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SI CREES QUE NO TIENES NADA DE LO QUE ARREPENTIRTE ES QUE NO TE CONOCES BIEN.


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SI CREES QUE NO TIENES NADA DE LO QUE ARREPENTIRTE ES QUE NO TE CONOCES BIEN.

 

 

En mi opinión, quien cree que no tiene cosas de las que arrepentirse es porque no ha hecho una introspección seria… o porque no quiere reconocer su realidad y vive en un autoengaño.

 

Una introspección –que es la mirada interior que se dirige a los propios actos o estados de ánimo-, si está bien hecha, es una revolución total. Sin duda, uno se encuentra cara a cara con cosas o situaciones o actos de los que no se siente nada orgulloso y que prefería desapareciesen de su biografía. Pero ahí están y van a seguir estando porque es imposible modificar la historia de lo pasado. Lo que sí se puede y se debe hacer es objetivarlo, comprenderlo y comprenderse a uno mismo en aquel momento y aquel estado, de forma que al hacer eso no va a cambiar nada pero va a cambiar todo.

 

Las cosas que nos suceden no tienen importancia por sí mismas, son solamente hechos, somos nosotros quienes les adjudicamos un valor, una emoción/un sentimiento, o un adjetivo calificativo, y en base a esa definición/valoración que les adjudicamos es tal como las sentimos.

 

Las cosas, todas, pueden ser revisadas y pueden llegar a ser vistas de otro modo. Creo que todos hemos tenido esa experiencia de pasar en algún momento por un suceso que nos parecía la mayor tragedia, algo gravísimo que nos quitaba el sueño y la tranquilidad, y después hemos podido comprobar, con el paso del tiempo, que no era tan grave y hasta es posible que se nos despierte una sonrisa al recordar el apuro que pasamos entonces y comprobar que nos excedimos con la preocupación y que lo magnificamos demasiado. Un sufrimiento innecesario e inútil.

 

Revisar nuestras cosas, todas las que nos han sucedido en los años que llevamos vivos, nos va a aportar el recordatorio de algunas fabulosas de las que nos sentimos plenamente satisfechos y hasta sanamente orgullosos, pero también –si somos sinceros- nos va a hacer contactar con nuestra sombra, con los momentos y acciones en los que nos hemos “fallado” y no hemos estado a la altura que nos gustaría.

 

Los arrepentimientos son unos pensamientos que se generan en ciertos estados emocionales donde uno imagina opciones distintas para un hecho concreto del pasado cuyo resultado no nos satisfizo y lo compara con otras decisiones distintas que tal vez hubiesen dado un resultado más satisfactorio. Es un juego mental, casi siempre imposible de verificar, pero uno piensa que no tomó la mejor decisión y eso le crea sentimiento de culpabilidad que le lleva, inevitablemente, a sentirse mal. Arrepentirse, según define la RAE, es “sentir pesar por haber hecho o haber dejado de hacer algo”.

 

Tener la honestidad y la integridad de reconocer las cosas que son motivo de arrepentimiento es una tarea que nos duele y nos engrandece al mismo tiempo. La modestia y la ética y la dignidad que conlleva hacerlo nos va a reforzar en la faceta en la que queremos ser lo mejor posible dentro de nuestras posibilidades, esa parte donde nos sentimos bien y muy cerca de la paz personal, del auto-respeto, de la satisfacción y el contento. Es una señal de crecimiento moral y madurez.

 

Del reconocimiento de los hechos y sucesos que no nos agradan se puede aprender a no repetir lo que no queremos repetir. Lo que se hizo o no se hizo es inamovible, pero de ello podemos aprender. El arrepentimiento no sirve de nada si uno se queda en el pesar o la pena: sólo produce su efecto cuando debido a él uno cambia.

 

Tras reconocer un error, el siguiente paso es reflexionar sobre el impacto que ha causado en uno mismo o en otras personas; lo siguiente sería expresar el pesar o el remordimiento a las personas que hayan sido involucradas y, además, reparar lo que sea posible reparar. Del sano arrepentimiento surge el poder transformador.

 

Te invito a que mires dentro de ti, a que seas valiente y te atrevas a reconocer y afrontar las cosas de las que te arrepientas, a que des un paso en la reconciliación contigo mismo –a pesar de lo que descubras- y que sigas con tu camino de aprendizaje.

 

Te dejo con tus reflexiones…

 

Francisco de Sales

 

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