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CAPÍTULO 168 - ACEPTAR TODOS LOS INCONVENIENTES DE LA PAREJA


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CAPÍTULO 168 - ACEPTAR TODOS LOS INCONVENIENTES DE LA PAREJA

-ATENCIÓN A LA BAJA AUTOESTIMA-

 

Este es el capítulo 168 de un total de 200 –que se irán publicando-  que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER

 

 

Esta es la realidad: a lo largo de la trayectoria de las relaciones siempre aparecerán algunos inconvenientes.

 

Por el bien de ambos, interesa lograr que sean los mínimos posibles, y que se puedan resolver todos, que ambos colaboren para lograrlo, y que no lleguen a afectar mal menoscabando el conjunto de lo que es la institución de la pareja.

 

Por el buen presente y futuro de la relación, conviene no ir cargándose de pequeños desengaños –de esos granitos de arena que acaban siendo una inabarcable montaña-, así que es mejor ir resolviéndolos según surgen, y es bueno que después ambos salgan reforzados y más unidos por la satisfacción común de haberlos superado y resuelto juntos.

 

Si se entiende que los inconvenientes son los enemigos directos de la relación y que su misión es torpedearla y hundirla, que son inevitables, y que tienen más fuerza y poder que los propios afectados, entonces se parte ya de una postura sumisa de rendición antes de comenzar la defensa, y es una postura que ya reconoce de antemano que su única opción es claudicar vencidos.

 

Los inconvenientes van a aparecer. Sin duda. Porque el otro es como es, y no como uno quisiera que fuera o como uno quiere imaginase que es.

 

La parte buena es que los inconvenientes no tienen entidad propia. Son cosas que suceden pero no tienen vida propia, y no tienen una carga onerosa inevitable de daño, sino que pueden ser interpretados y valorados del modo que se considere oportuno.

 

El mismo asunto puede ser una nimiedad para una pareja y para otra el inevitable principio del fin. Si al otro se le rompe un plato mientras lo friega, se puede hacer un drama tachándole de inútil y lamentándose airadamente por la pérdida del plato, o se puede uno reír por lo que acaba de pasar.

 

Los inconvenientes son para resolverlos y no para hundirse con ellos.

 

Hay que resolverlos pronto y no entretenerse demasiado tiempo alimentándolos y engordándolos. Y menos aún darles una importancia superior a la que verdaderamente tienen.

 

La vida es una continua sucesión de “inconvenientes” –pequeños, medianos o grandes- y ponerse frente a ellos para deshacerlos forma parte de las tareas cotidianas.

 

Se ha convertido en algo cotidiano –lo cual no quiere decir que sea correcto o adecuado- resignarse ante la avalancha de conflictos y rendirse ante ellos sin hacer lo necesario para eliminarlos, para lo cual en muchas ocasiones sería suficiente con cambiar el adjetivo calificativo o el punto de vista.

 

La valoración que se hace de cada uno de ellos es muy subjetiva. Por ejemplo, la muerte de una persona es algo natural pero se vive como si fuera un asunto anormal. Pueden ser tristes y dolorosas sus consecuencias para los allegados que siguen vivos, y es indeseada, pero eso no cambia la naturalidad del hecho de morir.

 

Es interesante entender que en la relación, y en la vida, cada persona es “una solucionadora de inconvenientes”, y es bueno convertirse en profesional del asunto, para saber cómo se actúa, desde qué estado, con qué objetividad, con cuánto desapego del asunto… lo adecuado es ser el juez imparcial que escucha al fiscal y a la defensa, y que luego aplica una sentencia, lo más justa posible, en función de lo que la ley prevé para cada caso o lo que se considera adecuado.

 

Aceptar uno tras otro los inconvenientes y sus consecuencias en vez de preverlos para evitarlos, o dejarlos que torturen en vez de rebelarse contra ellos, o caer en una pasividad resignada, o entregarse a las lamentaciones mansamente poniendo gesto de cordero degollado, no son las acciones adecuadas.

 

No es imprescindible aceptarlos sin más, sino que se puede –y se debe- optar por solucionarlos, o por poner los medios necesarios para que no se produzcan, o por sugerir –u obligar- a quien los ha creado para que no persista en su actitud.

 

Cualquier cosa menos convertirse en víctima sin remedio.

 

SUGERENCIAS PARA ESTE CASO:

 

- Los problemas que vienen originados con una persona –y más aún si es la propia pareja- hay que hablarlos para resolverlos y para evitar que se vuelvan a repetir.

- Los que vienen originados por situaciones ajenas hay que solucionarlos y hacer lo necesario para que no afecten.

- Los inconvenientes son para resolverlos y no para hundirse con ellos.

- No hay que aceptar sumisamente TODOS los inconvenientes de la pareja; algunos son lo suficientemente graves como para no aceptarlos y que se los quede o los resuelva quien los ha creado.

 

 

Francisco de Sales

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