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buscandome

Warianos
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  1. CÓMO CONVIVIR BIEN CONTIGO MISMO En mi opinión, y sobre todo quienes estamos en un Proceso de Desarrollo Personal, somos exigentes en demasía y hasta un poco intransigentes con nosotros mismos. Nos exigimos una perfección que no tenemos, a la cual –de momento- no podemos hacer otra cosa más que aspirar a ella. No hemos llegado a alcanzarla, y tal vez –y realmente esto no es motivo para desesperarse- no lleguemos nunca. Todos tenemos un hándicap, inevitable, que si bien no es paralizante, sí es un obstáculo bastante dificultoso. Además, no nos podemos deshacer de él jamás y nos acompañará el resto de la vida… El obstáculo es…¡Que somos humanos! Y esto, que no es un asunto que dependa de nosotros sino que es una condición de nacimiento, hará que a lo largo de la vida seamos severos con nosotros mismos -en demasiadas ocasiones-, seamos jueces implacables -y muy a menudo injustos-, y que nos acompañará una insatisfacción hasta el día glorioso en que nos demos cuenta de que es una ingrata compañera cuya compañía nos perjudica seriamente. Esto sucederá a medida que vayamos aceptando con comprensiva resignación todas las cosas que nos suceden -y lo inevitable que son algunas de ellas-, que sepamos cómo en unas ocasiones tenemos que hacer y cómo en otras es mejor no hacer, que comprendamos sin dolor ni trauma que todo no va a salir siempre a nuestro gusto, que algunas experiencias dolientes son imprescindibles para nuestro Desarrollo Personal, y a medida que vayamos teniendo tolerancia a la frustración, que admitamos que en la vida no siempre se llega a entender todo lo que en ella nos pasa… en fin, que no hagamos de la vida una lucha constante pero tampoco una rendición continua. Ir descubriendo es ir evolucionando, aunque –y esto es complicado de explicar así que hay que sentirlo sin definiciones- el Crecimiento es hacia adentro y hacia lo profundo, y no hacia afuera. No se tratará nunca de ser más, sino de ser menos. Nunca grandilocuencia y pavoneo, sino simplificación. La sencillez es lo más grande. SER SENCILLOS HA DE SER NUESTRA MÁXIMA ASPIRACIÓN Y ES LA MAYOR GRANDEZA QUE SE PUEDE LLEGAR A ALCANZAR. Y mientras alcances ese estado… ¿Convives bien contigo mismo? ¿Te aceptas del todo? ¿Te perdonas fácilmente? ¿Admites tus limitaciones? ¿Te amas a pesar de todo? O… por el contrario… ¿Te tienes la guerra declarada? ¿Te culpabilizas constantemente? ¿Evitas tu mirada en los espejos? ¿Te reprochas y echas en cara aún cosas del pasado? ¿Piensas en ti con pensamientos negativos? Si hay tres o más respuestas afirmativas en la primera tanda de preguntas… ¡Felicidades!, ¡Enhorabuena!, ¡Tú sí que sabes! En mi opinión, tu actitud es la adecuada. Y quien no entienda esto, que sepa que es con amor como se van resolviendo las cosas, que las malas caras y las zancadillas no hacen más que agraviar la relación y convertir la convivencia en un maridaje agrio, indeseable, porque quien no se ama no es capaz de encontrar razones por las que trabajar por sí mismo en su mejoramiento. Si hay tres o más respuestas afirmativas en la segunda tanda de preguntas… pues lo siento por ti. Te lo tienes que estar pasando muy mal. Y una advertencia: no le eches la culpa a los otros, ni al destino, ni a otra cosa. Asume que tu actitud es boicoteadora más que colaborativa. Abre los ojos y aclara tu forma de mirar las cosas, levántate ese castigo que te has impuesto de estar enfurruñado contigo y con el mundo, libérate de tu autocastigo y ayúdate a escapar de esa actitud negativa en la que te puedes estar enquistando. Te tienes a ti. ESTA FRASE TAN APARENTEMENTE LEVE, QUE PARECE HECHA DE DULCE Y FLORES, DE UN ESOTERISMO EMPALAGOSO, ES LA VERDAD MÁS AFORTUNADA. TE TIENES A TI, AFORTUNADAMENTE. DISFRUTA DE TI. Porque eres tú quien ha estado a tu lado en los años que llevas vividos. Con mayor o menor fortuna, en los buenos y en los malos momentos, a pesar de lo que te haya tocado vivir; eres tú mismo quien no se ha separado de ti ni un instante. Esto tan obvio, pero tan auténtico, ya es un buen motivo para una reconciliación contigo. Y en los años que te quedan por delante, sólo tú vas a estar contigo en cada instante. Te conviene llevarte bien contigo mismo. Te interesa estar de tu lado. Porque hay algo aún más obvio –que por ser tan obvio a veces no se ve- y es que tú eres quien va a gozar o padecer la relación contigo mismo. Si estás a favor de ti, conseguirás muchas cosas buenas que en el caso contrario jamás llegarás a lograr. Si peleas a tu lado para lograr optimizar tu relación, mano a mano, codo con codo, estarás haciendo lo adecuado. Por otra parte… ¿Qué ganas con llevarte mal contigo mismo?, ¿Eres masoquista?, ¿Eres tan tonto que no te das cuenta del daño que te haces? Si no convives bien contigo mismo, siente esto que vas a leer. No pensarlo, sí sentirlo. Siéntelo. Amor… amar… amarte… ¿Te parece imposible? ¿Te parece inmerecido? ¿No sabes amarte? Pero… por lo menos… ¿Te gustaría ser capaz de amarte? Amarte del todo. Incondicionalmente. ¿Crees que podrías iniciar una reconciliación? ¿Podrías abandonar esa negatividad innecesaria? Sé adulto, sé maduro, sé una persona íntegra y reconoce que una mala relación contigo mismo es una pérdida de tiempo y de energía, y un obstáculo para alcanzar con éxito el sentido de tu vida: Vivir. Y vivir en paz y en armonía contigo mismo. ¿Y cómo convivir bien contigo? Pues con amor, paciencia, comprensión, aceptación, una vez más amor, compañerismo, buena voluntad, otra vez amor, buen juicio, discernimiento, justicia, más amor, abrazos, cuidados, mimos, cariño, caricias, ternura… y amor. A pesar de tu pasado, de todo lo que tengas para reprocharte o arrepentirte, amor. Y si eres de los que convives bien contigo, por lo menos durante la mayor parte del tiempo, ya tienes bastante avanzado en el Camino. Sólo te falta arreglar pequeños detalles, echarle un poco más de comprensión y aceptación a la vida y a la auto-convivencia… y a disfrutar de lo que te quede por vivir. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  2. ¿QUÉ VA A QUEDAR DE TI CUANDO MUERAS? En mi opinión, no somos del todo conscientes de las cosas que vamos haciendo a lo largo de la vida que, de algún modo, pueden dejar un recuerdo de nuestro paso por la vida de los otros. Es evidente que algún día faltaremos, y que algún día alguien pensará en nosotros –en su relación con nosotros-, y es de suponer que también habrá alguien que nos recordará. ¿Cómo nos recordará? Eso es importante. O es algo a lo que hay que darle importancia. Será nuestro legado al mundo, la aportación que haremos al conjunto denominado Humanidad. Nuestra huella será invisible en la distancia, cuando hayan fallecido los que nos pueden recordar, pero si con algún acto nuestro hemos conseguido transmitir algo a los que vengan después seremos socios creadores de esto que es la Vida. Si con algo que hagamos o mostremos conseguimos que alguien aprenda algo que luego trasmitirá, o hacemos que una sonrisa aflore en sus labios, o despertamos una amable nostalgia cuando ya no estemos, habremos colaborado en el mejoramiento de su vida. Sin duda. Todos vamos cambiando con las experiencias que vamos viviendo, y nuestra amabilidad, nuestro cariño, la atención, la vitalidad o el entusiasmo que podamos mostrar a los otros pueden ser parte del aprendizaje que ellos trasmitan a sus descendientes. Parece pretencioso, o exagerado, pero yo no lo creo así. Si somos conscientes de que de algún modo hemos ido cambiando en los últimos años, podemos comprobar que la interacción con los demás tiene algo que ver con ello. Que aprendemos de los otros o con los otros. Que son los ajenos quienes con su ejemplo, o su enseñanza -directa o subliminal- intervienen también en nuestra evolución. ¿Y qué vas a dejar de ti cuando te mueras? ¿Qué podrán decir de ti que sea bueno? ¿Se les iluminarán los ojos y lo rubricarán con una sonrisa cuando tu nombre o tu evocación se hagan presentes? No te vas a llevar nada pero sí vas a dejar algo, y es mejor que por lo menos sea un buen recuerdo, que las personas sientan una hermosa emoción, que disfruten la alegría de haberte conocido y haber compartido una parte de tu vida mientras estuviste aquí. Es bueno ser conscientes de esto y hacer algo por legar cualquiera de esas cosas agradables que a todos nos satisfacen. Y nos puede servir como ejemplo cualquiera de los seres queridos que ya no están y que al rememorarlos nos dejan, además de la tristeza por su ausencia, un gusto agradable, una expresión amable, o un reguero de amor. ¿Cómo te gustaría que te recordasen tus seres queridos? ¿Y estás haciendo algo para que sea así? La atención a uno mismo es imprescindible, la atención a los sueños y deseos, pero también lo es la atención a lo que legamos por las consecuencias de nuestros actos, a lo que creamos en los otros con nuestra dedicación o con la desatención. ¿Cuidas a tus seres queridos?, ¿eres amable con los desconocidos?, ¿tienes siempre el mejor comportamiento posible?, ¿prestas atención a aportar felicidad a los otros?, ¿demuestras interés y consideración cuando estás con alguien?, ¿cómo será lo que dejes? Si crees que este es un asunto interesante, revísalo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  3. NO CONFUNDAS TU OPINIÓN CON LA VERDAD En mi opinión, una de las cualidades que más necesitamos desarrollar los Seres Humanos es la humildad. Si lo hiciésemos, y lo hiciésemos bien, desaparecería esa presunción y esa pretenciosidad que usamos a veces de creer que nuestras opiniones son la única verdad, la verdad absoluta. Una de las cosas que he aprendido a lo largo de mis muchos años es que puede llegar a haber tantas verdades como personas. Verdades relativas, por supuesto. Lo que para cada uno es SU verdad, que no coincide siempre con la verdad cierta y real, sino que se queda en una suposición de verdad. En muchas ocasiones porque esa “verdad” es la que le interesa a uno, y en otras ocasiones porque uno está muy aferrado a sus creencias y no quiere soltarlas ya que eso le crearía una sensación de desarraigo, de pérdida y descontrol. Otros defienden “su verdad” por simple obstinación, porque no son capaces de ver más allá o, lo que es peor, porque no están predispuestos a abrir los ojos, a abrirse a nuevas posibilidades, a aceptar que las cosas pueden ser de un modo distinto a como uno las ha visto o vivido siempre. El miedo al cambio es un miedo aterrador para algunas personas, y ese miedo se convierte en su principal obstáculo en el Desarrollo Personal. Hay que darse permiso para valorar otras “verdades”, para escuchar sin el filtro de los prejuicios, entendiendo que no todas las personas tienen nuestro mismo punto de vista, nuestra misma educación y experiencias, nuestros mismos traumas y la misma información o desinformación. Te garantizo que una de las cosas que más satisfacciones aporta se produce cuando uno llega a cierto punto de madurez –por los años o por el esfuerzo en madurar- y empieza a desdramatizar las cosas, la vida, los sucesos, lo que antes se esforzaba en calificar y clasificar como “malo”, y empieza a ver las cosas desde la calma que provoca la experiencia de la vida, cuando ya has podido comprobar por propia experiencia que los dramas no son buenos compañeros de vida, que el enojo es un estado autoagresivo, y que lo que parecía una tragedia en otro momento de la vida no es más que una anécdota. De ese modo, llegas a la conclusión de que no hace falta esforzarse en persuadir a los otros de que LA VERDAD está en tu posesión, de que tú sí estás en lo cierto, de que ellos han de cambiar para ser como tú, porque… ellos no son tú y eso hay que respetarlo. El otro tiene su verdad, pues que siga con ella. Ya he llegado a comprender que el resto del mundo no va a ser como yo quiero que sea, que cada uno tiene que vivir sus propias experiencias, y que en algunas ocasiones ayudarles a evitarlas lo único que hace es apartarles de SU camino, del camino que tienen que recorrer en su aprendizaje. Algunas cosas sólo se aprenden experimentándolas. La misma teoría no sirve para todos, y es necesario caerse para aprender a levantarse. Tu “verdad”, tan aparentemente irrefutable, puede que no sea nada más que una opinión, y hasta es posible que esté equivocada, que sea solamente una suposición sin fundamento, una tontería. Y también es posible que sea una “verdad” solamente temporal, y que las experiencias que vayas viviendo te harán comprender más adelante que las ideas no tienen permanencia y van cambiando en función de cómo va cambiando uno. Si eres honrado y revisas tu pasado y lo comparas con el presente, verás que hay cosas en las que has ido cambiando y es posible que lo hayas hecho de un modo tan natural que ni tú mismo te hayas dado cuenta. Conviene revisar esas cosas o “verdades” en las que eres irreductible. Si soportan un examen exhaustivo e insobornable, sincero y objetivo, sigue manteniéndolas. Si ves que tambalean, que no es firme la defensa que hagan de sí mismas… duda. Y sigue investigando hasta que puedas confirmar o invalidar sus creencias. No está nada mal “dudar” de las propias verdades –sobre todo cuando tienen pinta de radicales-, y revisarlas por si necesitan una actualización. Quien está en un Proceso de Desarrollo Personal no descansa nunca, y sabe que las dudas que le lleven a una revisión de sí mismo siempre son de agradecer. Revísate. Y ten cuidado y no confundas tu opinión con LA VERDAD. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  4. LOS QUE TE ROBAN LA VIDA En mi opinión, nuestro bien más preciado –porque no se puede comprar más y no se puede recuperar- es la vida. Por costumbre, la llamamos también “tiempo”, y hacerlo así es perjudicial ya que el tiempo lo entendemos como algo distinto, como algo que no estuviese relacionado directamente con la vida, sino con el reloj. Hay ladrones de vida a los que les consentimos que lo hagan. Es más, incluso colaboramos con ellos para que lo hagan. Y lo hacen con tanta impunidad que nos parece “normal” y reincidimos sin darnos cuenta. La vida –ya lo he escrito muchas veces- es IRREPETIBLE e IRRECUPERABLE. Y mientras uno no sea capaz de integrar esto en su mente y su persona, mientras no integre con consciencia la dolorosa verdad que esto conlleva, seguirá derrochándola, malgastándola, perdiéndola. Hay ciertos actos y ciertas actitudes que pueden estar perjudicándonos con el robo imparable de vida que nos aportan. APRENDER A DECIR NO. O a decir SÍ cuando es SÍ lo que se quiere decir. Mandar en la propia vida y no consentir que sean otros quienes se encarguen de obligarnos a hacer lo que no queremos o lo que nos es perjudicial. Gobernar. Dirigir. Disponer. Usar la asertividad. EVITAR DISTRACCIONES que nos aparten de vivir. Los pasatiempos, los matarratos, la apatía, las obligaciones que no son obligatorias, los compromisos indeseados, las responsabilidades de otros que nos traspasan… hay muchas cosas que nos roban la vida. EL CONTROL DEL TELÉFONO, del correo-e, del whatsapp, de internet, o de las redes sociales, es importante. Sobre todo en el caso de que tras varias horas en cualquiera de esas distracciones nos quede la sensación triste de que “hemos perdido el tiempo”. No hemos perdido el tiempo, hemos perdido una parte de nuestra IRREPETIBLE e IRRECUPERABLE vida. EL DESORDEN es un pequeño enemigo pero no hay que menospreciarlo. El orden nos puede evitar perder mucha vida buscando lo que no encontramos porque no sabemos dónde está. Además de que el orden externo se contagia al orden interno, lo mismo que pasa con el desorden. EXIGIR PUNTUALIDAD. Y, por supuesto, ser puntual. Nadie tiene derecho a llegar injustificadamente tarde a una cita haciéndonos perder o malgastar una parte de nuestra vida en esa espera innecesaria. ODIAR, NO PERDONAR, SUFRIR INNECESARIAMENTE… este tipo de cosas hacen que una parte de nuestra vida sea un bucle en el que derrochamos vida y más vida dándole vueltas al mismo asunto y sin avanzar, regodeándonos en el sufrimiento, martirizándonos y amargándonos la vida. Hay que empezar a ser más comprensivos y valorar la vida que perdemos no siéndolo. LAS PERSONAS TÓXICAS, AMARGADAS, NEGATIVAS, PESIMISTAS, QUEJUMBROSAS, PROBLEMÁTICAS... no aportan nada positivo y nos contagian su malestar, su acidez, su negrura, y nos dejan sin alma, agotados, contaminados, pesimistas. Conviene deshacerse de ellas y de su influencia, y dedicar ese tiempo a ser feliz. LAS TAREAS INNECESARIAS, lo que no aporta placer o alegría, todo aquello que es autodestructivo… nos hace perder la vida y no nos aportan nada satisfactorio a cambio. O sea que salimos perdiendo con ello. LOS PENSAMIENTOS RUMIANTES, REPETITIVOS, NEGATIVOS. LOS ENFADOS DE NUESTRO EGO HERIDO. La vida es para ser vivida y no para perderla. La vida es un tesoro personal, y conviene que no sean los otros quienes tienen la llave, quienes pueden gastarla, quienes nos obligan a hacer cosas que no nos apetece hacer o que nos son contraproducentes. En muchas ocasiones, decir NO a los otros es decir SÍ a uno mismo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  5. LOS QUE TE ROBAN LA VIDA En mi opinión, nuestro bien más preciado –porque no se puede comprar más y no se puede recuperar- es la vida. Por costumbre, la llamamos también “tiempo”, y hacerlo así es perjudicial ya que el tiempo lo entendemos como algo distinto, como algo que no estuviese relacionado directamente con la vida, sino con el reloj. Hay ladrones de vida a los que les consentimos que lo hagan. Es más, incluso colaboramos con ellos para que lo hagan. Y lo hacen con tanta impunidad que nos parece “normal” y reincidimos sin darnos cuenta. La vida –ya lo he escrito muchas veces- es IRREPETIBLE e IRRECUPERABLE. Y mientras uno no sea capaz de integrar esto en su mente y su persona, mientras no integre con consciencia la dolorosa verdad que esto conlleva, seguirá derrochándola, malgastándola, perdiéndola. Hay ciertos actos y ciertas actitudes que pueden estar perjudicándonos con el robo imparable de vida que nos aportan. APRENDER A DECIR NO. O a decir SÍ cuando es SÍ lo que se quiere decir. Mandar en la propia vida y no consentir que sean otros quienes se encarguen de obligarnos a hacer lo que no queremos o lo que nos es perjudicial. Gobernar. Dirigir. Disponer. Usar la asertividad. EVITAR DISTRACCIONES que nos aparten de vivir. Los pasatiempos, los matarratos, la apatía, las obligaciones que no son obligatorias, los compromisos indeseados, las responsabilidades de otros que nos traspasan… hay muchas cosas que nos roban la vida. EL CONTROL DEL TELÉFONO, del correo-e, del whatsapp, de internet, o de las redes sociales, es importante. Sobre todo en el caso de que tras varias horas en cualquiera de esas distracciones nos quede la sensación triste de que “hemos perdido el tiempo”. No hemos perdido el tiempo, hemos perdido una parte de nuestra IRREPETIBLE e IRRECUPERABLE vida. EL DESORDEN es un pequeño enemigo pero no hay que menospreciarlo. El orden nos puede evitar perder mucha vida buscando lo que no encontramos porque no sabemos dónde está. Además de que el orden externo se contagia al orden interno, lo mismo que pasa con el desorden. EXIGIR PUNTUALIDAD. Y, por supuesto, ser puntual. Nadie tiene derecho a llegar injustificadamente tarde a una cita haciéndonos perder o malgastar una parte de nuestra vida en esa espera innecesaria. ODIAR, NO PERDONAR, SUFRIR INNECESARIAMENTE… este tipo de cosas hacen que una parte de nuestra vida sea un bucle en el que derrochamos vida y más vida dándole vueltas al mismo asunto y sin avanzar, regodeándonos en el sufrimiento, martirizándonos y amargándonos la vida. Hay que empezar a ser más comprensivos y valorar la vida que perdemos no siéndolo. LAS PERSONAS TÓXICAS, AMARGADAS, NEGATIVAS, PESIMISTAS, QUEJUMBROSAS, PROBLEMÁTICAS... no aportan nada positivo y nos contagian su malestar, su acidez, su negrura, y nos dejan sin alma, agotados, contaminados, pesimistas. Conviene deshacerse de ellas y de su influencia, y dedicar ese tiempo a ser feliz. LAS TAREAS INNECESARIAS, lo que no aporta placer o alegría, todo aquello que es autodestructivo… nos hace perder la vida y no nos aportan nada satisfactorio a cambio. O sea que salimos perdiendo con ello. LOS PENSAMIENTOS RUMIANTES, REPETITIVOS, NEGATIVOS. LOS ENFADOS DE NUESTRO EGO HERIDO. La vida es para ser vivida y no para perderla. La vida es un tesoro personal, y conviene que no sean los otros quienes tienen la llave, quienes pueden gastarla, quienes nos obligan a hacer cosas que no nos apetece hacer o que nos son contraproducentes. En muchas ocasiones, decir NO a los otros es decir SÍ a uno mismo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  6. QUE TU PASADO NO CONDICIONE TU FUTURO En mi opinión, esa “certeza” que arrastramos -porque la hemos copiado de otros- de que el pasado condiciona y define el futuro es solamente cierta en parte y en casos concretos. Lo cierto es que el pasado puede aportarnos sus experiencias y enseñanzas de cara al futuro, pero no nos condena a nada que no aceptemos nosotros voluntariamente como condena. Siempre podemos escapar del pasado. El hecho de que arrastremos cualquier tipo de pasado con cualquier tipo de experiencias, no nos obliga a seguir repitiéndolas ni sufriéndolas; no nos amarra de un modo inevitable a lo que fue. Siempre podemos quitarles el dolor que nos aportan. A estas alturas ya sabemos que las experiencias desagradables de nuestra vida tienen por objeto aportarnos una enseñanza, y que no son tan inútiles si somos capaces de extraer esa enseñanza. Y sabemos también que si no aprendemos a la primera, la experiencia se repetirá, de uno u otro modo, una y otra vez, hasta que aprendamos. No sé si esto está bien o no, pero es así, y es lo que la experiencia propia y las experiencias ajenas me han enseñado. El objetivo del Ser Humano, sea el que sea en cada caso, está hacia adelante y no hacia atrás. Se aprende avanzando y no retrocediendo ni estancándose. Conviene soltar el lastre que nos amarra a la tristeza, a la rendición, al desencanto, y conviene sentirse libre de todas las ataduras y condicionamientos que nos estancan, porque la vida es presente y no pasado. Ni siquiera es futuro. El futuro es el modo en que pretendemos alargar el presente. Si uno se da cuenta de lo destructivo que es lo que le aporta estar enganchado a las malas experiencias del pasado, de lo que le afecta negativamente eso de seguir arrastrando la pena por algo que no fue positivo –o que no se ha descubierto todavía lo positivo que lleva-, dejaría las cosas frustrantes del pasado en su sitio, y se desharía rápida y alegremente de las penas y de la tristeza. ¿Qué tiene de positivo alargar el malestar, el arrepentimiento, el dolor o la frustración? Si no encuentras la respuesta yo te ayudo: NADA. ¿Qué tiene de negativo alargar el malestar, el arrepentimiento, el dolor o la frustración? Si no encuentras la respuesta yo te ayudo: TODO. El pasado hay que dejarlo donde le corresponde estar. No es necesario hurgar en él todos los días para remover la mierda. Es más efectivo dedicar el tiempo de los lamentos a vivir. A estar en el presente. Aquí y ahora. Porque uno vive aquí y ahora, no en el pasado. Porque arrastrar el peso de las “equivocaciones” es volverse a “equivocar”. El perdón –o sea, la comprensión- hemos de tenerlo activado permanentemente. Y hemos de ser generosos con eso de comprender nuestros desaciertos como algo que es posible que suceda. Es lo que tiene esto de Ser Humano, que te da la oportunidad de aprender aunque ese aprendizaje a veces aporte alguna que otra insatisfacción. Es conveniente ponerse a salvo uno mismo y de las autocríticas y los autocastigos. Siempre. En cualquier circunstancia. Es mejor salir indemne de las experiencias, y no permitir que nos marquen a fuego ni que nos anclen en el malestar. En el pasado está el aprendizaje y en el presente ha de estar la aplicación de ese aprendizaje. Y si lo que aprendimos es a desdramatizar nuestros hechos, aprendimos bien. Y si lo que aprendimos es a estancarnos y ser machaconamente repetitivos en eso de castigarnos sin perdón, pues hemos aprendido mal. Sólo existe el presente, así que no nos obstinemos en mantener el pasado vivo y poniéndolo en el lugar del presente. De la bondad y comprensión que nos aportemos en este presente dependerá la calidad y claridad de eso que llamamos futuro. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  7. ¿Y QUIÉN SOY YO PARA JUZGAR? En mi opinión, esa costumbre de juzgar a los demás es una licencia que se toma nuestro ego, porque tiene la necesidad de destacar por encima de los demás (así es él…) y cuando juzga a alguien, siempre busca quedar por encima de ese alguien. Creemos que es el otro –siempre- el que se equivoca, el que hace las cosas mal, y con ello el ego propio se regodea en el placer de creerse superior al otro, más listo, más perfecto. Es el ego el que enjuicia. En cambio, para la PERSONA que somos el prójimo es otra persona. Igual que uno mismo, con los mismos caos, idénticas dudas y similares miedos; con la misma incertidumbre anta la vida y sus propuestas. Es correcto opinar, porque se tiene derecho a ello, y porque al opinar lo que se hace es manifestar un pensamiento, pero no debería llevar implícito un enjuiciamiento, debería contener solamente la creencia de quien lo emite, la explicación de su punto de vista… y nada más. Si a esa opinión se le añade la intención de hacerla prevalecer por encima de la de los otros, y se pretende forzar como la única cierta y la mejor, y además se pretende imponer el criterio propio por encima o por delante del de los otros, entonces no es adecuado. Entonces se le está juzgando al otro, y a quien actúe de este modo le conviene pararse y reflexionar, observar con atención si tiene derecho a hacer lo que está haciendo y del modo que lo está haciendo, darse cuenta de si hay una falta de respeto o menosprecio hacia el otro, y obrar en consecuencia a partir de lo descubierto en la observación. ¿Por qué el otro tiene que ser o tiene que comportarse según mi criterio? ¿Quién soy yo para imponerle algo, para evaluarle y sentenciar por algo que está emitido desde mí –pensando y valorando desde “yo”- sin respetar la forma de ser del otro, sin tener en cuenta sus circunstancias y su realidad personal? Hay que entender que si uno estuviese en el lugar del que es juzgado, y hubiese pasado por sus mismas circunstancias personales, y tuviese su misma educación y sus creencias, sus mismos miedos y sus dudas, su misma historial personal, y estuviese en su pellejo con todos estos antecedentes y realidades, actuaría exactamente igual que lo está haciendo el otro. Desde el punto de vista en el que no hay una implicación personal y afectiva, porque uno es simplemente un observador, resulta más sencillo acceder a la teoría de lo que es apropiado, pero cuando influyen tantas cosas en el modo de ser y pensar y actuar de cada uno, y cuando están los sentimientos y las emociones por medio, lo habitual es perder la objetividad. Si lo piensas, comprobarás que tú también has estado alguna vez en el lugar de los que son juzgados y habrás encontrado justificaciones o explicaciones para tu forma de actuar. Nadie tiene derecho a juzgar gratuitamente a otro. Cada uno es muy libre –o muy esclavo- para actuar como crea conveniente. O como pueda. En realidad, uno sólo se tiene que dar explicaciones a sí mismo. Están muy bien las sugerencias amables, las opiniones que no llevan implícitas órdenes, las reflexiones que pueden aportar un punto de vista distinto a quien no es capaz de verlo, pero la aportación personal se debe quedar en eso. A partir de ahí la decisión es del otro. Tony de Mello solía decir: “Hace tiempo que presenté la dimisión del cargo de Director General del Universo”. No es mala idea para copiar… Que cada uno sea quien sea y sea como quiere ser. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  8. ¿HAY QUE PREVER O HAY QUE PREOCUPARSE? En mi opinión, el hecho de no tener claro lo que son cada una de las cosas con las que tratamos nos aboca a padecer en muchas ocasiones un sufrimiento innecesario del todo. La preocupación lleva implícita una predisposición negativa o pesimista ante lo que se está tratando, de modo que al estar influidos ya desde antes de afrontar lo que sea que tengamos que afrontar, ya estamos en inferioridad de condiciones y preparados para rendirnos al mínimo embate de la vida. PREVER es prepararse, pero sin el estado de ánimo intranquilo que nos inculca la preocupación, sino desde la objetividad, la serenidad; con la capacidad de ser ecuánime ante aquello que se esté previendo. Esta “frialdad” o “serenidad”, que no es más que integridad y equilibrio, es el elemento necesario para que no nos engañen las inquietudes por lo que pueda venir. PREVER (pre-ver: ver antes de) es conocer de antemano, o intentar conocer en el momento en que la mente está lúcida, sin agobios, y por lo tanto puede encontrar el equilibrio imprescindible para actuar y comportarse del modo adecuado. Se prepara uno para futuras contingencias, pero se prepara tranquilamente y con la mente clara. PREOCUPARSE (pre-ocuparse: ocuparse antes de) es ocuparse anticipadamente de algo, pero sólo nos preocupamos ante aquellas cosas que creemos que nos pueden producir intranquilidad, temor, angustia, nerviosismo… esas emociones que se convierten en estado o modo de ser o de actuar. Al presentir que el asunto sobre el que uno se va a preocupar es inquietante, uno se pone en guardia suponiendo un ataque que tal vez no se llegará a producir nunca… salvo en la mente desquiciada e innecesariamente sufridora de quien se anticipa a lo que puede venir, pero lo hace desde una tensión intranquila ante aquello en lo que uno se siente en inferioridad de condiciones, vencido, asustado, angustiado. A la vista de los datos anteriores, parece que es más interesante saber prever las cosas, ver las posibilidades que se pueden dar ante cierto hecho, y tener una pre-respuesta o una pre-solución pero abiertas a ser cambiadas en el último momento si es preciso. El hecho de tener algo ya preparado –por si se presenta eso que se está previendo- aporta una tranquilidad para utilizar en el momento que suceda, porque uno ya estará preparado y eso da la confianza suficiente como para enfrentarse a lo que sea con seguridad, con tranquilidad, sabiendo que se lleva escondido en la manga un comodín que podrá utilizar cuando sea preciso. La distancia que se pueda poner entre uno y lo que se trata de ver o resolver es importante. Al prever, se consigue no sentirse implicado y afectado –que es lo que puede pasar si se preocupa uno por lo que esté pasando-, o si lo deja para resolverlo en el momento en que esté sucediendo. De todos es sabido que no se deben tomar decisiones en los momentos de euforia -serían erróneas por el exceso de optimismo- ni en los momentos de tensión o de nervios, ni en los de tragedia -porque estarán afectados por el estado de ánimo y no tendrán la luz y ecuanimidad que aporta la reflexión serena y desapegada-. Con la práctica, y el deseo de hacerlo, se llega a conseguir prever en vez de preocuparse. Pruébalo. Aprende a hacerlo. Te puedo asegurar que te alegrarás de este modo de afrontar los asuntos; es mejor si los puedes PREVER en vez de PREOCUPARTE. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  9. ABUSOS SEXUALES A NIÑOS Y NIÑAS En mi opinión, toda la atención que se le dedique a erradicar esta dolorosísima lacra, esta depravación imperdonable, es imprescindible. Ante la mínima sospecha de que un niño/niña se pueda encontrar en una situación de abuso hay que mover cuanto sea necesario para evitarlo; hay que denunciar e implicarse personalmente para evitar que sigan padeciendo ese tormento. Es evidente que una experiencia traumática como esa marca de un modo casi imborrable para toda la vida. Y lo trágico es que los efectos que quedan siempre están caracterizados por un abatimiento que va a marcar, de un modo funesto, a ese niño en su presente y su adultez. Estos niños/niñas, aun en los casos más extremos de padecimiento, tienden a esconderlo y se quedan con ello dentro de sí, aun sin comprender el porqué. Se sienten víctimas pero sin derecho a buscar auxilio. Hay varios motivos por los que se callan. Uno de ellos es que temen que lo sucedido acabe volviéndose contra ellos, que acaben siendo culpabilizados. Otro motivo común es que les da vergüenza hablar de ello. Se sienten tan impuros, tan sucios, que no creen que vayan a tener comprensión. Otras veces reciben amenazas advirtiéndoles de que el caso de que digan algo, tomarán venganza contra ellos mismos o contra algún ser querido. También piensan que nadie les va a creer, o que les acusarán de fantasiosos o de querer perjudicar a quien, realmente, les está haciendo daño a ellos. El temor al rechazo de la gente es otro de los motivos por los que callan; piensan que es mejor que nadie pueda juzgarles por ello, que es mejor no compartir la vergüenza. Pasar esa vivencia traumática les llevará en su juventud y adultez a una soledad que ellos mismos se imponen, bien por eso de que se sienten indignos, o bien porque evitando el contacto con otros evitan que se descubra su secreto. Evitando el contacto con los otros evitan que se pueda volver a repetir… Les crea un estrés postraumático que va a repercutir en casi todos los aspectos de su vida, incluida –por supuesto- la sexualidad que será un motivo de conflicto hasta que supere la herida vivida. Creo que con esto quedan explicados algunos de los inconvenientes y padecimientos que van a acompañar a lo largo de su vida a estos niños/niñas, así que conviene prestarles una atención especial a quienes hayan pasado por ello, y no hay que hacerlo con pena, sino con comprensión, sin juicios. En la mayoría de los casos, con ofrecerles compañía y comprensión sin juicio ya es suficiente, y si en algún momento se explayan y cuentan algo… sólo hay que escuchar y nada de mostrar lástima. Y si eres una persona que has padecido abusos –de cualquier tipo- y aún no has contactado con un psicólogo, hazlo. Te aportará pautas para que vayas saliendo del miedo, para que vayas despejando tu horizonte, adquieras confianza, dejes de estancarte en el lamento, y puedas escapar de tu propio tormento. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  10. APRENDER A DESAPRENDER En mi opinión, creemos estar muy convencidos –o, por lo menos, bastante seguros- de lo que hemos utilizado hasta ahora para andar por la vida, sobre todo porque eso nos transmite una seguridad –relativa, porque no siempre es cierta-, y por eso nos resulta un poco incómodo hacer cambios. Lo que hemos aprendido se lo debemos a nuestros padres y educadores, que nos han instruido, en el mejor de los casos, más con buena voluntad que con conocimiento. Ya hemos podido comprobar que muchas de las cosas que nos enseñaban lo hacían más pensando en ellos –y en sus traumas, ilusiones, ambiciones, o en sus carencias- más que en nosotros. También nos enseñaron nuestros hermanos o compañeros de estudios, la gente de la calle, las experiencias… la vida. Pero tampoco han estado acertados del todo, o tampoco han sido útiles y certeras todas sus enseñanzas. Ahora es tiempo de hacer limpieza, de descartar, de desechar, de deshacerse de lo que no es válido. En casa lo hacemos de vez en cuando con los armarios y los cajones y luego nos queda una agradable sensación. Es bueno comenzar los cambios –y más cuando es uno mismo quien promueve esos cambios- con el ánimo más festivo, con la ilusión más optimista, y con todas las ganas a favor, porque seremos nosotros los primeros y principales beneficiarios de esos cambios. Cualquier cambio que uno se proponga siempre ha de ser para bien o para mejorar, por tanto… ¿Para qué temer ese cambio? ¿Para qué poner obstáculos o para qué los continuos aplazamientos? La vida, por el hecho de habernos dado cuenta de ello, nos ofrece la opción de salirnos de “eso” que no nos gusta y empezar a hacer lo que SÍ nos gusta o lo que SÍ nos parece mejor que lo que tenemos. Hay que ponerse de acuerdo con la Autoestima, si ésta es baja, para que colabore o, por lo menos, que no ponga trabas o zancadillas. Uno siempre tiene derecho y se merece lo que sea mejor. Es bueno desaprender lo que está mal aprendido, borrar todo lo que nos está afectando negativamente, deshacerse de las falsas creencias, borrar, tirar, asolar, liquidar… No terminamos de ser conscientes del daño que nos afligimos con esa persistencia de aferrarnos a lo que nos es conocido aunque sepamos que no nos es beneficioso. Renacer ha de ser una constante. Y renacer mejorados, un poco más purificados tras cada experiencia de cambio en la que nos involucremos. Hay que romper sin miedo lo que perjudica. Hay que deshacerse de lo inútil y agresivo. Hay que purificar una parte de nuestro pasado y filtrar la mayoría de nuestras creencias. Hay que desmontar lo que nos enseñaron mal, lo que nos impusieron sin nuestro permiso. Hay que borrar lo inadecuado, lo que nos frena o perjudica, lo que se vuelve contra nosotros. Hay que descubrir lo que no deseamos, todo, y deshacerse de ello sin miedo y con alegría. Y una vez descubiertos todos los inconvenientes, hay que desaprenderlos y hay que hacerlo a conciencia para que no dejen huella ni efectos, y en su lugar hay que poner lo que la luz de este momento nos dice que es lo adecuado, lo que realmente deseamos, lo que queremos ser. Es una tarea que conviene no aplazar y conviene efectuar a menudo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  11. AMAR ES DEJAR QUE EL CORAZÓN SE EXPRESE En mi opinión, amar no requiere ninguna preparación especial ni ciertos conocimientos previos, sino que es algo intuitivo, algo que forma parte de la esencia intrínseca con la que nacemos todas las personas. Es algo que si se deja fluir tal como es en su naturaleza sabrá expresarse bien, sin necesitar nuestra colaboración, y es algo que sólo deja de actuar con naturalidad y espontaneidad cuando se desvirtúa por una libre decisión personal –a veces porque nos dejamos afectar por ciertas situaciones decepcionantes de la vida-, o también porque las circunstancias personales o el ambiente en el que uno se ha criado no han fomentado la manifestación libre y espontánea del mismo. No necesitamos que nos enseñen a amar, pero sí es importante que no nos repriman la expresión del amor. A veces –quizás demasiadas veces-, los niños reciben una educación carente de manifestaciones de amor, o les imponen una coraza irrompible que les impide desenvolverse con claridad en el maravilloso mundo del amor, y eso hace de esos niños unos adultos que reprimirán los abrazos, desterrarán de su vocabulario las palabras amorosas, esconderán los besos y las caricias, y naufragarán trágicamente en la maravilla que es el amor y todas sus manifestaciones. Amar es dejar que el corazón se exprese. Sin duda, no soy el primero que ha compuesto esta frase, pero la he sentido dentro de mí con fuerza y dolor, como un grito que me martilleaba, como si alguien me hubiese clavado un puñal y después se hubiese regodeado en retorcerlo para que la herida aumentase. Yo me sentí –en el fondo- un niño desamado y conozco las consecuencias. (Y si quieres conocer las consecuencias de eso lo puedes leer aquí: EL NIÑO DESAMADO (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/topic,13756.msg16190.html#msg16190) Y eso ha dificultado mi relación con el mundo de los sentimientos nobles y espontáneos. Las personas que hemos atravesado estas circunstancias tenemos la obligación moral de reconducirnos y llevarnos al origen, allá donde el amor no encontraba cortapisas y se manifestaba cuando quería, y lo hacía naturalmente sin tener que atravesar filtros y superar trabas, obedeciéndose a sí mismo y a sus deseos. Amar es dejar que el corazón se exprese. Es no poner impedimentos, no querer fiscalizar su modo natural de ser, abrirse sin miedo, derrocar la dictadura del desamor… es querer por querer, entregarse del todo, dejar que la pasión explote. Es permitir al corazón que se sienta libre, que se manifieste, que sea él mismo. Por eso es conveniente descubrir dónde están los impedimentos que uno mismo alimenta y reafirma, saber qué nudo hay que deshacer, que barreras asolar, qué prohibiciones abolir. Si no amas como se tiene que amar… mírate. Si no vives el mundo de los sentimientos libremente… mírate. Si no te llevas bien con tu corazón… mírate. Si leer todo lo anterior te ha provocado una desazón… mírate. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  12. CÓMO CONVIVIR CON MIS FRACASOS En mi opinión, la larga convivencia de uno consigo mismo no siempre es fácil, no siempre va sobre una alfombra de rosas, y resulta inevitable estar consigo mismo en todas las horas del día, en los momentos buenos y en los otros, en un matrimonio indisoluble, y hasta el final. También resulta verdadero que en la vida de cada uno hay asuntos brillantes, divertidos, satisfactorios, lo mismo que también aparecen con mayor o menor asiduidad otros que no son fáciles de llevar, que dejan un regusto desagradable y el planteamiento serio de dimitir, de escaparse de uno mismo, de no querer seguir con este ser fracasado que uno se siente a veces. Ya se sabe que son la excesiva exigencia y la rigidez desproporcionada quienes consiguen que uno se mire a sí mismo de mala manera, quienes imponen las sensaciones desagradables en la relación consigo mismo. Una mayor comprensión y dulzura, una suavización de las pretensiones que uno mismo se impone, una relación más cordial, más amigable y relajada, permitirían que la convivencia consigo mismo fuese más relajada. Apuesto a que todos nos hemos visto en más de una ocasión en una situación similar a alguna de las descritas, y que más de una vez nos ha costado mantener la mirada frente al espejo, y que nos hemos rehuido, apesadumbrados, insatisfechos, a disgusto. Propongo una revisión amable y exhaustiva de este asunto. Una comprobación a fondo de nuestro comportamiento en estas situaciones, y una evaluación sincera acerca de si el modo en que nos tratamos antes los “fracasos” es el adecuado. Seguro que si esto lo hacemos bien nos avergonzaremos un poco. O mucho. Propongo un examen intenso, ecuánime, insobornable, presidido por un observador imparcial capaz de ver -y de hacernos ver- el error en que incurrimos en el modo de reaccionar –siempre inconscientemente- antes los “fracasos”. Lo escribo muchas veces: CONVIENE DESDRAMATIZAR LA VIDA, quitarle la aspereza, restarle la fatalidad, plantar más flores, pintar sonrisas, usar palabras risueñas y afectuosas cuando tratamos con nosotros mismos… O sea, amarnos. Eso es: Amarnos. Cada uno de nosotros se ha equivocado, se equivoca hoy en día, y se seguirá equivocando hasta el final de su vida. Es lo que implica esto de Ser Humano: la imposibilidad de ser perfecto. Existe la posibilidad continua de mejoramiento, el camino del progreso, la búsqueda de la madurez, la buena voluntad… pero nos está vedada la perfección absoluta e impecable, así que conviene aprender a convivir con uno mismo de un modo amable, cariñoso, no muy exigente ni cruel, y conviene poner una sonrisa cuando nos pillamos en un error, cuando nos equivocamos y metemos la pata hasta el fondo, o cuando experimentamos esa sensación incómoda a la que llamamos “fracaso”. Tratarnos de un modo cariñoso se llama Amor Propio, o sea, Amor a Uno Mismo. ¿Eres capaz de amarte aunque sea sólo un poquito más? Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  13. CÓMO CONVERTIR LAS ADVERSIDADES EN OPORTUNIDADES En mi opinión, es muy interesante ser capaz de encontrar siempre lo positivo en todo lo que nos suceda, incluso en lo que aparenta ser negativo, ya que la positividad en cualquier aspecto de la vida es la mejor de las opciones y el mejor de los resultados. A lo largo de la vida nos van a suceder muchas cosas y bastantes de ellas no serán de nuestro agrado y, además, serán inevitables, así que conviene instalarse firmemente y para siempre en una actitud positiva frente a cualquier hecho o circunstancia. Está demostrado que hacerlo así nos va a aportar ventajas a la hora de afrontar lo que se nos presente. Habrá asuntos que no sabremos cómo enfrentarlos, de qué modo resolverlos, o cuál es la clave buena, pero vendrán de todos modos. ¿Y si empezamos por quitarles la fuerza apabullante y demoledora que les damos con el hecho de clasificarlos como “problemas”?, ¿y si cambiamos la denominación de “problemas” por “asuntos pendientes de resolver”? De este modo no suena grave, no lleva incorporado el gravoso peso que conlleva ser un “problema”, lo cual le aporta una fortaleza que parece imposible de derruir. ¿Y si convertimos las adversidades en experimentos y de ese modo podemos dar la vuelta al asunto que sea y extraer su enseñanza sin quedar perjudicados? La aceptación de la adversidad, sea la que sea, y ya que se ha presentado y su existencia es innegable, es el primer paso y es necesario. Sólo cuando se acepta la presencia de algo es cuando se puede empezar a tratar de vencer a ese algo. Mientras se niegue su existencia, o se intente minimizar su presencia y su influencia tratando de enviarlo al olvido, no se estarán dando los pasos necesarios para afrontarlo. De la aceptación partirá el camino hacia el cambio, hacia la renovación que sea precisa hacer, por eso en vez de temer lo que venga y negarlo es conveniente ponerse valiente y preguntarle: ¿Qué me quieres enseñar?, ¿qué me puedes aportar? Ese es un modo de dar la vuelta a la tortilla y convertir la adversidad, lo indeseado, en algo positivo y enriquecedor. No hay que negar, porque es cierto, la incertidumbre o la preocupación que van a aparecer ante lo indeseado. Hay que aceptarlo así, somos humanos. Los sentimientos y las emociones forman parte indivisible de nosotros. Hay que darse un tiempo –el mínimo pero el necesario- para que el organismo y la mente reaccionen y se preparen. Entonces, al afrontarlo, es cuando uno se puede dar cuenta de que está siendo más fuerte de lo que creía. “Hay poco que perder y mucho que ganar”, esa es la actitud que hay que adoptar. Desde esa actitud el miedo comienza a diluirse y pierde parte de su poder e influencia. La adversidad despierta a las capacidades dormidas. A partir de ahí es cuando hay que tomar el control. Repito: TOMAR EL CONTROL. No dejar que el destino decida, no quedarse a esperar cuándo nos ataca o dónde nos duele, sino DECIDIR y MANDAR. Quedarse en el lamento no es la mejor opción. Ni siquiera debería ser una opción. No aporta. No soluciona. No es útil. No vale. Lo que vale es afrontar y resolver. Lo que vale es tener una actitud optimista ante lo que nos ocurra. Lo que vale es tener ganas de seguir adelante a pesar de las adversidades –que son inevitables en su mayoría- y salir airoso y fortalecido de ellas. Ya que están ahí, ya que hay que hacerles frente, mejor hacerlo desde una posición desde la que se pueda salir ganador pase lo que pase. Valora la posibilidad de ponerte frente a la adversidad inevitable y dale la bienvenida. “¿Qué me vas a enseñar?”, pregúntale, y entonces afróntala, compréndela en vez de oponerte, vívela con atención observándola y observándote, dónde te duele, cómo te afecta, qué es lo que niegas o no quieres…y cuando ya lo tengas dile que no la necesitas más, que puede desaparecer. Requiere práctica y atención. Será muy beneficioso que lo hagas. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  14. ¿LA MENTE PUEDE REVISAR A LA MENTE? En mi opinión, y esto es algo que conviene recordar siempre, una de las complejidades que se presentan durante el Proceso de Autococimiento es que cuando queremos conocer nuestra mente, su funcionamiento y sus conflictos, lo tenemos que hacer precisamente a través de la mente. Esto se convierte en una paradoja, o sea en algo que aparentemente es contrario a la lógica, por el hecho de que con la mente pretendemos controlar o investigar la mente. De esto modo, la mente es al mismo tiempo el objeto –lo que se trata de observar- y el sujeto –quien observa-. Aparentemente es una incongruencia. La mente, lo sabemos, tiene su propia autonomía y piensa al margen de nuestra atención y dirección conscientes; incluso cuando pretendemos prohibirle expresamente que piense lo sigue haciendo -salvo en meditaciones o en relajaciones profundas-. La mente, está dividida –para poder explicarlo y comprenderlo mejor- en dos bloques, el consciente y el inconsciente, con un nexo que de alguna forma los “contacta”, que es lo que se puede denominar preconsciente. Cuando se quiere revisar la propia mente, no es del todo acertado decir que la mente revisa a la mente, y es más apropiado decir que el consciente revisa el inconsciente. En nuestra parte consciente nosotros hacemos acto de presencia, y dirigimos el proceso, somos observadores reflexivos y lúcidos del proceso, intervenimos, recurrimos a conocimientos y a experiencias anteriores porque tenemos una información que podemos utilizar en ese acto. A nuestra parte inconsciente no accedemos nada más que cuando expresamente decidimos intervenir y prestarle atención, porque es algo que funciona por su cuenta, autónomamente. La mente inconsciente parece que no se puede observar a sí misma, que le falta la dirección y concreción que aporta la mente consciente, que es quien impone orden y criterio y quien tiene la objetividad de ver y darse cuenta. Observarse a sí mismo, y revisarse para conocerse y comprenderse, requiere poner toda la atención en el acto de pensar, y después reflexionar --que es más intenso y profundo que solamente pensar-. Yo entiendo que pensar llega hasta el momento de darse cuenta, y reflexionar es ordenar los pensamientos y tomar decisiones acerca de qué hacer con la información que nos ha aportado ese darse cuenta. De este modo que he explicado me parece que es más comprensible, porque “pensar” es una cosa distinta para cada persona. Por tanto, en esos procesos de introspección y autoconocimiento, en los que uno quiere descubrirse en su parte inconsciente –que es donde se toman muchas decisiones sin que uno intervenga y por lo tanto puede ser que no se esté de acuerdo con ellas porque no son realmente propias-, ha de hacerlo con absoluta dedicación y concentración, gobernando en todo momento el proceso, desde una actitud en la que impera el convencimiento de “Soy yo y estoy dirigiendo mi mente”, y así uno se puede abstraer del mundo y meterse sin miedo hasta el último rincón, donde se esconde lo negado y lo que se ha pretendido olvidar, donde está lo inconfesable y lo vergonzoso. Y se trata de pensar sin prejuicios y sin intención de buscar culpabilidad, pretendiendo sólo descubrir, ser el investigador y no el juez. Ya se verá después, al reflexionar, qué hacer con los descubrimientos. Que quede claro: en mi forma de verlo y entenderlo es el consciente quien revisa el inconsciente. Y esto es tan subjetivo que cualquier persona que lo vea de otro modo distinto puede tener razón Personalmente, desconfío de los pensamientos que aparecen en mi mente “por las buenas”, sin que yo haya intervenido consciente y reflexivamente en ellos, porque entiendo que pueden ser reales y buenos o pueden ser desvaríos y disparates de mi propia mente condicionada y con prejuicios. Cuando me aparecen les atiendo, pero luego, estando y siendo consciente, reflexiono sobre ellos y entonces decido si me los apropio o los dejo ir. Otras personas dicen que acceden hasta el inconsciente desde la meditación, pero de eso no puedo opinar. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  15. ¿ERES UNA PERSONA O UN PERSONAJE? En mi opinión, casi todas las personas hemos tenido que convertir a nuestro niño libre –aquel qué éramos cuando nacimos, y quien fuimos durante la primera parte de nuestra infancia- en un personaje que fuimos creando –inconscientemente, por supuesto, dada nuestra corta edad, nuestra falta de una personalidad firme, y nuestra casi nula capacidad mental- para adaptarnos a las circunstancias y normas que nos impusieron nuestros padre y/o educadores. De siempre ha sido así. No conozco ninguna excepción. Quienes nos educan, nos imponen una serie de normas que debemos acatar. A veces lo hacen por nuestros bien, para que aprendamos a manejarnos en la vida, pero a veces lo hacen por su propio bienestar, para su comodidad, o porque no saben hacerlo de otro modo. En algunas ocasiones protestamos, pero somos niños frente a adultos, y al final acabamos claudicando porque, a pesar de nuestro poco discernimiento en esa edad, reconocemos que para seguir teniendo alimento y cobijo, no hay más remedio que convertirse en un niño sumiso. Cada vez que aceptamos algo que va en contra de nuestra naturaleza libre e infantil, estamos dando forma a un personaje que es capaz de adecuarse a las imposiciones, que se rinde con mayor o menor sometimiento o rebeldía, que para sobrevivir hace incluso lo que no quiere hacer y acepta aquello con lo que no está de acuerdo. No hay que olvidar que estamos hablando de niños de muy pocos años de edad; que su capacidad de procesar qué es lo que está haciendo y a qué está renunciando aún no está desarrollada del todo, y que ese personaje no se está creando con su colaboración expresa, sino a pesar de él mismo y formándose por su instinto de adaptación y supervivencia. El caso es que –si no nos lo planteamos seriamente- acabamos creyendo que ese personaje somos nosotros, y “actuamos” –en el sentido teatral de la palabra actuación- de acuerdo con ese personaje que en su día nos obligaron a crear los otros con sus indicaciones e imposiciones. Acabamos pensando, con resignación, que “yo soy así”. Y no es cierto. Por eso conviene desmontar al personaje, para ver qué es lo que realmente hay en él de nosotros que podamos aprovechar, y qué no forma parte de nuestra naturaleza y hemos de desechar. Y conviene mirarse con detenimiento y atención en todas las facetas de la vida, y comprobar qué hacemos de un modo inconsciente pero sin estar de acuerdo con ello, o qué pensamientos de los que nos rigen son propios y libres y cuáles de ellos están inculcados, metidos a presión, pero son ajenos y nos arrastran lejos de nosotros mismos. ¿Por qué hago esto?, nos podemos preguntar. ¿Por qué procedo de este modo? ¿Por qué tengo este modo de pensar? ¿Por qué reacciono de cierto modo ante ciertas situaciones? Es conveniente embarcarse en un proceso de introspección y autoconocimiento, en una revisión profunda y objetiva de cada faceta que nos compone, para conocer de verdad a este que creemos conocer, al que creemos que somos. Y eso nos va a deparar sorpresas, más de una decepción, alguna rabieta, pero, sobre todo, esperanza. Esperanza al ver dónde están nuestras cojeras, cuántas cosas podemos mejorar, los inconvenientes que nos podemos quitar de encima, y que hay una luz al final del camino si emprendemos ese camino. El Camino del Autoconocimiento y del Desarrollo Personal. Así que te invito a que busques el mejor Camino para ti, a que te involucres plenamente en esta muy gratificante tarea, en este proyecto con final feliz. Deshazte del personaje y pon en su lugar a la persona. Y la persona eres TÚ. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  16. CUANDO DIGAS “LO SIENTO”, MIRA A LOS OJOS En mi opinión, cuando una persona -empujada únicamente por su sentido de la justicia- reconoce haber cometido algo que siente como una inmoralidad, y sabe que con su actitud ha perjudicado a otro, y con la intención de repararlo en la medida de lo posible decide ponerse frente a la persona perjudicada para resolver lo ocurrido, está haciendo algo que sobrepasa lo habitual y que es lo correcto, porque está reconociendo frente al otro la desazón que le embarga. Cuando uno, en posesión y uso de toda su humildad, dice “lo siento” porque realmente lo siente y no como un acto de cortesía, está elevando a la categoría de extraordinario un hecho que podría quedarse simplemente en un trámite de buena educación. Cuando uno reconoce ante el otro, y ante sí mismo, que uno de sus actos no ha estado a la altura de su propia dignidad y con ello ha podido herir de algún modo a la otra persona, en ese reconocimiento expone su sencillez y bondad, y su capacidad de ser humano en las facetas que aparentan ser menos agradables pero más honestas. Cuando uno se enfrenta a los resultados de sus actos y los valora con legitimidad y rectitud, y por ello es consciente de la inadecuación de su actuación, ya con ese reconocimiento está pagando la expiación que le pudiera corresponder, y no es necesaria más penalización, porque ese reconocimiento en la voz de su conciencia ya ha causado el efecto preciso para que no se vuelva a repetir la inconveniencia. No es necesario un posterior flagelo ni arrastrar durante años una enemistad consigo mismo, o un largo castigo, para de ese modo penar por lo cometido. Repito que, en mi opinión, con el acto de contrición ya queda zanjado el asunto y no es necesario insistir con más látigos ni regodearse en el mal, y aún menos hay que persistir en la necesidad de un castigo por lo hecho. Si uno se pone frente a una persona a la que ha podido perjudicar, y desde el corazón pronuncia “lo siento”, lo ha de hacer mirando a los ojos de la persona afectada, sin agachar su cabeza, para que el otro pueda captar en la mirada y en el gesto el peso de la sinceridad en esa manifestación. Si se evita la mirada del otro, se está evitando resolver el asunto con la dignidad que requiere. El otro, además de nuestras palabras, ha de ver el gesto pesaroso de nuestra mirada que no puede disimular el desasosiego con el que uno convive y sufre. En el mirar a los ojos del otro no hay un reto, sino todo lo contrario: hay dignidad, hay sinceridad, hay bondad y honradez, hay arrepentimiento. Por eso, si en alguna ocasión sientes la necesidad o el deseo de pedir perdón, o de mostrar tu pesar y arrepentimiento, mira a la otra persona a los ojos cuando pronuncies, con la voz de tu corazón, “lo siento”. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  17. NO TODAS LAS ZONAS DE CONFORT SON CONFORTABLES En mi opinión, la tendencia natural de evitar todo tipo de conflictos y situaciones desagradables, nos lleva a instalarnos en eso que se denomina “Zona de confort”, que no es más que aquella “zona” en la que nos movemos con más o menos experiencia, más o menos libremente, y en la que nos manejamos más o menos bien porque se nos hace conocida. Estar en esa zona no nos garantiza éxitos ni una vida con tranquilidad, porque en muchas ocasiones simplemente es la zona menos mala de las que tenemos para escoger, o de las que somos capaces de ver, o es esa que encaja en el refrán de “más vale malo conocido…” Es también el sitio de “la misma rutina de siempre”, donde “lo malo” está más o menos controlado y podemos con ello, más que nada por la costumbre, pero no es el sitio más agradable al que podemos aspirar. Creemos no tener riesgos excesivos mientras estamos en ella, pero nos equivocamos porque nos engañamos. Parece que ahí se controlan el miedo y la ansiedad, como si el hecho rutinario de poner el piloto automático nos evitara sufrimientos, pero no es cierto porque la ansiedad simplemente se neutraliza y se acomoda. Esa relativa ausencia de emociones negativas –que es producto de la inactividad y la falta de toma de decisiones y soluciones- nos engaña y reconforta –falsamente-, y nos impone quedarnos en lo menos malo de lo que conocemos. Por eso en numerosas ocasiones las zonas de confort no son confortables, y es necesario salir de ellas y explorar nuevas ubicaciones, que son nuevas posibilidades de mejorar. La naturaleza del Ser Humano empuja a explorar y desarrollarse. La forma de evolucionar es no rendirse. El deseo de mejorar ha de estar siempre vigente y activo. Quien se estanca no avanza. La invitación que nos hace la vida es que nos deshagamos de las cosas desagradables, que nos esforcemos por todo aquello que nos puede llevar a la felicidad, que probemos nuevas formas para mejorar lo mejorable. Rendirse, nunca. La rendición es la muerte. La zona de confort no ha de ser la zona de los cobardes y rendidos, sino que ha de ser la zona del descanso de quien antes ha sido guerrero, o ha sido buscador de sí mismo, o ha hecho la muy noble de tarea de realizarse como persona. Y mientras no llegue el momento en que uno pueda mirarse en el espejo y ver cómo una sonrisa verdadera emerge de sus labios, y cómo los ojos que se reflejan son puros porque tienen la conciencia en paz y saben quién es ese que les devuelve la mirada, hasta ese momento no ha de haber una zona de confort que sea realmente una cárcel ni un refugio en el que esconderse para no seguir avanzando. Uno ha de perseverar en crearse una zona de confort que tenga un concepto distinto del habitual y que sea brillante: que sea un Paraíso en la Tierra, el lugar del Descanso del Guerrero, el Cielo, o el Regazo donde mora la Paz. Hasta que el bienestar que aporta el Desarrollo Personal se logre, mejor evitar los autoengaños, mejor seguir buscándose de verdad. Mejor ser valiente, aunque con ello se consiga alguna herida, antes que estancarse en una Zona de Confort que no es nada confortable. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  18. NO TODAS LAS ZONAS DE CONFORT SON CONFORTABLES En mi opinión, la tendencia natural de evitar todo tipo de conflictos y situaciones desagradables, nos lleva a instalarnos en eso que se denomina “Zona de confort”, que no es más que aquella “zona” en la que nos movemos con más o menos experiencia, más o menos libremente, y en la que nos manejamos más o menos bien porque se nos hace conocida. Estar en esa zona no nos garantiza éxitos ni una vida con tranquilidad, porque en muchas ocasiones simplemente es la zona menos mala de las que tenemos para escoger, o de las que somos capaces de ver, o es esa que encaja en el refrán de “más vale malo conocido…” Es también el sitio de “la misma rutina de siempre”, donde “lo malo” está más o menos controlado y podemos con ello, más que nada por la costumbre, pero no es el sitio más agradable al que podemos aspirar. Creemos no tener riesgos excesivos mientras estamos en ella, pero nos equivocamos porque nos engañamos. Parece que ahí se controlan el miedo y la ansiedad, como si el hecho rutinario de poner el piloto automático nos evitara sufrimientos, pero no es cierto porque la ansiedad simplemente se neutraliza y se acomoda. Esa relativa ausencia de emociones negativas –que es producto de la inactividad y la falta de toma de decisiones y soluciones- nos engaña y reconforta –falsamente-, y nos impone quedarnos en lo menos malo de lo que conocemos. Por eso en numerosas ocasiones las zonas de confort no son confortables, y es necesario salir de ellas y explorar nuevas ubicaciones, que son nuevas posibilidades de mejorar. La naturaleza del Ser Humano empuja a explorar y desarrollarse. La forma de evolucionar es no rendirse. El deseo de mejorar ha de estar siempre vigente y activo. Quien se estanca no avanza. La invitación que nos hace la vida es que nos deshagamos de las cosas desagradables, que nos esforcemos por todo aquello que nos puede llevar a la felicidad, que probemos nuevas formas para mejorar lo mejorable. Rendirse, nunca. La rendición es la muerte. La zona de confort no ha de ser la zona de los cobardes y rendidos, sino que ha de ser la zona del descanso de quien antes ha sido guerrero, o ha sido buscador de sí mismo, o ha hecho la muy noble de tarea de realizarse como persona. Y mientras no llegue el momento en que uno pueda mirarse en el espejo y ver cómo una sonrisa verdadera emerge de sus labios, y cómo los ojos que se reflejan son puros porque tienen la conciencia en paz y saben quién es ese que les devuelve la mirada, hasta ese momento no ha de haber una zona de confort que sea realmente una cárcel ni un refugio en el que esconderse para no seguir avanzando. Uno ha de perseverar en crearse una zona de confort que tenga un concepto distinto del habitual y que sea brillante: que sea un Paraíso en la Tierra, el lugar del Descanso del Guerrero, el Cielo, o el Regazo donde mora la Paz. Hasta que el bienestar que aporta el Desarrollo Personal se logre, mejor evitar los autoengaños, mejor seguir buscándose de verdad. Mejor ser valiente, aunque con ello se consiga alguna herida, antes que estancarse en una Zona de Confort que no es nada confortable. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  19. NO LLENES TU MENTE, LLENA TU CORAZÓN En mi opinión, muchas personas nos confundimos, o no nos damos cuenta, y nos dedicamos a llenar la vida de todo… menos de vida. Algunos llenan o llenamos la mente de pataletas, de rabia, de frases ajenas, de experiencias escritas por otros, de conocimientos que no comprendemos, de distracciones, de vacíos… Otros llenan o llenamos la mente de tristezas, de insipideces vacuas, de problemas irreales que sólo existen en la mente, de ideas desorganizadas y malévolas, de agresividad o confusiones, de opiniones agoreras… Llenamos la mente de miedos y fantasías irrealizables, de esperanzas y desesperanzas, de incertidumbres y de nada pero, eso sí, la saturamos y atiborramos… En cambio, llenamos el corazón… a medias. Y no siempre de las mejores cosas. Se nos olvida llenarlo de lo importante: de las emociones agradables y de lo emocionante, los sentimientos mágicos y maravillosos, lo grandioso, lo bello imborrable, lo que nos hace vibrar de emoción, lo que nos provoca la mejor lágrima del mundo, de suspiros de felicidad, de esas sonrisas que no se acaban nunca y dejan su eco marcado en los labios, de esos brillos que se forman en los ojos a veces que no sabemos si vaticinan el más encantador de los llantos o la llegada de un abrazo… Llenamos la mente de cosas pero dejamos el corazón casi vacío. A veces leemos con los ojos de la mente y no con los ojos del corazón, o escuchamos con la mente y no con el corazón, o sentimos desde la mente y no desde el corazón. Vivimos la vida desde la mente y la distraemos –en el sentido lisonjero y en el sentido peyorativo de la palabra-, matamos el tiempo –en el peor sentido de la palabra- y hasta nos parece bien hacerlo; nos regodeamos en pensamientos recurrentes y reiterativos con tintes de negatividad… mientras nuestra vida discurre a nuestro lado sin que le prestemos la atención que requiere y se merece. Ocupamos el tiempo, ocupamos la mente, pero desatendemos el corazón, que es donde residen las emociones y los sentimientos que son realmente quienes componen nuestra auténtica vida. Nuestra vida, más que los hechos que han acontecido en ella, son las impresiones que nos han ido dejando como poso lo que nos ha sucedido. Por tanto es importante cuidar el corazón, atenderlo bien para que no se sienta mal afectado innecesariamente, mimarlo, darle las cosas que le gustan -que son todas las agradables-, recuerdos cariñosos, momentos sublimes llenos de alegrías, ternura, cuidados, sonrisas, felicidad… Se trata de cuidar nuestra sensibilidad más tierna, esa que nos provoca los escalofríos agradables, la que nos llena la boca de sonrisas y el alma de júbilo; de darnos atenciones y mimos y cuidados maternales; se trata de proporcionarnos cosas que nos provoquen felicidad o cualquiera de esos estados donde uno siente un contacto especial –indefinible- con algo del interior, con algo que se sabe que es más puro que todo lo que nos rodea. Se trata de atender nuestra alma y acariciarla, de crear momentos sublimes que alcancen un éxtasis por encima de lo cotidiano, de contactar con lo emotivo y relacionarse con lo emocionante, con lo conmovedor. Se trata de relacionarse más con el corazón y conjugar el verbo amar en presente –al margen del inevitable pasado y de un posible o imposible futuro- , con toda nuestra presencia consciente, y amar a muchos y con implicación -con todas las revoluciones internas que eso conlleva-, para alcanzar la consciencia de las delicias y que el propio corazón se reconforte y engrandezca en esos estados gratamente alterados. Se trata de VIVIR los sentimientos y las emociones… y deshacerse pronto de lo indeseable y perpetuar incansablemente lo deseado. ¿Y si tú no eres tu mente –como crees- y realmente eres tu corazón? Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  20. LA VIDA NO ES UNA NOVELA ROMÁNTICA En mi opinión, bastantes de las frustraciones y desazones que padecemos se deben al incumplimiento de algunos de los proyectos que, bien consciente o inconscientemente, hicimos en algún momento. A menudo nos equivocamos al proyectar el futuro, porque nuestra mente tiene menos limitaciones que la realidad, y porque no siempre ponemos coto a los excesos de la imaginación y de los sueños, y dejamos que pongan utopía en el lugar de la sensatez. A medida que vamos avanzando en el consumo de nuestro tiempo de vida, y que se convierte en presente lo que antes llamábamos futuro, vemos con decepción que no hemos alcanzado todo aquello que nos habíamos propuesto, que no todas las cosas salieron como estaban previstas, y que nos parece más complicado de realizar de lo que se suponía. Hay aspectos con los que nos sentimos satisfechos, donde estamos más o menos bien con un aprobado que no nos defrauda del todo, pero hay otros que duelen porque no se han acercado a donde estaba imaginado. Hay que estar predispuestos a que todo no salga a nuestro gusto y tener una amplia y generosa tolerancia a la frustración. Lee el artículo TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN si te interesa el asunto: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/topic,13923.msg16369.html#msg16369 La búsqueda de la perfección absoluta o del éxito completo parece que no compensa el esfuerzo que requiere, y en muchos casos eso no es nuestro anhelo, sino el de nuestro ego queriendo sentirse bien. ¿Y si no aspiramos a un 10 en todo? ¿Y si aceptamos que la vida no es perfecta y nos conformamos –sin que eso nos haga sentirnos mal- con hacerlo y pasarlo lo mejor posible dentro de nuestras capacidades y posibilidades? La vida, como dice el título, no es una novela romántica. No hay mariposas revoloteando a nuestro alrededor todos los días, no tiene de fondo una banda sonora emocionante, no todo brilla y no todo acaba bien. Así que aceptemos todo esto del mejor modo posible, valorando la nadería que son las cosas hasta que las cargamos de un drama y un dolor que no tienen por sí mismas, aceptemos lo etéreos que son la mayoría de los asuntos a los que llamamos problemas, la insignificancia de un contratiempo en comparación con lo que es toda una vida, o valorando cómo nos afecta el hecho de ser tan rigurosos y exigentes con cosas que, en realidad, son insignificantes hasta que les atribuimos una importancia que no tienen. Aceptemos que no todo es brillante y maravilloso, y cuando aparezca algo desagradable quitémosle el drama, lo pesaroso, la tragedia, y dejemos que pase a nuestro lado de refilón y sin contagiarnos de su negrura. Miremos nuestra vida en conjunto, recordemos cómo algunas cosas en su momento nos parecieron el fin del mundo y ahora están almacenadas en el pasado; más concretamente, en el olvido. La vida no es una novela romántica, pero tampoco un drama lacrimógeno. Sepamos aceptar lo que nos propone, eliminando o no sufriendo mucho lo desagradable, disfrutando y complaciéndonos en lo satisfactorio. Me encanta esta frase: “En la vida no se trata de trata de encontrar refugio en la tormenta. Se trata de aprender a bailar bajo la lluvia”. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  21. ALGUNOS FRACASOS SON INEVITABLES En mi opinión, el temor al “fracaso”, a la posibilidad de que pueda darse el fracaso, crea un estado emocional de inseguridad e inquietud que prácticamente condena a que sea haga realidad. Esa tensión espanta a la ecuanimidad y el equilibrio de sensatez que se requiere para afrontar cualquier situación, y aún más cualquier situación que contenga la posibilidad de traer consecuencias desagradables en el caso de no resolverse bien. Conviene no olvidar que depende exclusivamente de uno mismo poder convertir un resultado indeseado en una nueva experiencia –que sería lo adecuado- o convertirlo en “fracaso” –que sería quedarse solamente con la parte negativa-. Uno elige, y de su elección dependerá cómo se lo tome y cómo le afecte. Los hechos no traen una calificación o clasificación impuesta, eso es algo personal que cada uno añade, y ser selectivo y generoso –o sea, sensato- puede despojar del drama al “fracaso”. Si algo no sucede como estaba previsto, o como era deseado, aunque ello afecte emocional o económicamente, no es motivo suficiente como para que se convierta en el inicio de una guerra destructiva contra uno mismo. Lo peor que uno puede hacer ante un “fracaso” es convertirse en su más encarnizado enemigo iniciando una relación tensa, desagradable, despectiva, o dolorosa, porque el sufriente directo de esta hostilidad es uno mismo. Y realmente es tan absurdo como parece. Ante un “fracaso” uno se necesita más amable y comprensivo que de costumbre, más acogedor y cariñoso. Uno necesita un consuelo, y los consuelos externos son agradables y están bien, pero…lo más interesante es la sonrisa amistosa que uno se ofrece a sí mismo, esa sonrisa que lleva toda la comprensión del mundo, todo el ánimo para un nuevo intento, todo el reconocimiento y el aplauso a pesar del resultado. El “fracaso” no es agradable, pero tampoco ha de ser despreciable. Es una de las posibilidades ante cualquier decisión o hecho, y aunque no sea la deseada, enfrentarse a ella con rabia, con desprecio, desde el desamor, no va a hacer que ese resultado se modifique. Lo que sí se puede modificar es la actitud de uno mismo frente al hecho. Estamos en un Camino de Aprendizaje desde el mismo instante del nacimiento en que tuvimos que aprender a respirar fuera del líquido amniótico. Hemos tenido que aprender a movernos, a comer, a leer, a vestirnos, arelacionarnos, etc., todo y siempre ha sido aprender. Si nos hubiésemos rendido ante cualquiera de los “fracasos” que se han ido acumulando a lo largo de nuestra vida aún seguiríamos gateando, porque nuestros primeros intentos de ponernos de pie y andar fueron un “fracaso”, las primeras letras que escribimos fueron un “fracaso”, y éstos se han ido sucediendo a lo largo de nuestra vida. Unos los hemos magnificado en exceso y les hemos dado un poder -que era innecesario- para que nos afecten, y otros los hemos aceptado con una sonrisa –con la misma sonrisa que sería bueno recibir todos los “fracasos”-. Si los viésemos desde el punto de vista definitorio de “experiencia que no dio el resultado apetecido” perderían gran parte de su tragedia, de su ponzoña. Y depende de cada uno -de ti, de mí- que nos tratemos con benevolencia, con paciencia, sin una exigencia desmedida de perfección; que nos veamos y aceptemos como humanos que seremos imperfectos hasta el día de nuestra muerte; que comprendamos nuestras limitaciones, y que estemos abiertos a experimentar cómo es y cómo queremos que sea la relación con nosotros mismos en los momentos menos agradables. La vida es un Camino de Aprendizaje, repito. Sé benevolente contigo hasta que aprendas bien. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  22. ¿HASTA CUÁNDO SE PUEDE ENGAÑAR UNO MISMO? En mi opinión, es habitual eso de autoengañarse de vez en cuando, consciente o inconscientemente, y es habitual camuflar o disfrazar algunas cosas nuestras de esas que no nos terminan de agradar, esas que decimos que algún día tendremos que afrontar y resolver, esas que decimos que tendríamos que cambiar pero que en realidad nos quedamos esperando que cambien solas. Uno puede proponerse vivir en el autoengaño y llegar a lograrlo sin gran esfuerzo. Puede ser un maestro del embuste y engañar a los otros durante mucho tiempo y con total convicción, pero… cuando se quede a solas, si tiene una pizca de decencia, algo de honradez en las venas y de dignidad en el corazón, se enfrentará a un espejo implacable que le devolverá la imagen real, desnuda de artificios, sin fraude. ¿Hasta cuándo se puede engañar uno mismo? ¿Cuándo resulta ya imposible mantener esa falsedad? ¿Cuándo uno mismo no soporta ya sus propios reproches? Suelo repetir que el mayor pecado que uno puede cometer contra sí mismo es mentirse, autoengañarse. Así lo creo. Cualquier otro pecado puede llegar a ser perdonable, pero en la mentira hay consciencia de que se está mintiendo –porque se conoce la verdad y se dice otra cosa distinta- y hay una intención interesada que busca sacar un beneficio de ese autoengaño. ¿Dónde está la línea que separa el ponerse a salvo con una mentirijilla piadosa de la mentira obstinada que hasta niega que es mentira? El Camino del Desarrollo Personal tiene que estar lleno de verdad. No ha de haber otra cosa que lo contamine. Si uno se busca, se busca con la verdad y en la verdad. Si uno es honrado y honesto –y no se ha de ser de otro modo- se aceptará tal como es en este momento, mucho o poco, sereno o inquieto, sabio o dudoso, y se comprometerá a estar atengo para hacer las modificaciones que considere oportunas o necesarias, y firmará compromisos consigo mismo de autocuidado, de atención amable y cariñosa, y de comprensión en las recaídas. ¿Hasta cuándo se puede engañar uno mismo? Hasta que un día uno se mira en el espejo y no soporta su propia mirada porque encuentra muchos reproches en ella, muchas recriminaciones, muchas quejas desoídas que ya no soportan más el silencio impuesto. Hasta que uno se pregunta a gritos y con sinceridad “¿Qué estoy haciendo?, ¿qué me estoy haciendo?”. Hasta que uno dice con un notable arrepentimiento “No me merezco este trato”. Hasta que uno se permite escuchar la voz sabia de su dignidad y la voz incuestionable de su conciencia. Hasta entonces, uno puede hacerse trampas y ser cómplice de su propia destrucción, coautor del desmoronamiento de su integridad, innoble y enemigo, pero el día en que la verdad planta cara y ya no se calla más, y ya no colabora en esa estafa en que uno se ha convertido, ese día sólo queda la opción de afrontar la situación real, aceptar todo el pasado y el presente en un lote y reconocerlo sin necesidad de castigos, acogerse con el corazón y los brazos abiertos, e iniciar el Camino Recto, el Camino Insobornable que le lleva a uno hacia Sí Mismo. Y ese día será el día más grande. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  23. TODOS TUVIMOS QUE SOBREVIVIR A LA INFANCIA En mi opinión, la infancia es el momento más delicado de la vida y posiblemente el más importante –sobre todo por lo que tiene que ver con lo que será el futuro-, pero tiene un grandísimo inconveniente: se llega a esa etapa de la vida con pocos años, con nulos conocimientos, con un cerebro casi sin desprecintar, y con la capacidad de raciocinio bajo cero. Con estos elementos tan pobres y tan nulos es difícil sobrevivir sin ser gravemente afectado. Es la etapa de la vida en que se requiere que el niño esté perfectamente informado de quién es, de qué es la vida, y de la gran cantidad de cosas a las que se tendrá que enfrentar; que esté perfectamente instruido para saber manejar las miles de cosas dispares y desconocidas que va a tener que conocer y solventar. En cambio, se les aporta una información o educación muy básica, casi inexistente en cuanto a los asuntos de la vida, que son los importantes. En los estudios uno puede llegar a lo más alto de conocimientos, pero al mismo tiempo puede estar desinformado de lo que bulle a diario. Nos educan unos padres que tienen más voluntad que maestría. Nos enseñan a su modo, que en demasiadas ocasiones es nefasto. Nos trasmiten sus traumas y frustraciones, sus miedos y complejos, sus errores… Y el resto de los educadores no son mejores: los abuelos que consienten en exceso, los tíos que acaban perjudicando las directrices de los padres, las primas, hermanos, amigos, vecinos, profesores… cada uno va haciendo aportaciones y no todas mantienen un mismo criterio y hasta llegan a ser contradictorias. Y el niño va asimilando lo que puede, y como puede, porque no tiene la capacidad de discernimiento necesaria para poder empezar a desobedecer o rebatir ciertas cosas desde el primer momento. Se lo cree todo, lo acata todo, y la mayoría de las veces porque se lo han impuesto de algún modo y no ha tenido la posibilidad de intervenir para decir lo que desecha, ya que no obedecer sin rechistar implica regañinas, castigos, desaires, o un vacío. Y a esa edad, para sobrevivir, necesita de los otros y no le queda más opción que ir creando un personaje a medida de cada una de las personas con las que se relaciona en el ambiente cercano. Sabe, porque su instinto de supervivencia así se lo ha enseñado, que tiene que ser amable con fulanito, callado ante menganito, sumiso y obediente con zutanito. Y es importante e imprescindible sobrevivir como sea a esa etapa, porque es el paso imprescindible para acceder a la adultez, etapa en la que tendremos que dedicar gran parte de nuestra atención y nuestro esfuerzo a reparar lo que estropearon los educadores, una etapa en la que tenemos que REEDUCARNOS (ver (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/topic,12341.msg14589.html#msg14589) Deberíamos ser un poco más generosos con la excesiva exigencia que aplicamos cuando se trata de juzgar los “errores” que cometimos en el pasado. Se puede empezar cambiando lo de “errores” por “experiencias”. En el primer caso hay implícita una autoflagelación innecesaria y en el segundo caso hay una comprensión exacta de lo que de verdad fue. La verdadera responsabilidad de uno para consigo mismo comienza en el momento en que uno es consciente de sí mismo, en que uno se da cuenta de lo que hace y lo que deja de hacer -porque ya tiene un criterio formado y una mente que se comprende-, y la responsabilidad total se instaura cuando uno toma el mando reflexivo de su vida. Hasta entonces… pues vamos sobreviviendo en este gran desconocido que llamamos Mundo intentando manejar esto que se hace tan complicado a lo que llamamos Vida. Hemos llegado hasta aquí y ahora, a esta conciencia y consciencia que tenemos, a este momento en que somos capaces de observarnos y ver que hay cosas que no queremos en nuestra vida, a este momento en que parece que podemos tomar decisiones, hacer cambios, dejar cosas de lado, incorporar lo que nos parece bueno… Hemos sobrevivido y eso está bien. Ahora vamos a perfeccionarnos. Es la tarea que corresponde. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  24. NOS APEGAMOS A LO BUENO Y A LO MALO En mi opinión, somos incomprensibles en muchas facetas de nuestra personalidad y nuestra vida. No dejamos de sorprendernos y asombrarnos con nuestras propias acciones o pensamientos; hacemos cosas que juramos que nunca íbamos a hacer y nos olvidamos con tremenda facilidad de aquello que prometimos que sería inolvidable. Nos descubrimos a menudo en aspectos insospechados, en actuaciones con las que no estamos de acuerdo, con ideas que no nos parecen propias, afirmando cosas que dijimos que nunca nos atreveríamos a afirmar. Una de las cosas que deberían sorprendernos siempre, y no siempre lo hace, es cuando nos quedamos estancados en situaciones que son adversas y contraproducentes, que atentan contra nosotros mismos, contra nuestra dignidad y nuestra estabilidad emocional o psicológica. Parece lógico y hasta normal que uno se apegue a las cosas buenas, a lo placentero. En cambio, se nos debería hacer muy extraño instalar eso que se denomina nuestra “zona de confort” en un sitio que es insano y autoagresivo. Llegamos a instalar nuestra zona de confort en un sitio que no es nada confortable. Nos quedamos apegados a esos estados o situaciones de los que conscientemente queremos escapar pero a los que nos sentimos –sin saber porqué- irremediablemente atados, o de los que ni siquiera contemplamos la opción de la huída, y en los cuales parece que –en el fondo- nos gusta estar. Algunas personas se quedan encadenadas a una relación tóxica o de dependencia, o a la suma de las dos, y aunque son conscientes de que son perjudiciales encuentran excusas o justificaciones –mentiras en realidad- para mantenerse apegadas a esa relación diabólica. Un mal apego. Nos pasa igual con las costumbres insanas, o con los vicios, que a pesar de ser conscientes de lo perjudicial que nos resultan, a pesar de escucharnos decir mil veces que nos incomodan y no queremos repetir, y a pesar de saber que hasta nos deterioran, encontramos razones irrazonables para persistir obstinados a pesar de los perjuicios que nos causan. Nos apegamos también a lo malo, sin duda. Es increíble, es ilógico, es absurdo, es tremendo… pero lo hacemos. Todos los sabios y eruditos están de acuerdo y se empeñan en hacérnoslo ver, pero les desoímos: el apego es el mayor motivo de sufrimiento de la persona. “El apego es una perturbación mental que debe ser evitada y finalmente eliminada”. “La causa fundamental de la infelicidad en que vive la gente es la tendencia a desarrollar apegos de la más variada índole”. “El apego es lo opuesto al amor”. Los apegos nos roban la independencia y la libertad, nos despojan de una parte valiosa de nuestra personalidad, y nos hacen vasallos subordinados de la dictadura férrea a la que permitimos que nos sometan. Acabamos convirtiéndonos en sus víctimas o sus esclavos. La “culpabilidad” de la dependencia que uno mantenga con los apegos no es asunto de los apegos, sino de uno mismo que permite que sea así. El objeto o situación del apego no son quienes nos encadenan, somos nosotros mismos quienes nos ponemos los grilletes. Esto es algo demoledor que, si lo aceptásemos y comprendiésemos bien, sin darle vueltas ni buscarles peros, nos liberaría inmediatamente de cualquiera de los apegos: No tenemos apegos, ELLOS NOS TIENEN A NOSOTROS. Ante ellos dejamos de ser nosotros mismos. No hay que darle más vueltas al asunto ni buscar más explicaciones: esto es así y mientras más claridad aportemos al asunto, antes y mejor lo veremos y resolveremos. Sólo hace falta colaboración por nuestra parte, así que… Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  25. TU PROBLEMA NO ES MI PROBLEMA En mi opinión, nuestro deseo de ser “buenos” –de forma natural o por imposiciones religiosas o educacionales-, de ser amables y generosos, compasivos y caritativos, a veces nos hace malas jugarretas y acabamos perjudicándonos –innecesariamente- cuando pretendemos beneficiar a los otros. Esto va a sonar fatal en la conciencia de quienes han sido educados en la creencia de que SIEMPRE tienen que ser obedientes y dóciles ante las peticiones de los otros, y ante sus necesidades, pero es conveniente partir de esta premisa cuando nos enfrentamos a una situación de petición de ayuda o favor por parte de otro: SU PROBLEMA ES SU PROBLEMA. EL PROBLEMA DEL OTRO ES DEL OTRO. Si uno tiene esto claro –y no se ha escandalizado ya por las dos frases y ha salido corriendo-, le va a ser mucho más sencillo manejar este asunto a partir de ahora. Hay muchas personas que descargan sus problemas sobre nosotros y nos responsabilizan de que se lo solucionemos. Y en demasiadas ocasiones, eso es lo que hacemos: nos agobiamos, padecemos, y estamos inquietos y sufrientes para poder resolver lo que tienen que resolver ellos. Si uno comprende que el problema del otro no es su propio problema, mantiene la objetividad y perspectiva convenientes para poder ayudar con mayor efectividad, ya que el hecho de no estar implicado directamente le permite ver aspectos que desde la ofuscación del problema no se ven. Hay preguntas y asuntos que pueden crear revoluciones internas de difícil conciliación y aplacamiento. Por ejemplo… ¿tengo que ayudar SIEMPRE y a TODOS? Uno espera responder directamente y sin dudar lo que se supone que dicta la caridad cristiana: SÍ. Pero… cuando uno sale perjudicado al hacerlo…¿tiene que hacerlo? La respuesta adecuada la ofrecen la conciencia, la sabiduría, la justedad o la justicia, el corazón…no hay una norma estandarizada que sirva para todos los casos, ya que cada caso es distinto y uno ha de decidir con justeza ante cada uno de ellos. Uno decide si desea implicarse voluntariamente y colaborar, o se da cuenta clara y directamente de que el otro pretende abusar, y entonces puede comprender –si quiere- que el otro tiene que resolver sus propios problemas. Volvemos a lo mismo. No estoy en contra de ayudar a los otros, estoy a favor, pero… siempre y cuando uno no sienta que se están aprovechando descaradamente de él, y siempre y cuando uno no se sienta directamente perjudicado. Lo dejo a la libre decisión de cada uno, pero menciono que hay mucha gente que de un modo sibilino, sinuoso y casi furtivo, nos implica en sus asuntos problemáticos, nos responsabiliza de sus responsabilidades, nos trasplanta sus preocupaciones, y nos deja solos y al cargo. Visto desde un punto de vista aséptico, ayudando a los otros les estamos perjudicando –pero exceptúo el caso de los impedidos o no capacitados para hacerlo-. Al ayudarles, les estamos impidiendo que desarrollen sus propias facultades y potencialidades, su ingenio, su capacidad de resiliencia, las habilidades que todos debemos adquirir para poder manejarnos en esto que llamamos Vida. Sí, para ellos es más cómodo que seamos nosotros quienes lo hagamos, pero eso les lleva también a ser más dependientes e inseguros. Al hacerlo, les privamos de la posibilidad de crecer en su intelectualidad, de progresar en manejo de sus emociones y sentimientos, de aprender más acerca de sus conductas. Al hacerlo, estamos haciéndoles ver de algún modo que ayudarles es una obligación nuestra y ser ayudados es un derecho suyo. Es mejor que aprendan a hacer las cosas con su propio esfuerzo. Al hacerlo, estamos aplicando nuestra experiencia y conocimientos para resolver ese asunto, y… ¿quién nos dice que nuestro modo es el apropiado para el otro? Sin querer podemos causarle más un perjuicio que un beneficio. Por supuesto que esto de generalizar, como lo estoy haciendo, hace que estas sugerencias no sirvan para todos los casos concretos y personales. Trato solamente de dar unos puntos de vistas distintos, y luego cada uno es libre de aplicarlos o no, y cada uno decide si cree necesario ayudar o si puede enseñarles a pescar en vez de darles los peces. Abogo más por no resolverlos –que lo hagan ellos-, pero sí puede ser conveniente acompañarles para que encuentren sus propias soluciones. Este es un asunto complicado. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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