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  1. CAPÍTULO 51 - RENDIRSE - LO QUE NO ES APROPIADO - Este es el capítulo 51 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. Hay mujeres que se esfuerzan y luchan para tratar de arreglar una relación que no va bien, y hay otras que se resignan o se rinden pronto, las hay que se lamentan de un modo moderado, se conforman con lo poco o nada que tienen, y se instalan en una etapa en la que la apatía y una desazón que crece inexorablemente se instalan con visos de perpetuidad. ¿Hasta cuándo hay que seguir intentando salvar una relación? Creo que desde que uno se da cuenta del estancamiento, de la falta de cooperación del otro, de que no cumple casi ninguna de las expectativas ni las promesas ni las obligaciones ni las tareas, o se da cuenta de que hay demasiados sinsabores y pocos alicientes… hasta el momento clave en que la dignidad personal reconozca que el poco amor que le quedaba hacia el otro se ha agotado, que la relación le produce más desventajas que satisfacciones y que es inútil seguir intentando solucionar lo que no tiene solución. El que esté afectado por esta situación –que puede ser cualquiera de los dos miembros de la pareja- hace un balance de su actitud y sus actuaciones a lo largo del tiempo de vida de la pareja y reconoce, con una mezcla de lástima por la situación insalvable y por haber intentando todo sin resultados, y porque ya no se puede hacer nada que no vaya en su propia contra y le cause daños morales o personales. Entonces es un buen momento para rendirse. Pero rendirse del todo, y tomar la única puerta que siempre ha permanecido abierta, que es la de salida. Mientras quede un amor sano y se vea voluntad por la otra parte de seguir acompañando en el compromiso común, mientras una voz interior llena de verdad esté convencida de que hay que seguir, mientras que la realidad no presente muestras claras de que ya no hay solución y, por supuesto, mientras uno quiera, puede seguir intentándolo. Pero no es bueno hacer oídos sordos, ni es bueno negarle a la realidad su evidencia, ni discutirle a la verdad sus credenciales, ni mirar para otro lado para auto-engañarse, ni seguir empeñado en mirar con las falsas gafas de cristales rosas, ni tampoco aferrarse al cumplimiento de una promesa que se hizo tiempo atrás, cuando uno creía que todo iba a ser distinto de como está siendo. Rendirse y dar por concluido el vínculo no es indigno. Lo indigno puede ser seguir empeñado en sacar a flote algo que está hundido y que es mejor que siga hundido. Rendirse no es un fracaso. Es una decisión. La peor decisión es la indecisión. Guarda esta frase por si algún día la necesitas: “Hice lo que había que hacer”. Y no es un fracaso: es una experiencia que no dio el resultado que se le suponía y nada más. Sólo eso. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO - Rendirse ha de ser la última de las opciones, pero no es descartable. - Sólo hay que rendirse cuando ya es la mejor o la única opción. - La justificación para la rendición es que el otro no muestre ningún interés por su parte y no colabore en la resolución de problemas. - Llegados a cierto punto de imposibilidad, rendirse es la victoria. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  2. LO QUE APRENDÍ VIENDO LA LISTA EN SCHINDLER En mi opinión, la atención consciente al Mejoramiento Personal permite descubrir grandes lecciones incluso donde menos se esperan: en una conversación banal, en una mirada de un animal, en una canción y hasta en un silencio. Reconozco –con satisfacción- que uno de los momentos claves en mi vida, de esos que marcan un antes y un después, se produjo viendo la película La lista de Schindler, de Steven Spielbeg. Al final de la película, Schindler dice arrepentido: “podría haber salvado a más” y más adelante dice: “yo he despilfarrado tanto”, y se sigue lamentando: “no he hecho lo suficiente”. Y aunque él se refiere a salvar vidas de judíos, a haber despilfarrado dinero, a no haber hecho lo suficiente por ellos, dentro de mí se interpretó de otro modo distinto. Aquello fue un revulsivo para que en mi interior se tradujese a los asuntos que a mí me interesaban entonces y me siguen interesando. “Podría haber salvado a más” fue interpretado como que podía haber hecho más por los otros –incluso por mí mismo- y eso me provocó pena y congoja, una tristeza que se hizo inconsolable, un dolor que no quería ser redimido, un reproche que me dolió en el alma. Lloré. No pude ni quise evitarlo. Aquel contacto con lo más humano de mí merecía un llanto. El arrepentimiento era un fuego, un puñal, una tortura. “Yo he despilfarrado tanto”, y sin mi colaboración expresa en mi interior se pasó revista a todo aquello que sentía que había despilfarrado. Lo que más me dolió era la cantidad de vida que había despilfarrado. De mi irrecuperable e irrepetible vida. Y eso alimentó aún más el llanto que ya era caudaloso. Y ahondó más –sin respeto- en aquel dolor que era tan lacerante. Desfilaron ante mí casi todos los momentos de mi vida que podían haber sido intensos y conscientes pero los había dejado marchar sin ser vividos. También aparecieron las ocasiones que podían haber sido distintas si hubiera hecho algo por darles atención y vida. Y los seres queridos a los que no había dicho cuánto les amaba, los abrazos que no entregué. Toda una retahíla interminable de lamentos, de arrepentimientos, y se manifestó la rabia con intensidad porque tomé conciencia de lo que significa “irrecuperable e irrepetible vida”. “No he hecho lo suficiente”. ¡No he hecho tantas cosas!, pensé. No he hecho lo suficiente por mí, y eso es horrible, pero me entró un cargo de conciencia que no sabía aplacar porque también comprendí que podía haber hecho mucho más por los otros. Mucho más. Hay tantos a los que les podía haber hecho una llamada, haberles escuchado, haberles hecho reír o ayudado de cualquier manera, o soportar el peso de su soledad durante un rato para que descansaran, o mostrarles mi empatía en un abrazo aunque fuese sin palabras. Me había perdido mucho del contacto con otros Seres Humanos, con otros iguales. Aprendí, sin duda. Como ya dije, marcó el fin de un modo de ser y actuar y el principio de otro más acorde con mi voluntad de aquél y este momento. Ahora vivo mucho más atento, con otra intensidad, con toda la consciencia. Quien está abierto y receptivo a aprender de la vida, ve señales por todas las partes. Un anuncio en la televisión puede iluminar, una frase que alguien dice sin darle importancia puede ser el detonante que uno necesitaba para ponerse en marcha, un amanecer puede ser el encuentro con Dios o con Uno Mismo. “Podría haber salvado a más”, “yo he despilfarrado tanto”, “no he hecho lo suficiente”… estas frases –y también otras- pueden ser una invitación a pararse, a darse cuenta, a tomar decisiones, a hacer modificaciones. VIVIR requiere mucha atención y esa atención bien aplicada nos predispone a saber ver y a saber aprender. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Aquí tiene todos los videos publicados en youtube: https://www.youtube.com/channel/UCUNE-EC7eiOQDJ2q_U4lqEQ/videos?disable_polymer=1 Web sobre poesía y prosa: www.franciscodesales.es
  3. CAPÍTULO 50 - EL ORGULLO - LO QUE NO ES APROPIADO - Este es el capítulo 50 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. Básicamente, hay dos tipos de orgullo. Uno que surge por causas nobles, que se asemeja a la dignidad, a la defensa del honor y el derecho al respeto y que aporta una agradable sensación de satisfacción personal, optimismo y confianza. Se distingue porque es muy suave, no lleva mala intención, y hasta llega a ser bueno. El otro, el que no es bueno, surge de la vanidad, de la arrogancia, de la chulería, del engreimiento, de ese aire de superioridad que algunos mantienen y lleva a un estado en el que uno se instala erguido… pero sobre el pedestal de un ego herido. Es de éste del que voy a tratar. El orgullo es un obstáculo incómodo e innecesario en cualquier tipo de relación: tiende a enturbiarla y estropearla, pero en la relación de pareja es aún más grave. En el orgullo se mezcla la tozudez, la inseguridad, un complejo de superioridad y bastante de mala autoestima. Quien sea orgulloso, que revise todos estos aspectos suyos y no permita que afecten a la relación. Es el hombre quien tiene más tendencia a permitir que su orgullo se entrometa en la relación, pero algunas mujeres –sobre todo las que, ya desesperadas, han entrado en una guerra abierta y no les importa el resultado-, insisten en aferrarse al orgullo, quizás desacertadamente, y lo utilizan como excusa y no como motivo real. Visto desde fuera, sin implicarse, a quien está instalado en ese orgullo se le ve ridículo, pero eso no se le puede decir porque no lo admitiría y aún persistiría más en él. Si de algo pudiera uno estar orgulloso –del orgullo bueno- sería, precisamente, de no ser orgulloso –del orgullo malo-. El orgullo malo se puede llegar a diluir con amor y con comprensión. Es conveniente darse cuenta de que cuando alguien ha obrado mal es muy posible que no la haya hecho intencionadamente –ya que si lo ha hecho intencionadamente no tiene excusa-, sino que lo ha hecho pensando en sus intereses, o por su costumbre habitual, o porque no ha medido el resultado posible de sus actos y no ha pensado en que con ellos puede perjudicar a otra persona. Hay que valorar más la intención que el hecho. Decirle a alguien: “¡qué lista eres!”, que parece un halago o un piropo, si se dice con un tono irónico, burlón, o hiriente, claramente se convierte en un insulto. Hay que revisar objetivamente, desapasionadamente, qué es lo que hizo el otro que dolió tanto. Valorar que tal vez requiera un poco más tiempo para aprender a hacer bien las cosas, que necesite un poco más para empezar a ser más consciente, o que ha vivido muchos años de un modo y puede más su costumbre más que sus buenas intenciones. Y que conste que no estoy haciendo una defensa a ultranza del varón. También se puede invertir perfectamente lo escrito y cambiar lo masculino por femenino, y seguiría teniendo validez. Parece ser que instalarse en el orgullo y no querer resolver las cosas de un modo dialogante, sino preferir castigar al otro desde esa actitud, desde esa rabiosa e hiriente indiferencia, desde ese enfado silencioso y envenenado, no es el modo adecuado. La mujer, por su naturaleza, está preparada para lidiar incluso con el hombre más terco, más intransigente, y con su sutileza puede hacerle ver lo que no es capaz de ver por sí mismo. Esto le va bien para tratar con el hombre que es orgulloso, en el peor aspecto del orgullo, y poder reconducirlo hacia el modo adecuado de ser. Para la mujer es bueno comprender que el hombre, de un modo arraigado en el inconsciente colectivo, sin que él sepa exactamente por qué y sin que llegue ni siquiera a planteárselo, tiene una tendencia usual a oponerse a todo lo que sea contrario a sus modos habituales, con los que se siente más o menos cómodo y seguro. Le cuesta dar su brazo a torcer y le cuesta confesar públicamente lo que en silencio haya podido llegar a reconocer: un orgullo inconsciente se erige en representante de él y dificulta la buena relación y convivencia. Ambos tienen que darse cuenta de cuándo están en una actitud en que el orgullo les impide relacionarse abierta y amorosamente, y ambos tienen que querer ser el primero en dar el paso de la reconciliación que les lleve a la recuperación de la armonía. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO - En la relación, siempre conviene dejar fuera el mal orgullo. - La relación no es una competición para ver quién es más que el otro. - El orgullo es ego y mal expresado. Sobre. - Al orgulloso le conviene saber qué es lo que realmente hay detrás de ese orgullo, qué es lo que quiere enmascarar siendo orgulloso. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  4. CAPÍTULO 49 - RIDICULIZAR AL OTRO O MENOSPRECIAR SUS OPINIONES - LO QUE NO ES APROPIADO - Este es el capítulo 49 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. La pareja que se ha elegido es, de algún modo, la prolongación de uno mismo, por lo que, además de merecerse absolutamente todo el respeto del que es digno cualquier otra persona, se merece una atención especial, un cuidado sumo, un respeto máximo, y no se debe atentar contra ella menospreciándola, poniéndola en ridículo, desautorizando sus opiniones –mandándola callar, por ejemplo, o comentando: “tú sólo dices tonterías…”, “no sabes de qué hablas…”-, porque es una ofensa que debiera doler a quien la emite por ser tan ruin y poco considerado. Es aún peor si ese desprecio se hace ante otras personas, porque si ya es grave hacerlo en el ámbito privado, aún es más dañino y perjudicial ante otras personas, desprestigiándola y humillándola públicamente. Si hay desacuerdos en algunas opiniones, es más correcto hablarlo en casa tranquilamente, exponiendo lo que se piensa y haciendo ver el punto de vista personal –que no tiene por qué ser el acertado o el óptimo-. En cualquier caso, aunque no se llegue a un acuerdo de opiniones, es imprescindible el respeto absoluto al otro. La opinión del otro puede estar desacertada, pero ha de ser respetada. Si la otra persona no es o no se comporta como uno quisiera, lo adecuado es tratar el asunto en privado e ir trabajando en la solución, si es necesario y ambos están de acuerdo, pero repito que no es correcto humillar al otro –aunque sea de un modo leve o, casi peor aún, de un modo irónico/sarcástico- porque la dignidad del otro reclama su derecho a ser respetada. Si el menosprecio o la ridiculización se hacen con mala intención, es deplorable y no tiene perdón. Eso habla muy mal de quien lo hace. Ante los ojos de los otros quien realmente queda mal no es a quien se intenta agraviar, sino quien tiene la maldad de hacerlo. Y puede lograr que los otros se sientan realmente mal ante esa actitud. Además de que pueden pensar que si trata así a su pareja… ¿qué no dirá de ellos cuando no estén? Y si se hace en un tono de broma, tener cuidado porque hay bromas que le hacen gracia a uno pero hieren al otro. Y respetar al otro, sea quien sea ese otro, es un derecho que hay que respetar. Ante personas que obran de este modo, es necesario plantarse y no permitirlo, obrando del modo que se considere apropiado para lograrlo, y llegando, si es necesario, a enfadarse muy seria y duramente para dejar clara la postura con respecto a ello, con las consecuencias que eso conlleve. En este asunto, tolerancia cero. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO - Respetar a la otra persona es respetar a la relación y a uno mismo. - Nadie tiene derecho a ridiculizar ni menospreciar a otra persona. - Si el otro no sabe, se le enseña. Pero no solamente se le critica y mal. - Jamás decir algo malo de la pareja delante de otras personas. - Los consejos sobre comportamiento o ideas que se quieran hacer, que sean en casa y con respeto. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  5. PERSEGUIRTE Perseguir tu sombra es mi profundo deseo. Aspirar tu olor, mi máximo anhelo. Rozar tu mano, tu pelo, un premio. Entrar en tu corazón, ocuparlo, despertar a tu lado… ¿será tan imposible como escapar de tu recuerdo? Francisco de Sales (Más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
  6. CAPÍTULO 48 - NO DEDICARLE AL SEXO EL TIEMPO Y LA ATENCIÓN QUE MERECE - LO QUE NO ES APROPIADO - Este es el capítulo 48 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. Aunque ya se sabe que con el tiempo que se pasa juntos, y con la edad, decae el interés por la práctica de la sexualidad, es muy interesante para el bien de la pareja que siga vivo, porque no sólo aporta el momento satisfactorio del orgasmo -si se produce- más toda la intimidad y la magia del preámbulo que conlleva, sino que comporta muchas cosas más que unifican a ambos: desde el cortejo que debiera precederlo hasta el contacto de los cuerpos desnudos, el deseo, los besos, las caricias, las palabras de amor que se pueden intercalar, el dedicarse ambos un tiempo expresamente para ellos, íntimamente y sin distracciones, la comunicación que es más íntima y personal que la cotidiana… y todo eso no debiera hacerse de prisa y corriendo, y casi sin ganas por parte de uno de los dos, ni al acostarse después de haber apurado la televisión hasta el último momento, o cuando uno de los dos está dormido o muy cansado. No es necesario instaurar un momento para hacerlo -o sí, que cada pareja decida-, pero si se decide, por ejemplo, que sea los sábados por la tarde, y un sábado no apetece, no hay que hacerlo “por obligación”, sin ganas, sólo porque es sábado por la tarde, porque entonces perdería también parte de su esencia. El sexo de calidad requiere predisposición y ganas por ambas partes –y ahora hay fármacos que ayudan-, requiere tiempo y dedicación, conocimiento físico del otro y de sus gustos y desagrados, y un ambiente apropiado en lo personal –que se supone ambos han ido caldeando a lo largo del día- y en lo físico: que no haya en ese momento niños que interrumpan o teléfonos que puedan estorbar. Es mejor tener un cartel de esos que pone NO MOLESTAR, y hay que colgarlo en la puerta del mundo –simbólicamente-, para que nadie interfiera en ese tiempo que va a ser solamente de los dos y de nadie más. Y otro asunto: es mejor no obsesionarse con alcanzar el orgasmo, como si fuera una panacea o lo supremo, porque no siempre es así. Está bien, pero no es imprescindible y llegados a cierta edad no es tan importante. A fin de cuentas, es una satisfacción breve y fugaz para el cuerpo, pero lo que realmente aporta placer y satisfacción –que son más duraderos, más personales, y unen más- son la compañía, la cercanía, el sentirse acogido en otros brazos, y la humanidad que aporta ese contacto en ese mundo que crean para ellos solos. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - La sexualidad es un ingrediente importante en la relación. - El sexo es además un motivo para estar juntos y a solas. - La entrega que se produce en el sexo es más que solamente física. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  7. SENTIRME ORGULLOSO DE MÍ En mi opinión, es de justicia -y por lo tanto es adecuado- alcanzar una relación con uno mismo tan cordial y bella como para poder llegar a mirarse al espejo y sentirse orgulloso y contento al ver la persona que se está reflejando, que pueda uno mirarse y que el reflejo le responda con una sonrisa de complacencia, con una mirada limpia que no esconda nada desagradable en el fondo, con una satisfacción ancha y una sensación de paz y bienestar. De sobra sabemos que los humanos somos un cúmulo de contradicciones, de altibajos, de momentos brillantes alternados con otros casi oscuros, y que recorremos todas las emociones y los sentimientos como en una montaña rusa. Así somos. Pero a pesar de todo ello, tenemos la tarea de sobreponernos, de no quedarnos hundidos en las caídas, de evitar las recaídas y de procurar salir siempre airosos de todos los avatares y circunstancias, porque tal vez el objetivo de la vida de cada uno es alcanzar una relación consigo mismo que sea de satisfacción por ser capaz de sobreponerse a todos los vaivenes, a los momentos de inquietudes y dudas, y porque a pesar de todos los resbalones, de las dudas, uno siempre sale a flote de su propia mano. Creo que es conveniente eliminar la falsa modestia y la equivocada humildad y sentir el orgullo pleno de ser uno quien está logrando ser tras todas las duras luchas. ORGULLO es una palabra que no siempre se interpreta bien porque tiene dos significados que aparentan ser contradictorios: “sentimiento de satisfacción por los logros, capacidades o méritos propios o por algo en lo que una persona se siente concernida”, y también es: “arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que suele conllevar sentimientos de superioridad”. En cuanto aparece la palabra “arrogancia” o “vanidad” detrás de ellas está el ego y todos los demonios que arrastra consigo. Ahí es cuando miramos mal a la palabra “orgullo”. Y uno se tiene que llegar a sentir MUY ORGULLOSO de sí mismo. Muy satisfecho. A pesar de lo poco que tenga o haya logrado. Uno se tiene a sí mismo y tiene que lograr sentir complacencia por ello, aunque tenga cosas que se pueden mejorar. La correcta Autoestima es una gran ayuda en esta tarea. Respetar los principios que uno ha creado para sí mismo, ayuda a sentirse contento. Quitarse de encima todas las culpas que uno arrastra innecesariamente en su inconsciente será muy beneficioso. Sentirse digno es sentirse satisfecho. Tener activa y a punto la dignidad es necesario. Valorar en su justa medida los pocos o muchos logros alcanzados colabora mucho en el bienestar personal. Saberse una buena persona y reconocerlo y admirarse es honesto. Amarse, a pesar de todo, es justo y necesario. Cada uno es siempre una obra inacabada y eso es muy interesante porque quiere decir que la opción de Mejoramiento siempre está presente. Si eres justo y buscas motivos para sentirte orgulloso de ti, los encontrarás. Demuéstrate tu Amor Propio. Enamórate de ti. Revisa tu Autoestima y tu Amor Propio si ves que no eres capaz de desarrollar todo lo que has leído. Y rebaja tu nivel de auto-exigencia. Sé consecuente y no te pidas lo imposible. No menosprecies tus logros, aunque te parezcan pequeños son tuyos y los has conseguido tú. No te compares con otros. Si eres una persona honesta ya has triunfado en la vida. Si eres capaz de sentirte feliz, has logrado otro de los objetivos. Si eres honrado y bueno ya tienes mucho mérito y motivos suficientes como para sentirte orgulloso de ti. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  8. CAPÍTULO 47 - NO PEDIR LO QUE REALMENTE SE QUIERE EN EL SEXO - LO QUE NO ES APROPIADO - Este es el capítulo 47 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. Ya he hecho referencia a la incapacidad o el desinterés del hombre para adivinar lo que la mujer sólo insinúa y no dice con todas las palabras y muy claramente. Por eso de no decir o no pedir con total claridad, se puede perder ella -y se perderían ambos- muchas cosas. Teniendo en cuenta que la pareja es un proyecto de los dos, que está por encima de cada uno de ellos como individualidades, que se forma con otro alguien con quien se va a compartir el resto de la vida –con sus correspondientes conflictos y alegrías-, y que ambos se van a ver perjudicados o beneficiados directamente por todo aquello que afecte a la pareja, será más que beneficioso que cada uno de ellos exprese o pida lo que realmente quiere de un modo directo, sin rodeos ni tapujos, sin miedo ni pudor. También en lo relacionado con el sexo, que es uno de los asuntos importantes en la relación. Conviene crear la confianza suficiente para poder hablar de los gustos particulares que tenga cada uno. Sobre todo, para evitar que te hagan algo que te desagrada o te obliguen a hacer algo que no quieres hacer. Y también que no te hagan algo que sí te gusta. Hay que tener muy claro que no es obligatorio decir siempre que sí –cuando lo que se quiere es “no”-, y tampoco hay que decir que sí a todo cuando hay alguna cosa que no apetece. Pasarlo mal para que el otro disfrute tal vez no sea justo –y no sería lógico por parte del otro pedirlo-. Es algo que se debe valorar y decidir entre ambos. Dependiendo de cómo sea el otro se podrá hablar directamente o habrá que plantearlo como una especie de juego. Los asuntos del sexo aún se tratan con vergüenza, pero resulta más fácil hablar de ello cuando se está en plena actividad sexual, porque parece que la excitación del momento permite estar más desinhibidos. Algunas mujeres no se atreven a pedir que les acaricien en tal sitio y de tal forma, o que les besen acá, o que les den ligeras cachetadas en las nalgas, o que quieren ponerse en cierta postura, o que les susurren ciertas palabras con cierto tono, porque no vaya a ser que él piense que es una depravada. O no piden sexo cuando lo desean para que él no crea que es una ninfómana. Es evidente que la educación represiva en este campo, y la deseducación, son una fuente de conflictos sexuales en la relación y que así como se tratan otros temas con naturalidad, éste parece destinado a mantenerse tabú. Y en mi opinión se deberían conocer los gustos y deseos del otro en este terreno como se conoce que no le agrada madrugar o que le gusta la comida sin sal. Partiendo de que en el sexo vale todo –digo TODO- lo que acepten ambos por libre voluntad, si no se expresa con claridad lo que se desea se puede quedar uno con ciertas frustraciones que si hubiese comunicación se podrían evitar. Porque eso que a uno le perturba de su sexualidad le puede gustar mucho al otro, que a su vez tal vez tampoco se atreva a pedirlo y de ese modo ambos se lo pierden. Ya hace muchos años que el sexo es un asunto orientado más al placer que a la procreación, y que producir placer al otro es otra forma de amar y de unirse aún más, y que está demostrado científicamente que todo son ventajas al mantener relaciones sexuales satisfactorias. Muchos hombres que fueron educados en la creencia de que el sexo es sólo para disfrutarlo él, y que ella es poco menos que una esclava sexual preparada para satisfacerle, ya se han ido dando cuenta de que no es así. En bastantes casos las mujeres no se atreven a pedir lo que desean pues temen al juicio que el otro pueda emitir, porque parece como que en el papel que siempre se ha adjudicado a la mujer -el de ser madre impecable, inmaculada y virginal esposa, al mismo tiempo que abnegada y trabajadora-, no entrara el hecho de que también tenga sus deseos y necesidades sexuales. Ellas pueden llegar a imaginar que si manifiestan sus deseos eso va a afectar y a cambiar el concepto que su pareja tiene de ellas, y que ellos pueden llegar a pensar que se han emparejado con una puta o con una loca. Mientras que, al mismo tiempo, puede que él desee una mujer liberada, abierta a todo, y ya que no lo encuentra en su mujer se vaya a buscarlo por los burdeles o en los brazos de una amante. La claridad y la espontaneidad, y la liberación de los tapujos y los pudores, aportan enriquecimiento a la relación… y muy buenos momentos compartidos. Es mejor no reprimir la sensualidad, lo lujuriosamente salvaje que se lleva dentro –con el mayor respeto y cuidado de no agraviar a la otra parte-, porque reprimirlo conduce a la frustración –otro desagradable e incómodo granito de arena-, y conviene no permitir que los inconvenientes que se presentan en la vida, ni la rutina, ni los agobios, ni lo cotidiano, interfieran en esta parcela. Conviene que ambos lo tengan claro y que ambos defiendan ese lugar de encuentro de sus cuerpos y sus almas. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - Hablar de los gustos y deseos sexuales es recomendable y necesario. - Tener relaciones sexuales satisfactorias fortalece la pareja. - Lo que pase en el sexo es cosa sólo de los dos. - Sólo al sexo bien compenetrado se le puede llamar “hacer el amor”. - El sexo no es solo penetración, lo importante son los preliminares amorosos y que se mantenga vivo el deseo del otro o de la otra en su totalidad. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  9. CAPÍTULO 46 - NO PEDIR AYUDA - LO QUE NO ES APROPIADO - Este es el capítulo 46 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. Hay mujeres que se creen que tienen que hacerse cargo de todo en la relación porque es su obligación y están para eso, o que creen que pueden con todo lo que les venga, con todo lo que ponga la vida por delante, con todos los inconvenientes. En mi opinión, están equivocadas. En las labores y obligaciones de la pareja se comparte todo. O así debiera ser. Se comparten la cama y el sexo, la comida y el sofá, las ilusiones y el tiempo. Y se debieran compartir las tareas o los asuntos que corresponden a ambos. Compartir y compartirse. La mujer tiene que acostumbrarse a pedir ayuda cuando la necesite, y olvidarse de ese papel –en algunos casos autoimpuesto - de abnegada madre y cónyuge, de resignada mártir que recibe en sus espaldas cuanto peso quieran ponerle la vida o las circunstancias, de sacrificada víctima, de fuerte y poderosa, y no debe olvidar ni debe renunciar a su femineidad, y lo que ello simbólicamente significa y conlleva. No debe renunciar a sus derechos de pareja, entre los que se encuentra el de compartir también lo más difícil o menos agradable de la convivencia. Si se necesita pedir ayuda se ha de hacer con naturalidad, sin darle importancia, en justa reclamación de un derecho que corresponde y no es necesario explicar, sin que ello implique una idea de debilidad, ni de humillación y limosneo. No es necesario ser -o aparentar ser- Superman o Superwoman. Hay que acostumbrarse a ayudar antes de que la otra parte tenga que pedir ayuda. Ambos tienen derechos y ambos tienen responsabilidades y obligaciones. Y reclamar y recibir ayuda es uno de los derechos de ambos. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - Sé consciente de tus limitaciones. - Pide cuando necesites. - Las tareas y responsabilidades de los dos, son de los dos. - Pedir ayuda no es debilidad, sino justicia. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  10. CAPÍTULO 45 - NO VALORAR LAS DIFERENCIAS CULTURALES O SOCIALES - LO QUE NO ES APROPIADO - Este es el capítulo 45 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. Este no es un tema insignificante. Lo cierto es que, a pesar de que se dice que el amor supera todas las barreras y todos los obstáculos, hay algunos que tienen una solución complicada a pesar de la buena voluntad que se ponga. Cuando ambos provienen de diferentes estratos sociales cada uno puede intentar acoplarse al del otro, pero se van a encontrar con inconvenientes importantes, y pueden no ser significativos cuando están ellos dos a solas, pero pueden hacerse muy evidentes esas diferencias cuando uno se encuentra en el ambiente social o cultural del otro y es muy distinto del suyo habitual o propio. No es imposible –porque en los cuentos algunos príncipes se casan con plebeyas- pero conviene valorar, individualmente y como pareja, el esfuerzo que va a tener que hacer cada uno de ellos. Puede que el que tenga el nivel cultural más alto, una vez que la fiebre del enamoramiento remita, se dé cuenta de que no puede tener conversaciones intelectuales con el otro, porque no prosperan; puede que le incomode no poder comentar uno película al final de la sesión, no poder opinar sobre un libro porque no lo ha leído, o que su tema de conversación sea obsesiva y exclusivamente el fútbol, porque todo eso crea una distancia innegable y una merma de intereses comunes. Puede que su diferente nivel también implique diferencias en los gustos o aspiraciones y que la sensación de estar con alguien con quien se tiene poco que compartir se convierta en una pesada losa que no se puede cargar durante mucho tiempo. Puede que la persona que tenga el nivel de partida más bajo no se sienta cómodo en un ambiente distinto del suyo, porque sienta que no está a la altura de lo que se espera de ella, o que la parte social de la relación obligue a comportarse de un modo inhabitual y ese esfuerzo de fingir o aparentar le pase factura psicológicamente haciéndole notar que no está siendo ella misma sino que es un personaje falso, inventado, y no le guste interpretar siempre ese papel. Y todavía quedaría por ver lo que les puede separar a medio o largo plazo, como el tener diferente raza o país de origen, diferente religión o gustos culinarios, y el ser aceptado plenamente o no por el resto de miembros familiares cuando son muy diferentes en cuanto a tradiciones o costumbres. Es sólo una observación para quien no valora en su justa medida esto que puede llegar a convertirse en un inconveniente. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  11. !QUÉ DIFÍCIL ES AMARSE A VECES! video: https://www.youtube.com/watch?v=3w7VaK3WwnQ En mi opinión, es muy posible que todos hayamos expresado ya esta idea –con otras palabras o con estas mismas- porque es un sentimiento común que podemos vivir en algunos momentos de nuestra vida. Si le ha gustado este video ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias. Todos los videos están publicados aquí: loading... https://www.youtube.com/channel/UCUNE... Encontrará artículos de Francisco de Sales en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action...) Si lo desea, visite mi web: www.(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM) Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Web con poesías y relatos: www.franciscodesales.es instagram: https://www.instagram.com/franciscode... Twitter: https://twitter.com/buscandomeweb1
  12. CAPÍTULO 44 - SER EGOCENTRISTA - LO QUE NO ES APROPIADO - Este es el capítulo 44 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. “Egocentrista es aquel que no sabe valorar los deseos y los sentimientos ajenos”. El egocentrista está convencido de que el Universo gira alrededor suyo, que él es lo más importante que existe sobre la Tierra, y que el sol aparece cada día sólo para verle a él. “Yo” es su palabra favorita. Le siguen de cerca “mí”, “a mí” y “para mí”. Pero si dos personas deciden crear un proyecto de vida en común, éste no ha de ser la suma de dos egos -que no saben lo que es compartir, o lo saben pero no lo practican-, porque estaría condenado desde el principio al más estruendoso fracaso. Uno guerra de egos es la más feroz e innecesaria de las guerras. Es condición indispensable dejar fuera el ego para poder seguir adelante, no rivalizar en preponderancia con el otro, no exigir y sí ofrecer, querer al otro tanto como a uno mismo, entregar y entregase sin medida, y tener presente en todo momento al otro para desear su felicidad y su bienestar. Y todo ello, por supuesto, desde ambas partes. La equivocación puede llegar a través de la exigencia por parte de uno de ellos que reclame en exceso queriendo acaparar todo: la atención con plena y exclusiva dedicación, la mejor ración de comida –comida que se ha de hacer a su gusto, y hecha pensando en lo que le apetece-, el lado más cómodo de la cama, el lugar más cercano a la calefacción o el aire acondicionado… en todo piensan “primero yo y lo que a mí me guste”. A algunas personas, obnubiladas todavía por la parte errónea del enamoramiento, eso llega a parecerles normal, porque desde su parte sí anteponen al otro y dan sin límites porque quieren lo mejor para el otro. La decepción llega cuando hacen un balance entre lo que entregan y lo que reciben y ven un saldo en números rojos. ¿Cuánto tiempo hace que no soy yo quien escoge el canal de televisión o qué película vamos a ver en el cine? ¿Por qué nunca vamos a comer al restaurante que me gusta a mí? ¿Por qué vamos todos los años a la montaña y no a la playa? ¿Por qué nunca tiene un detalle conmigo con todos los que tengo yo con él -o con ella-? Cuando se empiezan a repetir este tipo de preguntas es cuando se comienza a caer el velo, se abren las nubes de golpe y un rayo neutral alumbra todo lo que está siendo verdaderamente la relación. El desengaño es punzante. Y molesta mucho el desconcierto por no haberse dado cuenta antes de que estaba siguiendo un juego en el que no quiere participar. Lo que hasta ahora se había hecho con y por amor, ahora aparece como una tomadura de pelo por la otra parte, como un abuso por la candidez o bondad, y entonces se presentan dos alternativas: o seguir como hasta entonces, para seguir manteniéndole a su lado, desde ese estado servil que colinda con la humillación, o la rebelión -pacífica o estruendosa- y el encaramiento –en principio, mejor amable que atronador- con el otro para mostrarle los sentimientos y reclamar un cambio de actitud. El egocentrista difícilmente va a cambiar, por eso hay que pensarlo antes de dar el sí a la relación, o… hay que soportar las consecuencias. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO - La pareja no es un lugar creado para el egocentrista. - Hay que huir de los egocentristas. - Dar sin recibir, es perder. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  13. CAPÍTULO 43 - CONVERTIR EL SEXO EN UNA RUTINA - LO QUE NO ES APROPIADO - Este es el capítulo 43 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. Es innegable la significación de la sexualidad en los primeros años de relación. Con el tiempo van desapareciendo las calenturas urgentes, los instintos ya no son tan apremiantes y, poco a poco, se van espaciando las relaciones sexuales y el deseo de mantenerlas. La libido se va a apaciguando. Mientras el deseo esté en activo, es un asunto que requiere atención y conviene dedicársela. Porque no sólo aporta una satisfacción placentera muy agradable –y casi imprescindible- sino que fortalece la unión en la relación, ya que no se puede dar más intimidad física que la que proporciona la desnudez de los cuerpos, la entrega personal total, los “secretos” que se exponen durante el sexo –ciertos gustos particulares, incluso algunos que puedan parecer poco aceptables socialmente y que no gustaría que los conocieran otras personas-, cierta privacidad que no se comparte con nadie más, las confidencias que se comunican… Por eso es un asunto de una destacada importancia que hay que otorgársela. No es asunto de dejarlo para cuando ya ambos están hartos de ver la tele y uno de ellos se ha quedado medio dormido, ni de hacerlo deprisa porque hay tareas que hacer urgentemente. Conviene dedicarle momentos en que ambos se encuentren físicamente en forma, en que no haya que terminar deprisa, que no se haga por compromiso y se transmita esa desgana, que no se pongan objeciones que valen menos que lo que va a suceder: “acabemos pronto que tengo que planchar”, “rápido, que estoy cansado”, o razones/excusas similares. Tampoco es del todo acertado poner como norma un día y una hora y tener que cumplir como si fuera un trámite obligatorio porque han llegado el día y la hora. Lo adecuado sería estar ambos predispuestos a provocar esos momentos y a participar en ellos. Hay un refrán que dice: “comer y rascar todo es empezar”, que se puede aplicar a este asunto también. Además del dato cierto de que los años lo van relegando a otro lugar menos preponderante. Tal vez el hecho de haber ido convirtiendo los encuentros en rutinarios –porque ya han pasado muchos días desde la última vez y eso crea una especie de obligación-, y como tal vez los cuerpos ya no resulten tan atractivos y apetecibles como antes –esas varices, la grasa acumulada en el abdomen, los muslos rellenos, los pechos que siguen su tendencia natural a caerse, etc.-, la realidad es que el sexo, en general, pierde gran parte del atractivo inicial y la actividad se va espaciando. Cuando no se muestra interés, porque no se siente interés, es posible que el otro no lo proponga más a menudo porque se da cuenta de que se le dice que sí por compromiso y no por ganas; si ella, o él, acuden al encuentro sexual con una notable desgana –“acaba pronto y no me despeines…”, “algo rápido que empieza el fútbol televisado en unos minutos y no me lo quiero perder…”- eso ayudará a enfriarlo aún más. Es cierto que no se le puede obligar al interés sexual a que se manifieste cuando no existe. No creo que fingir deseo sea lo más adecuado. No sé si obligarse a hacerlo poniendo buena cara y aparentando atracción es lo correcto. Lo generoso sería hacerlo, por el bien del que lo propone, pero hay que valorar que eso no sea un coste emocional contraproducente. Lo que sí es cierto es que es un asunto en el que ambos tienen que ponerse de acuerdo para encontrar una fórmula que deje más o menos conformes a ambos, y que no es adecuado dar una norma general para todas las relaciones porque cada persona y cada relación es distinta, y lo que a unos puede parecerles justo para otros sería escaso o excesivo. Lo ideal, lógicamente, sería que la pasión no se apagara y que el deseo siguiera vivo. Por encima de la penetración está el amor y las caricias que pueden compartir. En cualquier caso, una vez llegado al acuerdo –y dejando espacio para que la espontaneidad se manifieste en el momento que le apetezca-, sí sería de agradecer, por y para ambos, que se participe de un modo pleno intentando que sea satisfactorio, y no como una condena, y que no se sienta como una violación a la que uno de los dos tiene que dar su desganado consentimiento. No deberían olvidar ninguno de los ellos que, sobre todo para la mujer, es muy agradable y muy excitante ir manifestándole el interés antes de que llegue el momento, halagándola sinceramente, diciéndole alguna de esas picardías que sabe que le gustarán, ambientar el tiempo previo con músicas de su agrado, alguna bebida que le satisfaga –sin necesidad de llegar a la borrachera-, un regalo, un detallito amoroso, unas caricias picantes, algo insinuante… Eso es algo que cada uno tiene que planear y preparar. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO - Darle al sexo la importancia que tiene y apreciarlo realmente. - Valorar que más allá del placer que produce, está la comunión que se da entre dos personas que se entregan durante la relación sexual. - Dedicar al sexo un tiempo de calidad. - Provocar previamente el deseo en la otra persona. - Es mejor que el objetivo del sexo no sea sólo la penetración y sí todo lo de entrega y unión que conlleva. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  14. CAPÍTULO 42 - CUANDO HAY EXCESO DE EXCUSAS - LO QUE NO ES APROPIADO - Este es el capítulo 42 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. “La excusa puede ser una mentira disfrazada”. Algunas personas no son capaces de tener una conversación clara, sincera y directa. Dan rodeos innecesarios. Aplazan continuamente los asuntos que hay que afrontar y resolver. No tienen ganas. Algunas personas se han convertido en maestros de las excusas y eso, en una relación, es un incordio bastante serio; más que un incordio, es algo inadmisible. Dos adultos con algo pendiente de resolver -sea lo que sea- tienen que unir sus fuerzas o habilidades y solucionarlo. O, por lo menos, hablarlo. Así que habrá que desconfiar de frases del estilo de: No estoy preparado. Debemos esperar un poco más. Me es difícil tomar una decisión. Necesito pensarlo más. Lo hago por tu bien aunque tú no te des cuenta ahora. Pueden estar escondiendo algo que no quieren reconocer o no se atreven a decir, y detrás de la aparente indecisión, la realidad puede ser un desinterés en el asunto a tratar, o, lo que es peor aún, un desinterés por el otro y por la relación. Quien tenga relación con una persona que es dada a usar este tipo de frases cuando se le pregunta por cosas importantes, del estilo de qué opina de cómo va la relación, o si de verdad le ama, o si realmente van a formalizar ya la relación yendo a vivir juntos, que observe lo que de verdad quiere decir cuando usa esas frases, y que añada esto a otros síntomas sospechosos si los ha detectado. A partir de ahí, y como va a ser muy difícil que el otro diga la verdad de la verdad –aunque se le acorrale y se le ruegue sinceridad-, uno tendrá que tomar la determinación que considere oportuna. Quien se plantee la duda de tener que pasar o no el resto de la vida con una persona así ya tiene su propia respuesta en la duda: no le interesa. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO - No aceptar una excusa como respuesta. - Recordar que la sinceridad es un elemento indispensable en la relación. - Es mejor decir la verdad, aunque a veces duela. - Acostumbrase a decir SÍ o NO cuando eso es lo que se quiere decir. - Sospechar de las excusas. - Hablar con sinceridad de lo que realmente pasa. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  15. CAPÍTULO 41 - TÚ HAZ LO QUE QUIERAS QUE YO HARÉ LO QUE ME DÉ LA GANA - LO QUE NO ES APROPIADO - Este es el capítulo 41 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. Esta insensatez puede comenzarla cualquiera de los dos, él o ella. Sea quien sea quien comience con ello, está fomentando claramente el principio del fin de la relación. Ya quedó claro desde que ambos decidieron formalizar la relación que era un proyecto común, que ambos estaban interesados en participar, que todo lo importante que se hiciera a partir de la institucionalización sería entre ambos y para ambos, así que el hecho de iniciar un estado de “tú haz lo que quieras que yo haré lo que me dé la gana”, está invitando a la disolución pero sin atreverse a decirlo claramente. Si se detecta esta situación, hay que afrontarla y resolverla inmediatamente. Una cosa es que cada uno tenga su mundo personal además del mundo que comparte con su pareja –que es algo muy interesante para ambos-, y otra cosa es que el mundo personal acapare todo el tiempo y ya no interese el de su pareja. A los desacuerdos en la relación, que pueden ser habituales, se les puede y se les debe dar una oportunidad, incluso una segunda oportunidad, o hasta una tercera si la paciencia y la voluntad son generosas, pero cuando se comprueba que ya existen varios motivos de desacuerdo y que la otra parte no está haciendo lo necesario para que se produzca el reencuentro, es mejor no alargar más lo inevitable, y valorar seriamente la opción de cortar la relación. Una situación como esta es rotundamente una clara buena razón. En mi opinión esta propuesta que hace uno debiera ser inaceptable por el otro. Este no es el sentido de la pareja. Me refiero a una pareja que pudiéramos calificar o clasificar como “normal”. La convivencia está abierta a cualquier tipo de acuerdo entre ambos, las normas en la pareja las ponen entre los dos pero también tienen que ser aceptadas y acatadas por los dos, y si en ello está incluida la libertad incondicional de cada uno, entonces no está mal. Pero tal vez entonces hayan dejado de ser una “pareja” –en el sentido de relación- para convertirse, simplemente, en dos personas que coinciden en algunos momentos. Quien acepte esto por imposición del otro que verifique si es lo que realmente quiere, o si le compensa; que vea si tiene que conformarse con este panorama, o que valore si quiere cambiarlo. Cambiarlo por otro. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO - Si ambos no caminan juntos, son dos pero no son una pareja. - Los problemas hay que resolverlos. Juntos. - No forman una pareja sentimental dos que no tienen cosas en común. - Si esta es la actitud, puede que ya sea el momento de separarse. - Si hay voluntad de querer resolverlo, la terapia de pareja es adecuada. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  16. CAPÍTULO 40 - LOS CELOS - LO QUE NO ES APROPIADO - Este es el capítulo 40 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. “Si estás en una relación en la que sientes celos justificados, y a pesar de eso sigues en ella, eso no es amor: es falta de Amor Propio”. Este es un asunto demasiado delicado. Si los celos son fundamentados y justificados –porque se demuestra que el otro está teniendo una relación sentimental con otra persona-, ya no son celos, sino claramente una infidelidad o un adulterio, y ya es decisión de cada persona qué es lo que va a hacer con esa situación. No hay una fórmula ni una decisión estándar y universal que valgan para todos los casos. Estaría bien mantener la serenidad y dialogar para escuchar las razones y sopesarlas. Y a partir de ahí tomar una determinación. En el caso de que se acepte y perdone pero luego haya reincidencias… ya se puede ir pensando muy en serio en que no tiene remedio y decidir en función de esa situación tan evidente. Si los celos son celos –esa sospecha de que la persona amada pueda estar poniendo su atención o su cariño en otra- entonces conviene, en primer lugar, descartar que haya alguna realidad en la sospecha y verificar que es solamente una suposición de la imaginación. Si es así, y aunque sea muy difícil, quien cela debería tener una seria conversación consigo mismo, explicándose lo que en realidad pasa, para evitar caer en esa vida angustiada de los celosos. Es cierto que es muy difícil, porque la mayoría de las personas celosas tienen serios conflictos con su Autoestima. Se infravaloran, y por eso pueden imaginar que su pareja esté buscando alguien con más inteligencia, con más atractivo, con más juventud, con más “cualquier otra cosa” que el celoso sabe o piensa que no tiene. Si la pareja le ha elegido a uno, o a una, es casi seguro que sea porque le ha parecido que es la persona que estaba buscando, que reúne las características y cualidades que le parecen importantes, y que, además, de esa persona recibe el amor que desea y es a quien quiere ofrecerle su amor. No todos los hombres buscan la más inteligente, la más atractiva, o la más joven. Ni todas ellas buscan al más guapo, ni al que tiene más dinero. Para casi todos priman otras cosas que las han encontrado en la pareja que han elegido. La inseguridad personal que provoca la falta de Autoestima es quien azuza y alimenta los celos. Es interesante trabajar en ese aspecto del Crecimiento Personal. Hay que valorar que la pareja se puede cansar, mucho y con razón, si los celos son infundados. Porque los celos le van a hacer vivir en una situación muy desagradable, ya que estar siendo juzgado por algo que no ha hecho, y que duden de su honradez y fidelidad, y tener que estar sometido a un interrogatorio continuo, y eso de no poder moverse con confianza y no poder acercarse libremente a otra persona del sexo opuesto, incomoda, cansa, y enfada. El asunto de los celos mina continuamente la relación. La arruina y la destruye. Eso que se dice de que los celos son una demostración de amor es incierto del todo: son una demostración de inseguridad y de posesividad. Si se ama, se da libertad. Una posibilidad para tratar de que no afecte gravemente es hablar muy sinceramente con la pareja y explicarle los sentimientos, las razones y motivos, el porqué de los celos, y pedirle que colabore en tratar de no hacer cosas que puedan fomentar la sospecha de los celos. Pero esto es simplemente un parche que no va a satisfacer a ninguno de los dos, porque, además, quien es celoso sospecha hasta cuando ve al otro hablando con una escoba. Será mejor decirle que se desconfía y analizar juntos esa desconfianza. Los celos son un agobio insufrible. Y cuando una persona es celosa, sería bueno que dejara de ver fantasmas donde no los hay, y que reforzara su Autoestima, lo cual le daría mucha confianza y seguridad en sí misma. Y no debería descartar la posibilidad de acudir a un psicólogo que le pueda orientar bien. SUGERENCIA PARA ESTE CASO - A las personas celosas les conviene revisar su Autoestima y sanarla. - Los celos llevan ocultos miedos personales. - La inseguridad que aportan los celos acaba afectando a la relación. - Revisar con objetividad si los motivos de esos celos son reales. - Mejorar la comunicación con la pareja. - Acudir a un psicólogo. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  17. TENGO LA AUTOESTIMA BAJA, ¿Y AHORA QUÉ HAGO? video: ESTE ES EL ENLACE AL QUE SE HACE REFERENCIA: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?board=... Si le ha gustado este video ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias. Todos los videos están publicados aquí: https://www.youtube.com/channel/UCUNE... Encontrará artículos de Francisco de Sales en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action...) Si lo desea, visite mi web: www.(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM) Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Web con poesías y relatos: www.franciscodesales.es instagram: https://www.instagram.com/franciscode... Twitter: https://twitter.com/buscandomeweb1 Correo electrónico: [email protected]
  18. CAPÍTULO 39 - CONVERTIR LOS DIÁLOGOS EN LUCHAS (o en monólogos) - LO QUE NO ES APROPIADO - Este es el capítulo 39 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. Un diálogo en una relación no debiera ser otra cosa que un intercambio de opiniones, pensamientos, o ideas, teniendo carácter constructivo. Pero, en muchas ocasiones no se sigue este patrón y lo que comienza como una exposición de una situación deriva hacia una disputa. Y esto hay que evitarlo. Siempre. La culpa de esta mala costumbre se debe principalmente a resentimientos acumulados y malas experiencias anteriores; ya desde antes de comenzar se intuye que el otro no va a hacer caso, no va a colaborar, y esa frustración predispone al tono en que se desarrollará, o hay tanta rabia acumulada que se aprovecha cualquier momento para hablar también de los granitos de arena que se han convertido en montañas, o porque parece que no está predispuesto a ceder y no va a hacer otra cosa que defender su postura de modo obtuso sin colaborar en la búsqueda de un punto intermedio mediante la negociación. En los casos extremos, sólo por molestar, opinará o dirá exactamente lo contrario. También se da el caso, en menor medida, de que acabe convirtiéndose en un monólogo, bien porque la otra parte no esté interesada y ni siquiera contesta –lo que exasperará mucho a quien sí tiene interés en el diálogo-, o bien porque ya desde que se inició –y con la excusa de hablar del asunto que sea- no estaba buscando otra cosa que una nueva disputa. Insisto en que el fin de las conversaciones, que debieran estar presididas por la búsqueda del bien común y debieran ser del todo sinceras, es hacer lo necesario para que el beneficiado principal sea la relación –la relación que han creado entre los dos- por encima de los intereses o beneficios personales de cualquiera de ellos. Ya desde que se comienza la relación tiene que quedar escrito con tinta imborrable que este es uno de los motivos fundamentales: construir y preservar algo que está por encima de ellos dos como personas individuales, algo que perdure y les sobreviva, que sea una razón y objetivo primordial. La construcción de la relación trata de crear un sitio en el que uno se encuentre mejor que si estuviera solo. El sitio donde encontrar el apoyo incondicional del otro y la comprensión sin juicio. El refugio inexpugnable donde sentirse seguro y acogido en todas las circunstancias y en los momentos más bajos. El sitio donde poder expresarse en libertad y donde poder manifestar las ilusiones –con la confianza en que el otro colaborará para que se cumplan-, los miedos –con la seguridad de que el otro le acompañará durante su travesía o para expulsarlos-, y las cosas que a uno le hacen feliz –sabiendo de antemano que el otro sentirá la misma felicidad-. Y no hablo de un sitio utópico ni de una relación utópica, sino del resultado de la suma de la sinceridad, las ganas, el amor y la ilusión de ambos, todo ello encaminado hacia el mismo fin común. Los altercados acalorados, reiterativos, con tintes impositivos, en los que se vulnera el derecho del otro a manifestarse también, son contraproducentes. Discutir, por definición, es “examinar atenta y particularmente una materia”, y también es “alegar razones contra el parecer de alguien”, pero discutir, habitualmente, conlleva ponerse en una actitud defensiva –pero defendiéndose con uñas y garras- o en una actitud bravucona y agresiva –en la que la sensación de violencia también está presente-, aderezado con gritos o voces altas que llevan añadidos deseos de intimidación. Discutir debiera ser una consideración atenta y detenida, ecuánime y distendida, de los pros y los contras del asunto o la situación objeto de ese miramiento, de cara a adoptar la decisión que sea conveniente para ambos. Y no la lucha sin cuartel, el enfrentamiento directo, la irreverencia, o la defensa obstinada y obcecada de una razón que se supone correcta. El diálogo ha de estar presidido, siempre, por el amor. Lo que sea objeto de la conversación ha de ser para bien mutuo y aceptado por ambos. Antes de comenzar una conversación en la que se pueden prever desencuentros es mejor estar muy serenos, muy abiertos, amorosos, y proponerse seriamente ser sensatos y participativos. Y que los diálogos puedan llegar a buen término. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO - El diálogo ha de ser con ecuanimidad y sin prejuicios. - No hay que olvidar que el objetivo del diálogo es llegar a acuerdos. - Es conveniente que el amor esté presente en todo momento. - Los intereses de ambos como pareja pueden estar –en algunos casos- por encima de los intereses personales. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  19. ¿CÓMO ESTÁ TU RELACIÓN CONTIGO? En mi opinión, un asunto tan importante como es el de la relación de uno consigo mismo no recibe la atención imprescindible que requiere. Nos instalamos en la rutina de vernos todos los días a todas las horas en todos los sitios desde hace muchos años, y no es habitual que nos paremos un día con más tiempo y atención ante el espejo para ver quién es ese que se asoma. Si acaso reparamos en una nueva arruga o una nueva cana, pero no en el que vive dentro de ese cuerpo. La relación con nosotros mismos se vuelve rutinaria y superficial. Pocas veces nos entretenemos en una charla distendida y cariñosa con nosotros mismos en la que pasar revista a nuestras actitudes y acciones en la vida –salvo que sea para regañarnos- y muy pocas veces nos dedicamos a preguntarnos qué queremos realmente – y qué hacemos para conseguirlo-, y casi nunca nos preguntamos ¿qué tal estoy? Por supuesto que los auto-abrazos son muy escasos o nulos, las propias felicitaciones casi inexistentes, y nos dedicamos pocas sonrisas de complacencia o cariño o admiración. Estamos muy ocupados, por lo visto, en atender otros asuntos que son más urgentes –pero no sé según qué criterio- o aquellos a los que les adjudicamos una importancia de las que carecen por sí mismos o aquellos que nos distraen de la realidad de las cosas que sí son importantes –nosotros, por ejemplo- o aquellos en que nos negamos la mirada y la palabra por estar enfadados –inútilmente- mientras no hacemos algo positivo y válido para arreglar la relación más importante que tendremos a lo largo de toda nuestra vida: la relación con nosotros mismos. No hay que olvidar que los otros, aunque nos provean muchos buenos momentos y satisfacciones, no son el objetivo principal de nuestra vida. Y que es absurdo tener muchos “amigos” si no somos nuestros primeros y más importantes amigos. Que las relaciones externas –aun siendo necesarias- carecen de la importancia real que tienen las relaciones internas. Que decir que uno se lleva bien con los otros mientras se lleva mal consigo mismo es una hipocresía. “Cómo está mi relación conmigo” es una pregunta que uno se tiene que hacer muy a menudo. Por ejemplo, tras cada situación en la que se siente un poco de disgusto por algo que ha hecho o que no ha hecho; esas situaciones en las que uno –si es sincero- nota que hay algo que le provoca una sensación interna desagradable aunque trate de disimularla o negarla. También es muy interesante e imprescindible hacerlo una vez a la semana, por ejemplo, buscando un tiempo de intimidad, sin la interrupción de otras personas o preocupaciones, y dedicar un tiempo a la consolidación de la relación más íntima que uno podrá tener: con ese Ser Humano que alberga en su interior, con la inquietud espiritual o personal que le reclama ser realizada, con la sabiduría que le recuerda el paso del tiempo y le propone una revisión de los planes y proyectos… en fin, con el Uno Mismo. Las cosas que uno quiere hacer necesitan ser antes un proyecto y no dejarlas en manos del azar o de las casualidades. Desde la atalaya de los 66 años que tengo cuando escribo esto puedo garantizar que el Tiempo de los Arrepentimientos llega, y que en muchas ocasiones es implacable y cruel, y que a veces ni siquiera el mucho Amor Propio que uno se tenga es capaz de aplacar todos los gritos de dolor por lo que no se hizo, por el tiempo que se desperdició, por el derroche de una vida que podría haber sido distinta –y mejor- si se le hubiera dedicado el tiempo y la atención que requiere. O sea, si uno se hubiera parado más a menudo a preguntarse ¿QUÉ ES LO QUE REALMENTE QUIERO? y ¿CÓMO ESTÁ MI RELACIÓN CONMIGO? Si lo haces, será la mejor inversión de tu vida y serás el beneficiario directo de todo lo bueno que eso te aporte. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Aquí tiene todos los videos publicados en youtube: https://www.youtube.com/channel/UCUNE-EC7eiOQDJ2q_U4lqEQ/videos?disable_polymer=1
  20. CAPÍTULO 38 - NO SABER ESCUCHAR LO QUE SIENTE EL OTRO - LO QUE NO ES APROPIADO - Este es el capítulo 38 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. “Entre lo que pienso, lo que quiero decir, lo que creo decir, lo que digo, lo que quieres oír, lo que oyes, lo que crees entender, lo que quieres entender, y lo que entiendes, existen nueve posibilidades de no entendernos”. El acto de escuchar a la pareja no consiste solamente en escuchar porque interese lo que el otro dice, sino porque interesa el otro. En las relaciones sociales es habitual aparentar que se presta atención a la otra persona… pero no hacerlo. Esto es así. En unos casos, porque se presupone lo que el otro va a decir y no parece interesante, o ya está muy escuchado eso mismo que empieza a contar otra vez, y, en otros casos, porque en las conversaciones es muy común que uno sólo tenga interés por lo que quiere decir él mismo –porque considera que tiene razón o que lo suyo es más importante- y en realidad no solo no presta atención a lo que el otro dice, sino que está deseando que acabe su turno rápidamente para poder decir lo que él quiere decir. No escucha. No presta atención. Sólo se está pendiente de que no se le olvide lo que quiere decir. Y de demostrarle al otro quién es más listo y quién tiene razón. En cambio, lo adecuado sería dedicar toda la atención al otro cuando habla. Sólo si le escucha se sabrá lo que quiere decir. Y si escuchamos accedemos a una información que de otro modo es imposible recabar; así podemos conocer sus pensamientos, sus sentimientos, sus miedos, sus ideas… que pueden ser muy distintas de cuando nos habló de ello la última vez. No siempre uno conoce al otro tanto como cree. Tal vez conoce al que era hace tiempo y por no escucharle no ha ido actualizándole. Si se le dedica toda la atención –dejando de mirar la televisión de reojo o apagando el móvil o el ordenador-, mirándole a los ojos para que se dé cuenta de que todo uno está pendiente de lo que dice, es muy reconfortante para el otro. Y si se instaura ese modo de atención como habitual en la relación, uno se beneficiará de esa misma atención cuando tenga que hablar. Hay que hacerle saber que se está interesando lo que dice, y si se le hacen preguntas relacionadas con lo que dice se le está confirmando la atención. Además, y en la medida de lo posible, es bueno ponerse en el lugar del otro para que resulte más fácil comprenderle. Eso es la imprescindible empatía. Saber escuchar requiere, además de la atención, entender perfectamente lo que el otro está diciendo. Para evitar sobrentendidos o malentendidos que pueden desvirtuar todo el contenido del mensaje, lo recomendable es hacer preguntas acerca de lo que no haya quedado perfectamente claro, y también es recomendable ir haciendo, de vez en cuando, un resumen de lo que el otro ha dicho. De este modo se consigue confirmar que se ha entendido bien, y al otro se le demuestra que se le está atendiendo. En la relación es fundamental la comunicación y es conveniente que ésta sea fluida, sincera, profunda, amplia, y presidida por la confianza y la buena intención. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO Estar totalmente atento en las conversaciones con la otra parte. Preguntar –en vez de suponer- cuando algo no esté claro. Ponerse en la piel del otro para poder comprenderle mejor. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  21. CAPÍTULO 37 - NO HALAGAR LO POSITIVO QUE TIENE EL OTRO - LO QUE NO ES APROPIADO - Este es el capítulo 37 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. “Todo lo positivo que seas capaz de ver en el otro te servirá para confirmar que tu elección ha sido un acierto”. Esta es una labor de ambos: halagarse en las cosas que el otro hace bien, y recordarle a menudo qué es lo que le sigue seduciendo: su humor, su galantería, su cuidado, su ternura… Durante el noviazgo ambos son pródigos en besos, en caricias, en sonrisas, en halagos… y cuando ya la relación lleva un tiempo formalizada –más o menos cuando ya ambos sienten que tienen al otro seguro-, se aflojan y dejan que la rutina se vaya instalando con visos de perpetuidad; van entrando poco a poco en una convivencia común o mecanizada, los besos espontáneos pierden la pasión y se reservan para los preámbulos del sexo, las caricias son poco más que roces desganados, las sonrisas parecen ortopédicas, y los halagos son escasos y poco convincentes. Es ella quien tiene que pedirle: “Dime que estoy guapa”. “Sí, estás guapa”, dice él distraído. Sí, ya lo sé: estoy generalizando y exagerando… pero quizás no mucho. En cambio, todos sabemos del goce que produce un halago sincero, de esos que provocan la subida del rubor a la cara, del alboroto risueño que produce en la Autoestima, de ese sentimiento de amor hacia el otro que se reverdece, de la sonrisa que se instala queriendo ser imborrable. Y se ha convertido en algo que no hacemos habitualmente. Sabemos cuánto nos gusta ser halagado, pero se nos olvida halagar. Halagar sinceramente, por supuesto, porque si no es de ese modo no tiene validez. Si se exagera, el otro siente que no es natural, que es dar coba o hacer la pelota. Que es falso. Y lo que es falso o aparenta serlo causa un efecto opuesto al deseado. Se nota cuando el elogio es falso o por compromiso. Y duele. No halaga: duele. Si no hay costumbre de elogiar, o si uno no tiene soltura para expresar sus sentimientos, puede estar bien comenzar con pequeñas frases: “eso está bien”, “eso me ha gustado”, “gracias”. Cuando se tenga más soltura y experiencia será más fácil hacerlo, y cada vez más a menudo, y ampliando: “Me ha gustado que hayas renunciado a quedarte viendo la televisión para acostarte conmigo. Gracias”. Y al otro, o a la otra, tal vez, quizás, puede que haya que animarle y enseñarle a hacerlo… Halagarse mutuamente es afianzar los lazos que unen, y es fortalecer los cimientos sobre los que se está construyendo esa delicia milagrosa que puede ser una relación de pareja, cuya mayor ambición habría de ser amar y ser amado como nunca nadie jamás amó o fue amado. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO - Ser amable y cuidadoso con la otra parte. - Valorar sus cualidades y hacérselo saber. - Agradecer las cosas que hace bien. - Ser sincero en los halagos. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  22. ¿EN CUÁNTOS CORAZONES HABITAS? En mi opinión, una de las satisfacciones de la vida es saber el puesto que ocupas en algunas personas del prójimo, en cuántos corazones habitas, en cuáles seguirás el día que fallezcas, cuántas personas te meten en sus oraciones o en sus mejores deseos, o te tienen en sus pensamientos y recuerdos más agradables. Lo satisfactorio es cuánta gente sonríe o siente agradecimiento o te añora con dulzura y amor cuando piensa en ti. Lo importante es que cuando pienses en ti tengas el concepto general de que eres una buena persona y que hacerlo te provoque una leve o una gran sonrisa, un brillo en los ojos, un alboroto en el corazón –por sentirse satisfecho de ti-, y que sientas en el alma la sensación clara de que estás haciendo bien algunas de las cosas que tienes que hacer bien. Puede llegar a ser un desperdicio todo aquello nuestro que no cale en los otros, que no deje una marca hermosa en las personas que nos conocen, que no quede grabado para siempre en algún corazón, o que nuestro recuerdo no provoque un agradecimiento en los otros por haber tenido la fortuna de haber compartido algo con nosotros -lo que sea-, por haber coincidido en esta vida. Es muy posible que algunas personas confundan o desconozcan el sentido de su vida, y que en ella el prójimo no ocupe un lugar notable. Somos seres individuales, cada uno tiene su propia tarea o misión en esta Tierra y esta vida, pero sin lugar a dudas nos une a todos que nos ha correspondido vivir nuestra experiencia terrenal en el mismo sitio y el mismo tiempo. Tú eres como cualquier otro de los millones de personas que ahora mismo estamos vivos. Los otros tienen unas condiciones distintas, unas circunstancias hechas a medida de la experiencia que tienen que vivir –y esto es válido para los que creen en teorías encarnacionistas o kármicas- o tienen unas circunstancias que aparentan de ser de injusticia –porque otros están mejor o peor que nosotros-. Todos los demás están librando su propia batalla con la vida y con sus conflictos personales y sus dudas y sus miedos y están tan perdidos como nosotros, o más, así que entre todos nos necesitamos, entre todos podemos colaborar mutuamente, todos podemos –o tal vez “debemos”- hacer algo por los otros, ofrecerles algún consuelo que les ayude, alguna palabra que les anime, algún pequeño milagro que nosotros podemos hacer, sacarles de su oscuridad mental aunque sea por un momento, inyectarle consuelo, abrirles nuestro corazón, regalarles una sonrisa, prestarles el acogimiento de nuestro hombro o nuestros brazos y abrazos. Cada vez que hacemos algo de eso dejamos un recuerdo en forma de semillita en la memoria o en el alma del otro, contactamos de humano a humano, entramos en el corazón que nos abre para acogernos. ¿En cuántos corazones habitas?, ¿qué has hecho por los otros?, ¿cuántas personas tienen algo que agradecerte? y me refiero a ti, a la persona que lee y no al ego que está atento a ver cuándo puede intervenir para lucirse y cargarse de aplausos y halagos. ¿Cuántas veces muestras tu humanidad?, ¿cuántas haces algo por lo que seas digno de recordar?, ¿cuántas veces pasas a formar parte de ese rosario de personas que van dejando algo en los otros? ¿Cuánta gente ha hecho algo por ti?, ¿quiénes son?, ¿quiénes son esos que sientes dentro de ti con satisfacción?, ¿quiénes son los que te han sacado de un apuro, los que te han ayudado incondicionalmente?, ¿qué sientes cuando piensas en ellos? ¿Cuántas personas habitan en tu corazón?, ¿en cuántos tienes tu parcela reservada a perpetuidad?, ¿qué has hecho que tenga ya un lugar en la historia personal de otros? De vez en cuando conviene revisar este asunto. Los otros forman parte también de nuestra vida, aunque no estén directamente incluidos. Conviene recordar que podemos desarrollarnos a través de los otros, que son nuestro espejo a veces, maestros en ocasiones, quienes alimentan una parte de nuestro corazón, los que nos aportan un sentido de identidad y de pertenencia a un colectivo humano. Te lo preguntaré nuevamente: ¿en cuántos corazones habitas? ¿Quieres habitar en algunos más?, ¿vas a hacer algo por conseguirlo? Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Aquí tiene todos los videos publicados en youtube: https://www.youtube.com/channel/UCUNE-EC7eiOQDJ2q_U4lqEQ/videos?disable_polymer=1 web sobre poesía y prosa: www.franciscodesales.es
  23. CAPÍTULO 36 - SER LA MEJOR - LO QUE NO ES APROPIADO - Este es el capítulo 36 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. SER LA MEJOR es, aparentemente, una espléndida propuesta cargada de buena voluntad que vaticina un resultado óptimo para la relación, pero lleva escondida entre sus pliegues una trampa oculta que conviene conocer. Detrás de muchos de esos buenos deseos de ser la mejor esposa, madre, cocinera o amante, se puede estar escondiendo una intención que, vista desde el Análisis Transaccional, se puede explicar desde un impulsor que se denomina COMPLACE. (Este es un tema muy interesante del que se puede buscar una información más amplia; lo resumiré mucho a continuación) No pasa en todos los casos -pero en la mayoría de ellos sí-, pero tras esa generosa propuesta de “ser la mejor…” se pueden estar disimulando una Autoestima baja que trata de ser elevada un poco de una forma errónea. Ya que la persona no se quiere a sí misma por sí misma, hará todo lo posible para que sean los demás quienes la quieran y le aporten su carencia de amor propio. Esta necesidad de complacer busca en realidad la atención, la aprobación y el cariño de los otros. Funciona de un modo inconsciente, así que quien lo hace no siempre se da cuenta de ello. Una se esfuerza en “ser la mejor…” porque con ello espera conseguir el reconocimiento ajeno, ya que es a los otros a quienes responsabiliza de que le suministren amor, y van a ser los otros quienes le vayan llenando los depósitos de cariño y Autoestima que permanecen vacíos. Por lo menos eso es lo que se espera, aunque en realidad casi nunca se cumple porque los otros no son tan agradecidos como se desea. El conflicto surge porque el otro miembro de la pareja -aunque esto mismo sucede con todas las demás personas del círculo amistoso o familiar- da por supuesto que es “lo normal” el esfuerzo de ella por complacer, y no le parece algo más allá de lo que se presupone y espera, y por tanto opina que no es necesario su reconocimiento y su valoración. Ella, al no ver compensado su esfuerzo con unas palabras de gratitud por “ser la mejor…”, o con un reconocimiento público, llega a pensar que no lo ha hecho lo suficientemente bien, que no es realmente la mejor, y se esfuerza aún más para conseguir que, por fin, el otro se dé cuenta y lo ratifique, cosa que tampoco sucederá, llevándola a un círculo dramático del que solo saldrá de un modo doloroso: sintiendo un tremendo fracaso y asumiéndolo en soledad. Y ese depósito que esperaba fuera llenado de cariño y Autoestima, quedará aún más vacío. Es un noble propósito ser lo mejor que se pueda, pero sólo hasta ahí: hasta donde se pueda, sin que ello requiera un esfuerzo extraordinario, y menos aún un sacrificio en el que uno ya empieza perdiendo. No hace falta “ser la mejor…”, es suficiente con ser Una Misma. Y a la larga es más relajado y más positivo. No requiere un esfuerzo extraordinario y no exige representar continuamente un papel agotador en el que una, en el fondo, siempre se ha considerado como un personaje falso. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO - Evitar cualquier acción que sea un atentado contra uno mismo. - Lo importante es satisfacer la propia conciencia, y no a los otros. - Es mejor no poner muchas expectativas en los otros. - Pregúntate… “ser la mejor”… ¿para qué ser la mejor? No es necesario ser el mejor, sino ser Uno Mismo. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  24. CAPÍTULO 35 - LA EXCESIVA PERMISIVIDAD - LO QUE NO ES APROPIADO - Este es el capítulo 35 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. Atención a los límites. Ya sabes que es importante poner límites. A veces, en la educación de los hijos se comete el error de darles todo lo que piden y con ello se les hace creer que son los reyes, y que todos están a sus órdenes y hacen lo a que ellos se les antoje. Cuando salen a la calle, a la vida, y ven que el resto de la humanidad no atiende a sus caprichos, y no los cumplen, caen en depresión. En la relación puede suceder algo parecido. Si desde el principio no se dialogan y acuerdan unos límites, puede que en algún momento para uno sea normal convertir en un derecho lo que en realidad es un acto de amabilidad del otro y no una obligación, y que para cuando uno lo quiera remediar ya no tenga remedio. Está bien que todos tengamos derechos, pero también está bien cumplir los compromisos y las obligaciones y respetar los derechos de los otros. Está bien tener caprichos y disfrutes, pero no está tan bien si sólo lo puede hacer uno mientras que el otro no puede acceder a ello. La pareja aporta muchos beneficios, pero también requiere –en justa correspondencia para que haya equilibrio- alguna renuncia. La libertad personal no se puede coartar, ni siquiera en el ámbito de la pareja, pero es cierto que esa libertad no puede llegar a convertirse en libertinaje, y que no es correcto que uno quiera llevar la misma vida que antes de emparejarse a costa de no dedicar a la relación toda la atención que merece. No es correcto disfrutar de todas las ventajas de la relación, que son muchas, y no aceptar ninguna de las lógicas renuncias, que son inevitables. La excesiva permisividad, justificada “porque es un hombre y todos los hombres son así…”, “porque a este no hay quien lo ate…”, “ella aún es muy joven, pero ya sentará cabeza…”, o cualquier otra justificación que se les parezca son un atentado contra la relación. Y quien consienta todo puede ser responsable del fin de la relación. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  25. CÓMO RELACIONARSE BIEN CON LOS PROPIOS ERRORES En mi opinión, todos tenemos errores acumulados que venimos arrastrando y, generalmente, no sabemos cómo relacionarnos con ellos para que no nos hagan más daño del que ya nos han hecho. Para cambiar la actitud hacia ellos y no dejar que nos sigan mortificando es conveniente realizar una serie de pasos. El primero, sin duda, es que exista una verdadera voluntad de reconciliación con uno mismo. Que uno se dé cuenta de que no tiene ninguna utilidad positiva seguir en una actitud de recriminación y lucha constante. Que es mejor dejar de martirizarse por aquel error –o por aquellos errores- y que lo mejor es seguir el camino sin que ese peso siga aplastándonos. Es evidente que por este motivo uno se siente mal consigo mismo, que está muy enfadado, pero quedarse estancado en eso no resuelve nada y sí perjudica, por tanto se impone, como primer paso, la reconciliación. (Este artículo titulado RECONCILIARSE CON LOS YOES DEL PASADO te puede ser interesante: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/topic,16763.msg19386.html#msg19386 Se va a necesitar, porque es imprescindible, mucho Amor Propio y del bueno, del que es sincero y nace del corazón, porque sin ese ingrediente esto no funciona. No vale hacerlo a regañadientes y sin ganas. No sirve decir “me perdono” si no es cierto. Hay que animarse a profundizar en los errores y ver qué hay que no queda a la vista, ver cómo uno se siente de verdad y por qué, y no es una tarea agradable porque es poner ante uno mismo los defectos e imperfecciones propios, la parte menos vistosa de la cual no puede presumir porque es, precisamente, lo contrario a la imagen que uno quiere dar de sí mismo y quiere tener de sí mismo. Hay que ser valiente para hacerlo (y después reconocerse el mérito de haberlo hecho) y por eso lo habitual es buscar y encontrar cualquier excusa para salirse de ese ejercicio que tanto remueve y duele. Para evitar eso es conveniente que una parte de sí mismo –la más cariñosa- se quede fuera del proceso animando a seguir, diciendo “sigue, que yo te acojo cuando termines con esto y te voy a querer igual”, “sigue, que es por tu bien”, “no te preocupes, sigue tranquilo, yo estoy contigo”. Cuando uno sana su pasado y sus actos menos buenos, lo que busca es la Paz consigo mismo. “La vida es conciliar contradicciones”, dice Guy Braekman. Somos correctos o buenos en algunos aspectos y menos perfectos en otros y con todo ello tenemos que construir una persona más o menos equilibrada que luche por minimizar sus imperfecciones y por realzar sus cualidades. Esa es la tarea que lleva hacia la Paz. Hay que recordar que a la hora de revisar los errores es imprescindible la objetividad. Comprender las circunstancias personales de cuando se hicieron, por qué se hicieron, y es importante darse cuenta de eso porque comprenderlo puede desdramatizar todo el hecho. Hay que entender que fue un yo del pasado y eso nos des-culpabiliza bastante. ¿En el día de hoy y a la vista de los resultados volverías a hacer lo mismo? La respuesta seguramente será “NO”. Responder “NO” es una forma de reconocer que fue otro y no el que uno es ahora. Y conviene también que además del “yo animador” y del “yo objetivo” esté también el “yo defensor” que nos recuerde una verdad… “Entonces no sabía… no podía…no me enseñaron…”. El hecho ya es irremediable, aunque fuera más o menos grave. Es mejor no incrementar la gravedad sufriendo por ello. Hay que seguir adelante y es mejor seguir sin una pesada cruz que entorpecerá el resto del camino. No alimentes el penar por los errores. No insistas en mantenerlos vivos. Si te han afectado ya has aprendido la lección. Si te arrepientes, ya has cumplido la condena. Ya no es necesario seguir insistiendo. El que más se ama es el que es capaz de perdonarse. Reconocer el error, sí. Mantenerse en el pesar por el error, no. Al final, quedará un sano orgullo por haber sido valiente y haber reconocido la imperfección –que es humana y no sólo personal-. Y eso se merece un abrazo, un reconocimiento por el esfuerzo realizado y por la buena voluntad que uno tiene por mejorar. No me canso de repetirlo: es imprescindible que la relación con uno mismo sea de una comprensión y aceptación ilimitadas. La convivencia con uno mismo no se debe convertir en una lucha continua. Los boicoteadores internos, los desprecios, los menosprecios, y todo lo que sea auto-destructivo deben ser erradicados totalmente. Ser Uno Mismo ha de convertirse en un acto continuo de Amor Propio. Ten mucho cuidado con no magnificar los errores, ten respeto por ti mismo, ten amor hacia ti. Comprende y perdona. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Aquí tiene todos los videos publicados en youtube: https://www.youtube.com/channel/UCUNE-EC7eiOQDJ2q_U4lqEQ/videos?disable_polymer=1
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