seguimos sin atenderlas tal como se merecen. A veces no hay nada más ingrato que la verdad. A veces es imposible maquillarla y aceptarla cuesta mucho porque es inaguantable; resulta mejor eludirla y quedarse con una mentira que sea más amable y digerible. En más de una ocasión nos sorprendemos haciendo cosas de las cuales nos abochornamos y arrepentimos, y deseamos que nadie se entere de ello porque eso nos hundiría; a veces nos sorprendemos con unos pensamientos que nos escandalizan por su osadía o su desvergüenza; a veces nos pillamos eludiendo algo de lo que nuestra conciencia nos impone, o algo que el Amor Propio no desea que hagamos, o bien hacemos cosas que se salen y alejan de nuestros principios éticos de vida. De esto no se libra nadie. Entonces, en esas situaciones, nos surge una voz que no se calla la verdad y nos la suelta a bocajarro, y por eso decidimos, cobardemente, que es mejor no enfrentarnos a nosotros mismos y optamos por escapar del modo que podamos. Si decido que quiero cambiar algo en mi vida, y como sé que no lo voy a cumplir, y que no cumplirlo conlleva aparejada una sarta de reproches, y que no cumplirlo va a mermar mi Autoestima, tomo la irresponsable decisión de NO ESCUCHARME, de evitar esa propuesta personal cuya realización sería de mi agrado, y me quedo como estoy. “Virgencita, que me quede como estoy”, se dice cuando uno teme que lo que venga puede ser peor. ¿Y qué es lo peor que puede pasar si uno se hace preguntas sobre sí mismo y las respuestas no gustan? Lo peor es, tal vez, que uno se lleve un disgusto y se sienta incómodo con ese descubrimiento, pero, a estas ya lo sabemos, “descubrir” es destapar y poner a la vista algo que YA EXISTÍA; no es que al descubrirlo se cree, sino que ya estaba pero uno acaba de ser consciente, ya sin excusas, de lo que hay. Lo mejor que tienen los descubrimientos, por muy ingratos que sean, es que al darnos cuenta podemos poner en marcha los mecanismos necesarios para resolverlo. Descubrir un algo que no nos gusta de nosotros debería ser motivo de alegría y no de frustración. Descubrirlo abre la oportunidad de resolverlo. Las preguntas incómodas merecen nuestra atención y no nuestra huída, pues la búsqueda de la respuesta es la búsqueda de la solución. Partamos del hecho ya sabido de que NO somos perfectos, así que cualquier cosa ingrata que encontremos, cualquiera, es una manifestación de nuestra imperfección, o sea de nuestra Humanidad. Y no hay que avergonzarse por lo que aparezca ya que ni siquiera merece un reproche: lo que merece es la intervención necesaria para modificarlo. A esas preguntas no hay que temerlas. Hay que atenderlas con atención y dedicación. Hay que cuidarlas: nos ponen a la vista los conflictos interiores. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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LA FELICIDAD MÁS ACCESIBLE ES LA FELICIDAD SERENAvídeo de 10 minutos:https://www.youtube.com/watch?v=TsH_3DFw4o8En mi opinión, lo que uno alcanza a medida que va logrando avanzar en el Camino de su Desarrollo Personal es, sobre todo, un estado que cada vez se asemeja más a la paz y un modo distinto de ver y sentir las cosas. Yo lo interpreto como una felicidad serena.Es una situación en que uno se siente menos dependiente de los estados anímicos y de los propios altibajos, y menos dependiente aún de los estallidos de furia, de los arrebatos, de los torbellinos de pensamientos alocados y de los agresivos auto-reproches posteriores.Es un estado de serenidad, de un cierto equilibrio bastante asentado, en el que la tranquilidad se manifiesta aportando una especie de imperturbabilidad interna –no siempre externa- que hace ver la vida, y sus acontecimientos, de un modo que se aprecia y valora más en lo bueno y afecta menos en lo que no es bueno.Si le ha gustado este video ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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ME GUSTARÁ QUE ME RECUERDEN COMO UNA BUENA PERSONA En mi opinión, a todas las personas nos importa el concepto que los demás tengan de nosotros y preferimos, lógicamente, que sea bueno. Para ello algunos se esfuerzan en destacar en algún asunto por el que vanagloriarse en vida y ser recordados después, y buscarán la fama o la notoriedad. Y si no lo pueden hacer a nivel mundial se tendrán que conformar con destacar en su círculo de amigos o en su trabajo. El ego les hará creer que pasar a la perpetuidad a través del recuerdo –o bien ocupar un lugar en la envidia de los otros- merece cualquier esfuerzo… y cualquier ridículo. Afortunadamente, no tengo ningún interés en ser recordado dentro de mil años. Me basta con que me recuerden ahora mis seres queridos y mis amigos. Y el día que ya no esté me gustará que cuando piensen en mí aparezcan en su memoria todos los buenos momentos que hemos pasado juntos y que me saluden, donde quiera que yo esté entonces, con una sonrisa. Me gustará que cada vez que alguien piense en mí le venga al mismo tiempo el pensamiento de “es –o era, cuando ya haya fallecido- una buena persona”. Si sucede así tendré la sensación de haber tenido una vida útil, me sentiré bien –ya me siento bien- y mi alma descansará en paz. También me sirve que digan que soy –o que lo fui, cuando haya fallecido- honesto, honrado, recto, justo, modesto, incorruptible, íntegro, respetable, atento, educado, digno… hay muchas palabras que explican lo que puede ser el éxito en la vida. Un éxito sin aplausos ni portadas de revistas. Un éxito que no tiene brillos deslumbrantes ni mejor premio que la conformidad personal con la conducta desarrollada a lo largo de la vida, con el buen trato dado a los otros, con la rectitud como bandera. En realidad uno no tiene que dar cuentas al mundo, sino a sí mismo. Uno no ha de “actuar” de cara a los otros –ya sabemos que eso le gusta al ego- sino que ha de ser fiel a sus principios y aspirar sólo a su propia complacencia espiritual. La aspiración a ser una buena persona, en mi caso, no es una pretensión egóica, aunque puede parecer que es así. Sé distinguir cuándo algo es un deseo noble de mi Ser y cuándo hay un ególatra entrometiéndose. Cada uno tiene libertad para decidir qué tipo de persona quiere ser. Y es bueno ser consecuente con ello. Es interesante hacer paradas cada cierto tiempo y realizar una evaluación de cómo se está comportando uno con respecto a cómo le gustaría ser… y elaborar las correcciones necesarias. Hay que evitar llegar al final de la vida con asuntos de los que arrepentirse, cuando ya es inevitablemente tarde. Es beneficioso vigilarse-observarse y hacer las comprobaciones necesarias para ver que uno está siendo tal como quiere ser. ¿Y tú?, ¿qué quieres que digan de ti ahora?, ¿se puede decir que eres una buena persona?, ¿cómo quieres que te recuerden?, ¿y qué haces para ello? Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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¿QUÉ PALABRA RESUMIRÍA TU VIDA? En mi opinión, es un buen ejercicio el de resumir en una única palabra lo que es o está siendo, o ha sido hasta ahora, la vida propia. Es un ejercicio que obligará a revisar casi toda la vida. Esto puede ser un excelente trabajo de introspección si se desea y cada uno decidirá hasta qué punto quiere implicarse con esto Si se va a hacer, hay que hacerlo a conciencia y asumiendo cualquier cosa que pueda aparecer y que la palabra que resulte al final no sea la más deseada. Si uno se va a auto-engañar quedándose con la primera palabra agradable que encuentre… que no lo haga. Podrá encontrar otras cosas que le resulten más satisfactorias que la de enfrentarse a la verdad cuando la verdad no es estupenda. Se ha de ser objetivo –ni injustificadamente generoso ni trágicamente negativo- porque este es un ejercicio íntimo y personal del que no hay que dar cuentas ni explicaciones a nadie que no sea uno mismo, así que se puede y se debe ser absolutamente sincero. La mentira, o algo que no sea realmente la verdad, desvirtúan el sentido y lo condenan a la inutilidad. Hacer esto forma parte del Proceso de Desarrollo Personal y ya se sabe que la sinceridad es imprescindible, el autoengaño está penado, el rerpoche es innecesario, y la buena voluntad y el Amor Propio son indispensables. En el recorrido virtual por la propia vida van a ir apareciendo diferentes palabras que se referirán a diferentes etapas o a situaciones concretas. Estará bien escucharlas y recordarlas porque en otro momento pueden ser muy útiles. Lo dejaremos al final en una sola palabra, pero las que se queden en el camino –sin son sinceras y ciertas- acompañarán a la finalista matizándola y enriqueciéndola. Al final uno puede tener la satisfacción de escuchar de su propia voz un susurro que diga… Honrado. Feliz. Ético. Sincero. Noble. Bueno. Si lo que escucha es algo ingrato, una vez sobrepuesto al impacto inicial conviene ponerse inmediatamente en marcha para que eso pueda cambiar. No hay que desanimarse por el resultado… que es provisional. Uno no siempre ha tenido la experiencia que tiene ahora ni la visión de las cosas ni la comprensión de los sucesos que se presentan y que hay que lidiar como buenamente se pueda. Uno es ahora otra persona distinta de las anteriores con una voluntad también distinta. Uno sabe que no se debe quedar en la queja y el reproche y a estas alturas de su Camino ya sabe que ha de alegrarse de descubrir eso que no gusta porque el paso inicial imprescindible para acometer cualquier cambio. Te invito y te animo a que lo pruebes. Si lo puedes resolver bien en una sesión, estupendo. Si necesitas más de una sesión no quiere decir que seas torpe, tal vez es que estás siendo más riguroso y profundo en el ejercicio. Y es algo que puedes repetir de vez en cuando y aparecerán más palabras y te servirá para conocerte mejor. ¿Estás satisfecho de la palabra que define tu vida?, ¿te gustaría que fuese otra?, si respondes afirmativamente a la segunda pregunta… ¿qué vas a hacer para que en tu próximo ejercicio aparezca la palabra que tú quieres que aparezca? Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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LOS PERJUICIOS DE LOS PREJUICIOS En mi opinión, es muy interesante, muy enriquecedor e imprescindible, tener muy clara una capacidad de pensar que no esté contaminada por todos los prejuicios que tenemos almacenados, por esa mala costumbre que algunas personas tienen de prejuzgar. Me parece conveniente aclarar el sentido de unas palabras que voy a usar. PREJUICIO es “opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal”. Conviene prestar atención a “previa” –o sea, cuando todavía no se tiene un conocimiento real-; a “desfavorable” –porque eso quiere decir que ya está condicionado y no es objetivo-; “que se conoce mal” –y si se conoce mal va a ser difícil que la opinión que se emita sea cierta-. También es “prejuzgar”. PREJUZGAR es “juzgar una cosa o a una persona antes del tiempo oportuno, o sin tener de ellas cabal conocimiento”. Se repite lo mismo, que es emitir un juicio como cierto cuando no se tiene constancia veraz de que así sea. Con lo escrito hasta ahora ya hay información más que suficiente para comprender que no es conveniente prejuzgar ni tener prejuicios. Está bien tener previstos (pre-vistos o vistos previamente) algunos mecanismos inconscientes que nos ayuden a sobrevivir: apartarnos si vemos que nos va a atropellar un vehículo, eludir cualquier objeto que nos arrojen, nadar o pedir auxilio si nos caemos al mar, pero a la hora de enfrentarnos a situaciones nuevas, o de conocer personas, es muy conveniente observar y escuchar con la mente libre de aprensiones y recelos. No se puede tener la idea inamovible de que todas las personas de una raza se comportan de la misma forma, o que todos los hombres o mujeres son iguales. Hay prejuicios raciales, de origen, de género, sexuales, de clase, políticos, de apariencia, de edad, étnicos, profesionales, lingüísticos, religiosos, hacia los animales, y de otra naturaleza. Demasiados campos en los que poder equivocarse. El río que pasa hoy no es el mismo que pasó ayer. Las aguas son otras aunque parezca que nada ha cambiado. Las personas y las cosas cambian y hay que estar abiertos a la posibilidad de que así sea y no tenerlo todo encasillado y engrilletado para que no se mueva. Uno evoluciona y los otros también. Tener una conclusión sobre alguien o algo puede ser muy erróneo, porque quien tiene prejuicios sólo está de acuerdo con aquello que coincide con sus prejuicios, lo cual es un error. Los prejuicios surgen en demasiadas ocasiones de la necedad o del fanatismo, y ninguna de las dos fuentes son fiables. Sólo los tontos y los ignorantes se aferran a los prejuicios porque sin ellos tambalean, no se sienten seguros en la exploración de lo nuevo y la apertura a que algo sea distinto. El peligro de un prejuicio, que es una opinión no actualizada y no siempre veraz, es que vemos a las personas o las cosas como creemos que son y no como realmente son. Esa antipatía o simpatía en forma de aceptación incondicional o de negación drástica carece de validez y necesita una revisión constante para que siempre coincida con la realidad. Decía Krishnamurti que “la forma más elevada de inteligencia humana es la capacidad de observar sin juzgar”. O sea, exactamente lo contrario de lo que es un prejuicio, que lleva incorporada una idea un poco fanática y no deja apertura a ver la realidad con objetividad. Si quieres ser una persona íntegra, honesta, consecuente, se te requiere la revisión de todos los prejuicios que tengas en todos los campos y que deshagas los que honradamente ves que están equivocados. Hacerlo será una muestra de benevolencia y de justicia. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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ES UN ERROR SER DEMASIADO AUTO-EXIGENTE En mi opinión, nos equivocamos mucho cuando tras descubrirnos algún fallo, o algún motivo para el arrepentimiento, tomamos la decisión drástica de no perdonarnos más fallos y nos aplicamos castigos en base a una rigurosa y excesiva autoexigencia. Es un desacierto común aplicar una severidad que es contraproducente. Hace que la relación con nosotros mismos se convierta en una guerra cuando se supone que nuestra propia relación debería ser un derroche de cuidado y amor. La excesiva autoexigencia condena casi sin remedio a una angustia difícil de controlar cuyo efecto devastador es ineludible. Esa ingrata actitud auto-castigadora no va a lograr que nos convirtamos en Superhéroes y en Perfectos sólo porque nuestra auto-exigencia no quiera admitir los errores y las reincidencias, porque van a seguir existiendo. De momento es inevitable para todos los que somos Humanos. El trato implacable y duro que nos aplicamos con pensamientos y actos negativos no va a dar buenos resultados. Eso no funciona. Lo único que logramos con eso –y esto sí es seguro- es que nos sentiremos incompetentes, carentes de habilidades, inútiles, defectuosos. Nuestra Autoestima acabará, sin ninguna duda, afectada y bajará y el propio Autoconcepto perderá puntos. Se sabe que un tratamiento más compasivo y amoroso sería una motivación extra para mejorar. La autoexigencia no lleva directamente a la excelencia: es más posible que lleve a la frustración y al fracaso personal. Y si uno no logra tener su propio respeto ningún otro logro podrá sustituir a este. La tolerancia y la benevolencia son buenos aliados en esos momentos en que la insatisfacción personal nos abruma. Desde el Amor Propio todo se hace mejor. No hay que formar una alianza con los demonios para atacarse con más dureza, sino que se puede y se debe llegar a un mutuo acuerdo con todos los Yoes –especialmente con los que ponen las zancadillas- para que colaboren en el Mejoramiento con ilusión, con Amor, paciencia, acompañamiento, comprensión, y otra vez Amor. Leí una frase que me pareció rotunda para explicar la intolerancia que aplica la autoexigencia. “Si alguien me tratara como me trato yo a mí misma, le denunciaría por malos tratos”. El grado de crueldad y severidad que se puede alcanzar es inadmisible. Está bien un poco de exigencia cuando uno se descubre que es un poco vago, que aplaza las cosas importantes innecesariamente o que elude sus responsabilidades; en esos caos sí es posible que está bien un poco de mano izquierda pero buscando el equilibrio: un poco de exigencia y un poco de tolerancia, un poco de rigor y un poco de comprensión. Ser autoexigente –y peor aún ser excesivamente autoexigente- es una mala opción si eso va a llevar a la intolerancia, al rigor desmesurado, a una intransigencia terca que hará que la relación con uno mismo se convierta en ingrata, o a cualquier situación de desamor o desprecio. Tal vez sea interesante rebajar el nivel de intolerancia, ablandar el rigor, quitarle el veneno a los reproches, ser más comprensivo y amarnos. Hacer todo esto será, sin duda, una buena decisión. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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EL SENTIMIENTO DE CULPA EN LOS NIÑOS NO AMADOSvídeo de 8 minutos:https://www.youtube.com/watch?v=J2CiFpoeOnoEn mi opinión, los niños que vivieron una infancia en que la carencia de amor y atención fue notable, en la que no se vieron atendidos emocionalmente, sintieron que eran nada y que no importaban a nadie, la tristeza fue su más fiel compañera, o los que lloraron sin ser consolados…arrastrarán una pena atormentada y un trauma importante que afectará a su Autoestima directamente y a su vida en general.Los niños en cuya infancia sintieron la frialdad sentimental de una madre que no les atendía, o un “padre ausente” –y hay que recordar que aunque estuviese físicamente, si no se le sintió como un padre porque no ejerció como tal, fue un “padre ausente”-, o no tuvieron refuerzos que afianzasen un buen Auto-concepto… andarán desorientados por su vida, sin una base firme sobre la que asentar su persona y su personalidad, inseguros, desubicados, propensos al desconcierto personal… y con un fondo de tristeza notable.
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¿PARA QUÉ HAN DE SERVIR LOS CONFLICTOS? En mi opinión, los conflictos tienen otro sentido que no es siempre negativo como sí lo es acabar en el enfrentamiento enemistado, la agresión, el distanciamiento, el odio o rencor, o vencer y humillar. Llegar a un conflicto requiere un desacuerdo previo que demande una conversación en la que exponer las opiniones o los puntos de vista personales. Si esta reunión tiene un carácter conciliador y con ella se pretende que al final prevalezcan la claridad y la razón, y que sean ganadores o queden satisfechos ambos contendientes, es imprescindible que la actitud sobre cómo afrontarlo –por ambas partes- sea conciliadora y positiva. Los objetivos que se pretenden han de quedar claros y ser respetados en todo momento: - No se trata exclusivamente de demostrarle al otro que tiene que ceder porque es uno quien tiene la razón y la verdad. - No hay que renunciar a los derechos propios sólo para evitar la confrontación con el otro. - Hay que hacerlo de modo que al final ambos queden satisfechos y no se llegue a romper la relación. Para ello es necesario tener la capacidad de poder separarse de los impulsos agresivos y de los sentimientos que nos descentran y alteran y nos hacen perder de vista el objetivo final, que no es otro que el de la conciliación. “Subir al balcón” es como le llaman algunos a esa opción de salirse del punto de vista que lleva al enfrentamiento y poder verlo desde fuera, desde el punto de vista imparcial que ofrece el balcón, donde uno no se siente en la pelea sino separado de ella y puede ver con objetividad lo que cada uno de los enfrentados dice y defiende. Una cosa es el conflicto y otra cosa la reacción personal ante ese conflicto. La objetividad permite apreciar lo que la implicación personal no deja ver. Estar fuera del problema –en el balcón- permite que la mente sea más creativa y no se obceque en defender su postura, sino que compruebe que hay otros puntos de vista, otras posibilidades, y algunas opciones que permiten acercar las posturas ya que éstas no están condenadas a quedarse en su extremo. “¿Qué prefieres ser feliz o tener razón?”, es bueno que ambos se hagan esta conocida pregunta antes de comenzar una discusión o cuando quieren dar por concluido un conflicto. Lo mejor es que al llegar al final ambos tengan un agradable bienestar y la sensación de que han sido respetados y que ambos algo han aprendido. No se trata de doblegar al otro, sino de conciliarse ambos. Si s e tiene esta premisa clara desde el principio, el otro no es “el enemigo” y ya no se trata de derrotarle sino de colaborar. Tras el conflicto –si se resuelve del modo adecuado- la reconciliación puede salir reforzada la relación con el otro. Si uno es capaz de verlo de este modo, tal vez deje de tenerles miedo y se centre en aprender de ellos y en hacerlo cada vez mejor. No se trata de sobresalir, ni de demostrar algún tipo de superioridad; las relaciones Humana no son fáciles, se entrometen los egos y los miedos y el orgullo y con su presencia crean inconvenientes. Un conflicto es una oportunidad para revisar muchas cosas sobre nuestra relación con los otros, nuestras actitudes, nuestros principios y pensamientos, los modos de reaccionar y de mostrarnos, etc. Un buen trabajo de Autoconocimiento con muchas posibilidades de permitirnos dar grandes pasos en el Desarrollo Personal. En general no son nada agradables, como no lo son las crisis, ni cualquier problema, pero para el ojo atento de un Buscador, de una persona que está en el Proceso, cualquier situación es una oportunidad válida y le aporta provecho. Es muy posible que a lo largo de la vida tengamos que vernos metidos en conflictos. Esto no es malo y hay que aceptarlo como uno de los inconvenientes o las ventajas de la vida. Es conveniente estar entrenado para ello y tener afinada la capacidad de manejarlos de forma pacífica, sin perder de vista ninguno de los objetivos que se pretenden ni tampoco las condiciones éticas que uno decide usar para alcanzarlos. Conviene que la actitud descontrolada de uno no sea, precisamente, quien engorde o malee los conflictos. En un conflicto hay que dar para recibir y conviene no olvidar esta premisa. La negociación es la base indispensable para la solución. No siempre es necesario evitarlos, pero siempre es necesario entenderlos. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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EL MEJORAMIENTO PERSONAL NO SE ACABA NUNCA En mi opinión, este título –que dice la verdad- parece bastante desesperanzador. Casi consigue que se quiten las ganas de seguir en este Proceso más o menos consciente en el que algunos estamos metidos para lograr lo mejor en el Mejoramiento y Desarrollo Personal. El día que escribo esto ya llevo 34 años en este Proceso, con momentos de más atención e involucramiento personal y momentos en que parece que no le dedico atención y estoy en otras cosas. He escrito “parece”, porque quien decide ponerse en marcha ya no para nunca. Si uno es consciente, los avances son más notables. Si uno no es consciente pero ha dejado instrucciones en el interior para seguir a pesar de la desatención, parece que sí sigue funcionando aunque sea en segundo plano y a un ritmo más lento. Por lo que he comprobado en experiencia propia, y por lo que he escuchado de algunas personas que ya llevan años en el Camino, cuando uno cree que ya se puede relajar, que ya ha evolucionado y desarrollado bastante, aparecen nuevos asuntos personales a revisar, nuevas situaciones en las que se puede progresar, nuevos aspectos que se pueden mejorar. Y esto, por supuesto, lejos de ser un motivo de frustración y decepción, ha de ser un confortador incentivo para seguir adelante. El descubrimiento de que aún se puede seguir mejorando es alentador. Uno toma consciencia de que su potencialidad aún se puede desarrollar más. Y uno mismo –y no su ego- se emociona. La emoción animadora y optimista es la que tiene que ser preponderante por encima de cualquier otra. Uno no alcanza a ver el final –como ingenuamente pensaba que sí vería cuando empezó este Proceso- y entonces –como ya has leído- uno ha de tener cuidado para no dejarse llevar por la desesperación o por la frustración. A esas alturas del Camino se supone que la relación con uno mismo es cordial y amorosa, llena de comprensión y con un poco de sabiduría, y entonces ya debiera ser sencillo llegar a un acuerdo de buena convivencia, de sentirse satisfecho con lo comprendido hasta ese momento, con lo que se ha logrado integrar dentro de sí y ya forma parte de sí mismo, y es el momento en que se puede y se debe sentir paz. La paz puede venir de darse cuenta de que ya se ha hecho un gran trecho de camino, de que hay cosas que son imposibles –como la perfección absoluta en todos los campos y decisiones y el conocimiento exhaustivo en todas las cosas y materias-, y que es mejor aceptarlo de ese modo que oponerse cuando están todas las posibilidades en contra. Comprendemos que somos cuerpo y somos alma, que estamos aquí en las dos formas y que ninguna de las dos se debe desatender. Que la sintonía entre ambas ha de ser cordial y amigable. Que ninguna de las dos ha de tener celos de la otra ya que ambas han de convivir durante un tiempo juntas porque juntas nos forman. La vida sigue hasta nuestro final. El Mejoramiento sigue hasta el último instante. Afortunadamente. Quien ha probado la maravilla que es ir avanzando no quiere dejarlo. Sabe que tras cada aparente caída, tras cada fugaz desconsuelo, tras cruzar el oscuro desierto de la incomprensión aparece la luz y uno mira hacia atrás y ve que se encuentra más alejado del punto de inicio. Uno sabe que sabe algo más que antes, nota que ha avanzado, siente una sensación interna nueva, hay una sonrisa en alguna parte que le anima a seguir y progresar. A veces no se avanza rápido, porque uno incorpora muchas cosas a su mente y ésta ha de digerirlas, ha de confrontarlas con las que ya tenía almacenadas y decidir con cuál quedarse –siempre se ha dicho que es más difícil sacar las cosas viejas que meter las nuevas- y luego ha de volver a colocarlas bien, a relacionarlas con las existentes, y ha de hacer un sitio para las nuevas que se han adoptado con la intención de que se queden ya para siempre. Sabemos más de lo que aparentamos saber. Y aceptar esto sin que se apropie de ello el ego es una tarea que se ha de llevar en silencio y sin grandilocuentes exhibiciones. El que no sabe, habla. El que sabe, calla. Si estás en este Camino del Desarrollo Personal, enhorabuena. Has tomado el mejor Camino. Es una recomendación muy vieja, pero… “disfruta del camino y no te centres sólo en la meta”. La felicidad no está sólo en el destino sino en el Camino. El Camino que estás haciendo en la mejor de las compañías: tú mismo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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NO HAY QUE AFRONTAR LA VIDA DESDE LA DESESPERANZA En mi opinión, algunas de las aspiraciones imprescindibles de las personas han de ser, entre otras: - Gozar de un optimismo más o menos razonable. - Tener una Autoestima asentada. - Vivir una vida en la que el equilibro emocional esté presente a todas horas. - Alcanzar un estado estable de ecuanimidad. - Disponer de una objetividad que nunca nos abandone. Se ha empezado a hablar de la Teoría de la Desesperanza, que se refiere a cuando una persona tiene una tendencia, justificada o no, a verlo todo desde el lado negativo. Ni siquiera cuando se confirma que una persona soporta una racha continuada de cosas que no salen bien, o de problemas indeseados, tiene justificación esa rendición a la desesperanza. Ya dice el proverbio que “la esperanza es lo último que se pierde”. Ni siquiera los efectos negativos que nos suceden a lo largo de la vida autorizan a que el pesimismo o el desaliento sean la base sobre la que vivamos. A pesar de eso, la esperanza ha de permanecer sin desánimo a nuestro lado. Si las cosas salen mal la opción no es la rendición ni el desánimo, sino una reacción serena que nos haga comprender qué es lo que está pasando realmente, en qué estamos fallando, qué tenemos que cambiar. No es necesario buscar maldiciones ajenas ni un mal de ojo ni una confabulación de los demonios o de los planetas: en la mayoría de las ocasiones las cosas que no salen bien son el resultado de una mala planificación. Esto nos invita a una revisión en profundidad de todo. Uno de los riesgos de actuar desde la desesperanza es que el estado de ánimo que nos proporciona puede desembocar, en los casos más graves, en ansiedad o depresión, ya que se va a vivir y actuar desde el pronóstico agorero de que todo va a salir mal y que la desgracia se ha aliado con uno indefinidamente. El Ser Humano necesita confiar en la vida para seguir viviendo. La visión fatalista convierte todo en un gran problema sin solución y esa misma predisposición transforma los propósitos en una profecía autocumplida, o sea, se acabará cumpliendo por el hecho de que uno es capaz de crear lo que es capaz de creer. Henry Ford dijo: “Tanto si crees que puedes, como si crees que no puedes, estás en lo cierto”. Si actúas desde un desánimo fatalista con el convencimiento de que “eso también va a salir mal”, eso saldrá mal. De ese nefasto pensamiento que algunos tienen incrustado de que “los males son inevitables y no hay nada que se pueda hacer” poco bueno va a salir. Esta actitud triste nos convierte en imanes de los males y nos deja vulnerables, sin fuerza ni estímulos. De todo lo anterior se puede deducir que mantenerse en esa actitud es del todo contraproducente, porque es auto-agresiva y negativa, así que a quien tenga esa tendencia le conviene revisarla. No voy a proponer un optimismo desbordante y una ilusión inalterable, porque eso es complicado y no tiene una base estable. “No se deben tomar decisiones ni en los momentos de euforia ni en los pesimistas. En ambos casos serán equivocadas”. La propuesta correcta está en el primer párrafo de este texto: “Gozar de un optimismo más o menos razonable, Tener una Autoestima asentada, Vivir una vida en la que el equilibro emocional esté presente a todas horas, Alcanzar un estado estable de ecuanimidad y Disponer de una objetividad que nunca nos abandone”. En esto hay que centrarse, por esto hay que esforzarse. Esta puede ser la mejor solución. Llevar a cabo la tarea de modificar esta mala costumbre de estar en el lado desesperanzado es un hermoso acto de Amor Propio que dará un giro beneficioso al modo de afrontar la vida. “Cuando todo te dice que te rindas, la esperanza te susurra que lo intentes una vez más”. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.