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CUIDA TU LENGUAJE Y ÉL CUIDARÁ DE TI


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CUIDA TU LENGUAJE Y ÉL CUIDARÁ DE TI

 

(Basado en ideas y frases de Luis Castellanos, José Luís Hidalgo, Diana Yoldi y Marta Bellmont)

 

 

En mi opinión, somos poco cuidadosos en la comunicación, y no solamente en cuanto a construir con claridad la frase que explique bien lo que queremos decir, no solamente en cuanto a buscar con cuidado la palabra exacta o más precisa, sino que ni siquiera cuidamos el modo de decir ni estamos del todo pendientes de que lo que decimos se puede malinterpretar.

 

Ya conocemos esto: “Entre lo que pensamos, lo que queremos decir, lo que creemos decir, lo que decimos, lo que queremos oír, lo que oímos, lo que creemos entender y lo que entendemos, existen ocho posibilidades de no entenderse bien”.

 

Las palabras son la forma de comunicarnos con el resto de las personas. También existe un lenguaje no verbal muy comunicativo, pero no todos estamos preparados para percibirlo, así que encargamos a las palabras la tarea de transmitir lo que deseamos transmitir.

 

Está científicamente demostrado que las palabras dan salud física y mental. Se puede decir que las palabras son hechos. O pueden convertirse en hechos. Si en nuestro trabajo o casa alguien nos dice “qué bien lo has hecho”, estas palabras producen en nosotros un efecto muy diferente a “me has desilusionado, esperaba más de ti”.

 

Las palabras producen resultados, cambian nuestra precepción de las vivencias y, por tanto, nuestro comportamiento. Se ha demostrado científicamente que palabras de ánimo como “confío en ti” o “genial” afectan positivamente a nuestro cerebro modificando su capacidad de percepción.

 

Es así: nos afectamos unos a otros con lo que decimos, nos influimos. Parecen sólo palabras, pero son mucho más que simples palabras.

 

Lo que sostiene los estados de ansiedad, resentimiento, dicha, ilusión, enfado, melancolía, tranquilidad, etc. son las palabras que alimentan dichos estados.

 

PARA QUE NOS VAYA BIEN en algunos aspectos de la vida, los más personales, ESTAMOS OBLIGADOS a poner atención en las palabras que escogemos.

 

El lenguaje es una herramienta social que aprendimos de niños y que utilizamos continuamente. Ser selectivos y atinados en nuestra forma de comunicarnos es un camino, una propuesta para todos aquellos que buscan mejorar, personas que tienen metas por alcanzar, sueños o proyectos por cumplir.

 

Con las palabras nos damos a conocer, así que podemos enseñar nuestro mejor yo a través de palabras positivas, cuidadas e inteligentes, que crearán en la otra persona emociones positivas que facilitarán la relación.

 

La cantidad de palabras positivas expresadas se correlacionan directamente con cantidad y calidad de vida, así lo demuestran los estudios dirigidos por el Dr. David Snowdon, y por Carmelo Vázquez, catedrático de Psicopatología de la Universidad Complutense de Madrid.

 

Es posible entrenar nuestro lenguaje, incluso en el caso de las personas que parece que han nacido con un lenguaje más pesimista. Si aprendemos a modificarlo, incluyendo en él agradecimientos, parabienes, buenos deseos, felicitaciones y halagos, y lo integramos en nuestra vida diaria como un hábito, todos –los otros y nosotros- nos veremos beneficiados de este cambio hacia lo positivo y lo agradable.

 

Es interesante que al lenguaje positivo –que ha de ser natural y no fingido- le añadamos las sonrisas. Al sonreír, nuestro cerebro reconoce la musculatura activada como una sonrisa, y por tanto, manda el mensaje de “toda va bien” y segrega las hormonas apropiadas para, poco a poco, crear esa emoción positiva. Además, si los otros nos ven sonreír con ello activamos su colaboración, ya que se vuelven más abiertos a nosotros y nos facilitarán mucho el día a día.

 

Supongo que ahora te parecerá mucho más importante de lo que suponías este asunto del lenguaje. Ciertamente lo es. Requiere que le dediques atención y te convenzas de ello. Una vez que lo hayas tengas claro… a ponerlo en práctica.

 

 

EXISTEN TRES FASES PARA ENTRENAR EL LENGUAJE POSITIVO

 

Primera – tomar conciencia de nuestro lenguaje actual. Pararse, observarlo, medir, saber cómo es, valorarlo.

 

Segunda – mediante un entrenamiento diario podemos regular nuestro lenguaje. Podemos elegir los cambios deseados y aplicarlos.

 

Tercera – Consolidar el hábito de expresarnos en positivo. Se consigue incorporándolo e integrándolo en nuestro día a día. Con conciencia, constancia y aplicación continuada.

 

Te dejo con tus reflexiones…

 

Francisco de Sales

 

 

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