Jump to content

buscandome

Warianos
  • Posts

    1,696
  • Joined

  • Last visited

  • Days Won

    23

Everything posted by buscandome

  1. LA DIGNIDAD PERSONALvideo de 8 minutoshttps://www.youtube.com/watch?v=nKPdp-exIgM#psicologia #autoestima #autoconocimiento #autoayuda #Autoestima #Dios #espiritualidad #felicidad #Vivir #crecimientopersonal #buscandome #franciscodesales #amor #perfección #mejorarEn mi opinión, “Si hay algo que merece ser defendido por encima de todas las demás cosas, es la dignidad personal”. Merece nuestro respeto y el respeto ajeno. De hecho, “Lo último que se debe perder no es la esperanza, como se dice, sino la dignidad”.“La dignidad personal es el reconocimientode que somos merecedores de lo mejor”.Decía (Aristóteles)“que La dignidad no consiste en poseer honores sino en merecerlos”.Y (Jackie Robinson dijo “La posesión más lujosa, el tesoro más valioso que todo mundo tiene, es su dignidad personal”.“Porque cada persona tiene el derecho de ser tratada con dignidad y con respeto. Nadie debe humillarte o abusar de ti verbalmente”.“La dignidad humana es el derecho que tiene cada uno de ser valorado como sujeto individual y social, en igualdad de circunstancias,con sus características y condiciones particulares,por el único y exclusivo hecho de ser persona”.Si le ha gustado este video ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  2. A QUIEN TE DAÑE, SÁCALE DE TU MENTE, DE TU CORAZÓN Y DE TU VIDA En mi opinión, me veo casi obligado a reflexionar aún más sobre este asunto porque últimamente he tenido que repetir en demasiadas ocasiones la frase del título porque, me parece, indica con claridad qué es lo que hay que hacer con las relaciones tóxicas, con los que nos hacen daño de algún modo, y con las personas que nos restan perjudicándonos. Los apegos. Son un gran problema. A veces nos quedamos enganchados al pasado, a lo que hubo, a aquello que fue real -o que estuvo muy idealizado- y no le queremos decir adiós. Y esas relaciones duelen, pero las mantenemos con la esperanza –inútil- de que todo cambie y vuelva a ser como antes. Con las relaciones en las que hubo algunos buenos sentimientos que ya no existen hay que ser valientes, objetivos y sinceros, y tener cuidado con los auto-engaños, con las mentiras con las que uno mismo tergiversa la realidad para mantener viva una ilusión que, en realidad, ya está muy muerta. En otras ocasiones es un ego herido quien no quiere poner el cierre definitivo que esa relación merece. Uno no quiere quedar como perdedor en la historia y resulta que en muchas ocasiones una pérdida es en realidad una gran victoria. Para reconocer y admitir que es el ego quien dirige esto se vuelve a necesitar ser valientes, objetivos, sinceros, y tener cuidado con los auto-engaños. Si queremos que algo cambie en este presente es mejor ser radical y sacarlo del todo de la mente –para que no siga perjudicando el recuerdo tergiversado DE LO QUE FUE PERO YA NO ES-, del corazón –para que lo pueda ocupar otra persona que sea digno de ello- y de la vida, para que la vida pueda ser otra –natural y libre- sin cargas innecesarias y sin sufrimientos inútiles. Sin un FIN no puede haber otro comienzo. Puede haber personas que no queramos vivir sin ellas pero tenemos que dejarlas ir. Un dolor presente se convierte en paz o felicidad en un futuro próximo. A veces hay que renunciar a personas y no porque no te importen, sino porque tú no les importas a ellas. Me gusta esta frase: “Renunciar no significa ser débil, significa que eres lo suficientemente fuerte como para aceptar lo que no puede ser”. Renunciar a lo que nos daña es un hermoso acto de Amor Propio. “El origen de sufrimiento es el apego”, decía Buda. En un acto de valentía uno ha de reconocer la realidad objetiva e innegable de cómo está actualmente la relación con esas personas que dañan, que perjudican, que restan, y aceptar, sin añadirle pena ni dolor, la realidad. Si la realidad dice que nos perjudica, que sólo nos mantienen a su lado el apego y el pasado, es un claro indicativo de que es algo que hay que cancelar y con la conciencia tranquila, sin remordimientos ni reproches, sin sentimiento de culpabilidad ni auto-castigos. Hace muchos años una frase me dejó claro lo que he escrito. “Había que hacerlo y lo hice”. Si eres honesto, si estás atento, si no dejas que el auto-engaño se entrometa, verás por quién tienes que luchar y de quién tienes que prescindir. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  3. OBSERVA SIN JUZGAR En mi opinión, esta es una costumbre complicada de eliminar cuando uno descubre que la tiene como norma o costumbre. No es que sea imposible, ni siquiera es muy difícil eliminarla, pero está arraigada ya que, de algún modo, existe la necesidad de tener las cosas calificadas para poder archivarlas en la memoria y en el concepto que tenemos de cada persona. Ese juicio raramente es objetivo y por tanto es poco fiable. Al presenciar un hecho, o al participar en algo donde intervienen otras personas, nos surge casi inevitablemente esa necesidad de comparación entre la actuación de esa persona y el modo en que uno mismo hubiera actuado. Si coinciden, uno se reafirma en su opinión y además tendrá un buen concepto del otro. Si no coinciden… pensaremos que el otro está equivocado, lo hace mal, no vale, y uno se reafirmará en su sabiduría y su bien hacer siempre… que no es cierto en todas las ocasiones. Esa es la conclusión a la que llega el ego. Y lo juzgamos-criticamos todo. Como si tuviésemos derecho a hacerlo y como si tuviésemos la capacidad de entender de todo y de poder señalar lo que está bien y lo que no, lo que es adecuado y lo que no, si viste bien o no, etc. Eso demuestra una excesiva arrogancia por nuestra parte y la intromisión en algo que no nos corresponde. No tenemos porqué dar lecciones de moral ni de conducta ni de proceder a quien no lo haya pedido. Nadie nos pide esa valoración. Y si alguien lo hiciera, entonces hay que hacerlo de un modo absolutamente objetivo, impidiendo que nuestros propios traumas-miedos-valores intervengan. Las cosas no tienen por qué ser necesariamente del mismo modo que nosotros creemos-opinamos-hacemos. Uno ha de tener sus criterios propios pero ha de estar plenamente abierto a comprender y aceptar que cada persona es distinta y puede actuar de un modo distinto. Cuando se observa no se debe enjuiciar. Ese no es el sentido de la observación, que es simplemente el de darse cuenta. Así se manifiesta la comprensión y la sabiduría: con el respeto. Uno no tiene derecho a inmiscuirse en las vidas ajenas y menos aún a pretender organizarlas o dirigirlas. Antes de juzgar hay que saber ponerse en el lugar y circunstancias del otro y recorrer su mismo camino y tropezar en sus mismos tropiezos. No se deben juzgar sus acciones sin conocer sus razones ¿Quién te ha dicho que tú eres el apropiado para juzgar? Tal vez sea interesante empezar por observarse uno mismo y sin juzgar. Sólo observar. Sólo darse cuenta. Sólo percibir, sin poner adjetivos, sin entrometerse más allá de la comprensión. Y si te conoces bien te darás cuenta de la dificultad que entraña ser Humano, de las contradicciones con las que nos movemos, de los sobresaltos, de los conflictos que nos bambolean, de las dudas y miedos que nos atenazan, y percibirás que no es fácil para ti y tampoco es fácil para el otro. Y verás tu sarta de errores en las que cualquier otro podría explayarse en juzgarte y sentirías lo mismo que siente aquel a quien tu juzgas. “No juzguéis y no seréis juzgados”, ¿lo recuerdas? Tú también eres “el otro” cuando te miran, contigo podrían hacer lo mismo que haces… y no te gustaría. Las personas somos como somos por diferentes motivos y por eso se hace injusto pretender juzgar a todos con la misma vara, sin tener en cuenta los detalles personales de cada uno. Observar sin prejuicios y sin intención de crítica sí es positivo, porque abre la mente a la diversidad de personas, mentes y vivencias. Y eso, y sólo hasta ahí, es lo que nos debe interesar del otro. Ahí se ha de acabar todo. El diálogo posterior, cuando es crítico, es la intervención del ego que disfruta creyéndose superior al juzgado. Y ese no quieres ser tú, ¿cierto? Pues ya sabe lo que NO quieres hacer a partir de ahora. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  4. ANTES DE COMENZAR EL CAMINO DEL AUTOCONOCIMIENTO QUINTA PARTE (son 5) CÓMO SE AVANZA EN EL CAMINO Los primeros pasos son lentos. Así es como aparenta ser. Es por la falta de experiencia en esto, por el miedo ante lo porvenir, por la toma de conciencia de la responsabilidad de hacerlo bien –que pesa mucho-, o por el deseo de querer hacerlo bien. Sí te puedo decir que, aunque el final del Camino está en la muerte, y no antes, es cierto que se van produciendo resultados notables. Más o menos, ocurre así: En las primeras semanas parece ir muy lento. No se ven avances. Y no sólo eso, sino que a medida que empiezas a conocer cosas, y a darte cuenta de más cosas, verás que queda por aprender mucho más de lo que pudieras imaginar, y entonces te acordarás de Descartes: “Sólo sé que no sé nada”. Así que tranquilidad ante la falta de resultados inmediatos. Serenidad. Paciencia. Así es como funciona. Es el ansia de querer avanzas deprisa quien nos hace creer que va lento. Más adelante comprenderás que es importante que se coloquen bien las bases y resulta difícil ir quitando las que hemos usado hasta ahora para poner las nuevas en su lugar. “Es más complicado quitar la ideas antiguas que poner las nuevas”. Es muy importante que no se entrometa metiendo prisa el agobiante ego, siempre ansioso de resultados que le engorden. Se necesitan tiempo, calma, paz, silencio, quietud, equilibrio… hay todo un trabajo de reconciliación con el pasado… y tenemos mucho pasado. No hay que apurarse y precipitarse al construir una base sobre la que se va a asentar la nueva persona. Para que pueda resistir lo que ocurra ha de ser sólida y hay que dejar que el cemento fragüe y los pilares se asienten. Curiosamente, mientras antes desaparezca la urgencia más rápido se avanzará. Y si al principio va lento -muy lento para nuestro gusto y nuestra prisa por verlo todo ya resuelto-, de pronto las cosas empiezan a coger velocidad, y si habíamos tardado tres meses en hacer el primer kilómetro, en los siguientes tres meses haremos cien. EL SER HUMANO SÓLO TIENE CUALIDADES En esencia, el Ser Humano no está dotado de maldad. Esto es algo que se aprende después. El Ser Humano tiene, en su condición y origen, solamente cualidades, de alguna de las cuales aún no ha llegado a desarrollar toda su potencialidad. A la parte de las cualidades que aún no hemos desarrollado las llamamos “defectos”. El descubrimiento de un “defecto” ha de ser un motivo de satisfacción, porque nos confirma que una de nuestras cualidades aún no ha sido desarrollada en su totalidad, y eso indica que podemos mejorar más. PREOCUPACIÓN Son los dos sentimientos más inútiles. Este Camino requiere que sea más un paseo que una carrera. Pre-ocuparse es ocuparse antes de tiempo y esto es un inconveniente en este proceso. Está bien “prever”, que es ver con anticipación, o sea intuir o pensar y estar abierto a algo, pero no está tan bien “preocuparse”, que es ocuparse antes o anticipadamente a algo. No es lo mismo, aunque lo parezca. En el primer caso hay serenidad, es un darse cuenta pero sin una implicación preocupada en el asunto, en ese momento hay objetividad. En el segundo caso hay tensión, ya se actúa desde la inquietud, desde un presagio inconsciente de que va a ser algo complicado o duro. Si uno le dedica un poco de atención a este asunto notará claramente la diferencia y comprobará la ventaja de prever sobre preocuparse. Paciencia. Va a ser un largo Camino y conviene no comenzar agotado. CULPABILIDAD Es posible que, a medida que se vayan descubriendo cosas que no sean de nuestro agrado, aparezcan el censor, el inquisidor, el crítico, el juez furibundo y todos nuestros enemigos internos. Mucho cuidado con ellos. Desde su actitud no nos van a ayudar en absoluto y es más que probable que nos dañen en cualquiera de las formas posibles. Cuando uno se hace cargo de su propia vida, y no sigue en la actitud inconsciente que tenía hasta que toma la decisión de comenzar un Proceso de Desarrollo Personal, es necesario hacer borrón y cuenta nueva. Pasar el tiempo mirando hacia atrás para reprochar en vez de mirar adelante para avanzar es una tarea contraproducente. El que hizo lo que hizo ya no está. Uno tiene su mismo nombre y apellidos, pero ahora es una nueva persona trabajando para tener una nueva vida. Se marca una línea que separa el antes del ahora, y todo lo que quede al otro lado de esa línea sólo ha de ser usado para extraer conocimientos o Sabiduría. La culpabilidad se queda fuera. Estas son algunas indicaciones básicas, aunque podría haber muchas más pero ya irán apareciendo a lo largo de este Camino del Autoconocimiento que has comenzado. Enhorabuena. Te deseo grandes éxitos y que te encuentres, por fin, contigo mismo. Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  5. ANTES DE COMENZAR EL CAMINO DEL AUTOCONOCIMIENTO CUARTA PARTE (Son 5 en total) PONERSE SIEMPRE A SALVO Sólo uno mismo tiene la responsabilidad de su propia vida. Responsabilidad ante sí mismo y ante quien se la dio. Y tiene el encargo de no herirse, de tratarse con comprensión y amor, de no permitir que las circunstancias de la vida le condenen a una desgracia continua, de mantenerse íntegro y digno a pesar de que no siempre haya sido acertado en sus acciones, y a pesar de haber cometido errores, o de haberse fallado a sí mismo. Uno siempre tiene que sobrevivir a los conflictos interiores. Tiene que procurar quedar lo más indemne posible. Por su propio bien y porque sólo de ese modo puede seguir en el Camino. Y es mejor que lo haga de un modo digno, donde no se vea afectado en su Autoestima. Es mejor preservarse, con mucho cuidado y con una delicadeza maternal, de los naufragios en los que uno se va a ver envuelto. Se camina mejor sin heridas. Ponerse siempre a salvo es un ejercicio a favor de uno mismo, para poder resolver y avanzar, y para no estancarse en le culpabilidad o el reproche. Uno ha de ser, siempre, su más ferviente y magnánimo defensor. Y uno ha de negarse, siempre, a permanecer en una relación de confrontación consigo mismo. VALORAR LAS COSAS BUENAS En general somos bastante injustos con nosotros mismos. Cuando hacemos un inventario de cómo nos vemos –y es igual que se haga de un modo consciente o que sea el inconsciente quien se encargue-, el saldo tiene tendencia a ser negativo. Medimos con distinta vara las cosas que hacemos bien y las cosas que calificamos como malas. Las cosas que son de nuestro gusto, las que hacemos bien o en las que destacamos, nos parece que son normales, que no tienen un mérito especial, y por eso las valoramos poco e injustamente. Las cosas que no nos gustan las exageramos y las valoramos muy por encima de su tasación. Tasación negativa, por supuesto. De una cosa pequeña hacemos un mundo. Perdonamos a los otros, llenos de comprensión y sin pestañear, las mismas cosas con las que somos absolutamente rigurosos e injustos y crueles cuando nos suceden a nosotros. La justicia descompensada y nada arbitraria que usamos contra nosotros es un auto-atentado casi imperdonable. Hay que averiguar si uno tiene buena materia prima o buenos cimientos sobre los que construir. Para ello se requiere de una justicia insobornable que sea capaz de sacar a la luz no sólo las faltas y defectos –que lo hará muy fácilmente-, sino reconociendo también las bondades, las cualidades, las posibilidades, la humanidad, la capacidad de amar, y otros dones y virtudes. EVITAR REPROCHES HACIA EL PASADO El pasado es solamente eso: pasado. Del pasado es bueno tener a salvo del olvido los mejores recuerdos, para poder traerlos a nuestra mente cada vez que lo deseemos, pero no es conveniente acudir a ellos con una nostalgia inconsolable o con el sentimiento apenado de que fue muy bueno mientras que nuestro presente no es satisfactorio. Y lo que no es conveniente hacer es regresar al pasado con la intención de encontrar situaciones que reprocharnos. No está bien convertirse en el propio verdugo. Uno ya no es el yo del pasado, aunque otro “uno mismo” –pero en otro tiempo y siendo distinto del que es ahora-, sea quien actuó entonces. El hecho histórico o cronológico que sucedió en el pasado es inamovible, pero el adjetivo o la opinión con los que calificamos lo que sucedió, que son quienes nos ponen en alerta sobre si aquel momento estuvo a nuestro gusto o no, sí pueden ser modificados. Pero no modificados mentalmente porque sea provechoso hacerlo así, sino porque uno ha comprendido ahora que la importancia que se le dio entonces al hecho no corresponde con la valoración neutral que podemos hacer hoy. En los momentos en que suceden las cosas que acabamos calificando como “malas” uno tiene una visión pesimista de la realidad. Lo ve todo de un modo funesto y lo hace desde un duro auto-reproche, y por eso la valoración de aquel momento es más penosa o dramática de lo que realmente corresponde. Y es mejor seguir construyendo que seguir destruyendo. A LA LARGA, TODO SON VENTAJAS Adelanto que el Camino no es fácil, aunque supongo que ya lo estés notando, porque ya habrás comenzado antes de empezar a leer esto. Va a ser lento y duro. Vas a encontrar más pegas y dificultades de las que puedas sospechar ahora. Pero, a pesar de ello, es recomendable hacerlo. Es el único método eficaz. Y a la larga, cueste lo que cueste, comprobarás que compensa. Que ha merecido todo el esfuerzo, los momentos de dudas, la falta de luz, que sintieras la meta muy lejos algunos días, y que a cada alegría por un paso dado le pudiera seguir la sensación de que el paso había sido hacia atrás. Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  6. ANTES DE COMENZAR EL CAMINO DEL AUTOCONOCIMIENTO TERCERA PARTE (Son 5 en total) RECONOCER - DARSE CUENTA La observación es primordial e imprescindible. Pero tiene que ser la observación sin juicio, aséptica y neutral. Observación que no se entromete, que no critica ni acusa, que no da su opinión. Observación que actúa como un notario pulcro que toma nota de lo que ve pero no da su opinión. De eso es de lo que se trata. De levantar acta de lo observado, de lo sentido, y parar el proceso mental que se encargaría de poner adjetivos y castigos. Hay varias formas de conocerse. La primera, parte de darse cuenta de quién es uno mismo. Observarse como si uno no se conociera, y darse cuenta de lo que hace, de cómo se mueve, de cuáles son sus pensamientos, su forma de expresarse… Mirarse como si fuera la primera vez, no dando nada por supuesto, para poder acceder a algo que visto con otra mirada pueda ser distinto. Otra forma de conocerse es pedir la opinión que tiene de nosotros alguien que realmente nos conozca y nos quiera. Lógicamente, hay que pedirle su sinceridad más absoluta y aclararle que darnos una opinión exclusivamente favorable, para quedar bien, no sólo no sería útil sino contraproducente. Y no olvidar que es solamente una opinión y no una verdad completa. ADMITIR Y ACEPTAR (Comprender) De nada sirve negar lo evidente. Ni lo bueno, ni lo malo. Si se descubre algo, y ese algo es cierto, hay que admitirlo. Lo que no quiere decir que haya que conformarse con ello. De momento, solamente hay que reconocerlo. Sólo a partir de aceptar lo que hay se puede comenzar a modificar eso que hay. Cuando se acepte es conveniente hacerlo sin condiciones, sin negaciones, sin maquillaje, sin justificaciones. Es lo que hay. A cada uno le han tocado vivir -o ha sido por su “culpa”, depende de cómo lo quiera entender cada uno - una serie de circunstancias personales, en una época concreta, con unos condicionamientos específicos, con o sin motivaciones, y eso imprime carácter y marca. Esto también hay que admitirlo. Si uno hubiera nacido en una familia distinta, con otro sexo, en diferente país o siglo, sería distinto. Por supuesto. Pero uno es quien es y está donde está –de momento- y eso hay que admitirlo y aceptarlo. PERDONAR – PERDONARSE Yo no soy partidario de “perdonar” en el uso habitual que se le da a la palabra perdón: “remisión de la pena merecida, de la ofensa recibida o de alguna deuda u obligación pendiente”, porque es muy discutible que las penas sean merecidas, que uno permita que las ofensas le hieran, o que se tengan obligaciones impuestas por alguien ajeno, y me parece que si uno comprende, a sí mismo o al otro, y las situaciones o circunstancias, es innecesario el perdón. Con el reconocimiento del hecho, sea el que sea, si se descubre que no había mala intención expresa, ya no es necesario entrar en juicios. Por otra parte, si es que hubiera algo que perdonar, no perdonarlo sería un grave error. Creo que casi todo –he escrito “casi todo”- es digno de ser perdonado. Entendiendo por perdón la comprensión incondicional que borra lo sucedido sin dejar ningún tipo de residuos. Incluso en los casos en que se ha actuado con maldad y perversidad, si se hurga en las motivaciones de quien lo hizo, en su educación y en las circunstancias que le han tocado vivir, es posible que se llegara a encontrar una justificación razonable. Y razonable no quiere decir que esté bien. En algunas ocasiones uno no es responsable directo de las cosas que hace mal. Y eso hay que entenderlo, aceptarlo, y “perdonarlo”. HACER LIMPIEZA DE ENEMIGOS ¿Qué hay dentro de ti que pueda ser tu enemigo o pueda boicotear todo tu trabajo? Es muy conveniente conocer los enemigos internos. Y sería muy conveniente tratar de llegar a pactos y alianzas con ellos. Explicarles con el corazón cómo se siente uno, cuál es la intención, y hablarles de la necesidad de contar con ellos como aliados, y pedirles que no se dediquen a entorpecer, a destruir, a poner trabas y zancadillas. Pregúntate… ¿Qué te puede impedir que avances? Francisco de Sales
  7. ANTES DE COMENZAR EL CAMINO DEL AUTOCONOCIMIENTO - SEGUNDA PARTE (Son 5 en total) ACEPTAR El Camino es un Proceso en el que deben primar, imprescindiblemente, el amor y la sinceridad. El Camino es un proceso de introspección en el que uno se propone conocer todo lo que uno es y tal como realmente es. Sin duda, van a aparecer cosas que manteníamos muy escondidas, también cosas de las que no nos sentimos muy orgullosos y sí arrepentidos, otras que van a intentar convencernos de que no hemos sido buenas personas… Generalmente, cuando uno hace un balance sincero y profundo de uno mismo, y no se queda en ese autoengaño que es tan común en todos, el resultado es peor de lo esperado. Lo que no quiere decir que sea cierto. Eso sólo quiere decir que uno es demasiado exigente y poco comprensivo. O que es un tasador ineficaz e injusto que da más valor a los hechos equivocados que a los acertados. Lo que uno encuentre dentro de sí, lo ha de amar, sea lo que sea, porque forma parte de uno y uno está siendo eso que ha encontrando. Hay que recordar que “lo que está siendo” es cómo se está comportando en este momento, pero eso no es la realidad, porque la realidad es “lo que uno es aunque no lo haya desarrollado”. Uno no es la idea de lo que le gustaría ser, no es la utopía ficticia, ni siquiera quien los otros creen que uno es. Ni siquiera es el personaje que lleva representando casi toda su vida. A la vista de lo que se va descubriendo, si algo no satisface, se puede –y se debe- poner en marcha un proceso para resolverlo. Este Camino, o se hace con mucho amor –pero que mucho, mucho, mucho amor-, o es mejor no iniciarlo. Si va a convertir en una pelea incesante, un continuo reproche, un echarse en cara el pasado continuamente, un menosprecio continuado, un pesimismo represivo, mejor no empezar. Se ha de hacer con placer y no a regañadientes, sin ningún tipo de reproches y –repito porque esto es imprescindible- con mucho amor. VIVIR MUY CONSCIENTEMENTE ESTE MOMENTO La toma de consciencia continua es fundamental en este momento, porque sin consciencia uno no se da cuenta de lo que está viviendo, de lo que está pasando, y no sacará todo el jugo. Es un momento a vivir con mucha alegría y felicidad, por la oportunidad tan especial que vamos a tener de tomar, por fin, el gobierno de nuestra vida, y porque tenemos, por primera vez, la oportunidad de empezar a diseñar –a nuestro gusto- lo que llamaremos futuro. La consciencia va a ser muy útil, muy necesaria. Sobre todo porque a partir de iniciar el Camino la responsabilidad es una parte que ha de estar perfectamente integrada con cada instante, y así como uno puede escudarse en el desconocimiento o la desatención para justificar las cosas que hizo en el pasado, desde el momento que decide lo que quiere hacer ya es responsable, tanto de hacerlo como de no hacerlo. Ahora ya lo sabe. Ahora se ha dado cuenta. No puede alegar desconocimiento, ni tampoco puede responsabilizar a cualquiera de los yoes del pasado. Lo bueno es que el Camino se inicia con un buen propósito, y con interés, y casi debieran ser argumentos más que suficientes para que el éxito esté presente. Por supuesto que hacen falta más cosas para llegar a la meta, pero lo iremos viendo más adelante. DESCUBRIR La intención que debiera gobernar todo el Proceso es la de sacar a la luz todo lo que existe dentro de uno. Tanto lo que es de nuestro agrado como aquello que no nos gusta. A eso se llama DESCUBRIR. Descubrir es dejar de negar y dejar de esconder. Es poner la realidad a la vista, sin tapujos, sin fingimientos…. y sin reproches. Ponerse frente a lo que uno es –aunque en este momento no sea muy agradable-, tenerlo a la vista y mirarlo de frente, es un acto de valentía que requiere el propio y sincero reconocimiento. Es bueno que la Autoestima acompañe en este Proceso, ya que su colaboración va a ser importante para sacarnos del estado complicado en el que vamos a estar en algunas ocasiones a partir de comenzar, y mejor que sea sólo durante un poco de tiempo, por supuesto, porque no es cuestión de alargarlo innecesariamente. “Felicitaciones -se dice uno mismo-, me he atrevido. Lo he hecho”. “Este soy yo, el que ahora veo”. “Por fin me empiezo a conocer de verdad”. (Y es que es tan chocante pasar toda una vida consigo mismo y seguir siendo un extraño desconocido…) “Si acaso, este que ahora veo es un Ser valiente y comprometido que va a hacer cuanto crea necesario para ser él mismo, dejando de estar gobernado por el personaje que ha estado suplantándole durante los últimos años”. Francisco de Sales
  8. NO HAY QUE AFRONTAR LA VIDA DESDE LA DESESPERANZA En mi opinión, algunas de las aspiraciones imprescindibles de las personas han de ser, entre otros: - Alcanzar una ecuanimidad estable. - Disponer de una objetividad que nunca nos abandone. - Un optimismo más o menos razonable. - Una Autoestima asentada. - Una vida en la que el equilibro emocional esté presente a todas horas. Se ha empezado a hablar de la Teoría de la Desesperanza, que se refiere a cuando una persona tiene una tendencia, justificada o no, a verlo todo desde el lado negativo. Ni siquiera cuando se confirma que una persona soporta una racha continuada de cosas que no salen bien, o de problemas indeseados, tiene justificación esa rendición a la desesperanza. Ya dice el proverbio que “la esperanza es lo último que se pierde”. Ni siquiera los efectos negativos que nos suceden a lo largo de la vida autorizan a que el pesimismo o el desaliento sean la base sobre la que vivamos. A pesar de eso, la esperanza ha de permanecer sin desánimo a nuestro lado. Si las cosas salen mal la opción no es la rendición ni el desánimo, sino una reacción serena que nos haga comprender qué es lo que está pasando realmente, en qué estamos fallando, qué tenemos que cambiar. No es necesario buscar maldiciones ni un mal de ojo ni una confabulación de los demonios o de los planetas: en la mayoría de las ocasiones las cosas que no salen bien son el resultado de una mala planificación. Esto nos invita a una revisión en profundidad de todo. Uno de los riesgos de actuar desde la desesperanza es que el estado de ánimo que nos proporciona puede desembocar, en los casos más graves, en ansiedad o depresión, ya que se va a actuar desde el pronóstico agorero de que todo va a salir mal y que la desgracia se ha aliado con uno indefinidamente. El Ser Humano necesita confiar en la vida para seguir viviendo. La visión fatalista convierte todo en un gran problema sin solución y esa misma predisposición transforma los propósitos en una profecía autocumplida, o sea, que se acabará cumpliendo por el hecho de que uno es capaz de crear lo que es capaz de creer. Henry Ford dijo: “Tanto si crees que puedes, como si crees que no puedes, estás en lo cierto”. Si actúas desde un desánimo fatalista con el convencimiento de que “eso también va a salir mal”, eso saldrá mal. De ese nefasto pensamiento que algunos tienen incrustado de que “los males son inevitables y no hay nada que se pueda hacer” poco bueno va a salir. Esta actitud triste nos convierte en imanes de los males y nos deja vulnerables, sin fuerza ni estímulos. De todo lo anterior se puede deducir que mantenerse en esa actitud es del todo contraproducente, porque es auto-agresiva y negativa, así que a quien tenga esa tendencia le conviene revisarla. No voy a proponer un optimismo desbordante y una ilusión inalterable, porque eso es complicado y no tiene una base estable. “No se deben tomar decisiones ni en los momentos de euforia ni en los pesimistas. En ambos casos serán equivocadas”. La propuesta correcta está en el primer párrafo de este texto: “alcanzar una ecuanimidad estable, disponer de una objetividad que nunca nos abandone, un optimismo más o menos razonable, una Autoestima asentada, y una vida en la que el equilibro emocional esté presente a todas horas”. En esto hay que centrarse, por esto hay que esforzarse. Esta puede ser la mejor solución. Llevar a cabo la tarea de modificar esta mala costumbre de estar en el lado desesperanzado es un hermoso acto de Amor Propio que dará un giro beneficioso al modo de afrontar la vida. “Cuando todo te dice que te rindas, la esperanza te susurra que lo intentes una vez más”. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  9. LA INTERESANTE TERAPIA DE ENVIARSE AUDIOS En mi opinión, puede ser muy interesante una auto-terapia que está aplicando una amiga consigo misma basada en grabarse audios contándose cosas, hablándose de sus sentimientos, del estado emocional de ese momento, de los descubrimientos, de las felicidades, de lo que le gusta…los temas pueden ser infinitos. Incluso a veces son disertaciones que parecen no guardar un orden ni un sentido ni un tema concreto que sea el hilo conductor. En esas ideas que uno deja brotar de su interior, siempre mejor a media voz –o gritando si a la desesperación del momento le apetece- y teniendo en cuenta que nadie más lo va a escuchar, uno puede soltar todo lo que retiene su inconsciente guardado, o todo eso que se trata de ocultar incluso a sí mismo. Escucharlo desde fuera hasta puede llegar a aportar una objetividad de la que se carece cuando son solamente unas ideas desconcertadas que andan a la deriva en el interior, agrandadas por el contacto con otras similares que se les suman. Al escucharlo-escucharse, uno puede hacer el experimento de sentirlo como si fuese una historia de otra persona, y uno puede entonces aconsejar-aconsejarse, comprender-comprenderse, con bastante equilibrio. No hay que olvidar que tenemos demasiadas cosas reprimidas –que no nos atrevemos a reconocer y tenemos miedo a afrontar-, que no somos conscientes del origen de algunos pensamientos funestos que nos condicionan y martirizan, que nuestros miedos y complejos intervienen siempre en nuestros procesos mentales interiores sin que nos demos cuenta de ello, y que algunos de los sucesos que han ocurrido en nuestra vida llevan adosado un dolor que mantenemos vivo cuando en realidad podríamos prescindir perfectamente de él. Escucharse a sí mismo en las quejas, en los delirios, en la rabias, puede despertar una especie de auto-empatía, de auto-compasión, y puede avivar el Amor Propio; uno podrá reconocer en esa voz al Ser Humano que no ve cuando los sentimientos dolorosos no salen de uno mismo. Cuando uno trabaja en sus cosas personales desde dentro… tiembla y sufre; cuando las trabaja fuera, porque las ha escrito o pronunciado, adquieren otra dimensión más manejable. Para escribir o para hablar, previamente se ha tenido que hacer una selección entre todos los pensamientos, descartando todos menos uno, y lo que se expresa es lo más aproximado a la realidad. En el inconsciente conviven –incluso en armonía- tanto las ideas válidas como las que están caducadas, y todas ellas están cargadas con la calificación que le dimos cuando sucedieron, y se mantienen presentes los miedos actuales y los del pasado, y tenemos tan poco ordenados los pensamientos –porque están todos revueltos- que cuando tratamos de pensar vemos tal desorganización que nos rendimos fácilmente antes de empezar y preferimos no afrontarlos y dejarlos para otro día. Y ese otro día pasará exactamente lo mismo. Es una experiencia que al principio resulta chocante cuando uno escucha su propia voz, pero una vez superado el shock inicial resulta interesante y productivo. Por si sirve de idea, mi amiga ha creado en whatsapp un Grupo para ella sola y ahí se envía sus audios. Se hace primero un grupo con 2 personas y cuando ya está hecho se elimina a la otra y así se queda solamente uno mismo en el grupo. Se habla mucho de “sacar los demonios” y esta puede ser una buena forma de hacerlo. No hay que olvidar que “si somos nuestro propio demonio haremos de este mundo nuestro propio infierno”. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  10. ¿NECESITAS DISCIPLINA? En mi opinión, existe una queja muy generalizada acerca de la falta de disciplina personal y existe también otra queja por eso de no ser capaces de imponerse unas normas con firmeza para que sean cumplidas. Son menos habituales las personas que se marcan unas normas o propósitos y los cumplen rigurosamente. Esa falta de disciplina nos lleva directamente al arrepentimiento –al comprobar OTRA VEZ, al acabar cada día, que no hemos hecho lo que nos habíamos propuesto hacer-, a la auto-agresividad del insulto, la rabia, la frustración, el enojo, el odio hacia uno mismo; a recibir un golpe directo y duro en la Autoestima porque no haber cumplido hace que nuestro Autoconcepto salga perjudicado. Es una forma de abrir la puerta para que entre el desamor. Todos nos proponemos metas o logros. Para conseguirlos es necesario –lo primero- que estén claramente definidos, que sean posibles de alcanzar –aunque requieran de un esfuerzo-, que se ponga voluntad y… disciplina. Empeño. Constancia. Un interés que no decaiga. Cuando uno tiene un plan, o un deseo –o una obligación que cumplir- no siempre va a estar motivado, así que es conveniente ser disciplinado. En un inteligente juego de palabras se dice que “la disciplina es hacer lo que realmente no quieres hacer para poder hacer lo que realmente quieres hacer”. Así se explica. Esfuerzo. Sacrificio. Obediencia a una idea. Si quieres llegar a veces te tienes que obligar a caminar y eso se consigue con un convencimiento firme en que el sacrificio que impone la disciplina a veces es imprescindible ya que es el ingrediente más importante del éxito. No hay éxito sin disciplina: la suerte es el resultado visible del esfuerzo invisible. No hace falta sólo talento para obtener los logros, también se necesita firmeza y perseverancia. Casi nada es fácil. Abraham Lincoln dijo que “disciplina es saber escoger entre lo que quieres ahora y lo que más quieres”. Tan claro y tan cierto como eso, porque si quieres alcanzar tus sueños has de recordar que el hecho de que haya o no disciplina marcará la diferencia entre ellos y la realidad. Se convierte en una aliada indispensable porque nos ayuda a crear. La disciplina es dura a veces, pero más dura es la decepción de lo no logrado por la falta de ella. Una mente disciplinada que conoce con claridad lo que quiere allanará el camino hacia los logros deseados. No basta con querer, hay que hacerlo. Cuando hay un deseo fervoroso, cuando alguien realmente quiere algo, en el interior se mueven fuerzas con ese objetivo. La forma de aprovecharlas es la atención consciente y continuada a ellas, y eso se logra con una voluntad que se empeña en conseguirlo; esa voluntad sólo se mantiene constante –lo que es imprescindible- con la colaboración del orden en la conducta que proviene la disciplina. Jesse Owens, atleta ganador de 4 medallas de oro en los Juegos Olímpicos y poseedor en su tiempo de 3 récords mundiales, hablando del logro de sus éxitos dijo: “Todos tenemos sueños. Pero para convertir los sueños en realidad, se necesita una gran cantidad de determinación, dedicación, autodisciplina y esfuerzo”. Los éxitos no los regalan. Después de la lectura de todo lo anterior se supone que ya hay que tener afianzado el convencimiento de la importancia que tiene, de lo imprescindible que es, de la necesidad de ponerla a colaborar con nosotros. Escribir los artículos que escribo me sirve para enterarme de lo que pienso y de lo que siento y para darme cuente. Concretamente este lo he escrito para mí porque necesito disciplina. A partir de ahora, SÍ voy a llevar bien este asunto. ¿Y tú? Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  11. EL VERDADERO SENTIDO DE LA PACIENCIA En mi opinión, el diccionario se queda corto explicando lo que es la paciencia cuando dice de ella que es la “capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse”, o “la capacidad para hacer cosas pesadas o minuciosas”, o que es “saber esperar cuando algo se desea mucho”. Es todo eso, no hay duda. Así la entendemos todos. Pero hay algo más. Hay otra visión más profunda, tal vez más espiritual y más relacionada con la visión trascendental de las cosas de la vida y que es útil para las personas que están en un Proceso de Autoconocimiento y/o de Desarrollo Personal. “La paciencia es adaptarse al ritmo de las cosas”. Todas las cosas requieren SU tiempo y todas las cosas tienen SU momento, y pretender adelantar ese momento, forzándolo al sacarlo de su ritmo natural, es perjudicial. No siempre hemos de pretender que las cosas se adecúen a nuestro ritmo y hemos de ser respetuosos y aplicarnos la calma. Se ha convertido en tendencia que todo tiene que ir rápido, que los resultados han de ser inmediatos. Y se ha perdido el placer de ver discurrir las cosas vistas desde la serenidad. Hemos perdido ese aguante comedido que se necesita para dejar que las cosas lleven su propio ritmo, que dispongan del tiempo que requieran sin entrometernos en sus asuntos. Hay que esperar que la fruta madure en el árbol, para que esté en su punto óptimo, y no recogerla cuando aún está verde. Paciencia es también la habilidad de tolerar aquellas situaciones que no son favorables, las que nos perjudican, las que son inevitables. Se requiere tener un muy buen control de las emociones y los sentimientos, que se pueden desbocar fácilmente ante la contradicción de no poder conseguir las cosas en el momento que se desean. Hace falta llevarse bien consigo mismo para serenarse cuando llega la impaciencia, tener buenas palabras y tacto para calmarse. “La paciencia es el camino a la sabiduría”, dicen los orientales. En el budismo zen los hombres sabios tienen la cualidad de ser pacientes y de estar a salvo de las urgencias. Es así. Conviene desarrollar todo lo posible la paciencia porque nos va a ayudar a tener una vida más cómoda y más feliz. Nos aporta mil beneficios: tolerancia, perseverancia, entereza, ecuanimidad, condescendencia, humildad, apacibilidad o paz, templanza, moderación, equilibrio, actitud, carácter, sabiduría, armonía, autocontrol, prudencia, mejora la salud mental, ayuda a alcanzar los objetivos, se pueden tomar mejores decisiones, etc. Y lo que nos aporta su ausencia es poco agradable: nerviosismo, ira, angustia, ansiedad, tensión, estrés, desesperación, intransigencia, el agobio de la prisa, etc. O sea, nada interesante ni beneficioso. De todo lo anterior se deduce que es muy conveniente su presencia en nuestra vida y es algo que realmente merece que le prestemos atención y que nos propongamos desarrollarla más, orientando nuestra vida hacia ella y dándole protagonismo. Algunas cosas te pueden ayudar a obtenerla y mantenerla: meditación, yoga, silencio, relajaciones, mindfulness, consciencia del aquí y ahora, o bien nuevos modos de vida basados en la lentitud: slow life, slow food… Ahora, tal vez te interese, parar un rato, hacer uso de la paciencia que tengas, y dedicarle tiempo a este asunto tan importante. Se le puede garantizar un cambio importante a quien emprenda este camino. No esperes cambios de un día para otro, necesitarás… paciencia. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  12. ¡CUÁNTAS COSAS PASAN EN UNA VIDA! En mi opinión, si me hubieran contado lo que iba a ser mi vida cuando tenía 10 o 15 años me hubiese resultado muy difícil de creer, incluso de imaginar. Me hubiese parecido imposible. A uno le traen al mundo sin darle muchas explicaciones posteriores y le dejan que lo enfrente como pueda y que afronte la vida como le venga y sin suficientes conocimientos para hacerlo… y que aguante todos los avatares que le van a ocurrir, y todas las situaciones y conflictos que va a tener que resolver, y todos los sentimientos en los que va a naufragar, y todas las relaciones que tendrá, viviendo siempre como con una pierna fuera de su vida, sin saber en muchas ocasiones lo que le viene y sin conocer de dónde o por qué, y todo esto va a llevar a tomar decisiones –o a omitirlas- que van a ir configurando una vida. Vida que podría ser absolutamente distinta en función de tomar una decisión u otra. Todo sería distinto si uno hubiese crecido con otra familia, en otra ciudad, escogiera otros estudios o trabajo, se casara con uno o con otro, etc. Son estas decisiones las que van llevando la vida en una u otra dirección. En muchas ocasiones, de la decisión más aparentemente inocente surge un nuevo camino totalmente distinto del que se transitaba hasta entonces. Y cambia todo. Un día cualquiera uno hace un resumen de lo que ha sido su vida hasta ese momento y de la visión de esos recuerdos puede proponerse una pregunta: “¿cómo he llegado hasta aquí?” o puede hacer que uno piense “¡en cuántos sitios he estado!”, “¡con cuánta gente he tratado!”, “¡cuántos sentimientos tan dispares he tenido!”… cada uno, en función de lo que es y ha sido su vida hasta ese momento, obtendrá una conclusión distinta en el balance pero con algo en común: la sorpresa por el resultado, que se dará en todos los casos. Uno se asombra de cuántas cosas se acumulan en una vida, de tanto por lo que ha pasado; se suma a esto la aparición de cosas lejanas, algunas de las que se usan a menudo, y otras que estaban guardadas muy bien, casi olvidadas. Y asombra ver todo junto. Uno se ve en el recuerdo más antiguo que tenga, que puede ser real o estar en una foto, y se pregunta y se responde sin palabras al ver a aquel infante y ver a este otro -que es el mismo pero con más edad-, que aparece cada vez que se mira en el espejo. Uno se queda un segundo en la reflexión, porque no da tiempo a más, está esperando que aparezca el resto de la vida que también desea su trocito de protagonismo en ese repaso; sólo cabe –a veces- una idea: “¿qué he hecho con mi vida?” y si no lo impide un llanto, desgarrador o tenue, uno seguirá adelante porque da miedo quedarse un rato a reconocer los errores, el tiempo perdido, las cosas que no se hicieron porque el miedo se entrometió, las oportunidades perdidas, los silencios que tenían que haber sido diálogos, y entonces aparece un suceso de cuando sólo tenía 10 o 12 o 14 años, y ahí puede que todo se alargue porque aparezcan situaciones de esas duras que han marcado el resto de la vida, y uno siente una mezcla de sensaciones indefinidas, porque es un cóctel que contiene de todo: lágrimas de felicidad con penas de arrepentimiento con sonrisas que nacen espontáneamente al recordar a alguien con otras lágrimas que queman como si fuesen ácido. Después se presentan los 20, los 30, los 40… y en todos ellos tu presencia es imprescindible, en todos estuviste, siempre haciendo algo, siempre rellenando tu vida hasta hoy. Muchas cosas en tu vida. Si te lo hubieran contado tal vez no lo hubieses creído. Estos paseos por el pasado, a veces involuntarios, conviene hacerlos desde la serenidad y no mientras uno se hunde en el dolor, porque en el primer caso hay permiso para que se asome todo y en el segundo caso solamente aparecerá lo más funesto. A lo pasado hay que mirarlo desde una serena comprensión, sin auto-agresividad, desde una atalaya de serenidad desde la que uno ve lo que ha sido su vida hasta ahora y toma conciencia de que no lo puede cambiar como hecho histórico, porque es inamovible e innegable, pero, si es amable, si es comprensivo, se entenderá a sí mismo en la inexperiencia de antes y se dirá con sus propias palabras “¡Ánimo! ahora estás preparado para hacerlo mejor”. Y esto es lo conveniente. A todos nos queda aún un tiempo por delante en el que hacer las cosas mejor, remediar las cosas del pasado que sean posibles, responsabilizarse concienzudamente para sacar la mejor versión personal, tomar decisiones -y llevarlas a cabo-, y revisar esas partes del carácter o de la personalidad que a uno no le satisfacen. Uno no está condenado a repetir su pasado, así que puede mejorar o cambiar y acercarse mucho más a quien realmente le gustaría ser y de ese modo lograr que el próximo balance sea más positivo, que el Auto-concepto vaya mejorando, que la Autoestima suba unos cuantos puntos, que el Amor Propio viva su mejor momento, y que la felicidad se quede al lado más a menudo y durante más tiempo. Como siempre… tú decides. Este es el mejor momento para hacerlo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  13. EL SENTIMIENTO DE CULPA EN LOS NIÑOS NO AMADOS En mi opinión, los niños que vivieron una infancia en que la carencia de amor y atención fue notable, en la que no se vieron atendidos emocionalmente, sintieron que eran nada y que no importaban a nadie, la tristeza fue su más fiel compañera, o los que lloraron sin ser consolados…arrastrarán una pena atormentada y un trauma importante que afectará a su Autoestima directamente y a su vida en general. Los niños en cuya infancia sintieron la frialdad sentimental de una madre que no les atendía, o un “padre ausente” –y hay que recordar que aunque estuviese físicamente, si no se le sintió como un padre porque no ejerció como tal, fue un “padre ausente”-, o no tuvieron refuerzos que afianzasen un buen Auto-concepto… andarán desorientados por su vida, sin una base firme sobre la que asentar su persona y su personalidad, inseguros, desubicados, propensos al desconcierto personal… y con un fondo de tristeza notable. Es muy curioso, pero en la mayoría de esos niños –que hoy son adultos- se mantiene arraigado un sentimiento de inferioridad y de falta de Autoestima porque se conserva con fuerza esa sensación de no ser importantes para sus padres y su entorno; en el interior anidan –aunque no sean conscientes de ello- pensamientos relacionados con la idea de que no tienen un lugar en el mundo por derecho y se lo tienen que ganar continuamente demostrando que son buenos, que son válidos… que es importante que hayan nacido y estén aquí. También se mantiene pujante un sentimiento de culpabilidad -del que no siempre son conscientes- cuyo origen está en la sensación de que su presencia no hizo felices a sus padres y que fueron una molestia o un problema, y también, en otros casos, se debe a que están afectados por un sentimiento de culpabilidad que les han inculcado. Los padres de un hijo no deseado son propensos a culpabilizarle de sus desgracias actuales, por el hecho de haber nacido, cuando resulta que es responsabilidad de ellos que esté en el mundo y no del hijo, pero es un modo de tener un culpable ajeno y no cargar con la culpa. Si alguien ha sentido algunas de las cosas citadas anteriormente que averigüe si fue concebido con ganas… o fue un “accidente”. Bastantes de estos niños de infancias sin amor ni atención tendrán firmemente arraigado el Auto-concepto de que son malos. En su mentalidad infantil, que en aquel momento no tenía la capacidad de raciocinio de un adulto, dedujeron que si ni sus propios padres les querían sería porque eran “malos”. Suelen ser personas sin Amor Propio, porque no se les ha inculcado y fomentado en su infancia. Y con miedos. Estas personas tenderán a mantener relaciones de dependencia -sobre todo las niñas- con muchas posibilidades de que también sean tóxicas, porque ya en su infancia supieron lo que es estar solas y sin amor y no querrán volver a pasar por esa dolorosa experiencia, así que se agarrarán con desesperación a quien les dé unas migajas de amor, o simplemente les presten un poco de atención, y aún cuando dejen de darles algo y ser cariñosos seguirán enganchadas a esa relación. Todo esto se hace consciente en ciertas ocasiones –la mayoría del tiempo afecta desde lo inconsciente- y uno reconoce entonces que su situación actual procede de aquella infancia sin amor, pero no sabe cómo hacer para eliminar esa sensación, ese penar que arrastra. Comprender el origen y el por qué es un gran paso que es necesario para hacer las modificaciones necesarias. El mejor modo de resolver esto es con la colaboración de un psicólogo. No hay que conformarse con sentirse desgraciado y triste, sino que hay que buscar las soluciones que le permitan a uno salir de ese victimismo sobre el que se mueve. Uno no es culpable de haber crecido con una familia que no le supo amar y darle una buena educación. Es necesario escapar de esa rueda de auto-reproches inmerecidos, de ese seguir viviendo sin amor, de la culpa, del victimismo, del dolor… cada persona tiene derecho a ser feliz –a pesar de sus circunstancias pasadas y presentes- y tiene la responsabilidad de hacerse cargo de su vida y eliminar de ella lo que no le gusta y poner lo que sí le agrada. No estoy a favor de la rendición, ni de la resignación o el conformismo. No vale quedarse en la aceptación sumisa de sentirse con mala suerte y desgraciado y callarse. Todos tenemos derecho a la mejor vida posible y así hay que hacerla. Así tienes que hacerla. Una terapia con un profesional de la mente –preferiblemente- o entrar un Proceso de Desarrollo Personal a partir de introspecciones y Autoconocimiento son formas de dejar de seguir padeciendo una infancia triste que no se quedó en el pasado y se mantiene inconscientemente viva y perjudicando. Si este es tu caso, este es tu momento. Empieza ya. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  14. CÓMO EVITAR CAER EN LAS TENTACIONES En mi opinión, las tentaciones, que son esos deseos que nos hacen alterarnos y nos llevan a buscar como sea el modo de satisfacerlos, que nos manipulan convirtiéndose en el foco central de nuestra atención, que desconciertan nuestra conciencia y nos hacen revisar nuestros principios éticos y morales… se han de satisfacer o evitar en función de varios factores y del valor personal que le dé cada uno a cada una de ellos. “Lo mejor para evitar las tentaciones es caer en ellas”, se dice. Parece que la frase tiene algo de razón… siempre y cuando el hecho de caer en esa tentación no traiga posteriormente unas consecuencias que sean graves, o cuyo sufrimiento posterior –por haber caído- sea muy superior al placer que ha aportado. Si la tentación es comerse un dulce, no es lo mismo para alguien que no tiene problemas de sobrepeso que para quien está esforzándose mucho por adelgazar. En este último caso, se puede llegar a razonar de un modo reflexivo aplicando toda la lógica –y el Amor Propio- para convencerse de que los pocos segundos que dura el placer de comerse el dulce requieren después dos horas de duro ejercicio para eliminar las calorías aportadas. A poco que uno piense llegará a la conclusión de que es mejor evitar el dulce. También sirve pensar de un modo similar a este para otras cosas, cuando los pocos segundos que dura el placer se verán enturbiados y descompensados con los efectos posteriores. Si uno se ha propuesto no comer dulces y lo hace, después del placer llegará el auto-reproche, el ataque directo a la autoestima -que se verá afectada porque uno se enfadará consigo mismo por no haber respetado la evitación-, duras descalificaciones, el sentimiento de inutilidad y de frustración, los reproches por la poca voluntad y por no respetar las propias decisiones, etc. Es lo que tienen las tentaciones… que son efímeras, que hay un momento de “clímax” pero en cuanto éste desaparece en muchas ocasiones deja tristeza y una pesarosa insatisfacción. La elección básica ante ellos es sencilla: SÍ o NO. Si uno tiene claro que va a caer en ellas sin cargo de conciencia, que le apetecen, que lo puede hacer sin que le cause problemas, pues… adelante. Si la respuesta es NO, entonces ha de estar preparado para pelear contra ellas y tener preparados argumentos y actuaciones para aplicar sin sentirse arrastrado ni envuelto en un conflicto emocional. Si la respuesta se puede interpretar como “no debo, pero sí quiero” entonces hay un problema serio y de difícil solución. Es muy probable que uno comience con el convencimiento firme de su decisión de ese momento y que unos minutos/horas después sienta y decida todo lo contrario. Asistirá expectante a una serie de diálogos interiores en un conciliábulo donde habrá posturas a favor -que él mismo apoyará-, pero también habrá argumentos que justifiquen la decisión contraria y entonces uno sentirá que también está a favor del “sí quiero, aunque no debo”. El placer es efímero, pero dependiendo de qué asunto se trate el arrepentimiento puede durar toda una vida. En el caso de las tentaciones, exceptunado que uno sea muy firme en su convencimiento y en eso sea irreductible, es muy posible que, decida lo que se decida, vencerla o no, uno se arrepienta después. No sabemos si dentro de unos días o muchos años uno acabará llegando a la conclusión de que tenía que haber hecho lo que no hizo, o que no tenía que haber hecho lo que sí hizo. El pensamiento reflexivo y la lógica, ayudan a no caer. Tener las ideas claras y la conciencia en paz está muy bien. Sentirse a gusto y satisfecho con uno mismo es impagable. En los casos más simples de tentación, y si es posible, es mejor no tener a mano las cosas que son objeto de la tentación. En los asuntos de tentaciones graves, es mejor tener la sensatez a mano y la cordura muy despierta. Como sugerencias, pueden serte útiles: - Sí puedes controlar tus actos. Te será más difícil controlar tus deseos, pero mientras controles tus actos puedes permitir que sigan los deseos. - Diferencia claramente entre necesitar, querer y desear. - Las tentaciones están relacionadas con las fantasías. Cuidado con éstas. - Ten un plan para evitar las tentaciones y estate preparado para saber reaccionar y actuar correctamente cuando aparezcan. - Sé responsable de ti mismo. - Recuerda: querer es poder. - Evita poder acceder fácilmente a las tentaciones. - Ocúpate en otra cosa cuando aparezcan. Réstales poder. - Date un premio por vencer una tentación. Ahora que sabes un poco más de ellas… empieza a preparar cómo va a ser tu relación con ellas. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo.
  15. LO QUE APRENDÍ VIENDO LA LISTA DE SCHINDLERvideo de 7 minutoshttps://www.youtube.com/watch?v=ttw-aOX_cBkLO QUE APRENDÍ VIENDO LA LISTA EN SCHINDLERTe recomiendo ver los últimos 5 minutos de la película:https://www.youtube.com/watch?v=ttw-a...En mi opinión, la atención consciente al Mejoramiento Personal permite descubrir grandes lecciones incluso donde menos se esperan: en una conversación banal, en La mirada de un animal, en una canción… y hasta en un silencio.Reconozco –con enorme satisfacción- que uno de los momentos claves en mi vida, de esos que marcan un antes y un después, se produjo mientras veía la película La lista de Schindler, de Steven Spielberg.#psicologia #autoestima #autoconocimiento #autoayuda #Autoestima #Dios #espiritualidad #felicidad #Vivir #crecimientopersonal #buscandome #franciscodesales #amor #perfección #mejorar
  16. EJERCICIO DE AUTOCONOCIMIENTO FRENTE A UN ESPEJO En mi opinión, tenemos al alcance de nuestras posibilidades un eficaz y económico método de trabajo personal que podemos hacer sin salir de casa y sin necesidad de elaborados preparativos. Se necesita un espejo. Inicialmente puede servir el del baño para verse sólo la cara; posteriormente, habrá que hacerlo frente a un espejo en el que uno se pueda ver todo el cuerpo entero. Para mí es uno de los trabajos más duros que existen para el Desarrollo Personal. Aparentemente es muy fácil: sólo hay que mirarse de frente durante 5 minutos –como mínimo- y mantener el contacto visual en todo momento. Es muy habitual que se produzca un rechazo a querer seguir manteniendo esa situación. Va a resultar difícil mantener la mirada sin que aparezcan una retahíla de reproches, un repaso cruel a algunas de las cosas que no nos gustan de nosotros, recuerdos ingratos que no se van a poder quedar quietos en el olvido y aparecerán como para molestarnos, dolor y tristeza, y un deseo enorme de apartar la mirada o de que se pasen pronto los 5 minutos para poder salir huyendo del ejercicio. Los sentimientos pueden ser muy variados, según sea cada persona, según sea su pasado, y según sea la relación que mantiene consigo mismo. Pueden ser sentimientos similares a inquietud, incomodidad, vergüenza, crítica, e incluso desprecio. El ejercicio consiste en desvelar todo lo que se presente en ese momento –y en los siguientes días, ya que habrá que repetirlo- y escucharlo-sentirlo sólo desde la observación -simplemente observar- sin añadir comentarios o juicios. El espejo lo único que va a hacer es poner tu realidad frente a ti a través de tu propia mirada –“los ojos son el espejo del alma”, recuerda-, mirada que no ves habitualmente y que no siempre te atreves a afrontar y enfrentar; si estás atento a comprender esa mirada podrás ver en ella los sentimientos que necesitarías cambiar o corregir si quieres tener una vida más feliz y con más plenitud. Así que una vez que realices el ejercicio, será bueno que escribas inmediatamente cómo te sientes, qué pensamientos han aparecido con más intensidad, cuáles han sido los auto-reproches más duros y más insistentes, qué es lo que más te ha dolido, etc. Ante el espejo aparece la más sincera realidad: no podemos eludirnos. Nos quedamos en la tan temida soledad de estar con nosotros mismos y no poder distraernos con otras cosas; nos quedamos a merced de la realidad. Ahí es donde vamos a poder demostrar si somos compasivos con nosotros, si somos crueles, si somos incapaces de perdonarnos y seguimos arrastrando el pesado lastre de algunos errores, si somos crueles e injustos verdugos y cómo nos tratamos. Antes de comenzar el ejercicio conviene estar preparado para atravesar todos los estados y sentimientos desagradables que puedan aparecer, y estar preparado para no quedarse estancado en ninguno de esos estados y sentimientos para resurgir una vez que hayan pasado los 5 minutos –como mínimo-. La finalidad del ejercicio no es el sufrimiento innecesario, sino una toma de conciencia innegable con lo que tenemos dentro pendiente de sanar… para sanarlo. No hay que sentirse abatido por lo que surja, sea lo que sea. Hay que entender que eso que va a aparecer ya estaba, incluso aunque no fuésemos conscientes de ello. El ejercicio nos va a servir para sacarlo a la luz, para poder cosificarlo y poder afrontarlo y solucionarlo, de modo que las siguientes veces que nos miremos en el espejo éste nos devuelva una imagen de nosotros cada vez más serena y sonriente. Cuando aparezcan sentimientos hay que permitirse manifestarlos. Es muy posible que hayan estado reprimidos y necesiten expresarse. Además, ser consciente de cómo nos afectan nos puede servir para trasmutar la rabia que producen esos sentimientos de disconformidad en energía para cambiarlos. Es recomendable comprender y aceptar todo lo ingrato que vaya apareciendo para luego poder perdonarse y no aprovechar el momento para seguir con los reproches y la rabia y el malestar que uno pueda sentir hacia sí mismo. Estará muy bien hablarle a ese que vemos en el espejo, con un tono de voz medio –no sólo pensar- y siempre con afirmaciones positivas: “estoy aprendiendo a amarme”, “estoy dispuesto a cuidarme”, “yo creo en mí”, “voy a solucionar todo esto”, “confío en mí”, “me amo”; pueden ser de este estilo o ser creadas por uno mismo, pero tienen que ser absolutamente creíbles y creídas por uno mismo, primero, y en el inconsciente, después, o no tendrán utilidad. El auto-engaño es inútil y absurdo. Si no puedes decir aún “yo me amo” puedes comenzar con “estoy aprendiendo a amarme”. Insiste. Es muy posible –como ya te he avisado- que durante los primeros segundos/minutos se te quiten las ganas de seguir mirándote y que no quieras volver a repetir la experiencia. Es igual: hazlo. Repite una y otra vez. Insiste en este trabajo hasta que el espejo te devuelva la imagen de una persona a la que seas capaz de aceptar y amar con una sonrisa que te emocione ver. Recomiendo la visión de estos 5 minutos de la película Angel-A. https://www.youtube.com/watch?v=pBDrLCtSR6g Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  17. NO DEJES PARA MAÑANA… En mi opinión, eso de dejar las cosas para otro momento casi nunca es una buena idea. Los asuntos que se presentan en nuestra vida, aunque no sean de nuestro agrado, hay que resolverlos. Mafalda le dijo a Miguelito en una ocasión: “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Miguelito lo pensó durante un rato. Le parecía razonable lo que le había dicho. Después de pensarlo respondió: “tienes toda la razón. Mañana empiezo”. Hasta ahora decíamos que no hay que aplazar innecesariamente lo que hay que hacer. Ahora se dice que no hay que PROCRASTINAR, que es una palabra de difícil pronunciación que significa exactamente lo mismo: “diferir o aplazar”. A lo largo de mi vida he vivido muchas situaciones en las que tenía que resolver un problema y no me apetecía afrontarlo, o bien tenía que tomar una decisión y la aplazaba continuamente, o tenía que hablar con una persona de un asunto desagradable y retrasaba uno y otro día esa conversación pendiente e indeseada. Si te has fijado, habrás comprobado que he repetido varias veces “tenía”, y es que generalmente son cosas que “tenemos” que hacer por obligación… y no son apetecibles. Lo que nos gusta, o nos resulta fácil, no lo aplazamos. No nos gustan las situaciones ingratas, no nos gustan los problemas, no nos gusta lo desagradable. Pero no queda más remedio que afrontar todo eso y resolverlo. Personalmente, ahora, cuando “tengo” que resolver algo procuro tener muy claro lo que voy a hacer, busco el mejor modo y lo hago. He aprendido que es mejor pasar un rato malo, ingrato, pero con la confianza de que ese rato se va a terminar y a partir de entonces podré quitarme de la cabeza –o del sufrimiento- ese asunto. Si tengo que decir “no”, me convenzo de que va a ser una conversación de sólo unos minutos, pero que callar ese “no” me puede acarrear horas o días de incomodidad. PREFIERO PASAR UN PEQUEÑO MAL MOMENTO QUE UN GRAN MAL MOMENTO. Lo que tengo que hacer, tengo que hacerlo. Así que… ¿para qué alargar más la agonía? mejor afrontarlo y terminar con ello. Detrás de los aplazamientos se esconde algo, así que hay que preguntarse… ¿de qué estoy intentando huir?, Leí una frase que me gustó: “Cuando tienes que escalar una montaña no creas que esperando se hará más pequeña”. Es rotunda. Y si la razón o la excusa que uno esgrime es “no estoy preparado”, pues… a prepararse y no quedarse indolente esperando que la preparación aparezca en uno milagrosamente. Me remito a la pregunta del párrafo anterior. A fin de cuentas, no hay que olvidar que lo importante es lo que haces y no lo que dices que vas a hacer. Después no será mejor, será igual. ¿A qué le tengo miedo? esta es otra buena pregunta para quien tiene la costumbre de aplazar los asuntos. Y conviene responderla. Aún hay otra buena pregunta, que surge de la anterior: ¿quién tiene miedo? Tal vez no eres tú quien teme y es un niño que aún llevas dentro, o es tu falta de confianza en ti, o tu pequeña Autoestima, o que te preocupa que si te “equivocas” de nuevo tendrás que pasar por ese tortuoso proceso de los auto-reproches. Es muy bueno saber quién es el que boicotea y saber desde dónde, por qué y para qué. Si quieres realizar tus sueños, si quieres alcanzar tus metas, es imprescindible tu colaboración. El secreto es, simplemente, comenzar. No te dejes para después. O corres el grave riesgo de que te llegue un día, tras muchos aplazamientos, en el que será demasiado tarde y ya no podrás hacer lo que querías hacer. Este es un asunto demasiado importante que se merece una gran atención. No lo aplaces. No lo dejes para mañana. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  18. SE NOS VA LA VIDA SIN PENSAR EN LA VIDAvideo de 11 minutoshttps://www.youtube.com/watch?v=uXmh4srk0cIEn mi opinión, las personas, generalmente, no empezamos a ser conscientes de la vida y de lo que es vivir hasta que ya hemos consumido más de la mitad de esa vida.Hasta entonces, en la mayoría de los casos nos limitamos a atender los placeres inmediatos y los “problemas” que nos proporciona esto que es vivir; vivimos de un modo semiautomático repitiendo lo que aprendimos en los primeros años y añadiendo algunas cosas nuevas que nos parecen interesantes, porque no dejamos que llegue el momento trascendental en el que nos planteemos la opción de aflojar el paso, o parar, y revisar lo que estamos haciendo hasta ahora y por qué.Llega cierto momento en la vida que es como si por primera vez se nos planteara la posibilidad de vivir de otro modo distinto, más consciente, y de hacer las cosas de la manera que nos apetezca.
  19. EL VERDADERO PERDÓN En mi opinión, la frase “EL VERDADERO PERDÓN ES CUANDO PUEDES DECIR: GRACIAS POR ESTA EXPERIENCIA”, cuando se puede pronunciar con las palabras firmes con las que habla el corazón, es el momento en que uno ha comprendido la realidad y el motivo de la experiencia que le llevó hasta ese “tener que perdonar”. Hasta que se pueda pronunciar con soltura y convencimiento, sin resentimiento, lo sucedido sólo se verá como un incidente desagradable en que uno no comprendió lo que pasó y el ego se sintió herido y reaccionó con un dolor rabioso por las molestias causadas y sin ser capaz de ver más allá de lo aparente. Ya nos ha quedado claro a lo largo de la vida que tenemos que pasar –y parece que es inevitable- por algunas situaciones que provocan los otros –o el destino o el karma- que no son de nuestro agrado, pero que las tienen que provocar porque nosotros, por voluntad propia –somos cómodos y eludimos todo lo desagradable- no las pasaríamos. Sabemos, por observaciones anteriores, que ciertas experiencias dolorosas –cuando ya se ha comprobado el resultado posterior y el sentido del suceso- aparecen ante nuestros ojos como imprescindibles y útiles para nuestro aprendizaje o evolución aunque eso no lo supiésemos apreciar cuando sucedió. Sabemos, cuando superamos el rechazo que nos provocan, que podemos decir algo similar a “todo lo que sucedió era para mi bien aunque no supe comprenderlo en el momento”. Cuando suceden, estamos tan desconcertados y ofuscados que nuestra mente es incapaz de ver una razón justificable o un resultado positivo, ni siquiera a largo plazo. Quien provoca esa situación que nos resulta doliente, desagradable, tal vez sea un ángel que está colaborando en nuestro Proceso de Desarrollo Integral, o para que ocurran las Vivencias por las que tiene que atravesar nuestra alma en su proceso de evolución a través del conocimiento y aprendizaje. En cualquier caso, y tenga o no tenga una explicación, cuando uno es capaz de sentirlo con agradecimiento, integrándolo con gratitud, sonriendo por la comprensión a pesar de lo sucedido, es el momento en que realmente saca el aprovechamiento por la experiencia vivida, y es el momento en que puede “perdonar” al causante desde un corazón satisfecho. Perdonar es liberarse de una sensación incómoda de despecho hacia alguien. Sin duda es más liberador para quien perdona que para el perdonado, porque es una forma de quitarse de encima un pesar que mantiene vivo el ego –en la mayoría de las ocasiones- aún en contra de la voluntad del Ser, que siempre es magnánimo y le gusta vivir con el alma y el corazón y la mente en paz y no alterados por una causa pendiente de resolver como es el perdón a quienes aparenta que nos han ofendido. Conviene dedicar mucha atención a que el ego, o el orgullo, o la vanidad, o la soberbia, persistan en mantenerse –y mantenernos- en una actitud de ofensa que en realidad y objetivamente no ha sido tal. La comprensión de que “el ofensor” también es Humano y quizás no ha sabido actuar del modo que a nosotros nos interesa o nos parece correcto, o que es una persona que no está equilibrada y por eso no sabe obrar bien, nos ayudará a ver con más objetividad lo que ha sucedido. Tal vez quien necesita ser perdonado sea uno mismo por haber caído en la absurdez de haberse creído superior al otro y haberse recreado en la arrogancia de sentirse ofendido. Revisa tus asuntos pendientes de ser “perdonados” y comprueba si puedes aplicar lo que dice la frase: “EL VERDADERO PERDÓN ES CUANDO PUEDES DECIR: GRACIAS POR ESTA EXPERIENCIA”. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  20. UN PASEO POR UN CEMENTERIO ES MUY INTERESANTE En mi opinión, una experiencia que nos puede poner las cosas muy en su sitio es… un paseo lento, silencioso, y muy atento a las reflexiones, por un cementerio. Preferiblemente a primera hora, cuando todavía no hay gente. Y es preferible hacer una visita expresamente para ello y no aprovechar un día en que haya que acudir a un entierro. Si se hace en un día gris o lluvioso, los descubrimientos van a ser más pesarosos, más tristes y casi deprimentes; si se hace en un día de sol, o muy claro, el hecho de estar entre muertos y sentirse vivo es más impactante y positivo. ¿Para qué sirve? Es mejor no escribir aquí qué es lo que puede pasar o qué es lo que hay que sentir, porque eso condicionaría y haría estar más pendiente de la fenomenología que de la experiencia vivencial, que ha de ser –como todas las experiencias- personal e intransferible. Lo que sí va a suceder en cualquier caso es que uno acabará repitiendo el mismo pensamiento que tienen todos aquellos que visitan un cementerio: que todos los que yacen allí un día estuvieron vivos. No es un descubrimiento impactante, es de parvulitos, pero si uno se deja ir más allá de lo que el primer pensamiento sugiere –que es uno rápido y anodino, para no complicarse mucho-, puede permitirse tomar conciencia de una observación privilegiada, que ahora sí toma visos de ser importante, porque el pensamiento puede derivar hacia la evidencia de que estuvieron, pero ellos ya no están, y uno sí está. De momento. Esta certidumbre, sentida con toda la intensidad en el lugar exacto donde se debe sentir, aprovechando el momento exacto en que está abierta la puerta que lleva al Conocimiento, puede conseguir que uno se dé cuenta, de un modo ya innegable y con una rotundidad que no requiera más explicaciones, que su vida, la vida propia, la única vida de la que se dispone, se va a acabar. (Los más perspicaces, aprovecharán para darse cuenta al mismo tiempo de que hasta que llegue ese momento irán envejeciendo, cada segundo un poco más, y que el porvenir –tanto en el aspecto físico como mental- cada vez es menos halagüeño) Los que ahora yacen, algún día estuvieron vivos. Todos tuvieron padres y algunos de ellos tuvieron hijos. Alguien les acompañó el día que se trasladaron ahí, y alguien les lloró por compromiso o con auténtico dolor. Alguien aún les añora y algunos repiten que no pueden vivir sin él o sin ella. Pero siguen vivos. Me provoca una sonrisa -que disimulo bastante bien- cuando leo algo que se pone en los nichos: “PROPIEDAD DE…” y está añadido el nombre de una persona que ya no está. Le sobrevivió su “propiedad”. Él ya no está pero su “propiedad”, sí. ¿Propiedad? Ya no tienes nada, le digo. Como nunca tuviste nada. Sólo había un papel que indicaba un derecho exclusivo a un uso TEMPORAL. ¿Tener? No tenemos nada. Tenemos nada, mejor dicho. “¡Cuánto penar para morirse uno!”, escribió Miguel Hernández. Cuánto penar a lo largo de la vida para llegar hasta el momento en que los afortunados se dan cuenta de la nimiedad de las cosas, de lo efímero de lo agradable y de lo desagradable, de la ridiculez de algunos de nuestros sufrimientos más dramáticos, de la trivialidad de las cosas que en alguna ocasión nos han deslumbrado y después hemos comprobado que eran oropel y bisutería, de las tonterías que hemos convertido en un mundo de drama, de la puerilidad de algunas de nuestras decisiones más “maduras”, de cómo aquel enfado por algo intranscendente nos arruinó una tarde o una vida, de cómo no supimos ver la grandeza en lo calificado como pequeño, y cómo no sentimos lo infinito en más ocasiones. “La muerte es lo único seguro de la vida”, se dice con razón. También es el auténtico final de cada camino, y la meta hacia la que marchamos sin darnos cuenta, dando un paso imparable cada segundo. Ahí yacen reyes y plebeyos, mujeres ilustres y agricultores, los que eran venerados cuando estaban vivos y los que no pudieron comprar la eternidad con toda su fortuna. Ahí estaremos todos. O en cenizas espolvoreadas al viento, que es lo mismo, o sea, que no estaremos ni en un sitio ni en otro. Y no es momento de referirse aquí a reencarnaciones, a otros estados etéreos, o al alma. Se trata de que hoy que lees esto eres uno de esos que se denominan vivos –sólo porque tu corazón late- aunque en realidad estar vivo sea estar constante y conscientemente atento a la vida. Ahora, en este mismo momento, es tu oportunidad de vivir. La inaplazable e irrepetible oportunidad de vivir este instante, esta situación, esta vida. Ahora o nunca. No mañana, o cuando me jubile, ni el fin de semana, o en vacaciones… Ahora o nunca. Este instante, ahora o nunca. Este día, ahora o nunca. Tu vida, ahora o nunca. Pero eso, como muchas otras cosas, sólo depende de ti, de tu voluntad, del amor que sientas por ti, de que tengas afinada la consciencia, y de que te atrevas. Como siempre, tú decides. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  21. RECONCÍLIATE CONTIGOvideo de 9 minutoshttps://www.youtube.com/watch?v=ynh-igmebq0En mi opinión, durante la infancia y la primera juventud, a medida que vamos creciendo y nos van “educando” nos vamos disgregando, y lo que hasta entonces era una unidad se fragmenta en múltiples partes que es conveniente –en realidad, es necesario- reunificar.Esto se ha verificado que es así, pero no te creas nada de lo que oigas a partir de ahora, salvo que lo puedas comprobar por ti mismo, o salvo que resuene en tu interior; es decir, que “algo” dentro de ti lo apruebe y esté de acuerdo con ello aunque no sepa razonar el por qué.
  22. QUIERO VOLVER A EMPEZAR MI VIDA DESDE EL PRINCIPIO En mi opinión, este pensamiento que ha venido a mi consciencia, supongo que después de dar mil vueltas por el inconsciente y de haberse aliado con todos los arrepentimientos que asilo en mi corazón, es el mismo pensamiento que habrá aparecido –con estas u otras palabras- por la mente de casi todas las personas. Los arrepentimientos se instalan en cada persona desde temprana edad, porque hay motivos para arrepentirse de muchísimas cosas que no se tenían que haber hecho o se podrían haber hecho de otro modo mucho mejor. Así que uno va amontonando pequeños, medianos, y grandes arrepentimientos que se manifiestan de vez en cuando hasta que, llegados a cierta edad –no siempre la misma edad para todos-, comienzan a hacerse asiduos en el pensamiento, casi obsesivos, instaurando lo que se denomina como el Tiempo de los Arrepentimientos, que coincide –!maldita tardanza, mejor si hubiese sido mucho antes¡- con el tiempo en que ya no se puede realizar lo que no se realizó, decir lo que no se dijo, y NO hacer algo de lo que Sí se hizo. Quiero volver a empezar mi vida desde el principio, decimos -aunque le añadimos la coletilla de “pero sabiendo lo que sé ahora”-, porque hay TANTAS cosas que ya NO podré hacer con esta edad y estas circunstancias… y son cosas que sí podría haber hecho y disfrutado si hubiese estado más atento, si hubiese tenido más interés y consciencia, si hubiese creído con más firmeza eso de que la vida se acaba y que no son sólo los otros los que se hacen mayores y mueren. Y, claro, es inevitable, cuando se llega a cierta edad uno observa con otra mirada a los jóvenes, y les envidia –en silencio y con un cierto dolor- porque a ellos les quedan muchos años por vivir, mientras que a uno le quedan bastantes menos o pocos. Se produce un movimiento filosófico que ni uno mismo es capaz de seguir. Uno, sin terminar de terminar de concretar las ideas ni los pensamientos ni las frases, se da cuenta de todo lo que llena su Mundo de los Arrepentimientos, y prefiere no seguir indagando y huir porque sabe que darse cuenta muy conscientemente infringe un dolor ineludible que está cargado de verdad y de razón. Uno llora con o sin lágrimas, se muerde los labios, se golpea con palabras, vuelve a llorar y mira desde sus ojos acuosos todo lo que ha perdido, oye sus propios reproches que suenan a puñetazos, y no sabe qué hacer con esa frustración inconsolable. La buena noticia es que estamos a tiempo de no estropear este y los próximos presentes, los que algún día será el pasado, y que podemos aplicar ahora la atención y consciencia que no pusimos antes, que podemos VIVIR en vez de dejar pasar de un modo mediocre esta irrepetible oportunidad, que estamos a tiempo de cumplir algunos de los propósitos que se han quedado sólo en eso, de rescatar una parte de lo perdido, de quitarle el polvo a algunos sueños. Estamos a tiempo de hacer algún milagro. Y todo eso para no tener más motivos de Arrepentimiento, para disfrutar un resto de vida más placentero, para encontrar un poco de paz con el que vivir los siguientes años. Esto se convierte ya en algo inaplazable. Ni siquiera se puede dejar para mañana porque hoy se convertiría en otro día de los de actuales y no en un día de los nuevos. Hay una tarea previa: perdonarnos por el pasado, porque fue otro menos atento quien lo vivió y porque los hechos históricos –como toda nuestra vida anterior- no se pueden cambiar, y porque esta vida es única y no tiene la opción de volver a empezar desde cero. Eso sí, podemos volver a empezar desde hoy. Como generosa penitencia, y con la lección aprendida, nos comprometeremos a pasar el tiempo que nos quede de otro modo más satisfactorio, más del gusto de nuestro corazón, con más cosas de las que sentirse orgulloso y menos –o ninguna- de las indeseadas. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  23. DEJAR MORIR A LOS MUERTOS En mi opinión, no estamos preparados para relacionarnos bien con todo lo que tiene que ver con el fallecimiento de un ser querido. Nadie nos prepara para eso. Es un tema tabú al que, en general, no nos enfrentamos nada más que cuando sucede -que ya es tarde- y tenemos que salir del apuro urgentemente y como se pueda. Observo que cuando sale el tema de la muerte en una conversación muchas personas lo rehúyen, cambian de conversación de inmediato, dicen que les pone mal hablar de ese asunto y piensan, equivocadamente, que no hablando de ello es como si no existiera o como si no fuese a ocurrir nunca. Y no es cierto. Esa mala relación con algo tan natural y seguro como la muerte produce efectos graves en algunas personas. Y no sólo graves desde un punto de vista emocional y psicológico, sino también un daño grave al fallecido. Ya todos sabemos que cualquier muerte requiere la realización de todo un proceso llamado duelo. Es más que conveniente hacerlo, es imprescindible, así que a quien no lo tenga claro le recomiendo que busque información y que haga el duelo; y que lo haga bien. Desde un punto de vista psicológico y emocional, el fallecimiento de un ser querido es una experiencia que puede ser muy traumática. Y por eso conviene conocer y estar preparado para cómo actuar cuando llegue el momento. Si aceptamos algo tan innegable como que la muerte es inevitable, y lo aceptamos de verdad, y lo integramos, eso debería facilitarnos el proceso de despedida de quien ya no está vivo. La muerte se supera, aunque se necesite tiempo, pero es difícil olvidar a la persona que ya no está. Además, es que no es necesario olvidarla. Eso sí, conviene tener cuidado con ese recuerdo, que sería conveniente que se limitara a la añoranza y a una sonrisa porque aparece todo el cariño que se le tuvo y lo que se recibió de su parte. Lo peligroso comienza cuando uno siente que sin quien falta la vida carece de sentido, o se siente profundamente apenado y dolido, tanto como para no poder seguir la propia vida con normalidad. Conviene no escandalizarse por esto que voy a escribir, y reflexionar un poco antes de rechazarlo por su dureza: el que ha muerto es el otro. Ya no está. Y nada de lo que uno pudiera hacer a partir de ahora cambiaría esa realidad. La vida sigue y tiene que seguir. A pesar del dolor, de la ausencia, de que esté en contra de nuestros deseos. Es seguro que cambiarán algunas cosas a partir de su ausencia, que otras cosas ya no serán igual, pero hay que seguir adelante. No tiene nada de positivo estancarse en el dolor: hay que vivir. Los sentimientos son insobornables y no se les puede hacer cambiar con razonamientos, pero sí que puede uno reflexionar desde el corazón y hacer que colaboren del mejor modo posible. Hay otra razón totalmente distinta para que dejemos morir –dentro de nosotros también- a los muertos. Desde un punto de vista espiritual, cuando una persona fallece su alma emprende el camino hacia el sitio donde se preparará para la próxima encarnación. Esto, por supuesto, no es demostrable. Quien crea en ello lo sentirá así sin dudarlo y quien sea escéptico no se convencerá hoy por leerlo. De todos modos, esto que escribo es solamente una opinión. Cuando una persona fallece, su alma se queda “rondando” cerca de la vida durante un tiempo porque aún se siente atada de algún modo al sitio y a las circunstancias donde ha estado tanto tiempo; es como si quisiera dejar cancelados completamente todos sus asuntos pendientes para poder partir con tranquilidad. Si hay una persona que le llora, que dice que no entiende que ya no esté a su lado, que grita de dolor por su ausencia, y si a su vez tiene buenos sentimientos hacia quien le añora… no podrá hacer con naturalidad su tránsito, sino que se quedará cerca de ese ser desesperado que dice que le necesita. Así que con ese ser recordado continuamente desde el dolor, y al no obtener la libertad para poder marchar, se quedará estancado en su camino o su evolución, sin poder desapegarse de esta encarnación y sin poder iniciar la siguiente. A los seres fallecidos hay que recordarles con una sonrisa y no con una mueca de dolor y desesperación. Ese apego por nuestra parte hacia ellos no les beneficia. No ama más quien más llora. El mayor acto de amor que podemos hacer por ellos es recordarles amablemente, tener a mano todos los buenos recuerdos que nos crearon, agradecerles a Dios y a ellos la oportunidad de haber podido compartir con ellos un tiempo de nuestra vida, sentirnos satisfechos y gratificados por lo que recibimos, pero… dejarles morir, dejarles partir para continuar con su ciclo. Sería conveniente una especie de oración-conversación de despedida, donde se les agradezca su compañía, se les haga ver que fueron buenos en su tarea –como madres o como hijos o como esposas- y que lo hicieron bien; decirles –si es verdad- que se pueden sentir satisfechos de su labor en el mundo, y hacerles saber cuánto amor dejaron a su paso. Todo ello con una sonrisa en la boca o con un llanto de felicidad en los ojos. Es bueno -para ambos- dejarles morir. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  24. HAZTE MUCHAS PREGUNTAS En mi opinión, la persona se conoce mejor cuando se atreve a responder esas preguntas incómodas, duras o dolorosas, que uno trata de eludir cuando se presentan porque sabe que tras ellas, y antes de las ansiadas respuestas, van a aparecer algunos reproches, tal vez arrepentimientos, posiblemente penas, y una retahíla de sentimientos desagradables que no van a gustar. Todos guardamos preguntas sin responder. A veces se nos presentan de improviso y tratamos de despacharlas con un “no lo sé” que de algún modo nos consuela porque nos auto-engañamos haciéndonos creer que lo hemos intentado, que hemos indagado y buscado, pero no hemos encontrado la respuesta. Mentira. Ese auto-engaño es perjudicial. Se supone que estamos en esta vida para aprender. Se supone que el proceso de auto-conocimiento es la mejor herramienta para incrementar y afianzar la relación con nosotros, porque nos es útil para descubrir lo que aún no conocemos o aquello que hacemos pero nos gustaría que fuese de otro modo y para ello se requiere un cambio o una modificación. Eludir las preguntas que surgen de nuestro interior con fuerza y con exigencia de una respuesta veraz es maligno. No se ha de evitar ningún tipo de preguntas, ni siquiera las que aparentan ser más leves o menos importantes, porque si han surgido es porque algo dentro de nosotros tiene necesidad de una aclaración y no atenderlas es otro auto-engaño. Elimina el miedo a no encontrar respuestas. En mi caso, he comprobado que cuando me hago alguna de esas preguntas trascendentes, o cuando busco alguna solución a un problema, no adelanto mucho si me obsesiono con encontrar la respuesta inmediatamente, porque descubro que me quedo enganchado a una respuesta -cualquiera que me vaya más o menos bien- y no soy capaz de dejarla a un lado y seguir a la búsqueda de otra y por otro camino. Algo dentro de mí me sugiere que me conforme con esa respuesta al mismo tiempo que otro algo deja clara su disconformidad y me empuja a seguir buscando la buena. Dejo que la pregunta recorra mi interior al ritmo que considere, o que se tumbe en la parte más mullida de la mente y espere a que sea el momento del encuentro con la respuesta. No trato de urgir una contestación a mi duda, salvo que sea un asunto que requiera una solución inmediata. Respeto una norma en la que creo firmemente: no busco soluciones ni tomo decisiones cuando estoy eufórico o cuando estoy pesimista. Cualquiera de los dos estados anula la objetividad que es necesaria y lo tiñen todo del color con que uno vea las cosas en ese momento y la realidad no es tan maravillosa como la ve el eufórico ni tan deprimente como la ve el pesimista. A veces las preguntas necesitan un tiempo para aposentarse o para ser asumidas, comprendidas realmente, o modificadas para que expresen correctamente lo que uno quiere conocer, o para encontrar a quien esté capacitado y le corresponda responder. A veces le hacemos al corazón preguntas que le corresponden a la mente, o viceversa. En ocasiones la respuesta nos viene de fuera en forma de una conversación casual, de una frase en un libro o de un anuncio en la televisión. Y hay respuestas que no estamos preparados para comprender, reconocer, asumir, aceptar… así que hay que esperar pacientemente el día que ellas consideren que es el momento adecuado para manifestarse; es por eso que a veces nos aparece de golpe una respuesta firme a una pregunta que todavía no era más que un esbozo… y, para quien está atento a su vida –si tiene el Yo Observador activado- hasta es posible que aparezca la respuesta antes que la pregunta. Como cada persona y cada mente son distintas, la recomendación es hacerse todas las preguntas que uno se imagine, sobre todas las dudas que uno tenga, de todo aquello que le gustaría conocer, y que les dé preponderancia –en el modo que mejor le vaya- porque la mejor forma de saber es preguntar. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  25. ¿Y QUÉ IMPORTA LO QUE DIGAN LOS DEMÁS?video de 9 minutos:https://www.youtube.com/watch?v=WyahWk3GbgcEn mi opinión, le damos una excesiva importancia al concepto, a la idea, a la imagen que los demás tengan de nosotros, y nos importa demasiado que no digan sólo cosas halagadoras o positivas y que, en cambio, sí hablen de las cosas en las que no quedamos muy bien.Eso de darles tanto poder a los otros es contraproducente. Es un error. Dejar en sus manos, o sea en su buena o en su mala voluntad, el hecho de que podamos estar bien y a gusto con nosotros, o mal y hundidos, es un error.#psicologia #autoestima #autoconocimiento #autoayuda #Autoestima #Dios #espiritualidad #felicidad #Vivir #crecimientopersonal #buscandome #franciscodesales #amor #perfección #mejorar
×
×
  • Create New...