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Tres cuentos , tres historias.


peepingtom

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Son tres cuentos que no guardan relación entre ellos .Profundamente, espero que sean de su agrado, sólo les pido alguna critica u opinión.

De antemano, muchas gracias.

 

"Tres horas"

 

El sol ya se escondía entre las montañas y para la mayoría de la gente había terminado el día, pero no para él; éste no hacía más que comenzar.

Despertó con el amargo recuerdo de la derrota de la noche anterior; intento tras intento no hizo más que fallar.

Salió de la cama, se miró en el espejo y una despeinada versión de él se reflejó. Bostezó y trató de recordar el porqué de sus errores, no logró obtener una respuesta.

Los rayos de un agónico sol teñían la cocina de un extraño color anaranjado. Comió algo de pan y preparó un gran termo con café, miró por la ventana y pensó que había sido un día hermoso, el cielo se encontraba sin nubes y, en su parte más alta, comenzaba a aparecer un color azul obscuro, la noche estaba por comenzar; su objetivo ya estaría a la vista.

Terminó de comer y, con el termo en las manos, salió de la casa. Una ligera brisa le advirtió que sería una noche fría.

Rodeó la casa y llegó al cobertizo donde guardaba sus herramientas. Un viejo y oxidado candado resguardaba la entrada a éste. Una vez dentro, buscó un largo trozo de soga.

−Espero que con esto alcance.− Se dijo.

Salió del cobertizo y pudo ver la ciudad a lo lejos, las pequeñas luces amarillas le hicieron darse cuenta de que él no sería el único que pasaría la noche haciendo algo que, para mucha gente, es casi intrascendente.

Otra brisa, esta vez no tan ligera, le advirtió del frío. Entró a la casa por un chaleco. En su habitación, abrió el closet y sacó el chaleco más abrigador que encontró, lo tiró sobre la cama y tomó asiento en la cama. Frente a él, sobre el velador, vio la fotografía de una hermosa muchacha. Una sonrisa se dibujó en su rostro.

Con la foto en sus manos decidió tenderse sobre la cama, pensó en ella.

Aún faltaba mucho para que la luna saliera de su escondite por lo que optó por descansar un rato. Cerró los ojos y , junto con la fotografía, se dejó llevar por sus emociones.

Tuvo un sueño maravilloso del que no quiso despertar, pero una promesa lo devolvió a la realidad. Súbitamente abrió los ojos y miró por la ventana, la luna ya se encontraba en el cénit; no podía dejar que se le escapara una oportunidad tan buena como la que se le presentaba. En sus manos todavía se encontraba la fotografía. Se incorporó, tomó el chaleco y dejó la foto en el velador. Mientras caminaba por el pasillo pensó en la promesa que lo despertó.

−No te fallaré más.−Esas fueron sus palabras antes de marcharse y de verla por última vez.

Abrió la puerta y salió, pese al brillo de la luna la obscuridad dominaba. De cuclillas y , prácticamente, a ciegas buscó la soga que había sacado del cobertizo, para su fortuna la encontró junto al termo que aún estaba caliente.

Se puso de pié y con la cuerda armó un lazo.

−Esta vez lo haré.−Se dijo con confianza.

Comenzaba, así, su ritual; ése que le había costado tantas noches y días alejado de ella, con frío y hambre.

Giró con vehemencia el lazo por sobre su cabeza y arrojó la cuerda hacia su objetivo: La luna.

−¡Ya lo verás, será tuya!¡Esta noche no te me escaparás!−Gritó mientras la cuerda se alzaba por los aires.

En el brillo de la luna, joven, emociones y cuerda se perdieron.

Al día siguiente, un muchacho tirado en el suelo con una soga en sus manos y un termo a su izquierda le daban la bienvenida al sol.

Abrió los ojos, pensó en ella y se desmayó.

Nunca más se volvió a ver al joven y , según algunas personas del pueblo, desde ése día, la luna ya no brilla.

 

 

"Los fugados"

 

Un joven entra a un restaurante y se sienta en la mesa más cercana a la puerta. En su mano hay un diario, lo deja sobre la mesa y observa a su alrededor; como si buscara a alguien.

 

Una atractiva camarera se acerca al joven y le pregunta.

 

−¿Qué se va a servir?

 

−Deme sólo un vaso con agua.−le responde el joven.

 

El restaurante está ambientado a la antigua, baldosas celestes junto a uno que otro cuadro adornan las paredes y una franja ploma las cruza de lado a lado.

 

La gente que come en el lugar luce despreocupada, en cierto modo intemporal, fuera de éste mundo. Muchos disfrutan de una hamburguesa con papas fritas junto a un gran vaso de su bebida favorita. La diferencia de gustos genera un colorido paisaje. Un gran ventilador blanco, ad hoc a la decoración, corona a los clientes.

 

El joven desdobla el periódico y lo ojea sin darle mucha importancia, al llegar a la última página, lee su horóscopo y fija su atención en el puzzle, saca un bolígrafo de su bolsillo y comienza a resolverlo.

 

La camarera llega con un vaso y una botella de agua en sus manos.

 

−Aquí tienes.−le dice mientras pone ambas cosas sobre la mesa.

 

−Muchas gracias.−le responde el joven, su mirada ya delata lo que sucederá.

 

Antes de irse, la camarera, llena el vaso con el burbujeante líquido transparente.

 

−Otra vez. Gracias...−Una pausa para tomar una decisión.−encanto.−

 

−Ni que lo digas...encanto.−le responde la joven con énfasis en "encanto".

 

Una mirada lasciva hay en sus ojos, fiel existencia de algo prohibido.

 

Una muchacha entra por la puerta y ,anonadada, observa los libidinosos ojos del joven y los de la camarera.

 

Celos y nada más.

 

El joven no se percata de su llegada, sigue en lo suyo.

 

A lo lejos, fuera del cuadro, un pintor ha terminado su obra

 

"20"

Dedicado a un amigo.

Mientras seamos siendo los mismos, no envejeceremos.

 

Subió por las escaleras. En la segunda puerta a la izquierda se encontraba su habitación. Entró. El metálico y amargo sabor de la sangre en su boca le hizo recordar los sucesos acaecidos aquella tarde. Se sentó en una silla que encontró junto a un gran escritorio de roble y, mientras trataba de tranquilizarse, miró por la ventana.

 

La amargura retrocedió desde su boca hasta su nuca y comenzó a crecer, haciendo que su cuello se volviera rígido y le comenzara a doler.

 

−Mierda. ¿Cómo fui tan estúpido?¿Cómo creí que podía vencerlos?− Se dijo mientras se frotaba el cuello.

 

Sabía que no podía vengarse de todos, era imposible, casi antinatural . Trató de recordar lo sucedido pero, por más que lo intentó, no pudo.

 

Se levantó de la silla y sintió que la hinchazón bajaba, se detuvo en su espalda. No le importó, de hecho, se sintió mejor. Dio un par de vueltas alrededor de la silla, pensando, meditando, planificando. Miró por la ventana y sonrió. Ya tenía un plan. Vio que alguien se acercaba a la casa...era uno de ellos. Sacó un viejo cuaderno de uno de los cajones del escritorio; era su diario de vida. De otro cajón sacó un pequeño lápiz de pasta rojo.

 

No sabía porqué iba a plasmar su vejación en aquel cuaderno, sólo tenía la necesidad de desquitarse de alguna forma. Sometido a la voluntad del pequeño ser, comenzó a escribir, mientras lo hacía el bulto dejó de crecer pero adquirió un aterrador realismo.. Eran uno solo.

 

La tinta roja se esparció sobre las hojas como lo hizo, hace un tiempo atrás, su sangre sobre el pavimento. Alguien llamó a la puerta, no fue a abrir. Uno de ellos venía a terminar el trabajo.

 

Con cada pagina que escribía, el pequeño demonio comenzaba a calmarse, dejaba de dominarlo; luego de escribir veinte páginas, el monstruo quedó satisfecho y desapareció.

 

Un fuerte sonido que provino del primer piso lo sacó del trance en el que se encontraba. Cerró el cuaderno y bajó por las escaleras.

 

Los grises ojos de un muerto lo observaron cruzar el living.

 

Llego a la cocina y pudo ver que un prado de cubiertos, cajones y platos rotos crecía en el suelo. Un enorme cuchillo carnicero cortaba la perfecta horizontalidad de la mesa principal. Se sentó sin fuerzas y asustado; en cierto sentido, arrepentido. Había cometido un acto antinatural, casi imposible.

 

De pronto recordó que alguien había golpeado la puerta, sin duda era uno de ellos, y lo más probable es que ahora estuviese dentro de la casa. Cruzó rápidamente la cocina, su objetivo: revisar la puerta trasera. Para su alivio ésta se encontraba cerrada. Tragó saliva y pensó en cómo se acabaría todo esto. A estas alturas no estaba muy seguro de muchas cosas, pero, definitivamente, estaba seguro de que esto terminaría aquí y ahora.

 

−¡Sal de dónde estés! –Gritó.

 

Nadie respondió. El reloj marcaba las veinte horas.

 

Salió de la cocina y revisó en la habitación de su hermano. Nada.

 

Subió a su habitación y la revisó de pies a cabeza. Nada. Sobre el escritorio vio que aún se encontraba su diario, lo tomó y comenzó a leer lo que había escrito:

 

Desde que cumplí los 20 años no he tenido más que problemas, no quiero madurar, no quiero crecer, no quiero acatar órdenes ni ser condescendiente. Sólo quiero ser yo. Sé que no puedo matar a la madurez, es una batalla injusta. Pero esta noche ha ocurrido algo que sabía que era imposible, he matado a la madurez, sí ; solamente necesité de 20 puñaladas para acabar con su odioso rostro. Ahora tengo miedo, sé que alguien más vendrá por mí....

 

No tuvo tiempo de reaccionar, ni menos de asimilar lo que había hecho esa noche, únicamente pudo sentir que alguien lo empujó y, luego...veinte metros hasta el suelo.

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