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"Creo que hay algo entre nosotros"


Dark.Laiho

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bueno les dejo el primer capitulo de varios que empezé a escribir hace unas semanas,

espero que les guste, criticas, comentarios, (en el caso de mujeres) numeros de telefono, invitaciones a bares en los comentarios mas abajo

 

Hay algo entre nosotros- Dijo esa niña de ojos claros y piel blanquecina.

Corría el mes de Abril, aún se sentía el calor en el ambiente y las olas rompían con su estremecedor llanto conocido por la mayoría. Según el reloj de mi muñeca derecha, eran las once con cuarentaicinco minutos de la mañana, una dulce mañana de Abril.

Me desperté con una sensación extraña y familiar a la vez, no sentía eso desde hacía un tiempo y creí que no iba a volver a sentirlo,

-Una vez más te equivocas Víctor- me dije en voz alta, obviando lo extraño que sonaría un joven de diecinueve años hablándose a sí mismo. Consulté la hora cuando cambiaba el segundero, dando paso a un nuevo minuto, el minuto me indicó las siete con cuarentaiocho, me dispuse a levantarme cuando el recuerdo del sueño llegó a mis pupilas otra vez, tal como hace algunas mañanas, estaba empezando a hacerse habitual.

“Era de noche y la niña de los ojos claros me dice que esté atento a mi nuevo sentir, ¿Qué nuevo sentir? Le pregunto y ella me contesta, Abre los ojos Víctor, tus dedos necesitan acostumbrarse otra vez. La miro con atención y despierto”, no creo saber nada de ella, pero según leí en esa revista hace unos meses, la mente no inventa rostros, por lo tanto en alguna parte la he visto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Primer Capítulo

Un nuevo amanecer

-No puedo sacarla de mi cabeza

-¿Estás seguro de que es ella con quien sueñas Víctor?

-No podría estar más seguro Diablo- Diablo es como llamaba a mi mejor amigo Luis, le decía así desde que lo conocí hace muchos años, siempre lo consideré el diablo que me aconsejó los pecados más placenteros que he cometido, mi primer cigarrillo, mi primer trago de cerveza y mi primer pitillo de marihuana son obra y gracia del Diablo, tal como mi abuela decía.

-Entonces ve y pregúntale algo, al menos acércate y mírala

-¿Desde cuándo tan preocupado por mis sueños, Luis?

-No me preocupo, hombre -se excusaba- me importa tu sanidad mental, y es más, me encantaría verte hacer el ridículo con una mujer que no conoces.

No han sido muchas las mujeres con las cuales me he correlacionado, no me considero un hombre de relaciones duraderas y estables. Aún así no me culpo (del todo) de los fracasos amorosos.

La ultima se llamó Carla, fue la única que me hizo sentir importante y querido entre las demás. Al menos hasta que se fue con Nelson, así creo que se llamaba el hombre que cayó ante ella y la embarazó.

-No voy a hacer el ridículo Diablo, me daré cuenta si no es ella cuando esté un poco más cerca

-Prepárate Víctor, ella viene para acá

Vi en ella algo que no conocía en mí, fueron sus ojos que tal como en el sueño me llamaron a abrir mis sentidos, y en un solo segundo conocía todo sobre ella, pero una duda surgió en mi cabeza.

-¿Y bien?, ¿Era ella?

-No lo sé, no sé a quién vi

-¿Cómo que no sabes?, pasó al lado tuyo imbécil, ¿Cómo no la viste?

-No importa Diablo, ¿Qué importancia tiene un sueño más?- Me mentí de esa forma tratando de calmar las miles de preguntas que llegaban a mi mente en un torbellino de ideas y teorías.

Clara como la niña de mis sueños, ella me golpeó el corazón y la cabeza con su voluntad y yo era su esclavo, caí a sus pies como una marioneta y ella manejaba mis hilos con sus respiros. No tengo idea como llegué a esta situación, pero se ahora que no puedo salir, y quizás no quiera salir de aquí, porque es la única manera de verla cerca, aún así, no es la primera vez que la veo.

Tomé mis cosas del baúl cerrado con llave que usaba de mueble, llené de basura mi bolso, saqué un cigarrillo de su cajetilla y lo encendí despacio, disfrute el humo llenando mis pulmones de tóxicos, fui a la cocinilla a calentar un poco de agua en la tetera vieja, para hacerme un té, y mientras esperaba el vapor salir de su boquilla vi el humo saliendo de mi boca como una sutil comparación del fuego al que estaba destinado.

Traté de recordar una vez más el rostro de esa niña que veía casi todas las noches en mis sueños, pero me distraje y apagué la llama de la tetera para poder tomar una bebida caliente para la fría mañana.

Cuando terminé el cigarrillo y estuve dispuesto a tomar mi té, vi en el espejo algo que me sorprendió, ya no era el mismo de la noche anterior, me vi distinto, me vi transformado en un hombre viejo con barba y con el pelo largo hasta los hombros. Casi todos los días me sorprendo con mi apariencia y desconozco mi edad en el espejo, para bien o para mal.

Salí del dormitorio donde vivo para ir a esa asquerosa universidad donde estudio, bajé la escalera dispareja que conocía ya, salté el escalón suelto, el mismo por el cual había tropezado las primeras veces y salí por la puerta para encontrar las nubes cubriendo el cielo, ‘Adiós Cielo Azul’ pensé parafraseando esa canción que no era tan famosa, escrita por esa banda británica que idolatraba, encendí mi reproductor de música y me dispuse a partir bajo la nublada mañana del típico día lunes.

Caminé por las calles húmedas de la cuidad de las oportunidades, como llamaban a la capital, encendí otro cigarrillo y me dirigí al sur, hacia la prestigiosa casa de estudios. Supuestamente ahí estudiaba pedagogía básica, digo supuestamente porque pasaba más tiempo de bar en bar, o en mi sucio dormitorio. Ahí encontraría más respuestas, pensé.

Mientras caminaba, imaginé que mi sueño no era un sueño común, y quise hablar de él con alguien, alguien que conociera la naturaleza de los sueños y que me pudiera dar alguna explicación sobre esta niña blanca que llegó un día a mi cabeza y nunca más quiso marcharse.

Caminé despacio, tratando de imaginar todos los escenarios posibles, desde una enfermedad psiquiátrica, hasta una demencia incontrolable, pasando por una imaginación que no podía controlar.

Terminé mis apresurados y desmedidos análisis sobre mi condición cuando llegué a la universidad, como era habitual, los días lunes no entraba a mi primera clase de las ocho y media, para, en cambio, echarme como un perro callejero bajo el árbol con el tronco que se adaptaba de forma perfecta a mi espalda. Recordé a mis padres, pensé en ellos como hace unos meses no pensaba, desde que fallecieron en el auto familiar, en ese atropellado viaje a la cuidad cercana a donde vivían, no los extrañaba mucho, después de todo hacía casi tres años que no vivía con ellos, ni mantenía contacto habitual, no quería hacerlo tampoco.

Caminé hacia mi árbol, sólo, como era habitual y me encontré con ella por primera vez, blanca como una hoja de papel, como la nieve, como un fantasma, pensé. Me miró de pies a cabeza con sus ojos grandes y claros y me preguntó:

-¿Quién eres?, ¿qué quieres?

-Me llamo Víctor, yo vengo aquí muy seguido, nunca te había visto

-No tendrías porque haberme visto, soy nueva acá- Traté de imaginarme como una nueva alumna llegaba a mediados de Abril a la universidad, así, en mis pensamientos, no escuché cuando me dijo su nombre

-¿Cómo me dices que te llamas?- pregunté con cara de asombro por conocer el nombre de la dueña del rostro que me atormentaba hace algunas semanas

-Amanda- Repitió-aún no me dices qué quieres

-No voy a la primera clase de los lunes, siempre vengo acá, como te dije

-Bueno me iré entonces-me miró con sus ojos grandes y traté de gritarle un

-¡No!-me miró con una cara asustadiza, no debe estar a acostumbrada a un extraño pidiendo compañía a la sombra de árboles-no te vayas, es decir, no tienes que irte,

-¿Víctor?-me dijo esbozando un ligero dejo de picardía en su sonrisa-sólo los niños de 10 años de un colegio pagado se ponen nerviosos cuando hablan con una mujer

-¿Cómo dices?, ¿crees que estoy nervioso por hablar contigo?

-¿No es así, Víctor?-sacó un cigarrillo de su bolso artesanal y me hizo una señal pidiéndome un encendedor, entendí el mensaje y aproveché para sacar un cigarrillo de la cajetilla en mi bolsillo. Le extendí la mano con el encendedor y la miré a los ojos, cuando veo que ya no tiene ningún cigarrillo en su mano, me mira a la cara y me dice:

-¿No le darás un cigarrillo a una dama?- me quedo sin habla por dos segundos, cuando saco un segundo cigarrillo y se lo convido junto al encendedor, enciende su tabaco y me devuelve el encendedor para quemar mi cigarro.

-Es muy bonito -dice

-¿Qué cosa?- pregunto, con cara de asombro

-Tu encendedor, hace años que no veo uno así- nunca supe por qué encontraría bonito un encendedor como el mío, está viejo, es desechable y creo que nunca lo he cuidado, como la mayoría de mis cosas.

-Es desechable, lo encontrarías en cualquier tienda

-Pero éste es especial

-¿Por qué especial?- pregunté

-Haces muchas preguntas Víctor, debes tener necesitar muchas respuestas, ¿o no?

-Me conoces más de lo que yo mismo me conozco, linda.

 

 

si les gusto si no les gusto, gracias de todas maneras por leer el papiro que deje en el spoiler

 

saludos!

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mmm...nose, no me convencio mucho. digo, no es que quisiera encontrarme con una mezcla de irvine welsh y bukowski, pero es que dijiste novela independiente drogadicta y pense... chucha!...un palahniuk chileno. por eso solamente me decepcionaste.

esta bien escrito, se agradece la gramatica. yo no usaria tantas palabras rebuscadas (¿pitillo de marihuana?...ni mi abuela habla asi).

pero me calmo mejor...es el primer capitulo.

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  • 4 weeks later...

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