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''El cuerno del miedo''


Azazell

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Parte I

 

 

''En las altas montañas se concentraba una gran neblina de aquellas, de esas que te hacían pensar si realmente seria posible llegar allí o no, pero claro…yo quería llegar hasta allí con mis propios pies, estaba muy energético y necesitaba hacer algún ejercicio físico para poner en marcha también mi espíritu, pues fue algo que me costo decidir.

Y bien, ¿Cómo lo hice? Con ayuda de dos amigos, uno francés y el otro argentino, los tres nos entendíamos muy bien, puesto que éramos compañeros de universidad y nos propusimos llegar hasta la cima de los Alpes occidentales de Schreckhorn, en la zona de suiza. Contaba la historia del primer ascenso en 1861, cuatro personas pudieron llegar hasta el lugar al cual queríamos llegar.

¿Qué fue lo que nos motivó a escalar una cima tan peligrosa como aquella? Y claro que peligrosa, por algo le hacían llamar ‘’el cuerno del miedo’’.La verdad de las cosas es que todo esto salio en una conversación entre nosotros y unos compañeros de la universidad como en cualquier día, el cual quisiera no recordar más…

Mi amigo Evans, el Frances, que hasta ese entonces miraba la hora en su celular, me preguntaba que iba hacer para el fin de semana, y yo en ese momento no sabia, así que le dije que aun no tenia claro, todo dependía de si a alguien se le ocurriría algo interesante, no la típica reunión que hacíamos los de Ingeniería Geotécnica, ya sabes, me refiero a ir un día Viernes a juntarse a beber y a conversar sobre lo importante de la semana, cosa que ya no quería repetir, pues tenia muchas ganas de hacer algo distinto. En ese entonces se acerca mi amigo José Luis, el argentino que casi todos conocían por ser muy buen deportista, sobre todo si se trataba de futbol. El venia con cuatro personas más:

 

-Amigos, ¿les dije lo bueno que tenemos pensado hacer?

 

Entonces en ese momento nos quedamos mirando con Evans, ya que nos imaginamos algo interesante.

 

-Haha…los veo algo pensativos. Y bueno… ¿les digo o no les digo?

-Dinos pues hombre, que estoy ansioso. – dijo mi amigo Evans.

-Bueno, la cosa es que me puse a conversar con estos tipos que ven aquí, que son amigos míos, y bueno pues, tu sabes que a todos nosotros que estamos aquí nos gustan las alturas, las montañas y todo ese tipo de cosas ¿no?

 

Yo lo quedaba mirando con mucha atención. Luego di un suspiro y le dije:

 

-Claro… ¿Qué hay con eso?

De pronto hay un pequeño silencio. Me queda mirando con cierta extrañeza.

 

-¿Sabes entonces a que me refiero o no?, ¿Montañas, altura, equipo y todo eso?

 

Entonces en ese momento me hice el desentendido, puesto que tenía más que claro lo que tenia pensado hacer, pero me sentía tan inseguro en hacer este tipo de cosas que no tenía la más minima idea sobre escalada y todo lo que llevaba hacerlo.

De pronto Evans, lo veo muy entusiasmado y le dice:

 

-¡Amigo yo estoy dispuesto acompañarte!

 

En ese momento se me congela la sangre, porque a mi amigo al parecer le gustó la idea que tenía José Luis. Estuve muy nervioso…

 

-¿Y bien, tu que dices? – pregunta José Luis

 

Estaba más que claro que se refería a mí, puesto que todos me quedaron mirando muy expectantes de la respuesta que iba a decir. Me sentía un tanto confuso, nervioso y muy inseguro a la vez, todo esto mezclado con un profundo sentimiento de que algo de esto no me gustaba y le tenia mucho miedo…un miedo inseguro.

 

-¿Y…que sucede amigo? – pregunta nuevamente el argentino.

 

En un acto de atrevimiento le digo que si, solo porque quería hacer cosas nuevas y…bueno tan peligroso no creo que haya de ser, pues voy con alguien que ya sabe de escala, como es mi amigo José Luis, que suponía hasta ese momento que algo sabría sobre subir montañas.

Entonces estaban todos contentos por haber dicho que si, ya que todos esperaban mi respuesta muy ansiosos (nunca en mi vida me había sentido tan presionado por mis amigos).

 

-¡Muy bien! – Dijo José Luis –entonces mañana en la mañana nos juntaremos todos en la entrada para subir a la montaña Schreckhorn.

-Disculpa José…-dijo entonces uno de los tres amigos que estaban ahí- pero yo no podré, por que tengo otros asuntos que hacer.

- ¿Pero porque? – dijo extrañado. Después se puso a pensar y dejo pasarlo como si nada hubiera pasado.

 

-Nosotros tampoco- dijeron los otros dos que lo acompañaban también.

 

Uno de los dos le explico entonces que tenía compromisos familiares para el fin de semana, y el otro le dijo que por mucho que le gustaba la aventura no se atrevía, además no tenia los implementos necesarios.

 

-Ufff… ¿y ahora?, ¿ustedes también me van a dejar?

 

De pronto nos quedamos mirando con Evans, y en un acuerdo de mutua mirada nos propusimos a no dejarlo, ya que tener una aventura de este tipo era algo bastante interesante y emocionante, además José Luis era una persona que siempre acompañaba a ‘’todas’’.

 

Entonces le dije a mí amigo Argentino:

 

-Nosotros dos nos sumamos, vamos a esa montaña a como de lugar – dije con un nudo en la garganta.''

 

 

parte II

 

 

 

Me costo mucho quedarme dormido ese día, sentía una sensación escalofriante pero a la vez excitante, era como si me estuviera enfrentado contra mis propios miedos, pero era muy difícil de entender de cómo también me atrevía hacerlo…

A la mañana del esperado día, llegué con mi gran mochila para escalar la cima de Schreckhorn.

Hasta ese momento, habíamos llegado al centro del pueblo de Grindelwald, comuna Suiza muy solitaria y con un ambiente demasiado tranquilo, cosa que me gusto mucho, pues era además un lugar turístico que llamaba mucho la atención.

Luego de eso, tomamos el teleférico que nos llevaba a la estación superior de First a 2168 metros de altura (esto empezaba a tomar mas ritmo decía yo desde mi subconsciente), pero dentro de todas las cosas nunca había visto un paisaje tan inimaginablemente hermoso, era como estar en un cuento de aquellos.

La naturaleza y el verdor se sumaban a la inmensidad de las alturas, mientras que el viento helado soplaba violento. Y mientras caminábamos, José Luis nos dijo:

 

-¿Ustedes saben como le llaman a la cima a la que vamos ahora?

-Mmm…la verdad no. – había dicho Evans no dándole mucha importancia.

-Le llaman ‘’el cuerno del miedo’’.

 

Entonces yo paro en la caminata y le pregunte con desconfianza:

 

-¿Estas seguro de que no nos llevas a un lugar peligroso?

 

El argentino hace un suspiro y dijo:

 

-Estas hablando conmigo, ‘’vos tenés’’ que saber que yo se sobre esto, y vaya que lindo es ¿no?

 

Evans en ese momento se me acerca y me dijo:

 

-¿De que te preocupas tanto? ¡Mira este bello paisaje y disfruta! Creo que te estas pasando muchas ideas malas por tu cabeza y eso esta muy mal amigo…

 

Doy un suspiro y lo quedo mirando por cortos segundos, luego seguimos la trayectoria.

La idea que teníamos nosotros, o mejor dicho la de mi querido amigo Argentino, era la de ascender por la Choza Gleckstein, la cual nos llevaba directamente hacia la cima de los cuatro mil metros de altura de Schreckhorn, cosa que solo José Luis sabia.

Los paisajes se confundían cada vez más con la nieve, llevábamos aproximadamente cincuenta minutos de viaje y esto me parecía muy cansador a medida que nos acercábamos más a la altura.

 

-Deténganse un momento - dijo José Luis sacando su cámara fotográfica.- déjenme sacar esta maravilla de paisaje que tengo ante mis ojos.

 

A Evans se le ocurre justo en ese momento sacar de su mochila algo para comer, pues el hambre era incontenible y no podía seguir de esta manera el recorrido.

 

-Son bradeles, galletas originaras de mi país, prueben, tengo muchas.

 

Probamos esas exquisitas galletas con un sabor alimonado, luego bebimos agua y seguimos caminando hacia la cima.

 

La temperatura hasta el ultimo momento bordeaba los -9ºC. Pero debía admitir que ya estaba algo cansado, pues no era el único, el mismísimo José Luis sentía claros signos de cansancio. Esto me estaba poniendo en duda.

 

-Hey, José Luis, ¿tienes claro mas o menos cuanto nos falta para llegar?

 

Se puso pensativo y vio la hora, sus manos temblaban de frío, sus ojos ardían de ansiedad pero también de nerviosismo. Hasta ese momento no teníamos ningún problema ‘’tan’’ serio, porque estábamos muy bien ‘’alarmados’’ de cualquier cosa que ocurriera.

De pronto empezamos a notar con el trayecto que los rayos solares golpeaban demasiado ‘’fuerte’’ a nuestros ojos, era una especie de luz de ultra brillo que a penas nos dejaba caminar, puesto que nos llegaba de frente a nuestras caras.

 

 

-¡Maldición, que rayos más potentes!- dijo Evans desorientándose.

-¿Tienen algo con que cubrirse los ojos, lentes algo así? – dijo entonces José Luis

 

La verdad es que no pensamos en llevar gafas porque nunca se nos ocurrió que podía suceder este tipo de situaciones tan incomodas. ¡El cansancio me estaba matando los pies!

Nos encontrábamos a 3400 metros de altura cuando de pronto vimos que todo el paisaje verdoso que había visto hace unos minutos era de color blanco intenso como el vacío.

 

-Ya no puedo seguir más – dije haciéndome el cansado.

-¿De que hablas amigo? – Me responde Evans extrañado – No nos queda mucho para llegar a la cima, no te desanimes tan fácil.

 

El argentino entonces deja de caminar y me dice:

 

-Déjate de joder, ¡no nos queda nada! Además mira todo esto, ¡es realmente fascinante!

 

Me quede mirándolo con mucha desconfianza, a estas alturas, aun seguía con mis malos pensamientos, mi subconsciente me decía que algo malo iba a suceder…

 

Fue así como entonces caminábamos y caminábamos sin dar marcha atrás, sentía que la vida me daba la espalda, y los minutos se transformaban en el peor infierno que podría haber vivido hasta ahora. Se largó a nevar de forma casi espontánea.

Peor fue el susto cuando pasamos por al lado de una quebrada que si no hubiera sido por mis cinco sentidos nos hubiéramos caído en un mortal precipicio de casi doscientos metros de altura.

 

-Creo que ya no puedo seguir…-dijo el francés en un tono exhausto.

 

Esos fueron los primeros signos que pude notar ya de Evans, esto ya no me gusto. Entonces mi amigo argentino nos mira de frente y nos dice:

 

-Entiendan esto, queda muy poco para llegar a la cima, ¡son solo quinientos metros más!

-Maldición…disculpen por ser así, creo que tienen mucha razón, ¿de que tanto me tendría que quejar en subir de una jodida cima? – dijo Evans como desafiando el gran poder que tiene la naturaleza.

-¡Así se habla amigo!, ¡No vengamos con cuentos jodidos aquí! Nosotros podemos ¿esta claro?

 

De repente sentimos como el viento empezó a tomar forma violenta contra nosotros. El paisaje verdoso que habíamos visto hace unas horas atrás estaba completamente transformado en un infierno blanco que no tenía escapatoria alguna, entonces fue cuando me empecé a desesperar, mi corazón latía a una velocidad increíble (sentía que se me iba a salir del cuerpo). No sentía pies ni manos puesto que la temperatura sobrepasaba los -15ºC (ya empezó a ser fatal). Un estrepitoso remordimiento me aviso que tenía que mirar a mis amigos, pero ya no estaban…

Estaba desesperado, no sabia que hacer. Busque por todas partes alguna respuesta, ¡pero nada! Entonces se me ocurrió gritar muy fuerte: ’’ ¿amigos donde están? Pero nada…grité de nuevo una y otra vez, hasta que de pronto escucho unas pequeñas voces provenientes hacia mis espaldas. Esas voces parecían ser más bien de desesperación.

 

-¿A dónde están? ¡Díganme donde están!

 

Entonces escucho la voz de Evans diciendo:

 

-¡Estoy detrás tuyo, pero no se donde esta José Luis!

 

La maldita nevazón no nos dejaba ver absolutamente nada, era imposible de ver ni siquiera a un metro de distancia, estaba aturdido por el viento que me congelaba la cara.

Entonces Evans me vuelve a hablar con mucha dificultad:

 

-¡Dime que hacemos!

-¡Esperemos hasta que la nevazón se calme!

-¿Y que hay de José Luis?

-Ojala que este bien…

 

 

parte III

 

 

Fueron solo veinte minutos de intensa nevazón, veinte minutos en que yo no podía ni siquiera dar un paso, puesto que cualquier paso en falso podría ser fatal.

Entonces fue cuando abrí mis ojos, me paro del suelo y me pongo a divisar a mi amigo francés, me doy cuenta que ya no estaba…

Con mucha rabia me pongo a maldecir la mala suerte mía, una mezcla de tristeza y profundo miedo. Traté de mover mis pies y me fijé que estaban enterrados en la nieve y que era casi imposible sacarlos de ahí, fue entonces cuando me tiro al suelo a llorar y echarme la culpa de toda la desgracia.

Lloraba y lloraba desconsoladamente sin poder hacer nada...tenia mi cuerpo apegado a la nieve, ya ni siquiera sentía el frío en mi cuerpo, y lo peor de todo era que me estaba quedando dormido sin darme cuenta de lo peligroso que era estar en un congeladero de este tipo.

Tan así como pasaban los minutos se me cerraban los ojos, lentamente sentía como el estrepitoso viento -15ºC me rozaba la cara con densa ternura, la muerte estaba soplándome las orejas, el blanco parecía ser eterno ante mi vista, mi fin estaba acercándose de a poco.

Llegue al extremo punto de pensar que ya estaba muerto, ¿pero como podría estar muerto si estaba pensando y aun estaba mirando hacia el vacío?

Después de largos y estrepitosos minutos recobre la conciencia lentamente y me pare del suelo con gran energía (energía que no se de donde la sacaba, pero que por extraña razón la tenia aun).

Lo primero que hice fue mover mis pies… ¡pero no los podía mover! ¿Qué rayos sucedían con mis pies? Trate de ser lo mas fuerte posible, hasta que con gran furia logro zafar la mitad de mi pierna derecha, luego de agónicos segundos logro sacar la otra, y con esto la adrenalina estaba comenzando a golpear mi corazón.

Con adrenalina y toda la porquería que ‘’tenia encima’’ me puse a buscar a mis dos amigos, cuyas siluetas no podía divisar…

Estos se transformaron en los minutos más agónicos e infernales que podría haber tenido en mi vida, ya que ni el mismo Evans que supuestamente estaba a unos metros detrás de mi lo veía. De pronto me doy cuenta de un bulto de nieve que aparenta ser más bien la forma de una persona, sobre todo si se le veía la mano. Voy hacia ese bulto y escarbo con mis propias manos, después de dos minutos me doy cuenta de que era el cuerpo de Evans casi al punto de quedarse dormido, estaba quedándose inconciente.

 

-¡Evans, Evans despierta! Soy tu amigo.

 

Pero nada…no reaccionaba, su rostro estaba tan pálido como la misma nieve, asimilaba un muerto.

Nuevamente y con un gran suspiro le tomo las manos y le digo:

 

-¡Evans responde, soy yo!, ¡escúchame!

 

Entonces propino a apretarle el cuello con mi mano para ver si podía reaccionar de alguna forma.

De pronto me toma la mano y me dice con los ojos semiabiertos:

 

-Amigo…ayúdame a salir de este maldito sueño…

 

-¡Por fin respondiste! mejor apúrate que necesitamos encontrar a José Luis ¡por favor reacciona de una vez!

 

Entonces se toca la cara con sus manos llenas de nieve, se levanta del suelo y se restriega nuevamente la cara. Con tono apagado me dice:

 

-En que problemas nos hemos metido… ¿Qué mierda vamos hacer ahora?

 

Estaba a punto de ponerse a llorar, pero lo detuve y le dije:

 

-No nos podemos dar por vencido amigo, tenemos que encontrarlo si o si.

 

Nos movimos por todas partes, recorrimos todo nuestro alrededor en busca de José Luis, llevábamos aproximadamente cuarenta minutos y aun no lo encontrábamos.

Después de todos los intentos por encontrarlo, nos dimos por vencido, llamamos al servicio de emergencia desde nuestro teléfono satelital.

Dimos la información, esperamos veinte minutos que fueron tristes y agobiantes. Llegó un helicóptero de rescate a salvarnos, venían paramédicos entre otros, vinieron a socorrernos al instante de que se bajaron del helicóptero.

Nos llevaron en camilla y uno de los cuatro que nos llevaba nos dijeron: ‘’mantengan la calma que estarán bien’’.

Fue cuando de pronto mi amigo Evans se trata de levantar de la camilla pero era imposible ya que estaba sujetada, entonces grita con tono entristecedor:

 

-¡No me quiero ir de aquí sin que encuentren a mi amigo!

 

Un paramédico lo trata de calmar pero era casi imposible. Entre varios le decían:

 

-Es lo que están haciendo ahora, ¡solo te pedimos que te calmes!

 

Fuimos llevados en el helicóptero, luego de eso no me acuerdo más…

…Parece que hubiera sido un sueño, pero desperté en un hospital todo adolorido producto de todo lo que hicimos. El ambiente era triste…estaba al lado de mi amigo Evans que yacía en la cama botando lagrimas, echándose toda la culpa y no queriéndose referir nunca mas de lo que fue hace un momento atrás.

De repente vimos a una persona cuyo rostro nos parecía más que conocido, en un dos por tres se nos congelo la sangre de golpe cuando nos tocan la puerta y entra el mismísimo José Luis con su equipo de nieve puesto. Nos llamó profundamente la atención desde el instante que lo vimos.

 

-¡José Luis! – gritó Evans

-¡Si, si, soy yo, aquí me ven! – dijo sonriendo

-¿Cómo diablos llegaste hasta aquí? – pregunté impresionado

 

Evans me interrumpe para decirle:

 

-¡Pareces un muerto! Deberías de estar en camilla como nosotros.

 

José Luis que permanecía parado mirándonos fijamente como si se tratara de un doctor o algo por el estilo nos dijo sonriendo:

 

-La verdad es que llegué solo, eso es lo importante. Además ustedes deberían de estar mejor que yo ¿no? Si es así ojala que se recuperen pronto. Lo que es yo, solo les venia a decir que no los veré hasta en un tiempo más.

 

Entonces yo le pregunto bastante extrañado:

 

-¿A que te refieres ‘’en un tiempo más’’?

 

Entonces nuevamente me clava su mirada en mí, debo decir que me dio miedo.

 

-Es muy difícil de explicar pero bueno…los veré en algún momento, que les vaya bien en todo y perdonen por haberlos llevado a un lugar tan peligroso. Díganles a todos que me encuentro muy bien.

 

Evans se despide diciéndole que lo iríamos a ver a penas nos recuperáramos en el hospital.

Al día siguiente, en la mañana, llegó un medico a supervisarnos nuestro estado de salud, era increíble como de un día para otro nos habíamos mejorado, puesto que lo único que sentíamos era hipotermia y algunos dolores en las piernas. La peor noticia fue cuando el doctor nos dijo:

 

-Bueno jóvenes, ahora me toca decirles la lamentable noticia.

-¿Qué lamentable noticia? – pregunté extrañado.

 

Entonces el doctor toma una postura más bien seria…

 

-Ayer los rescatistas hallaron el cuerpo de su amigo José Luis de León muerto producto del congelamiento, lo sentimos en el alma…

 

Quedamos atónitos con la noticia que nos había dado el doctor…simplemente no lo podíamos creer, era como vivir un sueño…

 

-La verdad es que, los rescatistas encontraron el cuerpo de su amigo en extremo estado de congelamiento.

 

-Pero si ayer… - dijo Evans como en estado de shock.

-Si, si…lo de ayer fue la despedida…así es la vida…

 

Y así fue como transcurrieron los días, con mucha pena dentro de la universidad, nadie podía creer que estuviéramos vivos y el no…el ambiente fue solemne durante muchos días, pero entre los más amigos aun era muy difícil superar la ausencia, sobre todo si se incluyen los Alpes Suizos, en la cima de Schreckhorn.

 

 

Si ustedes me critican, me ayudan :)

Edited by Azazell
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