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EL TIEMPO OCUPADO NO ES TIEMPO APROVECHADO


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EL TIEMPO OCUPADO NO ES TIEMPO APROVECHADO

 

 

 

En mi opinión, una de las cosas que produce más sensaciones ingratas y dolorosas, y que además es imposible de rectificar, es el tiempo no aprovechado.

 

Las personas no tenemos desde jóvenes una noción clara de lo que queremos hacer con nuestra vida. En la infancia y la juventud es lógico que no existan directrices porque es tiempo de recoger información sobre lo que es esto de la vida a la que recién se acaba de llegar, y es una época en la que debiera haber –pero no la hay- una orientación clara y una educación impecable para lo que ha de ser la vida de cada uno.

 

La realidad es que uno se pasa la vida dando tumbos, de uno a otro capricho, o de una a otra duda, de error en error, y en la mayoría de los casos el precio que se paga por ello es desorbitante, y es la vida que se pierde por esas imprecisiones en el proyecto de vida.

 

Es cierto que todas las personas tienen derecho a hacer con su vida y de su vida lo que deseen, y que nadie tiene derecho a corregirle a otro en cuanto a qué está haciendo o qué tiene que hacer. Pueden ser interesantes algunas de las sugerencias que se hagan, pero no hay derecho a las críticas ni a las imposiciones.

 

Cada uno tiene derecho a hacer lo que quiera con su vida y en su vida, puede consumirla del modo que estime oportuno, puede hacer mientras le dure lo que quiera hacer. O lo que quiera no hacer. Y si decide pasarse el tiempo mirando las nubes o tumbado en el sofá, estupendo. Y si decide no tener una vida productiva, no enredarse en hacer proyectos con vistas al futuro, no preocuparse de sí mismo como persona, dejar discurrir su tiempo de vida indolentemente, pues ha de ser respetado aunque no se esté de acuerdo.

 

Pero si una persona tiene intuiciones de que desea un cambio –o la necesidad evidente-, tiene proyectos que desea hacer realidad, o tiene propósitos para el presente y el futuro, es conveniente que no los aplace y emprenda el camino responsable que le lleve a hacer realidad lo que solamente es –de momento- una intención.

 

Existen palabras en nuestro vocabulario cuya eliminación de su influencia en nuestra vida produciría un cambio muy interesante: diferir, aplazar, posponer, prorrogar, demorar, parar, obstaculizar, suspender, entretenerse…

 

En realidad son todas iguales. Son diferentes formas de llamar a lo mismo: al hecho de no afrontar la toma de decisiones interesantes para el mejor desarrollo y aprovechamiento de la propia vida.

 

Perdemos la vida a dos manos, la derrochamos como si fuera infinita, la desatendemos desde una irresponsabilidad casi imperdonable, la dejamos ir errante hacia el Tiempo de los Arrepentimientos en el que la añoraremos con lágrimas en los ojos y con una rabia personal que va a ser casi imposible de consolar.

 

Ocupamos cada instante de nuestra vida, eso es inevitable porque si no la ocupa uno conscientemente se ocupa sola, pero… ¿Vivimos cada instante de nuestra vida?

 

Si no somos conscientes de nuestra vida... ¿Esa vida es nuestra?

 

¿Eso es vida o es no vida?

 

Dicho de otro modo: el tiempo que es ocupado por algo ajeno a nosotros mismos… ¿Es vida?, ¿Es nuestra vida?

 

Porque aunque esa desatención la ocupen los segundos vacíos, ese es un tiempo ocupado pero no es un tiempo aprovechado. No es un tiempo vivido.

 

El tiempo que de verdad es vivido es el tiempo aprovechado, en el que uno es consciente de su propio aquí y ahora, el tiempo que forma parte del Plan de Vida que cada uno se ha de forjar seriamente, el tiempo que se dedica a la contemplación consciente o a ser convertido en un paso más del Desarrollo Personal o a ser disfrute o a ser introspección o a ser placer o a ser Vida.

 

Cuando ese tiempo tiene un objetivo –aunque sea descansar o no hacer, pero cuando es un “no hacer” decidido voluntariamente y no un “no hacer” fruto de la desatención- entonces es un tiempo pleno, un tiempo gratificante, un tiempo útil, y teniendo en cuenta la finitud de nuestro tiempo en esta vida, y que algún día tendremos que dar cuentas –a nosotros mismos o tal vez en un Juicio Final- de lo que hicimos con este tesoro que se nos concedió, así que conviene ser muy conscientes de nuestra vida y llenarla de provecho y dignidad.

 

 

Te dejo con tus reflexiones…

 

(Y si te ha gustado, compártelo. Gracias)

Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum

 

 

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