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LA CULPA


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LA CULPA

 

 

En mi opinión, y antes de que sigas leyendo, será bueno que saques a la luz lo que sientes sobre la culpa, y sobre los momentos en que te sientes culpable de algo.

 

¿Ya lo has hecho? (sin trampas…) Entonces puedes seguir.

 

 

¿Qué te aporta?

 

¿Y algo de lo que te aporta es útil o positivo?

 

¿Para qué sirve castigarte cuando te sientes culpable?

 

 

Es evidente que todos –sí, todos- tenemos alguna razón por la que hemos tenido algunos sentimientos de culpa. Una de las características de ser Humanos –que es lo que somos- es que no somos perfectos, que no acertamos siempre, que algunas cosas posteriormente nos provocan arrepentimiento y culpa.

 

Es conveniente aceptar el error y sus consecuencias, pero luego hay que seguir adelante.

 

Está bien sentir un ratito de culpa y ser consciente de ella y lamentarse por lo que haya sucedido, para aprender lo que hay que aprender lo que haya que aprender, pero es conveniente no estancarse en la auto-pena, la auto-condena, el malestar, el reproche y la posterior hostilidad.

 

Redundar en el propio resentimiento, en la propia desvalorización y en una convivencia de rechazo continuo y malas caras, es contraproducente, absurdo, negativo e innecesario.

 

Suele ser útil volver al motivo que ha causado la culpa y darse cuenta de que existían una serie de circunstancias -psicológicas o ambientales- que nos impulsaron a actuar de una forma determinada. Y comprenderlo así.

 

Desde cierta perspectiva, sentir culpa es como regalar una parte del control que tenemos sobre la vida.

 

” ESTANCARSE EN UN SENTIMIENTO DE CULPABILIDAD NO CAMBIARÁ EL PASADO NI LOGRARÁ QUE UNO SEA UNA PERSONA MEJOR”.

 

Es necesario considerar que la culpa es una elección personal, es una emoción auto-anuladora, es una reacción que podemos controlar si hemos entendido el mecanismo que la produce.

 

El sentimiento de culpa habitual, que normalmente surge cuando por acción u omisión hemos infligido algún tipo de daño a otra persona, lo que denota es que tenemos sensibilidad interpersonal, que nos preocupamos por las consecuencias de nuestras acciones en los demás, que no eludimos la responsabilidad por las mismas.

 

De un modo general, podemos decir que los sentimientos de culpa sanos indican que tenemos un sentido claro de lo que está bien o está mal, un sentido moral.

 

EL REMORDIMIENTO

 

Una de las consecuencias más comunes del sentimiento de culpa es el remordimiento, ese pesar que queda después de haber realizado algo que se considera injusto o inapropiado.

 

La culpa se puede convertir en aprendizaje, y así el remordimiento se convierte en la voz de la conciencia que nos recuerda que algo no concuerda con nuestra naturaleza. Es un toque de atención para evitar la repetición de lo sucedido, pero no ha de ser un castigo.

 

Insistir en la culpa, y en la pena correspondiente, es un malgasto inútil de energía y marca un enfriamiento en la relación con uno mismo. Hay que saber pararla y ponerse a salvo de su agravio cuando se alarga más allá de lo que es imprescindible para extraer la enseñanza correspondiente.

 

Aprender de los “errores” es útil. Estancarse en ellos es inútil.

 

¿Qué vas a hacer con tus culpas ahora?

 

Te dejo con tus reflexiones…

 

Francisco de Sales

 

 

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