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CÓMO CONTROLAR LA MENTE


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CÓMO CONTROLAR LA MENTE

 

 

En mi opinión, la tarea de conocer el funcionamiento de la propia mente es una de las labores más provechosas que uno puede emprender. Y, sin duda, y como ya habrás podido comprobar por ti mismo, una tarea muy conveniente.

 

En realidad, afinando más, no solamente es provechosa sino que es imprescindible.

 

La mayoría de las personas no saben encontrar el límite entre lo que piensan que son ellas mismas y lo que es su mente, no saben cuándo son ellas las que están pensando y cuándo es la mente quien piensa por su cuenta y haciendo creer que ese pensamiento es personal.

 

Es difícil eso de disociarse en “yo” y “mis pensamientos”, y más aún afinar hasta llegar a diferenciar entre “este pensamiento es mío” y “este es de mi mente”. ¿Suena complicado de entender?

 

Ya lo he escrito: la mayoría de las personas no saben encontrar el límite, por eso aparenta ser complicado.

 

Si buscas, sin duda encontrarás cientos de artículos en los que explican impecablemente cómo funciona la mente. Yo no sabría explicarlo tan bien. Pero puedo decir cómo lo hago yo.

 

Entiendo que la mente es bastante autónoma, y que ella sola, de un modo independiente, es capaz de atender a muchísimas cosas que tenemos pendientes de examinar, o de hacer, o de recordar, y como uno sólo puede estar atento del todo a una sola cosa es conveniente que ella haga una parte de nuestro trabajo.

 

Mi experiencia me dice que hay que revisar todos los pensamientos o propuestas que nos hace nuestra mente antes de aceptarlos inmediatamente, sin más, y no creer que son NUESTROS pensamientos o NUESTRAS propuestas, sino que conviene revisarlos conscientemente antes de darles el visto bueno.

 

Pensamientos NUESTROS son solamente aquellos en los que intervenimos CONSCIENTEMENTE, prestando toda la atención a la mente con la propia atención y consciencia –o sea, controlar la mente con la mente, aunque parezca incongruente o incompatible-, y eso se consigue cuando uno detiene el resto de actividades para centrarse en sí mismo y prestar atención al diálogo interior. Sólo entonces, y a partir de la toma de consciencia de YO (“Yo estoy aquí, yo dirijo mi mente”) es cuando uno puede controlar el proceso de pensamiento y decir que es él mismo quien piensa.

 

Es entonces cuando uno se convierte en el YO OBSERVADOR que se da cuenta de las cosas, y es quien dirige el proceso mental, y quien gobierna sus pensamientos con lo cual gobierna su vida.

 

Así es cuando todo va bien porque todo está normal, pero… casi nunca está todo normal.

 

Aunque uno esté consciente de su mente, ésta siempre se haya contaminada por muchas cosas distintas, desde complejos o traumas a miedos, desde una mala educación hacia sensaciones inconscientes desconocidas, inexplicables, posiblemente de origen inexplorado pero que nos afectan porque nos condicionan, y si somos inseguros –por lo que sea- estaremos influenciados por esa inseguridad y dudaremos en las conclusiones, y si estamos acomplejados nuestros pensamientos nacerán acomplejados, y si tenemos la autoestima baja se nos presentarán las cosas de un modo desequilibrado porque estarán carentes de ecuanimidad.

 

La mente es un instrumento a nuestro servicio y tenemos que utilizarla como tal, y no caer en la rutinaria costumbre de seguir creyendo que estamos a su servicio, que ella manda, que nos domina, que nuestra mente inconsciente es nuestro yo consciente, o sea, que la mente soy YO.

 

Desde esta postura de verla como algo distinto de uno mismo, y con el pensamiento controlado –aunque sea, precisamente, a través del pensamiento y de la mente- es como uno puede establecer un gobierno propio que esté administrado por uno mismo.

 

Tenemos a nuestro servicio la capacidad de razonar (Ordenar y relacionar ideas para llegar a una conclusión), tenemos el entendimiento (Potencia del alma, en virtud de la cual concibe las cosas, las compara, las juzga, e induce y deduce otras de las que ya conoce), tenemos la inteligencia (Capacidad de entender o comprender), tenemos la capacidad de raciocinar (Usar la razón para conocer y juzgar), y todas son cosas que se utilizan de un modo consciente, desde la consciencia, y es uno mismo quien las pone en funcionamiento.

 

Usando estas capacidades que he relacionado, de las que podemos disponer libremente, es como podremos controlar la mente, y de ese modo no dejarla que se desperdigue en sus desvaríos y que con ello nos perjudique.

 

Tómatelo muy en serio. Aprende a hacerlo… y verás qué diferencia.

 

Te dejo con tus reflexiones…

 

 

Francisco de Sales

 

 

“Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio)

 

Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo.

 

(Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)

 

 

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