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At the Gates (proyecto de novela)


Lahios

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Prólogo

El viento soplaba con una fuerza abrumadora, cubriendo cada confín de las montañas con su estruendosa voz, trayendo consigo lamentos del pasado abandonado en los parajes del fin de mundo. La nieve caía bruscamente como un manto blanco sepultando aún más los viejos huesos de algún desdichado abatido en alguna tormenta, quizás similar a esta. Allí se podían sentir los débiles pasos de alguien que parecía arrastrarse en la gruesa capa de nieve que lo cubría todo. Nuevamente se encontraba envuelto en esta imperiosa oscuridad, tratando de salir sin resultado alguno. Miró sus manos desnudas, ya de un color pálido por el alto nivel de congelamiento y dejo caer su cuerpo agotado por el peso de la nieve sobre sus hombros, cerró sus ojos y pudo sentirlo, el aliento de la muerte junto a su cuello, y los vacíos ojos de la agonía sobre él.

***

 

El concejo se reunió alrededor de una gran mesa junta al árbol más grande y antiguo del viejo bosque de Asdrael. A pesar de ser los más ancianos de entre todos los elfos de la zona, no aparentaban tener más de treinta o cuarenta años. Hasta en los rincones más oscuros del continente se sabía de la sabiduría del concejo del bosque élfico, y de la importancia que tenían sus decisiones por sobre todas las razas, aunque no fuese del total agrado de todos.

 

-Ella es hija de Dion, y todos aquí sabemos que significa eso, sus sueños tienen algo que decir- Se alzó la voz del cabecera de mesa en un tono algo agresivo – No podemos seguir evitándolo -

-Tan solo es una joven- replicó el sujeto sentado a su lado

 

-Una joven ligada inevitablemente al destino de estas tierras y sobre todo a su pasado-

 

El silencio se apoderó del lugar y todos se miraban unos a otros con cierto recelo respecto a las palabras del cabecilla de mesa. Podía notarse además el nerviosismo en los rostros de algunas de las personas allí presentes.

 

-Muy bien Igdreel, y si así fuese, como tú dices… que los sueños de esta chica llamada…- susurró Dráel desde el otro lado de la habitación.

 

-Agnes – respondió Igdreel mirando fijamente hacía la esquina del cuarto donde se encontraba el más joven dentro de la asamblea.

 

-Bien, si los sueños de Agnes fuesen en verdad una señal – Se detuvo y volteó a la gran

puerta de madera que estaba a sus espaldas - ¿qué pretendes hacer con la jovencita que está

espiándonos?-

 

Dráel se levantó de su silla y caminó hacia la puerta, abriéndola solo un poco, para que pudiera verse el rostro de la muchacha que allí estaba. Inmediatamente se comenzaron a oír un sinfín de murmullos a lo largo de toda la habitación seguidos de miradas de reproche contra la joven.

 

Igdreel le hizo una seña con la mano, para que pasara y tomara asiento junto al resto del concejo. Su belleza era deslumbrante, sus ojos eran verdes y profundos, al mirarlos era como estar dentro de toda la espesura de un bosque. Su rostro era de rasgos muy definidos y su piel era tersa y blanca; no era muy alta para ser un elfo, más bien era de estatura media. A pesar de su gran belleza lo que más llamaba la atención de mirarla era su cabello, de un color rojo, tan fuerte como el fuego, y si bien su rostro denotaba amabilidad, el solo color de su cabello desprendía fuerza y cierta aura de respeto hacia su persona.

Vestía un fino vestido de seda verde esmeralda que combinada con sus ojos, llegaba más bajo de sus rodillas, era distinto a los comúnmente vistos en las mujeres élficas: no era ancho como la mayoría sino que ajustado a su delgada figura y ceñido con una pequeña cinta a su cintura. Sus ropajes eran dignos de alguien de la realeza.

 

-Adelante jovencita, si querías estar presente, solo tenías que decirlo – dijo Dráel con aquel tono irónico que tanto lo caracterizaba, mientras miraba fijamente a Agnes quien se notaba estaba algo asustada.

 

Agnes entró a la sala mientras cada uno de los allí presente la miraba detenidamente algunos con recelo otros con cierto grado de temor. Camino lentamente hasta llegar junto a Igdreel quien se puso de pie y le cedió su lugar en la mesa. Muchos comenzaron a murmurar al ver aquella acción, a lo cual Igrdreel reaccionó.

 

-¿Acaso alguien tiene algo que decir a la sucesora del trono? – preguntó reprochando con la mirada a todos quienes habían murmurado anteriormente. – Por favor Agnes cuéntales a los ancianos que es lo que tus sueños te han dicho –

 

La joven pelirroja apretó sus labios en señal de nerviosismo, pero al mirar a Igdreel asintió y comenzó su relato.- Hace ya varias noches una serie de sueños o más bien pesadillas han atormentado mi descanso – la habitación estaba sumida en un silencio sepulcral y la atención estaba centrada en ella. – Estoy en una montaña, en medio de una tormenta, y la nieve no deja ver nada a mi alrededor. Es tan real, que casi puedo sentir el frío perforando mis huesos. Es allí cuando empiezo a caer presa del cansancio y lo veo… -

 

Agnes cesó su relato y sus manos temblaban, su respiración era algo agitada y su mirada parecía perdida en la nada. Igreel tomó su mano entre las suyas y le susurro levemente al su oído – Tranquila, puedes continuar. –

 

El concejo estaba expectante a que la historia fuese concluida, sobre todo Dráel quien se mostró preocupado por lo que había escuchado hasta el momento. Agnes miró hacia el techo del cuarto aun temblando.

 

-Ahí lo veo, al igual como lo relatan las antiguas leyendas y cuentos, con sus ojos negros como la noche… al Guardián de las cuatro puertas, a Etherón. –

 

-Imposible – gritó uno de los ancianos – El Guardián desapareció luego de la guerra de fuego, todos los guardianes lo hicieron y desde hace quinientos años nunca se a sabido nada de ellos. – Su voz temblaba de ira, y a la vez de temor.

 

-Igdreel, ¿deberíamos creer lo que cuenta esta señorita? - musito Dráel más calmado de lo que antes se veía. – Tan solo es un sueño como cualquiera que pueda tener alguien aquí. –

Agnes interrumpió a Dráel quien iba a seguir a hablando.

 

-No acaba ahí, hace solo un par de noches atrás el sueño fue algo diferente. – Todos centraron nuevamente su atención en la chica que ya estaba más serena. – No solo estaba Etherón, a su lado había una persona a quien no pude distinguir su rostro, tan solo pude ver que tenía una cabellera larga y gris como la ceniza, y su ojo derecho estaba cubierta por esta. –

 

-Muy bien, es suficiente Agnes – dijo Dráel llamándola por primera por su nombre. – Puedes abandonar la habitación, el consejo debe deliberar sobre este tema. –

Agnes miró detenidamente a Igdreel quien asintió con un leve gesto de su cabeza, a la cual la joven se levantó de su asiento y procedió a abandonar la sala.

 

-Bien señores - alzó la voz Igdreel mientras se sentaba nuevamente a la cabeza de la mesa. – Creo que ya no pueden seguir negándolo, y si alguien tiene alguna duda al respecto, es hora de que se enteren de la verdad. –

 

El concejo entero quedo sorprendido luego de oír estas palabras, y nadie podía comprender el completo significado de aquella afirmación, y todos miraban con impaciencia a Igreel para que continuase hablando.

 

-Todos recordaran hace unos ciento cincuenta años atrás, nuestro rey Dion cruzó el estrecho mar de las tormentas para viajar a Nidafold, la razón de su visita a las sombrías tierras del norte fue y a sido un misterio para todos, incluyéndome hasta el día de hoy. Señores, yo no sé mucho más que ustedes, sino que solo conozco ciertos detalles como la mano de confianza del rey, solo un poco más de las generalidades que ustedes manejan. – Se detuvo a mirar las reacciones de los presentes, y para su sorpresa todos estaban bastante tranquilos a la espera de que continuara su relato.

Igdreel se paró de su asiento y camino hacia una de las ventanas del lugar, y miro hacia el noreste con una mirada nostálgica y una leve sonrisa dibujada en su rostro.

-Igreel, ¿qué te detiene a seguir? - preguntó uno de los miembros del consejo – Tú mismo lo has dicho, es momento de que sepamos la verdad. –

 

-Mis disculpas a todos, lamento haberme sumergido en mis pensamientos en un momento como este – dijo Igdreel mientras se daba vuelta a mirar nuevamente al consejo – Continuo. Según lo que me contó el mismo Dion en aquel viaje conoció a quien dijo ser su verdadero y único amor. Una mujer a quien el describió como la misma diosa de la luna y la belleza reencarnada en forma terrenal, estoy hablando del Oráculo de los Guardianes, Alannaria.

El rey estuvo fuera casi un año y volvió del norte, con una niña en brazos. Lo hizo en tal secreto para que nadie se enterara de este suceso. Acudió a mi ayuda, solicitándome que cuidara a la pequeña por un breve tiempo. Pasada una semana desde su llegada Dion anuncio que en su ausencia la reina Sira había estado embarazada dando a luz solo una pequeña de cabellos rojos solo unos días antes de que el volviera.

 

-Detente un momento, ¿estás diciéndonos que Dion, el que fue rey de esta ciudad y del reinado de los bosques enteros, tuvo una hija bastarda?! – Gritó Dráel enfurecido.

 

-Así es, y esa pequeña niña es la que acaban de conocer, Agnes, hija del rey Dion y Alannaria, el Oráculo; sucesora del trono del reinado de los bosques y lo más importante… - La expresión en el rostro de Igdreel denostaba serenidad y convicción en cada palabra que decía – Heredera de los poderes presagiadores de su madre.

 

El silencio reino dentro de la sala y se podía sentir la tensión y el temor, la situación era peor de lo que se creía. El pasado que se creía olvidado se había abierto paso a través de los largos años posteriores a la gran guerra.

Igdreel camino hacia el fondo de la sala contraria a la gran puerta, donde se encontraban unas grandes cortinas de seda. El anciano corrió las cortinas suavemente dejando ver una hermosa armadura de acero finamente tratado, relucía casi como si alguien la estuviese luciendo con honor. Se podía ver en ella abundantes marcas de espadas y rasguños sobre ella, de centenares de batallas, pero aun así el acero brillaba con cierta soberbia. En medio del pecho tenía un par de cuernos de caribú, símbolo del reino de los grandes bosques. Junto a ella había una espada corta de quizás un metro de largo, la hoja resplandecía y tenía algo grabado a la largo del filo. Su empuñadura era del porte de una mano, precisa para el movimiento rápido y tenía en medio una gran esmeralda verde.

Igdreel la tomó y dejo sobre la mesa del concejo.

-El momento a llegado y debemos hacer algo- Igdreel volteo a mirar la armadura nuevamente y un pensamiento cruzó raudo por su mente “Dion que habrías hecho tú en esta situación, ella es tan joven” - Ya tenemos bastantes señales que no podemos y ni debemos ignorar, la joven Agnes debe viajar hacia el noreste, pero no puede hacerlo sola, alguien debe acompañarla.

 

-Muy bien Igdreel, roguemos a los dioses que esta sea una señal equivoca y no se desencadene una catástrofe sobre el mundo. - dijo pensativo uno de los ancianos sabios – Ahora debemos preguntarnos quien o quienes acompañaras a una nuestra princesa… todos sabemos que debe ser alguien con la suficiente capacidad para defenderla ante cualquier circunstancia. –

 

Una serie de murmullos y diversos nombres sonaron en la sala, uno tras otro, cada cual más importante en rangos del ejercito verde de los bosques, pero ninguno que estuviese a la altura de la situación.

 

-Silencio por favor - dijo Igreel levantando la voz - Creo que ante la fuerte visión de Agnes no podemos dejarle su custodia a cualquiera, por ello propongo al general de nuestro ejército, Sával –

 

Sával era un veterano de la antigua guerra de fuego, en aquel entonces solo era un capitán de campo. Aun así conocidos por todos por su gran habilidad con el sable, y más aún su increíble inteligencia como estratega militar. Pero esto no fue suficiente para hacer de su nombre una leyenda, era de saber común que él había sido quien derrotó a uno de los cinco guardianes, el guardián del fuego Fulgor en la cima del volcán Ignar, junto a la cuidad del mismo nombre. Amado por su raza, temido por todos sus enemigos.

La mayoría de los miembros del concejo aprobaron la proposición de Igreel, haciendo señas con la cabeza, todos confiaban en la gran destreza y valor del general, sin embargo Dráel se levantó de su asiento, tomó su espada que estaba atada a un cinto en su cintura y la dejó sobre la gran mesa de madera finamente tallada. La espada relucía y podía notarse que su filo estaba muy bien conservado, su hoja era curva y su empuñadura delgada y de color dorado.

 

-No quiero ni pretendo ofender al gran general Sával, y aún menos al recuerdo de nuestro rey dejando mi arma junto a la de él - Afirmó el joven elfo – Tan solo pongo mi persona al servicio del concejo, para ser el protector de la princesa, por una simple razón la cual creo compartirán conmigo. –

 

El concejo miro atento a Dráel y sus rostros parecían confundidos ante tal acción del joven, por el contrario Igdreel había bajado el rostro, pero podía verse una leve sonrisa con cierto tono esperanzador.

-Creo señores, que no es prudente que este tema sea dado a la luz de momento, y si bien Sával es de la confianza del concejo, este es un asunto delicado que debe quedarse en estas cuatro paredes hasta confirmar la veracidad de los hechos. –

 

-Muy bien Dráel, como miembro del concejo, y protector de la princesa, espero que cumplas a cabalidad las órdenes de ella. – Igdreel guardo silencio por un momento para luego continuar. – Y más importante aún, debes creer en ella, por su bien, el tuyo… y el de todo el reino. –

 

El concejo se levantó de sus sillas y vociferó a viva voz “Que así sea”

 

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Me gusto. Pero,

Los prologos siempre son extensos, ademas si tanta importancia dan a un sueño en la narracion creo que se debe trabajar mas en este, describir mas situaciones y emociones del sueño.

El primer dialogo lo encontre algo apresurado enredado, quien dijo esto y esto otro etc...

Como primera escena, hay muchos personajes. La idea de formacion de concilio, juntas y esas cosas, donde hallan varios personajes podria dejarse para capitulos posteriores.

Si te fijas, al ser un texto de Elfos, tener nombres no frecuentes, aunque suenen bonitos y misticos, son dificiles de recodar, y eso no agiliza el texto, ni atrapa a nadie

Hubiese sido mas facil comenzar con pocos personajes, uno o dos.

Tus descripcciones fisicas de personajes son buenas, aunque simpre es bueno innovar, no ser frecuente. En descripccions psicologicas de personajes, ahi falta reforzar un poco mas.

Ojala que tu proyecto sea terminado. Y mas que satisfaga a los demás, te satisfaga a ti primero.

 

 

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Muchas gracias por tu comentario, valoro mucho este tipo de críticas. Tendré en cuenta todos los consejos y sugerencias al momento de seguir escribiendo y quizás replantear el comienzo de la historia. Saludos

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