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LA CULPA ES UN VENENO LENTO


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LA CULPA ES UN VENENO LENTO

 

 

En mi opinión, la culpa es un sentimiento punzante, doloroso, y un infierno que arde por dentro las 24 horas de cada día aunque aparentemente no la estemos sintiendo.

 

La culpa tiene un tratamiento complicado, porque no es una cosa única y aislada sino que contiene ingredientes diversos y nos afecta cada uno de ellos a su manera. Esto quiere decir que no es una sola cosa lo que hay que solucionar, sino que hay que ir resolviendo todas las demás que le acompañan como si formaran parte indisoluble de ella.

 

En la culpa hay trozos de rencor, el penar de la tristeza, un miedo que no calla, arrepentimiento hiriente, una insatisfacción afligida, y una rabia que intoxica la paz. Y lo peor es que si no se resuelve, si uno no asume el motivo de la culpa y lo aclara bien, y si no deja que repose hasta perder su influencia, y si no llega a comprenderlo con naturalidad y a perdonarse, es algo que empeora con el tiempo porque se va solidificando, ganándose un espacio del que cada vez costará más expulsarla.

 

Se puede aprender a vivir con la culpa, como un invitado silencioso, pero hay que evitar que se vuelva agresiva; se trata de que quede sólo como recordatorio de lo que NO se quiere repetir, pero sin que ello implique un dolor continuo ni una amenaza grave.

 

Todos nos equivocamos y hacemos algunas cosas mal y se nos queda como una marca, recordándolo, el sentimiento de culpa. Es una sensación, interna y permanente, de haber hecho algo mal. Lo que no se tiene en cuenta siempre es si lo que se ha hecho “mal” está “mal” de acuerdo a las propias normas o principios o en realidad se trata de que vulneran ciertas reglas culturales o religiosas con las que uno no está del todo de acuerdo. O sea, si uno se siente realmente culpable o lo hace porque le parece que debe sentirse culpable. Si uno hace algo que según su criterio está bien, pero según el criterio de la sociedad o la religión no lo está… ¿tiene que sentir culpa obligatoriamente? Si uno hace algo que según su criterio no es pecado, pero según la religión sí lo es… ¿tiene que sentirse pecador obligatoriamente?, ¿cargamos con culpas que no nos corresponden?, ¿para qué sirve la culpa cuando uno ya se ha dado cuenta de su responsabilidad?, ¿es lo mismo ser culpable que ser responsable?, ¿o no aceptar la culpa es de irresponsables?

 

Una conciencia sana es quien mejor puede contestar a todas estas preguntas. La objetividad y la honradez son imprescindibles en estos casos. El Amor Propio debe ser quien presida el proceso.

 

La culpa se puede originar tanto por una acción como por una omisión. Parece ser que todo produce una consecuencia; cuando una acción u omisión deja un sentimiento de culpabilidad, una intranquilidad en la conciencia, sobreviene un arrepentimiento y un reproche, un malestar en el alma, un abatimiento difícil de consolar.

 

Es muy conveniente, después de haber comprobado las consecuencias y haber extraído el aprendizaje correspondiente, dejar lo ocurrido y la culpa en el pasado. No es necesario arrastrar una culpa infinita y seguir castigándose siempre.

 

Uno de los problemas derivados de la culpa es la inmovilización personal. Parece que uno no puede seguir porque el peso es insoportable, parece que uno no se atreve a seguir con su vida porque puede volver a repetir el error y otra culpabilidad puede añadirse a la que aún está viva. Uno se pasa más tiempo en el pasado –aunque no se dé cuenta- que en el presente.

 

Culpa y auto-castigo aparentan ser indivisibles y se necesita mucho Amor Propio y una Autoestima saludable para ser capaz de concederse un perdón verdadero, absoluto, que borre hasta la última huella y deje la vida inafectada para poder seguir adelante y bien.

 

¿Cuánto te duele la culpa?, ¿cómo te afecta?, ¿qué te quita o qué te aporta?, ¿por qué crees que tienes que sentir culpa? La culpa, como toque de atención para quien está en un Camino de Desarrollo Personal, y siempre que sólo sea como advertencia y no como condena, está bien. Convertirla en el eje sobre el que gira toda la vida, no es adecuado. Habla con tus culpas, explícales que no es necesaria su presencia constante cuando llevan añadido el malestar, el reproche, y ese castigo tan grave que es el malestar propio.

 

Siente, arrepiéntete si es necesario, aprovecha la lección, date el perdón… y sigue. No te estanques. La vida sigue y tú también.

 

Te dejo con tus reflexiones…

 

Francisco de Sales

 

Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.

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