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LA CHILENA QUE ENCANTO A HITLER Y LOS NAZIS


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LA CHILENA QUE ENCANTO AL PUEBLO ALEMÁN CON SUS CANTOS, Y EN ESPECIAL A SU LIDER ADOLF HITLER

 

Con su silbido y voz aguda conmovió por entero al tercer reich, luciendo su talento en los escenarios más grandes de la época. El mismo Hitler la admiraba, y en Berlín, a pesar del tiempo, aún la recuerdan y sus canciones se reeditan.

 

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Entre los bombardeos ingleses de la Royal Air Force a Berlín en los años de la Segunda Guerra Mundial, las sombras de los Supermarines Spitfires, estos portentosos aviones aliados que se debatían en los cielos alemanes contra sus pares enemigos –los Messerschmitt 109-, cruzaban como saetas veloces sobre los vericuetos góticos de la ciudad en estado de sitio. Era la época en que la svástica reinaba en los corazones de Alemania, y en que desde la radio la voz de Adolf Hitler se hacia escuchar en los tímpanos temblorosos de la ciudadanía. Una vez que los discursos del Führer terminaban en un silencio agobiante, en algunas emisoras ponían algo de música para tranquilar los nervios. Sonaban los éxitos de la época como “Mein herz sent sich nach liebe”, “Lievesbogel” o “Roter mohn”. La particularidad de estas canciones era que no eran interpretadas por una voz alemana como la de Marlene Dietrich, si no que por una chilena: Carmen Aldunate del Campo, más conocida por su seudónimo de Rosita Serrano.
Nacida en 1914 e hija de la famosa soprano chilena del año 20, Sofía del Campo, y del diplomático español, Héctor Aldunate, comenzó en aquellos días de la entre guerra una gira ascendente que la llevó por París y Lisboa para después terminar en Berlín en 1936, en el famoso cabaret Wintergarten como parte de las variedades del programa de entretenimiento nazi, “Kraft durch Freude”. En estos actos, donde compartió proscenio con artistas de la talla de la sueca Sarah Leander, la diva conocida como “La Alondra” o “El Ruiseñor de Chile”, encandiló al jefe de propaganda del tercer reich, Joseph Goebbels, así como también – dice la leyenda- al mismo Hitler, quien le envió de regalo una fotografía autografiada que después se perdió al ser su casa saqueada por la Gestapo mientras ella se encontraba en Dinamarca dando un recital en apoyo a los refugiados judíos. Desde este hecho en 1943, sus discos empezaron a ser prohibidos y la diva emigró hacia Suecia, donde entre otras cosas fue condecorada por el rey Gustavo VI. La fecha de su salida de Alemania coincidió con la ruptura de las relaciones entre esta y nuestro país, exactamente el 20 de enero de 1943. En la nación germana, la diva dejó una docena de películas –actualmente perdidas, entre ellas “Brillan las estrellas” y “Feliz en el amor”-, además fue laureada por el régimen, e hizo centenares de registros de voz que aún se pueden encontrar en las tiendas de discos antiguos en toda Europa.

 

 

CONSPIRACION, UNA ESPIA?

 

Su labor era alegrar al pueblo en tiempos difíciles, y aunque los alemanes la tenían entre ceja y ceja, porque la consideraban una doble espía que incluso era vigilada por servicios de inteligencia, nunca pudieron probarle nada, ya que ella siempre dijo no tener simpatías políticas.

 

Luego de la guerra, su tranquilo residir en Suiza enfrió su carrera – de hecho, sólo hizo dos filmes más: Schwarze Augen (1951) y Saison in Salzburg (1952)-, pero esto fue compensado en que el amor pasó a ocupar un lugar primordial en su vida; conoció al judío sefardí millonario, Jean Aghion. Con él estuvo casada hasta los años 70, y en ese periodo viviendo en El Cairo, visitó varios países: Estados Unidos, volvió a Alemania, estuvo en Nápoles, y al morir su marido, regresó a Chile nuevamente, donde relegada por la poca simpatía que generaban los recibimientos que le daba Augusto Pinochet en las visitas esporádicas que realizó a nuestro país durante la dictadura, se afincó en una pequeña casa en la calle Catedral, donde aislada de sus ya pocos admiradores, enfermó y posteriormente murió de bronconeumonía en un total olvido y pobreza en 1997.

 

 

 

 

 

 

 

Edited by NElN
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La llegada al entorno de los jerarcas nazis le valieron su participación, muy solicitada por cierto, en diferentes mitines políticos del régimen nazi y tantísimas ceremonias del Partido Nacional Socialista. Rosita Serrano (años después) declaraba que no sentía particular simpatía por los nazis (tampoco expresaba claramente una antipatía manifiesta) y así las cosas "le daba lo mismo" lucir brazaletes con la Cruz Esvástica o incluso realizar sus famosas presentaciones con la bandera nazi como telón de fondo. Más allá de su supuesta "inocencia" o su fenomenal capacidad para "aprovechar" las ventajas que le daba ser parte del entorno nazi (también supo ser protagonista exclusiva de muchos filmes realizados bajo el ala de los nazis y su infernal maquinaria propagandística), su voz aterciopelada y suave dejó de "caer simpática" en Alemania una vez que la cantante comenzó a ofrecer conciertos benéficos para niños judíos y refugiados daneses en Suecia. Sucedió en 1943 y eso marcó el final de esa complicada "historia de amor" entre Rosita, el ruiseñor de Hitler (como también solían apodarla) y la cúpula nazi.

Fue expatriada ese mismo año alternando también actuaciones en Africa y algunos lugares de América.


Si Rosita había caído en desgracia en los '40 al cantar para judíos europeos, aquella antipatía de los jerarcas (y sus continuadores) se marcaría profundamente en los años '50 cuando contrajo matrimonio con un millonario judío sefaradí llamado Jean Aghion, radicado en El Cairo, Egipto.

Las vueltas de la vida hicieron que durante los años '60 "die chilenische Nachtigall" (el ruiseñor chileno) regresara a Alemania convocada por algunas cadenas televisivas que pretendieron darle un renacer a su maltrecha carrera como cantante. Había vuelto a ser una sensación en aquella Alemania que, aún en los años '60, no había cambiado tanto como muchos podían llegar a creer (más de un nazi reconocido andaba pululando por las calles y en puestos claves del gobierno...).


Su definitivo regreso a Chile le valió la admiración, la cercanía y la confianza de otro oscuro personaje que (definitivamente) hizo dejar de lado aquello de su supuesta "inocencia" ante el régimen hitleriano: su más destacado admirador en Chile era el dictador Augusto Pinochet.

Luego, con la llegada de los gobiernos de la Concertación, su carrera pasó al olvido y su cuenta bancaria quedó reducida a la nada misma. Rosita Serrano falleció de bronconeumonía (y en la indigencia más absoluta) a la edad de 83 años en el Hospital del Tórax en la ciudad de Santiago de Chile. El Ruiseñor de Hitler había dejado de cantar para siempre...



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